LA PAZ, ES LA GUERRA / Gilles Dauvé

«Por la patria hay que vivir!»

«Los países pequeños como Bélgica harían bien en unirse al país más fuerte si quieren mantener su independencia.» (Emperador Guillermo II al Rey de los belgas, noviembre de 1913)

 

«Una gran guerra es inevitable en las primeras décadas del siglo XXI, pero implicará una crisis económica en fase de maduración, una sobreproducción a gran escala, una fuerte caída de la rentabilidad, una exacerbación de los conflictos sociales y de los antagonismos comerciales, lo que exigirá tanto la redivisión del mundo como la regeneración de todo el sistema. […] No más que en el pasado, ningún reformismo impedirá la marcha hacia un conflicto, si no planetario, al menos más que regional.» (10 + 1 questions sur la guerre du Kosovo, 1999)

 

«No te creas la propaganda, aquí te están mintiendo.» (Marina Ovsiannikova, interrumpiendo las noticias en uno de los principales canales rusos, 14 de marzo de 2022)

* * *

«La guerra por la paz»… «la causa de los débiles contra los fuertes»… «Crímenes contra la humanidad en el corazón de Europa… una lucha por la civilización»… «genocidio en curso en Ucrania».

La primera cita es del periódico socialista Le Droit du Peuple, y la segunda del burgués Times de Londres, ambas escritas en 1914; la tercera del Primer Ministro francés durante la guerra de Kosovo en 1999, y la última del Primer Ministro ucraniano el 9 de marzo de 2022.

Los medios de comunicación franceses nunca hablarán de la dictadura chadiana (apoyada por Francia) como lo hacen de la dictadura bielorrusa (apoyada por Rusia). Tampoco mencionarán los millones de civiles asesinados por los ejércitos francés y estadounidense en las guerras de Indochina y Vietnam, al igual que las masacres de civiles por parte del ejército ruso en Ucrania.

Hay pocas novedades en el lavado de cerebro, salvo que la propaganda se intensifica a medida que la guerra se acerca al corazón de Europa. Rusia lo niega, prohibiendo las palabras «guerra» e «invasión» (el Estado francés esperó hasta 1999 para reconocer oficialmente que entre 1945 y 1962 había librado una «guerra» en Argelia y no sólo «operaciones»). Occidente entrega eufemísticamente armas a Ucrania a través del Fondo Europeo para la Paz.

Cuando las palabras se hinchan, su significado estalla. En particular, genocidio se convierte en sinónimo de masacre, mientras que la palabra se refiere al exterminio de un pueblo como pueblo: Hitler lo hizo con los judíos, pero ni Stalin pretendía la eliminación del pueblo ucraniano a principios de los años 30, ni posteriormente Pol Pot la del pueblo camboyano. Putin tampoco pretendía eliminar al pueblo ucraniano.

 Pero, antes de ser mental, la confusión está en la práctica. Si las ideologías se confunden, si todo el mundo ha podido proclamarse socialista, comunista, proletario, revolucionario (título del libro publicado en 2017 por el actual presidente de la república francesa), es porque hasta ahora los movimientos sociales no han realizado un programa que rompa con el orden de las cosas. Así que, en la mitología y el discurso político, todo vale. Como el socialismo era nacional en 1914, los nazis podían reivindicarlo como propio: el nazi es el «nacional socialista» (nationalsozialist).

Cuando nos vemos reducidos a la pasividad por luchas fallidas o desviadas, recibimos información e imágenes como espectadores de una realidad contra la que no podemos reaccionar temporalmente. Sigue leyendo

Otra vez sobre «anarquistas» que olvidan los principios (sobre el «anarquismo» nacionalista ucraniano)

La sección de la Asociación Internacional de Trabajadores en la región de Rusia llama a boicotear a los provocadores y estafadores que se esconden detrás del nombre de «anarquistas» y denuncian a los activistas de nuestra organización.

Nuestra posición contra la guerra librada por las oligarquías capitalistas por la repartición del «espacio postsoviético» es recibida con comprensión y apoyo por parte de anarquistas internacionalistas en Ucrania, Moldavia y Lituania, con quienes mantenemos contactos.

Pero desde el comienzo mismo de la guerra ruso-ucraniana, los llamados “anarquistas”, que abandonaron la tradicional posición anarquista internacionalista de derrotar a todos los estados y naciones y apoyan a una de las partes en conflicto, lanzaron una campaña de calumnias contra nuestra organización.

Por ejemplo, los ex anarquistas Anatoly Dubovik y Oleksandr Kolchenko que viven en Ucrania han publicado los nombres y direcciones de nuestros activistas en Internet abierto. El primero de ellos escribió el texto correspondiente, y el segundo le dio su cuenta de Facebook para que lo publicara y lo aprobara. El pretexto fue que nuestra organización adopta una posición internacionalista consecuente y condena tanto la invasión rusa de Ucrania como el nacionalismo ucraniano y la política expansionista del bloque de la OTAN.

Los Sres. Dubovik y Kolchenko intentaron desvergonzadamente y con desfachatez calumniar a la nuestra sección de la AIT, sin ninguna razón tratando de atribuirnos una posición en defensa del Kremlin. Al mismo tiempo, admiten que estamos pidiendo a los soldados ucranianos y rusos que se nieguen a luchar.

¡Esto último significa que estos anarquistas imaginarios, al publicar las direcciones de los activistas contra la guerra ubicados en Rusia, están incitando directamente a los servicios secretos rusos y a los matones nacionalistas contra ellos, como oponentes a la guerra, para tratar con ellos con sus manos! En las condiciones de hostigamiento, despidos, amenazas y represalias físicas constantes contra personas de mentalidad antimilitarista en Rusia, tales acciones equivalen a una denuncia real con una indicación directa de a quién deben dirigir su atención las fuerzas represivas.

Una vez más, los nacionalistas de ambos lados del frente, siguiendo la lógica de «quien no está con nosotros está contra nosotros», están listos para destruir juntos a sus principales oponentes: los internacionalistas que se niegan a elegir entre los estados en guerra y las camarillas burguesas, entre la peste y el cólera.

Los anarquistas de todo el mundo deberían ser conscientes de los actos vergonzosos de los provocadores-informantes y negarse de una vez por todas a tener nada que ver con ellos, echándolos para siempre del entorno anarquista y enviándolos a sus patrocinadores y amos de los servicios secretas y la policía secreta!

La declaracion fue aprobado en referéndum de los militantes de la KRAS-AIT

https://www.aitrus.info/

Adiós a la vida, adiós al amor… Ucrania, la guerra y la autoorganización

«Cuánta sangre ha bebido esta tierra

Sangre de obrero y sangre de campesino

Para los bandidos que provocan guerras

Nunca se muere, sólo se mata a los inocentes.” [1]

 

Clausewitz hablaba de la incertidumbre del campo de batalla como la «niebla de la guerra», y el término podría aplicarse con la misma facilidad a la avalancha mediática que estamos viviendo desde el 24 de febrero de 2022 en relación con Ucrania. Los dos bandos se encuentran inmersos en una guerra de propaganda e imagen bastante clásica, reforzada de forma inédita por las redes sociales. Desde este punto de vista, los ucranianos tienen la ventaja; hay muchas imágenes disponibles en su lado (tomadas por civiles o periodistas), mucho menos en el lado ruso (no hay smartphones para los soldados, ni civiles, ni pocos periodistas). De ahí, por ejemplo, que al principio hubiera un exceso de vehículos rusos destruidos. Esto es lo que ven los occidentales (nosotros), pero es sólo una parte de la realidad. Sobre todo porque los algoritmos acentúan la banalidad de nuestros respectivos sesgos cognitivos, empujándonos a favorecer la información que confirma nuestras opiniones y presuposiciones: este es el «problema de Diagoras», pero en tiempos de guerra este lote cotidiano se vuelve excesivo, asfixiante. No es fácil mantener la distancia necesaria y la cabeza fría para entender lo que está pasando y, si es necesario, actuar en consecuencia; es aún menos fácil cuando se vive en un país beligerante o cobeligerante.

Lo bueno, lo malo y lo feo

«No te preocupes, esos están fuera.” [2]

Rusia invadió Ucrania, no al revés. Sin embargo, por importante que sea, la diferencia entre «agresor» y «agredido» no es un criterio suficiente para entender la situación. El demócrata y el autoritario, el bueno y el malo, etc.

El 28 de julio de 1914, tras el asesinato del archiduque Francisco Fernando, el poderoso Imperio Austrohúngaro (50 millones de habitantes) declaró la guerra a la pequeña Serbia (diez veces menos poblada). En los días siguientes, mediante el juego de alianzas, todas las potencias europeas entraron en guerra, y uno de los argumentos de Francia e Inglaterra fue la defensa del débil frente al fuerte. «Nadie puede creer de buena fe que seamos los agresores», declaró René Viviani, Presidente del Consejo de una República Francesa muy democrática a la que Alemania, necesariamente despótica y cruel, acababa de declarar la guerra. Mientras que la gran mayoría de los socialdemócratas de todos los países (e incluso algunos anarquistas, como Piotr Kropotkin) se adhirieron a esta narrativa y a las respectivas políticas de la Unión Sagrada, el Partido Socialista serbio rechazó la defensa nacional y no votó a favor de los créditos de guerra. En 1914, pocos revolucionarios no sucumbieron a la propaganda de guerra [3]. Sigue leyendo

El porqué del derrotismo revolucionario

Esta NO es nuestra guerra

Por Barbaria

El desarrollo de la guerra imperialista entre Rusia y Ucrania ha vuelto a colocar, de modo meridiano, la importancia de las consignas invariantes y tradicionales del movimiento revolucionario frente a la guerra del capital: la fraternización entre los proletarios en uniforme de ambos frentes, contra todas las patrias por el internacionalismo proletario, dirigir las armas contra la propia burguesía, el derrotismo revolucionario y la transformación de la guerra imperialista en guerra de clases. En el cuaderno que editamos aquí publicamos una serie de textos que hemos ido sacando como grupo al calor del recrudecimiento de la guerra imperialista y otros materiales, que nos parece importante sacar también en papel, de compañeros que se ubican en un mismo terreno de intransigencia de clase e internacionalista. Han circulado numerosos comunicados defendiendo una perspectiva análoga a la nuestra. Los compañeros de la revista Controverses han publicado la mayoría de estos comunicados en francés, inglés y castellano y se puede consultar en su página web[1]. También los compañeros argentinos de Panfletos subversivos o los compañeros checos de Tridni Valka han desarrollado una labor muy importante para hacer conocer las reacciones internacionalistas frente a la guerra que minorías de todo el mundo estamos llevando a cabo de modo claro y cabal[2]. Sigue leyendo

Lo que significa realmente el derrotismo internacionalista revolucionario en la guerra ‘ucraniana’

PERLAS DE LA BURGUESÍA: «𝘈𝘥𝘦𝘮á𝘴 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘖𝘛𝘈𝘕, 𝘜𝘤𝘳𝘢𝘯𝘪𝘢 𝘯𝘰 𝘵𝘪𝘦𝘯𝘦 𝘰𝘵𝘳𝘰𝘴 𝘢𝘭𝘪𝘢𝘥𝘰𝘴 𝘲𝘶𝘦 𝘱𝘶𝘦𝘥𝘢𝘯 𝘢𝘺𝘶𝘥𝘢𝘳 𝘦𝘯 𝘦𝘴𝘵𝘦 𝘴𝘦𝘯𝘵𝘪𝘥𝘰. […] 𝘗𝘰𝘳 𝘭𝘰 𝘵𝘢𝘯𝘵𝘰, 𝘩𝘢𝘺 𝘲𝘶𝘦 𝘱𝘦𝘯𝘴𝘢𝘳 𝘦𝘯 𝘢𝘤𝘦𝘱𝘵𝘢𝘳 𝘦𝘭 𝘢𝘱𝘰𝘺𝘰 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘖𝘛𝘈𝘕. […] “𝘋𝘦𝘣𝘪𝘥𝘰 𝘢 𝘭𝘢 𝘧𝘢𝘭𝘵𝘢 𝘥𝘦 𝘶𝘯𝘢 𝘰𝘳𝘨𝘢𝘯𝘪𝘻𝘢𝘤𝘪ó𝘯 𝘥𝘦 𝘮𝘢𝘴𝘢𝘴, 𝘭𝘰𝘴 𝘱𝘳𝘪𝘮𝘦𝘳𝘰𝘴 𝘷𝘰𝘭𝘶𝘯𝘵𝘢𝘳𝘪𝘰𝘴 𝘢𝘯𝘢𝘳𝘲𝘶𝘪𝘴𝘵𝘢𝘴 𝘺 𝘢𝘯𝘵𝘪𝘧𝘢𝘴𝘤𝘪𝘴𝘵𝘢𝘴 𝘧𝘶𝘦𝘳𝘰𝘯 𝘢 𝘭𝘢 𝘨𝘶𝘦𝘳𝘳𝘢 𝘥𝘦 𝘧𝘰𝘳𝘮𝘢 𝘪𝘯𝘥𝘪𝘷𝘪𝘥𝘶𝘢𝘭, 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘤𝘰𝘮𝘣𝘢𝘵𝘪𝘦𝘯𝘵𝘦𝘴, 𝘮é𝘥𝘪𝘤𝘰𝘴 𝘥𝘦 𝘨𝘶𝘦𝘳𝘳𝘢, 𝘦𝘵𝘤. 𝘐𝘯𝘵𝘦𝘯𝘵𝘢𝘳𝘰𝘯 𝘧𝘰𝘳𝘮𝘢𝘳 𝘴𝘶 𝘱𝘳𝘰𝘱𝘪𝘢 𝘦𝘴𝘤𝘶𝘢𝘥𝘳𝘢 𝘱𝘦𝘳𝘰 𝘧𝘳𝘢𝘤𝘢𝘴𝘢𝘳𝘰𝘯, 𝘥𝘦𝘣𝘪𝘥𝘰 𝘢 𝘴𝘶 𝘧𝘢𝘭𝘵𝘢 𝘥𝘦 𝘤𝘰𝘯𝘰𝘤𝘪𝘮𝘪𝘦𝘯𝘵𝘰𝘴 𝘺 𝘳𝘦𝘤𝘶𝘳𝘴𝘰𝘴. 𝘐𝘯𝘵𝘦𝘯𝘵𝘢𝘳𝘰𝘯 𝘧𝘰𝘳𝘮𝘢𝘳 𝘴𝘶𝘴 𝘱𝘳𝘰𝘱𝘪𝘢𝘴 𝘦𝘴𝘤𝘶𝘢𝘥𝘳𝘢𝘴, 𝘱𝘦𝘳𝘰 𝘧𝘳𝘢𝘤𝘢𝘴𝘢𝘳𝘰𝘯 𝘥𝘦𝘣𝘪𝘥𝘰 𝘢 𝘴𝘶 𝘧𝘢𝘭𝘵𝘢 𝘥𝘦 𝘤𝘰𝘯𝘰𝘤𝘪𝘮𝘪𝘦𝘯𝘵𝘰𝘴 𝘺 𝘳𝘦𝘤𝘶𝘳𝘴𝘰𝘴. 𝘈𝘭𝘨𝘶𝘯𝘰𝘴 𝘪𝘯𝘤𝘭𝘶𝘴𝘰 𝘴𝘦 𝘶𝘯𝘪𝘦𝘳𝘰𝘯 𝘢𝘭 𝘉𝘢𝘵𝘢𝘭𝘭ó𝘯 𝘈𝘻𝘰𝘷 𝘺 𝘢 𝘭𝘢 𝘖𝘜𝘕 (𝘖𝘳𝘨𝘢𝘯𝘪𝘻𝘢𝘤𝘪ó𝘯 𝘥𝘦 𝘕𝘢𝘤𝘪𝘰𝘯𝘢𝘭𝘪𝘴𝘵𝘢𝘴 𝘜𝘤𝘳𝘢𝘯𝘪𝘢𝘯𝘰𝘴). 𝘓𝘢 𝘳𝘢𝘻ó𝘯 𝘦𝘳𝘢 𝘴𝘦𝘯𝘤𝘪𝘭𝘭𝘢, 𝘴𝘦 𝘵𝘳𝘢𝘵𝘢𝘣𝘢 𝘥𝘦 𝘶𝘯𝘪𝘳𝘴𝘦 𝘢 𝘭𝘢𝘴 𝘵𝘳𝘰𝘱𝘢𝘴 𝘮á𝘴 𝘢𝘤𝘤𝘦𝘴𝘪𝘣𝘭𝘦𝘴. 𝘊𝘰𝘮𝘰 𝘳𝘦𝘴𝘶𝘭𝘵𝘢𝘥𝘰, 𝘢𝘭𝘨𝘶𝘯𝘰𝘴 𝘥𝘦 𝘦𝘭𝘭𝘰𝘴 𝘴𝘦 𝘤𝘰𝘯𝘷𝘪𝘳𝘵𝘪𝘦𝘳𝘰𝘯 𝘢 𝘭𝘢 𝘱𝘰𝘭í𝘵𝘪𝘤𝘢 𝘥𝘦 𝘥𝘦𝘳𝘦𝘤𝘩𝘢𝘴”.» (Fragmento de entrevista realizada por el colectivo Crimethic a algunos «anarquistas» de Ucrania)

Para nosotros, no sólo vemos al proletariado tal como es ahora
lo que cree y cómo actúa  ahora  ,
sino como lo que se verá obligado a hacer. O mejor,
lo que puede llegar  a   hacer cuando se le somete a la prueba de la historia.
(Parafraseando a Marx)

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Al principio de la guerra en Ucrania, aparecieron algunas posiciones que reivindicaban -de palabra- el internacionalismo y la lucha revolucionaria contra el capital. Pero en realidad, proponían la participación en la guerra del lado de Ucrania. Lo hemos visto en el Reino Unido, en Alemania y en España.

Los argumentos utilizados son en parte idénticos a los de algunos trotskistas, el autonomismo a la italiana,o los anarquistas que participan en la guerra del lado de Ucrania. Como algunas de estas posiciones provienen de grupos e individuos hasta ahora  pro  revolución proletaria , nos pareció urgente discutir con ellos. Descubrimos que su impaciencia queriendo «hacer algo ahora» es la contrapartida perdida   de una estrategia basada en el derrotismo revolucionario internacionalista.
[1]

Falta de autonomía de clase

Los que se han deslizado hacia la participación en la guerra reconocen generalmente que la guerra tiene un carácter interimperialista y capitalista. Pero insisten una y otra vez en que la causa de la resistencia ucraniana merece consideración ya que el proletariado, carente de autonomía de clase, participa en esta resistencia para defenderse de la invasión rusa. Sigue leyendo

CONTRA LA GUERRA, GUERRA DE CLASES!

Traducción semi-automática

En Ucrania, la guerra iniciada por la invasión del país por parte del ejército ruso sigue en su apogeo. Algunos quieren presentarnos esta guerra como la gloriosa resistencia de todo el pueblo ucraniano contra el fascismo ruso, otros como la respuesta legítima de Rusia al imperialismo de la OTAN.

La verdad es que en la guerra siempre es la misma gente la que muere; aquellos que son demasiado pobres para huir, que no tienen el dinero ni las conexiones para escapar del alistamiento forzoso, obligados hoy a ir a las trincheras para defender los intereses de los explotadores de ayer, que volverán a utilizarlos mañana. En fin los proletarios, los que como nosotros, ustedes, ustedes, no tienen otra opción para vivir que ir todos los días a vender su tiempo y su cuerpo para enriquecer a los patrones de todos los países. La guerra ruge más allá de las fronteras, los que no mueran por las bombas sufrirán el hambre causada por las sanciones y las repercusiones económicas, incluso a miles de kilómetros de la línea del frente.

Si bien parte del aparato estatal ruso parece decidido a continuar la guerra a pesar de las pérdidas humanas, los capitalistas gobernantes en Ucrania han declarado la ley marcial. Los que se ayudan a sí mismos en las tiendas, para comer o para mejorar lo ordinario son severamente castigados, humillados, a veces ejecutados. Los que todavía trabajan bajo los caparazones ven sus salarios reducidos a la nada en nombre del esfuerzo patriótico. Los capitalistas rusos envían soldados rusos, bielorrusos, osetios o chechenos a morir y matar por sus ganancias. Algunos de los soldados son reclutas, alistados por la fuerza y ​​enviados a luchar.

Ante esta situación, en Rusia se han realizado numerosas y periódicas manifestaciones. Los trabajadores ferroviarios bielorrusos sabotearon las líneas ferroviarias para evitar el suministro logístico al frente. Los trabajadores del aeropuerto de Pisa, Italia, se negaron a cargar armas con destino a Ucrania. A pesar de la feroz represión, los proletarios se levantan contra esta guerra que no es la suya.

Los países occidentales y los de la OTAN, que después de haber saqueado, invadido, bombardeado casi todo el globo en nombre del progreso y luego de la democracia, pueden volver a hacerse pasar por el campo de la paz y la razón.

El Estado ruso, a la zaga de la economía capitalista, se embarca en una guerra de expansión: ¡una situación dramática para los que mueren bajo las bombas, pero una oportunidad para los capitalistas! Ahora es necesaria una reorganización del mercado mundial de la energía en el contexto de una economía verde. Un plan forzado pero bienvenido para los capitalistas europeos y norteamericanos, ya que las inversiones y las ganancias potenciales son colosales.

Esta reorganización irá mucho más allá del tema energético, los bloques se reconfiguran, el llamado a la nacionalidad oa la soberanía es sólo un señuelo para la necesaria competencia renovada entre los Estados amenazados de recesión pero sobre todo entre los trabajadores.

El barniz ideológico nacionalista busca galvanizar a las multitudes para que el trabajo sea aún más y menos costoso para apoyar el esfuerzo bélico y hacer que los trabajadores olviden que sus intereses son los mismos que los de la trinchera opuesta.

Los inmigrantes ucranianos supuestamente se distribuyen cálidamente por país y según su calificación. En realidad, se trata de una carpa de la Cruz Roja que será su área de espera antes de su redistribución a una nueva finca.

“Estamos en guerra”, es con esta frase que Macron abrió la secuencia Covid antes de erigir la resiliencia como consigna de la nación. En línea con el discurso militarista producido por Estados de todo el mundo desde el inicio de la pandemia, para hacernos aceptar un nuevo ajuste de cinturón. ¡Aquí, como en todas partes, los precios suben, suben, EXPLOTAN! Esta subida de precios, ya en marcha mucho antes del inicio del conflicto, encuentra una justificación de sobra en los enfrentamientos que tienen lugar en Ucrania. A los que nos mandan, ¡bajar la calefacción, reducir el consumo de tal o cual cosa, seguir afanándonos pagando dos euros el litro de gasolina!

No olvidemos que la guerra de Estados es la paz capitalista por otros medios. No estamos pidiendo la paz, que sólo es querida por los demócratas porque permite la acumulación. ¡Contra el horror de esta sociedad donde todo se basa en el lucro, queremos la guerra de clases!

Contra el sonido mortífero de las bombas, y la algarabía mediática que nos quiere llevar a las urnas, afilemos los cuchillos, salgamos a la calle, al paro, a los bloqueos: ¡a la ofensiva contra la explotación!

ASAP RÉVOLUTION

https://asaprevolution.net/

Guerra en Ucrania: Siempre más contra el proletariado

Lo mismo se aplica a la guerra en Ucrania, como a la pandemia de Covid-19; asistimos al surgimiento de multitud de «especialistas«: ayer, virólogos, biólogos, epidemiólogos, infeciólogos, vacunólogos… y hoy: estrategas militares, polemólogos, especialistas en Rusia, «Clausewitzologists» e incluso «putinólogos«. Todo para discutir las causas obvias o latentes de esta guerra con fuertes estadísticas y referencias económico-políticas, para sobre todo obligarnos a tomar partido. La miseria y angustia de unos contrasta con la frustración y humillación histórica de otros. La «reconquista» rusa frente a la «occidentalización» de Ucrania, que ya ha percibido claramente los límites de sus nuevos «amigos«. Implícitamente, la amenaza nuclear muy real que está disponible en todos los campos.

Sin embargo, en este caso, como en todas las guerras capitalistas y por lo tanto «imperialistas«, el punto de vista y el interés proletario es no tomar partido y oponerse a la guerra por todos lados. Cualquiera que sean los pretextos defensivos u ofensivos, demócratas o despóticos, fascistas o antifascistas… son solo nubes de humo ideológicas para camuflar el interés del capital global de tener una guerra destructiva entre el trabajo muerto y el trabajo vivo[1]. El internacionalismo proletario no es una consigna vacía para el final de un folleto y para «pese a todo» dar una vaga esperanza.

Al día de hoy, el derrotismo revolucionario está en acción, primero en Rusia, que ha visto numerosas manifestaciones directamente contra la guerra ferozmente reprimida, pero sobre todo por la ausencia casi total de carteles a favor de Putin y su política bélica y expansionista. En cambio en Ucrania, donde tras la tensión nacionalista de los primeros días, las realidades de la guerra, la obligación de alistarse al ejercito (para hombres de 18 a 60 años), la discriminación y el racismo en el exilio, la aparición de milicias «incontrolables» (batallón Azov), la destrucción, la degradación absoluta de las condiciones de supervivencia… empujan cada vez más a luchar contra los belicistas, y esto incluso en «el propio campo«.

Por supuesto, el nacionalismo simétrico que paradójicamente une a los dos campos todavía tiene un futuro brillante por delante, pero es la realidad económica más que toda la retórica la que podría finalmente dar lugar a la necesaria guerra tras guerra, volviéndose contra esos quien en «su» campo se aprovecha de ello (tráficos varios, extorsión de refugiados, saqueos, etc.). También en Rusia, la caída del rublo, la inflación galopante, la represión orwelliana (la palabra guerra está prohibida y debe ser reemplazada por «operación especial«), corren el riesgo de socavar las tendencias combativas y el viejo nacionalismo «gran-ruso«.

El estado ruso debe incluso lanzar una gran ola de espectáculos Z (que simbolizan el avance hacia el oeste y la ofensiva bélica rusa) para movilizar a «su población» en defensa de una guerra a la que cada vez le cuesta más adherirse. Ya los mercenarios de «Wagner» en homenaje al compositor favorito de Adolf Hitler estaban en movimiento pero, dadas las dificultades; Ante el fracaso de la «blitzkrieg» y el estancamiento del conflicto, la clase dominante rusa debe llamar a la legión islamista chechena de Ramzan Kadyrov y a los sirios pro-Assad, «especialistas» en guerra urbana. El punto de bascular militarmente, será cuando la burguesía rusa tenga que llamar al contingente para continuar con su esfuerzo bélico, que se encuentra en dificultades. Además del aspecto estrictamente militar, esta orientación apunta abiertamente a luchar contra el sabotaje la deserción y sobre todo, contra la confraternización en el frente, obstaculizando así la influencia ambigua de la religión ortodoxa mayoritaria en ambos lados, pero sin embargo dependiente de Moscú. Esta guerra llega en el momento adecuado para continuar el proceso de desvalorización directa (destrucción y mortalidad) e indirecta (inflación, devaluación, represalia y contra represalia) que ya ha comenzado gracias a la pandemia pero con una fallida recuperación económica.

La guerra y sus consecuencias, tras el desastre sanitario, son las justificaciones ideales para hacer pagar a las clases subalternas el abismal endeudamiento de los Estados paralizados por el miedo a la enfermedad (o de las vacunas) y al fuego belicista. En ambos casos, es esencialmente a costa de la muerte de proletarios y miembros de las clases bajas empobrecidas que el capital se rejuvenece y anticipa una reconstrucción rentable, reconectando así con una nueva valoración más ostentosa.

Siempre es gracias a las ruinas y los desastres que el capitalismo, en todas partes del mundo, obtiene la mayor ganancia. Por eso se trata de una guerra contra el proletariado.

Matériaux Critiques : 18/03/2022.

 NOTAS

[1] Trabajo muerto: cantidad fija de trabajo acumulado (cf. máquinas); trabajo vivo: significa que aumenta el valor del trabajo acumulado (cf. el trabajador).

¡No a la movilización imperialista en torno a la guerra de Ucrania!

La invasión de Ucrania por el ejército ruso y la emoción que ha despertado en la población están siendo utilizadas por los gobiernos y los medios de comunicación de los países occidentales para llevar a cabo una campaña de propaganda a gran escala; bajo el pretexto de la «solidaridad con el pueblo ucraniano» que lucha por su «libertad», se desarrolla en realidad una campaña de guerra proimperialista en apoyo del imperialismo occidental contra el imperialismo ruso.

Los medios de comunicación presentan la invasión rusa como una iniciativa iniciada por Putin en solitario (cuya cordura también se cuestiona); pero una intervención militar a gran escala, en la que intervienen nada menos que 200.000 soldados, que requiere un equipamiento adecuado y la certeza de exponerse a sanciones y sufrir efectos económicos negativos, no puede ser emprendida por un solo hombre o un puñado de dirigentes: sólo puede ser obra de poderosas fuerzas económicas, sociales y políticas de las que un tal Vladimir Putin sólo es el instrumento en un momento dado.

Este ataque militar tiene lugar en una situación en la que la crisis económica más grave del capitalismo mundial en décadas ha exacerbado inevitablemente todas las tensiones interimperialistas y todas las contradicciones internas e internacionales del orden constituido burgués. En concreto, Ucrania, zona de rivalidad entre el imperialismo occidental y el ruso, ha sido escenario desde 2014 de una guerra denominada de «baja intensidad» entre el ejército ucraniano y los separatistas del Donbass, apoyados por Rusia, una guerra que, al parecer, se ha cobrado más de 20.000 vidas y ha provocado la huida de más de un millón de personas. El ejército ucraniano cuenta con el apoyo de Estados Unidos, que, según declaraciones oficiales norteamericanas, le ha concedido más de mil millones de dólares de ayuda en el último año; esta ayuda ha aumentado desde el pasado mes de diciembre para permitirle «librar una guerra híbrida contra Rusia» (1).

Los Estados europeos y americanos se escandalizaron por el recurso del Estado ruso a la guerra, «política de otra época»; pero desde el final de la última guerra mundial estos mismos Estados no han dejado de hacer guerras o de participar en ellas en los cuatro rincones del mundo: la «paz» que siguió a 1945 estuvo marcada por una interminable serie de conflictos mortales. Sin embargo, es cierto que estos conflictos tuvieron lugar lejos de las metrópolis imperialistas «democráticas» y «pacíficas», que sin embargo fueron a menudo las instigadoras y beneficiarias, y sus víctimas pudieron ser fácilmente devueltas en las fronteras europeas como migrantes sospechosos…

En realidad, si Rusia es el invasor, todo el sistema capitalista mundial es el responsable del estallido de los conflictos militares debido a los conflictos de intereses cada vez más agudos que suscita y no un «belicoso» particular al que simplemente habría que hacer entrar en razón o sacar de su miseria. Hay que luchar contra el capitalismo.

Las campañas de apoyo al pueblo ucraniano sirven para justificar no sólo las sanciones económicas contra Rusia, sino también las medidas militares; así, tras las manifestaciones pacifistas a gran escala en Alemania, el gobierno alemán anunció un aumento histórico de su presupuesto militar y la Unión Europea, donde su voz es predominante, decidió, por primera vez en su existencia, suministrar armas a una nación beligerante, seguida de cerca por Italia. Si esta última decisión es en parte simbólica, los distintos Estados europeos (incluidos los tradicionalmente neutrales, como Finlandia) han anunciado el suministro de armas. Por supuesto, Estados Unidos no es distinto: se ha establecido un verdadero «puente aéreo» con recursos de la OTAN para que Polonia suministre armas al ejército ucraniano, mientras que se han enviado soldados de la OTAN a países cercanos al conflicto, por ejemplo, Rumanía.

En cuanto a las sanciones económicas, de una importancia «sin precedentes», se inscriben en una lógica de guerra económica (2), aunque hayan evitado cuidadosamente todo lo que pudiera poner en peligro el suministro de gas y otras materias primas rusas (como el petróleo) a los Estados europeos. Estas sanciones, cuyo objetivo es «asfixiar la economía rusa», podrían provocar, con el coste de la guerra, una caída del 7-8% del PIB del país en 2022, o incluso más (3).

Este verdadero colapso económico tendrá inevitablemente graves repercusiones sobre la población y, sobre todo, sobre el proletariado, que es siempre la primera víctima de las crisis y las guerras.

En lo que respecta a otros países y a la economía mundial, la conmoción de la guerra en Ucrania amenaza con hacer descarrilar la recuperación económica: la repentina subida de los precios del gas, del petróleo y de otras materias primas (incluido el trigo) es un nuevo golpe para una economía internacional que ya era muy inestable; mientras tanto, se multiplican los llamamientos al proletariado para que acepte los sacrificios «inevitables»: ¡desde este punto de vista, la guerra en Ucrania es una guerra contra el proletariado de todo el mundo!

Los proletarios no deben dejarse atrapar en la trampa de una supuesta «solidaridad humanitaria» que sólo sirve a los fines imperialistas; no deben ponerse del lado de uno u otro bando en conflicto, que son todos sus enemigos. Deben

reservar su solidaridad para los proletarios de todas las nacionalidades, explotados, oprimidos, reclutados y bombardeados por las burguesías y sus estados en conflicto.

La guerra en Ucrania es una advertencia de lo que el capitalismo tiene reservado para los proletarios de los países que aún están en paz. Para luchar contra la guerra en curso o en preparación, no deben confiar en la hipócrita «buena voluntad» de los gobernantes cuyas sanciones son ya actos de guerra, ni seguir el camino ilusorio del pacifismo burgués; deben volver a los principios clásicos del derrotismo revolucionario y del internacionalismo proletario:

¡No a la defensa de las patrias y los estados burgueses! No a la unidad nacional y al nacionalismo.

¡Unión de los proletarios a través de las fronteras y los frentes de guerra!

¡Reanudación de la lucha de clases independiente contra el capitalismo en todos los países!

¡Reconstitución del partido revolucionario comunista e internacionalista para dirigir la lucha proletaria hacia la revolución mundial!

Proletarios de todos los países, ¡uníos!

Partido Comunista Internacional

8/3/2022

NOTAS

 (1) Cf. Washington Post, 4/3/2022

(2) El Ministro de Economía francés, Lemaire, la ha definido como «guerra económica y financiera total», palabras que expresan, sin embargo, el talante beligerante de los dirigentes políticos franceses, como por otra parte, de los italianos.

(3) El banco estadounidense JP Morgan prevé incluso una caída del 20% (en términos anuales) en el segundo trimestre de este año.

KRAS-AIT ACERCA DE LA GUERRA EN UCRANIA

NI ESTADOS, NI FRONTERAS, NI RAZAS!

Entrevista realizada por Grupo Moiras

Ante la velocidad con que avanzan los acontecimientos de la guerra en Ucrania y lo fragmentario, confuso y sesgado de las informaciones que nos llegan por los diferentes medios informativos, el grupo Moiras decidió enviar esta semana unas preguntas a la sección rusa de la AIT, con el fin de obtener una perspectiva libertaria acerca del conflicto que nos ayude a posicionarnos y a tomar decisiones en base a un conocimiento ampliado.  En el texto que viene a continuación se recogen estas preguntas junto a las respuestas enviadas por KRAS, a quienes desde aquí agradecemos su rápida y clarificadora contestación. Sigue leyendo

¡Contra la guerra capitalista!

Caricatura de 1919

Boletín La Oveja Negra
Marzo de 2022, Argentina

Ninguna guerra es fácil de comprender, ninguna situación “geopolítica” es simple de captar. Y, menos aún, cuando se supone que en el mundo no hay clases sociales: sólo quedan países, líderes e ideologías políticas. Así hay quienes apoyan y justifican las masacres y el horror de la guerra. Son quienes olvidan o quieren hacer olvidar que las guerras se hacen por dinero. Tal como señalan compañeros en Rusia en estos momentos, detrás de la guerra sólo están los intereses de quienes detentan el poder político, económico y militar: «Para nosotros, trabajadores, jubilados, estudiantes, sólo trae sufrimiento, sangre y muerte. El asedio de ciudades pacíficas, los bombardeos, la matanza de personas no tienen justificación.»

La guerra explicita el horror de una sociedad basada en la acumulación y la ganancia. Es la paz capitalista por otros medios. La que acontece en Ucrania se suma a las guerras e invasiones que lamentablemente ya no reportan novedad alguna (Palestina, Yemen, Siria) y a los millones de muertos por el hambre, la miseria, el trabajo, las enfermedades prevenibles o el suicidio.

En las zonas en conflicto se agregan las muertes y penurias por los bombardeos, la falta de agua, comida, medicamentos, abrigo y energía. Así como también ocurre en los campos de refugiados, en las cárceles, en el frente. Reclutan a proletarios de distintos países para masacrarse por los intereses de sus explotadores y gobernantes, ¡por los intereses de la burguesía! Encarcelan a quienes en Rusia se oponen a la guerra y lo manifiestan pública y colectivamente. Militarizan y aumentan la intensidad del trabajo mientras agudizan los ajustes. ¡Eso es una guerra! ¡Estas son las guerras contra el proletariado!

La guerra es la esfera de lo destructivo controlado, del desastre premeditado, de la gestión y administración de la muerte y la miseria. Esta competencia es inherente al Capital. Proletarios luchan, mueren y sufren el estado de guerra en nombre de uno u otro bloque, cuando los proletarios no tenemos patria ni nación que defender. Como señalaba Marx: «El obrero no es ni francés, ni inglés, ni alemán, pues su nacionalidad es el trabajo, la esclavitud libre, la venta de sí mismo y del propio trabajo. No está gobernado por Francia, Inglaterra ni Alemania, sino por el capital. El aire de su tierra no es ni francés, ni inglés, ni alemán, sino el aire de la fábrica. La tierra que le pertenece no es ni francesa, ni inglesa, ni alemana, sino aquella que se encuentra a unos pocos metros bajo tierra. Al interior de un país, el dinero es la patria del industrial.»

Pese a todo hay a quienes, empecinados en pertenecer o identificarse con algún bando capitalista, es decir asesino, justifican una u otra guerra, uno u otro ataque, uno u otro Estado. Con argumentos rancios, sean estos estalinistas o liberales, fascistas o antifascistas, incluso antiimperialistas, todos se concentran en apuntalar la explotación y la opresión: el capitalismo.

Claro que existen diferencias, que sean todos una mierda no significa que sean la misma mierda: Zelenski, Biden, Putin, la OTAN, los neonazis ucranianos, los neonazis rusos. Los dirigentes de Estados, sus conflictos y alianzas, sus paces y guerras, sus desarrollos y destrucciones, sus ciencias y religiones, sus ayudas humanitarias y controles de seguridad ¡todos sirven a un solo interés!: el mantener el dominio de la paz social, que no es más que la paz de los cementerios.

No existe, ni existió, ni existirán “buenos” o “malos” dirigentes burgueses, “buenos” o “malos” partidos burgueses; ni tampoco tiene sentido hablar de “buenas” o “malas” naciones o Estados. Ayer, hoy y mañana, el interés de la clase burguesa se encuentra y se encontrará siempre en guerra contra el proletariado. El trabajo, la explotación, la miseria y la guerra son las formas concretas de ese interés.

En la guerra y en la paz nos ajustan “por los intereses del país”. Pero como decimos desde hace décadas y décadas en todos los continentes: el enemigo también se encuentra “en nuestro propio país”, es “nuestra” burguesía.

La fuerza revolucionaria del proletariado depende de su capacidad para luchar contra las diferentes fracciones burguesas, contra las diferentes formas de dominación que el Capital despliega. Es en este sentido que frente a toda guerra burguesa los revolucionarios se solidarizan con sus pares de las otras regiones y, así como lo han hecho en el pasado, hoy levantan y levantarán siempre una consigna internacionalista y revolucionaria contra la guerra. Puede que estas consignas no tengan actualmente la fuerza necesaria para ser una práctica masiva del proletariado, pero no por ello dejan de ser una dirección y perspectiva.

En la pacífica y mortuoria Argentina los gobiernos nos ajustan por el bien del país, los falsos críticos nos dicen que el problema no es la burguesía local sino el FMI. Nos hablan de “pueblo” como si en esta tierra solo hubiese intereses nacionales y no de clase. Así, nos quieren amansar en la paz y nos preparan para condiciones aún peores, o incluso para la guerra. En Ucrania se ha decretado ley marcial para reprimir todo tipo de acciones consideradas antipatrióticas, desatando a su vez una violenta campaña contra las personas que roban en tiendas o participan en saqueos. En el resto del mundo, el empeoramiento de las condiciones de vida a causa de la guerra ya ha comenzado. Tanto en los países directamente implicados, en sus vecinos de Europa, como en el resto del mundo, quien pagará los costos será el proletariado. Cuando la “guerra” al virus parecía terminar, otra ha comenzado. Una nueva justificación para ajustarnos los cinturones. En Argentina, durante la primera semana de marzo la harina aumentó el 52% en cuatro días. Desde el comienzo del conflicto se dispararon los precios de la materia prima base de la deficiente alimentación de esta región. Y aún hay quienes piensan que deciden el rumbo del país porque votan cada algunos años.

Tesis sobre el significado y las consecuencias de la guerra imperialista en Ucrania

Grupo Internacional de la Izquierda Comunista.

Révolution ou Guerre 02/03/2022

Publicamos el siguiente texto sin esperar al próximo número de nuestra revista. Sin embargo, no es un volante de intervención inmediata ni un comunicado, aunque también puede servir como tal. En efecto, la gravedad de la situación, la guerra en Europa y las convulsiones que está provocando a todos los niveles, nos obliga a establecer lo más rápidamente posible puntos de referencia y de orientación en el tornado que se está levantando. La conmoción, la incredulidad y el sentimiento de impotencia ante la guerra son factores de confusión, desorientación y pánico, que pueden conducir a la desmoralización y la desesperación, e incluso al abandono de las posiciones de clase. Nuestro documento se presenta en forma de algunas tesis, en sí mismas bastante modestas y limitadas, pero que consideramos nuestro deber presentar como texto de referencia y orientación y someter a la crítica de todos. En este caso, y a pesar de la extrema debilidad de nuestras fuerzas – y todo el campo proletario no es mucho mejor en este nivel –, constituyen un esfuerzo para desarrollar un «método y trabajo de partido». Por último, hay que señalar que estas tesis se escribieron cuando la guerra en Ucrania todavía está en marcha y las tropas rusas aún no han entrado en Kiev. Sea cual sea el futuro y el resultado final de esta guerra, ya es posible y, sobre todo, necesario, extraer una serie de lecciones e hitos que marcan la nueva situación y todo el periodo venidero. Ya marcan el camino que el proletariado tendrá que recorrer para enfrentar los masivos enfrentamientos de clase que el conjunto de las clases capitalistas dominantes protagonizan ahora inevitablemente por las necesidades de la guerra imperialista. Por lo tanto, las sometemos a la reflexión y a la crítica de todas las fuerzas comunistas que se quedan fieles al principio del internacionalismo proletario; y como punto de referencia y orientación para todos los grupos políticos y los individuos militantes aislados y, tal vez, desorientados. Sigue leyendo

Sobre el derrotismo revolucionario y el internacionalismo proletario en la actual guerra entre Rusia y Ucrania/OTAN

Proletarios Revolucionarios

06/03/2022, Quito, Ecuador

  • Introducción
  • El derrotismo revolucionario en contra y más allá de todo nacionalismo y militarismo. Teoría y práctica
  • El internacionalismo proletario en contra y más allá de los falsos antagonismos del antifascismo y del antiimperialismo. Teoría y práctica
  • A modo de conclusión. Algunas claridades revolucionarias en contra y más allá del confusionismo izquierdista frente a la guerra

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NI GUERRA ENTRE PUEBLOS NI PAZ ENTRE CLASES!

“La lucha de clases del proletariado internacional contra el genocidio imperialista internacional es el mandato socialista de la hora.
¡El enemigo principal de cada uno de los pueblos está en su propio país! […]
¡Que termine el genocidio!
Proletarios de todos los países… ¡únanse a la lucha de clases internacional contra la conspiración de la diplomacia secreta, contra el imperialismo, contra la guerra, por la paz, en el espíritu del socialismo!”

−Karl Liebknecht (mayo de 1915). El enemigo principal está en casa

Introducción

Para empezar y dejar claro el terreno en el que se desarrollan los hechos y el presente artículo, hay que responder la pregunta ¿para qué Rusia invade Ucrania? Para apoderarse de su posición geopolíticamente estratégica, sus recursos naturales, su infraestructura industrial-comercial y su fuerza de trabajo colectiva. Para expandir su mercado y su poder como potencia imperialista decadente en el plano del capitalismo mundial, teniendo a EE.UU./OTAN como principal adversario y a China como principal aliado. (Sí, Rusia es capitalista e imperialista… desde tiempos de la URSS hasta la fecha.) Para reactivar su economía en crisis o compensar la caída de su tasa de ganancia mediante la industria de la guerra, explotando trabajadores o extrayéndoles plusvalía en el frente de la producción y deshaciéndose asesinamente de proletarios sobrantes en el frente militar. De hecho, la repartición del mundo durante una guerra imperialista en el fondo es la repartición de la plusvalía mundial entre burguesías nacionales y regionales −en este caso, euroasiáticas y occidentales− mediante la explotación y la masacre de la clase trabajadora mundial. (Aunque, por otro lado, toda guerra es muy costosa y no se puede mantener por mucho tiempo.) Y, sobre todo, para prevenir nuevas revueltas e insurrecciones de los explotados y oprimidos en los territorios que domina: junto con la administración estatal represiva de la crisis sanitaria, esta guerra es una pieza clave de la contrarrevolución preventiva en curso, sobre todo después de la revuelta mundial del 2019. En síntesis: no hay capitalismo sin imperialismo, sin crisis y sin guerra; y toda guerra imperialista es siempre una guerra contra el proletariado. Sigue leyendo

El imperialismo ruso, en el choque con el imperialismo estadounidense y los imperialismos europeos, mueve sus tropas a la reconquista territorial de las áreas estratégicas de Ucrania: después de Crimea ¿el Donbass y luego Odessa?

Partido Comunista Internacional (El Proletario)

24/02/2022

Desde hace 8 años, en la región de Donbass, en particular en las provincias de Lugansk y Donesk, se producen enfrentamientos armados entre los separatistas de habla rusa y el ejército ucraniano, a pesar de los aclamados acuerdos de Minsk de 2014 y Minsk II de 2015 que implicaron a Ucrania, Rusia, la OSCE, los representantes de las dos autoproclamadas Repúblicas Populares de Lungansk y Donetsk y, en los acuerdos de Minsk II, también Francia y Alemania. Según datos reportados por los medios, los muertos en estos 8 años de guerra de “baja intensidad” habrían sido nada menos que 22.000.

Que estos acuerdos serían respetados por ninguna de las partes directamente implicadas -Ucrania, Rusia, separatistas de habla rusa- quedó claro desde el principio, tanto que hizo falta un Minsk II que, en todo caso, no trajo paz. Por parte de Kiev, no se respetó el compromiso de reconocer a las dos «repúblicas» de Lugansk y Doneck esa gran autonomía prometida y acordada, manteniendo una fuerte presencia de su propio ejército; por parte de estas dos «repúblicas», con Rusia jugando el papel de verdadero contendiente detrás de ellas, los ataques armados contra el ejército ucraniano considerado «ocupante» de la parte occidental de las provincias de Lugansk y Donetsk nunca han cesado. En realidad, como destacamos en nuestra posición del pasado 25 de diciembre (1), la verdadera causa del conflicto en el Donbass se encuentra en el hecho de que esta región es absolutamente estratégica tanto para Rusia como para Ucrania desde el punto de vista económico y político y, desde el punto de vista de los contrastes interimperialistas, también para los imperialismos europeo y americano. Lo es, de hecho, para la OTAN y la Unión Europea, ya que, en 1991, tras el colapso de la URSS, todos los países que formaban parte del imperio ruso se separaron, independizándose de Moscú. Pero en la era imperialista, la independencia de un país de todos los demás, y sobre todo del imperialismo que antes lo dominaba, sigue siendo un anhelo abstracto; son tantos los aspectos de carácter económico, financiero, político y militar que determinan la política interior y exterior de cada estado, que cada país está obligado -sobre todo si se inserta en áreas geopolíticas de gran interés en la competencia entre imperialismos-, como Europa del Este- a alquilar su «independencia», y por lo tanto su territorio, su economía y su gobierno, a uno de los polos imperialistas que mejor puede favorecer sus intereses nacionales o, al menos, protegerlos de ataques de países enemigos. Sigue leyendo

НЕТ ВОЙНЕ! ¡NO A LA GUERRA!

NI GUERRA ENTRE PUEBLOS NI GUERRA ENTRE CLASES!

KRAS-AIT, Sección de la Asociación Internacional de Trabajadores de la Región de Rusia

26 de febrero de 2022

La guerra ha comenzado

Lo que temían, lo que advirtieron, lo que no querían creer, pero lo que era inevitable, sucedió. Las élites gobernantes de Rusia y Ucrania, instigadas y provocadas por el capital mundial, ávidas de poder e infladas con miles de millones robados a los trabajadores, se luchan en una batalla mortal. Su sed de ganancias y dominación ahora paga con su sangre la gente común, como nosotros.

El primer tiro lo disparó el más fuerte, depredador y arrogante de los bandidos: el Kremlin. Pero, como siempre sucede en los conflictos imperialistas, detrás de la causa inmediata se esconde toda una maraña de razones asquerosamente hediondas: esta es la lucha internacional por los mercados del gas, y el afán de las autoridades de todos los países por desviar la atención de la población de la tiranía. de las dictaduras «sanitarias», y la lucha de las clases dominantes de los países de la antigua Unión Soviética por la división y redistribución del «espacio postsoviético», y las contradicciones a mayor escala y globales, y la lucha por la dominación mundial entre la OTAN, dirigida por EE. UU. y China, desafiando a la vieja potencia hegemónica y sujetando a su carro a su «hermano pequeño» en el Kremlin. Hoy estas contradicciones dan lugar a guerras locales. Mañana amenazan con convertirse en una Tercera Guerra Mundial Imperialista.

Cualquiera que sea la retórica “humanista”, nacionalista, militarista, histórica o de cualquier otra índole que justifique el actual conflicto, detrás de él sólo están los intereses de quienes detentan el poder político, económico y militar. Para nosotros, trabajadores, jubilados, estudiantes, sólo trae sufrimiento, sangre y muerte. El bombardeo de ciudades pacíficas, los bombardeos, la matanza de personas no tienen justificación.

Exigimos el cese inmediato de las hostilidades y el retiro de todas las tropas a las fronteras y líneas de separación que existían antes del inicio de la guerra.

Hacemos un llamado a los soldados enviados a combatir a que no se disparen unos a otros y más aún a que no abran fuego contra la población civil.

Los instamos a que se nieguen en masa a cumplir las órdenes criminales de sus comandantes.

¡PARAR ESTA GUERRA!

¡BAYONETA AL SUELO!

Llamamos a la gente en la retaguardia a ambos lados del frente, a los trabajadores de Rusia y Ucrania a no apoyar esta guerra, no ayudarla, al contrario, ¡resistirla con todas sus fuerzas!

¡No vayas a la guerra!

¡Ni un solo rublo, ni un solo hryvnia de nuestros bolsillos para la guerra!

¡Haced huelgas contra esta guerra si puedes!

Algún día, cuando tenga suficiente fuerza, los trabajadores de Rusia y Ucrania exigirán la completa responsabilidad de todos los políticos presuntuosos y oligarcas que nos enfrentan entre nosotros.

Recordamos:

¡NO A LA GUERRA ENTRE LOS TRABAJADORES DE RUSIA Y UCRANIA!

¡NO HAY PAZ ENTRE CLASES!

¡PAZ A LAS CASAS – GUERRA A LOS PALACIOS!

https://www.iwa-ait.org/es/content/kras-ait-contra-la-guerra

SOBRE EL CONFLICTO RUSO-UCRANIANO

A la célebre frase de Clausewitz “la guerra es la continuación de la política por otros medios” se le puede agregar “la guerra es también la continuación de la economía”. Y es que al rasgar los velos políticos, étnicos y religiosos que los burócratas y tecnócratas de turno suelen plantear como razones principales, las guerras en el capitalismo revelan estar íntimamente ligadas al control de territorios que proporcionan mano de obra barata, materias primas, rutas comerciales, zonas militares estratégicas, mayor circulación de mercancías, etc. En suma, la guerra está ligada a los intereses de expansión del capital y las clases capitalistas que la personifican. Las dos guerras mundiales, la invasión de EEUU a Irak (2003-2011), a Afganistán (2001), el conflicto en la franja de Gaza (2021), etc., son diáfanos ejemplos históricos de este hecho. La guerra entre Rusia y Ucrania no es la excepción. Responde a los intereses de la expansión y recomposición capitalistas para amortiguar la crisis económica e intentar solucionar los problemas de legitimidad que pesan sobre los mecanismos de dominación burguesa en la inmensa mayoría de Estados Nacionales alrededor del mundo.

El despliegue militar ruso en Ucrania del 24 de febrero es la continuación de un expansionismo económico que tiene como antecedente inmediato la anexión de Crimea en 2014. Por eso no es casual que Rusia haya estado preparando sus reservas en oro haciendo pruebas en el sistema SPFS y CIPS, ni que haya posicionado tropas de 175 mil soldados en las fronteras de Ucrania tiempo antes al estallido del conflicto. A la luz de esos hechos no debería haber sido una sorpresa que el gobierno no se haya detenido una vez tomados Lugansk y Donetsk. La salvaguarda de los intereses de sus capitalistas explica la avanzada militar por más de diez ciudades ucranianas, incluida la capital de Kiev y bombardeos como el de Jarkov.

La respuesta de los países capitalistas opuestos a Rusia ha ido paulatinamente modificándose. El primer ministro de Bélgica, Alexander de Croo, señalaba en el Consejo Europeo extraordinario del 24 de febrero que “Hacen falta sanciones que muerdan, no que ladren” y Joe Biden señaló en una entrevista: “Putin will be a pariah on the international stage”. El desarrollo de los hechos indica que las sanciones contra Rusia irán acentuándose desde el bloque conformado por la OTAN, Reino Unido, Japón, Canadá, Australia, Corea del Sur y Suiza. En menos de una semana se cerró el espacio aéreo y marino, se excluyó parcialmente a Rusia del sistema SWIFT, y se implementaron sanciones contra grandes capitalistas rusos cercanos a Putin. Como resultado el rublo ha caído un 30% y la economía rusa presenta serias turbulencias que afectan sobre todo a la clase trabajadora. El anuncio por parte de la Unión Europea de más de 450 millones destinados al envío de armas letales a Ucrania y el congelamiento de las reservas del Banco Central ruso, son sanciones que, a pesar de su importancia, demuestran que la OTAN todavía no se muestra a favor de ser parte de una intervención militar directa. A pesar de esto la tendencia guerrerista sigue agudizándose. La tentativa de negociación en Bielorrusia no ha llevado a nada concreto y, en cambio, demuestra la preocupación rusa por no dilatar más el tiempo de la invasión. Interesado en encubrir lo riesgoso de su posición, al iniciarse las negociaciones Putin llamó a activar las “fuerzas de disuasión nuclear” y el domingo 27 el canciller Olaf Scholz anunció un aumento de la inversión en defensa de 100 000 millones de euros. El siguiente escenario se muestra cada vez más inflamable y anuncia la agudización de los enfrentamientos militares cerrando el espacio para una salida diplomática sin perdedores.

Las posturas vertidas

En estos últimos días apelar a la nación, la libertad, la civilización y los derechos humanos en general, es decir a quimeras y abstracciones metafísicas, ha sido pan de cada día. Bajo el guion de estas sentencias maniqueas, la pobre Rusia se ve empujada con la inocente Ucrania a una guerra orquestada por la perversa EEUU. Y viceversa, los heraldos bienhechores de la OTAN luchan y defienden a la pobre Ucrania de las siniestras garras del “zar Nicolás II” que busca restaurar la URSS. Criticar estas posturas dicotómicas no significa que sus argumentos vertidos y hechos analizados sean ilusorios. Sería falso negar el galopante acrecentamiento de una ultraderecha rancia ligada al gobierno ucraniano y la existencia de sectores neonazis en el Donbass, sería falso negar que Estados Unidos ha incentivado la asociación militar con Estonia, Letonia y Lituania cercanas geográficamente a Rusia o aliándose del mismo modo con Polonia, la República Checa, Eslovaquia, Hungría, Rumania y Bulgaria; sin embargo, también sería falso negar que estos hechos se elevan a su quintaesencia para justificar los intereses expansionistas del capital, para encubrir el ya mistificado capital. Estos análisis dicotómicos no nos llevan más que a negar la centralidad que tiene la lucha de clases en la sociedad capitalista, lo que a la vez conlleva tomar posición por uno u otro Estado Nación anulando o negando el papel de nuestra clase, de la clase trabajadora. En suma, seguir el guion del drama impuesto solo nos lleva a apoyar a nuestros propios verdugos. Estos análisis dicotómicos vertidos por sectores de derecha o izquierda sean partidos, militantes, presidentes y demás confundidos solamente sirven de aval a la expansión capitalista. Y a los llamados “críticos del capitalismo” que siguen ciegamente a la madre Rusia les recitamos lo que Rosa Luxemburg señalaba en su “Cuaderno Junius” sobre la socialdemocracia alemana: “En ningún lugar la organización proletaria se sometió tan dócilmente al imperialismo, en ningún lugar se abandonó tan totalmente la lucha política”.

Los trabajadores

Los afectados bajo los tanques, ametralladoras, granadas, cascos y aviones de la expansión y reacomodo capitalistas son siempre el grueso de la humanidad: la clase trabajadora. La primera víctima cuando llega la guerra no es la verdad, sino la clase trabajadora. La carne de cañón al invadir un territorio: la clase trabajadora. Los reventados entre fango y lodo escenario militar en disputa: la clase trabajadora. La resistencia en las plazas y avenidas militarizadas, los miles encarcelados y reprimidos por los militares: la clase trabajadora. “¿En qué casas de la dorada Lima vivían los obreros que la construyeron? La noche en que fue terminada la Muralla china, ¿adónde fueron los albañiles? ¿Sobre quiénes triunfaron los Césares?”. Los trabajadores somos obligados a ser carne de cañón en cualquier circunstancia, pero somos también la pólvora que hará estallar las entrañas de este sistema del capital. Sigue la rueda girando. Lo que hoy está arriba no seguirá siempre arriba. Más para el agua de abajo, ay, esto únicamente significa que hay que seguir empujando la rueda. O triunfa el imperialismo y provoca la destrucción de toda cultura creando despoblación, desolación, degeneración, un inmenso cementerio; o triunfa el socialismo, es decir, la lucha consciente del proletariado.

Editorial AndePerú

Guerra en Ucrania: el ratón y el gato

Barbaria (Madrid), 25 de febrero de 2022

Acabó el juego del gato y el ratón. Y el ratón se comió al gato. No habían despuntado las luces del día cuando blindados y cuerpos de combate rusos entraron en suelo ucraniano. En esta ocasión a cara descubierta, con las insignias correspondientes a sus batallones y la bandera tricolor rusa visible. La farsa del 2014 ya no tenía sentido en esta ocasión. El capitalismo ruso ha lanzado a todo su ejército, toda su capacidad de fuego y destrucción, para recordarle al mundo entero que está dispuesto a competir con el resto de capitales por hacerse con la parte del botín que pueda, en un periodo histórico de reparto y reconfiguración de liderazgos del capitalismo mundial.

Naturalmente, el botín en disputa es la plusvalía mundialmente entendida, la suma total de esa parte que a cada uno de los trabajadores del mundo chupa el vampiro capitalista, inmerso en una crisis mortal. De Kiev a Moscú, pasando por Madrid, Dakar, Bombay, Chicago, Lima, Seúl, por los cuatro puntos cardinales del globo, el programa del capitalismo en crisis (y qué crisis: económica, ecológica, social, energética, todas ellas agravándose sin parar) es el mismo: guerra imperialista entre naciones y acrecentamiento sin límites de la explotación a la clase obrera.

La burguesía rusa apareció envuelta en el celofán de la Patria y la Bandera, vieja argucia de las clases decadentes. Pero en realidad lo único que defiende la burguesía, rusa y no rusa, son sus mercados. Por eso la intervención militar se abate indistintamente contra la clase trabajadora ucraniana y rusa. A ambas solo les cabe esperar el horror de la guerra y el terror policíaco que ya existen en Rusia. Conforme pasen los días y el humo de la batalla se disipe, a los trabajadores ucranianos y rusos más conscientes no les cabrá la duda de que, al margen del color de las banderas, las condiciones de vida entre ellos son idénticas, que la explotación es la misma, que ambos son la carne de cañón de sus respectivas burguesías. Y que cuando la refriega acabe y llegue el acuerdo, la burguesía victoriosa representará a la totalidad de explotadores.

En la batalla ideológica, los crápulas “occidentales” (con toda su la comitiva de profesores, expertos, periodistas, amén de sus organizaciones no gubernamentales) quieren hacernos creer que Putin es un chiflado con deseos de ser Zar, que la burguesía rusa no es tal sino “oligarcas” (como quien dice burgués de baja estopa) y Rusia un atavismo de tiempos ya pasados, con sus cúpulas doradas, banderas con águila y puertas gigantescas en los palacios. Nada más lejos de la realidad. Putin es un fiel y consciente heredero de Stalin y su régimen capitalista. Todos sus movimientos están orientados a convertir el capitalismo ruso en competitivo, con una sobreexplotación de la clase obrera en el suelo patrio, y la rapiña imperialista allí donde sea capaz de imponerse. Después del colapso de 1989 ha ido recomponiendo las piezas, hasta el punto al que ha podido, y lo ha hecho en consonancia con el capitalismo mundial. Para ello ha contado con las élites de la burguesía europea: si no, que le pregunten a los Schröder, Berlusconi, Fillon y tantos otros.

El ataque ruso a Ucrania está en la línea de dominio imperialista del capitalismo ruso, la misma que aplastó con sus tanques la revuelta en Berlín en 1953, Hungría en 1956, Checoslovaquia en 1968 o Afganistán en 1979. Recobrada su capacidad operativa ha intervenido en Georgia, Osetia, Siria, Kazajistán y en diversos lugares del mundo mediante fuerzas mercenarias. Es esta renovada capacidad de intervenir y competir con las burguesías occidentales lo que las tiene horrorizadas. Y lo hace con las mismas armas que ellos: guerra imperialista para garantizarse los suministros en materias primas y minerales necesarios y una acrecentada voluntad de incremento de plusvalía a todo desdichado que caiga en sus manos, esté en el país que esté. Eso sí, ahora quiere competir si es necesario en el mismo patio de las burguesías europeas. Mientras los cazas rusos bombardeaban las posiciones de los aliados occidentales en Siria, nada parecía ocurrir. Ahora, el rugido de sus motores les recuerda que su botín no está a buen recaudo, y que en la nueva situación mundial son codiciados por diferentes países capitalistas.

En una ironía de la historia, a la que desde Hegel sabemos cuánto le gustan estos juegos, el antiguo jefe de filas ha pasado a ser subordinado, y el lacayo de antaño jefe de filas. Las nuevas hechuras imperialistas rusas serían difíciles de sostener sin todo el apoyo brindado por China. Quienes se quedan en la superficie de los fenómenos políticos no están en condiciones de entender la naturaleza del capitalismo como una relación social abstracta: el capitalismo chino necesitó del apoyo americano en las décadas de los 70 y 80 del siglo XX para zafarse de la opresión del capitalismo ruso, sin importarle las “diferencias políticas”. Ahora el capitalismo chino le presta a su antiguo opresor ruso la ayuda para independizarse de los capitales occidentales. Lo esencial en todo ello, lo que verdaderamente se juega, es que el capitalismo va a continuar perpetuándose sin importarle un pepino las formas políticas, esa cáscara de nuez solo útil para el juego ideológico.

En nuestra declaración anterior decíamos:

El desarrollo del capitalismo implica, por un lado, la contradicción entre la necesidad de explotar trabajo y la necesidad de expulsarlo con nuevas tecnologías, que lo introduce en una crisis económica perenne, de agotamiento de su propio mecanismo para producir riqueza en los términos de la mercancía. Por otro lado, ese mismo desarrollo hace cada vez más dudosa la capacidad de una potencia capitalista para mantener su hegemonía sobre el resto o, siquiera, sobre un bloque estable y robusto, al mismo tiempo que impulsa a los distintos países a pugnar entre sí por convertirse en potencias regionales.

En este periodo histórico que vivimos, que nosotros consideramos de bisagra, estamos abocados a padecer el creciente enfrentamiento imperialista por todo el mundo, y a agravarse, si es posible más todavía, las condiciones de vida de la clase obrera mundial. Esto es cuanto el capitalismo es capaz de ofrecer a la humanidad.

La resolución inmediata del conflicto se resolverá con una negociación, siempre bajo la amenaza de nuevas reanudaciones bélicas. La propia complejidad y entrelazamiento de la economía capitalista mundial hará que el conjunto de las sanciones impuestas por la UE y EEUU parezca un chiste. No pueden castigar a Rusia sin castigarse, de pasada, ellos mismos. Es esta sensación de impotencia y frustración la que recorre a toda la clase política europea.

Pero no nos olvidamos. La canalla uniformada rusa está bombardeando ciudades, calles. Miles de personas huyendo de sus casas para salvar la vida. En el horizonte de todo esto están las negociaciones entre los dos gobiernos. Los trabajadores ucranianos y rusos no tienen nada que ganar en todo esto, y aunque estamos lejos de una situación donde la clase tenga claridad respecto a sus propios intereses, es importante señalar las manifestaciones que se dieron por toda Rusia ayer contra la guerra y que han dejado 1.800 detenidos. Que sea la clase obrera rusa la que impida que sus soldados salgan de Rusia, que sean los trabajadores ucranianos quienes tomen las riendas del país. Que se despojen de cualquier tentación nacionalista. ¡Abajo rusos y ucranianos! ¡Viva la acción conjunta del proletariado!

Desde 1914 los trabajadores del mundo entero solo pueden enarbolar una bandera: la del derrotismo revolucionario. Contra las guerras imperialistas, la necesidad de abatir en primer lugar a la propia burguesía. La solidaridad internacional entre los trabajadores. No hay otra tarea, por ingente y alejada que esté en este momento, que abatir las relaciones sociales capitalistas. Cualquier otra salida es un remedo a la situación presente.

Contra quienes enarbolan la bandera de la paz en las condiciones sociales actuales, les decimos que es perpetuar las condiciones de la guerra y la explotación. Es continuar con la degradación del capitalismo mundial. Contrariamente a esta visión de convivencia pacífica en el capitalismo, levantamos la bandera de ¡clase contra clase, explotados contra explotadores, comunismo contra capitalismo, revolución contra reacción!

Barbaria somos una pequeña agrupación sin capacidad de influir en la lucha de los acontecimientos. Pero estamos profundamente comprometidos con los proletarios que en este momento padecen el fuego y la metralla de dos ejércitos en combate. Nuestro pensamiento y corazón está con todos ellos.