[Libro] El MIL, Una historia política – Sergi Rosés Cordovilla

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El MIL-GAC representa, con todo, una de las experiencias más importantes dentro del panorama revolucionario español. Telesforo Tajuelo, uno de los pocos historiadores en tratar este fenómeno, mayoritariamente tratado por periodistas y casi el único en analizarlo políticamente, señaló que «el MIL ha sido el grupo más radical del movimiento obrero español después de la guerra civil». Sin necesidad de una afirmación tan categórica, sí es cierto que representó una de las contadas formaciones auténticamente revolucionarias del panorama político del momento. Decimos «auténticamente revolucionarias» porque su objetivo no fue nunca derribar al franquismo y conseguir un régimen democrático, sino enlazando de lleno con la tradición marxista revolucionaria, luchar directamente contra el estado burgués, contra el capital, por objetivos de clase que, mediante la auto-organización, acabaran con el trabajo asalariado y la división de la sociedad en clases: en definitiva, la autoemancipación del proletariado. Reconocer que ésta fue su lucha y librarla de todas las mistificaciones que ha sufrido servirá para restaurar la verdad histórica que muestra, por un lado, que los integrantes del MIL no fueron ni «alocados» ni «pobres chicos» sino revolucionarios anticapitalistas y, por otro, que dado que su lucha no fue antifranquista sino anticapitalista, las tareas por las que se batieron siguen inconclusas.

Lip y la contrarrevolución autogestionaria

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Lip et la contre-révolution auto-gestionnaire

Négation N°3 (marzo de 1974)

Traducción del inglés: Non Lavoro

Biblioteca de Cuadernos de Negación

Lip fue una fábrica de relojes de Paris. En 1973 mil trabajadores ocuparon la fábrica ante la amenaza de cierre y durante 3000 días continuaron la producción bajo control obrero, hasta conseguir un acuerdo final que salvó los puestos de trabajo.

En la introducción, los autores de la revista Négation señalan: «se nos hizo cada vez más evidente que «Lip» representaba no solo una lucha en la que no reconocíamos ninguna de nuestras aspiraciones para una sociedad humana, sino que  se trataba simultáneamente de una expresión particular del movimiento capitalista contemporáneo y de una especie de anticipación de la conformación de nuestro enemigo: la contrarrevolución capitalista. No es sorpresa, entonces, que el texto resulte denso, pues fue necesario introducir la crítica del conflicto de Lip con un largo análisis del movimiento obrero y el movimiento capitalista, aunque necesariamente resumido. Y tampoco es sorpresa que fuese más allá de una simple crítica para embarcarse luego en un análisis de la contrarrevolución autogestionaria.»

LIP Y LA CONTRARREVOLUCIÓN AUTOGESTIONARIA

  • Introducción de Négation
  • Epílogo de los traductores al inglés
  • I. El movimiento obrero y su declive
  1. La expropiación de los expropiadores
  2. Trabajo muerto
  3. Capital variable y los sindicatos
  4. La CGT y la desvalorización
  5. El CFDT y la autogestión
  • II. El caso LIP
  1. LIP, una fábrica durante la época de la dominación real del capital
  2. El movimiento obrero en LIP
  3. La cuestión sindical
  • III. Crisis y autogestión
  1. La comunidad de trabajadores y la comunidad humana
  2. La contrarrevolución autogestionada

Chile: El fin de la UP y la reemergencia del proletariado

La Unidad Popular y el golpe de septiembre de 1973

Pocos días antes del “golpe” de setiembre de 1973 los Cordones Industriales, dirigían una carta a Allende en la que se le decía que de continuar la línea política aplicada hasta el momento, “será responsable de llevar al país, no a una guerra civil que ya está en pleno desarrollo, sino a la masacre fría, planificada de la clase obrera” (1).

Sin más, eso fue lo que sucedió en 1973. No fue una guerra de clases la que hubo luego de septiembre, sino la masacre de un proletariado desorganizado, desarmado, desorientado. La guerra de clases, la burguesía ya la había ganado. En efecto lo decisivo en la guerra, había sido aquella desorganización, y no la ejecución de los desarmados que –como luego de septiembre de 1973- es siempre una consecuencia inevitable.

El reparto del trabajo entre los distintos componentes del Estado burgués (Democracia Cristiana, Unidad Popular, Ejército…) había sido perfecto, salvo casos marginales, no hubo ataque frontal y organizado contra el Estado del capital.

Sin embargo, la Unidad Popular (2) había cumplido su función histórica, había sido decisiva en la preparación de la masacre, pero lamentablemente para ella, el proletariado lo había sentido, intuido y en algunos casos comprendido explícitamente. El hecho de que se le gritase abiertamente al “compañero Allende” que su política preparaba el camino, no para la guerra civil, sino para la masacre planificada de la clase obrera, indicaba al mismo tiempo que la hora había llegado para los de la Unidad Popular: su juego había quedado al descubierto.

Para realizar la masacre, el capital prefirió a los pinochetistas, lo que permitiría enviar las otras fracciones políticas de la burguesía e intentar una cura de credibilización en la oposición. Sigue leyendo

A 40 años del golpe: Desmitificar nuestra historia, romper con toda idolatría y continuar la lucha revolucionaria por fuera y en contra de la institucionalidad capitalista.

Pinochet fue designado comandante en jefe del Ejército de Chile el 23 de agosto de 1973 por el socialdemocrata antifascista Salvador Allende.

“En cambio, las revoluciones proletarias (…) se critican constantemente a sí mismas, se interrumpen continuamente en su propia marcha, vuelven sobre lo que parecía terminado, para comenzarlo de nuevo, se burlan concienzuda y cruelmente de las indecisiones, de los lados flojos y de la mezquindad de sus primeros intentos, parece que sólo derriban a su adversario para que éste saque de la tierra nuevas fuerzas y vuelva a levantarse más gigantesco frente a ellas, retroceden constantemente aterradas ante la vaga enormidad de sus propios fines, hasta que se crea una situación que no permite volverse atrás y las circunstancias mismas gritan: ¡Hic Rhodus, hic salta!

¡Aquí está la rosa, baila aquí!” (K. Marx, El 18 Brumario de Luis Bonaparte, 1852)

La clase que lucha, que está sometida, es el sujeto mismo del conocimiento histórico. En Marx aparece como la última que ha sido esclavizada, como la clase vengadora que lleva hasta el final la obra de liberación en nombre de generaciones vencidas. Esta consciencia (…) le ha resultado desde siempre chabacana a la socialdemocracia (…). Se ha complacido en cambio en asignar a la clase obrera el papel de redentora de generaciones futuras. Con ello ha cortado los nervios de su fuerza mejor. La clase desaprendió en esta escuela tanto el odio como la voluntad de sacrificio. Puesto que ambos se alimentan de la imagen de los antecesores esclavizados y no del ideal de los descendientes liberados.” (W. Benjamin, Tesis de filosofía de la historia, 1940)

“Y si queremos en la próxima revolución dejar las puertas abiertas a la reacción (…), no tenemos más que confiar nuestros asuntos a un gobierno representativo, a un ministerio armado de todos los poderes que hoy posee. La dictadura reaccionaria, roja en un principio, palideciendo a medida que se siente más fuerte sobre su asiento, no se hará esperar, porque tendrá a su disposición todos los instrumentos de dominación y los pondrá inmediatamente a su servicio”. (P. Kropotkin, El gobierno representativo, 1880)

No podemos, como explotadas/os que aspiramos a dejar de ser tales, relegar nuestra historia a la mera cronología de sucesos aparentemente aislados, a la mitificación nostálgica del pasado, a la recuperación ideológica que pretenden perpetrar las decenas de versiones (de izquierda y derecha) en que se presenta el “partido del orden”[1]. Nuestra mirada de las distintas experiencias que a través de los años han cuestionado el orden social impuesto, a partir de las cuales se ha llegado a comprender la necesidad ineludible del derribamiento revolucionario de las relaciones e instituciones capitalistas, responsables del mantenimiento de las condiciones de miseria general, debe posicionarse en ruptura con todos esos intentos de deformación histórica, si es que sinceramente deseamos extraer del pasado lecciones útiles para encarar el presente. Esto, por cierto, no significa clamar por una revisión “objetiva” de los procesos históricos. Tal pretensión academicista requeriría situarse en una posición neutral que simplemente no existe. Por el contrario, aspiramos a un examen crítico de la historia que sea capaz de comprender las verdaderas potencialidades que encarnaban ciertos fenómenos y experiencias, a la vez que intenta vislumbrar sus errores y límites, sin dejar de lado el contexto social-histórico dentro del que surgen. Y, ante todo, no buscamos las respuestas a las derrotas de nuestra clase en los “errores” en que las camarillas políticas, arrogándose la representación del “pueblo”, hayan podido incurrir, sino precisamente en aquellas/os en cuyo nombre se pretendía actuar. Es en este sentido que rescatamos la herencia rebelde de aquella experiencia subversiva que agitó las frías aguas de la sociedad capitalista chilena durante los años 60 y 70, obligando a la reacción a utilizar sus recursos más sanguinarios para ponerle freno -como parte de la reacción mundial frente a la gran oleada revolucionaria que sacudió a todo el mundo durante aquel periodo-, mediante el golpe militar y la represión más dura ejercida por los aparatos de seguridad de la dictadura. Lo importante, en cualquier caso, es comprender que tal derrota se vio inmensamente favorecida por la desactivación de las experiencias radicales llevada a cabo por la social-democracia durante los años previos, proceso que compromete a prácticamente todo el aparataje político que se hacía llamar revolucionario, participando directamente en el estado burgués, o actuando como su ala izquierdista “crítica”. Sigue leyendo

Extraña derrota: La revolución chilena, 1973 – PointBlank!

PointBlank! fue un agrupamiento revolucionario de inspiración situacionista y consejista que existió en Estados Unidos durante los años 70. El documento reproducido más abajo, cuya traducción realizada por Columna Negra hemos levemente modificado en esta edición, constata vehementemente algunas lúcidas posiciones frente al proceso revolucionario experimentado bajo el gobierno de la social-demócrata Unidad Popular y el posterior golpe militar. Además del valor que tiene en sí mismo, como evidencia de las coetáneas críticas revolucionarias a la actividad reaccionaria del reformismo representado por la UP y su ala izquierdista, el contenido defendido  en las siguientes líneas refleja en general la necesidad vital del proletariado de realizar sus luchas autónomamente hasta alcanzar su real emancipación, por tanto lo certero de su críticas y sus posiciones no dejan de estar vigentes. No obstante, este no es un documento historiográfico, y fue realizado en fechas inmediatamente posteriores al golpe, por compañeros geográficamente lejanos. Por lo mismo, pueden existir unas cuantas inconsistencias históricas, las que esperamos sepan ser criticadas y comprendidas en su contexto. El documento original en inglés puede ser descargado desde el sitio libcom.org.

***

I

En la arena espectacular de los acontecimientos reconocidos como “noticias”, el funeral de la social-democracia en Chile ha sido orquestado como un gran drama por aquellos que entienden el ascenso y caída de los gobiernos de forma más intuitiva: otros especialistas del poder. Las últimas escenas en el guión chileno han sido escritas en varios campos políticos de acuerdo con los requerimientos de ideologías particulares. Algunos han venido a enterrar a Allende, otros a alabarlo. Aún otros claman un reconocimiento ex post facto de sus errores. Cualesquiera sean los sentimientos expresados, estos obituarios han sido escritos con mucha antelación. Los organizadores de la “opinión pública” sólo pueden reaccionar reflexivamente y con una distorsión característica de los propios acontecimientos.

En tanto los respectivos bloques de la opinión mundial “escogen su lado”, la tragedia chilena es reproducida como farsa a una escala internacional; la lucha de clases en Chile es disimulada como un seudo-conflicto entre ideologías rivales. En las discusiones ideológicas nada será oído de aquellos/as para los/as que el “socialismo” del régimen de Allende estaba supuestamente dirigido: los/as trabajadores/as y campesinos/as. Su silencio ha sido asegurado no sólo por quienes los ametrallaron en sus fábricas, campos y casas, sino también por quienes pretendieron (y continúan pretendiendo) representar sus “intereses”. Pese a mil falsificaciones, las fuerzas que estuvieron involucradas en el “experimento chileno” todavía no se han agotado. Su contenido real será establecido sólo cuando las formas de su interpretación hayan sido desmitificadas.

Por encima de todo, Chile ha fascinado a la llamada Izquierda en cada país. Y documentando las atrocidades de la presente junta, cada partido y secta intenta conciliar las estupideces de sus análisis previos. Desde los burócratas-en-el-poder en Moscú, Pekín y La Habana, a los burócratas-en-el-exilio de los movimientos trotskistas, un coro litúrgico de pretendientes izquierdistas ofrecen sus evaluaciones post-mortem de Chile, con conclusiones tan previsibles como su retórica. Las diferencias entre ellos sólo son de matiz jerárquico; comparten una terminología leninista que expresa 50 años de contrarrevolución a lo largo del mundo.

Los partidos estalinistas de Occidente y los estados “socialistas” ven, con justa razón, la derrota de Allende como su propia derrota: él era uno de los suyos –un hombre de Estado. Con la falsa lógica que constituye un mecanismo esencial de su poder, aquellos que saben mucho sobre el Estado y (derrota de) la Revolución condenan el derrocamiento de un régimen burgués, constitucional. Por su parte, los impostores “izquierdistas” del trotskismo y maoísmo sólo pueden lamentar la ausencia de un “partido de vanguardia” –el deus ex machina del bolchevismo senil- en Chile. Aquellos quienes han heredado la derrota de la revolución en Kronstadt y Shangai saben de lo que hablan: el proyecto leninista requiere la imposición absoluta de una deformada “conciencia de clase” (la conciencia de una burocrática clase dominante) sobre quienes en sus designios son sólo “las masas”.

Las dimensiones de la “revolución chilena” se encuentran fuera de los límites de cualquier doctrina particular. Mientras los “anti-imperialistas” del mundo denuncian –desde una segura distancia – los espantajos muy convenientes de la CIA, las razones reales de la derrota del proletariado chileno deben ser buscadas en otra parte. Allende, el mártir, fue el mismo Allende que desarmó las milicias obreras de Santiago y Valparaíso en las semanas previas al golpe y las dejó indefensas ante los militares, cuyos oficiales ya estaban en su gabinete. Estas acciones no pueden simplemente ser explicadas como “colaboración de clase” o una “traición”. Las condiciones para la extraña derrota de la Unidad Popular fueron preparadas con mucha antelación. Las contradicciones sociales que emergieron en las calles y campos de Chile durante agosto y septiembre no fueron simplemente divisiones entre “Izquierda” y “Derecha”, sino que involucraban una contradicción entre el proletariado chileno y los políticos de todos los partidos, incluyendo aquellos que posaban como los más “revolucionarios”. En un país “subdesarrollado”, una lucha de clases altamente desarrollada había surgido, amenazando las posiciones de todos aquellos que deseaban mantener el subdesarrollo, tanto económicamente a través de la dominación imperialista continuada, como políticamente a través del retardo de un auténtico poder proletario en Chile.

II

En todas partes, la expansión del capital crea su aparente oposición en la forma de movimientos nacionalistas que persiguen apropiarse de los medios de producción “en nombre” de los/as explotados/as y, de este modo, apropiarse del poder social y político para sí mismos. La extracción imperialista de plusvalor tiene sus consecuencias sociales y políticas no sólo en la pobreza forzada de las personas que deben convertirse en sus trabajadores/as, sino también en el rol secundario asignado a la burguesía local, que es incapaz de establecer su hegemonía completa sobre la sociedad. Es precisamente este vacío el que los movimientos de «liberación nacional» buscan ocupar, asumiendo así el rol dirigencial no cumplido por la burguesía dependiente. Este proceso  ha tomado muchas formas –desde la xenofobia religiosa de Gadafi a la religión burocrática de Mao-, pero en cada instancia las órdenes de marcha del “anti-imperialismo” son las mismas, y quienes las dan están en idénticas posiciones de mando.

La distorsión imperialista de la economía chilena proveyó una apertura para un movimiento popular que pretendía establecer una base de capital nacional. No obstante, el estatus económico relativamente avanzado de chile, impidió el tipo de desarrollo burocrático que ha llegado al poder por la fuerza de las armas en otras áreas del “Tercer Mundo” (un término que ha sido usado para conciliar las reales divisiones de clase en esos países). El hecho de que la “progresista” Unidad Popular fuese capaz de lograr una victoria electoral como una coalición reformista, fue un reflejo de la peculiar estructura social en Chile, que era en muchos aspectos similar a aquella de los países capitalistas avanzados. Al mismo tiempo, la industrialización capitalista creó las condiciones para  la posible superación de esta alternativa burocrática en la forma de un proletariado rural y urbano, que emergió como la clase más importante y con aspiraciones revolucionarias. En Chile, demócrata-cristianos y social-demócratas debían ser los adversarios de cualquier solución radical a los problemas existentes. Sigue leyendo

[Libro] CHILE: LOS GORILAS ESTABAN ENTRE NOSOTROS – HELIOS PRIETO

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Editorial Viejo Topo.
Santiago de Chile, octubre 2014.

Pese a haber transcurrido casi medio siglo desde la “vía chilena al socialismo” y su fracaso, esos acontecimientos siguen siendo en su mayor parte indescifrables para el sentido común. Este libro ofrece una explicación plausible y a la vez un testimonio desgarrador de uno de los episodios más trágicos del movimiento revolucionario del siglo veinte. En este libro, escrito pocas semanas después del golpe de 1973, Helios Prieto (Rosario, 1936–2009) hizo una crítica sin concesiones a las ilusiones reformistas dominantes en ese tiempo. Con ello se anticipó por mucho a un tipo de contestación radical que en Latinoamérica recién en años recientes empezó a ser expresada por una generación de luchadores que entonces ni habían nacido.

«…Lo que distingue al texto de Prieto de los demás es el modo en que emplea la crítica: no la usa para sugerir un cambio de rumbo que de cualquier forma los sectores gobernantes no podían adoptar sin traicionar a sus propios intereses de clase. Tampoco quiere ofrecer un punto de vista “objetivo” elaborada al margen de las tensiones que desgarraban la convivencia entre grupos antagónicos. La cualidad que distingue a Helios Prieto de los otros comentaristas de la época, es que tanto la forma como el contenido de su texto reflejan pasión combativa qué está ausente en los análisis más bien “fríos” sobre la economía política allendista. Desde la primera a la última línea, Prieto examina el período de la UP con una ironía punzante y bien argumentada, aportando no sólo una poderosa clarificación de lo que significó dicho proceso, sino también la textura y el sabor de una experiencia vivida en primera persona.»

«…Parecía que Chile había tenido dos ejércitos: uno hasta 1970 y otro de allí en adelante. Sin embrago el gobierno de Allende, cumpliendo escrupulosamente con el Estatuto de Garantías Constitucionales que suscribió con sus aliados demócratas cristianos en el Congreso Nacional en octubre de 1970, no efectuó ningún movimiento importante de jefes ni en las FFAA ni en Carabineros y pese a que proclamó la disolución del odiado “Grupo Móvil” (cuerpo especializado en la represión callejera) se limitó a cambiarle el nombre, llamándole de allí en adelante “Grupo Especial”. El aparato de represión siguió intacto y son los generales “allendistas” los que hoy masacran el pueblo chileno.»

«…Esta es una crónica de los hechos más importantes de la lucha de clases en los meses anteriores al derrocamiento de Allende que trata de explicar las causas directas de su caída y el salvajismo de la Junta Militar. Las causas de fondo se encuentran en el “modelo de transición al socialismo” que eligieron los reformistas chilenos y en la política económica que aplicaron en los dos primeros años de gobierno.»

«…Las fuerzas que trabajan para el capitalismo en el seno de la clase obrera cobijadas bajo la bandera el “comunismo” son muy poderosas: hoy los partidos comunista reformistas tratan de convencer en la mayor parte del mundo a las masas para que repitan todos lo errores que se cometieron en Chile.»

Manifiesto contra la película «Salvador», sobre Salvador Puig Antich

Voces de gente próxima a Salvador Puig Antich y de otras personas que conocen bastante bien la historia se han levantado contra esta película que entienden como una grave injuria a la persona de Salvador Puig y Antich. Por eso también han impulsado este manifiesto que os invitamos a difundir.

Nosotros, testigos directos de la época en que trata la película «Salvador», ex-miembros del MIL, OLLA y GARI, ante la indignidad que representa para todos y todas nosotros la exhibición del mencionado film manifestamos:

Que ésta no es la historia política de Salvador Puig Antich ni la de sus compañeros de lucha, porque esconde deliberadamente la historia de subversión revolucionaria contra el capitalismo, sin la cual, la vida y la muerte de Salvador no tienen ningún sentido.

Denunciamos esta película como un nuevo producto desinformador y falsificador de la realidad en la que Puig Antich es mitificado como un luchador por las libertades democráticas, basada en la novela Cuenta Atrás de Francesc Escribano, donde se mezcla hábilmente el arte de la manipulación y tergiversación de los hechos con intencionadas ocultaciones y mentiras.

Denunciamos este film como un producto de ficción consumista, en la que la trágica muerte de Salvador Puig Antich se aprovecha para hacer un gran espectáculo morboso, extremadamente dramático, con el fin de sacar provechosos réditos económicos.

Denunciamos la gran relevancia que se le da a anécdotas intranscendentes con objeto de desfigurar y disminuir el carácter anticapitalista y autónomo del MIL, compartido con la clase obrera más combativa, la cual es ignorada olímpicamente en el film.

Insistimos en la denuncia de la ocultación de los hechos histórico-sociales y del movimiento obrero de donde nace y se desarrolla el MIL, así como de sus aportaciones revolucionarias, que abrieron paso, entre otras cosas, a la autogestión, el asamblearismo, la autoorganización, el antiautoritarismo y el antimilitarismo.

Denunciamos el claro mensaje reaccionario y de moral y valores dominantes burgueses que respira el film, contradictorios con las ideas y a la manera de sentir y vivir de Salvador.

Y denunciamos de forma contundente que en este estadio intensivo de la economía capitalista (crecimiento cuantitativo y cualitativo sobre una base técnica compleja y en constante renovación), esencialmente en aquello que respeta a la vida cotidiana de los ciudadanos y asalariados, ésta está cada vez más, dirigida y controlada por los diferentes poderes. En este sentido, el mensaje que se desprende de la película tiene una clara intencionalidad política en el momento actual: impedir la radicalización de los movimientos alternativos mediante la supuesta deriva del MIL y la dramática muerte de Salvador…: «El enfrentamiento total al sistema no vale la pena».

Por último denunciamos también el silencio que mantienen los medios de comunicación y especialmente la mencionada película sobre la situación de Jean Marc Rouillan, ex-miembro del MIL y ex-compañero de Puig Antich, encarcelado todavía en Francia, pese a haber cumplido la condena, con quien nos solidarizamos y de quien exigimos su libertad inmediata, junto con los otras compañeros de Acción Directa.

MIL (Movimiento Ibérico de Liberación) Sociedad Anónima – 2006

SALVADOR PUIG ANTICH 30 años de su asesinato a garrote vil

El 2 de marzo de1974, a las 9 horas y 40 minutos, Salvador Puig Antich es agarrotado en el patio de la cárcel Modelo de Barcelona. Tenía 24 años. El nombre de Puig Antich va ligado al M.I.L. y a la lucha armada, pero, ¿quién era Puig Antich?, ¿qué era el MIL?.

Movimiento Ibérico de Liberación

El Movimiento Ibérico de Liberación-Grupos Autónomos de Combate (MIL-GAC) fue un grupo con una propuesta diferenciada de la oposición antifranquista, con fuertes raíces teóricas en corrientes revolucionarias de matriz marxista antileninista y que se consideraba a sí mismo como un grupo de apoyo al movimiento obrero del momento. Sus orígenes están ligados con la aparición, en la Barcelona de finales de los años 60, de un movimiento obrero que está rompiendo con las organizaciones de la izquierda e iniciando una marcha hacia la configuración de una autonomía obrera, mediante una tendencia surgida en las Comisiones Obreras que se llamaba Plataformas de CC.OO.

El MIL se forma «oficialmente» en enero de 1971, básicamente a instancias de Oriol Solé Sugranyes. Este revolucionario, ex-militante del PSUC (el PCE oficial) y después del PCE(i) (Stalinista), rompe con el stalinismo y evoluciona hacia la autonomía obrera al contactar con Plataformas. Exiliado en Toulouse, consigue unir dos núcleos de personas en torno a un proyecto consistente en la creación de grupos de acción que apoyen las luchas de la clase obrera: por un lado, jóvenes tolosanos provenientes de medios libertarios y dispuestos a pasar a la acción, y por el otro, en Barcelona, otros jóvenes provenientes de un grupo marxista heterodoxo, Acción Comunista.

Este segundo núcleo está formado por su hermano Ignasi Solé Sugranyes y Santi Soler Amigó, que ven el inicio de un nuevo movimiento obrero en las Plataformas de CC.OO. y en su posterior debate en pro de la constitución de la «Organización de Clase», una organización unitaria que superase el encuadramiento tradicional de partidos y sindicatos.

Este nuevo grupo no pretende ser la vanguardia de la revolución ni el germen de ningún partido, piensan que la clase misma es la que se tiene que auto-organizar, sin tener que esperar a nadie que se lo diga desde fuera. Ésta nueva concepción enlaza directamente con las vías marxistas revolucionarias que desde los años 20 se habían opuesto a la III Internacional y que se transformarían en las corrientes consejistas; a ella se añadirá también la influencia del bordiguismo y del situacionismo.

El MIL y el movimiento obrero

La intervención del MIL para «apoyar» las luchas del movimiento obrero se hará básicamente con dos proyectos paralelos.

El primer proyecto es la «agitación armada» (en contraposición a la «lucha armada») que tiene un triple sentido: 1) luchar contra la represión 2) autofinanciarse y financiar las luchas de la clase y 3) mostrar al movimiento obrero el nivel de violencia que se puede ejercer contra el estado burgués.

El segundo proyecto es la difusión masiva de material teórico anticapitalista en el proyecto llamado «biblioteca socialista» y que tomará cuerpo finalmente con la creación de unas ediciones más adelante, en 1973, llamadas «Ediciones Mayo 37», reivindicando la última insurrección proletaria que cierra el ciclo revolucionario de 1917 a 1937. También crearon la revista CIA (Conspiración Internacional Anarquista). Sus textos tenían por objeto la recuperación de escritos olvidados del marxismo y del anarquismo. Habían autores muy diversos, por ejemplo: Camilo Berneri, Anton Pannekoek, Etienne Balazs, Amadeo Bordiga y Ante Ciliga. Y no lejos de esos escritos estaban los nuevos análisis de la Internacional Situacionista. El MIL-GAC no pudo disponer de un aparato editorial serio hasta muy poco antes de su caída.

El MIL era consciente de que estos dos proyectos tenían que estar unidos al movimiento obrero autónomo, por lo que hacía falta establecer fuertes lazos con las Plataformas. Se realizó entonces un serio estudio teórico-político que fundamentase la crítica al leninismo e hiciera difusión del marxismo heterodoxo, titulado «Revolución hasta el fin», que fue el texto teórico más importante del MIL y que se escribió porque tenía que servir para clarificar posiciones y ayudar en el debate político con los miembros de Plataformas. Finalmente, se consiguió una participación real de trabajadores en el proyecto de biblioteca y en su distribución, que harán circular miles de ejemplares de estos folletos.

1972: pasar a la acción

 Hacia la segunda mitad de 1972, el MIL decide pasar seriamente a la acción. A pesar de que Oriol Solé está en estos momentos en la cárcel en Francia, el grupo crece (entra en esta época, entre otros, Puig Antich) y las acciones armadas –básicamente atracos a bancos y también «recuperaciones de material» (material de impresión, documentación…)- se disparan, posibilitando el fortalecimiento de la infraestructura, además de contactos con otros grupos en diversos lugares y el cercano paso al establecimiento de las ediciones, una vez robada una imprenta en Toulouse.

Pero las contradicciones y tensiones que se acumularon a lo largo de este período de más intensa acción armada llevaron a una crisis entre los integrantes de los dos proyectos durante la primavera de 1973. Esta crisis comportó también la expulsión del grupo de Ignasi Solé, a la vez que el papel de Puig Antich creció al conseguir salvar la unidad del grupo. La crisis se arrastró hasta el verano, momento en el que se decidió hacer un congreso y de común acuerdo autodisolver el MIL para facilitar las actuaciones separadas de la agitación armada y de las ediciones.

MIL: no anarquista

El MIL, que parte en sus orígenes de la crítica al «grupusculismo», el rechazo del vanguardismo y el descubrimiento del consejismo, llega en 1973 al rechazo a toda organización estructurada, hecho que ayuda a comprender el por qué de la autodisolución. Contrariamente a lo que se ha publicado muchas veces, el MIL como grupo estrictamente anarquista nunca existió. Basta ver como acaban la proclama elaborada en octubre de 1973 en la cárcel Modelo de Barcelona por varios ex miembros del MIL: «¡Ni mártires, ni juicios, ni cárceles, ni salarios! ¡Viva el comunismo!». Su perfil ideológico se situaba entre el comunismo no estatalista y el neolibertarismo, asumiendo los consejos obreros como contrapoder al capitalismo y como embrión de la nueva sociedad revolucionaria.

MIL: no «antifranquista»

El MIL nunca fue «antifranquista». Su objetivo no fue derribar al franquismo y conseguir un régimen democrático, sino luchar directamente contra el estado burgués, contra el capital, por la independencia de clase que, mediante la auto-organización, acabara con el trabajo asalariado y la división de la sociedad en clases: en definitiva, ni más ni menos que la auto-emancipación del proletariado. Las tareas por las que lucharon siguen inconclusas.

1973: autodisolución

El MIL sé autodisolvió en agosto de 1973. Tras ello se encadenaron las detenciones. El 25 de septiembre son detenidos Salvador Puig Antich, que es herido, y Xavier Garriga. En el tiroteo murió el policía Francisco Aguas, con 5 disparos en el cuerpo (la pistola de Puig Antich había hecho 2 disparos).

Los días 7 y 8 de enero 1974 se celebra el consejo de guerra donde se condena a Puig Antich a pena de muerte. En El Pardo, el Consejo de Ministros del primero de marzo confirma la pena.

El 2 de marzo es ejecutado. Minutos antes también es agarrotado el que entonces las autoridades franquistas dijeron que se llamaba Heinz Chez y que era polaco y huérfano. Ahora sabemos que ya seis meses antes la Interpol había informado a la policía franquista que su verdadera identidad era la de Georg Michael Welzel, alemán, de treinta años, con madre, hermanos, mujer y tres hijos.

Desde hacía 10 años, a raíz de los asesinatos legales, de los anarquistas de Defensa Interior, Delgado y Granado, no se había utilizado el sistema del garrote vil.

El mismo 2 de marzo, Franco conmuta la pena de muerte al guardia civil Antonio Franco Martín, que en octubre de 1973 había matado con su arma reglamentaria al capitán del mismo cuerpo Francisco Monfredi Cano.

Oriol Solé Sugranyes, fue detenido el 15 de septiembre de 1973 tras un atraco frustrado en Bellver de Cerdanya, junto a Josep Lluís Pons y a Jordi Solé Sugranyes, que pudo escapar a Francia. Oriol fue condenado a 48 años de cárcel en 1974. Fue muerto por la Guardia Civil el día 6 de abril de 1976 en montes navarros cerca de la frontera, tras participar en la «fuga de Segovia» de 5 de abril de 1976″, preparada por ETA (p-m) junto a 28 presos más de la cárcel segoviana.

En 1977 fueron amnistiados los presos del MIL que cumplían pena en las cárceles españolas. No obstante, Jean Marc Rouillan, activista del MIL y Acción Directa (Francia) sigue encarcelado en Francia, en ARLES.

Bibliografía, otras informaciones y curiosidades

Sergi Rosés Cordobilla, El MIL: una historia política. Alikornio. Barcelona, 2002.

Pedidos a: Alikornio ediciones (e.mail: alikornio@eresmas.net – web en: www.alikornio.com)

Telesforo Tajuelo, El MIL, Puig Antich y los GARI. Ediciones Ruedo Ibérico, 1977

Carlota Tolosa, La torna de la torna: Salvador Puig Antich i el MIL. Empúries. Barcelona, 1999

Antonio Téllez Solá, El MIL y Puig Antich. Ed. Virus. Barcelona, 1994

Francesc Escribano, Cuenta atrás. La historia de Salvador Puig Antich. Eds. Península, 2001. En este libro se basará la película dirigida por Manuel Huerga, que se empezará a rodar en noviembre próximo sobre la vida de Puig Antich. Lluís Llach, que ya le dedicó su tema «I si canto trist» hace años, hará la banda sonora.

Joan Miró entre los años 1966 y 1971 se dedica especialmente a la práctica escultórica, mientras que su pintura sufre una constante evolución que llega a una depuración extrema de color y forma, tras la realización del tríptico «La esperanza del condenado a muerte», en 1974, en la que mediante una línea inconclusa expresa el drama de un joven catalán condenado a la última pena, Salvador Puig Antich.

A raíz de las ejecuciones franquistas, Els Joglars montaron en 1977 la obra teatral « La Torna », sobre las ejecuciones de Salvador Puig Antich y «Heinz Chez» . A causa de este proyecto, la compañía catalana tuvo que padecer la represión franquista y fue objeto de un consejo de guerra.

Las cuatro hermanas de Salvador Puig Antich han solicitado al Tribunal Supremo que autorice una revisión del caso. El «Grupo pro revisión del proceso Granado y Delgado» (Apdo. Correos 48094 28080 Madrid) ha dado traslado recientemente al Presidente del Tribunal Constitucional de la carta de las familias de Francisco Delgado, Joaquín Delgado, Joan Peiró y Salvador Puig Antich, pidiendo el reconocimiento moral a cuantos sufrieron la represión por luchar contra un régimen que negaba las libertades.

Aparecido en Contramarcha Nº 23

Mayo 2004