Guerra de clases 16/2024: Revuelta proletaria en Kenia – ¡Contra todas las falsificaciones burguesas!

El texto que presentamos aquí sobre la muy reciente oleada de lucha de clases que barrió Kenia (y la sigue barriendo en el momento de escribir estas líneas) no pretende ser “completo”, ni un análisis “serio”, “objetivo” o pedante de la situación. No estamos aquí simplemente para diagnosticar los males del Capital, ¡estamos aquí para ser su sepulturero! No nos sirven los análisis “eruditos” y “brillantes” de la economía política burguesa, tan apreciados por todos los colores y matices del prisma de la izquierda y extrema izquierda del capital, análisis que aplastan con el peso de sus cifras, sus porcentajes, sus gráficos, sus curvas, su logorrea… cualquier expresión de la vida de nuestra clase y de su lucha, cualquier manifestación de lo vivo. En lo que nos concierne, enviamos simple y modestamente un saludo caluroso y vibrante a nuestros hermanos y hermanas de clase en lucha en Kenia, como en todas partes de este infierno capitalista que se impone a nuestra humanidad, y les llamamos a mantenerse firmes, después de haberse sublevado, a organizarse cada vez más poderosamente para las luchas venideras…

El 18 de junio de 2024 comenzaron las manifestaciones en Nairobi, con la ocupación de la plaza frente al Parlamento Nacional y, desde el principio, enfrentamientos con las fuerzas represivas del Estado. El detonante de las protestas fue la propuesta de Ley de Finanzas 2024 del Presidente de Kenia, Sr. Ruto. Su aprobación provocaría subidas de precios en una amplia gama de productos básicos, desde el pan, los huevos, las verduras y el aceite de cocina hasta la gasolina y los productos de higiene para mujeres y niños.

Además, debido a la naturaleza de la organización del capital en Kenia, si quieres conseguir un empleo en la “economía urbana del sector servicios”, no te queda más remedio que convertirte en lo que se conoce como “autoempresario” y tienes que comprar tu propio equipo, combustible y pagar impuestos al Estado, aunque luego trabajes para una gran empresa tecnológica, una compañía de medios sociales o una agencia gubernamental local.

Esto llevó a los proletarios cuya pertenencia de clase está enmascarada por la ideología burguesa, que les da la ilusión de ser “empresarios privados”, y que eran los más afectados por los cambios, a convertirse en los iniciadores de las protestas. Y al igual que en el caso del movimiento de los “chalecos amarillos” en Francia, los principales medios de comunicación, así como la izquierda del capital con su ideología obrerista, saltaron a la oportunidad de interpretar las protestas como un movimiento “pequeño burgués”, “contra la corrupción del gobierno”, “impuestos injustos”, “por más democracia”, etc. Como en el caso de los “chalecos amarillos”, queremos hacer hincapié en la naturaleza proletaria del movimiento, que se expresa y confirma en la expropiación generalizada de bienes, los ataques a la infraestructura y los símbolos del Estado y el rechazo de cualquier mediación burguesa, a pesar del ocasional “ciudadano enfurecido” quejándose en TikTok de que la nueva ley “perjudica a su negocio”. Sigue leyendo

DE LA NAKBA…

De Boletín La Oveja Negra

La fundación del Estado de Israel es, para los expulsados y quienes lloran a sus muertos, la Nakba («catástrofe» en árabe): el momento en que los palestinos debieron comenzar su exilio, desposesión y desarraigo. La creación de cada Estado es una catástrofe y así deberían ser conmemoradas todas. ¿No está, acaso, el Estado argentino también fundado sobre la masacre, la desposesión y la expulsión de habitantes preexistentes? Se habla a veces de Israel como “Estado ilegítimo”, pero ¿qué Estado lo sería?

En 1948 el proceso de ocupación del territorio palestino para la creación del Estado de Israel supuso el abandono forzoso de los habitantes de sus tierras y hogares. Durante décadas, esta ocupación territorial se ha ido extendiendo bajo distintas formas de violencia sistemática. En estas últimas semanas, y tras una rápida escalada del conflicto, nos encontramos ante una brutal continuación de la Nakba. Con los habitantes de Gaza desplazados, bajo un asedio continuo mediante bombardeos, incursiones terrestres, y bloqueando el acceso de la población al agua, alimentos, sanidad, electricidad y comunicación.

Mientras tanto, los funcionarios de Estado de los países occidentales únicamente condenan el ataque del 7 de octubre para alinearse con la masacre que está llevando a cabo Israel con el apoyo de EE.UU. De igual modo proceden la mayoría de los medios masivos de (in)comunicación occidentales, que asimilan cualquier protesta a antisemitismo y cualquier reivindicación de la resistencia del proletariado palestino, incluso la mera condena al ataque llevado a cabo por Israel, con el apoyo a Hamás.

Con más de 15.000 muertos, la expulsión de 800.000 árabes palestinos en 1948 fue un acto de violencia y desplazamiento en masa sin precedentes en la historia de la región. La mayoría de los refugiados palestinos se asentaron precariamente en la Franja de Gaza (en ese entonces ocupada por Egipto) y en Cisjordania (ocupada por Transjordania, hoy Jordania), así como en Siria, Líbano, Egipto, Irak. La Nakba no se ha detenido, como el nuevo éxodo que sufrieron alrededor de 300.000 refugiados palestinos en 1967 durante la Guerra de los Seis Días, cuando Israel ocupó la Franja de Gaza y Cisjordania. Hoy asistimos en vivo y en directo a otro episodio de esta catástrofe, mientras la mayor parte del mundo mira para otro lado.

Pese a la distancia geográfica, no escribimos estas palabras a la ligera, con indiferencia ante el sufrimiento de las víctimas y sus seres queridos. Sin embargo, para el análisis de los acontecimientos debemos, por momentos, no partir de las emociones para apreciar adecuadamente lo sucedido. Este puñado de reflexiones, tienen como objetivo denunciar la presente matanza en Palestina así como comprender la situación actual.

En su ataque a Gaza, Israel ha proclamado abiertamente una intención genocida. El 31 de octubre y el 1 de noviembre Israel arrasó Jabalía, antiguo campo de refugiados ya urbanizado, al norte de Gaza, dejando unos 190 muertos. Ante este suceso renunció un alto funcionario de la ONU quien declaro: «sé bien que el concepto de genocidio a menudo ha sido objeto de abuso político, pero la actual matanza generalizada del pueblo palestino, arraigada en una ideología colonial etnonacionalista de colonos, la continuación de décadas de su persecución y purga sistemáticas, basada en su condición de árabes y sumada a declaraciones explicitas de intenciones por parte de los líderes del gobierno y ejercito israelíes, no deja lugar a dudas.» Hasta la misma ONU declaró que «Gaza es un cementerio de niños». Al cierre de este boletín, el número de asesinados en la Franja de Gaza asciende a más de 11.000, de los cuales alrededor de 5.000 son niños. Estas cifras oficiales continúan creciendo, con miles de desaparecidos y heridos. De los 2.3 millones de habitantes en la Franja, se estima que 1.6 millones se han debido desplazar a causa de los ataques, siempre al interior del reducido territorio, principalmente desde el norte hacia el sur.

Ahora bien, la definición de genocidio propia del derecho internacional puede hacernos perder de vista los motivos de clase detrás de un ataque étnico, nacionalista y religioso sobre una población. Israel funciona como un Estado confesional, brindando ciudadanía al “pueblo judío”, y más aun brindando apoyo económico y militar a los colonos en su afán expansionista. Evidentemente, los beneficios no son por igual, se trata de una sociedad profundamente estratificada (y zonificada) incluso entre la población judía, y fundamentalmente respecto de la población árabe (dejamos de lado aquí la inmigración como mano de obra barata proveniente de países como Tailandia). Israel fomenta la etnificación de parte del proletariado en tanto judíos, enfrentándolos al resto del proletariado etnificado en tanto árabe.

Desde este boletín hemos criticado la noción de pueblo desde nuestra propia realidad como “argentinos”. Decíamos en el nro. 86: «La población existe, sin embargo, la forma de categorizarla no es natural, la manera de designarla es política. No existe a la espera de ser reconocida y tener significado, es algo totalmente construido. Sin lo que “pasionalmente” conocemos como pueblo, la razón de Estado carecería de sentido. Los propios límites geográficos gracias a los cuales se puede definir “el pueblo argentino” se establecen a partir del Estado argentino. Primero el Estado después su pueblo, jamás al revés. Es de esta manera que decenas de poblaciones y comunidades quedan encerradas en las fronteras de la Argentina. En su acepción más corriente, para que exista un territorio determinado debe existir un Estado determinado. “El pueblo” no es un dato de la naturaleza, ni una clase social, siquiera un grupo sociológico, hay que construirlo y representarlo. Acontecimientos como las guerras, los mundiales o ciertos sucesos culturales refuerzan el concepto y ayudan a experimentarlo como realidad.»

En este caso, es el Estado Israelí el que ha construido una forma bien determinada de lo que significa ser “judío” y “palestino”, reforzadas por los frustrados intentos de un Estado Palestino separado. Desde una perspectiva anticapitalista no es necesario negar diferencias étnicas, culturales, religiosas entre proletarios para hablar de clases sociales, sino comprender cómo estas son abordadas, transformadas e impuestas por los Estados. Sigue leyendo

[Konflikt] Sobre la situación en Gaza

Traducido por NecPlusUltra

En este mismo instante Israel está cometiendo crímenes de guerra en Gaza. Aunque nuestros medios de comunicación están repletos de «valientes israelíes» que se defienden de «terroristas árabes locos», la verdad del asunto es bastante menos heroica. Por el contrario, lo que vemos en este momento es al ejército de un Estado moderno militarizado vengándose de civiles desarmados. Las consecuencias, por supuesto, son horribles. El Estado israelí ya ha asesinado a más del doble de civiles palestinos que el número total de israelíes que los nacionalistas palestinos consiguieron matar en su ataque contra Israel el 7 de octubre, y la ofensiva terrestre ni siquiera ha comenzado todavía. Sin embargo, todos los días el Estado israelí comete crímenes de guerra contra la población palestina —y esto mucho antes del 7 de octubre [n. del t.]—. Bombardear hospitales es un crimen de guerra. Cortar el suministro de electricidad, agua y combustible de Gaza es un «castigo colectivo». Es un crimen de guerra. La «deportación o traslado ilegal de civiles» es un crimen de guerra. En el habla cotidiana solemos llamarlo «limpieza étnica». Matar a los trabajadores de las agencias humanitarias de la ONU que participan en las labores de ayuda es un crimen de guerra. Israel los mata a pesar de todo. Bombardear ambulancias es un crimen de guerra. Israel lo hace a pesar de todo. El uso de fósforo blanco es un crimen de guerra. Israel lo hace a pesar de todo. Incitar directamente a otros a cometer genocidio es un crimen de guerra. Yoav Gallant, ministro de Defensa israelí, declaró: «Luchamos contra animales humanos y actuamos en consecuencia». Es un criminal de guerra.

Sin embargo, en todo Occidente vemos cómo los medios de comunicación se apresuran a defender a Israel al mismo tiempo que comete crímenes de guerra contra la población civil de Gaza. En los medios de comunicación es como si este conflicto fuera el de David contra Goliat; sin embargo, Occidente vitorea al Goliat israelí y condena al David palestino por tirar piedras.

Y en cuanto a Hamás, ¿qué puede haberles llevado a lanzar esta enorme incursión a través de la frontera con Israel y a desbocarse asesinando a casi un millar y medio de personas? ¿Qué esperaban conseguir con estas matanzas? ¿Cómo pensaban que esto podría hacer avanzar su causa? Lo vemos como un acto de pura desesperación. No creemos que Hamás viera ningún valor militar en este ataque[1]. De hecho, debían saber que matar israelíes en cantidades sin precedentes provocaría este tipo de respuesta genocida por parte del Estado israelí, así que ¿por qué lo hicieron? ¿Qué ventaja podían haber visto en provocar semejante matanza?

Para entenderlo tenemos que situar esta guerra en el contexto de la política internacional. Hoy Gaza es un agujero infernal. Es, de hecho, un gigantesco campo de prisioneros del que no se puede escapar. Tiene una población de casi 2,4 millones de habitantes hacinados en 365 km2, lo que la convierte en uno de los lugares más densamente poblados del mundo. También tiene una de las edades medias más bajas del mundo, con la mitad de la población menor de 18 años. Sigue leyendo

Textos sobre la cuestión Palestina desde una perspecticva de clase y revolucionaria [Parte II]

La última carnicería en el Medio Oriente forma parte de la marcha hacia la guerra generalizada

El ataque sin precedentes de Hamás contra Israel se debe a motivos internos e internacionales cercanamente entrelazados:

  1. La destitución de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) de Abu Mazen, un organismo corrupto e incompetente que actúa en connivencia con el Estado israelí, y que actualmente goza de un gran descrédito entre la población palestina, otorgando a Hamás el liderazgo exclusivo en la lucha contra el Estado de Israel.
  1. Socavar el camino abierto por los Acuerdos de Abraham de 2020, que ve (o vio) negociaciones en curso entre Israel y Arabia Saudita, y en los que también participó la ANP. Los Acuerdos de Abraham eran entre países suníes e Israel, por lo que Hamás se sintió aislada, temerosa de dejar de recibir ayuda financiera de Riad y Qatar. En términos más generales, el objetivo de Hamás es implicar a los Estados árabes en una especie de «alianza santa» contra Israel: un frente árabe (Egipto, Siria y Líbano) en contraste con el pacto entre Israel y algunos países árabes (los Emiratos y Bahréin) con la perspectiva de incluir a Arabia Saudí.

Además, también es importante señalar que una acción de este peso depende de Irán y de los ayatolás, es decir, de un frente imperialista antieuropeo, anti-OTAN y anti-estadounidense. Lo que significa echar leña al fuego de la guerra en Ucrania—en fin, todo está ligado en la carnicería de la guerra que libran los imperialismos tanto «occidentales» como «orientales».

Irán tiene todo el interés en hacer de la región un escenario de guerra contra Israel, tanto para debilitar a su enemigo número uno, como para obligar a sus aliados históricos (Rusia, China y Corea del Norte) a apoyar a Teherán en su estrategia regional, aunque esto sea poco realista en la actualidad.

Los medios de comunicación occidentales señalan con el dedo la barbarie yihadista, pero «olvidan» o restan importancia a la discriminación, la opresión y la violencia perpetradas por la clase dominante israelí contra el proletariado palestino, incluso cuando son ciudadanos de Israel. Recientemente la violencia ha aumentado bajo la influencia de la extrema derecha, más o menos religiosa, que es socio principal del actual gobierno de Netanyahu.

No olvidemos tampoco que Hamás fue apoyada originalmente por Tel Aviv para contrarrestar a Fatah de Yasser Arafat y a las formaciones armadas «de izquierdas» de la OLP. En cuanto a los talibanes, en cuanto al ISIS, ambos «patrocinados» en su momento por EEUU, el «brujo» imperialista ha perdido el control de los «monstruos» de su propia creación que ahora están reforzando las filas enemigas. El perro muerde ahora las manos de quienes lo alimentaron.

La clase dominante siempre ha tratado de dividir y oponer a los diversos segmentos de la clase obrera en distintas agrupaciones «étnico-nacionales», una práctica llevada al extremo por el nazismo. Esto también es cierto en el supuestamente tan «democrático» Estado de Israel, donde la clase obrera de origen palestino es oprimida, acosada y explotada de las formas más brutales y «primitivas», como ocurre con los trabajadores inmigrantes en todo el mundo. La Franja de Gaza es una prisión al aire libre, a la que el Estado israelí priva a menudo de agua, electricidad y gas, y donde la asistencia sanitaria es extremadamente deplorable: en resumen, donde la inmensa mayoría de la población se ve obligada a sufrir condiciones de vida inhumanas.

Sin embargo, incluso en Israel existe una clase obrera israelí, a la que la guerra actual expone aún más a la intoxicación nacionalista y belicista, precisamente cuando en el otro lado se inyecta a la clase obrera palestina el veneno ideológico de la propaganda islamista, hasta ponerla en manos del imperialismo de los ayatolás.

Así, la clase obrera de ambos bandos se ve empujada a masacrar a poblaciones indefensas y se deja masacrar para luchar una supuesta «guerra santa» o defender una supuesta «democracia», en realidad por los intereses de las burguesías enfrentadas, que sólo pueden perpetuar su dominación mediante la opresión, la explotación y el derrame de sangre del proletariado. El hecho de que, históricamente, el número de palestinos muertos en la represión y las redadas israelíes sea mucho mayor que el de las víctimas de la burguesía islamista como Hamas no hace a esta última menos asesina más excusable que la burguesía israelí.

Las guerras entre la clase dominante (hoy en día, guerras entre potencias capitalistas) son siempre guerras contra los obreros asalariados: explotados, heridos y enviados a sus tumbas demasiado jóvenes como algo normal en el trascurso de realizar su trabajo en los tiempos de paz; aún más explotados y asesinados al por mayor en tiempos de guerra, cuando los conflictos entre los patrones, sus crisis e intereses económicos, sólo pueden resolverse con las armas.

Cada guerra revela la verdadera naturaleza de los partidos políticos y de los sindicatos que pretenden estar del lado de la clase obrera. Al alinearse para apoyar a tal o cual facción capitalista en nombre del presunto “derecho a la autodeterminación de los pueblos”, las guerras ponen al descubierto cualquier ilusión de que la socialdemocracia defienda a la clase obrera. No entienden, ni tampoco pueden entender, que no existen guerras progresistas de liberación nacional en la época actual. Cualquier posible Estado nuevo no sería más que otra prisión para la clase obrera; una herramienta para permitir a una facción de la burguesía mundial oprimir a su «propio» proletariado, sin compartir el fruto de esa opresión con otras facciones de la burguesía mundial. Alegrarse obscenamente por las masacres llevadas a cabo por Hamás es compartir la lógica asesina de la burguesía palestina, una actitud reflejada por aquellos que niegan la devastación creada por el Estado de Israel: ambos son igualmente criminales.

El apoyo hacia las llamadas “luchas de liberación nacional” no sólo envenena a las formaciones engendradas por la degenerada Tercera Internacional (estalino-maoísmo, trotskismo, etc.), sino también a sectores del anarquismo e incluso a quienes, falsamente, se proclaman internacionalistas. La guerra en Ucrania y, ahora, en Palestina-Israel son una prueba más de ello.

En este contexto, el argumento fundamental para la unidad de clase de todos los sectores de la clase obrera—contra la burguesía, sus estados, y todos los ‘bloques’ imperialistas—independientemente del origen «nacional» de las partes que la componen, es aún más válido. Somos muy conscientes de que en un contexto como el de Israel-Palestina es muy difícil llevar esta práctica a cabo de modo concreto. Sin embargo, para los proletarios en Ia región, no hay otra manera de evitar convertirse en carne de cañón de una u otra facción del capitalismo, ya sea esta «democrática» o reaccionaria, laica o religiosa. Todos los capitalistas son igualmente enemigos mortales de la clase obrera, y la misma no debe derramar ni una gota de sangre por quienes la explotan, y mucho menos por sus objetivos nacional-imperialistas.

Aceptar este punto de vista es el primer paso fundamental para iniciar la lucha contra las guerras de la clase capitalista. Tenemos que empezar por “nuestros” propios jefes, partiendo del principio revolucionario de que «el principal enemigo está en casa». Esta lucha tiene que empezar en el lugar de trabajo, donde ocurre la explotación que alimenta todo el modo de producción capitalista y, por tanto, la sociedad burguesa en su totalidad. Es una lucha tanto contra el enemigo abierto, contra la patronal, como contra los amigos falsos de los trabajadores, principalmente los sindicatos y los partidos políticos de «izquierda» que confinan sus luchas en el marco legal del sistema, socavándolas hasta asfixiarlas.

Del mismo modo, quien apoya únicamente a los trabajadores palestinos e ignora a la clase obrera israelí, salta de la sartén al fuego. Piensan que el enfrentamiento de la primera con la segunda no tiene importancia porque ésta no es más que una esclava de la política ultranacionalista de su gobierno. Pero la clase obrera palestina, a su vez, está bajo el pulgar de un puñado de capitalistas que no dudan en ponerse del lado del imperialismo de los ayatolás: uno de los conjuntos de gobernantes más despiadados cuando se trata de la oposición interna. En esta situación, ambos grupos de trabajadores están nada más pueden permanecer atrapados en la lógica del capitalismo, el nacionalismo y el imperialismo, donde la guerra es la única solución y no la liberación de la esclavitud asalariada.

Tras décadas de ataques capitalistas, la clase obrera mundial sigue aturdida, sigue luchando por levantar cabeza, desorientada y confusa por los trastornos materiales que ha sufrido (reestructuración, globalización, precariedad, etc.) y por el golpe ideológico que supuso el colapso del capitalismo de Estado en la antigua URSS: el país que muchos se hicieron engaño hasta creer que este representaba verdaderamente la alternativa socialista al capitalismo.

Pero la auténtica alternativa existe realmente. De hecho, es una alternativa vital, dados los peligros de guerras localizadas que se convertirían en una guerra generalizada que amenazaría con destruir a la humanidad o, igualmente, a través de una catástrofe climática que ya se vislumbra en el horizonte.

Una vez que las masas trabajadoras se sacudan el miedo y la resignación y redescubran su propio camino de auténtica lucha de clases, las minorías revolucionarias de hoy estarán en condiciones más propicias para crecer y unirse a los sectores más combativos y con mayor conciencia de clase del proletariado, para forjar el instrumento político indispensable para superar esta sociedad sangrienta e inhumana: el partido de la revolución mundial, la nueva Internacional comunista.

¡Comunismo o barbarie!

Tendencia Comunista Internacionalista

11 de octubre de 2023

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De Gaza a Tel Aviv y en todo el mundo… ¡Ninguna guerra sino la guerra de clases!

“La posición de los revolucionarios frente a la guerra capitalista es siempre la misma: contraponer a la guerra la revolución social, luchar contra ‘su propia’ burguesía y ‘su propio’ Estado nacional.”

7 de octubre de 2023 – un día más en un sangriento conflicto que dura desde hace décadas entre facciones capitalistas opuestas en el territorio de “Israel/Palestina”. Nuestros amos burgueses llevan una vez más a nuestros hermanos y hermanas proletarios a matarse unos a otros y esperan de nosotros – según donde vivamos – que nos pongamos de parte de uno u otro bando.

Hamás y la Yihad Islámica lanzan cohetes contra las ciudades de “Israel” y envían a sus milicias a las calles para ejecutar o secuestrar a “civiles” y “soldados”… igual que ocurrió en Srebrenica, Sabra y Chatila, Bucha…

Las FDI bombardean indiscriminadamente el gueto de Gaza, arrasando barrios enteros y cortando el suministro de agua, electricidad, alimentos y medicinas… como se hizo en Faluya, Homs, Mariúpol… o como ha hecho tantas veces antes.

Una y otra vez hemos escuchado justificaciones para apoyar la guerra en el territorio de “Palestina/Israel” – quizás más que cualquier otro conflicto desde la Segunda Guerra Mundial, éste se presenta como una “guerra santa” entre “el bien y el mal”. Este argumento belicista burgués es promovido por los medios de comunicación, los políticos, la “derecha”, la “izquierda” y la “ultraizquierda”, así como por algunos de los llamados “comunistas” y “anarquistas”.

La construcción ideológica burguesa del “excepcionalismo judío/israelí” se esgrime tanto en sentido positivo como negativo y es utilizada por nuestros enemigos de clase para impedir, obstaculizar y aplastar el desarrollo de la solidaridad de clase entre los proletarios “judíos/israelíes” y “árabes/palestinos”.

Por un lado, a los “judíos/israelíes” se les permite defender “su Estado y su identidad”, incluso por parte de algunos de los que se proclaman revolucionarios y se oponen a todos los Estados e identidades nacionales, porque “su sufrimiento fue único” durante el Holocausto.

Por otra parte, varios grupos que también se proclaman revolucionarios y “luchan por los intereses de la clase obrera” nunca extienden su llamamiento a la confraternización a los proletarios “judíos/israelíes”, sino que los agrupan con su “propia” burguesía y piden la destrucción de Israel por ser un “Estado excepcionalmente opresor”. Al mismo tiempo, en lugar de apoyar a los proletarios de Gaza y Cisjordania para que se levanten contra sus “propios” explotadores, llaman a apoyar al Estado nacional “palestino”.

Como comunistas, rechazamos totalmente todas las falsas comunidades que intentan unir a los explotados con sus explotadores; ¡el proletariado del territorio de “Israel/Palestina” no tiene intereses comunes con su “propia” burguesía, al igual que el proletariado mundial no tiene intereses comunes con la burguesía mundial!

El “antiimperialismo” y la “liberación nacional” no son más que la defensa de los intereses imperialistas de la fracción de la burguesía que no es actualmente dominante. Nada cambia a este respecto si esta fracción es mucho más débil, ¡o si algunos de sus dirigentes están dispuestos a sacrificarse por su causa!

Como comunistas, llamamos de la misma manera a la destrucción de todos los Estados, porque no son más que la expresión local del Estado capitalista mundial, ¡una estructura de violencia organizada de la clase burguesa contra la clase proletaria!

Proletarios de las fuerzas armadas “israelíes”: ¡no tenéis ningún interés en defender ninguna “patria judía”, esta es la tierra de “vuestra” burguesía, no la vuestra! Negaros a disparar y negaros a imponer el bloqueo que está matando de hambre a millones de vuestros hermanos y hermanas de clase. Como ya habéis demostrado en muchas ocasiones, ¡rechazad obedecer órdenes, resistid al servicio militar!

Proletarios de las fuerzas armadas “palestinas”, ¡no tenéis ningún país que conquistar! ¡Rechazad matar o morir por los intereses de vuestros explotadores!

Trabajadores del frente “interno”, ¿cuántas veces os han bombardeado, disparado? ¿Cuántas veces habéis sido violentamente reprimidos por vuestro “propio” Estado cuando os habéis atrevido a hacer huelga o protestar? ¿Cuánto tiempo llevas viviendo en la miseria? ¡Levántate y niégate a apoyar a “tu” Estado y sus guerras! ¡Lo único que perderás serán tus cadenas!

Tanto en “Palestina/Israel” como en “Ucrania”, “Azerbaiyán/Armenia”, “Sudán” y otros lugares, nuestros enemigos de clase nos están convirtiendo en carne de cañón o en fabricantes de cañones. Cada vez más, todos estos conflictos burgueses “locales” están contribuyendo a la formación de una serie de superbloques enfrentados, que se acercan cada vez más a una confrontación militar abierta, posiblemente nuclear. Una confrontación que podría poner fin a toda la vida en este planeta.

Nuestra única esperanza es volver las armas contra nuestros “propios” generales, contra nuestros “propios” jefes, negarnos a obedecer las órdenes, negarnos a producir el material de guerra – ¡oponernos tanto a la carnicería de la guerra capitalista como a la miseria del interbellum capitalista (o, como lo llaman nuestros enemigos de clase, “la paz”)!

Tomemos ejemplo de los camaradas que se amotinaron en “Rusia” y “Alemania” contra la carnicería de la Primera Guerra Mundial, o de los que fraternizaron a través de la línea de trincheras en la guerra entre “Irak” e “Irán”, o de los que vestían uniformes “americanos” durante la guerra de “Vietnam” y mataron a sus oficiales con granadas de fragmentación en acciones directas llamadas fragging.

Proletarios con y sin uniforme, ¡organicémonos juntos contra el sistema capitalista de explotación del trabajo humano que está en la raíz de toda miseria, de toda opresión estatal y de todas las guerras!

¡Transformemos esta guerra en una guerra de clases por la revolución comunista mundial!

Tridni Valka / Guerra de Clases – 8 de octubre de 2023

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MASACRE PROLETARIA EN PALESTINA

Bajo la mirada afligida de millones de espectadores, convencidos de su imposibilidad de hacer algo más que participar en alguna concentración o procesión ovejera, el Estado de Israel vuelve a bombardear la franja de Gaza bajo la cobertura del antiterrorismo. Las lágrimas de cocodrilo de las principales potencias capitalistas no esconden su satisfacción por tener en Oriente Medio un tentáculo como el del Estado Israelí, auténtico brazo armado del capitalismo mundial para mantener el orden en la región. El proletariado que vive en Gaza, Cisjordania o Líbano conoce en su pellejo esta realidad.

Políticos, periodistas, oenegeros, sindicalistas, tertulianos y todo tipo de payasos del espectáculo, nos dan toda un gama de explicaciones y soluciones que encierran el conflicto en oriente medio dentro de los márgenes burgueses. Se limitan a crear una demarcación entre quienes defienden a los palestinos y quienes defienden a los israelíes, alineando a todo quisqui detrás de las banderas hediondas de cada Estado nacional. Para ello construyen toda una fábula grotesca que encubre la verdadera realidad social. Mezclan los intereses del Estado palestino con los del proletariado que vive en esa tierra, amalgaman la lucha desplegada por los proletarios con Hamas, ponen en un mismo saco al joven que tira piedras y a los grandes comerciantes o banqueros palestinos, asimilan al proletario que vive en Israel y lucha contra “su propia” burguesía (desertando, objetando…) con su brutal negación en el ciudadano que vive en complicidad con el Estado. Eliminan de esta forma toda la confrontación de clases, toda división social entre explotados y explotadores, fomentando el mito del enfrentamiento entre países.

Sin romper y desenmascarar todo este arsenal ideológico que enturbia la realidad, estaremos atados de pies y manos imposibilitados para asumir la lucha contra la masacre en Oriente medio como parte indisociable de la lucha contra la dictadura del capital. Es imprescindible afirmar abiertamente que esa masacre es antes que nada una expresión más del terrorismo que el capitalismo despliega en todo el mundo contra nuestra clase, contra nuestra vidas. Que quienes caen bajo las bombas, bajo las metralletas, bajo el terror capitalista son, en primer lugar, los niños, hombres y mujeres que han sido condenados en esa región del mundo a ser carne de cañón, a ser población superflua potencialmente peligrosa y que debe ser exterminada de forma cotidiana. Todos los Estados del mundo participan de una u otra manera en esta matanza. Los Estados occidentales, con el de Israel a la cabeza, masacrando; Hamas, la autoridad nacional palestina y demás organismos del Estado palestino, junto con los Estados propalestinos, impidiendo la estructuración en fuerza autónoma de esa masa de subversión, encuadrándola y dirigiéndola al matadero en actos suicidas, desarmándola, pacificándola, reprimiéndola y apresando a los irreductibles.

Los grupos y militantes revolucionarios de todo el mundo estamos obligados a subrayar y discutir como propia la lucha del proletariado en Palestina, sus intentos de proyectarse en fuerza autónoma, así como la represión que sufre. Destacar la tentativa de autonomía que en numerosas ocasiones ha trazado la lucha, enfrentándose a todos los Estados. Insistir en que la esencia de la lucha del proletariado en Palestina es la misma que en el norte de África, que en Grecia, que en los suburbios franceses, que en China, que en Irak, que en Oaxaca, que en Haití, que en todos los lugares donde el proletariado se levanta: la contraposición entre las necesidades humanas y las de la economía capitalista. Estamos obligados a denunciar y a enfrentarnos a todos los aparatos del Estado palestino o israelí, a todos los que son parte del organismo mundial del capital que nos masacra, que nos arrastra por falsos caminos, a todos sus lacayos por el mundo, a todos sus voceros y propagandistas. Y ante todo estamos obligados a luchar aquí y ahora, contra “nuestro propio” Estado, contra “nuestro propio” país.

NO SOMOS NI JUDÍOS, NI ISRAELÍES, NI PALESTINOS ¡SOMOS EL PROLETARIADO!

CONTRA LA PATRIA. CONTRA TODA UNIDAD NACIONAL. CONTRA EL TERROR BURGUÉS.

LUCHEMOS EN “NUESTRO PROPIO” PAÍS CONTRA “NUESTRO PROPIO” ESTADO.

Proletarios Internacionalistas

Textos sobre la cuestión Palestina desde una perspecticva de clase y revolucionaria

Publicado por primera vez en verano de 1992 como Worldwide Intifada, nº 1; reeditado en 2002; esta edición se publicó en 2016.

https://libcom.org/

Reproducimos aquí un antiguo panfleto al que se hace referencia en el artículo de Aufheben, Behind the 21st century intifada. Fue publicado en 1992.

INTIFADA MUNDIAL

¿Autonomía palestina o autonomía de nuestra lucha de clases?

Hay que decir desde el principio de nuestro boletín que no deseamos la creación de un Estado palestino en lugar del Estado sionista de Israel. Ni apoyamos las conversaciones de paz ni deseamos la autonomía palestina: la única autonomía por la que merece la pena luchar es la autonomía de nuestra lucha de clase contra el capitalismo.

En todo el mundo, la burguesía presenta la Intifada como una lucha nacionalista entre palestinos e israelíes o árabes y judíos. De Tel Aviv a Argel, de Roma a Nueva York, la burguesía internacional, a través de sus medios de comunicación, describe la lucha en los mismos términos.

El conflicto no es entre palestinos e israelíes; es entre dos clases con intereses contrapuestos: la burguesía y el proletariado.

El levantamiento de la clase obrera palestina ha sido utilizado por ciertas facciones burguesas como prueba del deseo de un Estado palestino; un Estado que estará dominado por el «portavoz oficial» del pueblo palestino: la burguesa Organización para la Liberación de Palestina.

Las luchas de liberación nacional cuentan tradicionalmente con el apoyo de maoístas, estalinistas y otros partidos situados a la izquierda de la burguesía. Por lo general, el argumento se basa en la falsa idea de que el socialismo puede construirse en un solo país. La historia nos muestra la insensatez de esta idea: aunque se establezcan gobiernos con el objetivo de defender los intereses de los trabajadores, no pueden esperar hacerlo dada la naturaleza imperialista del capital. Los Estados nacionales tienen que funcionar según las reglas del mercado mundial. La única respuesta a la explotación mundial es el comunismo mundial.

Dentro de lo que se denominan luchas de liberación nacional, o dentro de las luchas que son secuestradas para convertirse en ellas, siempre hay una lucha de clases: en Irlanda del Norte, como en Cachemira, como en Israel. La creación de un nuevo Estado no ofrece nada a la clase trabajadora, salvo la oportunidad de ser gobernada por una clase dirigente que comparte una parte de su herencia cultural y lingüística.

Los izquierdistas de todo el mundo defienden a la OLP y sus políticas «progresistas» de liberación nacional. Del mismo modo que defendieron al Congreso Nacional Africano, a los Jemeres Rojos y al Viet Cong. Cuando se critica a la OLP es por su «estatismo, jerarquía, vanguardismo y terrorismo»; se pasa por alto el hecho de que la OLP es el enemigo de clase del proletariado.

Los izquierdistas argumentan que es necesaria una alianza de la clase obrera con elementos «progresistas» de la burguesía contra el mal mayor del Estado de Israel. Rechazamos esta noción peligrosa y espuria. Una alianza con cualquier facción o elemento de la burguesía, lejos de fortalecer la intifada, la desarma irrevocablemente. Por ejemplo, en 1979 una oleada masiva de lucha de clases en Irán barrió al Sha. En el plazo de un año, la «alianza con elementos progresistas de la burguesía» desarmó la lucha de clases: las huelgas y los consejos obreros fueron disueltos y suprimidos. El resultado fue una masacre de militantes y el establecimiento de una república islámica virulentamente antiobrera.

¿Por qué no puede haber una alianza entre la burguesía y la clase obrera? Porque los intereses de clase de la burguesía y de la clase obrera son diametralmente opuestos. La única forma en que la clase obrera puede defenderse es mediante una lucha de clases autónoma e independiente de todas las fuerzas que intenten desviarla o restringirla a objetivos capitalistas; la lucha de clases autónoma está en guerra con todas las fuerzas divisorias como los sindicatos, los partidos de izquierda, los frentes de liberación nacional o los movimientos religiosos.

La historia ha demostrado que la construcción del Estado no ofrece nada a la clase obrera. Los nuevos Estados sólo ofrecen a una nueva facción de la clase dominante la oportunidad de explotarnos en lugar de a los antiguos, pero nuestros intereses se oponen a todos los gobiernos.

Arafat y Sharon están del mismo lado: Contra la clase obrera

Dentro de los confines geográficos de la Palestina histórica, existe una fuerte tradición de lucha de clases que entró en una fase combativa en diciembre de 1987 con una huelga general salvaje. Las tiendas, las calles y los lugares de trabajo de los territorios ocupados quedaron desiertos y 120.000 trabajadores no acudieron a sus puestos de trabajo en Israel. Fue la primera huelga general desde 1936. La burguesía palestina e israelí quedaron estupefactas.

La huelga general de 1936 fue la culminación de tres años de intensa lucha de clases contra los terratenientes: británicos, sionistas y palestinos. Los puertos y la refinería de petróleo de Haifa quedaron paralizados durante seis meses. La burguesía mundial se alarmó: el Estado británico envió 30.000 soldados para aplastar la lucha. Armó y organizó a los colonos sionistas locales y juntos se dedicaron a aterrorizar a la clase obrera hasta someterla. Mientras tanto, los sionistas organizaron a los obreros judíos para romper las huelgas. La burguesía árabe local de Jordania e Irak hizo un llamamiento a la clase obrera para que se rindiera. Cuando no lo hicieron, la lucha fue finalmente reprimida con la ejecución de 5.000 huelguistas y la detención de 6.000 por un esfuerzo combinado de los ejércitos británico, árabe y sionista.

Hoy la clase obrera palestina se enfrenta de nuevo a una burguesía mundial unida en su oposición a la intifada. Las estrategias de la burguesía han sido dos: desviar la lucha y reprimirla. Sigue leyendo

[Francia] Disturbios contra el capital – Como un coche deportivo estampado en la fachada de un Lidl

Por: A$AP Revolution

Cientos de policías heridos, miles de edificios públicos quemados, los alborotadores atacan al Estado, a todas sus estructuras, y con razón. Las autoridades, bajo presión, sacaron los tanques para sofocar el movimiento.

La burguesía llama constantemente a la calma y la impone desplegando un arsenal represivo y una propaganda mediática sin precedentes. Pero, ¿quién ordena a la policía golpear, violar y asesinar? ¿Para quién se dejan la piel? ¿Quién gana el dinero de las viviendas podridas que nos cuesta pagar? ¿Quién dirige el sistema judicial que mete a la gente en la cárcel? ¿Quién teme que quememos, saqueemos y redistribuyamos los bienes que tanto nos cuesta producir? Están librando una guerra de clases contra nosotros y, tras un nuevo asesinato en los suburbios, la respuesta de los barrios es inmediata.

 El 27 de junio de 2023, el Estado disparó a Nahel a quemarropa. Como en 2005, los alborotadores golpearon al Estado, que les dejó morir. Atacaron escuelas, bibliotecas, ayuntamientos, oficinas de empleo y centros de servicios sociales. En resumen, todos los lugares que socavan nuestra emancipación y nos mantienen en la pobreza. Los lugares donde se lleva a cabo la selección social, la transmisión de la cultura burguesa y la moral cívica para producir una mano de obra dócil.

Atacan las cárceles para liberar a los presos. Atacan las comisarías para vengarse. Van a servirse gratis allí donde haya mercancía.

Y tienen razón

Trabajamos como animales para fabricar, transportar y vender chatarra para que los patrones se queden con la mayor parte. Nosotros mismos construimos los guetos en los que a menudo nos vemos obligados a vivir, reservas de mano de obra sobreexplotada y parques para desempleados. En este mundo de mierda, nada es gratis y todo el día se nos mofa con «lo que podríamos tener» pero nunca tendremos. Así que los alborotadores irrumpen en las tiendas y se sirven ellos mismos. A veces incluso destruyen la mercancía. Pocas veces hemos visto estas prácticas multiplicadas con tanta intensidad.

Los almacenes se desmoronan, el valor se esfuma; los patronos sudan

Una parte del proletariado impone directamente sus necesidades: no se busca el compromiso. No hubo más exigencias, sólo ayuda directa. Todo sucedió muy deprisa: o subías al tren o lo perdías. Los alborotadores se organizaron sin representantes y lucharon por sus intereses, que resonaban con los de la clase, con una inventiva y una creatividad sin parangón. Es un mensaje claro para todos: los puntos de reunión y los objetivos se publicitan en las redes sociales, se unen a través de las marañas y divisiones entre suburbios, y se extienden al centro de las ciudades y a pueblos más pequeños.

La cólera se extendió como un reguero de pólvora, las ciudades se respondieron unas a otras y el país ardió en llamas en el espacio de unas pocas noches

Ataques con arietes a tiendas, coches deportivos estampados en la fachada de un Lidl [Nombre de una cadena de supermercados. NdlT], escopetas apuntando a las cámaras, trituradoras en los cajeros automáticos, retroexcavadoras destrozando estancos, espectáculos pirotécnicos mejores que en Disneylandia, secuestros de camiones, autobuses y maquinaria de construcción… El movimiento de los Chalecos Amarillos no está tan lejos, las prácticas perduran, la solidaridad de clase también.

Como en todos los movimientos, las construcciones mediáticas para dividir, frenar y aislar a los frentes más decididos de la revuelta hacen estragos. Hoy es la figura del «joven de los suburbios», una representación racista y despolitizadora de los que realmente se organizan y luchan para ganarse la vida.

Los explotadores siembran y mantienen divisiones en el proletariado y nos enfrentan entre nosotros. El racismo que impregna toda la sociedad es la prueba violenta de ello, desde las milicias de extrema derecha hasta el fariseísmo despreciativo de la izquierda. Desde la burguesía y sus instituciones hasta los proletarios que se equivocan de enemigos.

El país está patas arriba y, para poner orden, la disociación va viento en popa y se organiza la represión. Todo el mundo se implica: Los «bobos» que defienden las bibliotecas, los clubes juveniles y las escuelas.

Los derechistas y el Estado, que culpan a los chavales de su responsabilidad criminal y moral

Los izquierdistas, en su enésimo intento de recuperación política, que piden la reforma de la policía y la justicia social, mientras escupen a los alborotadores.

Los fascistas que crean milicias y llaman a matar árabes. Golpean y esposan a la gente para entregarla a la policía… cuando no es la propia policía la que pide que se reprima a los alborotadores.

Todos defienden el viejo mundo que agoniza

Todo el espectro político hace un llamamiento unánime a la calma y a la «justicia». Todos están de acuerdo en la necesidad urgente de volver a la normalidad y al orden republicano: esto es la unidad nacional. Cada partido o sindicato defiende su visión del desarrollo del capital cuando se trata de hacer su pan electoral. Pero cuando las cosas se ponen turbias y la afirmación del proletariado amenaza los intereses burgueses, todos se ponen del lado del orden. Es una unión que sirve y justifica las duras represalias que caen sobre todos los que se sublevan.

Sólo para poner de acuerdo a los alcaldes y a las madres

El capitalismo está en crisis y sus gestores no tienen nada que hacer para detenerlo. Entre reformas, integración y represión de los movimientos, el Estado inicia la confrontación, la piensa, la prepara y se refuerza para futuras batallas. Antes, en Francia y en Europa, existía el palo y la zanahoria, pero hoy sólo existe el palo: la primera respuesta del Estado es reprimir toda forma de revuelta, y hacerlo golpeando fuerte.

Una verdadera carnicería en las calles y en los tribunales. Por todas partes hay heridos por disparos de la policía (gases lacrimógenos, esquirlas, granadas) y un sinfín de comparecencias ante los tribunales. Sentencias de prisión a montones y ya hay gente muerta y en coma. No debemos permitir que la poderosa solidaridad que existe en las calles se extinga en los tribunales y en las celdas.

Es la extensión de esta solidaridad la que dará un vuelco a todas las relaciones sociales

Durante este periodo, los conflictos entre nuestra clase y la burguesía se intensificaron y multiplicaron. La guerra interrumpió el flujo de suministros, haciendo subir los precios y bajando los salarios. Las condiciones de vida se deterioraron y el Estado ya no tenía mucho que ofrecer.

La revuelta llega justo a tiempo, la gente saquea hasta que no queda nada, pero ¿luego qué? Así que esta venganza es el atisbo de una ruptura necesaria con el compromiso social en el que estamos atrapados. Se trata de romper con las reivindicaciones reformistas e imponer un equilibrio de poder.

Todo el mundo pasa hambre y, aquí como en todas partes, el proletariado está revuelto. No cabe duda de que esta semana explosiva tendrá un profundo efecto en futuros levantamientos.

De las llamas en los suburbios a una conflagración general,

la única manera de fortalecer nuestra clase es extender y radicalizar la revuelta.

En este sistema capitalista que se sueña inmortal, se perfila una salida: la revolución.

Tienen los morteros y la crítica radical del viejo mundo.

Se están organizando para el futuro.

Nosotros formamos parte de ello.

Materiales acerca de los últimos acontecimientos en Francia

“¿CHUSMA? ¡PUES BIEN, SOMOS PARTE DE ELLA!” El ministro del interior francés, Sarkozy lanzó una campaña de represión, en 2005, contra los proletarios de los suburbios en lucha, calificándolos de “racaille”… un término francés que en castellano puede traducirse por: chusma, infame, escoria, ruin, basura desechable, gentuza, hampa, gente que se desprecia.

Compilamos algunos textos acerca de los motines callejeros y disturbios desatados masivamente en Francía a raíz de la muerte del joven Nahel a manos de la policía. También consideramos esencial para esta compilación incluír viejos textos de la revuelta que casualmente tuvo lugar en ese mismo país en el año 2005, debido a la similitud y estrecha relación que guardan entre sí. Sigue leyendo

[Ecuador] Juicio político y «muerte cruzada»: pugna interburguesa y dictadura democrática del Capital. Se avecina una nueva revuelta

 

El juicio político contra el presidente banquero Lasso que tuvo lugar antes de ayer, 16 de mayo de 2023, en la Asamblea Nacional del Ecuador no es más que una pugna interburguesa y una pantomima democrática: una nueva pelea entre patrones, sus políticos y sus abogados para adueñarse del botín del Estado y del botín del petróleo (ej. FLOPEC), arguyendo que lo hacen «en beneficio del pueblo». Porque el Estado ecuatoriano depende principalmente de la renta petrolera. Entonces, el fondo de este problema en realidad no es político, legal ni mucho menos «moral», sino que es un conflicto de intereses económicos o materiales entre diferentes fracciones de la clase capitalista de este país, en estos tiempos de crisis generalizada, que se está resolviendo bajo una forma política.

Por su parte, la izquierda del Capital de todos los colores (verdeflex, arcoíris y rojiamarilla) que, de manera ilusa y oportunista, apoyó el juicio político y dijo estar «vigilante» desde la vereda, también forma parte de esta pugna interburguesa y pantomima propia de la democracia sin comillas, a la cual además dice «defender». Decimos sin comillas, porque la democracia en realidad es la dictadura invisibilizada y normalizada del Capital y su Estado sobre el proletariado. Dictadura democrático-burguesa, entonces, en la que derecha e izquierda no son contrarias, sino complementarias, alternantes… y cómplices, así la izquierda diga lo contrario, tanto dentro como fuera de la Asamblea Nacional. La «muerte cruzada» decretada democrática y legalmente por el derechista Lasso el día de ayer, 17 de mayo de 2023, también demuestra en los hechos y una vez más que la democracia es la dictadura de la burguesía.

Por lo tanto, ni juicio político ni «muerte cruzada»: no hay nada que apoyar por parte de la clase trabajadora que habita la región ecuatoriana, quien todavía es la gran perdedora y la gran ausente en toda esta situación, porque sus condiciones materiales de existencia se han empeorado, pero al mismo tiempo porque su conflictividad también ha bajado. Sin embargo, cuando ésta aparezca en escena lo hará por otros motivos, con sus propias reivindicaciones y sus propios métodos de lucha. Siendo entonces posible que patee el asqueroso tablero de ajedrez político de la clase dominante y su séquito.

Posible escenario «pesimista» en un futuro inmediato: puesto que Lasso ya activó la «muerte cruzada» (Decreto Ejecutivo 741) para no ser destituido de su cargo, con lo cual se convierte prácticamente en dictador civil con el apoyo de las Fuerzas Armadas y la policía, eso podría detonar un nuevo Paro Nacional o revuelta popular en los próximos 6 meses, misma que quizás podría «salirse de control», no sólo al Estado sino a la izquierda, hasta llegar a ser una huelga general e insurreccional. Decimos quizás, porque las condiciones aún no están dadas para ello, pero podría haber sorpresas. Más bien, dado que la burguesía ya se ha blindado, armado y anticipado con sus últimos Decretos Ejecutivos 707 (libre porte de armas) y 730 (militarización del Estado), eso también podría terminar en una masacre de la clase trabajadora que se levante. Masacre cometida no sólo por policías y militares, sino también por paramilitares y sicarios de las bandas de narcotraficantes. Por desgracia, tal como están las cosas de graves en el país, ésto último podría ser lo más probable en tal escenario. Sea como fuere, el futuro es incierto… y turbio.

A lo mejor podría darse una revuelta masiva parecida a la que ocurrió hace unos meses en Perú, con la obvia diferencia de que no sería para defender al presidente destituido por el poder legislativo, sino para presionar que se vaya y lo reemplace otro: ya no el actual vicepresidente Borrero, sino… ¿Nebot, Correa o Iza? En cualquier caso, todo seguiría girando alrededor del Estado capitalista y su sistema político-electoral, mientras que los proletarios de todas las «razas» lanzados a las calles seguirían siendo carne de cañón y luego de urna en la pugna interburguesa.

Excepto y sólo excepto si es que acontece un desbordamiento de ese posible estallido social, en el cual el proletariado comience a actuar como clase autónoma y antagonista. Lamentablemente, eso no ha pasado en las últimas revueltas, al menos aquí en Ecuador. Y es probable que tampoco ocurra en una nueva revuelta, pero en cambio podría ser su «caldo de cultivo». Porque para ello aún falta más golpes del enemigo (ej. una nueva reforma laboral), batallas y derrotas aleccionadoras como clase; así como también, más rupturas, saltos, «nuevos actores» y sorpresas.

Por ejemplo, si es que los trabajadores petroleros de aquí siguiesen el ejemplo de acción directa y autoorganización de los trabajadores petroleros de Irán, haciendo huelgas y tomas a mano propia, porque sólo ellos pueden hacerlo. Lo mismo los trabajadores de los demás sectores estratégicos de la economía. Eso sí sería golpearle al Capital y al Estado donde realmente les duele: en el terreno de la producción de valor y en su tasa de ganancia. Ahí es donde realmente radica y se juega el poder de clase, no en el Palacio de Carondelet ni en la Asamblea Nacional. Todo lo demás es andarse por las ramas. Lo cual no quiere decir que los demás sectores de la clase trabajadora no salgan a luchar. Tienen que hacerlo. Y lo van a hacer, más aún si este gobierno decreta una nueva reforma laboral, tal como ya lo ha anunciado aprovechando la «muerte cruzada». Pero sobre todo, nuestra clase tiene que aprender al calor de sus luchas para no volver a cometer los mismos errores, sino para avanzar o dar saltos hacia adelante.

Ahora bien, por más análisis críticos y llamamientos a la acción que hoy hagan las diferentes organizaciones de izquierda (y ultraizquierda) de esta región contra el gobierno del banquero sociópata Lasso, sólo el mismo desarrollo impersonal y contradictorio de la crisis capitalista y la lucha de clases real tendrán la última palabra. Si salimos a las calles a luchar por nuestras vidas y nos juntamos con otros, será como unos nadies más, a hacer lo que se pueda hacer y a aprender lo que se tenga que aprender para próximas batallas como clase. Teniendo siempre presente que la solidaridad, la autoorganización y la acción directa de masas son nuestras mejores armas.

Proletarios Hartos De Serlo

Quito, 18 de mayo de 2023

Revuelta en la región peruana: Entrevista a los compañeros de Editorial Ande

El pasado nueve de febrero se cumplió un mes de la masacre perpetrada por las fuerzas represivas del Estado en la capital de la región de Puno. Diecisiete civiles, entre los que se encontraba un adolescente de apenas quince años, fueron víctimas del “ejercicio desproporcionado de la fuerza” que caracteriza al actual régimen contrainsurgente. Al día de hoy, a pesar de que el número de fallecidos supera los sesenta, el Estado y los representantes políticos del capital que lo dirigen, parecen no inmutarse. En cambio, continúan reprimiendo con total impunidad la movilización de la clase trabajadora. ¡ABAJO LA REPRESIÓN DEL ESTADO BURGUÉS!

“Más que entremezclarse la espontaneidad con la defensa de Castillo, o la independencia política de clase con su subordinación a un caudillo, nos parece que el proceso actual, con todas sus limitaciones, es un momento crucial. No tanto por los fines del movimiento, sino por lo que este constituye en términos de experiencia y aprendizaje para la clase trabajadora”.       

El 7 de diciembre de 2022 es destituido de su cargo como presidente del Perú Pedro Castillo, luego de que intentara cerrar el Congreso, en medio de disputas de la casta política y sus diferentes instituciones, asumiendo en su reemplazo la entonces vicepresidenta Dina Boluarte (quien pertenece al mismo partido político de izquierda -Perú Libre- que el presidente destituido). Esto desencadenó con el pasar de los días una oleada de protestas que hasta el día de hoy mantienen un nivel muy alto de conflictividad social, dejando ya a más de 60 personas asesinadas a manos de una extremadamente brutal represión estatal, con varias masacres a su haber (la más sangrienta hasta ahora, la de Juliaca, ocurrida el pasado 9 de enero, que cobró la vida de al menos 18 manifestantes).

Sería un grave error encasillar el actual movimiento tras la sola defensa del expresidente: la agudización de la lucha de clases en la región peruana expresa, con sus límites, el hastío por las asfixiantes condiciones de vida en general de la población y la institucionalidad política.

 

En este sentido, compartimos esta entrevista al grupo Editorial Ande[1] -a quienes agradecemos que se tomaran el tiempo de respondernos- que entrega información crucial y un lúcido análisis de la situación en dicha región, contextualizando nacional e internacionalmente el actual ciclo de protestas, explicando su génesis, evaluando sus límites y proyecciones, aclarando el panorama de la lucha de clases en general, incluyendo las pugnas internas de la clase capitalista y sus representantes políticos de derecha e izquierda.

 Alentamos su lectura, discusión y difusión.                                                                                                                                                              Sigue leyendo

¿¡Guerra y revolución!?

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Tridni Valka

Parece que fue ayer cuando por fin salimos de la «crisis pandémica de Covid-19» (aunque algunos dicen que nunca saldremos de ella) y ya hay una nueva «crisis». Según la narrativa burguesa dominante, la guerra en Ucrania es una nueva razón para que el proletariado deje de lado la satisfacción de sus necesidades. En su lugar, debemos unirnos al frente unido con las fuerzas de «nuestra» burguesía y sacrificarnos por un «bien mayor» de «defensa de la integridad territorial de Ucrania» o su «desnazificación» – dependiendo de donde vivamos.

 Nos obligan a convertirnos en carne de cañón en la «defensa de la nación», lo que significa sufrir y morir por los intereses de uno u otro bando burgués – como está ocurriendo ahora con los proletarios «rusos» y «ucranianos». O nos obligan a hacer sacrificios en el «frente interno»: aceptar el aumento de los precios de los productos básicos que permiten nuestra supervivencia cotidiana como la alimentación, la vivienda, la salud, la energía, el transporte, etc.; aceptar el aumento de la represión y la vigilancia; aceptar la militarización del trabajo y el aumento brutal de la tasa de nuestra explotación.

 La guerra es, por supuesto, parte integrante de la propia lógica de funcionamiento del capitalismo. Es la expresión de una necesidad de las facciones rivales del Capital de conquistar mutuamente sus mercados para realizar sus beneficios. En este sentido la guerra capitalista y la paz capitalista no son más que dos caras de la misma moneda y cualquier guerra no es más que una continuación de esta competición por medios militares.

 La guerra de 2022 en Ucrania (que es más bien una nueva fase abierta de la guerra que comenzó en 2014) no es una excepción. En las últimas décadas nos arrastraron a otras guerras increíblemente sangrientas, algunas de las cuales aún continúan: en Somalia, en la antigua Yugoslavia, en Afganistán, en Irak, en la región africana de los Grandes Lagos, en la región del Cáucaso, en Siria, en Yemen…. o recientemente en Etiopía… Todos esos conflictos nacieron de la competencia entre facciones burguesas locales, pero al mismo tiempo representaron guerras territoriales por poderes entre «las grandes potencias» y en todos ellos (como siempre) fueron los proletarios los masacrados.

 A pesar de ser tan brutales como lo es la guerra que actualmente asola Ucrania, estas guerras no permitieron a la burguesía movilizar al proletariado en apoyo de los intereses capitalistas a un nivel tan global. La razón principal es que esta vez la formación de los superbloques capitalistas capaces de una confrontación global está mucho más cerca y el choque de sus intereses faccionales opuestos es mucho más obvio y directo. Por lo tanto, es fácil para los ideólogos burgueses de ambos bandos fingir que se trata de «una guerra santa» del «Bien contra el Mal». Una vez más nos empujan hacia los campos de exterminio en nombre de la paz, esta vez hacia la guerra que puede acabar con toda la vida en este planeta.

Frente a la realidad de la movilización, la militarización de nuestras vidas, la propaganda nacionalista y la horrible carnicería de proletarios, la posición comunista siempre ha sido el rechazo revolucionario derrotista de ambos campos del conflicto burgués a favor del «tercer campo», ¡el campo de la revolución comunista global! Hemos abordado esto recientemente en nuestro folleto: ¡Proletarios en Rusia y en Ucrania! En el frente de producción y en el frente militar… ¡Camaradas! así como en una segunda contribución: Manifiesto internacionalista contra la guerra capitalista y la paz en Ucrania (ambos textos se encuentran en los anexos de este boletín).

 De forma similar a la «crisis de Covid-19», nosotros como comunistas rechazamos todas las falsificaciones burguesas de la realidad, ya que todas sirven al mismo propósito de mantener a nuestra clase subyugada a los intereses de la clase dominante e impedirle la realización de sus propios intereses de clase, es decir, abolir la sociedad basada en la explotación del trabajo humano. Tanto si la narrativa que intentan imponernos se basa en la ciencia y la medicina «sagradas» oficiales (que pretenden ser objetivas e imparciales) y en las estadísticas gubernamentales, como si se basa en la ciencia «disidente y prohibida» que el «Nuevo Orden Mundial no quiere que veáis» (y que, sin embargo, de alguna manera está por todo YouTube), nuestra única respuesta a esto es reafirmar la posición de subjetividad proletaria militante, es decir, analizar siempre la realidad material basándonos en el criterio de lo que hace avanzar u obstaculiza la lucha por nuestros intereses de clase. Y desde esta posición, y en confrontación con todas las falsificaciones mencionadas, intentamos descubrir siempre la corriente proletaria en toda esta agitación.

 Al igual que la anterior «crisis de los Covid-19», también se afirma que la guerra en Ucrania es la raíz de la aparente «crisis económica» y la justificación de la escasez y/o el aumento de los precios de muchos productos básicos. En realidad, ambas crisis simplemente desenmascararon la crisis subyacente de valorización.

No existe tal cosa en este planeta como la escasez de alimentos o energía. Es la lógica del capital la que crea la «escasez», ya que la única razón por la que se producen las mercancías en el capitalismo es para venderlas con el fin de obtener beneficios. Su valor de uso como alimentos, ropa, combustible, etc. sólo tiene sentido para el Capital como medio para este fin. Por lo tanto, es lógico dejar que la comida se pudra o quemar el combustible en lugar de dárselo a aquellos que no pueden pagarlo. Por tanto, el trigo de Ucrania o Rusia no se transportará por otras rutas ni se sustituirá por trigo u otro producto comestible de otros lugares para alimentar a los proletarios hambrientos de Egipto o Líbano o Sri Lanka, a menos que se pueda hacer rentable.

En las siguientes páginas intentamos analizar los movimientos proletarios que han estado sacudiendo el mundo a pesar del Covid-19 y los cierres relacionados y la guerra en Ucrania, contra la miseria de la vida en la sociedad capitalista y en oposición a los esfuerzos de movilización interclasista del Estado. Este texto no pretende ser una cronología de estos movimientos proletarios ni una relación exhaustiva y detallada de la actividad militante y organizativa cotidiana «sobre el terreno». Hay otros militantes, con una conexión más directa con estos movimientos que la nuestra, que han asumido bien estas tareas. Nos centramos en los movimientos que, según nosotros, representan el apogeo de la militancia proletaria reciente, manteniendo al mismo tiempo la continuidad militante, reapareciendo bajo otra forma después de haber sido reprimidos por el Estado, dando nacimiento a minorías militantes o dinamizando las ya existentes y creando potencialmente el espacio para las rupturas programáticas.

 Mencionemos aquí que planeamos cubrir las acciones revolucionarias derrotistas del proletariado en el territorio de Rusia y Ucrania contra la guerra capitalista (deserciones y motines en ambos bandos, ataques a los centros de reclutamiento, sabotaje de los esfuerzos de guerra, subversión de la reciente movilización en Rusia, etc.) en un material aparte. También tenemos que mencionar aquí los disturbios de enero en Kazajstán desencadenados por los altos precios del combustible, aunque no hablamos de ello en detalle en el siguiente texto. Fue una erupción muy fuerte de ira proletaria y contenía algunos momentos insurreccionales que llevaron a la burguesía local a pedir refuerzos de Rusia y otros países de la CTSO (Organización del Tratado de Seguridad Colectiva) para aplastarla y evitar que se convirtiera en una insurrección proletaria a gran escala. Hemos publicado en nuestro blog una colección de materiales militantes de varios grupos que informan sobre el movimiento en Kazajstán.

 A veces todo tiene que cambiar para que todo siga igual…

La clase dominante mundial seguramente esperaba conseguir enmascarar la crisis estructural emergente del Capital convirtiendo una «crisis sanitaria» generalizada (enfermedades, comida basura, envenenamiento y destrucción del planeta, etc.) a través de todos los medios represivos, recuperativos e ideológicamente espectaculares en una pandemia de Covid-19, producto a su vez de la relación explotadora de la sociedad con el mundo natural derivada del modo de producción capitalista igualmente explotador (al igual que todos los demás «desastres naturales» anteriores). Seguramente también se esperaba que sirviera para tapar la caldera hirviente de la lucha de clases proletaria que estaba haciendo estragos en muchas partes del mundo en 2019. Una estrategia que al principio parecía tener más o menos éxito, pero que pronto quedó claro que la convirtió más bien en una olla a presión.

El toque de queda forzoso sirvió desde el principio de excusa a las fuerzas represivas del Estado para restablecer o confirmar y reforzar tanto su control social sobre el proletariado como su monopolio de la violencia, sórdida y vergonzosamente justificado como «protección del público» por medio de la propaganda. Llegó en diferentes formas – jactancia pública de violencia contra cualquiera que se atreviera a no respetar el toque de queda (incluyendo por ejemplo disparar y matar a niños por apoyar la manifestación callejera desde su balcón en Kenia), ejecución de ataques largamente planeados contra okupas y centros sociales en Alemania, Italia, Grecia, etc., limpieza de barrios proletarios para dejar paso a promotores inmobiliarios en Filipinas, Sudáfrica, Haití…, perfeccionamiento de los medios de espionaje electrónico (software Covid-19 Tracker utilizado por la policía para seguir a los manifestantes en Minneapolis, actualización del software de reconocimiento facial para ver a través de las máscaras). Sigue leyendo

Rusia: movilización y resistencia

Afiche de agitación solidario (Ninguna guerra excepto la de clases!)

Publicamos a continuación un posicionamiento  realizado por anarquistas de Rusia con respecto a la agitación y desobediencia contra la reciente movilización masiva de tropas de milicos y reclutamiento forzado de civiles por parte del Estado capitalista ruso. Una vez más el fantasma del derrotismo revolucionario se manifiesta en las calles de distintas ciudades rusas a través de acciones directas, deserciones y sabotajes realizadas por el proletariado a manera de insumisión, y como contundentes respuestas a la agudización de este conflicto bélico que una vez más arrastro a nuestra clase al matadero imperialista. Más allá de ciertas discrepancias terminológicas expuestas en el texto (“ciudadanos” o  “por una sociedad más participativa e igualitaria”) se resalta cualitativamente el rechazo contundente de una guerra entre todas las distintas facciones del Capital, oponiéndose a todas por igual; y que además, exhorta a una movilización internacional e internacionalista para frenar esta barbarie, dando a entender que desde hace mucho esto dejo de ser un conflicto local y que por el contrario se enmarca en la actual crisis del Capital. [Materiales]

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El 21 de septiembre, tras la contraofensiva ucraniana de principios de septiembre, Vladimir Putin anunció una «movilización parcial» de la población rusa para apoyar la invasión rusa de Ucrania iniciada en febrero de este año. El artículo de Crimethinc, escrito en colaboración con anarquistas rusos y que incorpora material traducido de nuestro sitio web avtonom.org, examina la respuesta del movimiento antiguerra en Rusia y el potencial de disturbios en la sociedad rusa en general.

A finales de marzo de 2022, escribimos que la primera fase del movimiento antiguerra ruso había llegado a su límite, reprimido en gran parte por la fuerza bruta. Suponíamos que la siguiente fase no comenzaría hasta que las sanciones económicas y la pérdida de seres queridos en la guerra hubieran hecho mella en la población. Sin embargo, en contra de lo que se esperaba, la economía rusa no se ha hundido -gracias en parte a la fidelidad de los capitalistas occidentales al petróleo ruso- y Putin ha conseguido minimizar el descontento en Moscú y San Petersburgo recurriendo a soldados procedentes principalmente de pequeñas ciudades. Sigue leyendo

Sobre las recientes manifestaciones en Irán

Irán: Desde las manifestaciones por el pan hasta las duras protestas tras la muerte de una joven de 22 años que fue detenida, golpeada y asesinada por la policía religiosa por no llevar el velo «según las normas

El 13 de septiembre, Mahsa Amini, una joven kurda de 22 años, que estaba de vacaciones en Teherán con su familia, fue detenida frente a una estación de metro por la policía religiosa (Gasht-e Ershad) por «llevar el velo de forma inapropiada». Trasladada a un centro de detención para recibir una «lección de reeducación», dos horas después fue trasladada de urgencia al hospital de Karsa (en Teherán) en estado de coma y murió el 16 de septiembre. Por supuesto, la policía niega haberla torturado, declarando que la chica murió de un «repentino ataque al corazón»; pero «las imágenes de la chica postrada en la cama, con los ojos hinchados y negros y con manchas de sangre en los oídos» no dejan lugar a dudas sobre la severa paliza que sufrió (1).

Esto desencadenó protestas en las principales ciudades iraníes, con más de 50 muertos y miles de detenciones, empezando por el Kurdistán: Saqez (la ciudad de la familia de Mahsa), Sanandaj (la capital de la región kurda), Baneh y Marivan. El sábado 17, ya durante el funeral en Saqez, comenzaron las protestas, con un grupo de mujeres kurdas que se quitaron el velo, y luego continuaron en Sanandaj, donde la policía antidisturbios intervino con gases lacrimógenos, cañones de agua y armas cargadas con balas de goma, causando más de treinta heridos. El domingo 18, las protestas se extendieron a la Universidad de Teherán y luego a Shiraz, Mashhad, Qazvin, Garmsar, Rasht, Bukan, Karaj, Divandareh, Isfahan. Y en señal de protesta, en varias ciudades del Kurdistán iraní y de Azerbaiyán occidental, también se cerraron muchos comercios.

Irán atraviesa un periodo de grandes dificultades económicas y, como siempre ocurre en estos casos, el gobierno aumenta el control social y, por tanto, la represión, que, dado el régimen confesional establecido por la llamada «revolución islámica» de 1978, adquiere -las más odiosas imposiciones religiosas.

Ya entre noviembre de 2019 y enero de 2020, estallaron manifestaciones en todas las ciudades importantes por el aumento del 50% al 200% de los precios de los combustibles y, por tanto, de los precios de los productos de primera necesidad; comenzaron como protestas pacíficas y rápidamente se convirtieron en disturbios contra el gobierno, que, tras bloquear el acceso a internet en todo el país, respondió disparando contra los manifestantes desde las azoteas de los edificios, desde helicópteros y a corta distancia con ametralladoras (2), causando, según la CNN y la NBC, 1.500 muertos. A pesar de la carnicería, las protestas no terminaron, ni mucho menos. Siempre según la CNN y la NBC, las violentas reacciones de los manifestantes se tradujeron en la destrucción de 731 sucursales de bancos gubernamentales, incluido el banco central de Irán, nueve centros religiosos islámicos y estatuas del líder supremo Alí Jamenei, así como el ataque a hasta 50 bases militares gubernamentales (3). Sigue leyendo

LA VÍA CHILENA DEL PROGRESISMO

El 4 de septiembre se llevó adelante en Chile un referéndum con la propuesta de reformar la Constitución Política de la República redactada por una Convención Constitucional. Para poner fin al “legado de Pinochet” según decían. Con más de 13 millones de votantes, marcó el hito de ser el proceso electoral con mayor participación en la historia de Chile. La propuesta fue finalmente rechazada por más del 60% de los votos válidamente emitidos.

Queremos compartir algunas reflexiones realizadas a un lado y al otro de la Cordillera.

El nuevo gobierno, por más progresista que sea, no puede dar respuesta a los reclamos de la revuelta de hace tres años. No puede porque es la administración del Capital.

Existen muchas maneras de reprimir una revuelta. La burguesía no recurre a la represión física por el gusto de la sangre sino porque se ve acorralada. Existe otra represión que es la institucional, la integración democrática. La finalidad es mantener la normalidad, al costo que sea.

Tanto el nuevo gobierno de Boric y compañía, así como este intento constituyente, son la consumación de la derrota, al menos temporal, de la revuelta iniciada en octubre de 2019. Allí se tenía como objetivo inmediato la destitución del gobierno de Piñera, lo que devino en el “Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución” y procesos electorales de largo plazo: plebiscito, elección de constituyentes, elecciones presidenciales, “plebiscito de salida”. Al calor de la revuelta se pusieron sobre la mesa una serie de problemáticas sociales en torno a la salud, educación, pensiones, algunas de las cuales se expresaban muy concretamente, como el fin de los créditos universitarios y la condonación de las deudas existentes, o la eliminación de las administradoras de fondos de pensiones. Las cuestiones represivas también tomaron importancia, dada la brutal actuación de las fuerzas chilenas y los miles de presos de la revuelta. Sigue leyendo

EL MUNDIAL SE HARÁ EN QATAR

Sí, lo sabemos desde hace varios años, pero sigue pareciendo raro que el mundial se haga en Qatar. Un país un poco más chico que el conurbano bonaerense y, si no tenemos en cuenta lo que era Uruguay en 1930, el de menor población en organizar una copa del mundo. Un país en el que la tradicional realización en junio-julio tendrá que postergarse hacia el final del año para mitigar un poco los efectos del abrasador calor arábico. Un país que, a pesar de afirmar que el fútbol es su deporte nacional, no ha tenido prácticamente ningún éxito en él y, cuando así ha sido, esas victorias estuvieron teñidas de controversias y sospechas de corrupción.

Aparentemente la única actividad en la que Qatar se destaca verdaderamente, además de la producción y distribución de gas natural, es la realización de eventos. En los últimos años fue la sede del Mundial sub-20 de 1995, de los Juegos Asiáticos de 2006, de los mundiales de clubes de 2019 y 2020, torneos de primer nivel de tenis masculino y femenino, la fórmula 1, y muchos más. La única actividad deportiva que sería razonable que sucediera en Qatar sería el Rally Dakar,(1) en la que desde hace muchos años uno de los corredores más exitosos es el qatarí Nasser Al-Attiyah. Pero claro, luego de los nefastos 10 años de realización en suelo sudamericano, el Dakar se corre desde 2020 en Arabia Saudita, quien es desde hace una década, pero más particularmente desde 2017, uno de los varios Estados árabes que cortaron vínculos diplomáticos y que libra una silenciosa guerra con Qatar.

En los últimos años se ha popularizado el término sporstwashing: la práctica que realizan principalmente Estados, aunque también empresas e instituciones, en la que se asocian económicamente a entidades deportivas, organizando eventos, invirtiendo en publicidad, o directamente comprando y gestionando estas entidades. Todo esto con el simple propósito de lavar su imagen de Estados dictatoriales, con un historial de políticas represivas y de falta de adecuación a los estándares en derechos civiles de las potencias occidentales. Junto a Rusia, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita y Azerbaiyán, Qatar es una de las naciones que más ha refinado esta práctica, y en la actualidad es sponsor de equipos de fútbol como el Barcelona, la Roma, el Bayern Múnich, Boca Juniors, y dueño a través de una corporación privada del Paris Saint Germain. Sigue leyendo

¿El final del principio? Covid, pase sanitario y crítica radical

« Es más meritorio descubrir el misterio en la luz que en la oscuridad. »

Marie Lowitska, Maintenant, 1915

Un mundo en el que cada día, en numerosas ocasiones, es necesario escanear con un pequeño objeto a la entrada de un bar, una tienda, una biblioteca, una calle, sólo para comprobar que, según diversos criterios, tenemos derecho a entrar… Aceptado, o rechazado. Por nuestro bien, nuestro bienestar, nuestra salud, nuestra serenidad… Un mundo en el que, si el Estado vigila y controla, cada ciudadano es también un policía. Tal es el escenario de una distopía descrita por el escritor Ira Levin en 1970, La felicidad insoportable; no hay lucha de clases en el horizonte, y sin embargo… ¿Pero qué pasa con Francia a principios del nuevo siglo?

Prólogo: ¿Ciencia… ficción?

« Esto marcó la diferencia que puede haber

entre los humanos y, por ejemplo, los perros:

el control siempre fue posible. »

 Albert Camus, La Peste, 1947

 

Más allá del escáner, Ira Levin imagina una sociedad de pesadilla caracterizada por un Estado paternalista apreciado por todos, que garantiza un control social completo e informatizado, en el que cada ciudadano participa a priori voluntariamente, al igual que acepta un estricto tratamiento sanitario y químico (cada uno recibe un cóctel personalizado de tranquilizantes y antidepresivos). Un sistema informático supervisa a toda la comunidad, identifica las necesidades y orienta las trayectorias educativas y profesionales de cada individuo para optimizar la productividad y garantizar que reinen la calma y la tranquilidad. Sin embargo, un puñado de opositores están activos…

Hace cincuenta años, esta descripción habría sido un mal sueño de la mente de un autor de ciencia ficción que siempre se apresuraba a exagerar y pesimizar. En efecto, aún estamos lejos de ello…

Lo que Ira Levin imaginó, al igual que muchos autores hasta los años setenta, fue la llegada de ordenadores superpotentes (de tamaño gigantesco), pero no que la tecnología se inmiscuyera en todos los ámbitos de la vida gracias a Internet, el Wi-Fi y la inteligencia artificial (IA), ni siquiera que pudiera existir el gadget supremo que representa el Smartphone [1]. En «La felicidad insoportable», una pulsera recibe pitidos durante todo el día a través de terminales ad hoc [2].

Hoy en día, un escritor futurista de moda se desharía de este vulgar pitido y al menos describiría un sistema directamente vinculado a un implante cerebral que interactúa con nuestra conciencia. Y, si nos apetecía ir a tomar una copa a la terraza, nuestro «implante inteligente» nos recordaba que por X o Y motivo (salud, requerimiento del Ministerio de Sanidad o de nuestra mutua, decisión judicial, etc.) no podemos consumir alcohol en un bar ese día y que, para evitar cualquier problema (por ejemplo, que nuestra mesa parpadee con una desagradable luz roja), tendremos que tomar un agua con gas o volver a casa… Sigue leyendo