Guerra de Clases 15/2023: La voz de la cólera se hace oír en Irán

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La voz de la cólera se hace oír en Irán

Una vez más, los ojos de los militantes comunistas de todo el mundo se han vuelto hacia Irán como campo de batalla de la gigantesca revuelta proletaria, una más en la serie de enfrentamientos de clase que han sacudido Irán y la región circundante durante la última década.

Teherán, 16 de septiembre de 2022 – Mahsa Amini muere tras ser detenida y brutalmente golpeada por la policía religiosa iraní, acusada de no llevar el pañuelo en la cabeza de acuerdo con la estúpida ley del islam. Una de las muchas ideologías impuestas por la clase dominante para cimentar en nosotros la falsa conciencia de la comunidad interclasista: la religión; en este caso, una de las variantes del cuento de hadas abrahámico sobre el hombre invisible que vive en el cielo. La consiguiente revuelta contra el sistema iraní de apartheid sexual y el aparato estatal empleado para aplicarlo, como expresión particular de la violencia estatal, desencadenó el vasto movimiento proletario que se extendió por todo el país, atacando en todos los frentes los fundamentos ideológicos, sociales y económicos de la sociedad burguesa en el territorio de Irán. Algunas de las tareas que este movimiento ha asumido, aunque de forma insuficiente e incompleta, como identificar y atacar los puntos estratégicos de la infraestructura estatal, desarmar a las fuerzas represivas y armarse, etc., forman parte de las tareas que el proletariado deberá asumir en la fase insurreccional de la revolución comunista mundial.

Si el asesinato de Mahsa fue la chispa del movimiento y la revuelta de las mujeres proletarias contra el velo el aliento que avivó las llamas, su combustible fue la expresión brutal de la dominación del Capital sobre el territorio de Irán – explotación, miseria, alienación, guerra… y la historia de la lucha de nuestra clase contra ello. Una lucha difícil y violenta con victorias y derrotas. Con la experiencia de camaradería cuando nos enfrentamos a la IRGC (el famoso “Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica” o Pasdaran) y a la milicia Basij en mortales batallas callejeras, cuando fuimos a la huelga y paralizamos por un momento la inhumana máquina de explotación capitalista, cuando discutimos juntos, organizamos y planificamos las estrategias de la lucha. Con la alegría que trajo el momento de la victoria, al quemar una comisaría, un ayuntamiento o una mezquita, al hacer temblar de miedo a los funcionarios del régimen. Con el odio ardiente y la rabia hacia nuestros explotadores cuando nos someten a su horrible violencia – disparos, palizas, torturas, violaciones, encarcelamientos, acoso, vigilancia, lavado de cerebro, atomización…

Al menos desde 2017, la sociedad iraní se encuentra en un estado semipermanente de agitación con periodos continuos de protestas callejeras militantes, enfrentamientos con las fuerzas de represión, huelgas, ocupaciones de universidades y centros de trabajo, etc. – por diversos motivos económicos y políticos, como el precio de la gasolina y los alimentos, la falta de agua potable, el impago de salarios, la violencia estatal y la implicación de Irán en diversos conflictos regionales. Cada vez disminuyen temporalmente debido a una combinación de factores externos e internos. Por un lado, se debe al gran esfuerzo del Estado por reprimirlos mediante una brutalidad excepcional, restricciones a la información, ciclos de movilización de simpatizantes y promesas de reformas que supuestamente resolverán los problemas más escandalosos. Por otra parte, el declive periódico del movimiento se debe a las limitaciones del propio movimiento, que permanece en gran medida aislado de las luchas en otros lugares y preocupado por las condiciones concretas y miserables de la vida en Irán y, en el mejor de los casos, por el derrocamiento del actual régimen burgués, al que considera responsable. Sigue leyendo

Sobre las recientes manifestaciones en Irán

Irán: Desde las manifestaciones por el pan hasta las duras protestas tras la muerte de una joven de 22 años que fue detenida, golpeada y asesinada por la policía religiosa por no llevar el velo «según las normas

El 13 de septiembre, Mahsa Amini, una joven kurda de 22 años, que estaba de vacaciones en Teherán con su familia, fue detenida frente a una estación de metro por la policía religiosa (Gasht-e Ershad) por «llevar el velo de forma inapropiada». Trasladada a un centro de detención para recibir una «lección de reeducación», dos horas después fue trasladada de urgencia al hospital de Karsa (en Teherán) en estado de coma y murió el 16 de septiembre. Por supuesto, la policía niega haberla torturado, declarando que la chica murió de un «repentino ataque al corazón»; pero «las imágenes de la chica postrada en la cama, con los ojos hinchados y negros y con manchas de sangre en los oídos» no dejan lugar a dudas sobre la severa paliza que sufrió (1).

Esto desencadenó protestas en las principales ciudades iraníes, con más de 50 muertos y miles de detenciones, empezando por el Kurdistán: Saqez (la ciudad de la familia de Mahsa), Sanandaj (la capital de la región kurda), Baneh y Marivan. El sábado 17, ya durante el funeral en Saqez, comenzaron las protestas, con un grupo de mujeres kurdas que se quitaron el velo, y luego continuaron en Sanandaj, donde la policía antidisturbios intervino con gases lacrimógenos, cañones de agua y armas cargadas con balas de goma, causando más de treinta heridos. El domingo 18, las protestas se extendieron a la Universidad de Teherán y luego a Shiraz, Mashhad, Qazvin, Garmsar, Rasht, Bukan, Karaj, Divandareh, Isfahan. Y en señal de protesta, en varias ciudades del Kurdistán iraní y de Azerbaiyán occidental, también se cerraron muchos comercios.

Irán atraviesa un periodo de grandes dificultades económicas y, como siempre ocurre en estos casos, el gobierno aumenta el control social y, por tanto, la represión, que, dado el régimen confesional establecido por la llamada «revolución islámica» de 1978, adquiere -las más odiosas imposiciones religiosas.

Ya entre noviembre de 2019 y enero de 2020, estallaron manifestaciones en todas las ciudades importantes por el aumento del 50% al 200% de los precios de los combustibles y, por tanto, de los precios de los productos de primera necesidad; comenzaron como protestas pacíficas y rápidamente se convirtieron en disturbios contra el gobierno, que, tras bloquear el acceso a internet en todo el país, respondió disparando contra los manifestantes desde las azoteas de los edificios, desde helicópteros y a corta distancia con ametralladoras (2), causando, según la CNN y la NBC, 1.500 muertos. A pesar de la carnicería, las protestas no terminaron, ni mucho menos. Siempre según la CNN y la NBC, las violentas reacciones de los manifestantes se tradujeron en la destrucción de 731 sucursales de bancos gubernamentales, incluido el banco central de Irán, nueve centros religiosos islámicos y estatuas del líder supremo Alí Jamenei, así como el ataque a hasta 50 bases militares gubernamentales (3). Sigue leyendo

Por qué lucha el proletariado en Colombia

Por: Barbaria

En las últimas semanas, la clase trabajadora colombiana se ha enfrentado con firmeza a los nuevos ataques de la burguesía, concretados esta última vez en una reforma fiscal del gobierno que busca incrementar la extracción de plusvalía por nuevas vías. El proletariado colombiano viene sufriendo agresiones continuas por parte de la burguesía, que se expresan en un deterioro progresivo de las condiciones de vida, fuertes desigualdades sociales y el empleo contundente de la violencia (militar y paramilitar) contra la movilización obrera y campesina. Los acuerdos de paz con la guerrilla han representado simplemente un mecanismo de integración de sus aparatos políticos contrarrevolucionarios en las instituciones democráticas del capital, habiéndose extendido por todo el país los ajustes de cuentas contra los líderes de las protestas populares, mientras la burguesía terrateniente relanza su ofensiva contra el proletariado rural. Las circunstancias generadas por la nueva pandemia del capital, el covid-19, han agravado todavía más la situación, en términos de desempleo, miseria y mayores impuestos. En realidad, esta reforma fiscal ha sido la gota que ha colmado el vaso para que se produjese un estallido social de enormes proporciones.

Pero nos equivocaríamos si intentásemos comprender este estallido social en términos exclusivamente nacionales. Todo lo contrario. La respuesta de la clase trabajadora colombiana a los planes de hambre y miseria de su burguesía es parte de la recomposición del proletariado mundial (y latinoamericano), en su lucha por sobrevivir a un capitalismo que ha agotado sus posibilidades de desarrollo orgánico. La radicalidad de las formas de lucha en las calles de las principales ciudades colombianas son una respuesta desde abajo a un capital mundial que es incapaz de articular el valor como relación social, que huye hacia adelante bajo expresiones cada vez más ficticias, extrayendo plusvalía a través de todo tipo de mecanismos imaginables y mediante el uso de la fuerza y la violencia de manera creciente.

A nivel mundial, estamos observando cómo el proletariado viene enfrentándose al capital desde los comienzos de la crisis de 2008. Al principio, como ocurrió con las revoluciones árabes de 2011 o el 15-M en España, con muchas ilusiones democráticas y ciudadanistas, de regeneración del sistema. En estas movilizaciones sociales, la clase media y sus guerras culturales posmodernas jugaban un rol hegemónico. Pero, con el paso del tiempo, la clase trabajadora ha radicalizado sus luchas, enfrentando más directamente las condiciones materiales que imponen los planes de explotación del capital. En 2019, los estallidos sociales en Chile, que tuvo como detonante la subida de los precios del transporte urbano, y en Ecuador, que también fue desencadenado por un agresivo ajuste fiscal, representaron un cambio de escenario en la lucha de clases en el subcontinente latinoamericano. Abrieron una fase de mayor radicalización en las luchas obreras, produciéndose un enfrentamiento más directo con el capital y sus gobiernos. Lo que está sucediendo en Colombia en las últimas semanas no puede entenderse sin aludir a este marco más global de mayor radicalización social.

Como sucedió anteriormente en Chile y en Ecuador, el proletariado colombiano ha dado muestras de enorme valentía y radicalidad en las calles, enfrentándose incluso a grupos paramilitares que han disparado fuego real, sin contemplaciones, a los manifestantes. En Cali, epicentro de las protestas, las comunas (los barrios) de la periferia de la ciudad se han organizado colectivamente no solamente para enfrentar la violencia de los cuerpos represivos. Además, han tenido que organizar el aprovisionamiento de víveres, la protección frente a los agentes infiltrados, el transporte colectivo, el cuidado de los heridos, etc., ya que el gobierno ha intentado rendirlos por hambre y cancelación de los servicios básicos. La respuesta de estas comunas, como Puerto Resistencia, es una muestra de la capacidad de nuestra clase para construir relaciones sociales al margen de las impuestas por el capital y sus Estados, donde a la par que se reorganizan las condiciones materiales de vida, se produce una revolución en los valores y en las relaciones humanas. El mundo deja de estar invertido, como sucede en el capitalismo, y las necesidades sociales pasan a ser prioritarias respecto a cualquier otro criterio (como la acumulación de capital sin límites) en las decisiones que las comunas toman en los usos de los recursos disponibles y en los esfuerzos que se dedican a lograrlos. Todo se da la vuelta, deja de estar al revés. Así, por ejemplo, una activista de las luchas medioambientales, que hasta entonces necesitaba escolta ante las múltiples amenazas y asesinatos cometidos por los paramilitares, ahora camina libre, sin miedo, entre sus vecinos. La movilización proletaria le ha devuelto su seguridad, ha frenado la violencia del capital en aquellos espacios donde nuestra clase ha impuesto su lógica de vida (frente la lógica de muerte del capital).

Son atisbos de una sociedad nueva, son destellos de comunismo, son los balbuceos, los comienzos, de la constitución revolucionaria de una clase que se resiste a sucumbir junto a un capitalismo moribundo. El comunismo no surgirá de la cabeza de ningún genio, ni de las directrices exógenas de ninguna vanguardia esclarecida. Es un movimiento histórico que emana de las entrañas de la sociedad, que surge en el fragor de las luchas del proletariado por garantizar sus condiciones de existencia, cuando el capital, en su intento desesperado por seguir incrementando sus beneficios, no le deja otra opción a nuestra clase que organizarse socialmente de una manera alternativa para garantizar sus condiciones de vida. Ciertamente, es todavía insuficiente lo que estamos viendo en las comunas de Cali o de Medellín, o en los barrios de Santiago en Chile, estas nuevas relaciones sociales solamente pueden imponerse a la lógica del capital a nivel mundial. Pero, sin duda, muestran el camino a seguir, son experiencias donde nuestra clase va aprendiendo a combatir al capitalismo en un plano real, material, no conformándose con las ilusiones culturales, democráticas, que le susurra la izquierda posmoderna.

Pero, como decimos, estamos en el comienzo de un proceso que es enormemente complejo, cargado de peligros. La propia izquierda colombiana, tanto a nivel político como sindical, está intentando desviar las luchas al terreno electoral y al de la negociación con el gobierno, enredando al proletariado en el laberinto tecnocrático de las reformas cosméticas de un capital que solamente puede ofrecer la catástrofe y una mayor explotación. Las falsas esperanzas de la socialdemocracia, expresadas en Colombia en la candidatura presidencial de Gustavo Petro o en la alcaldesa de Bogotá Claudia López, representan el mayor peligro para nuestra clase en su lucha por una vida mejor. La socialdemocracia, en su intento de gestionar la crisis del capital, en su burdo intento de conformar un capitalismo amable o inclusivo termina irremediablemente por convertirse en un títere más de la lógica del valor. Si el capital se encuentra en peligro por la movilización proletaria, sin ninguna duda estos personajes de la socialdemocracia colombiana no tendrán ningún remordimiento en actuar con la violencia y la misma contundencia con las que hoy actúa el presidente Iván Duque. En Colombia, como en el resto del mundo, el proletariado revolucionario buscará su vía independiente, como Karl Marx advirtió en el Manifesto comunista de 1848. El proletariado es la única clase social que dispone de las condiciones materiales para construir una sociedad por fuera de la lógica del valor. Es necesario combatir con todas las energías a la socialdemocracia, a las ilusiones democráticas que prometen una gestión benévola del capital, a las corrientes oportunistas que pretenden colocar a nuestra clase en la disyuntiva de elegir (con especial empeño en el terreno electoral) entre las formas más progresistas y más reaccionarias del capital. Es una falsa elección. Del capital en sus diferentes formas solamente podemos esperar miseria y desolación. Los trabajadores y las trabajadoras de las comunas colombianas nos indican un camino alternativo, real: el de la autodeterminación proletaria mediante la lucha de clases.

[Chile] 18 DE OCTUBRE: NUESTRA MEMORIA PROLETARIA ES UN ARMA CARGADA DE FUTURO

Un año ha pasado desde la irrupción de la revuelta, un año que ha cambiado por completo nuestras vidas. El 18 de octubre abrió un nuevo ciclo de la lucha de clases en la región chilena, en el que convergen la crisis interna y estructural del capitalismo y la debacle ecológica que amenaza con convertir el planeta en un desierto. Pero esto no solo ocurre en Chile, las rebeliones son un fenómeno contemporáneo en varios puntos del globo.

La gestión empresarial de la pandemia por parte del Estado terrorista frenó parcialmente la revuelta con el confinamiento y la militarización de la vida cotidiana. Pero no se puede confinar la historia: las causas profundas que motivaron el levantamiento y el malestar que padecemos a diario, siguen allí, pues su base material y espiritual es el capitalismo.

Un año de lucha, de hazañas que parecían imposibles; un año de solidaridad, de compañerismo entre personas hasta ahora anónimas las unas para las otras; un año de muertes a bala o en los hospitales públicos; un año de mutilaciones y represión. Un orden que hace posible tales atrocidades, que requiere de tales crímenes para su perpetuación, merece ser destruido.

¡Un año desde que incendiamos nuestras penas, nuestras rabias y nuestra depresión en las llamas de las empresas y las mercancías ardiendo! Este domingo, 40.000 policías y un número indeterminado de militares nos esperan, quieren intimidarnos de la mano con l@s bastard@s de cuello y corbata que nos llaman a manifestarnos desde nuestras casas y con una cacerola. Pero much@s no se dejan engañar: volver a la normalidad será nuestra derrota. La movilización permanente y el fortalecimiento, expansión y coordinación de nuestros espacios de encuentro, resistencia y lucha pueden permitirnos ir más allá del camino institucional que nos han impuesto. El solo hecho de presentarnos este domingo a nuestra cita con la historia constituye una victoria.

Este 18 de octubre desbordaremos su Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución subvirtiendo nuevamente la normalidad criminal del capital. ¡Lo queremos todo y para tod@s! ¡Libertad a tod@s l@s pres@s polític@s de la región chilena y el Wallmapu! Ni pactos, ni plebiscitos con nuestr@s asesin@s y explotador@s: ¡Revolución social o barbarie!

¡VAMOS HACIA LA VIDA!

Proletarixs en revuelta

[Folleto] Un largo octubre (Círculo de Comunistas Esotéricos)

Difundimos la publicación de lxs compañerxs del Círculo de Comunistas Esotéricos-CCE, «Un largo: notas y apuntes sobre lo que abre y cierra octubre de 2019 en Chile».

«Teniendo esta posición en cuenta, es que presentamos esta interpretación política sobre la revuelta que se inicia el 18 de octubre de 2019 en Santiago de Chile y que se prolonga por todo el territorio hasta el día de hoy bajo la forma de un estallido social, asunto que trataremos de manera profunda en los apartados que siguen. Consideramos que para poder explicarlo, en el sentido de entender cuáles han sido sus formas y contenidos, es necesario tomar una posición que supere la excepcionalidad mediante la cual se ha leído hasta el momento por todos los sectores políticos que se han visto involucrados en el proceso desde esos días salvajes que no volverán, pero que de manera latente aún están ahí. Nadie se baña dos veces en un mismo río, nos dijo alguna vez el viejo Heráclito»

Descarga PDF – Un largo octubre

comunistasesotericos.noblogs.org

Revuelta mundial contra la policía

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Sin lugar a dudas la revolución de nuestro tiempo contiene un “sentimiento” profundamente anti policial. La juventud proletaria en su más amplio espectro está marcada por un claro rechazo a las instituciones de “orden público”: policías y ejércitos, quienes personifican la barrera entre un mundo privado y a la venta, y nuestras vidas y necesidades.

Si ya en la primera infancia la figura del policía nos es inducida caricaturescamente bajo el esquema de policías y ladrones junto a la noción del castigo, con el desarrollo de la adolescencia y juventud en nuestra clase se presenta encarnada en el hostigamiento constante, una presencia casi metafísica del control del Estado: los pacos. La prepotencia y abuso de poder de estxs descerebradxs a sueldo, como contra cara de la “noble” figura del “carabinero” servicial y protector, desarrolla dentro de lxs proletarixs, cada vez más temprano, un cúmulo considerable de rabia y rechazo hacia esta representación estatal (quizás la primera y más ostensible expresión del Estado en nuestras vidas).

 Asimismo, la policía también se presenta como el primer enemigo de la movilización de lxs proletarixs: huelga, marcha o mitin, e incluso una olla común, funcionan como pretexto para que la violencia del Estado se deje caer rápidamente bajo la figura del control policial. En la historia, la policía y el ejército cuentan -con orgullo para ellos- con cientos de matanzas sobre la clase trabajadora desarmada alrededor del mundo. Para no ir tan lejos, podemos recordar lxs más de 30 muertxs en 6 meses desde el “estallido social” del 18 de octubre en este territorio.

No es de extrañar entonces que el principal objetivo de las incipientes revoluciones de nuestro tiempo sean las policías: en todo el mundo se odia a lxs pacxs. Sentimiento manifiesto en la proliferación de consignas anti policiales y en la reivindicación en contra de estas instituciones. No es de extrañar que los asesinatos que cometen sean gatilladores de revueltas; como en los últimos años ocurrió con las muertes de Alexandros Grigoropoulos en Grecia, Camilo Catrillanca el 2018 en la Araucanía, y hace solo unos días, las de George Floyd y Giovanni López en Estados Unidos y México.

Antagónicamente, la burguesía más recalcitrante defiende a estas instituciones con especial fervor. En la nostalgia de las viejas relaciones serviles, la policía y los ejércitos encarnan platónicamente toda la herencia de la ideología burguesa: los uniformes, el orden y la patria, la familia, el trabajo y la propiedad. En este romance aleonan y protegen a sus siervos sin tapujo alguno. Les ofrecen garantías y su total apoyo, pues saben que en ellos radica la verdadera frontera para la existencia de su riqueza. Obviamente, como todo en la ideología de la burguesía, toda la mistificación de este brazo armado del capital se cae a pedazos cuando miramos más de cerca. Toda la palabrería republicana y patriota se traduce en desfalcos millonarios, narcotráfico, robo y el más profundo odio hacia el proletariado, a quienes dicen defender.

Con la excusa del coronavirus, hemos visto toda esta violencia exacerbada y al control militar y policial de las calles mostrando impunemente su peor cara, mientras lxs proletarixs mueren en sus casas, en las calles o a la espera de atención médica. En medio de la crisis sanitaria y económica, la principal preocupación del Estado ha sido blindarse, desplegándose en los territorios e invirtiendo fondos públicos en seguridad -su seguridad-, tal y como lo viene haciendo en la Araucanía desde hace décadas y, por si fuera poco, desplegando una especial violencia los últimos meses[1], tal como se ha visto las últimas semanas en los cerros de Viña del Mar y Valparaíso.

La revolución de nuestro tiempo es profundamente anti policial porque conservan en su seno toda la violencia descarada que se nos ha impuesto por siglos, porque ha constatado en actos que toda esa violencia no se justificaba más que para enriquecer a unxs pocxs; ha reconocido que este mundo ha sido construido en nuestra contra y que en él no hay futuro alguno. La revolución actual es anti policial y anárquica y esto puede significar tanto su éxito como su fracaso; el rechazo intrínseco hacia las instituciones policiales puede convertirse en un límite para el movimiento cuando es incapaz de comprender que lo trascendental no son los guardianes del reino mercantil, sino la relación social misma de las mercancías. Efectivamente, la rabia anti policial, si fuera mundial y unísona, podría romper con la barrera que sostiene el sistema social de lxs ricxs, pero, si no se expresa en una estricta reorganización social de la vida en base a la comunidad, esta barrera se volverá a levantar fácilmente. Detrás de la violencia irracional de los cuerpos policiales está la irracionalidad de un mundo donde las cosas dominan a los seres humanos, y aisladxs todxs y cada unx solo podemos encontrarnos por medio de esas cosas, y aquí radica lo central de la cuestión: la superación de esta forma de relación social se desarrolla en un plano independiente del enfrentamiento con sus aparatos armados. Salir y devolver toda la mierda en la que nos han enterrado no es un acto de simple y necesaria venganza, sino una transformación total que reconcilia a la humanidad misma con el mundo entero.

¡Revolución mundial contra la policía y todos los Estados!

¡El capitalismo es solo más miseria y catástrofe!

¡Vivir sin capitalismo es posible!

Vamos Hacia la Vida

Nota

[1] Es en este contexto donde hemos visto la más descarnada violencia de lxs pacxs y donde más gráficamente se expresa su relación con la clase capitalista, en una verdadera guerra por la recuperación del territorio de sus patrones de la industria forestal. El pasado 4 de junio se cobró la vida del comunero mapuche Alejandro Treuquil, quien semanas antes había denunciado el constante hostigamiento policial hacia su comunidad.

La rabia «negra» ha sacudido los pilares podridos de la «civilización» burguesa y democrática.

Amadeo Bordiga

Il Programma Comunista, 10 de septiembre de 1965 (A propósito de la revuelta negra californiana de Watts)

Traducido por Barbaria

Una vez pasado el aguacero de la «revuelta negra» en California, antes de que el conformismo internacional enterrara el acontecimiento bajo el «abrazo» de un grueso manto de silencio; cuando la burguesía «ilustrada» todavía buscaba ansiosamente descubrir las «misteriosas» causas que habían obstaculizado el funcionamiento «regular y pacífico» del mecanismo democrático en ese país, algunos observadores de ambos lados del Atlántico se consolaron recordando que, después de todo, las explosiones de violencia colectiva por parte de «gente de color» no son nada nuevo en América y que, por ejemplo, una explosión tan grave tuvo lugar en Detroit en 1943, sin ningún tipo de seguimiento.

Pero algo profundamente nuevo ocurrió en este ardiente episodio de rabia, no de naturaleza vagamente popular sino proletaria, que fue seguido no con fría objetividad sino con pasión y esperanza. Y esto es lo que nos hace decir: la revuelta negra ha sido aplastada: ¡viva la revuelta negra!

La novedad – para la historia de las luchas por la emancipación de los asalariados y subasalariados negros, y no para la historia de las luchas de clase en general – es la casi perfecta coincidencia entre la pomposa y retórica promulgación presidencial de los derechos políticos y civiles, y el estallido de una furia subversiva anónima, colectiva e «incivil» por parte de los «beneficiarios» del gesto «magnánimo»; entre el enésimo intento de atraer al esclavo torturado con una zanahoria miserable que no cuesta nada, y el inmediato e instintivo rechazo del esclavo a dejarse vendar los ojos y a doblar de nuevo la espalda.

Rudamente, educados por nadie – ni por sus líderes que son más gandhianos que el mismo Gandhi; ni por el «comunismo» al estilo de la URSS que, como L’Unità (2) se apresuró a recordarnos, repele y condena la violencia – pero educados por la dura lección de los hechos de la vida social, los negros de California han gritado al mundo, sin tener la conciencia teórica de ello, sin necesidad de expresarlo en un lenguaje elaborado, pero proclamando en el calor del momento, la simple y terrible verdad de que la igualdad jurídica y política no es nada mientras persista la desigualdad económica; y que no es posible ponerle fin mediante leyes, decretos, sermones u homilías, sino sólo derribando por la fuerza los cimientos de una sociedad dividida en clases. Es este abrupto desgarro del velo de las ficciones legales y de las hipocresías democráticas lo que ha desconcertado y sólo podría desconcertar a la burguesía; es esto lo que ha entusiasmado a los marxistas; es esto lo que debe hacer pensar a los proletarios, dormidos en los falsos forros de las metrópolis de un capitalismo nacido históricamente bajo una piel blanca.

Cuando el Norteamericano, ya en el camino hacia el capitalismo pleno, lanzó una cruzada por la abolición de la esclavitud en el Sur, lo hizo no por razones humanitarias, ni por respeto a los principios eternos de 1789, sino porque era necesario desarraigar una economía patriarcal pre-capitalista y «liberar» su fuerza de trabajo para que se convirtiera en un recurso gigantesco para el monstruo capitalista codicioso. Ya antes de la Guerra Civil, el Norte alentó la huida de los esclavos de las plantaciones del Sur, demasiado atraído por una mano de obra que se habría ofrecido a bajo precio en el mercado laboral y que, además de esta ventaja directa, le habría permitido comprimir el salario de la mano de obra ya pagada, o al menos no dejar que aumentara. Durante y después de esta guerra el proceso se aceleró rápidamente y se generalizó. Sigue leyendo

HERIDAS INTERNACIONALES

En los últimos años de aguda crisis capitalista las protestas se multiplicaron alrededor del mundo. Esto trajo aparejado un marcado aumento de la violencia por parte de las fuerzas armadas de la burguesía, generando lesiones graves, discapacidades y muerte a los manifestantes. En un contexto de conflicto creciente, frente a una vida que se ve pauperizada cotidianamente, el armamento antidisturbios toma una importancia central para los Estados.

Se desarrollaron tecnologías represivas que, según sus propios estándares asesinos, se clasifican como “no letales”. No hay nada casual. Por dar un ejemplo, en Argentina hace relativamente poco comenzó a introducirse cada día más la recomendación de las pistolas táser, para reprimir en lugares públicos donde accionar un arma sería, según la lógica del Estado, un acto “irracional”.

A la hora de atacarnos la burguesía actúa como una fuerza internacional, al contrario de los nacionalismos, regionalismos y ¡hasta localismos! que muchas veces cargamos los proletarios en lucha. Comprender la dimensión internacional del conflicto nos ayuda a combatir las limitaciones que nos impiden accionar desde una perspectiva que no se restrinja al lugar donde vivimos.

Del mismo modo, hablamos de proletariado o burguesía porque nos parecen categorías precisas, mientras otros rebeldes prefieren hablar de pueblo y élite. No nos preocupan tanto las terminologías, pero sí nos importa comprender la dimensión de clase de este conflicto mundial, y del antagonismo que hay entre estos dos sujetos. Por motivos de este tipo es que insistimos en hablar de capitalismo y no simplemente de neoliberalismo.

Para mantener la aplastante normalidad del Capital, la burguesía recurre a palos y balas de distintos tipos, numerosos y diversos agentes químicos irritantes a los que solemos llamar sencillamente gases lacrimógenos, camiones hidrantes, granadas de aturdimiento, dispositivos acústicos de largo alcance y armas de energía dirigida. Y claro, sus mercenarios, sin los cuales todo este armamento no podría funcionar. Con acuerdos y desacuerdos en matices, los órganos internacionales del Capital mantienen un esmero incesante en términos represivos. Sigue leyendo

[Radio] Chile: 3 meses de revuelta

http://blog.temperamento-radio.com/content/images/size/w1000/2020/01/PlacaTemperamento42.jpg

TEMPERAMENTO Nº 42
Chile: 3 meses de revuelta
Grabado entre el 14 y el 17 de enero.

En este programa:
Entrevista a compas de la región chilena
– Primer Bloque
Novedades desde el 1º de enero
Rol del proletariado juvenil
Antecedentes de la revuelta

-Segundo Bloque
Cambios en la represión
Criticas a la Asamblea Constituyente
Comentamos la publicación «Ya no hay vuelta atrás»

-Tercer Bloque
Situación de las presas y presos por luchar

-Cuarto Bloque:
Críticas al movimiento

-Audio desde las protestas del 17 enero (Prensa Opal)

-Comentamos La Oveja Negra nº 67

Nos acompañan: Colectivo No – Tata Barahona – Babel Trip Hop
Músicos rebeldes: “Los pacos son bastardos…” – No hay drama – Jonas Sanchez

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La Oveja Negra #66 – EN TIEMPO DE REVUELTAS: CHILE Y ECUADOR

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NRO. ESPECIAL (32 páginas)

¡VAMOS HACIA LA VIDA!
Reemergencia global de la lucha
Una acción común contra el Capital

REVUELTA EN ECUADOR
Solidaridad
Represión y criminalización
Carta desde el pasado
Breve balance
Un mes después del Paro Nacional…

REVUELTA EN CHILE
«¡Evade!»
¿Guerra?
¿Vuelta a la normalidad?
Sobre las asambleas constituyentes
Notas provisionales…
Esto no termina…
Cuadros:
Primer detenido bajo la Ley de Seguridad Interior del Estado por las revueltas de octubre: Roberto Campos
Izquierda en Ecuador, derecha en Chile
Contra el patriotismo

Anexos:
• Haití: ¡Viv Revolisyon!
• Bolivia: Revuelta y Golpe de Estado

[Chile] Por nuestrxs hermanxs caídos ¡Cada gesto de revuelta será en sus nombres!

El Estado, su policía y ejército han mostrado su verdadera cara. Los orgullosos defensores “del pueblo” y su gloriosa maquinaria de guerra se despliegan sin pudor como lo que siempre han sido: sicópatas, terroristas, asesinos, violadores y torturadores; defensores autómatas de la propiedad de los ricos. Si a alguien le quedaba alguna duda sobre el rol que han cumplido históricamente estos asesinos a sueldo, hoy la evidencia de su actuar sobre lxs proletarixs nos obliga solo a tomar partido: o se está con un Estado y sistema social criminal, o se está con la humanidad y su emancipación.

¡Nosotrxs no queremos volver a vernos atropellados y humillados! ¡No queremos seguir perdiendo a nuestrxs hermanxs ni queremos nunca más paz con una tropa de asesinos! ¡No nos protegen ni necesitamos que lo hagan!

No queremos reformas ni shows politiqueros para que todo vuelva a ser igual. Queremos que toda la estructura que protege y sustenta la explotación capitalista se evidencie como la más simple brutalidad armada sostenida con una supuesta legalidad que solo rige para lxs pobres. Ninguna agenda social del Estado ni ninguna nueva constitución pondrá límites a una clase que nunca ha respetado ley alguna más que la de sus propias ganancias.

Por todxs nuestrxs hermanxs caídxs ¡Cada gesto de revuelta será siempre en sus nombres! ¡La emancipación de lxs trabajadorxs será obra de lxs trabajadorxs mismxs! ¡Fin al Estado policial!

¡Abajo la constitución! ¡Revolución social!

Anónimo – Chile, 30 de octubre de 2019

Texto sobre la actualidad de nuestra lucha

Afiche internacionalista como campaña de agitación y solidaridad con las luchas proletarias.

La invasión alienígena

Este último año vemos sucederse, una tras otra, revueltas en las cuatro puntas del mapa: revueltas que llevan a Macron a revisar los búnkeres del Elíseo, que hacen a Lenin Moreno mover la sede del gobierno a Guayaquil, que asaltan cuarteles y sedes de partidos burgueses en Irak mientras reavivan la memoria de la insurrección del 91, que tiran uno tras otro primeros ministros en Haití o colocan una bandera negra en el parlamento de Hong Kong. La burguesía mundial empieza a tener miedo.

Como dijo hace unos días Cecilia Morel, la «Primera Dama» del Estado chileno, al hablar de la revuelta social en curso: «Estamos absolutamente soprepasados, es como una invasión extranjera, alienígena, no sé, y no tenemos las herramientas para combatirlas […]. Lo que viene es muy, muy, muy grave».

En efecto, lo que se viene es un nuevo ciclo de lucha de clases que está ante nuestros ojos. Desde Irak al Líbano, desde Irán a Argelia, de Sudán a Francia, desde Haití a Ecuador, de Hong Kong a Chile. Luchas que nacen desde las necesidades inmediatas, humanas, de nuestra clase, y que desde ahí abren la perspectiva histórica, larga aún, de la revolución social, del comunismo. En Chile es por la subida del metro, en Argelia por la corrupción política, en Haití por el Petrocaribe y la subida de los precios de la gasolina, como ocurre también en el caso de Francia o Ecuador. En Hong Kong empezó contra la represión, en Irak por las condiciones vida y del agua, en el Líbano por la subida de los impuestos a internet. Pero esas necesidades inmediatas tienden a generalizarse e ir más allá del motivo que causó la chispa inicial. Como se puede intuir no incluimos Cataluña, y es que se trata de un proceso ubicado totalmente en el terreno de la liberación nacional, que nace de la defensa de la condena de unos políticos burgueses y que busca la creación de un Estado catalán independiente. La voluntad o lo que creen defender aquellos que luchan en estas algaradas cuenta poco en relación a lo que toda reivindicación nacional prepara: guerras y conflictos imperialistas. La prueba para determinar la naturaleza de un movimiento no es su carácter violento o no, que no quiere decir nada, sino aquello que niega y pone en cuestión: no se niega un Estado nación construyendo otro. El Kurdistán es otro buen ejemplo de esto.

Podemos sacar algunas primeras lecciones sobre esta polarización social en curso, a partir de las «Diez notas sobre la situación revolucionaria» que habíamos escrito hace unos meses.

1) Casi todo el mundo está polarizado. Estamos entrando en el inicio de un cambio de época catacterizado por el enfrentamiento entre las clases, poniendo fin al largo período de reflujo de la década de los noventa. En realidad, estamos viviendo el desarrollo cada vez más intenso y fuerte de procesos de ascenso social de nuestra clase, que van desde el 2001 en Argentina al 2006 en Oaxaca (pasando previamente por Ecuador o Bolivia), desde las revueltas por el hambre en el 2008 en medio mundo al 2011, el año en que nuestra clase generalizó sus luchas desde el mundo árabe a España, Reino Unido, Estados Unidos o la misma Grecia.

2) El capitalismo no da más de sí. Estamos entrando en un período de revolución social porque el capitalismo está agotado como relación social: genera cada vez más humanidad superflua, expulsa trabajo vivo de la producción social, consume con creciente voracidad energía y materias primas para intentar resolver con más mercancías lo que pierde al expulsar trabajo humano. Sus crisis son y serán cada vez más catastróficas.

3) Las oleadas de lucha que emergen a nivel mundial (2001, 2008, 2011, 2019) no podemos entenderlas como eventos en sí mismos, como fotografías aisladas unas de otras. Se trata de la misma película, en el tiempo y en el espacio, que tiene un protagonista común: el viejo topo de la revolución que reclama con fuerza sus necesidades e intereses.

4) Las rebeliones y revoluciones tienen un carácter físico, material: se lucha por las necesidades inmediatas. Lo importante es analizar los hechos materiales que mueven las prácticas. Lo que el movimiento dice es importante, pero ahora es más importante lo que el movimiento hace, siempre y cuando la lucha surja de las necesidades inmediatas de nuestra clase: algo muy diferente de las luchas nacionalistas o político-electorales que se mueven completamente en el terreno de la política burguesa. La revolución inicia de un proceso de ionización en el que las moléculas sociales tienden a disponerse en un sentido de combate, polarizado, independientemente de la conciencia que tengan inicialmente de los fines de la lucha. Es lo que estamos viendo estos meses en las diferentes revueltas en curso. Nada que ver con la ilustración burguesa

5) Este marasma social, este choque de placas tectónicas tiene una raíz común y por eso tiende a hacerse cada vez más sincrónico. Se contagian unas revueltas a otras, desde Ecuador a Chile, de Sudán a Argelia, de Irán a Irak o el Líbano. La raíz común son las necesidades humanas que el capital ataca a partir de sus necesidades de reproducción.

6) Y, sin embargo, hay que entender que la apertura de una nueva época caracterizada por el enfrentamiento entre las clases no quiere decir que se abra un período insurreccional. Estamos aún muy lejos de esto, ya que un período insurreccional requeriría una determinación consciente, un programa, una voluntad reconocida por parte de nuestra clase: en definitiva, una inversión de la praxis que necesita de un nivel superior de organización, que necesita de partido, como explicaremos a continuación. Y aún con todo, es seguro que el choque de placas tectónicas al que estamos asistiendo será cada vez más intenso y constante, extenso y concentrado, a pesar de los reflujos que conocerá en los próximos años.

7) ¿Qué tareas nos podemos dar los revolucionarios? Estamos en el inicio de un nuevo período histórico en el que es muy importante que los procesos aprendan por sí mismos. Nuestro partido, como fuerza social que lucha por el comunismo, vive y se forma ya en el suelo de estas revueltas. Las minorías revolucionarias somos parte del proletariado y de estas luchas, no somos un partido a parte, sino aquellos que, como decía Marx, tratan de impulsar y llevar más lejos las determinaciones del movimiento, al mismo tiempo que tratan de clarificar teóricamente su práctica en torno a los objetivos generales de la clase. Como hemos dicho, que se inicie una nueva fase de la lucha de clases, un largo período de revolución social marcado por la crisis terminal del capitalismo, no quiere decir que el comunismo esté a la vuelta de la esquina. Estamos muy lejos de una situación revolucionaria: para ello es fundamental la capacidad del proletariado de constituirse en clase, en partido; es esencial la convergencia entre los procesos materiales de la lucha de clases y el programa histórico comunista que nace de esas mismas luchas. Por eso, las cuestiones de clarificación teórica y programática son hoy tan importantes. Nuestra lucha no está solo en las barricadas del presente, sino en las lecciones que se pueden extraer de las barricadas del pasado.

El camino es aún largo y, sin embargo, no puede haber vuelta atrás. Tenemos que vivir la pasión de la lucha pero también la lucha por la claridad teórica y programática.

Muchas veces, cuando debatimos en espacios «radicales» y aludimos a la necesidad de la revolución nos sentimos como alienígenas que hubieran desembarcado desde Marte. ¡Cómo! ¿La revolución? ¿Mundial? Vade retro: eso es totalitario, reaccionario. ¿Qué queréis? Pues no se trata ni de un deseo piadoso ni de un hecho de voluntad. Las revueltas y revoluciones serán un dato presente de nuestro tiempo histórico, cada vez más sincrónicas. No se trata de desear que se produzcan, puesto que lo hacen espontáneamente: se trata de dirigirlas en la perspectiva de la abolición de las clases, del Estado y de mercancía.

Por eso dedicamos estas notas a todos aquellos que habían arrojado la revolución al basurero de la historia, a todos aquellos que reducían al proletariado a masa manipulada y manipulable a voluntad, que sometían las necesidades inmediatas del proletariado, de la humanidad, a juegos de los movimientos del capital. No olvidemos jamás la fuerza y la potencia de nuestra clase.

Grupo Barbaria – Octubre del 2019

[Chile] LA REVUELTA SE EXTIENDE PESE A LA BRUTAL REPRESIÓN ESTATAL: ESTE LUNES 21 DE OCTUBRE VAMOS A LA HUELGA GENERAL POR TODO


Domingo 20 de octubre por la noche

Hace una semana, cuando el pasaje del Metro de Santiago alcanzó el estratosférico precio de $830 el incontrolado proletariado juvenil estudiantil –que tiene la virtud de negar en la práctica este mundo, negándose a cualquier tipo de diálogo con el poder- lanzó una ofensiva llamando a la “evasión masiva” autoorganizando un gran movimiento de desobediencia que contó desde el comienzo con una enorme simpatía por parte de nuestra clase, ya que este medio de locomoción colectiva es utilizado por al menos 3.000.000 de personas diariamente. El Estado respondió lanzando a cientos de policías de fuerzas especiales a resguardar las estaciones provocando duros enfrentamientos en el sistema de trenes subterráneos, que dejaron cientos de herid@s y detenid@s. El día viernes 18 de octubre se produjo la ruptura: en medio de una nueva jornada de protesta contra el alza de los pasajes, se comenzaron a cerrar totalmente desde las 15:00 horas, una a una, las líneas del Metro de Santiago lo que provocó un colapso nunca antes visto en el transporte urbano metropolitano. Ese día se encendió la chispa y la clase proletaria demostró su poder, cuando miles de personas se arrojaron a las calles desbordando a las fuerzas represivas y protagonizaron grandes disturbios en el centro de la ciudad que superaron cualquier previsión. El edificio corporativo de ENEL (empresa de electricidad que opera en Chile) ardió en llamas y varias estaciones de Metro corrieron la misma suerte. El Estado-Capital mostró su verdadera cara frente a la población, decretando el “estado de emergencia”, lo que implicó que los milicos por primera vez salieran a la calle desde el fin de la Dictadura producto de un conflicto social. Desde esa noche ya nada volverá a ser igual.

El día sábado desde el mediodía una convocatoria en Plaza Italia derivó rápidamente a una revuelta generalizada con tintes insurreccionales que llegó a todos los rincones de la ciudad, a pesar de la fuerte presencia militar en las calles. Y literalmente, el levantamiento se propagó por todas las ciudades de la región chilena. Así se multiplicaron como una mancha de aceite los cacerolazos, barricadas, ataques a edificios fiscales, sabotajes a infraestructuras estratégicas para la circulación del capital (plazas de peajes y tags en las autopistas, 80 estaciones de Metro parcialmente destruidas y 11 totalmente reducidas a cenizas, decenas de buses quemados, etc.), 130 sucursales bancarias dañadas, 250 cajeros automáticos destruidos, algunos asedios a comisarías y a un cuartel militar en Iquique, y lo que más ha irritado a la clase dominante: los saqueos a cadenas de supermercados y a grandes centros comerciales.

Frente a este panorama, que para nosotr@s es una fiesta, en donde el proletariado se está autoorganizando y enfrentando a su condición de extrema precariedad, se ha ampliado el “estado de emergencia” a aproximadamente una decena de ciudades que se han sumado a la lucha, en las que también se ha impuesto un implacable “toque de queda” controlado a punta de fusiles por la chusma militar y policíaca que cuenta actualmente con 10.500 efectivos que tienen carta blanca para disparar a matar.

Los saqueos y la satisfacción inmediata de las necesidades humanas

La sacrosanta propiedad privada fue cuestionada de manera radical por decenas de miles de proletari@s quienes se abastecieron de todo lo que pudieron en la mayoría de los supermercados y grandes multitiendas que han sido desvalijados totalmente, y en muchos casos incendiados, ante una aterrorizada burguesía que continuamente llama por medio de sus representantes a aplastar sin contemplación a lo que ellos denominan “un pequeño grupo de violentistas y vándalos”. Sin embargo, la realidad dista mucho de aquello, ya que, aunque lo nieguen continuamente, esto no se trata de una acción de minorías, sino de un fenómeno masivo que se ha expresado con una fuerza irrefrenable.

Quienes hemos sido despojad@s de todo y sobrevivimos como podemos, endeudad@s, sin poder llegar a fin de mes, en la práctica hemos afirmado que no tenemos por qué pagar para acceder a aquello que necesitamos para satisfacer nuestras necesidades. La reproducción de la supervivencia cotidiana mercantilizada en este modo de vida que nos imponen, está supeditada en todo momento a la acumulación de capital de la burguesía, a costa del trabajo asalariado y de la vida de miseria que debemos soportar día a día. Nosotr@s no hemos hecho nada más que expropiar lo que nos pertenece y nos ha robado toda la vida, y eso ell@s no lo pueden soportar. En definitiva, la revuelta generalizada significa reivindicarnos como seres humanos y negarnos como mercancías.

La prensa: voceros del capital y defensores de la mercancía

La prensa ha jugado un rol fundamental en la defensa del “sentido común” y encauzamiento de lo que se denomina “opinión pública”, es decir, la lógica dominante del sistema capitalista, en donde importan más las cosas materiales, la producción de mercancías, que las vidas humanas, haciendo hincapié una y otra vez, en la defensa del “orden público”, “los derechos de las personas”, la propiedad privada y la “paz social”, para justificar la masacre que están promoviendo el empresariado y los sectores más reaccionarios de la sociedad. A través de la tergiversación y/o el ocultamiento de la información, la propagación de mentiras y montajes, la criminalización de la subversión social, toda la prensa se ha hecho colaboradora del terrorismo de Estado: por todo esto deberán asumir las consecuencias. Algunos ejemplos de lo que afirmamos son los siguientes:

-Ocultar la cifra y los casos de asesinatos por parte de las fuerzas represiva, y no informar respecto a las reiteradas denuncias de “uso desmedido de la fuerza en detenciones, vejaciones a niñ@s, malos tratos, golpes en rostros y muslos, torturas, desnudamientos a mujeres y hombres y vejaciones sexuales”, tal como lo señala el Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH).

-Difundir que se han producido saqueos a “ferias libres” en algunas comunas como La Pintana, Puente Alto, entre otras, lo que es totalmente falso. Poblador@s han denunciado por redes sociales y medios de difusión alternativos que se trata de policías infiltrados que han intentado promover una lucha intestina en el seno de nuestra clase.

-Promover el temor en la población enfatizando que los saqueos también afectarán a viviendas particulares y pequeños negocios, cuando esto solo se trata de hechos totalmente aislados, y que nuestra clase debe rechazar categóricamente.

-Diferenciar entre “ciudadanos” y “delincuentes”, entre manifestantes “pacíficos” y “violentos”, apostando a la división y el aislamiento de los elementos más radicalizados que forman parte del movimiento y que están intentando brindar una orientación anticapitalista al desarrollo de la revuelta.

-Guardar un silencio cómplice en torno a los cortes de abastecimiento de agua que afectan directamente a varias comunas del sector sur de Santiago, que “sospechosamente” coinciden con los lugares en donde se ha desarrollado más frontalmente la combatividad contra el Estado/Capital, sus instituciones y donde se desprecia más rotundamente a la autoridad.

El gobierno reconoce 8 muert@s, pero sabemos que son muchos más

Mientras el presidente Sebastián Piñera afirma que “estamos en guerra contra un enemigo poderoso que no respeta a nada y a nadie”, el despreciable Andrés Chadwick, Ministro del Interior, en una escueta declaración hecha por televisión, afirmó que 7 personas habían “fallecido” –y no asesinados a manos del Estado-, sin señalar ningún detalle más. Nosotr@s que hemos estado presentes en la lucha y nos coordinamos con camaradas en distintos puntos del país sabemos que l@s muert@s son much@s más. Por redes sociales y medios de contrainformación han circulado videos y fotografías, que están siendo eliminados de internet sistemáticamente, de personas asesinadas por milicos y pacos en diversos lugares en donde se está combatiendo. Al menos nuestro recuento –aún sin poder confirmar debido a la deliberada campaña de ocultamiento y desinformación del Estado/Capital- llega a 16 personas: 1 persona en Quinta Normal, 2 en San Bernardo, 5 en Renca y 2 en la comuna de La Pintana, fallecidas producto de incendios en medio de los saqueos, 1 persona asesinada en Lampa producto de un atropello deliberado de la policía, 1 por disparos de los militares en Colina, 3 en la ciudad de La Serena y 1 en la comuna de Pedro Aguirre Cerda muerto producto de la represión policial. Este saldo parcial sabemos que puede ser aún mayor, ya que mientras escribimos rápidamente este texto, continúan fuertes enfrentamientos bajo el toque de queda con los milicos, pacos y PDI en múltiples focos de la región chilena.

La huelga general de este lunes 21 de octubre y algunas perspectivas

Mañana, lunes 21 de octubre, un conglomerado diverso de organizaciones de masas han llamado a una huelga general, la primera que puede ser altamente efectiva, afectando la productividad de manera directa, debido al colapso del sistema de transporte, al menos en la ciudad de Santiago. El Estado está haciendo todo lo posible para que la “gente vaya a trabajar”: han habilitado parcialmente la línea 1 del Metro, están intentando reforzar el servicio de buses, y han llamado a la población a ser “solidaria” para que ayude a sus vecin@s a llegar a sus puestos de trabajo. A la clase capitalista solo les interesa que produzcamos para ell@s, solo les servimos para producir y hacer circular sus mercancías y acrecentar su acumulación de capital. Por esta razón, hacemos un llamado a no asistir al trabajo y a participar activamente de la huelga, tal y como lo hace el Sindicato de Trabajador@s de Metro debido a la “represión policial y militar”. Además, creemos pertinente agitar las siguientes perspectivas:

-No caer en la dinámica de ponernos en contra de nosotr@s mism@s por comida, agua y la satisfacción de nuestras necesidades: ese es el juego del Estado, dividir para vencer. Para resolver nuestros problemas tenemos que organizarnos comunitariamente, no hay otra salida.

-Evitar que los partidos y la socialdemocracia se levanten como “representantes”, se apropien de la lucha y se sienten a dialogar con el Estado para apagar el fuego de la revuelta, intentando decantar la resolución del conflicto en cosméticas y superficiales reformas que no apuntan a erradicar la raíz de nuestros problemas que nos aquejan como clase.

-Ocupar los centros educacionales para hacer de ellos lugares de resistencia, debate, reunión y autoorganización, acopio de alimentos y medicinas, y espacios para atender a nuestr@s herid@s.

-Organizar asambleas de base en los territorios en donde se está desarrollando la lucha para resolver colectivamente orientaciones de la revuelta en curso.

-Exigir la libertad de los cerca de 1700 detenid@s que están siendo procesad@s por su participación en la revuelta.

¡A LA HUELGA GENERAL POR TODO!
¡VAMOS HACIA LA VIDA!

Algun@s proletari@s comunistas/anárquicos que participan de la revuelta

[Ecuador] breve balance y perspectiva de las jornadas de lucha proletaria en octubre del 2019, al calor de los últimos hechos y debates al respecto

«El proletariado es arrojado a la lucha de clases por su propia naturaleza de clase asalariada y explotada, sin necesidad que nadie le enseñe nada; lucha porque necesita sobrevivir. Cuando el proletariado se constituye en clase revolucionaria consciente, enfrentada al partido del capital, necesita asimilar las experiencias de la lucha de clases, apoyarse en las conquistas históricas, tanto teóricas como prácticas, y superar los inevitables errores, corregir críticamente los fallos cometidos, reforzar sus posiciones políticas por medio de la toma de conciencia de sus insuficiencias o lagunas y completar su programa; en fin, resolver los problemas no resueltos en su momento: aprender las lecciones que nos da la propia historia. Y ese aprendizaje sólo puede hacerse en la práctica de la lucha de clases de los distintos grupos de afinidad revolucionarios y de las diversas organizaciones del proletariado.» Agustín Guillamón. Proletariado y clases sociales, hoy (2013)

A pesar de las debilidades, contradicciones, lastres ideológicos y errores prácticos que estuvieron presentes en el movimiento social real que protagonizó las recientes jornadas de octubre de este año en Ecuador, a saber: falta de radicalidad y autonomía frente al Estado Capitalista, aceptar el diálogo y la negociación con el gobierno, pedir la intermediación de la ONU, división entre algunas dirigencias y algunas bases del movimiento indígena, pacifismo de algunos sectores de este movimiento, deponer las medidas de hecho, pensar en nuevas elecciones de gobierno, ausencia de algunos sectores de trabajadores, presencia de algunos políticos oportunistas que quisieron pescar a río revuelto, discursos y símbolos nacionalistas y populistas, falta de claridad, organización y ofensiva; a pesar de esto, en los hechos lo que ocurrió en Ecuador durante los 11 días de Paro Nacional fue una verdadera revuelta proletaria con tintes insurreccionales que logró desafiar y hacer retroceder un paso al Estado burgués que controla este territorio. Se hizo lo que se pudo hacer, lo que las fuerzas realmente existentes permitieron hacer, ni más ni menos; concretamente, obligar a derogar parcialmente las últimas medidas de austeridad capitalista o el «paquetazo» impuesto por el gobierno de Moreno (el decreto ejecutivo 883), desde las calles ganadas mediante la lucha día tras día y noche tras noche. Pero, como dijo Marx, un paso adelante del movimiento real vale más que una docena de programas.

Esta victoria parcial del 13 de octubre (con cierto sabor a derrota por nuestros muertos y por la permanencia del actual gobierno de ladrones y asesinos y sus nefastas reformas laborales), fue el resultado de todas las acciones directas de masas realizadas desde el 3 de octubre: se tomaron instituciones gubernamentales, pozos petroleros, carreteras, hicieron marchas y cacerolazos, piquetes y barricadas, saquearon algunos comercios, quemaron regimientos policiales y tanques de guerra, capturaron y retuvieron policías y militares, le hicieron huir al presidente a Guayaquil, instauraron la Comuna de Quito como epicentro del Paro Nacional… Con tales acciones, en 11 días hicieron lo que no hicieron en 11 años. 11 días de ruptura parcial, temporal y precaria pero real de la normalidad capitalista, sobre todo al interior de las protestas mismas: ruptura del trabajo asalariado y la circulación de mercancías (por algo fue un paro), de la propiedad privada y el dinero, sustituyéndolas por la solidaridad y la gratuidad (en los centros de acopio y las ollas comunitarias); a lo cual le acompañó a toda hora la discusión y toma colectiva de decisiones en las asambleas, y la valiente autodefensa desde las barricadas contra la brutal represión de los perros guardianes uniformados de los ricos y poderosos. En pocas palabras, en esos 11 días de Paro Nacional lxs explotadxs y oprimidxs en lucha de este país crearon y vivieron embriones de comunismo y anarquía; embriones espontáneos, caóticos, contradictorios, localizados, de corta duración, pero reales. Todo esto no fue poca cosa, fue un acontecimiento histórico con eco mundial, considerando que las masas proletarias del campo y la ciudad de esta «mitad del mundo» estuvieron dormidas o inactivas durante tantos años, y ya no lo están más. Estallaron cual volcán y siguen calientes. Y lxs anticapitalistas autónomxs que participamos como una parte más de ellas, también.

Los muertos y heridos en combate por parte del terrorismo de Estado tampoco son poca cosa. No fueron «muertes accidentales», fueron crímenes de Estado. ¡Ni perdón ni olvido! Por eso, negarlos o hacerlos de menos es una falta de respeto y hasta una muestra de cinismo para con ellos, sus seres queridos y sus compañeros. Una actitud pésima y rechazable, no sólo de algunos derechistas sino incluso de algunos izquierdistas locales. Muy por el contrario, lo mínimo que hay que hacer en estos momentos de «post-guerra» de clases (porque lo que hubo aquí fue una guerra de clases que aún no termina) es: solidarizarse con los compañeros detenidos y con las familias de los compañeros caídos; denunciar y oponerse activamente al terrorismo de Estado/gobierno asesino, que en estos momentos está haciendo represión selectiva a modo de venganza contra miembros de organizaciones sociales que participaron del paro, por lo cual toca cuidarnos; estar alertas e impedir nuevas medidas de austeridad maquilladas y «focalizadas» (nuevo decreto ejecutivo); estar atentxs también al inicio de las privatizaciones para oponerse a las mismas, y a las movilizaciones anunciadas para fines de este mes contra las reformas laborales flexiblizadoras/precarizadoras aún vigentes; y, mantener la movilización y organización social que se dio espontáneamente para poder «acumularla», radicalizarla y generalizarla a mediano y largo plazos con una perspectiva autónoma y revolucionaria. En ese sentido, esto acaba de empezar. La lucha sigue. Hasta el fin. Porque no se trata de sobrevivir menos mal, sino de vivir de verdad. Y no se trata de cambiar de amo, sino de dejar de tenerlo.

Es la insatisfacción de necesidades concretas del día a día, y no una u otra ideología, lo que lleva a la clase trabajadora a enfrentarse a la clase patronal y su Estado. En el seno de esta lucha, surgen y se desarrollan minorías conscientes, organizadas y activas que se esfuerzan por mantener viva la memoria, las lecciones y la llama rojinegra de la revolución proletaria. Pero una cosa es ser revolucionario y «ensuciarse las manos» en la lucha de clases real y contradictoria, estar ahí «donde las papas queman», viviendo la solidaridad y la combatividad de nuestra clase proletaria en carne propia, aportando y aprendiendo lo más que se pueda (tanto en las barricadas como en los centros de acopio y las asambleas), siempre con autonomía y criticidad, al mismo tiempo que con humildad y sin prejuicios ideológicos ni huevadas personales o grupusculares; y otra cosa es decir ser revolucionario desde la comodidad de la cama, la pantalla, el escritorio o la vereda, además desde una ideología eurocentrista/racista, obrerista, pacifista y purista que dice ser «comunista» e «internacionalista». O desde una ideología «marxista-leninista-maoísta» a «la vanguardia». O desde una ideología «anarquista» nihilista o valeverguista. Da igual. La revolución social no es un hecho ideológico sino un hecho real o material y, por lo tanto, impuro y contradictorio, que hay que saber asumirlo como tal mientras se está luchando codo a codo junto a las masas y otras minorías, porque así toca hacerlo contra el enemigo de clase común cuando estalla la guerra social como aquí estalló.

Obviamente aquí y en todas partes falta mucho para la revolución comunista anárquica mundial propiamente dicha, aún no existen las condiciones y las fuerzas para ello, pero por algo se empieza después de tanto letargo histórico. La emergente y actual lucha proletaria en Ecuador (las masas indígenas son parte de las masas proletarias del campo, no «un sector no explotador», además que también salimos a luchar las masas proletarias de la ciudad) es parte de toda una oleada internacional de luchas proletarias (Haití, Hong Kong, Francia, Argelia, Irak, etc.) que hoy por hoy está cerrando un ciclo histórico de contrarrevolución (con medidas de austeridad y represión estatal a la orden del día en todas partes) y abriendo un nuevo ciclo de ascenso e intensificación de la lucha de clases, en medio de la actual crisis capitalista mundial.

El papel de las minorías revolucionarias en todo esto, como siempre, es contribuir a desarrollar la autonomía y la ruptura proletaria en todo sentido, es decir contribuir a que lxs explotados y oprimidxs podamos liberarnos por completo y de raíz del Capital y del Estado con cabeza y mano propias; y, a que nos reapropiemos del programa invariante de la revolución social, forjado al calor de la lucha histórica del proletariado mundial, para hacerlo realidad de una vez por todas: abolición y superación de la propiedad privada, el trabajo asalariado (en todas sus formas), el valor, el dinero, las clases, el Estado, el mercado, las patrias, las razas, los géneros y toda otra forma de separación y opresión entre los seres humanos y sobre la naturaleza, para así poder vivir en comunidad y libertad reales.

Pero eso sólo es posible participando en las luchas sociales reales, metiendo y «ensuciándose las manos», cometiendo errores y aciertos, pasos en falso y pasos en firme, avances y retrocesos, victorias y derrotas; siendo parte activa e incidente de las masas en revuelta, de la clase explotada y oprimida en pie de lucha por sus necesidades materiales, para desde ahí (y no desde la ideología, la comodidad ni el cinismo) poder sacar y aplicar las lecciones empíricas y teóricas aprendidas, para desde ahí poder criticar y superar en la práctica nuestras debilidades y contradicciones con la perspectiva clara y firme de hacer la revolución hasta el fin, es decir hasta derrocar todo este sistema de explotación, miseria y muerte. Por ello, desde la resistencia y la dignidad que sólo la lucha otorga, decimos: por nuestros muertos y nuestras vidas, ¡ni un minuto de silencio, toda una vida de combate! ¡La solidaridad es nuestra mejor arma y les hará temblar de nuevo!

 Un@s proletari@s cabread@s de la región ecuatoriana por la revolución comunista anárquica mundial
Kito, 17 de octubre del 2019

 

[Radio] Programa 38 de Temperamento – ESPECIAL LUCHA EN ECUADOR

http://blog.temperamento-radio.com/content/images/size/w1000/2019/10/WhatsApp-Image-2019-10-16-at-11.20.42.jpeg

Grabado el 15 de octubre del 2019

En las primeras semanas de octubre se desató en Ecuador una revuelta proletaria como hacía mucho no se veía en esta región del mundo.
Recopilamos voces, testimonios, escritos y reflexiones a fin de entender mejor y por fuera de la información burguesa, aciertos y debilidades de lo que esta ocurriendo allí.-

En este programa:
-Audio compañero de Ecuador (13 de octubre)

Contexto del inicio de la revuelta
Paquetazo – CONAIE
Llegada de comunidades indígenas a Quito
-Audio compañera argentina en Ecuador (9 de octubre):
Organización comunitaria, huelga y represión.-

-Audio compañero de grupo Barbaria (región española):
Precarización de la vida y lucha internacional – Irak, Haití, Hong Kong, Francia, Argelia, Sudán.-

Extensión de la revuelta, toma de pozos petroleros, aparición de francotiradores estatales.
Negociación de la CONAIE
-La Paz – texto del fanzine compañero «Somos Pueblo», escrito al calor de los hechos
-Testimonio anónimo sobre la potencia creadora del proletariado en lucha.-

«Allí donde las masas laboriosas no se dejen subyugar, donde cultiven el amor de la independencia, donde concentren y fijen su espíritu y su voluntad de clase, ellas crearán siempre sus propios movimientos sociales históricos y obrarán según su propio entendimiento (…)
¡Proletarios del mundo!: Bajad a vuestras profundidades y buscad en ellas la verdad; creadla vosotros mismos. Que en ninguna otra parte la encontraréis.»

Piotr Archinov

Nos acompañan: Jaime Guevara – Juan Pino y  Quemando Palabras – Los Natas – Décima Victima – Partícula Mu

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[Folleto] Diez notas sobre la perspectiva revolucionaria

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Estas notas pretenden responder a dos necesidades históricas a través de las cuales las minorías revolucionarias han pensado sus tareas. Por una parte, el comunismo es un movimiento real que abole el estado de cosas existente. Cuando hablamos de revolución, de clase o de partido estamos hablando de realidades que nacen de las contradicciones del capital, del suelo mismo de la sociedad capitalista, de antagonismos sociales que se desarrollan, como el magma volcánico, por la acumulación incesante de contradicciones materiales y sociales. Estas contradicciones provoca el enfrentamiento entre las clases, un enfrentamiento que tiene lugar mucho antes en los hechos que en las cabezas de sus protagonistas: el ser antecede a la conciencia. Por otra parte, las minorías revolucionarias siempre han tratado de analizar y comprender el período histórico, en su sentido amplio y mundial, en que se encuentran. Es lo que pretendemos hacer en este material semielaborado, en el que sostenemos que estamos entrando en un nuevo período de ascenso de la lucha de clases, un período caracterizado por el reinicio de la experiencia histórica del proletariado a través de una agudización de la lucha de clases.