DE LA NAKBA…

De Boletín La Oveja Negra

La fundación del Estado de Israel es, para los expulsados y quienes lloran a sus muertos, la Nakba («catástrofe» en árabe): el momento en que los palestinos debieron comenzar su exilio, desposesión y desarraigo. La creación de cada Estado es una catástrofe y así deberían ser conmemoradas todas. ¿No está, acaso, el Estado argentino también fundado sobre la masacre, la desposesión y la expulsión de habitantes preexistentes? Se habla a veces de Israel como “Estado ilegítimo”, pero ¿qué Estado lo sería?

En 1948 el proceso de ocupación del territorio palestino para la creación del Estado de Israel supuso el abandono forzoso de los habitantes de sus tierras y hogares. Durante décadas, esta ocupación territorial se ha ido extendiendo bajo distintas formas de violencia sistemática. En estas últimas semanas, y tras una rápida escalada del conflicto, nos encontramos ante una brutal continuación de la Nakba. Con los habitantes de Gaza desplazados, bajo un asedio continuo mediante bombardeos, incursiones terrestres, y bloqueando el acceso de la población al agua, alimentos, sanidad, electricidad y comunicación.

Mientras tanto, los funcionarios de Estado de los países occidentales únicamente condenan el ataque del 7 de octubre para alinearse con la masacre que está llevando a cabo Israel con el apoyo de EE.UU. De igual modo proceden la mayoría de los medios masivos de (in)comunicación occidentales, que asimilan cualquier protesta a antisemitismo y cualquier reivindicación de la resistencia del proletariado palestino, incluso la mera condena al ataque llevado a cabo por Israel, con el apoyo a Hamás.

Con más de 15.000 muertos, la expulsión de 800.000 árabes palestinos en 1948 fue un acto de violencia y desplazamiento en masa sin precedentes en la historia de la región. La mayoría de los refugiados palestinos se asentaron precariamente en la Franja de Gaza (en ese entonces ocupada por Egipto) y en Cisjordania (ocupada por Transjordania, hoy Jordania), así como en Siria, Líbano, Egipto, Irak. La Nakba no se ha detenido, como el nuevo éxodo que sufrieron alrededor de 300.000 refugiados palestinos en 1967 durante la Guerra de los Seis Días, cuando Israel ocupó la Franja de Gaza y Cisjordania. Hoy asistimos en vivo y en directo a otro episodio de esta catástrofe, mientras la mayor parte del mundo mira para otro lado.

Pese a la distancia geográfica, no escribimos estas palabras a la ligera, con indiferencia ante el sufrimiento de las víctimas y sus seres queridos. Sin embargo, para el análisis de los acontecimientos debemos, por momentos, no partir de las emociones para apreciar adecuadamente lo sucedido. Este puñado de reflexiones, tienen como objetivo denunciar la presente matanza en Palestina así como comprender la situación actual.

En su ataque a Gaza, Israel ha proclamado abiertamente una intención genocida. El 31 de octubre y el 1 de noviembre Israel arrasó Jabalía, antiguo campo de refugiados ya urbanizado, al norte de Gaza, dejando unos 190 muertos. Ante este suceso renunció un alto funcionario de la ONU quien declaro: «sé bien que el concepto de genocidio a menudo ha sido objeto de abuso político, pero la actual matanza generalizada del pueblo palestino, arraigada en una ideología colonial etnonacionalista de colonos, la continuación de décadas de su persecución y purga sistemáticas, basada en su condición de árabes y sumada a declaraciones explicitas de intenciones por parte de los líderes del gobierno y ejercito israelíes, no deja lugar a dudas.» Hasta la misma ONU declaró que «Gaza es un cementerio de niños». Al cierre de este boletín, el número de asesinados en la Franja de Gaza asciende a más de 11.000, de los cuales alrededor de 5.000 son niños. Estas cifras oficiales continúan creciendo, con miles de desaparecidos y heridos. De los 2.3 millones de habitantes en la Franja, se estima que 1.6 millones se han debido desplazar a causa de los ataques, siempre al interior del reducido territorio, principalmente desde el norte hacia el sur.

Ahora bien, la definición de genocidio propia del derecho internacional puede hacernos perder de vista los motivos de clase detrás de un ataque étnico, nacionalista y religioso sobre una población. Israel funciona como un Estado confesional, brindando ciudadanía al “pueblo judío”, y más aun brindando apoyo económico y militar a los colonos en su afán expansionista. Evidentemente, los beneficios no son por igual, se trata de una sociedad profundamente estratificada (y zonificada) incluso entre la población judía, y fundamentalmente respecto de la población árabe (dejamos de lado aquí la inmigración como mano de obra barata proveniente de países como Tailandia). Israel fomenta la etnificación de parte del proletariado en tanto judíos, enfrentándolos al resto del proletariado etnificado en tanto árabe.

Desde este boletín hemos criticado la noción de pueblo desde nuestra propia realidad como “argentinos”. Decíamos en el nro. 86: «La población existe, sin embargo, la forma de categorizarla no es natural, la manera de designarla es política. No existe a la espera de ser reconocida y tener significado, es algo totalmente construido. Sin lo que “pasionalmente” conocemos como pueblo, la razón de Estado carecería de sentido. Los propios límites geográficos gracias a los cuales se puede definir “el pueblo argentino” se establecen a partir del Estado argentino. Primero el Estado después su pueblo, jamás al revés. Es de esta manera que decenas de poblaciones y comunidades quedan encerradas en las fronteras de la Argentina. En su acepción más corriente, para que exista un territorio determinado debe existir un Estado determinado. “El pueblo” no es un dato de la naturaleza, ni una clase social, siquiera un grupo sociológico, hay que construirlo y representarlo. Acontecimientos como las guerras, los mundiales o ciertos sucesos culturales refuerzan el concepto y ayudan a experimentarlo como realidad.»

En este caso, es el Estado Israelí el que ha construido una forma bien determinada de lo que significa ser “judío” y “palestino”, reforzadas por los frustrados intentos de un Estado Palestino separado. Desde una perspectiva anticapitalista no es necesario negar diferencias étnicas, culturales, religiosas entre proletarios para hablar de clases sociales, sino comprender cómo estas son abordadas, transformadas e impuestas por los Estados. Sigue leyendo

Textos sobre la cuestión Palestina desde una perspecticva de clase y revolucionaria [Parte II]

La última carnicería en el Medio Oriente forma parte de la marcha hacia la guerra generalizada

El ataque sin precedentes de Hamás contra Israel se debe a motivos internos e internacionales cercanamente entrelazados:

  1. La destitución de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) de Abu Mazen, un organismo corrupto e incompetente que actúa en connivencia con el Estado israelí, y que actualmente goza de un gran descrédito entre la población palestina, otorgando a Hamás el liderazgo exclusivo en la lucha contra el Estado de Israel.
  1. Socavar el camino abierto por los Acuerdos de Abraham de 2020, que ve (o vio) negociaciones en curso entre Israel y Arabia Saudita, y en los que también participó la ANP. Los Acuerdos de Abraham eran entre países suníes e Israel, por lo que Hamás se sintió aislada, temerosa de dejar de recibir ayuda financiera de Riad y Qatar. En términos más generales, el objetivo de Hamás es implicar a los Estados árabes en una especie de «alianza santa» contra Israel: un frente árabe (Egipto, Siria y Líbano) en contraste con el pacto entre Israel y algunos países árabes (los Emiratos y Bahréin) con la perspectiva de incluir a Arabia Saudí.

Además, también es importante señalar que una acción de este peso depende de Irán y de los ayatolás, es decir, de un frente imperialista antieuropeo, anti-OTAN y anti-estadounidense. Lo que significa echar leña al fuego de la guerra en Ucrania—en fin, todo está ligado en la carnicería de la guerra que libran los imperialismos tanto «occidentales» como «orientales».

Irán tiene todo el interés en hacer de la región un escenario de guerra contra Israel, tanto para debilitar a su enemigo número uno, como para obligar a sus aliados históricos (Rusia, China y Corea del Norte) a apoyar a Teherán en su estrategia regional, aunque esto sea poco realista en la actualidad.

Los medios de comunicación occidentales señalan con el dedo la barbarie yihadista, pero «olvidan» o restan importancia a la discriminación, la opresión y la violencia perpetradas por la clase dominante israelí contra el proletariado palestino, incluso cuando son ciudadanos de Israel. Recientemente la violencia ha aumentado bajo la influencia de la extrema derecha, más o menos religiosa, que es socio principal del actual gobierno de Netanyahu.

No olvidemos tampoco que Hamás fue apoyada originalmente por Tel Aviv para contrarrestar a Fatah de Yasser Arafat y a las formaciones armadas «de izquierdas» de la OLP. En cuanto a los talibanes, en cuanto al ISIS, ambos «patrocinados» en su momento por EEUU, el «brujo» imperialista ha perdido el control de los «monstruos» de su propia creación que ahora están reforzando las filas enemigas. El perro muerde ahora las manos de quienes lo alimentaron.

La clase dominante siempre ha tratado de dividir y oponer a los diversos segmentos de la clase obrera en distintas agrupaciones «étnico-nacionales», una práctica llevada al extremo por el nazismo. Esto también es cierto en el supuestamente tan «democrático» Estado de Israel, donde la clase obrera de origen palestino es oprimida, acosada y explotada de las formas más brutales y «primitivas», como ocurre con los trabajadores inmigrantes en todo el mundo. La Franja de Gaza es una prisión al aire libre, a la que el Estado israelí priva a menudo de agua, electricidad y gas, y donde la asistencia sanitaria es extremadamente deplorable: en resumen, donde la inmensa mayoría de la población se ve obligada a sufrir condiciones de vida inhumanas.

Sin embargo, incluso en Israel existe una clase obrera israelí, a la que la guerra actual expone aún más a la intoxicación nacionalista y belicista, precisamente cuando en el otro lado se inyecta a la clase obrera palestina el veneno ideológico de la propaganda islamista, hasta ponerla en manos del imperialismo de los ayatolás.

Así, la clase obrera de ambos bandos se ve empujada a masacrar a poblaciones indefensas y se deja masacrar para luchar una supuesta «guerra santa» o defender una supuesta «democracia», en realidad por los intereses de las burguesías enfrentadas, que sólo pueden perpetuar su dominación mediante la opresión, la explotación y el derrame de sangre del proletariado. El hecho de que, históricamente, el número de palestinos muertos en la represión y las redadas israelíes sea mucho mayor que el de las víctimas de la burguesía islamista como Hamas no hace a esta última menos asesina más excusable que la burguesía israelí.

Las guerras entre la clase dominante (hoy en día, guerras entre potencias capitalistas) son siempre guerras contra los obreros asalariados: explotados, heridos y enviados a sus tumbas demasiado jóvenes como algo normal en el trascurso de realizar su trabajo en los tiempos de paz; aún más explotados y asesinados al por mayor en tiempos de guerra, cuando los conflictos entre los patrones, sus crisis e intereses económicos, sólo pueden resolverse con las armas.

Cada guerra revela la verdadera naturaleza de los partidos políticos y de los sindicatos que pretenden estar del lado de la clase obrera. Al alinearse para apoyar a tal o cual facción capitalista en nombre del presunto “derecho a la autodeterminación de los pueblos”, las guerras ponen al descubierto cualquier ilusión de que la socialdemocracia defienda a la clase obrera. No entienden, ni tampoco pueden entender, que no existen guerras progresistas de liberación nacional en la época actual. Cualquier posible Estado nuevo no sería más que otra prisión para la clase obrera; una herramienta para permitir a una facción de la burguesía mundial oprimir a su «propio» proletariado, sin compartir el fruto de esa opresión con otras facciones de la burguesía mundial. Alegrarse obscenamente por las masacres llevadas a cabo por Hamás es compartir la lógica asesina de la burguesía palestina, una actitud reflejada por aquellos que niegan la devastación creada por el Estado de Israel: ambos son igualmente criminales.

El apoyo hacia las llamadas “luchas de liberación nacional” no sólo envenena a las formaciones engendradas por la degenerada Tercera Internacional (estalino-maoísmo, trotskismo, etc.), sino también a sectores del anarquismo e incluso a quienes, falsamente, se proclaman internacionalistas. La guerra en Ucrania y, ahora, en Palestina-Israel son una prueba más de ello.

En este contexto, el argumento fundamental para la unidad de clase de todos los sectores de la clase obrera—contra la burguesía, sus estados, y todos los ‘bloques’ imperialistas—independientemente del origen «nacional» de las partes que la componen, es aún más válido. Somos muy conscientes de que en un contexto como el de Israel-Palestina es muy difícil llevar esta práctica a cabo de modo concreto. Sin embargo, para los proletarios en Ia región, no hay otra manera de evitar convertirse en carne de cañón de una u otra facción del capitalismo, ya sea esta «democrática» o reaccionaria, laica o religiosa. Todos los capitalistas son igualmente enemigos mortales de la clase obrera, y la misma no debe derramar ni una gota de sangre por quienes la explotan, y mucho menos por sus objetivos nacional-imperialistas.

Aceptar este punto de vista es el primer paso fundamental para iniciar la lucha contra las guerras de la clase capitalista. Tenemos que empezar por “nuestros” propios jefes, partiendo del principio revolucionario de que «el principal enemigo está en casa». Esta lucha tiene que empezar en el lugar de trabajo, donde ocurre la explotación que alimenta todo el modo de producción capitalista y, por tanto, la sociedad burguesa en su totalidad. Es una lucha tanto contra el enemigo abierto, contra la patronal, como contra los amigos falsos de los trabajadores, principalmente los sindicatos y los partidos políticos de «izquierda» que confinan sus luchas en el marco legal del sistema, socavándolas hasta asfixiarlas.

Del mismo modo, quien apoya únicamente a los trabajadores palestinos e ignora a la clase obrera israelí, salta de la sartén al fuego. Piensan que el enfrentamiento de la primera con la segunda no tiene importancia porque ésta no es más que una esclava de la política ultranacionalista de su gobierno. Pero la clase obrera palestina, a su vez, está bajo el pulgar de un puñado de capitalistas que no dudan en ponerse del lado del imperialismo de los ayatolás: uno de los conjuntos de gobernantes más despiadados cuando se trata de la oposición interna. En esta situación, ambos grupos de trabajadores están nada más pueden permanecer atrapados en la lógica del capitalismo, el nacionalismo y el imperialismo, donde la guerra es la única solución y no la liberación de la esclavitud asalariada.

Tras décadas de ataques capitalistas, la clase obrera mundial sigue aturdida, sigue luchando por levantar cabeza, desorientada y confusa por los trastornos materiales que ha sufrido (reestructuración, globalización, precariedad, etc.) y por el golpe ideológico que supuso el colapso del capitalismo de Estado en la antigua URSS: el país que muchos se hicieron engaño hasta creer que este representaba verdaderamente la alternativa socialista al capitalismo.

Pero la auténtica alternativa existe realmente. De hecho, es una alternativa vital, dados los peligros de guerras localizadas que se convertirían en una guerra generalizada que amenazaría con destruir a la humanidad o, igualmente, a través de una catástrofe climática que ya se vislumbra en el horizonte.

Una vez que las masas trabajadoras se sacudan el miedo y la resignación y redescubran su propio camino de auténtica lucha de clases, las minorías revolucionarias de hoy estarán en condiciones más propicias para crecer y unirse a los sectores más combativos y con mayor conciencia de clase del proletariado, para forjar el instrumento político indispensable para superar esta sociedad sangrienta e inhumana: el partido de la revolución mundial, la nueva Internacional comunista.

¡Comunismo o barbarie!

Tendencia Comunista Internacionalista

11 de octubre de 2023

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De Gaza a Tel Aviv y en todo el mundo… ¡Ninguna guerra sino la guerra de clases!

“La posición de los revolucionarios frente a la guerra capitalista es siempre la misma: contraponer a la guerra la revolución social, luchar contra ‘su propia’ burguesía y ‘su propio’ Estado nacional.”

7 de octubre de 2023 – un día más en un sangriento conflicto que dura desde hace décadas entre facciones capitalistas opuestas en el territorio de “Israel/Palestina”. Nuestros amos burgueses llevan una vez más a nuestros hermanos y hermanas proletarios a matarse unos a otros y esperan de nosotros – según donde vivamos – que nos pongamos de parte de uno u otro bando.

Hamás y la Yihad Islámica lanzan cohetes contra las ciudades de “Israel” y envían a sus milicias a las calles para ejecutar o secuestrar a “civiles” y “soldados”… igual que ocurrió en Srebrenica, Sabra y Chatila, Bucha…

Las FDI bombardean indiscriminadamente el gueto de Gaza, arrasando barrios enteros y cortando el suministro de agua, electricidad, alimentos y medicinas… como se hizo en Faluya, Homs, Mariúpol… o como ha hecho tantas veces antes.

Una y otra vez hemos escuchado justificaciones para apoyar la guerra en el territorio de “Palestina/Israel” – quizás más que cualquier otro conflicto desde la Segunda Guerra Mundial, éste se presenta como una “guerra santa” entre “el bien y el mal”. Este argumento belicista burgués es promovido por los medios de comunicación, los políticos, la “derecha”, la “izquierda” y la “ultraizquierda”, así como por algunos de los llamados “comunistas” y “anarquistas”.

La construcción ideológica burguesa del “excepcionalismo judío/israelí” se esgrime tanto en sentido positivo como negativo y es utilizada por nuestros enemigos de clase para impedir, obstaculizar y aplastar el desarrollo de la solidaridad de clase entre los proletarios “judíos/israelíes” y “árabes/palestinos”.

Por un lado, a los “judíos/israelíes” se les permite defender “su Estado y su identidad”, incluso por parte de algunos de los que se proclaman revolucionarios y se oponen a todos los Estados e identidades nacionales, porque “su sufrimiento fue único” durante el Holocausto.

Por otra parte, varios grupos que también se proclaman revolucionarios y “luchan por los intereses de la clase obrera” nunca extienden su llamamiento a la confraternización a los proletarios “judíos/israelíes”, sino que los agrupan con su “propia” burguesía y piden la destrucción de Israel por ser un “Estado excepcionalmente opresor”. Al mismo tiempo, en lugar de apoyar a los proletarios de Gaza y Cisjordania para que se levanten contra sus “propios” explotadores, llaman a apoyar al Estado nacional “palestino”.

Como comunistas, rechazamos totalmente todas las falsas comunidades que intentan unir a los explotados con sus explotadores; ¡el proletariado del territorio de “Israel/Palestina” no tiene intereses comunes con su “propia” burguesía, al igual que el proletariado mundial no tiene intereses comunes con la burguesía mundial!

El “antiimperialismo” y la “liberación nacional” no son más que la defensa de los intereses imperialistas de la fracción de la burguesía que no es actualmente dominante. Nada cambia a este respecto si esta fracción es mucho más débil, ¡o si algunos de sus dirigentes están dispuestos a sacrificarse por su causa!

Como comunistas, llamamos de la misma manera a la destrucción de todos los Estados, porque no son más que la expresión local del Estado capitalista mundial, ¡una estructura de violencia organizada de la clase burguesa contra la clase proletaria!

Proletarios de las fuerzas armadas “israelíes”: ¡no tenéis ningún interés en defender ninguna “patria judía”, esta es la tierra de “vuestra” burguesía, no la vuestra! Negaros a disparar y negaros a imponer el bloqueo que está matando de hambre a millones de vuestros hermanos y hermanas de clase. Como ya habéis demostrado en muchas ocasiones, ¡rechazad obedecer órdenes, resistid al servicio militar!

Proletarios de las fuerzas armadas “palestinas”, ¡no tenéis ningún país que conquistar! ¡Rechazad matar o morir por los intereses de vuestros explotadores!

Trabajadores del frente “interno”, ¿cuántas veces os han bombardeado, disparado? ¿Cuántas veces habéis sido violentamente reprimidos por vuestro “propio” Estado cuando os habéis atrevido a hacer huelga o protestar? ¿Cuánto tiempo llevas viviendo en la miseria? ¡Levántate y niégate a apoyar a “tu” Estado y sus guerras! ¡Lo único que perderás serán tus cadenas!

Tanto en “Palestina/Israel” como en “Ucrania”, “Azerbaiyán/Armenia”, “Sudán” y otros lugares, nuestros enemigos de clase nos están convirtiendo en carne de cañón o en fabricantes de cañones. Cada vez más, todos estos conflictos burgueses “locales” están contribuyendo a la formación de una serie de superbloques enfrentados, que se acercan cada vez más a una confrontación militar abierta, posiblemente nuclear. Una confrontación que podría poner fin a toda la vida en este planeta.

Nuestra única esperanza es volver las armas contra nuestros “propios” generales, contra nuestros “propios” jefes, negarnos a obedecer las órdenes, negarnos a producir el material de guerra – ¡oponernos tanto a la carnicería de la guerra capitalista como a la miseria del interbellum capitalista (o, como lo llaman nuestros enemigos de clase, “la paz”)!

Tomemos ejemplo de los camaradas que se amotinaron en “Rusia” y “Alemania” contra la carnicería de la Primera Guerra Mundial, o de los que fraternizaron a través de la línea de trincheras en la guerra entre “Irak” e “Irán”, o de los que vestían uniformes “americanos” durante la guerra de “Vietnam” y mataron a sus oficiales con granadas de fragmentación en acciones directas llamadas fragging.

Proletarios con y sin uniforme, ¡organicémonos juntos contra el sistema capitalista de explotación del trabajo humano que está en la raíz de toda miseria, de toda opresión estatal y de todas las guerras!

¡Transformemos esta guerra en una guerra de clases por la revolución comunista mundial!

Tridni Valka / Guerra de Clases – 8 de octubre de 2023

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MASACRE PROLETARIA EN PALESTINA

Bajo la mirada afligida de millones de espectadores, convencidos de su imposibilidad de hacer algo más que participar en alguna concentración o procesión ovejera, el Estado de Israel vuelve a bombardear la franja de Gaza bajo la cobertura del antiterrorismo. Las lágrimas de cocodrilo de las principales potencias capitalistas no esconden su satisfacción por tener en Oriente Medio un tentáculo como el del Estado Israelí, auténtico brazo armado del capitalismo mundial para mantener el orden en la región. El proletariado que vive en Gaza, Cisjordania o Líbano conoce en su pellejo esta realidad.

Políticos, periodistas, oenegeros, sindicalistas, tertulianos y todo tipo de payasos del espectáculo, nos dan toda un gama de explicaciones y soluciones que encierran el conflicto en oriente medio dentro de los márgenes burgueses. Se limitan a crear una demarcación entre quienes defienden a los palestinos y quienes defienden a los israelíes, alineando a todo quisqui detrás de las banderas hediondas de cada Estado nacional. Para ello construyen toda una fábula grotesca que encubre la verdadera realidad social. Mezclan los intereses del Estado palestino con los del proletariado que vive en esa tierra, amalgaman la lucha desplegada por los proletarios con Hamas, ponen en un mismo saco al joven que tira piedras y a los grandes comerciantes o banqueros palestinos, asimilan al proletario que vive en Israel y lucha contra “su propia” burguesía (desertando, objetando…) con su brutal negación en el ciudadano que vive en complicidad con el Estado. Eliminan de esta forma toda la confrontación de clases, toda división social entre explotados y explotadores, fomentando el mito del enfrentamiento entre países.

Sin romper y desenmascarar todo este arsenal ideológico que enturbia la realidad, estaremos atados de pies y manos imposibilitados para asumir la lucha contra la masacre en Oriente medio como parte indisociable de la lucha contra la dictadura del capital. Es imprescindible afirmar abiertamente que esa masacre es antes que nada una expresión más del terrorismo que el capitalismo despliega en todo el mundo contra nuestra clase, contra nuestra vidas. Que quienes caen bajo las bombas, bajo las metralletas, bajo el terror capitalista son, en primer lugar, los niños, hombres y mujeres que han sido condenados en esa región del mundo a ser carne de cañón, a ser población superflua potencialmente peligrosa y que debe ser exterminada de forma cotidiana. Todos los Estados del mundo participan de una u otra manera en esta matanza. Los Estados occidentales, con el de Israel a la cabeza, masacrando; Hamas, la autoridad nacional palestina y demás organismos del Estado palestino, junto con los Estados propalestinos, impidiendo la estructuración en fuerza autónoma de esa masa de subversión, encuadrándola y dirigiéndola al matadero en actos suicidas, desarmándola, pacificándola, reprimiéndola y apresando a los irreductibles.

Los grupos y militantes revolucionarios de todo el mundo estamos obligados a subrayar y discutir como propia la lucha del proletariado en Palestina, sus intentos de proyectarse en fuerza autónoma, así como la represión que sufre. Destacar la tentativa de autonomía que en numerosas ocasiones ha trazado la lucha, enfrentándose a todos los Estados. Insistir en que la esencia de la lucha del proletariado en Palestina es la misma que en el norte de África, que en Grecia, que en los suburbios franceses, que en China, que en Irak, que en Oaxaca, que en Haití, que en todos los lugares donde el proletariado se levanta: la contraposición entre las necesidades humanas y las de la economía capitalista. Estamos obligados a denunciar y a enfrentarnos a todos los aparatos del Estado palestino o israelí, a todos los que son parte del organismo mundial del capital que nos masacra, que nos arrastra por falsos caminos, a todos sus lacayos por el mundo, a todos sus voceros y propagandistas. Y ante todo estamos obligados a luchar aquí y ahora, contra “nuestro propio” Estado, contra “nuestro propio” país.

NO SOMOS NI JUDÍOS, NI ISRAELÍES, NI PALESTINOS ¡SOMOS EL PROLETARIADO!

CONTRA LA PATRIA. CONTRA TODA UNIDAD NACIONAL. CONTRA EL TERROR BURGUÉS.

LUCHEMOS EN “NUESTRO PROPIO” PAÍS CONTRA “NUESTRO PROPIO” ESTADO.

Proletarios Internacionalistas

Textos sobre la cuestión Palestina desde una perspecticva de clase y revolucionaria

Publicado por primera vez en verano de 1992 como Worldwide Intifada, nº 1; reeditado en 2002; esta edición se publicó en 2016.

https://libcom.org/

Reproducimos aquí un antiguo panfleto al que se hace referencia en el artículo de Aufheben, Behind the 21st century intifada. Fue publicado en 1992.

INTIFADA MUNDIAL

¿Autonomía palestina o autonomía de nuestra lucha de clases?

Hay que decir desde el principio de nuestro boletín que no deseamos la creación de un Estado palestino en lugar del Estado sionista de Israel. Ni apoyamos las conversaciones de paz ni deseamos la autonomía palestina: la única autonomía por la que merece la pena luchar es la autonomía de nuestra lucha de clase contra el capitalismo.

En todo el mundo, la burguesía presenta la Intifada como una lucha nacionalista entre palestinos e israelíes o árabes y judíos. De Tel Aviv a Argel, de Roma a Nueva York, la burguesía internacional, a través de sus medios de comunicación, describe la lucha en los mismos términos.

El conflicto no es entre palestinos e israelíes; es entre dos clases con intereses contrapuestos: la burguesía y el proletariado.

El levantamiento de la clase obrera palestina ha sido utilizado por ciertas facciones burguesas como prueba del deseo de un Estado palestino; un Estado que estará dominado por el «portavoz oficial» del pueblo palestino: la burguesa Organización para la Liberación de Palestina.

Las luchas de liberación nacional cuentan tradicionalmente con el apoyo de maoístas, estalinistas y otros partidos situados a la izquierda de la burguesía. Por lo general, el argumento se basa en la falsa idea de que el socialismo puede construirse en un solo país. La historia nos muestra la insensatez de esta idea: aunque se establezcan gobiernos con el objetivo de defender los intereses de los trabajadores, no pueden esperar hacerlo dada la naturaleza imperialista del capital. Los Estados nacionales tienen que funcionar según las reglas del mercado mundial. La única respuesta a la explotación mundial es el comunismo mundial.

Dentro de lo que se denominan luchas de liberación nacional, o dentro de las luchas que son secuestradas para convertirse en ellas, siempre hay una lucha de clases: en Irlanda del Norte, como en Cachemira, como en Israel. La creación de un nuevo Estado no ofrece nada a la clase trabajadora, salvo la oportunidad de ser gobernada por una clase dirigente que comparte una parte de su herencia cultural y lingüística.

Los izquierdistas de todo el mundo defienden a la OLP y sus políticas «progresistas» de liberación nacional. Del mismo modo que defendieron al Congreso Nacional Africano, a los Jemeres Rojos y al Viet Cong. Cuando se critica a la OLP es por su «estatismo, jerarquía, vanguardismo y terrorismo»; se pasa por alto el hecho de que la OLP es el enemigo de clase del proletariado.

Los izquierdistas argumentan que es necesaria una alianza de la clase obrera con elementos «progresistas» de la burguesía contra el mal mayor del Estado de Israel. Rechazamos esta noción peligrosa y espuria. Una alianza con cualquier facción o elemento de la burguesía, lejos de fortalecer la intifada, la desarma irrevocablemente. Por ejemplo, en 1979 una oleada masiva de lucha de clases en Irán barrió al Sha. En el plazo de un año, la «alianza con elementos progresistas de la burguesía» desarmó la lucha de clases: las huelgas y los consejos obreros fueron disueltos y suprimidos. El resultado fue una masacre de militantes y el establecimiento de una república islámica virulentamente antiobrera.

¿Por qué no puede haber una alianza entre la burguesía y la clase obrera? Porque los intereses de clase de la burguesía y de la clase obrera son diametralmente opuestos. La única forma en que la clase obrera puede defenderse es mediante una lucha de clases autónoma e independiente de todas las fuerzas que intenten desviarla o restringirla a objetivos capitalistas; la lucha de clases autónoma está en guerra con todas las fuerzas divisorias como los sindicatos, los partidos de izquierda, los frentes de liberación nacional o los movimientos religiosos.

La historia ha demostrado que la construcción del Estado no ofrece nada a la clase obrera. Los nuevos Estados sólo ofrecen a una nueva facción de la clase dominante la oportunidad de explotarnos en lugar de a los antiguos, pero nuestros intereses se oponen a todos los gobiernos.

Arafat y Sharon están del mismo lado: Contra la clase obrera

Dentro de los confines geográficos de la Palestina histórica, existe una fuerte tradición de lucha de clases que entró en una fase combativa en diciembre de 1987 con una huelga general salvaje. Las tiendas, las calles y los lugares de trabajo de los territorios ocupados quedaron desiertos y 120.000 trabajadores no acudieron a sus puestos de trabajo en Israel. Fue la primera huelga general desde 1936. La burguesía palestina e israelí quedaron estupefactas.

La huelga general de 1936 fue la culminación de tres años de intensa lucha de clases contra los terratenientes: británicos, sionistas y palestinos. Los puertos y la refinería de petróleo de Haifa quedaron paralizados durante seis meses. La burguesía mundial se alarmó: el Estado británico envió 30.000 soldados para aplastar la lucha. Armó y organizó a los colonos sionistas locales y juntos se dedicaron a aterrorizar a la clase obrera hasta someterla. Mientras tanto, los sionistas organizaron a los obreros judíos para romper las huelgas. La burguesía árabe local de Jordania e Irak hizo un llamamiento a la clase obrera para que se rindiera. Cuando no lo hicieron, la lucha fue finalmente reprimida con la ejecución de 5.000 huelguistas y la detención de 6.000 por un esfuerzo combinado de los ejércitos británico, árabe y sionista.

Hoy la clase obrera palestina se enfrenta de nuevo a una burguesía mundial unida en su oposición a la intifada. Las estrategias de la burguesía han sido dos: desviar la lucha y reprimirla. Sigue leyendo

Materiales acerca de los últimos acontecimientos en Francia

“¿CHUSMA? ¡PUES BIEN, SOMOS PARTE DE ELLA!” El ministro del interior francés, Sarkozy lanzó una campaña de represión, en 2005, contra los proletarios de los suburbios en lucha, calificándolos de “racaille”… un término francés que en castellano puede traducirse por: chusma, infame, escoria, ruin, basura desechable, gentuza, hampa, gente que se desprecia.

Compilamos algunos textos acerca de los motines callejeros y disturbios desatados masivamente en Francía a raíz de la muerte del joven Nahel a manos de la policía. También consideramos esencial para esta compilación incluír viejos textos de la revuelta que casualmente tuvo lugar en ese mismo país en el año 2005, debido a la similitud y estrecha relación que guardan entre sí. Sigue leyendo

[Ecuador] Juicio político y «muerte cruzada»: pugna interburguesa y dictadura democrática del Capital. Se avecina una nueva revuelta

 

El juicio político contra el presidente banquero Lasso que tuvo lugar antes de ayer, 16 de mayo de 2023, en la Asamblea Nacional del Ecuador no es más que una pugna interburguesa y una pantomima democrática: una nueva pelea entre patrones, sus políticos y sus abogados para adueñarse del botín del Estado y del botín del petróleo (ej. FLOPEC), arguyendo que lo hacen «en beneficio del pueblo». Porque el Estado ecuatoriano depende principalmente de la renta petrolera. Entonces, el fondo de este problema en realidad no es político, legal ni mucho menos «moral», sino que es un conflicto de intereses económicos o materiales entre diferentes fracciones de la clase capitalista de este país, en estos tiempos de crisis generalizada, que se está resolviendo bajo una forma política.

Por su parte, la izquierda del Capital de todos los colores (verdeflex, arcoíris y rojiamarilla) que, de manera ilusa y oportunista, apoyó el juicio político y dijo estar «vigilante» desde la vereda, también forma parte de esta pugna interburguesa y pantomima propia de la democracia sin comillas, a la cual además dice «defender». Decimos sin comillas, porque la democracia en realidad es la dictadura invisibilizada y normalizada del Capital y su Estado sobre el proletariado. Dictadura democrático-burguesa, entonces, en la que derecha e izquierda no son contrarias, sino complementarias, alternantes… y cómplices, así la izquierda diga lo contrario, tanto dentro como fuera de la Asamblea Nacional. La «muerte cruzada» decretada democrática y legalmente por el derechista Lasso el día de ayer, 17 de mayo de 2023, también demuestra en los hechos y una vez más que la democracia es la dictadura de la burguesía.

Por lo tanto, ni juicio político ni «muerte cruzada»: no hay nada que apoyar por parte de la clase trabajadora que habita la región ecuatoriana, quien todavía es la gran perdedora y la gran ausente en toda esta situación, porque sus condiciones materiales de existencia se han empeorado, pero al mismo tiempo porque su conflictividad también ha bajado. Sin embargo, cuando ésta aparezca en escena lo hará por otros motivos, con sus propias reivindicaciones y sus propios métodos de lucha. Siendo entonces posible que patee el asqueroso tablero de ajedrez político de la clase dominante y su séquito.

Posible escenario «pesimista» en un futuro inmediato: puesto que Lasso ya activó la «muerte cruzada» (Decreto Ejecutivo 741) para no ser destituido de su cargo, con lo cual se convierte prácticamente en dictador civil con el apoyo de las Fuerzas Armadas y la policía, eso podría detonar un nuevo Paro Nacional o revuelta popular en los próximos 6 meses, misma que quizás podría «salirse de control», no sólo al Estado sino a la izquierda, hasta llegar a ser una huelga general e insurreccional. Decimos quizás, porque las condiciones aún no están dadas para ello, pero podría haber sorpresas. Más bien, dado que la burguesía ya se ha blindado, armado y anticipado con sus últimos Decretos Ejecutivos 707 (libre porte de armas) y 730 (militarización del Estado), eso también podría terminar en una masacre de la clase trabajadora que se levante. Masacre cometida no sólo por policías y militares, sino también por paramilitares y sicarios de las bandas de narcotraficantes. Por desgracia, tal como están las cosas de graves en el país, ésto último podría ser lo más probable en tal escenario. Sea como fuere, el futuro es incierto… y turbio.

A lo mejor podría darse una revuelta masiva parecida a la que ocurrió hace unos meses en Perú, con la obvia diferencia de que no sería para defender al presidente destituido por el poder legislativo, sino para presionar que se vaya y lo reemplace otro: ya no el actual vicepresidente Borrero, sino… ¿Nebot, Correa o Iza? En cualquier caso, todo seguiría girando alrededor del Estado capitalista y su sistema político-electoral, mientras que los proletarios de todas las «razas» lanzados a las calles seguirían siendo carne de cañón y luego de urna en la pugna interburguesa.

Excepto y sólo excepto si es que acontece un desbordamiento de ese posible estallido social, en el cual el proletariado comience a actuar como clase autónoma y antagonista. Lamentablemente, eso no ha pasado en las últimas revueltas, al menos aquí en Ecuador. Y es probable que tampoco ocurra en una nueva revuelta, pero en cambio podría ser su «caldo de cultivo». Porque para ello aún falta más golpes del enemigo (ej. una nueva reforma laboral), batallas y derrotas aleccionadoras como clase; así como también, más rupturas, saltos, «nuevos actores» y sorpresas.

Por ejemplo, si es que los trabajadores petroleros de aquí siguiesen el ejemplo de acción directa y autoorganización de los trabajadores petroleros de Irán, haciendo huelgas y tomas a mano propia, porque sólo ellos pueden hacerlo. Lo mismo los trabajadores de los demás sectores estratégicos de la economía. Eso sí sería golpearle al Capital y al Estado donde realmente les duele: en el terreno de la producción de valor y en su tasa de ganancia. Ahí es donde realmente radica y se juega el poder de clase, no en el Palacio de Carondelet ni en la Asamblea Nacional. Todo lo demás es andarse por las ramas. Lo cual no quiere decir que los demás sectores de la clase trabajadora no salgan a luchar. Tienen que hacerlo. Y lo van a hacer, más aún si este gobierno decreta una nueva reforma laboral, tal como ya lo ha anunciado aprovechando la «muerte cruzada». Pero sobre todo, nuestra clase tiene que aprender al calor de sus luchas para no volver a cometer los mismos errores, sino para avanzar o dar saltos hacia adelante.

Ahora bien, por más análisis críticos y llamamientos a la acción que hoy hagan las diferentes organizaciones de izquierda (y ultraizquierda) de esta región contra el gobierno del banquero sociópata Lasso, sólo el mismo desarrollo impersonal y contradictorio de la crisis capitalista y la lucha de clases real tendrán la última palabra. Si salimos a las calles a luchar por nuestras vidas y nos juntamos con otros, será como unos nadies más, a hacer lo que se pueda hacer y a aprender lo que se tenga que aprender para próximas batallas como clase. Teniendo siempre presente que la solidaridad, la autoorganización y la acción directa de masas son nuestras mejores armas.

Proletarios Hartos De Serlo

Quito, 18 de mayo de 2023

Revuelta en la región peruana: Entrevista a los compañeros de Editorial Ande

El pasado nueve de febrero se cumplió un mes de la masacre perpetrada por las fuerzas represivas del Estado en la capital de la región de Puno. Diecisiete civiles, entre los que se encontraba un adolescente de apenas quince años, fueron víctimas del “ejercicio desproporcionado de la fuerza” que caracteriza al actual régimen contrainsurgente. Al día de hoy, a pesar de que el número de fallecidos supera los sesenta, el Estado y los representantes políticos del capital que lo dirigen, parecen no inmutarse. En cambio, continúan reprimiendo con total impunidad la movilización de la clase trabajadora. ¡ABAJO LA REPRESIÓN DEL ESTADO BURGUÉS!

“Más que entremezclarse la espontaneidad con la defensa de Castillo, o la independencia política de clase con su subordinación a un caudillo, nos parece que el proceso actual, con todas sus limitaciones, es un momento crucial. No tanto por los fines del movimiento, sino por lo que este constituye en términos de experiencia y aprendizaje para la clase trabajadora”.       

El 7 de diciembre de 2022 es destituido de su cargo como presidente del Perú Pedro Castillo, luego de que intentara cerrar el Congreso, en medio de disputas de la casta política y sus diferentes instituciones, asumiendo en su reemplazo la entonces vicepresidenta Dina Boluarte (quien pertenece al mismo partido político de izquierda -Perú Libre- que el presidente destituido). Esto desencadenó con el pasar de los días una oleada de protestas que hasta el día de hoy mantienen un nivel muy alto de conflictividad social, dejando ya a más de 60 personas asesinadas a manos de una extremadamente brutal represión estatal, con varias masacres a su haber (la más sangrienta hasta ahora, la de Juliaca, ocurrida el pasado 9 de enero, que cobró la vida de al menos 18 manifestantes).

Sería un grave error encasillar el actual movimiento tras la sola defensa del expresidente: la agudización de la lucha de clases en la región peruana expresa, con sus límites, el hastío por las asfixiantes condiciones de vida en general de la población y la institucionalidad política.

 

En este sentido, compartimos esta entrevista al grupo Editorial Ande[1] -a quienes agradecemos que se tomaran el tiempo de respondernos- que entrega información crucial y un lúcido análisis de la situación en dicha región, contextualizando nacional e internacionalmente el actual ciclo de protestas, explicando su génesis, evaluando sus límites y proyecciones, aclarando el panorama de la lucha de clases en general, incluyendo las pugnas internas de la clase capitalista y sus representantes políticos de derecha e izquierda.

 Alentamos su lectura, discusión y difusión.                                                                                                                                                              Sigue leyendo

LUCHA DE CLASES EN EL PERÚ: DEL CAMPO A LA CIUDAD

Los barrotes que frenaban la fuerza de los trabajadores del Perú han volado por los aires. El fuego proletario se extiende a cada rincón del país e incendia los corazones indiferentes. El miedo y el desconsuelo se han transformado en un huracán de valentía. La lucha de clases llega como un trueno en la noche, cuando todos duermen asalta la tranquilidad y pone de cabeza la conciencia cotidiana de la simple vida diaria, cual rayo que no cesa, lo arrasa todo a su paso. Al compás de las luchas los trabajadores se autoclarifican, dan un salto adelante. Han pasado de enfrentarse a instituciones políticas a enfrentarse a la propiedad de la gran burguesía nacional. Han pasado de enfrentarse a los representantes políticos de la burguesía a enfrentarse a la burguesía misma. Con ello han develado el papel nefasto de los medios de comunicación como representantes del capital. Han develado los intereses de los políticos que sostienen la democracia burguesa en el Estado. Sin embargo, no han podido romper todavía con la misma democracia burguesa, ni con el mismo Estado. Un papel aliciente lo cumple ahí, junto a la derecha, la izquierda ciudadana, la izquierda del capital que impulsa y defiende abiertamente la institucionalidad de la democracia capitalista. Su “crítica” pigmea no comprende el sentido de la lucha de los trabajadores.

Tampoco ha sido total el despliegue de fuerzas contra la burguesía, sino apareció como un impacto espontáneo y parcial a los medios de producción de la burguesía. Al contrario de centrarnos en esas limitaciones, reconocemos los brincos que ha dado la clase trabajadora en estas jornadas de lucha que todavía no se terminan. Por su lado, los representantes de la burguesía han radicalizado la represión manifiesta en asesinatos a los trabajadores e incluso a adolescentes a quienes se les ha negado el derecho a vivir, y en la declaración de Estado de Emergencia en todo el Perú. Las fuerzas armadas han tomado las calles con prácticas cada vez más sangrientas, pero las luchas yacen lejos de detenerse, por el contrario, se incrementan. En adelante, pasaremos revista del inminente salto adelante de la clase trabajadora.

Las luchas del Perú tienen dos almas: un alma universal y otra particular. Ambas son una unidad inseparable. La primera responde a la crisis mundial del capitalismo. La segunda a la crisis política peruana ligada necesariamente a la primera. Es sólo a partir de esa totalidad que se puede comprender la lucha de clases en el Perú. La crisis capitalista mundial, ligada inmanentemente a las guerras interimperialistas, ha generado un incremento general de los precios y del desempleo en los ramos productivos, lo que ha ralentizado la dinámica económica en todo el mundo. Si antes de la guerra y de la pandemia, las condiciones de precariedad social de los trabajadores iban en aumento, con éstas se ha multiplicado el grado de miserabilidad social al punto de despertar luchas en todas partes del mundo. Además, grandes empresas vinculadas al proceso y venta de combustible y la banca han quebrado o entrado en crisis. La empresa importadora de gas UNIPER, la compañía bancaria italiana, Unicredit Group, la eléctrica finlandesa, FORTUM, etc. El incremento del precio del petróleo y gas genera también un efecto dominó en los precios de todos los productos. La escasez de fertilizantes se traduce en una menor producción en los sectores agrícolas. Sigue leyendo

[Perú] DE LAS DISPUTAS INTERBURGUESAS A LA LUCHA DE CLASES

Hace poco más de dos años, el 15 de noviembre del 2020, las pugnas interburguesas cerraron un ciclo. Con la destitución del gobierno de Manuel Merino que acababa de vacar a Martín Vizcarra, los representantes políticos de la burguesía en el Estado reinstauraron el orden del capital. Los mártires de este proceso, asesinados por la policía, fueron Inti Sotelo (24 años) y Jack Pintado (22 años). Francisco Sagasti tomó el poder y trajo la calma a la burguesía peruana. Al instante estallaron las luchas del proletariado de la agroexportación en las regiones de Ica y La Libertad. La CONFIEP emitió un comunicado el 30 de noviembre que decía: “la protesta debe ser pacífica y no afectar el Estado de derecho”. Sagasti cumplió su función como representante de la gran burguesía: desplegó la represión policial. Reynaldo Reyes Ulloa (28 años) fue asesinado en Virú por el suboficial, Víctor Bueno, con un disparo en la cabeza. Jorge Yener Muñoz Jiménez (20 años) fue asesinado por el suboficial superior José Hoyos Agip. También Kauner Niller Rodríguez De la Cruz (16 años) fue víctima del embate policial. El papel de Sagasti fue claro: proteger los intereses del gran capital agroexportador. Las carreteras fueron liberadas para que las mercancías circulen, los trabajadores retornaron a ser explotados en los fundos de producción. El orden del capital se impuso a sangre y fuego, la libertad de compra y venta y la acumulación de capital predominaron frente a la vida de los trabajadores y, con ello, las pugnas interburguesas continuaron.

El presente es análogo, pero se reconfigura de forma muy distinta. El cambio fundamental es la radicalización de la lucha de los trabajadores contra los representantes de la gran burguesía peruana: el Estado. Ahora los trabajadores no reconocen a este gobierno y se declaran, con justa razón, en insurgencia. Como una flama en un campo, la lucha ha incendiado cada rincón del Perú. Las carreteras de la Panamericana Sur en la Joya y en Ica han estado cerradas casi permanentemente en estos días de lucha, ello ocurrió de forma más intermitente en Majes.

El jueves 8, la localidad de Canchis, en Cusco, no reconoció al gobierno y se declaró en insurgencia popular. En Cajamarca y Cusco, las Plazas de Armas estuvieron tomadas por miles de trabajadores, situación que se viene replicando en varias regiones del país en los siguientes días. La CURROCAP (Central Única Regional de Rondas Campesinas de Puno) y CUNARC (Central Única Nacional de Rondas Campesinas) se declararon en pie de lucha. El viernes 9, Espinar pidió la disolución del Congreso y la renuncia del gobierno, al cual no reconocían; este mismo día hubo protestas en Chumbivilcas, Arequipa, Alto Siguas, Huaraz, Huánuco y Huancavelica y otras localidades. El sábado 10, Apurímac se declaró en insurgencia y convocaron a un paro para el día lunes 12. La Convención, en Cusco e Ilave, en Puno, también anunciaron un paro indefinido para el mismo día. Hoy, domingo 11, la vía nacional que conecta las regiones de Ayacucho y Andahuaylas amaneció bloqueada. También se encuentra bloqueada la carretera del distrito de Chicmo, sector de Moyabamba baja.

Por su parte, el Centro Poblado de Secocha se trasladó al distrito de Ocoña, en Arequipa, para bloquear carreteras. La FENATE (Federación Nacional de Trabajadores en la Educación del Perú) anunció un paro nacional para el 15 de diciembre. En Chanchamayo, ubicada en la Selva Central, se anunció el bloqueo del puente de Pichanaki y se convocó a 5 mil comuneros para dirigirse en marcha a Lima. En Azangaro, Puno, se sumaron licenciados de las Fuerzas Armadas a las protestas de los pobladores. En Yuramayo, Arequipa, trabajadores cerraron el túnel de Vitor. Sigue leyendo

EL ORDEN DEL CAPITAL REINA EN EL PERU: SOBRE LAS DISPUTAS INTERBURGUESAS

Al calor del incesante avance de la crisis del capitalismo, la escalada militar a nivel mundial, el acrecentamiento de la lucha de clases, el desprestigio inagotable del Estado Nación, de los políticos de turno, de partidos y palabras bonitas como libertad e igualdad, entra en ebullición el termómetro de las disputas interburguesas en el Perú.

Los contendientes: 1) el poder ejecutivo frente al 2) legislativo y al judicial. Cada lado representando diversas fracciones de la burguesía. Los primeros representan, sobre todo, a la burguesía y pequeña burguesía provincianas aun difusas, pero cada vez más pujantes que se van insertando y disputando mercados, contrataciones con el Estado, concesiones millonarias en el sector de la construcción, territorios destinados a explotación minera, etc., y, por otro lado, el control político del Estado. En el segundo ramo de los bandos, más ligados a los intereses imperialistas, se encuentra la vieja clase burguesa agremiada en la Confederación Nacional de Instituciones Empresariales Privadas (CONFIEP) que incluye, principalmente, a los sectores nacionales de la banca, minería, construcción, agroindustria y petróleo.

Estos últimos han realizado contribuciones millonarias a políticos de extrema derecha, además de recibir – a través del Estado – préstamos exorbitantes, condonación de deudas, reducción de pagos tributarios, etc. durante la pandemia. A ello se suma de forma evidente los grandes medios de comunicación como los del Grupo El Comercio, Canal N, La República, Latina Televisión, Willax, RPP, etc. Algunos, harto conocidos por recibir coimas de Vladimiro Montesinos en el gobierno dictatorial de Fujimori, y fuertes financiamientos del Estado para publicidad hasta antes del gobierno actual. Son ellos mismos los que diariamente difunden e imponen la ideología de la clase dominante actuando como guardianes de sus intereses.

Aunque estos conflictos interburgueses afectan las actividades sociales en general, no se juegan los intereses esenciales de la clase trabajadora, sino el control del Estado para asegurar las ganancias del capital. En cuanto clase burguesa, el Estado salvaguardaba sus intereses económicos, en lo político se disputan el control del poder, incluso cuando una crisis de este tipo acarree perjurios al desarrollo mismo del capital. La anatomía del ejecutivo que representaba Pedro Castillo expresaba la continuidad sosegada del modo de producción capitalista. Nunca puso en tela de juicio el desarrollo de la acumulación de capital ni la explotación de la clase trabajadora, sino que fue parte integrante de una lista cada vez más larga de intentonas candorosas de transformar la realidad por medio del Estado, de Toledo a Ollanta, de Vizcarra a Sagasti, ingenuidad tras ingenuidad. Castillo se va como llegó al poder: desorientado. Sigue leyendo

¿¡Guerra y revolución!?

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Tridni Valka

Parece que fue ayer cuando por fin salimos de la «crisis pandémica de Covid-19» (aunque algunos dicen que nunca saldremos de ella) y ya hay una nueva «crisis». Según la narrativa burguesa dominante, la guerra en Ucrania es una nueva razón para que el proletariado deje de lado la satisfacción de sus necesidades. En su lugar, debemos unirnos al frente unido con las fuerzas de «nuestra» burguesía y sacrificarnos por un «bien mayor» de «defensa de la integridad territorial de Ucrania» o su «desnazificación» – dependiendo de donde vivamos.

 Nos obligan a convertirnos en carne de cañón en la «defensa de la nación», lo que significa sufrir y morir por los intereses de uno u otro bando burgués – como está ocurriendo ahora con los proletarios «rusos» y «ucranianos». O nos obligan a hacer sacrificios en el «frente interno»: aceptar el aumento de los precios de los productos básicos que permiten nuestra supervivencia cotidiana como la alimentación, la vivienda, la salud, la energía, el transporte, etc.; aceptar el aumento de la represión y la vigilancia; aceptar la militarización del trabajo y el aumento brutal de la tasa de nuestra explotación.

 La guerra es, por supuesto, parte integrante de la propia lógica de funcionamiento del capitalismo. Es la expresión de una necesidad de las facciones rivales del Capital de conquistar mutuamente sus mercados para realizar sus beneficios. En este sentido la guerra capitalista y la paz capitalista no son más que dos caras de la misma moneda y cualquier guerra no es más que una continuación de esta competición por medios militares.

 La guerra de 2022 en Ucrania (que es más bien una nueva fase abierta de la guerra que comenzó en 2014) no es una excepción. En las últimas décadas nos arrastraron a otras guerras increíblemente sangrientas, algunas de las cuales aún continúan: en Somalia, en la antigua Yugoslavia, en Afganistán, en Irak, en la región africana de los Grandes Lagos, en la región del Cáucaso, en Siria, en Yemen…. o recientemente en Etiopía… Todos esos conflictos nacieron de la competencia entre facciones burguesas locales, pero al mismo tiempo representaron guerras territoriales por poderes entre «las grandes potencias» y en todos ellos (como siempre) fueron los proletarios los masacrados.

 A pesar de ser tan brutales como lo es la guerra que actualmente asola Ucrania, estas guerras no permitieron a la burguesía movilizar al proletariado en apoyo de los intereses capitalistas a un nivel tan global. La razón principal es que esta vez la formación de los superbloques capitalistas capaces de una confrontación global está mucho más cerca y el choque de sus intereses faccionales opuestos es mucho más obvio y directo. Por lo tanto, es fácil para los ideólogos burgueses de ambos bandos fingir que se trata de «una guerra santa» del «Bien contra el Mal». Una vez más nos empujan hacia los campos de exterminio en nombre de la paz, esta vez hacia la guerra que puede acabar con toda la vida en este planeta.

Frente a la realidad de la movilización, la militarización de nuestras vidas, la propaganda nacionalista y la horrible carnicería de proletarios, la posición comunista siempre ha sido el rechazo revolucionario derrotista de ambos campos del conflicto burgués a favor del «tercer campo», ¡el campo de la revolución comunista global! Hemos abordado esto recientemente en nuestro folleto: ¡Proletarios en Rusia y en Ucrania! En el frente de producción y en el frente militar… ¡Camaradas! así como en una segunda contribución: Manifiesto internacionalista contra la guerra capitalista y la paz en Ucrania (ambos textos se encuentran en los anexos de este boletín).

 De forma similar a la «crisis de Covid-19», nosotros como comunistas rechazamos todas las falsificaciones burguesas de la realidad, ya que todas sirven al mismo propósito de mantener a nuestra clase subyugada a los intereses de la clase dominante e impedirle la realización de sus propios intereses de clase, es decir, abolir la sociedad basada en la explotación del trabajo humano. Tanto si la narrativa que intentan imponernos se basa en la ciencia y la medicina «sagradas» oficiales (que pretenden ser objetivas e imparciales) y en las estadísticas gubernamentales, como si se basa en la ciencia «disidente y prohibida» que el «Nuevo Orden Mundial no quiere que veáis» (y que, sin embargo, de alguna manera está por todo YouTube), nuestra única respuesta a esto es reafirmar la posición de subjetividad proletaria militante, es decir, analizar siempre la realidad material basándonos en el criterio de lo que hace avanzar u obstaculiza la lucha por nuestros intereses de clase. Y desde esta posición, y en confrontación con todas las falsificaciones mencionadas, intentamos descubrir siempre la corriente proletaria en toda esta agitación.

 Al igual que la anterior «crisis de los Covid-19», también se afirma que la guerra en Ucrania es la raíz de la aparente «crisis económica» y la justificación de la escasez y/o el aumento de los precios de muchos productos básicos. En realidad, ambas crisis simplemente desenmascararon la crisis subyacente de valorización.

No existe tal cosa en este planeta como la escasez de alimentos o energía. Es la lógica del capital la que crea la «escasez», ya que la única razón por la que se producen las mercancías en el capitalismo es para venderlas con el fin de obtener beneficios. Su valor de uso como alimentos, ropa, combustible, etc. sólo tiene sentido para el Capital como medio para este fin. Por lo tanto, es lógico dejar que la comida se pudra o quemar el combustible en lugar de dárselo a aquellos que no pueden pagarlo. Por tanto, el trigo de Ucrania o Rusia no se transportará por otras rutas ni se sustituirá por trigo u otro producto comestible de otros lugares para alimentar a los proletarios hambrientos de Egipto o Líbano o Sri Lanka, a menos que se pueda hacer rentable.

En las siguientes páginas intentamos analizar los movimientos proletarios que han estado sacudiendo el mundo a pesar del Covid-19 y los cierres relacionados y la guerra en Ucrania, contra la miseria de la vida en la sociedad capitalista y en oposición a los esfuerzos de movilización interclasista del Estado. Este texto no pretende ser una cronología de estos movimientos proletarios ni una relación exhaustiva y detallada de la actividad militante y organizativa cotidiana «sobre el terreno». Hay otros militantes, con una conexión más directa con estos movimientos que la nuestra, que han asumido bien estas tareas. Nos centramos en los movimientos que, según nosotros, representan el apogeo de la militancia proletaria reciente, manteniendo al mismo tiempo la continuidad militante, reapareciendo bajo otra forma después de haber sido reprimidos por el Estado, dando nacimiento a minorías militantes o dinamizando las ya existentes y creando potencialmente el espacio para las rupturas programáticas.

 Mencionemos aquí que planeamos cubrir las acciones revolucionarias derrotistas del proletariado en el territorio de Rusia y Ucrania contra la guerra capitalista (deserciones y motines en ambos bandos, ataques a los centros de reclutamiento, sabotaje de los esfuerzos de guerra, subversión de la reciente movilización en Rusia, etc.) en un material aparte. También tenemos que mencionar aquí los disturbios de enero en Kazajstán desencadenados por los altos precios del combustible, aunque no hablamos de ello en detalle en el siguiente texto. Fue una erupción muy fuerte de ira proletaria y contenía algunos momentos insurreccionales que llevaron a la burguesía local a pedir refuerzos de Rusia y otros países de la CTSO (Organización del Tratado de Seguridad Colectiva) para aplastarla y evitar que se convirtiera en una insurrección proletaria a gran escala. Hemos publicado en nuestro blog una colección de materiales militantes de varios grupos que informan sobre el movimiento en Kazajstán.

 A veces todo tiene que cambiar para que todo siga igual…

La clase dominante mundial seguramente esperaba conseguir enmascarar la crisis estructural emergente del Capital convirtiendo una «crisis sanitaria» generalizada (enfermedades, comida basura, envenenamiento y destrucción del planeta, etc.) a través de todos los medios represivos, recuperativos e ideológicamente espectaculares en una pandemia de Covid-19, producto a su vez de la relación explotadora de la sociedad con el mundo natural derivada del modo de producción capitalista igualmente explotador (al igual que todos los demás «desastres naturales» anteriores). Seguramente también se esperaba que sirviera para tapar la caldera hirviente de la lucha de clases proletaria que estaba haciendo estragos en muchas partes del mundo en 2019. Una estrategia que al principio parecía tener más o menos éxito, pero que pronto quedó claro que la convirtió más bien en una olla a presión.

El toque de queda forzoso sirvió desde el principio de excusa a las fuerzas represivas del Estado para restablecer o confirmar y reforzar tanto su control social sobre el proletariado como su monopolio de la violencia, sórdida y vergonzosamente justificado como «protección del público» por medio de la propaganda. Llegó en diferentes formas – jactancia pública de violencia contra cualquiera que se atreviera a no respetar el toque de queda (incluyendo por ejemplo disparar y matar a niños por apoyar la manifestación callejera desde su balcón en Kenia), ejecución de ataques largamente planeados contra okupas y centros sociales en Alemania, Italia, Grecia, etc., limpieza de barrios proletarios para dejar paso a promotores inmobiliarios en Filipinas, Sudáfrica, Haití…, perfeccionamiento de los medios de espionaje electrónico (software Covid-19 Tracker utilizado por la policía para seguir a los manifestantes en Minneapolis, actualización del software de reconocimiento facial para ver a través de las máscaras). Sigue leyendo

Rusia: movilización y resistencia

Afiche de agitación solidario (Ninguna guerra excepto la de clases!)

Publicamos a continuación un posicionamiento  realizado por anarquistas de Rusia con respecto a la agitación y desobediencia contra la reciente movilización masiva de tropas de milicos y reclutamiento forzado de civiles por parte del Estado capitalista ruso. Una vez más el fantasma del derrotismo revolucionario se manifiesta en las calles de distintas ciudades rusas a través de acciones directas, deserciones y sabotajes realizadas por el proletariado a manera de insumisión, y como contundentes respuestas a la agudización de este conflicto bélico que una vez más arrastro a nuestra clase al matadero imperialista. Más allá de ciertas discrepancias terminológicas expuestas en el texto (“ciudadanos” o  “por una sociedad más participativa e igualitaria”) se resalta cualitativamente el rechazo contundente de una guerra entre todas las distintas facciones del Capital, oponiéndose a todas por igual; y que además, exhorta a una movilización internacional e internacionalista para frenar esta barbarie, dando a entender que desde hace mucho esto dejo de ser un conflicto local y que por el contrario se enmarca en la actual crisis del Capital. [Materiales]

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El 21 de septiembre, tras la contraofensiva ucraniana de principios de septiembre, Vladimir Putin anunció una «movilización parcial» de la población rusa para apoyar la invasión rusa de Ucrania iniciada en febrero de este año. El artículo de Crimethinc, escrito en colaboración con anarquistas rusos y que incorpora material traducido de nuestro sitio web avtonom.org, examina la respuesta del movimiento antiguerra en Rusia y el potencial de disturbios en la sociedad rusa en general.

A finales de marzo de 2022, escribimos que la primera fase del movimiento antiguerra ruso había llegado a su límite, reprimido en gran parte por la fuerza bruta. Suponíamos que la siguiente fase no comenzaría hasta que las sanciones económicas y la pérdida de seres queridos en la guerra hubieran hecho mella en la población. Sin embargo, en contra de lo que se esperaba, la economía rusa no se ha hundido -gracias en parte a la fidelidad de los capitalistas occidentales al petróleo ruso- y Putin ha conseguido minimizar el descontento en Moscú y San Petersburgo recurriendo a soldados procedentes principalmente de pequeñas ciudades. Sigue leyendo

Manifestaciones contra la movilización ¡Genial! – Deshacerse del capitalismo que exige nuestra sangre ¡aún mejor!

En un discurso a la nación desde Moscú el miércoles 21 de septiembre, Vladimir Putin anunció una movilización parcial de 300.000 reservistas, con vistas a lanzar una nueva ofensiva sobre Ucrania, que comenzó el 24 de febrero.

Esto significa que la guerra acaba de alcanzar un nuevo nivel superior. La movilización de la población es un asunto muy serio. Significa una situación que no se ha visto en Europa desde hace mucho tiempo, una guerra entre dos países europeos. Y ahora, habrá que hacer que la población acepte este decreto.

Medio millón de rusos (1) ya habían abandonado el país desde la invasión de Ucrania el 24 de febrero. Ahora, el fenómeno ha aumentado desde el anuncio del miércoles. Las sedes de las compañías aéreas fueron asaltadas tras el discurso de Putin. También se formaron colas en los puestos fronterizos con Georgia y Finlandia durante la noche. Naturalmente, este éxodo sólo está formado por rusos que tienen suficiente dinero para huir en primer lugar.

El reclutamiento también está a la orden del día en Ucrania. Como dijo un tal Oleksiy a un periodista de Slate, «algunos dicen que el gobierno utilizará esta aplicación [Diia, una aplicación gubernamental que centraliza digitalmente los documentos administrativos personales] para una movilización masiva, y luego para localizar a los reclutas de forma precisa e inmediata… así que no hay posibilidad de escapar del reclutamiento entonces». «(2) Desde el 24 de febrero, se impuso la primera y más dura de estas restricciones: a partir de entonces, los hombres ucranianos de entre 18 y 60 años ya no podían salir del territorio. (3) Según el plan represivo, el reclutamiento se convirtió en una nueva forma de castigo: en lugar de una multa o una pena de prisión, los que no respetaban la ley eran obligados a acudir al centro de reclutamiento. También en Rusia, el gobierno ofrece ahora a los prisioneros la libertad después de la guerra si aceptan alistarse en los batallones.

En Rusia, las manifestaciones callejeras son una nueva realidad

En toda Rusia, el anuncio de la movilización fue recibido con manifestaciones espontáneas durante todo el día en 39 ciudades, entre las que destacan Moscú, San Petersburgo y Ekaterimburgo,(4) y al menos 1.332 personas fueron detenidas el miércoles.(5) Fue una de las protestas más importantes en el país desde las que siguieron al anuncio de la ofensiva sobre Ucrania.

Los manifestantes corearon «¡No a la guerra!» y «¡No a la movilización!». En algunos servicios policiales se puso en marcha el «Plan Fortaleza» para proteger los edificios policiales. Pero las manifestaciones no han cesado, y entre el 24 de febrero y el 21 de septiembre, las detenciones han ascendido a 16.500.

A los rusos detenidos durante las manifestaciones contra la movilización parcial se les han impuesto órdenes de reclutamiento durante su detención, según el grupo de defensa de los derechos humanos OVD-Info. En Moscú, un manifestante fue informado de que se enfrentaba a diez años de prisión si se negaba. Según OVD-Info, al menos 1.310 manifestantes fueron detenidos ayer (21 de septiembre) sólo en Moscú. A pesar de la extrema dificultad de protestar bajo este régimen de terror, se han producido manifestaciones por todas partes. «Todo el mundo tiene miedo. Yo estoy a favor de la paz y no quiero tener que disparar. Pero es muy peligroso salir en este momento, si no habría habido mucha más gente», explicaba un manifestante en San Petersburgo.

Y ahora, ¿veremos una reacción de los trabajadores, y de la población en general?

La clase dirigente no se hace ilusiones. Los desertores rusos han sido rechazados por algunos países. Jan Lipavský, ministro checo de Asuntos Exteriores, declaró por la AFP: «Entiendo que los rusos huyan por las decisiones cada vez más desesperadas de Putin. Pero los que huyen porque no quieren cumplir un deber impuesto por su propio gobierno, no cumplen los criterios para obtener un visado humanitario». Actualmente, Finlandia(6) es el único Estado miembro de la UE fronterizo con Rusia que permite el paso de ciudadanos rusos, aunque tengan visados Schengen. Las clases dominantes imperialistas pueden chocar en la guerra, pero cuando se trata de reacciones contra la guerra y de rechazar convertirse en su carne de cañón, están unidas en la negativa a aceptar a aquellos que «no quieren cumplir con su deber [patriótico] impuesto por su propio gobierno».

Evidentemente, la guerra es el modo de vida de una clase dirigente en crisis. Si las poblaciones ya no marchan para ofrecer su sangre, el imperialismo entra en bancarrota. Hoy como ayer, el sacrificio de las poblaciones es el resultado inevitable de este modo de vida bárbaro. La única fuerza capaz de enfrentarse a la clase dominante es la clase obrera, empezando por la huelga de masas. Sólo a través de su lucha se pueden paralizar los brazos asesinos de los imperialismos rivales.

Por eso debemos romper nuestras cadenas para acceder a un mundo mejor, contra un capitalismo que se hunde y que hace aguas por todos lados: crisis económica, crisis sanitaria, crisis medioambiental, hambruna, inflación galopante que arrasa con nuestros salarios. Debemos apoyar decididamente el rechazo de los proletarios de ambos lados del conflicto actual a servir de carne de cañón. La única batalla que vale la pena librar es la lucha de clases anticapitalista contra el descenso de la sociedad a la barbarie.

Bilan et Perspectives, 22 de septiembre de 2022

Tradución semiautomática

Notas:

(1) Le Monde, 22 de septiembre de 2022

(2) slate.fr

(3) Los países de la UE limítrofes con Ucrania han respetado la decisión de Ucrania desde entonces.

(4) ovd-news.translate.goog

(5) 479 detenidos en San Petersburgo, 49 en Ekaterimburgo, 30 en Perm,26 en Cheliabinsk, 23 en Ufa, 18 en Krasnoyarsk, 17 en Voronej, 14 en Krasnodar, 13 à Tver, 12 en Saratov, 11 en Kaliningrado, 9 en Irkoutsk, 8 en Arkhangelsk, 6 en Novosibirsk, 4 en Ulan-Ude, etc….

(6) Esta mañana hemos sabido que Finlandia también ha cerrado sus fronteras a los reclutas rusos.

Sobre las recientes manifestaciones en Irán

Irán: Desde las manifestaciones por el pan hasta las duras protestas tras la muerte de una joven de 22 años que fue detenida, golpeada y asesinada por la policía religiosa por no llevar el velo «según las normas

El 13 de septiembre, Mahsa Amini, una joven kurda de 22 años, que estaba de vacaciones en Teherán con su familia, fue detenida frente a una estación de metro por la policía religiosa (Gasht-e Ershad) por «llevar el velo de forma inapropiada». Trasladada a un centro de detención para recibir una «lección de reeducación», dos horas después fue trasladada de urgencia al hospital de Karsa (en Teherán) en estado de coma y murió el 16 de septiembre. Por supuesto, la policía niega haberla torturado, declarando que la chica murió de un «repentino ataque al corazón»; pero «las imágenes de la chica postrada en la cama, con los ojos hinchados y negros y con manchas de sangre en los oídos» no dejan lugar a dudas sobre la severa paliza que sufrió (1).

Esto desencadenó protestas en las principales ciudades iraníes, con más de 50 muertos y miles de detenciones, empezando por el Kurdistán: Saqez (la ciudad de la familia de Mahsa), Sanandaj (la capital de la región kurda), Baneh y Marivan. El sábado 17, ya durante el funeral en Saqez, comenzaron las protestas, con un grupo de mujeres kurdas que se quitaron el velo, y luego continuaron en Sanandaj, donde la policía antidisturbios intervino con gases lacrimógenos, cañones de agua y armas cargadas con balas de goma, causando más de treinta heridos. El domingo 18, las protestas se extendieron a la Universidad de Teherán y luego a Shiraz, Mashhad, Qazvin, Garmsar, Rasht, Bukan, Karaj, Divandareh, Isfahan. Y en señal de protesta, en varias ciudades del Kurdistán iraní y de Azerbaiyán occidental, también se cerraron muchos comercios.

Irán atraviesa un periodo de grandes dificultades económicas y, como siempre ocurre en estos casos, el gobierno aumenta el control social y, por tanto, la represión, que, dado el régimen confesional establecido por la llamada «revolución islámica» de 1978, adquiere -las más odiosas imposiciones religiosas.

Ya entre noviembre de 2019 y enero de 2020, estallaron manifestaciones en todas las ciudades importantes por el aumento del 50% al 200% de los precios de los combustibles y, por tanto, de los precios de los productos de primera necesidad; comenzaron como protestas pacíficas y rápidamente se convirtieron en disturbios contra el gobierno, que, tras bloquear el acceso a internet en todo el país, respondió disparando contra los manifestantes desde las azoteas de los edificios, desde helicópteros y a corta distancia con ametralladoras (2), causando, según la CNN y la NBC, 1.500 muertos. A pesar de la carnicería, las protestas no terminaron, ni mucho menos. Siempre según la CNN y la NBC, las violentas reacciones de los manifestantes se tradujeron en la destrucción de 731 sucursales de bancos gubernamentales, incluido el banco central de Irán, nueve centros religiosos islámicos y estatuas del líder supremo Alí Jamenei, así como el ataque a hasta 50 bases militares gubernamentales (3). Sigue leyendo

[Publicación] Ya no hay vuelta atrás Nº 6: Crisis y reestructuración capitalista en la región chilena

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Transcurrido ya casi medio año desde el cambio de mando, son pocas las cosas que pueden sorprendernos acerca de la gestión del gobierno de Boric, que no difiere de la más clásica contrarrevolución, salvo quizás el poco tiempo que le tomó develarse como tal (aunque ya vamos acostumbrándonos al ritmo vertiginoso de estas constataciones). Lo que se esbozaba en época de campaña es ya hoy ideología de Estado, y es la seguridad interior, la salvaguarda del estado de derecho (que nunca ha sido otra cosa que el control represivo y aislamiento de la disidencia), la tarea que vertebra las políticas del bloque gobernante, en función siempre de las necesidades del capital.

Entregada la propuesta de nueva constitución tras un publicitado y televisado evento, con un costo de la vida bordeando lo insoportable, y la misma nula representatividad política real pre-revuelta, el actual gobierno de los tres ex-rostros de la burocracia estudiantil desmovilizadora del 2011 se parapeta y pretende encarar con espíritu juvenil estos momentos críticos, a la espera de un plebiscito poco alentador y jugándose, más que cualquier otra cosa, su imagen, intentando dar muestras de capacidad de poner mano dura y orden tanto en lo público como dentro de su propia tienda política.

En un contexto de crisis del capital generalizada, Boric, a quien le cuesta mucho disimular su ego, quiere imprimir su propio estilo para salvaguardar la situación, pero la realidad es peor que la ficción y esta vez su oportunismo político, que lo llevó en pocos años a la presidencia del país, muy posiblemente no sea suficiente. En las siguientes líneas problematizamos sobre las principales “grietas” que aparecen en el escenario actual, que determinan las políticas del gobierno mismo, y que —y esto es lo que más nos importa— precipitan las condiciones para nuevas formas de enfrentamiento social, proceso que o bien se inscribe en la marcha destructiva del actual modo de producción capitalista, o profundiza las rupturas con ésta y comienza a afirmar una nueva forma de comunidad humana.

¿El final del principio? Covid, pase sanitario y crítica radical

« Es más meritorio descubrir el misterio en la luz que en la oscuridad. »

Marie Lowitska, Maintenant, 1915

Un mundo en el que cada día, en numerosas ocasiones, es necesario escanear con un pequeño objeto a la entrada de un bar, una tienda, una biblioteca, una calle, sólo para comprobar que, según diversos criterios, tenemos derecho a entrar… Aceptado, o rechazado. Por nuestro bien, nuestro bienestar, nuestra salud, nuestra serenidad… Un mundo en el que, si el Estado vigila y controla, cada ciudadano es también un policía. Tal es el escenario de una distopía descrita por el escritor Ira Levin en 1970, La felicidad insoportable; no hay lucha de clases en el horizonte, y sin embargo… ¿Pero qué pasa con Francia a principios del nuevo siglo?

Prólogo: ¿Ciencia… ficción?

« Esto marcó la diferencia que puede haber

entre los humanos y, por ejemplo, los perros:

el control siempre fue posible. »

 Albert Camus, La Peste, 1947

 

Más allá del escáner, Ira Levin imagina una sociedad de pesadilla caracterizada por un Estado paternalista apreciado por todos, que garantiza un control social completo e informatizado, en el que cada ciudadano participa a priori voluntariamente, al igual que acepta un estricto tratamiento sanitario y químico (cada uno recibe un cóctel personalizado de tranquilizantes y antidepresivos). Un sistema informático supervisa a toda la comunidad, identifica las necesidades y orienta las trayectorias educativas y profesionales de cada individuo para optimizar la productividad y garantizar que reinen la calma y la tranquilidad. Sin embargo, un puñado de opositores están activos…

Hace cincuenta años, esta descripción habría sido un mal sueño de la mente de un autor de ciencia ficción que siempre se apresuraba a exagerar y pesimizar. En efecto, aún estamos lejos de ello…

Lo que Ira Levin imaginó, al igual que muchos autores hasta los años setenta, fue la llegada de ordenadores superpotentes (de tamaño gigantesco), pero no que la tecnología se inmiscuyera en todos los ámbitos de la vida gracias a Internet, el Wi-Fi y la inteligencia artificial (IA), ni siquiera que pudiera existir el gadget supremo que representa el Smartphone [1]. En «La felicidad insoportable», una pulsera recibe pitidos durante todo el día a través de terminales ad hoc [2].

Hoy en día, un escritor futurista de moda se desharía de este vulgar pitido y al menos describiría un sistema directamente vinculado a un implante cerebral que interactúa con nuestra conciencia. Y, si nos apetecía ir a tomar una copa a la terraza, nuestro «implante inteligente» nos recordaba que por X o Y motivo (salud, requerimiento del Ministerio de Sanidad o de nuestra mutua, decisión judicial, etc.) no podemos consumir alcohol en un bar ese día y que, para evitar cualquier problema (por ejemplo, que nuestra mesa parpadee con una desagradable luz roja), tendremos que tomar un agua con gas o volver a casa… Sigue leyendo

¡Solidaridad de clase con los proletarios y las masas palestinas oprimidas!

Los medios de comunicación llevan varios días hablando de la “escalada de violencia” entre Israel y los palestinos, poniendo al mismo nivel a los oprimidos y a los opresores. En las últimas horas, el ejército israelí ha anunciado y luego negado haber invadido la Franja de Gaza, sobre la que dispara su artillería y que sus aviones bombardean, mientras Hamás lanza salvas de misiles sobre ciudades israelíes. El número de muertos conocido hasta la fecha es de más de 100 (incluidos 27 niños) y cientos de heridos en el lado palestino, y 7 en el lado israelí (incluidos un palestino y su hija).

En las ciudades israelíes de Lod y Jaffa se produjeron enfrentamientos entre jóvenes árabes y grupos judíos de extrema derecha, y se registraron escenas similares en otras ciudades, como Tel Aviv, donde se convocaron manifestaciones contra los árabes; mientras tanto, en Jerusalén continuaron los enfrentamientos entre manifestantes árabes y la policía. Hasta el punto de obligar al primer ministro Netanyahu a advertir contra los pogromos antiárabes, por temor a que provoquen una revuelta entre los árabes israelíes. Los árabes, que representan algo más del 20% de la población total de Israel y suelen ejercer los trabajos menos remunerados, han sido los más afectados por la crisis económica que ha hecho que el desempleo se dispare, y constituyen una bomba social.

Todo comenzó con una movilización en apoyo de las familias árabes de Jerusalén Este, amenazadas con ser desalojadas de sus hogares para dejar el lugar a los colonos. Cuando las manifestaciones crecieron y provocaron enfrentamientos con la policía y los colonos, Hamás intervino: disparó misiles desde la Franja de Gaza, que controla, donde 2 millones de palestinos sobreviven miserablemente, encerrados en un auténtico campo de concentración a cielo abierto bajo el bloqueo de Israel y Egipto.

Su objetivo no es sólo ponerse a la cabeza de la movilización, sino sobre todo, con su demostración de fuerza, ser reconocido por el Estado hebreo y sus patrocinadores imperialistas como el representante legítimo de los gazaouíes con quien negociar; por eso ha lanzado varios llamamientos al alto el fuego.

Pero lo que los gobernantes israelíes necesitan es un guardián dócil y obediente, un siervo subordinado, no un igual; por eso han emprendido la tarea de “castigar” a Hamás, matando a dos líderes de su ala militar y destruyendo edificios que le pertenecen, mientras se cuidan de no golpear a la policía palestina, que es esencial para mantener el orden. Son los civiles las principales víctimas de este sangriento gangsterismo.

Los Estados árabes hace tiempo que abandonaron sus declaraciones platónicas de apoyo a los palestinos, mientras que los imperialistas han abandonado cualquier intento de frenar las acciones de Israel, pilar fundamental de la presencia imperialista occidental en la región. La nueva administración estadounidense continúa esencialmente la política de Trump (reconocimiento de la anexión de Jerusalén, apoyo inquebrantable a Israel, etc.), y los europeos se contentan con comunicados melancólicos, a veces, como en Francia, prohibiendo las manifestaciones de apoyo a los Palestinos!

Los proletarios palestinos están solos; no pueden contar ni con los islamistas de Hamás, que sueñan con vender su piel, ni con lo que queda de los nacionalistas, ya vendidos, ni con el desvanecido espejismo de los acuerdos de paz negociados internacionalmente. Pero tienen decenas y decenas de millones de hermanos de clase en la región y en el mundo que tienen el mismo enemigo: el capitalismo. Tarde o temprano entrarán en la lucha para destruir este sistema burgués y su “orden” imperialista asesino. La revolución proletaria internacional pondrá entonces fin definitivamente a todas las opresiones, a todas las injusticias, a todas las masacres del capitalismo.

La verdadera solidaridad con los palestinos, como con otras víctimas de la opresión y la explotación, la oposición a los crímenes cometidos por el Estado hebreo, no consiste únicamente en denunciar el apoyo a este Estado que mantiene su dominación sobre millones de palestinos mediante la violencia y el terror. Es también y sobre todo trabajar por la reanudación de la lucha de clase anticapitalista, con vistas a derrocar a “nuestra” burguesía y su Estado, ¡no para tratar de convencerlos de que cambien su política!

Partido Comunista Internacional (El proletario), 14/5/2021.