[Extraído de Su Capital # 25]
El orden reina en Siria, Yemen, Irak, Turquía, Túnez, Egipto y cada vez más. El orden, esa expresión que alude eufemísticamente al terror contrarrevolucionario o simplemente al terror cotidiano de la clase dominante contra sus dominados. Ese orden que chorrea sangre por todas partes es la obra de la burguesía internacional en su conjunto, es la consecuencia del aislamiento de la lucha y la pasividad del proletariado a nivel mundial y en menor proporción, por la obra de las distintas facciones socialdemócratas con capacidad de canalizar al proletariado en la región que aún quedan. En este último caso a costa incluso de la propia aniquilación de sus propias organizaciones, no solo física sino moral.
Como ya dijimos los países del G.7 (EEUU, Inglaterra, Francia, Alemania, Japón, Canadá e Italia), Turquía, los países del Golfo, el FMI y el Banco Mundial establecieron un acuerdo contrarrevolucionario de actuación en las revueltas en los países árabes. Se facilitaron ayudas de tipo policial, militar y de control social a todos los países de esa región, entre ellas incluso la intervención militar extranjera por parte de los firmantes. Teniendo especial atención a Túnez, Marruecos, Jordania, Yemen y Egipto. Todo para garantizar la “transición”, a pesar de la “canalla”, hacia mayores cotas de eficacia de explotación y represión. Las consecuencias de dicha política las estamos viendo todos los días, miles de jóvenes y menores marroquíes del Rif se suben a las pateras hacia la finca España con la atenta mirada, fijada en sus nucas, de los policías modernos marroquíes, asesorados por la poli española y francesa. Tras el aplastamiento de la revuelta y las continuas detenciones de los jóvenes la policía solo les da una opción “¡pirate!”. En Egipto las revueltas detonadas finalmente por las alzas de precios de los alimentos han terminado con el encarcelamiento, el asesinato, tortura y desaparición de todos los militantes de las organizaciones catalogadas como “laicas”. Tras un baño de sangre en las calles los precios de los alimentos no dejan de subir, el terror sexual como método de control social no deja de aumentar. La única oposición “real” o supuesta oposición son los islamistas armados, en el Sinaí esa “real” insurgencia se traduce en masacres indiscriminadas contra la población local de la aviación estatal y de los sicarios del Estado Islámico. Todo para eliminar a la población sufí sostenedora durante décadas de las redes de contrabando con Gaza. Gracias a la represión masiva en Egipto y en toda la región la misma Gaza es masacrada por las fuerzas de la burguesía internacional en perfecto silencio mediático. Igualmente la única alternativa para el proletariado es la huida hacia los centros donde se ha decidido su destino de miseria y represión, hacia Europa. En Libia la “transición” se ha traducido en un sistema de explotación esclavista y de trata “negrera”, gestionado por diversos señores de la guerra islámica subvencionados por la burguesía internacional. En este contexto la migración masiva no es más que una válvula de escape para canalizar al proletariado y a la población sobrante, para exterminarla de otra forma o para que cumpla otra función de propaganda a nivel interno de los países occidentales. Sigue leyendo