CRISIS DE CIVILIZACIÓN / Gilles Dauvé

Todas las crisis históricas son crisis de reproducción social. Intentaremos investigar cómo la crisis actual, al igual que otras del pasado y a diferencia de ellas, obliga a la sociedad a enfrentarse a las contradicciones que antes estimulaban su dinámica pero que ahora la llevan a una coyuntura crítica. [1]

Toda gran crisis obliga a los grupos sociales a enfrentarse a las profundas contradicciones de la sociedad. En el capitalismo, la confrontación de clases es el motor principal que hace avanzar a la sociedad: obliga a la burguesía a adaptarse a la presión laboral, a «modernizarse». La crisis se produce cuando estas presiones, antes positivas, tensan el tejido social y amenazan con desgarrarlo.

Contradicción no significa imposibilidad. Hasta ahora, todas las grandes crisis han terminado con el sistema logrando salir adelante y volviéndose finalmente más adaptable y proteico. Ninguna crisis «definitiva» está automáticamente contenida en las contradicciones más agudas. Sigue leyendo

El capitalismo de Stalin / Notas sobre las teorías del capitalismo de Estado

La discusión que queremos introducir en este texto no es académica. Cuando era “Medianoche en el siglo”, para utilizar la afortunada y evocadora expresión de Víctor Serge, un puñado de compañeros y compañeras se atrevieron a pensar cuál era la raíz social de la Rusia de Stalin. En ese momento, tratar de discernir la verdad sobre ese fenómeno contrarrevolucionario era literalmente jugarse la vida. Muchos de estos compañeros y compañeras fueron perseguidos por ese motivo, algunos de ellos fueron asesinados por los sicarios del capital, en su forma “nacional-comunista”, “fascista” o “democrática”. Obviamente estas contribuciones, en las que colaboraron directa o indirectamente gente que hoy recibe los parabienes de la cultura dominante como Simone Weil o George Orwell, no fueron publicadas en libros académicos ni recibieron los elogios de los dominicales de la prensa burguesa. En esos momentos, en la década de los años treinta, Stalin era aliado de las principales potencias imperialistas de la época. Era uno más en la mesa de los depredadores imperialistas que se reparten la sangre del proletariado mundial. El embajador norteamericano en Moscú, Joseph Davis, compartía con Stalin no solo su nombre de pila sino la reivindicación de los Procesos de Moscú como un ejemplo de justicia universal. Para el resto de los Estados capitalistas mundiales, Stalin era un buen sueño, que les libera del espectro de la peor de sus pesadillas, la revolución proletaria mundial. Por eso un escritor hoy famoso, entonces un paria perseguido y que hacía parte de las listas negras de los eliminables, George Orwell, no podía ver publicado su Rebelión en la Granja. Ninguna casa editorial quería publicar un libro que criticaba al aliado en la II Guerra Mundial del Reino Unido y de Estados Unidos. Los aliados de clase, en una guerra imperialista, son sagrados para las burguesías. Nadie quería publicar al autor de Homenaje en Cataluña, un libro que no habla de nacionalismo a pesar de lo que pueda pensar algún docto despistado, sino de los sueños e intentos de revolución social masacrados por el stalinismo, el principal agente burgués en la España republicana de la época. La República, hoy evocada con nostalgia por tantos izquierdistas, no fue sino una enorme fosa común para miles de revolucionarios.

Como decimos, estas aportaciones no vieron la luz en los libros oficiales, sino en documentos internos, periódicos con tiradas reducidas, campos de concentración y cárceles desde Estados Unidos a Italia, desde la URSS de Stalin a la Barcelona de la II República. Así se construye nuestro partido de clase, a través de minorías revolucionarias que mantienen a contracorriente la importancia y la centralidad de nuestro programa y nuestros objetivos, la necesidad de luchar de un modo intransigente por una sociedad de mujeres y hombres libres, sin dinero ni clases sociales, sin mercancía ni Estado. Como veremos al final de este pequeño texto, esta es la tesis central de este trabajo. La centralidad del comunismo como negación de todas las categorías del capital, la comprensión de que la Rusia de Stalin no podía ser sino capitalista en la medida en que había mercancías, clases sociales, dinero, salario, empresas, un Estado en hiperinflación totalitaria… Sigue leyendo

[Libro] COMUNISMO ANTIBOLCHEVIQUE – PAUL MATTICK

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Paul Mattick, in memoriam

En febrero de 1981 moría en Cambridge (Massachussets) Paul Mattick. El hecho de que no fuera un santón del marxismo oficial o académico, contribuyó lo suyo a que su muerte pasara completamente desapercibida de los media, casi del mismo modo, como su vida y trabajo teórico, centrado en la crítica del capital en proceso, fueron soslayados por los círculos oficiales del debate marxista.

Casi tres años después, presentamos dos artículos, inéditos en castellano, que iban a formar parte, entre otros, del último libro que Paul Mattick preparaba en el momento de su muerte.

Es difícil resistir la tentación del elogio sincero del compañero muerto, sobre todo, para quienes somos en tan gran medida deudores del pensamiento marxiano desarrollado por P. Mattick. Sin embargo, lo evitaremos. Eludiremos la retórica fácil del panegírico, aunque sólo sea por lo contradictorio que resultaría tratándose de quien, como él, defendiera planteamientos tan alejados del «culto a la personalidad». Huiremos, igualmente, de cualquier veleidad propiciadora de la fetichización de su pensamiento. Nada más distante del sistema teórico-crítico de P. Mattick que la posibilidad de su encorsetamiento en la categoría de un «ismo» cualquiera incluído el marxismo o el «consejismo».

No vamos, tampoco, a cometer la pretensiosidad de intentar glosar en unos párrafos una obra que, como la desarrollada por P. Mattick a lo largo de su vida de activista, por su extensión y riqueza en sugerencias, superaría los límites e intenciones de lo que no pretende ser más que una presentación. Por eso mismo, pensamos que lo mejor que se puede hacer es dar a conocer su obra tal y como es: una sistematización rigurosa, precisa y crítica del desenvolvimiento histórico de la contradicción representada por el antagonismo Capital-Proletariado. Este es el motivo principal que nos mueve y al que queremos contribuir con la difusión de los dos artículos que a continuación presentamos.

Con todo, no queremos dejar pasar la ocasión de hacer algún comentario sobre la significación en la teorización del comunismo de este desconocido, -el cual pretendemos que lo sea menos-, cuya obra supone una aportación de indudable importancia a la hora de la elucidación teórica de las posibilidades reales del Comunismo, en tanto resultado de la acción de clase proletaria.

Pero, además, traemos a colación un nombre y una obra por lo significativos que pueden ser en unos momentos, como los actuales, en los que la generalizada abjuración del marxismo, lejos de inducirnos a la superación del mismo hacia la realización del Comunismo, viene a invitarnos al repliegue en los cenáculos de la ideología, de las formas culturales y a la liquidación, simple y llana, de la perspectiva de la lucha de clases. Los planteamientos críticos del tipo de los expuestos por P. Mattick abren nuevas posibilidades de comprensión de la contradictoriedad del Capital más allá de la apariencia engañosa de los fenómenos coyunturales. Y es, precisamente, por eso, porque se ubica en los resquicios de la contradictoriedad, por lo que la teorización deviene CRITICA, reflexión de una práctica que se proyecta en el sentido cambiante de la realidad configurada por la relación Capital-Proletariado.

 Quien contra viento y marea supo desentrañar en plena euforia keynesiana los límites de la economía mixta y los elementos de persistencia-latencia de crisis en las nuevas formas de la dominación del capital, incluso en coyunturas donde otros se dejaban obnubilar por el despliegue fascinante y espectacular de la circulación de las mercancías y anunciaban el final de la sociedad de clases (hombre unidimensional marcusiano), creemos que tiene algo que decir en estas horas oscuras en las que vivimos y en las que la práctica y reflexión comunistas parecen definitivamente colapsadas.

Paul Mattick, fue uno de esos «hijos proscritos» de Marx que, como R. Luxemburgo, Korsch, A. Pannekoek, H. Gorter, O. Ruhle, conjuraron el servilismo de la ortodoxia sin por ello obviar la crítica comunista marxiana diluida en los diversos sucedáneos ideológicos del marxismo.

La recuperación del nódulo fundamental de la sistematización crítica de Marx, que se concretaba en la teoría de la acumulación, como teoría de la crisis – o sea, el reconocimiento del capital en proceso, como contradicción–, lo que venía a conferir a la obra marxiana el carácter de arma teórica del proletariado frente a la ideología burguesa, cobra especial relevancia en Mattick en lo que respecta no ya a la tarea continuadora de la obra de Marx, sino de lo que esta contiene de expresión de la realidad cambiante del proletariado, haciendo exigible la profundización- superación de las aserciones fundamentales del propio Marx.

Es en este sentido, en el que hacemos una llamada de atención a propósito de la obra de P. Mattick. Es decir, sobre el hecho de que su perspectiva de teorización, así como la verificación empírica, en la realidad de la crisis rampante, de sus aseveraciones nos proporcionan los elementos fundamentales de continuación de la crítica de la Economía Política – real, práctica–, desde las bases históricas que representan la dialéctica Capital-Proletariado.

Por encima de todo, se trata de una reflexión formuladora de la realidad práctica de la lucha de clases; pero es más que mera constatación: es, por su propia naturaleza, una incitación a la continuación del combate concreto, cotidiano y colectivo del Proletariado por el Comunismo.

Revista Etcétera, marzo 1984.

[Libro] Mayo de 1937 – La barricada de la revolución VV.AA.

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En mayo de 1937 el proletariado levantó barricadas en Barcelona y en diversas localidades de Cataluña manifestando su antagonismo frente al Estado republicano y todos sus representantes. La revolución se jugaba su última carta en esa contienda y fue derrotada. La contrarrevolución triunfó asestando el golpe definitivo a un proletariado indomable. El Estado republicano liquidó esta revuelta y con ella la perspectiva de una transformación social. Las checas, los asesinatos, las torturas y las desapariciones de los revolucionarios, administradas desde el gobierno del Frente Popular, fueron la moneda corriente desde entonces.

La presente obra selecciona seis textos que ayudan a com prender y profundizar en los sucesos ocurridos en esa primera semana de mayo de 1937. La mayoría de los autores de los textos fueron protagonistas directos de esos sucesos y nos revelan una situación muy diferente a la que nos cuenta la historia oficial. Lejos de relatarnos una simple guerra entre fascistas y antifascistas, entre franquistas y republicanos, nos desvelan a unos combatientes que se lanzaron a las barricadas para defender una revolución que no sólo se contraponía al fascismo, sino también a la República.

La lucha de nuestra clase contra el capitalismo, por la comunidad humana, entendida como un cuerpo en movimiento, con la experiencia de los golpes recibidos, de las caídas… ha de servir necesariamente para hacernos más fuertes. Por esa razón se hace necesario no dejar que se borren nuestras cicatrices.

Apoderarse de las luchas del pasado, reescribir cada pasaje de la historia según los intereses del capital, ha sido siempre una preocupación primordial de la burguesía para mantener su dominación. Lo que no ha sido ocultado, ha sido tergiversado, desfigurando nuestras luchas para integrarlas en el horizonte capitalista.

Nos encontramos así con que las revueltas que hicieron temblar los cimientos del capitalismo eran luchas por la democracia, por el fin del feudalismo, por la liberación nacional; que el comunismo por el que dieron sus vidas las masas proletarias no consistía en el aniquilamiento del trabajo asalariado, la mercancía y el Estado, sino que su esencia era el capitalismo adornado con banderas rojas, hoces y martillos; que el anarquismo era un ideal surgido en los cerebros de ciertos intelectuales, etc. La burguesía nos cuenta así, de su puño y letra, nuestra propia historia, maquillada y puesta al servicio de la dictadura democrática del Capital, adaptándola para el consumo responsable de las masas. La revolución social se convierte así en un reajuste entre la ganancia burguesa y el salario, es decir, el capitalismo ideal depurado de sus contradicciones con el que sueña el poder.

La llamada “guerra civil española” es un claro ejemplo de todo esto. Mucho se ha hablado y se ha escrito de la “revolución española”, de las colectividades, de las “conquistas”, de las “traiciones”, de las milicias y de toda serie de cuestiones relacionadas con ese inmenso y generoso proceso revolucionario que se desarrolló en España en la década de los treinta del siglo XX.

Sin embargo, casi la totalidad de este vasto material proviene, de una u otra forma, de las diversas expresiones e ideologías que contribuyeron a tumbar la enorme fuerza social que ese movimiento contenía. Nos estamos refiriendo no sólo a las posiciones más toscas realizadas por nuestro enemigo de clase (como pueden ser toda la propaganda franquista, republicana o estalinista) y que pese a todo siguen siendo las ideas dominantes, sino a las más sutiles y que son más peligrosas pues se nos presentan como revolucionarias.

Efectivamente, sigue siendo dominante en todas partes que lo que hubo en España fue exclusivamente una guerra entre franquistas y republicanos. Sin embargo, también sigue siendo dominante oponer a esta visión otra visión del enemigo, otra serie de mitos y de falsificaciones que impiden precisamente reapropiarnos de las lecciones fundamentales de ese episodio de lucha. Y esto es lo más peligroso y trágico pues no hace más que balancearnos entre falsas oposiciones. Denunciar al Frente Popular y su política exculpando a la cnt o al poum que fueron parte de él, criticar la militarización de las milicias obviando el proceso de sometimiento de las milicias a la guerra imperialista, criticar “la destrucción estalinista de las conquistas de la revolución” sin criticar su destrucción por la trampa antifascista, afirmar que los “comunistas” reprimieron a los “anarquistas”, reducir el problema a un problema de dirigentes, elogiar las colectividades obviando la continuidad de las relaciones de producción capitalistas… forma parte de toda una concepción que se guía por una política de falsificación histórica. Sin romper con esta visión de la historia estamos abocados a defender intereses que no son los nuestros.

Las lecciones a extraer de la lucha de clases en España en la década de los treinta son amplias y notoriamente importantes. Si hemos decidido centrarnos en una fecha como mayo del 37, dentro de esa década de luchas, es porque es en ese momento donde de forma más cristalina se contraponen las dos barricadas que forman la lucha por la revolución social, donde con mayor claridad el proletariado se posiciona enfrentado a todos y esbozando su autonomía de clase. La derrota que sufrió el proletariado en este enfrentamiento pone punto y final a la fuertísima oleada de luchas internacionales que comenzaron en el año 1917, y abre la puerta a la masacre de la “Segunda Guerra Mundial”, en las que el proletariado dará su sangre y será masacrado por las banderas de sus enemigos.

REAPROPIACIÓN EDICIONES

Abril de 2018

VALOR, TIEMPO DE TRABAJO Y COMUNISMO: UNA RELECTURA DE MARX – GILLES DAUVÉ

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Value, Labour Time & Communism: Re-Reading Marx (2014)

Texto publicado en el sitio Troploin. troploin.fr/node/81

Traducción: Antiforma

Biblioteca de Cuadernos de Negación bibliotecacuadernosdenegacion.blogspot.com

Volver a Marx no tiene nada que ver con escarbar en capas de pensamientos y hacer un balance del mérito: unas pocas nociones abstractas esenciales – valor, trabajo, tiempo, tiempo de trabajo y productividad – bastan para indicar lo que queremos cambiar en este mundo, y cómo.

 

  1. El origen del valor

El Volumen I de El Capital no comienza con una definición de lo que es el capitalismo, sino de cómo se presenta: «una inmensa acumulación de mercancías». Este enfoque señala la elección de una perspectiva en particular. Marx aborda el tema partiendo con el encuentro entre productores independientes que se reúnen en el mercado para intercambiar sus mercancías. Ya que el capital/trabajo es el núcleo de todo el asunto, como señala el propio Marx, y ya que no está escribiendo un libro de historia, ¿por qué no empezó con el encuentro entre el asalariado y el capitalista? Su investigación sobre el trabajo asalariado toma como punto de partida la división del trabajo entre productores autónomos (el campesino se encuentra con el fabricante de ropa), y procede a analizar la doble naturaleza del trabajo: concreto (el trabajo tiene valor de uso) y abstracto (produce valor de intercambio).

Si seguimos la lógica del primer capítulo de El Capital, el valor de uso adquiere el carácter de valor de cambio una vez que entra en el mercado. Aunque Marx nos da las claves para entender que en la relación «valor de uso + valor de cambio», el uso se halla determinado por el intercambio, porque la producción se estandariza de tal manera que crea un ítem intercambiable, por otro lado describe el proceso como si el valor, en lugar de nacer de un tipo de producción muy específico, apareciese después del momento productivo y se impusiera sobre el trabajo como una restricción exterior.

Si así fuera, la tarea de la revolución sería liberar a los productores de esta restricción.

Aunque Marx constantemente vincula el valor con el trabajo, no insiste en su origen en la producción, a partir de un determinado tipo de producción, en la que cada artículo se fabrica para y de acuerdo con el tiempo de trabajo necesario para realizarlo.

El comunismo, tal como lo ve Marx, es un mundo sin dinero basado en el trabajo comunal: el problema es que el trabajo es mucho más que la gente que se reúne en un taller para fabricar objetos. La producción de estos objetos se rige por el tiempo medio de trabajo incorporado en ellos.

Esto implica cuantificar el tiempo promedio de trabajo necesario para producir tal o cual objeto: en otras palabras, implica medir lo que Marx llama, con razón, valor. El valor es el tiempo, y la producción se rige por el tiempo, es decir, por la productividad: los procedimientos de fabricación se organizan para obtener el mayor rendimiento posible por unidad de tiempo. El trabajo es una actividad basada en el conteo de tiempo, y el conteo implica acortamiento.

Sin embargo, Marx trata el valor de uso como un resultado natural de la actividad humana, y le gustaría tener valores de uso sin valor de cambio. Pero el valor de uso es una categoría analítica que al mismo tiempo se opone al valor de cambio y lo supone: es imposible eliminar uno sin eliminar el otro. Sigue leyendo

Materiales sobre el proceso en Barcelona [1936-37]

Compilamos y publicamos algunos documentos bastante fundamentales para la comprensión y el balance proletario, acerca de uno de los episodios más cruciales en la lucha de nuestra clase durante el siglo XX, en cuyo vórtice se manifestó con potencia la lucha entre revolución y contrarrevolución; y cuya culminación tuvo lugar con los hechos de mayo de 1937.

G. Munis – JALONES DE DERROTA PROMESA DE VICTORIA Crítica y teoría de la revolución española (1930 – 1939)

Paul Mattick – LAS BARRICADAS DEBEN SER RETIRADAS

BILAN nº 41 – PLOMO, METRALLA, CÁRCEL: ASÍ RESPONDE EL FRENTE POPULAR A LOS OBREROS DE BARCELONA QUE OSAN RESISTIR EL ATAQUE CAPITALISTA

Agustín Guillamón – BARRICADAS EN BARCELONA La CNT de la victoria de Julio de 1936 a la necesaria derrota de Mayo de 1937

Gilles Dauvé – CUANDO LAS INSURRECCIONES MUEREN

Revista comunismo #66 – REVOLUCIÓN Y CONTRARREVOLUCIÓN EN LA REGIÓN ESPAÑOLA – AÑOS TREINTA (primera parte)

[Audio- Charla] Biblioteca Alberto Ghiraldo – CICLO ESPAÑA / Contra el mito de la traición