LUCHA DE CLASES EN EL PERÚ: DEL CAMPO A LA CIUDAD

Los barrotes que frenaban la fuerza de los trabajadores del Perú han volado por los aires. El fuego proletario se extiende a cada rincón del país e incendia los corazones indiferentes. El miedo y el desconsuelo se han transformado en un huracán de valentía. La lucha de clases llega como un trueno en la noche, cuando todos duermen asalta la tranquilidad y pone de cabeza la conciencia cotidiana de la simple vida diaria, cual rayo que no cesa, lo arrasa todo a su paso. Al compás de las luchas los trabajadores se autoclarifican, dan un salto adelante. Han pasado de enfrentarse a instituciones políticas a enfrentarse a la propiedad de la gran burguesía nacional. Han pasado de enfrentarse a los representantes políticos de la burguesía a enfrentarse a la burguesía misma. Con ello han develado el papel nefasto de los medios de comunicación como representantes del capital. Han develado los intereses de los políticos que sostienen la democracia burguesa en el Estado. Sin embargo, no han podido romper todavía con la misma democracia burguesa, ni con el mismo Estado. Un papel aliciente lo cumple ahí, junto a la derecha, la izquierda ciudadana, la izquierda del capital que impulsa y defiende abiertamente la institucionalidad de la democracia capitalista. Su “crítica” pigmea no comprende el sentido de la lucha de los trabajadores.

Tampoco ha sido total el despliegue de fuerzas contra la burguesía, sino apareció como un impacto espontáneo y parcial a los medios de producción de la burguesía. Al contrario de centrarnos en esas limitaciones, reconocemos los brincos que ha dado la clase trabajadora en estas jornadas de lucha que todavía no se terminan. Por su lado, los representantes de la burguesía han radicalizado la represión manifiesta en asesinatos a los trabajadores e incluso a adolescentes a quienes se les ha negado el derecho a vivir, y en la declaración de Estado de Emergencia en todo el Perú. Las fuerzas armadas han tomado las calles con prácticas cada vez más sangrientas, pero las luchas yacen lejos de detenerse, por el contrario, se incrementan. En adelante, pasaremos revista del inminente salto adelante de la clase trabajadora.

Las luchas del Perú tienen dos almas: un alma universal y otra particular. Ambas son una unidad inseparable. La primera responde a la crisis mundial del capitalismo. La segunda a la crisis política peruana ligada necesariamente a la primera. Es sólo a partir de esa totalidad que se puede comprender la lucha de clases en el Perú. La crisis capitalista mundial, ligada inmanentemente a las guerras interimperialistas, ha generado un incremento general de los precios y del desempleo en los ramos productivos, lo que ha ralentizado la dinámica económica en todo el mundo. Si antes de la guerra y de la pandemia, las condiciones de precariedad social de los trabajadores iban en aumento, con éstas se ha multiplicado el grado de miserabilidad social al punto de despertar luchas en todas partes del mundo. Además, grandes empresas vinculadas al proceso y venta de combustible y la banca han quebrado o entrado en crisis. La empresa importadora de gas UNIPER, la compañía bancaria italiana, Unicredit Group, la eléctrica finlandesa, FORTUM, etc. El incremento del precio del petróleo y gas genera también un efecto dominó en los precios de todos los productos. La escasez de fertilizantes se traduce en una menor producción en los sectores agrícolas. Sigue leyendo

[Perú] DE LAS DISPUTAS INTERBURGUESAS A LA LUCHA DE CLASES

Hace poco más de dos años, el 15 de noviembre del 2020, las pugnas interburguesas cerraron un ciclo. Con la destitución del gobierno de Manuel Merino que acababa de vacar a Martín Vizcarra, los representantes políticos de la burguesía en el Estado reinstauraron el orden del capital. Los mártires de este proceso, asesinados por la policía, fueron Inti Sotelo (24 años) y Jack Pintado (22 años). Francisco Sagasti tomó el poder y trajo la calma a la burguesía peruana. Al instante estallaron las luchas del proletariado de la agroexportación en las regiones de Ica y La Libertad. La CONFIEP emitió un comunicado el 30 de noviembre que decía: “la protesta debe ser pacífica y no afectar el Estado de derecho”. Sagasti cumplió su función como representante de la gran burguesía: desplegó la represión policial. Reynaldo Reyes Ulloa (28 años) fue asesinado en Virú por el suboficial, Víctor Bueno, con un disparo en la cabeza. Jorge Yener Muñoz Jiménez (20 años) fue asesinado por el suboficial superior José Hoyos Agip. También Kauner Niller Rodríguez De la Cruz (16 años) fue víctima del embate policial. El papel de Sagasti fue claro: proteger los intereses del gran capital agroexportador. Las carreteras fueron liberadas para que las mercancías circulen, los trabajadores retornaron a ser explotados en los fundos de producción. El orden del capital se impuso a sangre y fuego, la libertad de compra y venta y la acumulación de capital predominaron frente a la vida de los trabajadores y, con ello, las pugnas interburguesas continuaron.

El presente es análogo, pero se reconfigura de forma muy distinta. El cambio fundamental es la radicalización de la lucha de los trabajadores contra los representantes de la gran burguesía peruana: el Estado. Ahora los trabajadores no reconocen a este gobierno y se declaran, con justa razón, en insurgencia. Como una flama en un campo, la lucha ha incendiado cada rincón del Perú. Las carreteras de la Panamericana Sur en la Joya y en Ica han estado cerradas casi permanentemente en estos días de lucha, ello ocurrió de forma más intermitente en Majes.

El jueves 8, la localidad de Canchis, en Cusco, no reconoció al gobierno y se declaró en insurgencia popular. En Cajamarca y Cusco, las Plazas de Armas estuvieron tomadas por miles de trabajadores, situación que se viene replicando en varias regiones del país en los siguientes días. La CURROCAP (Central Única Regional de Rondas Campesinas de Puno) y CUNARC (Central Única Nacional de Rondas Campesinas) se declararon en pie de lucha. El viernes 9, Espinar pidió la disolución del Congreso y la renuncia del gobierno, al cual no reconocían; este mismo día hubo protestas en Chumbivilcas, Arequipa, Alto Siguas, Huaraz, Huánuco y Huancavelica y otras localidades. El sábado 10, Apurímac se declaró en insurgencia y convocaron a un paro para el día lunes 12. La Convención, en Cusco e Ilave, en Puno, también anunciaron un paro indefinido para el mismo día. Hoy, domingo 11, la vía nacional que conecta las regiones de Ayacucho y Andahuaylas amaneció bloqueada. También se encuentra bloqueada la carretera del distrito de Chicmo, sector de Moyabamba baja.

Por su parte, el Centro Poblado de Secocha se trasladó al distrito de Ocoña, en Arequipa, para bloquear carreteras. La FENATE (Federación Nacional de Trabajadores en la Educación del Perú) anunció un paro nacional para el 15 de diciembre. En Chanchamayo, ubicada en la Selva Central, se anunció el bloqueo del puente de Pichanaki y se convocó a 5 mil comuneros para dirigirse en marcha a Lima. En Azangaro, Puno, se sumaron licenciados de las Fuerzas Armadas a las protestas de los pobladores. En Yuramayo, Arequipa, trabajadores cerraron el túnel de Vitor. Sigue leyendo

EL ORDEN DEL CAPITAL REINA EN EL PERU: SOBRE LAS DISPUTAS INTERBURGUESAS

Al calor del incesante avance de la crisis del capitalismo, la escalada militar a nivel mundial, el acrecentamiento de la lucha de clases, el desprestigio inagotable del Estado Nación, de los políticos de turno, de partidos y palabras bonitas como libertad e igualdad, entra en ebullición el termómetro de las disputas interburguesas en el Perú.

Los contendientes: 1) el poder ejecutivo frente al 2) legislativo y al judicial. Cada lado representando diversas fracciones de la burguesía. Los primeros representan, sobre todo, a la burguesía y pequeña burguesía provincianas aun difusas, pero cada vez más pujantes que se van insertando y disputando mercados, contrataciones con el Estado, concesiones millonarias en el sector de la construcción, territorios destinados a explotación minera, etc., y, por otro lado, el control político del Estado. En el segundo ramo de los bandos, más ligados a los intereses imperialistas, se encuentra la vieja clase burguesa agremiada en la Confederación Nacional de Instituciones Empresariales Privadas (CONFIEP) que incluye, principalmente, a los sectores nacionales de la banca, minería, construcción, agroindustria y petróleo.

Estos últimos han realizado contribuciones millonarias a políticos de extrema derecha, además de recibir – a través del Estado – préstamos exorbitantes, condonación de deudas, reducción de pagos tributarios, etc. durante la pandemia. A ello se suma de forma evidente los grandes medios de comunicación como los del Grupo El Comercio, Canal N, La República, Latina Televisión, Willax, RPP, etc. Algunos, harto conocidos por recibir coimas de Vladimiro Montesinos en el gobierno dictatorial de Fujimori, y fuertes financiamientos del Estado para publicidad hasta antes del gobierno actual. Son ellos mismos los que diariamente difunden e imponen la ideología de la clase dominante actuando como guardianes de sus intereses.

Aunque estos conflictos interburgueses afectan las actividades sociales en general, no se juegan los intereses esenciales de la clase trabajadora, sino el control del Estado para asegurar las ganancias del capital. En cuanto clase burguesa, el Estado salvaguardaba sus intereses económicos, en lo político se disputan el control del poder, incluso cuando una crisis de este tipo acarree perjurios al desarrollo mismo del capital. La anatomía del ejecutivo que representaba Pedro Castillo expresaba la continuidad sosegada del modo de producción capitalista. Nunca puso en tela de juicio el desarrollo de la acumulación de capital ni la explotación de la clase trabajadora, sino que fue parte integrante de una lista cada vez más larga de intentonas candorosas de transformar la realidad por medio del Estado, de Toledo a Ollanta, de Vizcarra a Sagasti, ingenuidad tras ingenuidad. Castillo se va como llegó al poder: desorientado. Sigue leyendo

¿¡Guerra y revolución!?

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Tridni Valka

Parece que fue ayer cuando por fin salimos de la «crisis pandémica de Covid-19» (aunque algunos dicen que nunca saldremos de ella) y ya hay una nueva «crisis». Según la narrativa burguesa dominante, la guerra en Ucrania es una nueva razón para que el proletariado deje de lado la satisfacción de sus necesidades. En su lugar, debemos unirnos al frente unido con las fuerzas de «nuestra» burguesía y sacrificarnos por un «bien mayor» de «defensa de la integridad territorial de Ucrania» o su «desnazificación» – dependiendo de donde vivamos.

 Nos obligan a convertirnos en carne de cañón en la «defensa de la nación», lo que significa sufrir y morir por los intereses de uno u otro bando burgués – como está ocurriendo ahora con los proletarios «rusos» y «ucranianos». O nos obligan a hacer sacrificios en el «frente interno»: aceptar el aumento de los precios de los productos básicos que permiten nuestra supervivencia cotidiana como la alimentación, la vivienda, la salud, la energía, el transporte, etc.; aceptar el aumento de la represión y la vigilancia; aceptar la militarización del trabajo y el aumento brutal de la tasa de nuestra explotación.

 La guerra es, por supuesto, parte integrante de la propia lógica de funcionamiento del capitalismo. Es la expresión de una necesidad de las facciones rivales del Capital de conquistar mutuamente sus mercados para realizar sus beneficios. En este sentido la guerra capitalista y la paz capitalista no son más que dos caras de la misma moneda y cualquier guerra no es más que una continuación de esta competición por medios militares.

 La guerra de 2022 en Ucrania (que es más bien una nueva fase abierta de la guerra que comenzó en 2014) no es una excepción. En las últimas décadas nos arrastraron a otras guerras increíblemente sangrientas, algunas de las cuales aún continúan: en Somalia, en la antigua Yugoslavia, en Afganistán, en Irak, en la región africana de los Grandes Lagos, en la región del Cáucaso, en Siria, en Yemen…. o recientemente en Etiopía… Todos esos conflictos nacieron de la competencia entre facciones burguesas locales, pero al mismo tiempo representaron guerras territoriales por poderes entre «las grandes potencias» y en todos ellos (como siempre) fueron los proletarios los masacrados.

 A pesar de ser tan brutales como lo es la guerra que actualmente asola Ucrania, estas guerras no permitieron a la burguesía movilizar al proletariado en apoyo de los intereses capitalistas a un nivel tan global. La razón principal es que esta vez la formación de los superbloques capitalistas capaces de una confrontación global está mucho más cerca y el choque de sus intereses faccionales opuestos es mucho más obvio y directo. Por lo tanto, es fácil para los ideólogos burgueses de ambos bandos fingir que se trata de «una guerra santa» del «Bien contra el Mal». Una vez más nos empujan hacia los campos de exterminio en nombre de la paz, esta vez hacia la guerra que puede acabar con toda la vida en este planeta.

Frente a la realidad de la movilización, la militarización de nuestras vidas, la propaganda nacionalista y la horrible carnicería de proletarios, la posición comunista siempre ha sido el rechazo revolucionario derrotista de ambos campos del conflicto burgués a favor del «tercer campo», ¡el campo de la revolución comunista global! Hemos abordado esto recientemente en nuestro folleto: ¡Proletarios en Rusia y en Ucrania! En el frente de producción y en el frente militar… ¡Camaradas! así como en una segunda contribución: Manifiesto internacionalista contra la guerra capitalista y la paz en Ucrania (ambos textos se encuentran en los anexos de este boletín).

 De forma similar a la «crisis de Covid-19», nosotros como comunistas rechazamos todas las falsificaciones burguesas de la realidad, ya que todas sirven al mismo propósito de mantener a nuestra clase subyugada a los intereses de la clase dominante e impedirle la realización de sus propios intereses de clase, es decir, abolir la sociedad basada en la explotación del trabajo humano. Tanto si la narrativa que intentan imponernos se basa en la ciencia y la medicina «sagradas» oficiales (que pretenden ser objetivas e imparciales) y en las estadísticas gubernamentales, como si se basa en la ciencia «disidente y prohibida» que el «Nuevo Orden Mundial no quiere que veáis» (y que, sin embargo, de alguna manera está por todo YouTube), nuestra única respuesta a esto es reafirmar la posición de subjetividad proletaria militante, es decir, analizar siempre la realidad material basándonos en el criterio de lo que hace avanzar u obstaculiza la lucha por nuestros intereses de clase. Y desde esta posición, y en confrontación con todas las falsificaciones mencionadas, intentamos descubrir siempre la corriente proletaria en toda esta agitación.

 Al igual que la anterior «crisis de los Covid-19», también se afirma que la guerra en Ucrania es la raíz de la aparente «crisis económica» y la justificación de la escasez y/o el aumento de los precios de muchos productos básicos. En realidad, ambas crisis simplemente desenmascararon la crisis subyacente de valorización.

No existe tal cosa en este planeta como la escasez de alimentos o energía. Es la lógica del capital la que crea la «escasez», ya que la única razón por la que se producen las mercancías en el capitalismo es para venderlas con el fin de obtener beneficios. Su valor de uso como alimentos, ropa, combustible, etc. sólo tiene sentido para el Capital como medio para este fin. Por lo tanto, es lógico dejar que la comida se pudra o quemar el combustible en lugar de dárselo a aquellos que no pueden pagarlo. Por tanto, el trigo de Ucrania o Rusia no se transportará por otras rutas ni se sustituirá por trigo u otro producto comestible de otros lugares para alimentar a los proletarios hambrientos de Egipto o Líbano o Sri Lanka, a menos que se pueda hacer rentable.

En las siguientes páginas intentamos analizar los movimientos proletarios que han estado sacudiendo el mundo a pesar del Covid-19 y los cierres relacionados y la guerra en Ucrania, contra la miseria de la vida en la sociedad capitalista y en oposición a los esfuerzos de movilización interclasista del Estado. Este texto no pretende ser una cronología de estos movimientos proletarios ni una relación exhaustiva y detallada de la actividad militante y organizativa cotidiana «sobre el terreno». Hay otros militantes, con una conexión más directa con estos movimientos que la nuestra, que han asumido bien estas tareas. Nos centramos en los movimientos que, según nosotros, representan el apogeo de la militancia proletaria reciente, manteniendo al mismo tiempo la continuidad militante, reapareciendo bajo otra forma después de haber sido reprimidos por el Estado, dando nacimiento a minorías militantes o dinamizando las ya existentes y creando potencialmente el espacio para las rupturas programáticas.

 Mencionemos aquí que planeamos cubrir las acciones revolucionarias derrotistas del proletariado en el territorio de Rusia y Ucrania contra la guerra capitalista (deserciones y motines en ambos bandos, ataques a los centros de reclutamiento, sabotaje de los esfuerzos de guerra, subversión de la reciente movilización en Rusia, etc.) en un material aparte. También tenemos que mencionar aquí los disturbios de enero en Kazajstán desencadenados por los altos precios del combustible, aunque no hablamos de ello en detalle en el siguiente texto. Fue una erupción muy fuerte de ira proletaria y contenía algunos momentos insurreccionales que llevaron a la burguesía local a pedir refuerzos de Rusia y otros países de la CTSO (Organización del Tratado de Seguridad Colectiva) para aplastarla y evitar que se convirtiera en una insurrección proletaria a gran escala. Hemos publicado en nuestro blog una colección de materiales militantes de varios grupos que informan sobre el movimiento en Kazajstán.

 A veces todo tiene que cambiar para que todo siga igual…

La clase dominante mundial seguramente esperaba conseguir enmascarar la crisis estructural emergente del Capital convirtiendo una «crisis sanitaria» generalizada (enfermedades, comida basura, envenenamiento y destrucción del planeta, etc.) a través de todos los medios represivos, recuperativos e ideológicamente espectaculares en una pandemia de Covid-19, producto a su vez de la relación explotadora de la sociedad con el mundo natural derivada del modo de producción capitalista igualmente explotador (al igual que todos los demás «desastres naturales» anteriores). Seguramente también se esperaba que sirviera para tapar la caldera hirviente de la lucha de clases proletaria que estaba haciendo estragos en muchas partes del mundo en 2019. Una estrategia que al principio parecía tener más o menos éxito, pero que pronto quedó claro que la convirtió más bien en una olla a presión.

El toque de queda forzoso sirvió desde el principio de excusa a las fuerzas represivas del Estado para restablecer o confirmar y reforzar tanto su control social sobre el proletariado como su monopolio de la violencia, sórdida y vergonzosamente justificado como «protección del público» por medio de la propaganda. Llegó en diferentes formas – jactancia pública de violencia contra cualquiera que se atreviera a no respetar el toque de queda (incluyendo por ejemplo disparar y matar a niños por apoyar la manifestación callejera desde su balcón en Kenia), ejecución de ataques largamente planeados contra okupas y centros sociales en Alemania, Italia, Grecia, etc., limpieza de barrios proletarios para dejar paso a promotores inmobiliarios en Filipinas, Sudáfrica, Haití…, perfeccionamiento de los medios de espionaje electrónico (software Covid-19 Tracker utilizado por la policía para seguir a los manifestantes en Minneapolis, actualización del software de reconocimiento facial para ver a través de las máscaras). Sigue leyendo

[antimilitarismus] Convocatoria: jornadas de solidaridad internacional con los desertores

  • Convocatoria: jornadas de solidaridad internacional con los desertores
  • Motines en el ejército ruso

Convocatoria: jornadas de solidaridad internacional con los desertores

Fuente en checo: https://antimilitarismus.noblogs.org/post/2022/11/18/vyzva-dny-mezinarodni-solidarity-s-dezertery/

La guerra en Ucrania continúa con todas sus consecuencias negativas para una gran parte del mundo. Sin embargo, también continúan los actos de deserción y la negativa a ser reclutado, que, si se generalizan, podrían llevar al fin de la guerra. Por ello, los anarquistas de la región centroeuropea hacen este llamamiento para organizar el apoyo activo a los desertores. Dondequiera que vivamos, hagamos de cada mañana un día de solidaridad internacional de la clase trabajadora y de resistencia a la guerra. Organicémonos en los centros de trabajo, en las escuelas y en las calles para reforzar la influencia de la deserción. Luchemos por unas condiciones de vida dignas para todos aquellos que se niegan a ser utilizados como carne de cañón en la guerra interimperialista.

Al menos 200.000 personas están huyendo de Rusia para escapar de la movilización militar de Putin, y decenas de miles más están evitando la movilización en Ucrania. Sin embargo, algunas voces afirman que “el número de desertores es tan insignificante que es extraño siquiera empezar a hablar de ello”. Hay que oponerse a estos intentos cínicos de “hacer invisibles” a quienes deciden no servir en el ejército, desertar o emigrar por razones políticas. Hay que escuchar sus voces y proporcionarles ayuda práctica.

La retórica antibélica no tiene todavía el poder subversivo necesario para detener la guerra, por lo que es necesario crear condiciones que faciliten la transición de la reflexión a la acción para aquellos que se sientan inclinados a desertar. No se trata de situarse en primera línea entre los tanques de los dos ejércitos y pensar que eso animará a los soldados a deponer las armas. Se trata de conseguir condiciones a nivel internacional que garanticen que los desertores puedan desertar con seguridad y vivir en otro país sin riesgo de ser perseguidos y estigmatizados socialmente.

En la actualidad, los opositores a la guerra en Rusia y Ucrania no tienen prácticamente ningún lugar al que acudir. Están atrapados entre las fronteras nacionales por sus “propios” gobiernos, mientras que los países vecinos se niegan a aceptarlos y a proporcionarles condiciones materiales decentes. Si la elección de la gente se limita a la opción “o ser obligado a servir en el ejército o ser perseguido”, difícilmente se puede esperar un aumento de las deserciones. Es necesario lograr la apertura de las fronteras no sólo para los refugiados civiles, sino también para los desertores de los ejércitos de ambos lados del frente. Esto es precisamente lo que puede debilitar considerablemente la dinámica de la guerra.

Pero esto no se hará nunca negociando con los distintos gobiernos que no son más que títeres locales del Estado mundial del capital, ni tampoco mediante un llamamiento socialdemócrata a “hacer concesiones en el ámbito de la política migratoria”. Nuestra única arma, nosotros los proletarios, es la lucha de clases, es la movilización en las calles, es el sabotaje de la economía, es la acción directa contra la guerra permanente… Y es entonces, y sólo entonces, cuando la asustada clase dominante se ve obligada a dejarse llevar, lo que nunca constituirá para nosotros un punto de llegada en la lucha, sino sólo un momento a partir del cual hay que dirigir nuevas ofensivas contra la totalidad de este mundo de miseria y guerra…

Por otra parte, las proclamas de los políticos criticando la agresión del ejército ruso son una manifestación de hipocresía, incluso cuando se niegan a proporcionar buenas condiciones de vida a quienes se niegan a servir en el ejército. Y además, ¡por qué y cómo habrían de actuar de otra manera, estos dignos representantes del orden burgués! Es necesario oponerse sistemáticamente a los agresores de Putin, así como a los estadistas de otros países que, con sus propias políticas, permiten que el ejército mantenga su potencial bélico. Son los gobiernos de los países en los que vivimos los que efectivamente dificultan la deserción, contribuyendo así a la continuación de la guerra.

Los que se preocupan por salvar vidas deberían pensar en cómo debilitar la capacidad de lucha de los ejércitos, en cómo animar a los soldados a abandonar el frente, en cómo animarles a desobedecer, en cómo motivarles para que usen sus armas contra los que les obligan a entrar en la guerra. Pensemos en ello y organicemos acciones directas que hagan realidad estas consideraciones.

Algunos anarquistas en la región de Europa Central (noviembre de 2022)

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Motines en el ejército ruso

Fuente en checo: https://antimilitarismus.noblogs.org/post/2022/11/09/vzpoury-v-ruske-armade/

“No se trata de cómo una chusma civil caótica y rebelde puede derrotar a los ejércitos disciplinados y bien organizados del Estado capitalista en una batalla campal, se trata de entender cómo este movimiento de masas puede socavar la capacidad de lucha efectiva del ejército y provocar el colapso y la dispersión de las fuerzas armadas del Estado.”

– Acosar a los jefes

En todas las guerras, tarde o temprano, aparecen tendencias a la deserción, diversas formas de sabotaje y amotinamiento por parte de los soldados rasos. Las motivaciones de quienes participan en estas actividades pueden ser variadas y a veces bastante contradictorias. En cualquier caso, siempre es una contribución importante a la subversión de las fuerzas armadas del Estado, que debilita la capacidad del ejército para hacer la guerra.

A pesar de la propaganda a favor del régimen y de la guerra, aumentan los informes sobre la baja moral de combate entre los soldados del ejército ruso. Los soldados se negaron a seguir las órdenes, desertaron y organizaron motines.

En la región de Ulyanovsk, por ejemplo, más de 100 hombres movilizados se amotinaron el 2 de noviembre de 2022. El canal de noticias de la oposición Serditaya Chuvashia [Chuvashia enfadada] informó de la revuelta en el centro de formación, según la cual más de 100 soldados movilizados se negaron a partir hacia Ucrania.

“¡Nos negamos a participar en la operación militar especial y lucharemos por la justicia hasta conseguir el dinero prometido por nuestro gobierno dirigido por el presidente ruso! […] ¿Por qué debemos luchar por este Estado y dejar a nuestras familias sin apoyo? También hay afirmaciones más prosaicas como “Nos han jodido”.

La revuelta fue sofocada por la policía antidisturbios OMON y las tropas de la Guardia Nacional, directamente subordinadas al presidente Putin. Algunos soldados fueron detenidos por la policía militar. También se sellaron todas las armerías del lugar. Al parecer, todos los detenidos durante la rebelión fueron puestos en libertad sin cargos y se permitió a toda la unidad volver a casa durante dos días.

En Kazán se produjo otro motín de hombres movilizados. Los hombres movilizados del centro de formación protestaron contra las condiciones que tienen que soportar. Les dieron rifles automáticos oxidados, sin comida ni agua, pero al menos recibieron algo de leña. Un oficial vino a negociar con los soldados. Sin embargo, huyó rápidamente debido a las amenazas de violencia.

También se filtró una carta en la que los marinos rusos acusan a Vladimir Putin de llevarlos a la masacre. Acusan a Putin de tratarlos como “carne” y a los generales de utilizarlos como “carne de cañón”. Los soldados desmoralizados también afirman que los comandantes están encubriendo el caos en Donetsk y restando importancia al número de víctimas por temor a la rendición de cuentas.

La carta se publicó mientras estallaba un motín en las fuerzas armadas rusas, en el que 2.000 reclutas rodearon al general Kirill Kulakov y gritaron airadamente “¡Fuera de aquí!”, “¡Qué vergüenza!” y “¡Abajo el régimen [de Putin]!”.

En un momento de la revuelta, se oyó al comandante decir: “Estoy respondiendo a sus preguntas…”. Pero uno de los reclutas enfadados gritó: “Maldito general, ya sabe a dónde nos envía”.

Uno de los motines de los soldados rusos se saldó incluso con la muerte de un coronel que supuestamente fue atropellado deliberadamente por un tanque por sus propios subordinados. El incidente ha sido reportado por Político y otros medios de comunicación. Según estas fuentes, el coronel ruso Yuri Medvedev murió en un hospital bielorruso tras ser víctima de un motín de sus propios subordinados. Según Politico, los soldados rusos habían perdido la paciencia con el comandante que los llevó a la muerte.

A pesar de la proliferación de motines, los soldados rusos siguen siendo estereotipados por muchos como partidarios fanáticos del régimen de Putin. Se trata de un gran problema que hay que abordar. Aunque se filtra información sobre los soldados que se niegan a cumplir, se dedican pocos recursos a la creación de redes o al apoyo práctico a las deserciones, los sabotajes y los motines. Si hay innumerables iniciativas para apoyar a los refugiados civiles, también debería haber suficientes para apoyar a los amotinados del ejército.

Traducción al español: https://inter-rev.foroactivo.com/t11539-antimilitarismus-appel-journees-de-solidarite-internationale-avec-les-deserteurs-tridni-valka-class-war-guerre-de-classe/