LUCHA DE CLASES EN EL PERÚ: DEL CAMPO A LA CIUDAD

Los barrotes que frenaban la fuerza de los trabajadores del Perú han volado por los aires. El fuego proletario se extiende a cada rincón del país e incendia los corazones indiferentes. El miedo y el desconsuelo se han transformado en un huracán de valentía. La lucha de clases llega como un trueno en la noche, cuando todos duermen asalta la tranquilidad y pone de cabeza la conciencia cotidiana de la simple vida diaria, cual rayo que no cesa, lo arrasa todo a su paso. Al compás de las luchas los trabajadores se autoclarifican, dan un salto adelante. Han pasado de enfrentarse a instituciones políticas a enfrentarse a la propiedad de la gran burguesía nacional. Han pasado de enfrentarse a los representantes políticos de la burguesía a enfrentarse a la burguesía misma. Con ello han develado el papel nefasto de los medios de comunicación como representantes del capital. Han develado los intereses de los políticos que sostienen la democracia burguesa en el Estado. Sin embargo, no han podido romper todavía con la misma democracia burguesa, ni con el mismo Estado. Un papel aliciente lo cumple ahí, junto a la derecha, la izquierda ciudadana, la izquierda del capital que impulsa y defiende abiertamente la institucionalidad de la democracia capitalista. Su “crítica” pigmea no comprende el sentido de la lucha de los trabajadores.

Tampoco ha sido total el despliegue de fuerzas contra la burguesía, sino apareció como un impacto espontáneo y parcial a los medios de producción de la burguesía. Al contrario de centrarnos en esas limitaciones, reconocemos los brincos que ha dado la clase trabajadora en estas jornadas de lucha que todavía no se terminan. Por su lado, los representantes de la burguesía han radicalizado la represión manifiesta en asesinatos a los trabajadores e incluso a adolescentes a quienes se les ha negado el derecho a vivir, y en la declaración de Estado de Emergencia en todo el Perú. Las fuerzas armadas han tomado las calles con prácticas cada vez más sangrientas, pero las luchas yacen lejos de detenerse, por el contrario, se incrementan. En adelante, pasaremos revista del inminente salto adelante de la clase trabajadora.

Las luchas del Perú tienen dos almas: un alma universal y otra particular. Ambas son una unidad inseparable. La primera responde a la crisis mundial del capitalismo. La segunda a la crisis política peruana ligada necesariamente a la primera. Es sólo a partir de esa totalidad que se puede comprender la lucha de clases en el Perú. La crisis capitalista mundial, ligada inmanentemente a las guerras interimperialistas, ha generado un incremento general de los precios y del desempleo en los ramos productivos, lo que ha ralentizado la dinámica económica en todo el mundo. Si antes de la guerra y de la pandemia, las condiciones de precariedad social de los trabajadores iban en aumento, con éstas se ha multiplicado el grado de miserabilidad social al punto de despertar luchas en todas partes del mundo. Además, grandes empresas vinculadas al proceso y venta de combustible y la banca han quebrado o entrado en crisis. La empresa importadora de gas UNIPER, la compañía bancaria italiana, Unicredit Group, la eléctrica finlandesa, FORTUM, etc. El incremento del precio del petróleo y gas genera también un efecto dominó en los precios de todos los productos. La escasez de fertilizantes se traduce en una menor producción en los sectores agrícolas.

Las luchas no tardaron, se desplegaron entre marzo y abril. El 14 de marzo en Madrid, Barcelona, Asturias y País Vasco los transportistas tomaron carreteras por el incremento del precio de combustible. El 15 de marzo miles de trabajadores de Sri Lanka protestaron por el aumento de los precios asediando el palacio presidencial de Gotabaya Rajapaksa. En Irak y Sudán se levantaron contra sus gobiernos por el aumento del pan, transporte, gasolina y electricidad. El 17 de marzo miles fueron dispersados en Jartum por la policía antidisturbios cargando en sus hombros una tasa de inflación récord del 269.33%. En Perú la lucha se desarrolló entre el 28 de marzo y el 7 de abril. El centro de la protesta fue la región de Junín. Las luchas cobraron más fuerza entre junio y julio. El 9 de junio se llevó a cabo una huelga de 12 mil estibadores alemanes. El lunes 13 de junio, el escenario fue Ecuador. El jueves 16 de junio se desarrolló una huelga general del sector público en Túnez. El jueves 23 de junio, el sindicato de servicios de Alemania realizó una huelga en los puertos de Hamburgo, Emden, Bremerhaven, Bremen, Brake y Wilhelmshaven. El lunes 20 de junio, 70 mil trabajadores en Bruselas protestas contra el incremento del costo de vida. El martes 21 de junio, 50mil trabajadores ferroviarios en Inglaterra iniciaron una huelga por 3 días. El 9 de julio miles de trabajadores tomaron la casa presidencial en Sri Lanka. En octubre los trabajadores reimpulsaron las luchas. El 16 de octubre cientos de manifestantes en Verona, norte de Italia, protestaron contra la subida de precios y la guerra y lo mismo ocurrió en Roma. El mismo día, en Leipzig poco más de 1000 trabajadores protestaron por los precios de alimentos y energía. El 16 de octubre también miles de manifestantes del sector energético protestaban en Francia por aumento de salario. Pero fue el 18 de octubre cuando se realizó una huelga general en Francia que contó con casi 300 mil trabajadores. También se llevó a cabo una huelga general en Grecia el día 9 de noviembre.

En Perú llevábamos un incremento de las luchas, principalmente de paros de transportistas y agricultores. Sin embargo, fue el 7 de diciembre que se quebraron los diques políticos que impulsaron un río de luchas imparables. Lo que inició como un proceso de pugnas interburguesas se transformó en un escenario abierto de lucha de clases. Mientras que el día domingo 11 fue uno de los días de mayor represión, el lunes 12 y martes 13 se vivieron los momentos más elevados de esta lucha. El día de hoy, 15 de diciembre, se incrementa la represión con la intervención abierta del Ejército especialmente en la ciudad de Ayacucho, donde al momento de la redacción de este artículo se contabilizan 3 muertos en un solo día. La crisis política, que tiene como eslabones la corrupción en todos los poderes del Estado ha sido una constante en el caso peruano; no obstante, el parasitismo de la burocracia estatal como representación de las diversas fracciones burguesas han succionado recursos estatales de forma más escandalosa y progresiva en los últimos cuarenta años. Los operadores políticos del Estado han rematado de forma sistemática la propiedad estatal y los recursos naturales, especialmente mineros, y desarrollado la dominación financiera en el Perú. Los trabajadores sobreviven para pagar deudas.

El día 11 ya se reportaban 6 muertos en todo el Perú. Al día siguiente, subieron a 7 fallecidos. 6 de estos eran de la valerosa región de Apurimac, 5 fueron asesinados con proyectiles directos de la policía. De los 7, 5 eran menores de 20 años, dato cruel y develador de la naturaleza abominable de los poderes fácticos. Fueron los hijos de la clase trabajadora quienes recibieron el mayor impacto de la represión. Se han viralizado videos de ataques con armas de largo alcance, ciudadanos han reportado la presencia de francotiradores. Así, no es, pues, que los órganos represivos hayan tenido como último recurso el uso directo de armamentos letales, sino que, como en las dictaduras, era parte de un plan contrainsurgente premeditado.

La respuesta de los trabajadores no se dejó esperar. El día martes 13 se pasó del ataque a instituciones burguesas a la propiedad burguesa. Trabajadores del Alto Siguar, en Arequipa tomaron e incendiaron la fábrica de la empresa del rubro de lácteos más grande del Perú: Gloria; quien denunció que se quemaron varios camiones y se tomaron las instalaciones. Asimismo, se tomó el aeropuerto de Andahuylas, en Apurimac, y parte del de Arequipa; hubo intentos de tomar los aeropuertos de Lima y de Cusco. Por su parte, en Huancavelica – la región más pobre del Perú – alrededor de 600 manifestantes intentaron tomar la planta de energía eléctrica de Friaspata, como parte de su protesta en favor del cierre del Congreso y del pedido de adelanto de elecciones; además, se atacó la sede del Poder Judicial. También se reportaron incendios en la hidroeléctrica del Mantaro, en Junin. De sur a norte, fue creciendo la indignación de los trabajadores.

En Uripa, localidad de Apurimac, los trabajadores tomaron de rehén al suboficial Fernando Mogollón en respuesta a las decenas de manifestantes detenidos y a la insistencia de Dina Boluarte de usurpar el poder que les pertenece a los trabajadores. En la misma región, pero esta vez en Chincheros, se quemó el Ministerio Público. Todo ello ocurría con el incremento de la represión policial; las evidencias se encuentran en los pronunciamientos de diversos centros de atención médica que publicaban las noticias de los muertos y decenas de heridos.

El 13 de diciembre, amaneció con muchas carreteras bloqueadas en todo el Perú, en Tacna se bloqueó el Óvalo de Tarapacá, zona estratégica que conecta el aeropuerto con la ciudad, se realizó la vigilia de agricultores desde muy temprano. En Huancavelica ardía las instalaciones del Ministerio Público en el distrito de Angaraes – Lircay y la Dirección Regional de Transportes de Huancavelica. El puente de Cunyac que está entre Apurimac y Cusco también apareció bloqueada alrededor de las 11 am, mientras numerosas comunidades campesinas aumentaban su organización en todo el Perú. Desde Cangallo-Ayacucho se volvía a dar aliento a la protesta general. En Cusco se tomó la planta de bombeo de gas de Camisea en Kepashiato, La Convención; se quemaron también los peajes de Sicuani y Cusipata; mientras que en Chumbivilcas se declaraba que se tomaría el corredor minero de las Bambas, una de las empresas mineras más grandes del Perú. Trabajadores de Chamaca advertían que quemarían la empresa minera Hudbay.

En Arequipa se quemó el Ministerio Público del Pedregal en Camaná; manifestantes de este mismo lugar llegaban hasta el peaje de Camaná para quemar las cabinas; en Majes el Estado optaba por sacar tanques; sin lograr contener la furia de los manifestantes, quienes incendiaron el Poder Judicial de este distrito. La planta lechera de la empresa Laive, ubicada en el distrito de Majes, provincia de Caylloma – Arequipa, fue saqueada e incendiada este martes. Según informaron los trabajadores de la empresa Laive, el ataque fue al promediar las 3.30 pm. Una vez dentro, quemaron parte de la infraestructura. Otros ingresaban a una sede de la gran empresa transnacional de Coca Cola, y se llevaron paquetes de gaseosas. También en Majes, la empresa agroindustrial Danper fue incendida y saqueada.

Este martes, 13 de diciembre, un grupo de manifestantes atacó una sede del Banco de Crédito de Perú (BCP) y la sucursal de la empresa Claro. En la región de Madre de Dios incendiaron puestos de control de la base Palmeras de la SUNAT, en Mazuko; mientras en Apurimac se tomaba y quemaba la corte de justicia ubicada en Abancay. En la sierra y selva centrales se vio el aumento de la organización, en Huancayo y Cerro de Pasco crecía la convocatoria para las manifestaciones y se presenciaba el bloqueo de carreteras; en la amazonia de la región Junín, se observaba la organización del así llamado Ejército Asháninka, quienes se enrumbarían el 14 de diciembre en camiones hasta la ciudad de Lima, con flechas, lanzas y arcos se disponían a intervenir en la lucha de todos los trabajadores. En Lima, los trabajadores de construcción civil se sumaban a las luchas. Hasta el día de hoy, 15 de diciembre, más de una decena de comisaría fueron incendiadas en todo el Perú. Por su parte, estudiantes de todo el país se unieron a la lucha, presenciándose tomas de universidades en lugares como Cajamarca, Lima e Ica; así como la adhesión progresiva de los universitarios a las protestas, resalta la masiva marcha de estudiantes en el Cusco y el llamado de los estudiantes de Huancayo a unirse a las luchas.

La injusticia y la pobreza a la que ha condenado la burguesía a la clase trabajadora se evidencia en el caso de Wilfredo Lizarme, joven estudiante a quien le cayó un proyectil de la PNP mientras caminaba en el cerro Huayhuaca; su madre, además de su profundo dolor y el pedido de justicia, afirmaba – mediante medios alternativos – no tener dinero para comprar el ataúd de su hijo. En todas partes se desataba una ola de solidaridad de clase que contribuía apaliar las carencias cada vez más visibles; ollas comunes y donación de alimentos evidenciaba que la clase proletaria es la única llamada a construir un futuro para todos.

En los últimos días, se vio con claridad la indignación general contra los grandes medios de comunicación en Lima, quienes resaltaban por criminalizar las justas luchas de los trabajadores con fórmulas fujimontesinistas desgastadas como el llamarlos “terroristas”. Así, ocurrieron ataques contra las instalaciones de América TV, Canal N, Panamericana e incluso de medios radiales. En el canal televisivo Willax, un periodista reaccionario llamaba a disparar directamente a los manifestantes; mientras todos los grandes medios repetían al unísono la necesidad del aumento de la represión. La captura de estudiantes y trabajadores fue de forma aleatoria; diversos videos divulgados por las redes sociales muestran el actuar sistemático y violento de los policías, muchos de ellos camuflados de civiles entre los manifestantes. Además, se vio la destrucción de ollas comunes que preparaban generalmente mujeres para colaborar con el ciclo de luchas.

Mientras todo ello ocurría, la autodenominada presidenta y su flamante grupo de ministros hacían gala de su incomprensión de la demanda general; posando sonrientes ante las cámaras de los medios de comunicación. Indolentes ante la clase explotada, cínicos operadores de la corrupción, llamaban a una calma que existía sólo en sus claustros burocráticos. Consecuentes con los mandados de la gran burguesía peruana, expuesto en el comunicado de la CONFIEP, desconocían la validez de la lucha de los trabajadores afirmando que impondrían el “orden”, que todos sabíamos que era sinónimo de represión y abuso policial. En el Congreso, espacio de desfachatados personajes aumentaba el insulto a la inteligencia de la población recurriendo al amedrantamiento y a la criminalización de los trabajadores en lucha. En una ola de contradicciones y disparates, esta masa de seres inefables recalcaba su inutilidad a las verdaderas demandas de los proletarios.

Helicópteros bombardeando los campos en la sierra sur del Perú, francotiradores dispersados en cerros y edificios, policías disfrazados de civiles sembradores del caos, mercenarios de los grandes medios de comunicación, inescrupulosos uniformados que atacan a mujeres, niños y ancianos, así se agrupan los defensores del orden burgués en el Perú; así despliegan su falso talante “democrático” y “pacífico”, así pretenden enfrentarse a un huracán incontenible. La represión no pudo nunca contra la lucha de clases; nadie puede contra ella, de la ciudad al campo caminan en todas las regiones los que con su trabajo construyen el mundo. A ellos, que dan vida a lo que mata día a día el capital; a ellos que imponen el coraje a la adversidad; a ellos que sin tener nada lo dan todo por la nueva sociedad: sin explotados ni explotadores. A ellos les debemos todo. Con ellos todo, sin ellos nada.

¡Todo el poder a la clase trabajadora!

Editorial Ande

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