Jan Appel 1890-1985 / Autobiografía escrita en 1966

Jan Appel, 1890-1985, fue un comunista alemán y trabajador de astilleros cuya experiencia de la Revolución de 1918, tras la cual secuestró un barco de vapor con destino a Rusia, lo expulsó del Partido Comunista. Tras afiliarse al más radical Partido Comunista de los Trabajadores (KAPD), se trasladó a Holanda, donde participó en la resistencia holandesa durante la II Guerra Mundial y acabó cofundando el grupo comunista de izquierdas GIK (Grupo de los Comunistas Internacionales).

Me llamo Jan Appel y nací en un pueblo de Mecklemburgo en 1890. Fui a la escuela primaria y aprendí el oficio de constructor naval. Ya antes de mi nacimiento, mi padre era socialista. Yo mismo me afilié al Sozial-demokratische Partei Deutschlands [Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD)] cuando cumplí 18 años. Hice el servicio militar de 1911 a 1913, y después como soldado en la guerra. En octubre de 1917 me desmovilizaron y me enviaron a trabajar a Hamburgo como obrero de los astilleros. En 1918 convocamos una huelga de trabajadores de armamento. La huelga duró una semana entera en Vulkan-Werft. Nuestro lema era: «¡Por la paz!». Al cabo de una semana, la huelga llegó a su fin y se nos leyeron las cláusulas de guerra, ya que, según la ley, seguíamos haciendo el servicio militar. En esta época yo pertenecía a los Radicales de Izquierda de Hamburgo. Cuando en noviembre de 1918 se rebelaron los marineros y los obreros de los astilleros de Kiel, el lunes nos enteramos por los obreros de Kiel de lo que había ocurrido.

Entonces se celebró una reunión clandestina en el astillero, que estaba bajo ocupación militar. Todos los trabajos cesaron, pero los trabajadores permanecieron en sus puestos en el astillero. Una delegación de 17 voluntarios fue enviada a la sede de los sindicatos para exigir la convocatoria de una huelga general. Les obligamos a celebrar una reunión. El resultado, sin embargo, fue que conocidos dirigentes de la Allgemeine Deutsche Gewerkschaftsbund [ADGB] y del SPD adoptaron una actitud negativa hacia la huelga. Se producen fuertes discusiones que duran varias horas. Mientras tanto, en los astilleros Blohm und Voss, donde trabajan 17.000 obreros, estalla una revuelta espontánea durante la pausa del mediodía. Los obreros abandonan las fábricas y los astilleros Vulkan y se presentan ante el edificio de los sindicatos. Los dirigentes han desaparecido. Sigue leyendo

El comunismo de Consejos y la crítica del bolchevismo – Cajo Brendel

Cajo Brendel (1915-2007) fue una figura central de la segunda generacion del moviemento de los Comunistas de Consejos holandeses y uno de los ultimos, si no el ultimo, representante de ella. Cajo nació en La Haya el 2 de Octubre de 1915 a lo que era, en sus propias palabaras, una “familia pequeño-burguesa” que sufrió grandes dificultades tras la crisis mundial economica de 1929. Cajo muy pronto se interesó por las cuestiones sociales, siendo inicialmente simpatizante del trotskismo pero luego entró en contacto con miembros de la sección de La Haya del GIK (Grupo de Comunistas Internacionalistas). En septiembre de 1933 Cajo adhirió a las posiciones del grupo, diciendo luego que la experiencia fue como “pasar directamente de la guardería a la Universidad”. Por medio de este grupo Cajo desarrollo una relación directa con Antón Pannekoek y fue influenciado por escritores como Paul Mattick y Karl Korsch. En 1935, tras la separación del GIK de los grupos de Leiden, La Haya y Groningen por considerarlos demasiado “teóricos”, Cajo publicó con el grupo de La Haya el periódico Proletariër y, en 1937-1938 el Proletarische Beschiuwingen (Consideraciones Proletarias). Entre finales de 1938 y 1939 escribió semanalmente un artículo para el periódico anarquista De Vrije Socialist ( El Socialista Libre). Movilizado al Ejército en 1940, en las II Guerra Mudial, Cajo difundió un panfleto internacionalista entre sus companeros de armas. Tras su traslado a Berlín como prisionero de guerra, volvió a los Países Bajos de forma clandestina. Tras la guerra trabajó como periodista en Utrecht, y en 1952 se afilió al Communistenbond Spartacus, de cuya redacción formó parte. En la decada siguiente, escribió un gran número de artículos y folletos. El GIK se dividió en 1964 y Brendel se unió al grupo escindido que publicó a partir de 1965 el periódico Daad en Gedatche “consagrado a los problemas de la lucha obrera autónoma”. En 2005, de avanzada edad y ya retirado de la vida politica, fue trasladado a una casa de reposo. Fallecio el 25 de junio de 2007, a los 92 años de edad.

 

«Supongamos que la dirección central es capaz de distribuir todo lo que se ha producido de forma justa. Incluso entonces, el hecho es que los productores no tienen a su disposición la maquinaria de producción. Esta maquinaria no es suya, sino que se utiliza para disponer de ellos. La consecuencia inevitable es que los grupos que se oponen a la dirección existente serán oprimidos por la fuerza. El poder económico central está en manos de quienes, al mismo tiempo, ejercen el poder político. Cualquier oposición que piense de forma diferente sobre los problemas políticos y económicos será oprimida con cualquier medio posible. Esto significa que en lugar de una asociación de productores libres e iguales, como la definió Marx, existe una casa de corrección como nadie ha visto antes».

Esta cita, traducida libremente de un texto de hace setenta años, explica que las relaciones de producción, tal como se desarrollaron en Rusia después de octubre de 1917, no tienen nada que ver con lo que Marx y Engels entendían por comunismo. En la época en que se publicó el panfleto que acabamos de citar, el terror de los años treinta estaba por llegar. Era sólo una profecía. No hubo ningún acontecimiento político que provocara esta crítica de la sociedad soviética; esta crítica surgió de un análisis económico. Sobre esta base se entendía el estalinismo naciente como la expresión política de un sistema económico que pertenecía a una explotación capitalista de Estado, y esto contaba no sólo para el estalinismo.

El texto que acabamos de mencionar era obra de un grupo cuyos autores pertenecían a una corriente que surgió en los años posteriores a la Primera Guerra Mundial y adquirió un significado permanente. Esta corriente se caracterizaba por una aguda crítica tanto de la socialdemocracia como del bolchevismo. Era una corriente que analizaba detenidamente las experiencias cotidianas de la clase obrera, y así llegó a nuevas ideas sobre la lucha de clases. La corriente veía la socialdemocracia y el bolchevismo como el «viejo movimiento obrero»; la contradicción de esto era «un nuevo movimiento de los trabajadores». Sigue leyendo

CATÁSTROFE CAPITALISTA Y TEORÍA REVOLUCIONARIA

A lo largo de estas líneas queremos explicitar el esquema general que preside nuestra concepción del proceso revolucionario y que está germinando ya a partir de las contradicciones del capitalismo. Las bases de esta concepción residen, cómo no, en las bases del materialismo histórico, pero queremos centrarnos en lo desarrollado por un importante texto de la izquierda italiana de 1951, Teoría y acción en la doctrina marxista, un texto en el que se desarrolla el esquema de la inversión de la praxis al que hemos aludido en algunas de nuestras aportaciones. Para ello, además, haremos uso de numerosos textos de los compañeros de n+1, que son los que mejor han ido desarrollando las implicaciones teóricas y prácticas de este esquema.

Visiones gradualistas de la revolución

La perspectiva que existe generalmente de la revolución es diametralmente opuesta a la que defenderemos aquí. La podemos resumir como sigue: se trata de una concepción que parte de una visión cultural y voluntarista según la cual las revoluciones, los movimientos, las luchas y los partidos se hacen gracias a la inteligencia y la voluntad humana. De ahí se desarrolla una visión que le da mucha importancia al activismo inmediato por parte de los militantes, que son los que crean las condiciones que hacen posible la revolución a través de la creación de nuevas instituciones que nacen del activismo. De esta concepción nace la idea de que hay que ser lo suficientemente inteligente como para adecuar las alianzas, los frentes, las tácticas y los programas a las variaciones que viven las situaciones contingentes. Este tipo de teorías se presentan en un abanico amplio de corrientes que, más allá de sus diferencias, coinciden en una aproximación voluntarista de la idea de la revolución. Se trata de una idea del cambio social radical que se hace gracias a minorías que logran arrastrar y educar a las masas hacia la toma del poder. Pueden variar las tácticas que se aplican, pero estalinistas, trotskistas y anarquistas, más allá de sus indudables diferencias teóricas y estratégicas, comparten este esquema de fondo de tipo voluntarista. Sigue leyendo

LA PAZ, ES LA GUERRA / Gilles Dauvé

«Por la patria hay que vivir!»

«Los países pequeños como Bélgica harían bien en unirse al país más fuerte si quieren mantener su independencia.» (Emperador Guillermo II al Rey de los belgas, noviembre de 1913)

 

«Una gran guerra es inevitable en las primeras décadas del siglo XXI, pero implicará una crisis económica en fase de maduración, una sobreproducción a gran escala, una fuerte caída de la rentabilidad, una exacerbación de los conflictos sociales y de los antagonismos comerciales, lo que exigirá tanto la redivisión del mundo como la regeneración de todo el sistema. […] No más que en el pasado, ningún reformismo impedirá la marcha hacia un conflicto, si no planetario, al menos más que regional.» (10 + 1 questions sur la guerre du Kosovo, 1999)

 

«No te creas la propaganda, aquí te están mintiendo.» (Marina Ovsiannikova, interrumpiendo las noticias en uno de los principales canales rusos, 14 de marzo de 2022)

* * *

«La guerra por la paz»… «la causa de los débiles contra los fuertes»… «Crímenes contra la humanidad en el corazón de Europa… una lucha por la civilización»… «genocidio en curso en Ucrania».

La primera cita es del periódico socialista Le Droit du Peuple, y la segunda del burgués Times de Londres, ambas escritas en 1914; la tercera del Primer Ministro francés durante la guerra de Kosovo en 1999, y la última del Primer Ministro ucraniano el 9 de marzo de 2022.

Los medios de comunicación franceses nunca hablarán de la dictadura chadiana (apoyada por Francia) como lo hacen de la dictadura bielorrusa (apoyada por Rusia). Tampoco mencionarán los millones de civiles asesinados por los ejércitos francés y estadounidense en las guerras de Indochina y Vietnam, al igual que las masacres de civiles por parte del ejército ruso en Ucrania.

Hay pocas novedades en el lavado de cerebro, salvo que la propaganda se intensifica a medida que la guerra se acerca al corazón de Europa. Rusia lo niega, prohibiendo las palabras «guerra» e «invasión» (el Estado francés esperó hasta 1999 para reconocer oficialmente que entre 1945 y 1962 había librado una «guerra» en Argelia y no sólo «operaciones»). Occidente entrega eufemísticamente armas a Ucrania a través del Fondo Europeo para la Paz.

Cuando las palabras se hinchan, su significado estalla. En particular, genocidio se convierte en sinónimo de masacre, mientras que la palabra se refiere al exterminio de un pueblo como pueblo: Hitler lo hizo con los judíos, pero ni Stalin pretendía la eliminación del pueblo ucraniano a principios de los años 30, ni posteriormente Pol Pot la del pueblo camboyano. Putin tampoco pretendía eliminar al pueblo ucraniano.

 Pero, antes de ser mental, la confusión está en la práctica. Si las ideologías se confunden, si todo el mundo ha podido proclamarse socialista, comunista, proletario, revolucionario (título del libro publicado en 2017 por el actual presidente de la república francesa), es porque hasta ahora los movimientos sociales no han realizado un programa que rompa con el orden de las cosas. Así que, en la mitología y el discurso político, todo vale. Como el socialismo era nacional en 1914, los nazis podían reivindicarlo como propio: el nazi es el «nacional socialista» (nationalsozialist).

Cuando nos vemos reducidos a la pasividad por luchas fallidas o desviadas, recibimos información e imágenes como espectadores de una realidad contra la que no podemos reaccionar temporalmente. Sigue leyendo

N+1 – Notas sobre el 68

Traducción de Barbaria; las notas son de una charla sobre los años 70 en Italia que hicieron hace unos años los compañeros de n+1

La primera fase del obrerismo u operaísmo[1] italiano fue anarcosindicalista y tuvo lugar entre la crisis de la Primera Internacional (1872) y la fundación del Partido Socialista Italiano (1892). La segunda, en parte superpuesta a la primera, fue la socialista y gramsciana, que fue desde la fundación del Partido Obrero Italiano (1882) hasta la catástrofe degenerativa de la Internacional Comunista (1926). La tercera, que comenzó en 1958-59 con un intento de contraataque frente al largo periodo contrarrevolucionario estalinista en plena reconstrucción de posguerra. Fue sobre todo el producto de un fuerte impulso de los obreros industriales, que también agitó a grupos de jóvenes militantes de los partidos y sindicatos tradicionales, a los que se unieron elementos de la intelectualidad universitaria pequeñoburguesa. Sigue leyendo

El capitalismo de Stalin / Notas sobre las teorías del capitalismo de Estado

La discusión que queremos introducir en este texto no es académica. Cuando era “Medianoche en el siglo”, para utilizar la afortunada y evocadora expresión de Víctor Serge, un puñado de compañeros y compañeras se atrevieron a pensar cuál era la raíz social de la Rusia de Stalin. En ese momento, tratar de discernir la verdad sobre ese fenómeno contrarrevolucionario era literalmente jugarse la vida. Muchos de estos compañeros y compañeras fueron perseguidos por ese motivo, algunos de ellos fueron asesinados por los sicarios del capital, en su forma “nacional-comunista”, “fascista” o “democrática”. Obviamente estas contribuciones, en las que colaboraron directa o indirectamente gente que hoy recibe los parabienes de la cultura dominante como Simone Weil o George Orwell, no fueron publicadas en libros académicos ni recibieron los elogios de los dominicales de la prensa burguesa. En esos momentos, en la década de los años treinta, Stalin era aliado de las principales potencias imperialistas de la época. Era uno más en la mesa de los depredadores imperialistas que se reparten la sangre del proletariado mundial. El embajador norteamericano en Moscú, Joseph Davis, compartía con Stalin no solo su nombre de pila sino la reivindicación de los Procesos de Moscú como un ejemplo de justicia universal. Para el resto de los Estados capitalistas mundiales, Stalin era un buen sueño, que les libera del espectro de la peor de sus pesadillas, la revolución proletaria mundial. Por eso un escritor hoy famoso, entonces un paria perseguido y que hacía parte de las listas negras de los eliminables, George Orwell, no podía ver publicado su Rebelión en la Granja. Ninguna casa editorial quería publicar un libro que criticaba al aliado en la II Guerra Mundial del Reino Unido y de Estados Unidos. Los aliados de clase, en una guerra imperialista, son sagrados para las burguesías. Nadie quería publicar al autor de Homenaje en Cataluña, un libro que no habla de nacionalismo a pesar de lo que pueda pensar algún docto despistado, sino de los sueños e intentos de revolución social masacrados por el stalinismo, el principal agente burgués en la España republicana de la época. La República, hoy evocada con nostalgia por tantos izquierdistas, no fue sino una enorme fosa común para miles de revolucionarios.

Como decimos, estas aportaciones no vieron la luz en los libros oficiales, sino en documentos internos, periódicos con tiradas reducidas, campos de concentración y cárceles desde Estados Unidos a Italia, desde la URSS de Stalin a la Barcelona de la II República. Así se construye nuestro partido de clase, a través de minorías revolucionarias que mantienen a contracorriente la importancia y la centralidad de nuestro programa y nuestros objetivos, la necesidad de luchar de un modo intransigente por una sociedad de mujeres y hombres libres, sin dinero ni clases sociales, sin mercancía ni Estado. Como veremos al final de este pequeño texto, esta es la tesis central de este trabajo. La centralidad del comunismo como negación de todas las categorías del capital, la comprensión de que la Rusia de Stalin no podía ser sino capitalista en la medida en que había mercancías, clases sociales, dinero, salario, empresas, un Estado en hiperinflación totalitaria… Sigue leyendo

[Libro] COMUNISMO ANTIBOLCHEVIQUE – PAUL MATTICK

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Paul Mattick, in memoriam

En febrero de 1981 moría en Cambridge (Massachussets) Paul Mattick. El hecho de que no fuera un santón del marxismo oficial o académico, contribuyó lo suyo a que su muerte pasara completamente desapercibida de los media, casi del mismo modo, como su vida y trabajo teórico, centrado en la crítica del capital en proceso, fueron soslayados por los círculos oficiales del debate marxista.

Casi tres años después, presentamos dos artículos, inéditos en castellano, que iban a formar parte, entre otros, del último libro que Paul Mattick preparaba en el momento de su muerte.

Es difícil resistir la tentación del elogio sincero del compañero muerto, sobre todo, para quienes somos en tan gran medida deudores del pensamiento marxiano desarrollado por P. Mattick. Sin embargo, lo evitaremos. Eludiremos la retórica fácil del panegírico, aunque sólo sea por lo contradictorio que resultaría tratándose de quien, como él, defendiera planteamientos tan alejados del «culto a la personalidad». Huiremos, igualmente, de cualquier veleidad propiciadora de la fetichización de su pensamiento. Nada más distante del sistema teórico-crítico de P. Mattick que la posibilidad de su encorsetamiento en la categoría de un «ismo» cualquiera incluído el marxismo o el «consejismo».

No vamos, tampoco, a cometer la pretensiosidad de intentar glosar en unos párrafos una obra que, como la desarrollada por P. Mattick a lo largo de su vida de activista, por su extensión y riqueza en sugerencias, superaría los límites e intenciones de lo que no pretende ser más que una presentación. Por eso mismo, pensamos que lo mejor que se puede hacer es dar a conocer su obra tal y como es: una sistematización rigurosa, precisa y crítica del desenvolvimiento histórico de la contradicción representada por el antagonismo Capital-Proletariado. Este es el motivo principal que nos mueve y al que queremos contribuir con la difusión de los dos artículos que a continuación presentamos.

Con todo, no queremos dejar pasar la ocasión de hacer algún comentario sobre la significación en la teorización del comunismo de este desconocido, -el cual pretendemos que lo sea menos-, cuya obra supone una aportación de indudable importancia a la hora de la elucidación teórica de las posibilidades reales del Comunismo, en tanto resultado de la acción de clase proletaria.

Pero, además, traemos a colación un nombre y una obra por lo significativos que pueden ser en unos momentos, como los actuales, en los que la generalizada abjuración del marxismo, lejos de inducirnos a la superación del mismo hacia la realización del Comunismo, viene a invitarnos al repliegue en los cenáculos de la ideología, de las formas culturales y a la liquidación, simple y llana, de la perspectiva de la lucha de clases. Los planteamientos críticos del tipo de los expuestos por P. Mattick abren nuevas posibilidades de comprensión de la contradictoriedad del Capital más allá de la apariencia engañosa de los fenómenos coyunturales. Y es, precisamente, por eso, porque se ubica en los resquicios de la contradictoriedad, por lo que la teorización deviene CRITICA, reflexión de una práctica que se proyecta en el sentido cambiante de la realidad configurada por la relación Capital-Proletariado.

 Quien contra viento y marea supo desentrañar en plena euforia keynesiana los límites de la economía mixta y los elementos de persistencia-latencia de crisis en las nuevas formas de la dominación del capital, incluso en coyunturas donde otros se dejaban obnubilar por el despliegue fascinante y espectacular de la circulación de las mercancías y anunciaban el final de la sociedad de clases (hombre unidimensional marcusiano), creemos que tiene algo que decir en estas horas oscuras en las que vivimos y en las que la práctica y reflexión comunistas parecen definitivamente colapsadas.

Paul Mattick, fue uno de esos «hijos proscritos» de Marx que, como R. Luxemburgo, Korsch, A. Pannekoek, H. Gorter, O. Ruhle, conjuraron el servilismo de la ortodoxia sin por ello obviar la crítica comunista marxiana diluida en los diversos sucedáneos ideológicos del marxismo.

La recuperación del nódulo fundamental de la sistematización crítica de Marx, que se concretaba en la teoría de la acumulación, como teoría de la crisis – o sea, el reconocimiento del capital en proceso, como contradicción–, lo que venía a conferir a la obra marxiana el carácter de arma teórica del proletariado frente a la ideología burguesa, cobra especial relevancia en Mattick en lo que respecta no ya a la tarea continuadora de la obra de Marx, sino de lo que esta contiene de expresión de la realidad cambiante del proletariado, haciendo exigible la profundización- superación de las aserciones fundamentales del propio Marx.

Es en este sentido, en el que hacemos una llamada de atención a propósito de la obra de P. Mattick. Es decir, sobre el hecho de que su perspectiva de teorización, así como la verificación empírica, en la realidad de la crisis rampante, de sus aseveraciones nos proporcionan los elementos fundamentales de continuación de la crítica de la Economía Política – real, práctica–, desde las bases históricas que representan la dialéctica Capital-Proletariado.

Por encima de todo, se trata de una reflexión formuladora de la realidad práctica de la lucha de clases; pero es más que mera constatación: es, por su propia naturaleza, una incitación a la continuación del combate concreto, cotidiano y colectivo del Proletariado por el Comunismo.

Revista Etcétera, marzo 1984.

El espíritu posmoderno del capitalismo

Publicamos la transcripción de la charla que dimos en la ciudad de Valparaíso (Chile) en agosto de 2020 sobre la crítica a la posmodernidad, como una ideología que expresa y radicaliza las categorías propias de la sociedad capitalista. [Barbaria]

Muchas gracias a vosotras y vosotros por la invitación y por poder estar aquí. Nosotros somos un grupo de compañeros y compañeras que venimos de Madrid y París. Estamos en esta región del mundo, en Argentina y en el Estado chileno, y hemos aprovechado sobre todo para poder conocer a toda una serie de compañeros y compañeras con las que estamos en contacto y con los que tenemos bastantes afinidades desde el punto de vista de las posiciones. Y al mismo tiempo para poder hacer presentaciones sobre algunos temas (lo comentábamos antes de manera informal) en relación a la lucha de los chalecos amarillos que está ocurriendo en Francia, y también acerca de nuestro cuaderno para una crítica a la posmodernidad.

Entonces, el sentido de esta discusión para nosotros es el de una crítica que no es académica, que no es universitaria, sino al contrario, que entiende que hoy en día hay un gran problema en los medios más radicales, anarquistas, revolucionarios, que tiene que ver con el peso que la universidad tiene en las elaboraciones de un pensamiento de crítica social. Es desde este tipo de perspectiva donde cobra su sentido el cuaderno que hemos editado y que tiene un aspecto queridamente polémico, porque creemos que puede ayudar también a discutir de una determinada manera.

Así, hay un primer aspecto que consiste en el mismo origen del término posmodernidad. La primera vez que aparece el término de posmodernidad tiene que ver con un libro de Lyotard que se llama La condición posmoderna y que se publica en el año 1979. Lyotard era un profesor universitario, un académico francés que produce este libro que va a ser un auténtico best-seller desde un punto de vista académico. Pero Lyotard no era solamente un profesor universitario. O sea, era un profesor universitario en ese momento, pero originariamente en realidad había sido miembro de una organización de la región francesa muy interesante que era Socialismo o Barbarie. Junto a él había otros compañeros bastante conocidos como Claude Lefort o como Castoriadis, que habían desarrollado ese tipo de perspectiva, que es una de las más interesantes, para nosotros, de lo que sería la ultraizquierda francesa.

Ese tipo de extrema izquierda antiestalinista y antileninista se va a desarrollar en los años 50 y en los años 60. En muchas cosas tienen aspectos parecidos a los nuestros o que rescatamos, como la misma crítica por ejemplo a la dicotomía izquierda-derecha o la crítica a la Unión Soviética, en su caso como una forma de colectivismo burocrático, o la reivindicación de la autonomía de las luchas obreras. Un montón de aspectos que nos parecen muy interesantes. Cuando Socialismo o Barbarie se disuelve, además, Lyotard lo que hace es desarrollar otra organización con otros compañeros y compañeras: Poder Obrero. Para que nos hagamos una idea, en torno a ese tipo de organización va a haber autores y compañeros que siguen siendo muy interesantes a día de hoy como Gilles Dauvé.

Entonces, ¿por qué creemos que es interesante esta anécdota? Porque en cierto modo lo que Lyotard hace desde un punto de vista teórico y autobiográfico tiene que ver con una dimensión mucho más colectiva, de época. Lo que se desarrolla en realidad en los años 70 y 80 es una derrota histórica de las luchas que para nosotros son luchas de clase, luchas proletarias, y que se van a dar en los años 60 y 70 a lo largo de todo el mundo. De la misma manera que del 17 al 23 había habido en el mundo una primera oleada de luchas, en los años 70 hay una segunda oleada de luchas, que además en algunos casos van a implicar reivindicaciones nuevas o mucho más radicales por parte de esos movimientos que se van a desarrollar internacionalmente. Sigue leyendo

[Libro] COMUNIDAD Y COMUNISMO EN RUSIA – Jacques Camatte

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Publicado originalmente en Invariance nro.4 (1974) se trata de una serie de artículos sobre la revolución rusa pero no de una cronología o historización de los sucesos. Sino sobre las pocisiones de Amadeo Bordiga en cuanto a la cuestión rusa, la cuestión de la comunidad en Rusia (mir y posibilidades de revolución), campesinos, subsunción, partido, soviets y la correspondencia entre Karl Marx y Vera Zasulich sobre las posibilidades de la revolución en Rusia sin atravesar un período de transición capitalista.

“El capital sin clase capitalista es lo único que puede realizar el Modo de Producción Capitalista, como lo afirman Ricardo, Marx y Bordiga. En occidente no es posible eso hasta que el capital se ha constituido en comunidad material y ha derruido los viejos presupuestos estatales. En la U.R.S.S. ha sido la restauración del despotismo, el medio, por así decirlo, para escamotear a la clase capitalista (en el área asiática la tendencia es idéntica), de forma que no domine según su propio ser; pero la intervención cada vez mayor del capital mundial, a través sobre todo de los EE.UU., tenderá a realizar una adecuación más rigurosa entre él (el capital) y el poder de dominación sobre la sociedad.”

Comunismo #67 LENINISMO Y CONTRARREVOLUCIÓN Parte I, II y III

PDF: Comunismo #67

LENINISMO Y CONTRARREVOLUCIÓN III

LA MENTIRA DE LA REVOLUCIÓN LENINISTA (Tercera parte)

– La mentira de la revolución leninista – El terrorismo capitalista del Estado bolchevique

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LENINISMO Y CONTRARREVOLUCIÓN parte II

LENINISMO Y CONTRARREVOLUCIÓN parte I