[Ecuador] breve balance y perspectiva de las jornadas de lucha proletaria en octubre del 2019, al calor de los últimos hechos y debates al respecto

«El proletariado es arrojado a la lucha de clases por su propia naturaleza de clase asalariada y explotada, sin necesidad que nadie le enseñe nada; lucha porque necesita sobrevivir. Cuando el proletariado se constituye en clase revolucionaria consciente, enfrentada al partido del capital, necesita asimilar las experiencias de la lucha de clases, apoyarse en las conquistas históricas, tanto teóricas como prácticas, y superar los inevitables errores, corregir críticamente los fallos cometidos, reforzar sus posiciones políticas por medio de la toma de conciencia de sus insuficiencias o lagunas y completar su programa; en fin, resolver los problemas no resueltos en su momento: aprender las lecciones que nos da la propia historia. Y ese aprendizaje sólo puede hacerse en la práctica de la lucha de clases de los distintos grupos de afinidad revolucionarios y de las diversas organizaciones del proletariado.» Agustín Guillamón. Proletariado y clases sociales, hoy (2013)

A pesar de las debilidades, contradicciones, lastres ideológicos y errores prácticos que estuvieron presentes en el movimiento social real que protagonizó las recientes jornadas de octubre de este año en Ecuador, a saber: falta de radicalidad y autonomía frente al Estado Capitalista, aceptar el diálogo y la negociación con el gobierno, pedir la intermediación de la ONU, división entre algunas dirigencias y algunas bases del movimiento indígena, pacifismo de algunos sectores de este movimiento, deponer las medidas de hecho, pensar en nuevas elecciones de gobierno, ausencia de algunos sectores de trabajadores, presencia de algunos políticos oportunistas que quisieron pescar a río revuelto, discursos y símbolos nacionalistas y populistas, falta de claridad, organización y ofensiva; a pesar de esto, en los hechos lo que ocurrió en Ecuador durante los 11 días de Paro Nacional fue una verdadera revuelta proletaria con tintes insurreccionales que logró desafiar y hacer retroceder un paso al Estado burgués que controla este territorio. Se hizo lo que se pudo hacer, lo que las fuerzas realmente existentes permitieron hacer, ni más ni menos; concretamente, obligar a derogar parcialmente las últimas medidas de austeridad capitalista o el «paquetazo» impuesto por el gobierno de Moreno (el decreto ejecutivo 883), desde las calles ganadas mediante la lucha día tras día y noche tras noche. Pero, como dijo Marx, un paso adelante del movimiento real vale más que una docena de programas.

Esta victoria parcial del 13 de octubre (con cierto sabor a derrota por nuestros muertos y por la permanencia del actual gobierno de ladrones y asesinos y sus nefastas reformas laborales), fue el resultado de todas las acciones directas de masas realizadas desde el 3 de octubre: se tomaron instituciones gubernamentales, pozos petroleros, carreteras, hicieron marchas y cacerolazos, piquetes y barricadas, saquearon algunos comercios, quemaron regimientos policiales y tanques de guerra, capturaron y retuvieron policías y militares, le hicieron huir al presidente a Guayaquil, instauraron la Comuna de Quito como epicentro del Paro Nacional… Con tales acciones, en 11 días hicieron lo que no hicieron en 11 años. 11 días de ruptura parcial, temporal y precaria pero real de la normalidad capitalista, sobre todo al interior de las protestas mismas: ruptura del trabajo asalariado y la circulación de mercancías (por algo fue un paro), de la propiedad privada y el dinero, sustituyéndolas por la solidaridad y la gratuidad (en los centros de acopio y las ollas comunitarias); a lo cual le acompañó a toda hora la discusión y toma colectiva de decisiones en las asambleas, y la valiente autodefensa desde las barricadas contra la brutal represión de los perros guardianes uniformados de los ricos y poderosos. En pocas palabras, en esos 11 días de Paro Nacional lxs explotadxs y oprimidxs en lucha de este país crearon y vivieron embriones de comunismo y anarquía; embriones espontáneos, caóticos, contradictorios, localizados, de corta duración, pero reales. Todo esto no fue poca cosa, fue un acontecimiento histórico con eco mundial, considerando que las masas proletarias del campo y la ciudad de esta «mitad del mundo» estuvieron dormidas o inactivas durante tantos años, y ya no lo están más. Estallaron cual volcán y siguen calientes. Y lxs anticapitalistas autónomxs que participamos como una parte más de ellas, también.

Los muertos y heridos en combate por parte del terrorismo de Estado tampoco son poca cosa. No fueron «muertes accidentales», fueron crímenes de Estado. ¡Ni perdón ni olvido! Por eso, negarlos o hacerlos de menos es una falta de respeto y hasta una muestra de cinismo para con ellos, sus seres queridos y sus compañeros. Una actitud pésima y rechazable, no sólo de algunos derechistas sino incluso de algunos izquierdistas locales. Muy por el contrario, lo mínimo que hay que hacer en estos momentos de «post-guerra» de clases (porque lo que hubo aquí fue una guerra de clases que aún no termina) es: solidarizarse con los compañeros detenidos y con las familias de los compañeros caídos; denunciar y oponerse activamente al terrorismo de Estado/gobierno asesino, que en estos momentos está haciendo represión selectiva a modo de venganza contra miembros de organizaciones sociales que participaron del paro, por lo cual toca cuidarnos; estar alertas e impedir nuevas medidas de austeridad maquilladas y «focalizadas» (nuevo decreto ejecutivo); estar atentxs también al inicio de las privatizaciones para oponerse a las mismas, y a las movilizaciones anunciadas para fines de este mes contra las reformas laborales flexiblizadoras/precarizadoras aún vigentes; y, mantener la movilización y organización social que se dio espontáneamente para poder «acumularla», radicalizarla y generalizarla a mediano y largo plazos con una perspectiva autónoma y revolucionaria. En ese sentido, esto acaba de empezar. La lucha sigue. Hasta el fin. Porque no se trata de sobrevivir menos mal, sino de vivir de verdad. Y no se trata de cambiar de amo, sino de dejar de tenerlo.

Es la insatisfacción de necesidades concretas del día a día, y no una u otra ideología, lo que lleva a la clase trabajadora a enfrentarse a la clase patronal y su Estado. En el seno de esta lucha, surgen y se desarrollan minorías conscientes, organizadas y activas que se esfuerzan por mantener viva la memoria, las lecciones y la llama rojinegra de la revolución proletaria. Pero una cosa es ser revolucionario y «ensuciarse las manos» en la lucha de clases real y contradictoria, estar ahí «donde las papas queman», viviendo la solidaridad y la combatividad de nuestra clase proletaria en carne propia, aportando y aprendiendo lo más que se pueda (tanto en las barricadas como en los centros de acopio y las asambleas), siempre con autonomía y criticidad, al mismo tiempo que con humildad y sin prejuicios ideológicos ni huevadas personales o grupusculares; y otra cosa es decir ser revolucionario desde la comodidad de la cama, la pantalla, el escritorio o la vereda, además desde una ideología eurocentrista/racista, obrerista, pacifista y purista que dice ser «comunista» e «internacionalista». O desde una ideología «marxista-leninista-maoísta» a «la vanguardia». O desde una ideología «anarquista» nihilista o valeverguista. Da igual. La revolución social no es un hecho ideológico sino un hecho real o material y, por lo tanto, impuro y contradictorio, que hay que saber asumirlo como tal mientras se está luchando codo a codo junto a las masas y otras minorías, porque así toca hacerlo contra el enemigo de clase común cuando estalla la guerra social como aquí estalló.

Obviamente aquí y en todas partes falta mucho para la revolución comunista anárquica mundial propiamente dicha, aún no existen las condiciones y las fuerzas para ello, pero por algo se empieza después de tanto letargo histórico. La emergente y actual lucha proletaria en Ecuador (las masas indígenas son parte de las masas proletarias del campo, no «un sector no explotador», además que también salimos a luchar las masas proletarias de la ciudad) es parte de toda una oleada internacional de luchas proletarias (Haití, Hong Kong, Francia, Argelia, Irak, etc.) que hoy por hoy está cerrando un ciclo histórico de contrarrevolución (con medidas de austeridad y represión estatal a la orden del día en todas partes) y abriendo un nuevo ciclo de ascenso e intensificación de la lucha de clases, en medio de la actual crisis capitalista mundial.

El papel de las minorías revolucionarias en todo esto, como siempre, es contribuir a desarrollar la autonomía y la ruptura proletaria en todo sentido, es decir contribuir a que lxs explotados y oprimidxs podamos liberarnos por completo y de raíz del Capital y del Estado con cabeza y mano propias; y, a que nos reapropiemos del programa invariante de la revolución social, forjado al calor de la lucha histórica del proletariado mundial, para hacerlo realidad de una vez por todas: abolición y superación de la propiedad privada, el trabajo asalariado (en todas sus formas), el valor, el dinero, las clases, el Estado, el mercado, las patrias, las razas, los géneros y toda otra forma de separación y opresión entre los seres humanos y sobre la naturaleza, para así poder vivir en comunidad y libertad reales.

Pero eso sólo es posible participando en las luchas sociales reales, metiendo y «ensuciándose las manos», cometiendo errores y aciertos, pasos en falso y pasos en firme, avances y retrocesos, victorias y derrotas; siendo parte activa e incidente de las masas en revuelta, de la clase explotada y oprimida en pie de lucha por sus necesidades materiales, para desde ahí (y no desde la ideología, la comodidad ni el cinismo) poder sacar y aplicar las lecciones empíricas y teóricas aprendidas, para desde ahí poder criticar y superar en la práctica nuestras debilidades y contradicciones con la perspectiva clara y firme de hacer la revolución hasta el fin, es decir hasta derrocar todo este sistema de explotación, miseria y muerte. Por ello, desde la resistencia y la dignidad que sólo la lucha otorga, decimos: por nuestros muertos y nuestras vidas, ¡ni un minuto de silencio, toda una vida de combate! ¡La solidaridad es nuestra mejor arma y les hará temblar de nuevo!

 Un@s proletari@s cabread@s de la región ecuatoriana por la revolución comunista anárquica mundial
Kito, 17 de octubre del 2019

 

Panfleto directo desde las entrañas de la guerra de clases en Ecuador

De unos compas de Ecuador:

Ecuador, 9 de octubre de 2019: 7mo día de Paro Nacional y 1er día de Huelga General. Panfleto de un@s proletari@s cabread@s de la región ecuatoriana por la revolución comunista anárquica mundial, desde «donde las papas queman»:

Estamos luchando en las calles junto a las masas proletarias de la ciudad y del campo. No hay tiempo ni copiadoras disponibles para sacar y repartir este panfleto en papel. Es más agradable y provechoso vivir la experiencia de la rebelión que escribir acerca de ella.

Hicimos huir al presidente-títere de los empresarios y banqueros ladrones del Palacio de Carondelet y nos tomamos la Asamblea Nacional, mediante acciones directas masivas y redes de solidaridad de clase, a pesar del terrorismo de su Estado (estado de excepción, brutal represión policial y militar, cientos de detenidos, decenas de heridos, varios muertos, toque de queda).

No sabemos cuándo ni cómo va a concluir la situación actual. Pero sí sabemos que la lucha social continúa y debe continuar, teniendo claro y firme las siguientes reivindicaciones mínimas e innegociables:

* Derogar todo el paquetazo económico, no sólo el alza de pasajes.

* Derogar el estado de excepción y el toque de queda.

* Derrocar todos «los poderes» del gobierno de Moreno, sus jefes y sus secuaces.

* No negociar ni ceder con el Estado de los ricos y poderosos que nos matan de hambre y a bala. No dejarse robar por la burguesía y los políticos oportunistas de derecha ni de izquierda el poder que hemos ganado en las calles estos días. No exigir nuevas elecciones y nuevo gobierno. Ya basta del mismo libreto político de mierda de siempre. Autogobierno de las masas.

* Mantener las Asambleas en todas partes para autoorganizar la movilización, la solidaridad, el abastecimiento, la salud y la autodefensa de nuestra gente.

* Exigir la devolución de todo el dinero robado por empresarios, banqueros y políticos, para poder mejorar las condiciones de vida de la clase trabajadora del campo y la ciudad.

* Expulsar a la Minería y al FMI.

* Liberar a los compañeros detenidos.

* Romper el cerco mediático y denunciar el terrorismo económico y policial del Estado.

* Llamar a la solidaridad de clase internacional concreta en todo el mundo.

Proletari@s en lucha de este país:

Ganemos o perdamos, hemos despertado del letargo histórico, respondido a los ataques de todo tipo de la clase dominante, hecho cosas que no se han hecho en muchos años, y estamos aprendiendo en la práctica varias lecciones importantes durante estos días de intensa lucha de clases.

Ganemos o perdamos, mantengamos encendida la llama de la lucha proletaria para poder construir y sostener a mediano y largo plazo una fuerza social autónoma con la capacidad y la claridad necesarias y suficientes para tomar el poder no del Estado burgués, al cual hay que destruirlo de raíz, sino sobre nuestras vidas. Para hacer la revolución social hasta el fin, es decir la abolición y la superación positiva de la propiedad privada, la mercancía, el trabajo asalariado, el dinero, la sociedad de clases, el Estado, la patria y toda forma de opresión entre los seres humanos y sobre la naturaleza.

¡No se trata de sobrevivir menos mal, sino de vivir de verdad!

¡No se trata de cambiar de amo, sino de dejar de tenerlo!

¡Viva el Paro Nacional y la Huelga General!

¡Guerra de Clases e Insurrección!

¡Comunas Libres en todo el país!

¡Por la Transformación y la Comunización de Todo lo existente!

¡Vamos hacia la Vida!

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Si estás de acuerdo, favor difundir. Copia y pega. Contrainforma. Resiste y protesta desde todos los frentes de lucha.

[Audio] Charla sobre el movimiento de los Chalecos Amarillos en Francia

http://blog.temperamento-radio.com/content/images/size/w1000/2019/07/barbariachalecos2.jpg

Compartimos el audio de la charla realizada el 20/07 por  grupo Barbaria (Madrid/París), a cargo de compañeros que estuvieron en la región

«En cualquier caso, es indudable que el movimiento de los chalecos amarillos hace parte de un proceso de despertar de nuestra clase a nivel internacional, tras la derrota de la oleada de luchas de los años 70. Ante la perspectiva factible de que este movimiento se apague tarde o temprano, si no se produce una recuperación burguesa a la altura de la intensidad que ha vivido y luchado, dejará tras de sí nuevos lazos de solidaridad, quizá algunas estructuras, experiencias de lucha de las que extraer lecciones, un nuevo número de personas que, tras su radicalización en el movimiento, se sumarán a la actividad de las minorías revolucionarias pese a la vuelta a la normalidad. Nuestra clase aprende. Construye su propia memoria. Se despierta.»

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¿Qué es el Estado? Reflexiones sobre la violencia política

Podemos encontrar mil definiciones distintas del Estado. Pero básicamente se reducen a dos. Una, amplia, que habla impropiamente del Estado ya en las primeras civilizaciones de Mesopotamia y Egipto, y después de Grecia y Roma, que no vamos a utilizar, y que es inadecuada para estudiar la actual sociedad capitalista en la que vivimos. Se trata de una definición que, en todo caso, necesita calificar al Estado con el modo de producción imperante: Estado esclavista, Estado feudal, Estado capitalista. Otra, reducida, en la que se utiliza el concepto actual del Estado, o Estado capitalista, o Estado moderno, como poder soberano absoluto o único en cada país, que es la que aquí utilizaremos.

El Estado es una forma histórica reciente de organización política de la sociedad, surgida hace unos quinientos años, en algunos países, con el fin del feudalismo, el auge del mercantilismo y las primeras manifestaciones del sistema de producción capitalista. La aparición del Estado suponía la desaparición de las formas feudales de organización política.

El concepto de Estado surge con la aparición histórica del sistema de producción capitalista. Es la organización política adecuada al capitalismo. La proyección de este concepto a las antiguas civilizaciones es una anacronismo infértil y confuso.

En la sociedad feudal la soberanía era entendida como una relación jerárquica entre una pluralidad de poderes. El poder del Rey se fundamentaba en la fidelidad de otros poderes señoriales y los poderes del Rey eran venales, esto, es, podían venderse o cederse a la nobleza: la administración de la justicia, el reclutamiento del ejército, la recaudación de los impuestos, los obispados, etcétera, podían ser vendidos al mejor postor o adjudicados en una compleja red de favores y privilegios. La soberanía residía en una pluralidad de poderes, que podían subordinarse o competir entre sí.

El Estado, en la sociedad capitalista, convierte la soberanía en un monopolio: el Estado es el único poder político de un determinado territorio. El Estado detenta el monopolio del poder político, y en consecuencia pretende el monopolio de la violencia, la definición de legalidad y la administración de la justicia. Cualquier desafío a ese monopolio de la violencia se considera como delincuencia, y atenta contra las leyes y el orden capitalistas, y por lo tanto es perseguido, castigado y aniquilado. Sigue leyendo

CONCILIACIÓN O BARBARIE

«Ellos son la burguesía –declaran–, nosotros el proletariado. Hablamos dos idiomas distintos y no tenemos nada que hacer juntos en ningún encuentro» (Alberto Ghiraldo). Encontramos esta cita sin más referencia en un libro de David Viñas titulado De los montoneros a los anarquistas. Escrito en 1971, el autor historiza las rebeliones populares en la región argentina desde mediados de 1800 a comienzos del 1900, fuera y contra las interpretaciones liberales más tradicionales así como de la perspectiva nacional/populista.

Esta misma sentencia se hace presente en muchos párrafos de nuestro boletín La Oveja Negra. La necesidad de no hablar el lenguaje de los amos, sino el de los rebeldes. Insistimos una y otra vez en no traducir nuestras necesidades con la letra muerta de la ley. Y encontrar muchos años después esta cita de Alberto Ghiraldo entre los libros de la biblioteca que lleva su nombre es una grata sorpresa.

Algo de eso ya habíamos leído en el texto anónimo Ai ferri corti. Romper con esta realidad, sus defensores y sus falsos críticos. Los compañeros desde Italia escribían: «Los explotados no tienen nada que autogestionar, a excepción de su propia negación como explotados. Solo así junto a ellos desaparecerán sus amos, sus guías, sus apologetas acicalados de las más diversas maneras. En esta “inmensa obra de demolición urgente” debe encontrarse, cuanto antes, la alegría. “Bárbaro”, para los griegos, no significaba solo “extranjero”, sino también “balbuceante”, tal como definía con desprecio a aquel que no hablaba correctamente la lengua de la polis. Lenguaje y territorio son dos realidades inseparables.»

Y hace algún tiempito unos compañeros en Madrid elegían nombrar su acción común como Barbaria: «Allí donde no llega el lenguaje de los amos».

La política del diálogo ha fracasado… luego de haberse demostrado ya inútil desde el comienzo. Porque no hay diálogo posible entre quienes quieren, necesitan, desean una cosa y quienes imponen lo contrario.

La huelga, por ejemplo, surgió con el objetivo de generar el mayor desorden y pérdidas económicas posibles, tratando de imponer las reivindicaciones a través de la fuerza, estableciendo el menor diálogo posible con la burguesía y el Estado, o al menos un diálogo desde un lenguaje propio. Las huelgas de las últimas décadas tienen una impronta totalmente diferente. Se las plantea como una forma de «hacer escuchar la voz de los trabajadores», cuando los únicos que hablan son los sindicalistas y hasta los periodistas en nuestro nombre, mientras el grueso de los explotados las perciben como feriados. Los burgueses se organizan lo mejor posible para disminuir el impacto de las huelgas, victimizarse y ajustar los cinturones. Para estos motivos fueron y son necesarios los intermediarios entre ambas clases. Es decir, los traductores que codifican nuestras necesidades en plegarias: partidos políticos, sindicatos, religiones.

A estas alturas ya hemos interiorizado a fuerza de rutina, castigo y pedagogía la lengua necesaria para mantener el orden. «Allí donde existe una necesidad existe un derecho» dicen los peronistas, astutos comprenden la existencia y urgencia de las necesidades y urgentemente las hacen entrar en el terreno de los derechos, del Estado. «Todo en el Estado, nada contra el Estado, nada fuera del Estado» decía Benito Mussolini.

Por eso la lucha contra el Estado y el Capital, es incomprensible para los representantes del Estado y el Capital. Y para dimensionarla hay que salirse al menos un poquito de sus estrechos márgenes de entendimiento.

Extraído de la Oveja Negra N° 63

No sólo arde París… Anotaciones sobre los chalecos amarillos

Por Proletarios Internacionalistas

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Presentación

Si una imagen se repite habitualmente en el movimiento de los chalecos amarillos es la de manifestantes que rompen un cordón policial, o expulsan a los antidisturbios a pedradas, o simplemente organizan una barricada para cortar la calle y saquear las tiendas de lujo, mientras a pulmón abierto, llenos de adrenalina, cantan con orgullo el himno de la Marsellesa. Es una buena imagen para expresar la naturaleza confusa y contradictoria del movimiento. En cualquier manifestación se podrán encontrar reivindicaciones del Referéndum de Iniciativa Ciudadana (RIC) y de la salida de la Unión Europea para la defensa de la economía nacional, al mismo tiempo que algunas banderas francesas y regionales ondean por aquí y por allá con cierta parsimonia. Todo esto convive en el movimiento con agresiones constantes a la propiedad privada a través de saqueos y piquetes, la creación de lazos de solidaridad, la apropiación de espacios de encuentro y asociación proletaria: en definitiva, el cuestionamiento práctico de la democracia. Entre tanto, se ve por todas partes una fuerte reivindicación de la nación y sus símbolos, entre los que la Revolución Francesa hace al mismo tiempo las veces de símbolo del orgullo patrio y de la sublevación contra la tiranía y la miseria.

Los chalecos amarillos son ―por si alguien lo dudaba todavía― un movimiento proletario. Como en todo movimiento proletario, en él se expresa a la vez el proletariado realmente existente y el mundo que éste anticipa. El primero parte de la confusión actual, de nuestra debilidad como clase, de la falta de memoria que los vencedores nos expropiaron a los vencidos. Pero parte también de la defensa instintiva, inevitable, de unas necesidades que el capital debe negar para poder reproducirse. Esta defensa de sus necesidades empuja al proletariado a negar a su vez al capital y su dominio sobre nuestras vidas, y no sólo, porque en ese proceso el proletariado también se niega, se reafirma como comunidad de lucha en contra de su propia existencia aislada, ciudadana, democrática. Esta contradicción esencial al capitalismo, inherente a su propia reproducción, es lo que determina la posibilidad de la revolución. Hace de ella algo material, físico, ajeno a nuestras voluntades y conciencias individuales. Es así como el proletariado anticipa en su combate otro mundo distinto, al mismo tiempo que sigue arrastrando una parte de la mierda de éste, que se constituirá en la base de su propia derrota si no consigue superarla en el proceso.

Sea como fuere, esta contradicción no puede ser obviada por ningún análisis militante que se plantee en serio las características del movimiento, sus avances, limitaciones y el rol que adquieren en él las minorías revolucionarias. Hay dos enfoques, dos caras de la misma moneda, que resurgen a menudo en los análisis que se realizan en torno a nuestra clase y que nos incapacitan para comprender esta contradicción. El primero es idealista y reduce el movimiento a lo que dice y piensa de sí mismo, omite lo que hace para quedarse con la bandera que agita y lo desecha a la menor demanda socialdemócrata que aparezca entre sus pancartas. El segundo es objetivista y pretende comprender la naturaleza del movimiento a partir de su composición sociológica. Bisturí en mano, toma individuo por individuo y lo coloca en una u otra columna en función de su renta, su posición en el sistema productivo, el barrio en que vive o los estudios que ha hecho. Una vez desmembrado, lo cose todo muy estadísticamente y pretende ver en ello la totalidad: tenemos aquí, bajo este prisma ideológico, un movimiento pequeñoburgués que ha conseguido meterse en el bolsillo a un proletariado embrutecido para defender la economía nacional. Voilà el movimiento de los chalecos amarillos. Para qué más. Sigue leyendo

Chalecos amarillos/Gilets jaunes

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“¿Es una revuelta?”

“¡No, Sire, es una revolución!”

(duque de La Rochefoucauld-Liancourt a Luis XVI, rey de Francia, 15 de julio de 1789, después de la toma de la Bastilla)

Recientemente publicamos en nuestro blog, ya que tuvimos acceso a ellos y otros nos llegaron, algunos documentos producidos por y alrededor del movimiento “chalecos amarillos” que sacude a Francia desde hace varias semanas. Lo que sigue es una especie de introducción a todos ellos (una introducción que normalmente publicamos antes, ciertamente).

No volveremos a la historia del movimiento, a acontecimientos o expresiones particulares, ya que podemos referir a los lectores interesados en esto a diferentes sitios web y blogs que asumen muy bien esta tarea.

Lo que nos gustaría tratar aquí es la forma en que nos aproximamos a este movimiento, cómo lo analizamos, cómo evaluamos su importancia en el marco de la lucha de clases. Y no queremos ocultar que varios artículos que escupen sobre este movimiento, producidos y reproducidos por demasiados grupos de ultra-izquierda, fueron una inspiración (negativa) para esta contribución, lo que podemos llamar: “Qué NO hacer”.

Aunque somos conscientes de muchas debilidades expresadas por el movimiento y somos los primeros en criticarlas, difícilmente podemos estar de acuerdo con la metodología utilizada por esos grupos, metodología que limita el movimiento sólo a esas debilidades, que generaliza esos puntos débiles e ilusiones expresadas sólo por una parte de los “chalecos amarillos” como si fuera la naturaleza del movimiento, un análisis que capta a la clase como algo estático, sociológico, mecánico…

No vamos a repasar todos los argumentos de la ultra-izquierda contra los “chalecos amarillos”, pero al menos tenemos que mencionar los más absurdos para responder a ellos, para situar este movimiento en el lugar correcto en la lucha de clases, para ponerlo de nuevo a caminar de pies y que no ande de cabeza… Sigue leyendo

Chalecos amarillos y lucha de clases

No son sólo chalecos amarillos, Monsieur Macron, es la guerra de clases, estúpido!. Es el viejo topo que aparece y desaparece de escena, cavando sin cesar su túnel bajo un mundo caduco y obsoleto!.

El proletariado no es una cosa, ni una identidad, ni una cultura, ni un colectivo estadístico que tiene unos intereses de clase propios que defender. El proletariado se constituye en clase mediante un proceso de desarrollo y formación que sólo se da en la lucha de clases. El proletariado, reducido en el capitalismo avanzado al estatus de productor y consumidor deviene una categoría social pasiva, sin conciencia propia; es una clase para el capital, sometida a la ideología capitalista.  No es nada, ni aspira a nada, ni puede nada. Sólo en la intensificación y agudización de la lucha de clases surge como clase y adquiere conciencia de la explotación y dominio que sufre en el capitalismo y, en el proceso mismo de esa guerra de clases se manifiesta como clase autónoma y se constituye como proletariado antagónico y enfrentado al capitalismo, como comunidad de lucha. Enfrentamiento total y a muerte, sin posibilidades ni aspiraciones reformistas o de gestión de un sistema hoy ya obsoleto y caduco

Esta noción de clase como “algo que sucede”, que brota y florece del suelo de los explotados y oprimidos, es clave. La clase no se refiere a algo que las personas son, sino a algo que hacen. Y une vez que entendemos que la clase es fruto de la acción, entonces podemos comprender que cualquier intento de construir una noción existencialista o cultural e ideológica de clase, es falsa y está condenada al fracaso.

La clase no es un concepto estático, sólido o permanente; sino dinámico, fluido y dialéctico. La clase sólo se manifiesta y se reconoce a sí misma en los breves periodos en los que la lucha de clases alcanza su punto culminante.

El proletariado se define como la clase social que carece de todo tipo de propiedad y que para sobrevivir necesita vender su fuerza de trabajo por un salario. Forman parte del proletariado, sean o no conscientes de ello, los asalariados, los parados, los precarios, los jubilados y los familiares que dependen de ellos. En Francia forman parte del proletariado los casi tres millones de parados y los veintiséis millones de asalariados o autónomos que temen engrosar las filas del paro, amén de una cifra indefinida de marginados, que no aparecen en las estadísticas porque han sido excluidos del sistema.

La democracia parlamentaria europea se ha transformado rápidamente, desde el inicio de la depresión (2007), en una partitocracia “nacionalmente inútil”, autoritaria y mafiosa, dominada por esa clase dirigente capitalista apátrida, que está al servicio de las finanzas internacionales y las multinacionales. Se produce una profunda y extensa proletarización de las clases medias, una masificación del proletariado y la erupción violenta e intermitente de irrecuperables colectivos, suburbios y comunidades marginadas, antisistema (no tanto por convicción, como por exclusión). Los Estados nacionales se convierten en instrumentos obsoletos (pero aún necesarios, en cuanto garantes del orden público y defensa armada de la explotación) de esa clase capitalista dirigente, de ámbito e intereses mundiales. Su forma de gobierno es el totalitarismo democrático: una democracia reducida a la mínima expresión de votar cada equis años, para elegir entre representantes malos o peores del capital, sin capacidad alguna de intervención o decisión en la vida social o política.

Los suburbios se convierten en guetos de excluidos del sistema, que el Estado intenta aislar entre sí, entregando su dominio a las bandas, la droga, las mafias, las escuelas, los trabajadores sociales, oenegés, etetés, prisiones y policía, para que conjuntamente impongan el control y/o sacrificio económico, político, social, moral, volitivo, y si hace falta también físico, de “todos los que sobran”, con el objetivo preciso y concreto de desactivar su potencial revolucionario, intentando convertir esos barrios periféricos en colmenas de muertos vivientes, a los que las instituciones estatales les han declarado una guerra total de exterminio y aniquilación.

La lucha de clases no es sólo la única posibilidad de resistencia y supervivencia frente a los feroces y sádicos ataques del capital, sino la irrenunciable vía de búsqueda de una solución revolucionaria definitiva a la decadencia del sistema capitalista, hoy obsoleto y criminal, que además se cree impune y eterno. Lucha de clases o explotación sin límites; poder de decisión sobre la propia vida o esclavitud asalariada y marginación.

Agustín Guillamón

[Audio] 1º de Mayo – Anticapitalista-Internacionalista-Revolucionario

1º de Mayo – Anticapitalista-Internacionalista-Revolucionario

Compartimos aquí el audio del acto realizado en la ciudad de Rosario. Un
jornada de memoria y lucha, donde compartimos reflexiones, poesías,
lecturas, música y publicaciones con el 1° de mayo como punto de encuentro.

Escuchar audio

¡Salud y revolución social!

REPRES(ENTAC)IONES

«Macrisis», «la policía de Mónica Fein», «la gendarmería de Bullrich», etc, etc, etc… ¿Cuándo fue que nos olvidamos que hay dos clases sociales con intereses antagónicos? ¿Cuándo fue que pensamos que el rumbo de un país lo define una persona o un grupo de personas? ¿Cuándo fue que comenzamos a preferir un gobernante a otro? ¿Cuándo fue que pensamos que hay sucesiones de gobiernos, pero no la continuidad del Estado?

Imaginemos por un momento una conversación entre dos esclavos discutiendo hasta el enojo por cual amo es mejor que el otro. Bien, es lo que a menudo hacen los esclavos asalariados.

Imaginemos a dos condenados a muerte, caminando hacia la silla eléctrica, la inyección letal o el hambre, nombrando las virtudes de sus verdugos. Eso es lo que hacen cotidianamente muchos de los condenados a trabajar hasta la muerte en el capitalismo. ¡Sí! trabajar hasta la muerte, o morir trabajando, o yendo o volviendo del trabajo, o antes de llegar a la siempre miserable, pero cada vez más lejana, jubilación. Por no hablar de quienes mueren por las penurias de la desocupación y la sucesión de trabajos informales…

Cuando dejemos de indignarnos por el “gobierno K”, el “gobierno de Macri” o el “gobierno narco–socialista” para hablar del gobierno a secas, del Estado y de la burguesía, se nos van a aclarar varios problemas. Porque no alcanza con decir que «Macri y Cristina son lo mismo» sin señalar que el problema no son los personajes sino la función que cumplen. A su vez, esa función requiere, evidentemente, que no sean exactamente lo mismo. Si lo fuesen, Macri y Cristina no podrían alternarse en el poder de acuerdo a las necesidades del Capital. Quienes sostienen que son lo mismo, son quienes quieren despejar el sillón presidencial para sentarse ellos. Para poner a la izquierda a administrar la gestión de la miseria, tener a su propio comandante en jefe, sus ministros de economía… Por eso no les molesta el rol, el papel que cumplen, solo les molesta quién lo cumple. ¿Acaso se puede hacer algo mejor en el rol de verdugo? ¿Ser más humanitario? ¿Menos verdugo?

Como ya sabemos «la injusticia no es anónima, tiene nombre y dirección» pero no basta con señalar a los responsables sin señalar su rol social. Cuando responsabilizamos al Estado y a todos sus funcionarios por sus actos más atroces, los mencionamos con nombre y apellido, como a la miserable Patricia Bullrich, para no olvidarnos que esos grises agentes del Capital son seres humanos de carne y hueso. Despersonalizar la historia es renunciar a actuar. No detestar a quienes nos gobiernan y explotan lleva al peor de los conformismos. Pero, una cosa es comprender esto y otra muy distinta es el pedido de renuncia o de justicia para luego, con cualquier “argumento”, cambiar al gobernante de turno dejando intacto su rol en la maquinaria.

En estas épocas de elecciones, tenemos que ver más allá del restringido panorama electoral que nos reduce a simples votantes, consumidores, trabajadores y nada más; tenemos que ver más allá del horizonte capitalista. Lo dice clarito la Constitución Nacional de la clase dominante: «el pueblo no delibera ni gobierna sino por medio de sus representantes y autoridades creadas por esta Constitución. Toda fuerza armada o reunión de personas que se atribuya los derechos del pueblo y peticione a nombre de este, comete delito de sedición». Es como en el cristianismo: dios existe porque la biblia lo dice y, casualmente, dice también que los representantes de dios en la Tierra son aquellos que la escribieron. La democracia, tal como la fe religiosa, castiga sin piedad a los herejes.

Por eso hay desaparecidos en democracia, torturados en comisarías, personas pudriéndose en la cárcel, procesamientos. Todo lo que sea necesario para la defensa de la propiedad privada y de este orden de cosas, en un gobierno o en otro. Porque es una función de clase mantenernos a raya y mantener la desigualdad social. No hay sorpresa entonces entre un gobierno y otro. ¿Qué esperaban sino represión, opresión y explotación?

Resulta que, en épocas de crisis capitalista como la actual, hay más pobres. Pero a los “progres” parece no molestarle que haya pobres, sino que haya muchos, o que haya más que antes. Aceptan sin chistar la inequidad de esta sociedad, pero parece que cuando son tantos que ya empiezan a verse en sus ciudades o sus zonas de residencia es una molestia, y ponen el grito en el cielo. Traduzcamos sus reclamos a un lenguaje sencillo: «¡Queremos que haya menos pobres, pero no acabar con la pobreza porque no se puede! ¡Por eso hay que ser realistas y en las próximas elecciones votar a tal-o-cual candidato!»

Pero es necesario identificar que esta crisis no tiene nada de argentina, así como tampoco podría serlo su verdadera solución. Los funcionarios de este u otro país responden a los intereses de empresas transnacionales que, a imagen y semejanza del Capital, no tienen patria para sus ganancias, ni fronteras para los negocios. Así como también hay cada vez menos caras visibles tras el velo de los anónimos accionistas que están detrás de las corporaciones. El Capital tiene un funcionamiento cada vez más automático, donde sus agentes, sean empresarios o políticos, están determinados por la ganancia en su toma de decisiones. Su continuidad en sus miserables roles depende de su habilidad de gestionar y hacer crecer el Capital, lo cual incluye contener a los revoltosos.

Los ricos no van a pagar las crisis, nunca las han pagado y los perjudicados somos siempre y directamente las personas proletarizadas. Las crisis son intrínsecas a la economía capitalista y no se trata de la responsabilidad de tal o cual grupo de empresarios, banqueros o Estados. El enemigo es el Capital, nacional, extranjero, privado o estatal.

El enemigo es el Capital, sea extractivista o especulador. ¿Se han dado cuenta de que se habla de especuladores y extractivistas para tampoco hablar de capitalistas a secas? ¿Qué capitalista no es especulador o extractivista? ¿En qué momento del capitalismo no ha habido extracción de recursos naturales de la Tierra para vender en el mercado mundial? Nuevamente, a algunos no les preocupa esto, sino que una economía nacional se base en dicha extracción. Pero, además, hay un extractivismo permanente que no se nombra nunca: el de nuestras vidas, que se van en cada momento de explotación para agrandar las ganancias de la burguesía y mantener en pie todo el edificio que nos chupa la sangre, cuerpo y cerebro.

Mientras exista capitalismo continuaremos oponiéndonos a todo aumento de nuestra explotación, que sufrimos no solo a través de nuestros salarios, sino de los precios, la calidad de lo que consumimos y los impuestos que debemos pagar para vivir. Como decían por ahí, antes de ser anti-capitalistas el capitalismo es anti-nosotros. Sin embargo, mientras creamos que esto es responsabilidad de un sector político o empresario particular, seguiremos enredados en la dinámica capitalista, yendo de un amo a otro, buscando consuelo hasta la muerte.

Esta sociedad mercantil generalizada es una sociedad de la representación. No simplemente por la democracia representativa o por la importancia de las apariencias. Es que, el corazón de este mundo, la mercancía, se muestra con un rostro que no es el suyo y nunca expresa su naturaleza profunda. Las mercancías no se detienen, al momento del intercambio, a decirse qué son. Se relacionan entre sí en función de una forma exterior, de un envoltorio: cada una envuelve una porción de trabajo que le es indiferente. Y puesto que todo es mercancía, nuestro mundo es una sociedad de la representación.

Las relaciones sociales en el capitalismo se encuentran invertidas: son relaciones entre cosas donde los seres humanos somos reducidos a un medio. En tales circunstancias, no es de extrañar que las representaciones se confundan con lo representado, que los intereses de los gobernantes se confunden con los de los gobernados, los de los explotadores con los de los explotados. Y defendiendo a nuestros representantes nos olvidamos de defendernos a nosotros mismos.

Extraído de la Oveja Negra #62

[Acto] 1° de Mayo Internacionalista, Anticapitalista y Revolucionario

Proponemos un nuevo acto del 1° de mayo para encontrarnos y compartir una jornada de agitación y reflexión. Habrá oradores, recitados, música en vivo y feria de materiales.

Miércoles de 17:00 a 20:00 hs.
Plaza Sarmiento (Entre Ríos y San Luis – Rosario)


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¿Cuándo fue que nos olvidamos que hay dos clases sociales con intereses antagónicos? ¿Cuándo fue que pensamos que el rumbo de un país lo define una persona o un grupo de personas? ¿Cuándo fue que comenzamos a preferir un gobernante a otro? ¿Cuándo fue que pensamos que hay sucesiones de gobiernos, pero no la continuidad del Estado?

Como ya sabemos «la injusticia no es anónima, tiene nombre y dirección» pero no basta con señalar a los responsables sin señalar su rol social. Cuando responsabilizamos al Estado y a todos sus funcionarios por sus actos más atroces, los mencionamos con nombre y apellido para no olvidarnos que esos grises agentes del Capital son seres humanos de carne y hueso. Despersonalizar la historia es renunciar a actuar. No detestar a quienes nos gobiernan y explotan lleva al peor de los conformismos. Pero, una cosa es comprender esto y otra muy distinta es el pedido de renuncia o de justicia para luego, con cualquier “argumento”, cambiar al gobernante de turno dejando intacto su rol en la maquinaria.

En estas épocas de votaciones tenemos que ver más allá del restringido panorama electoral que nos reduce a simples votantes, consumidores, trabajadores y nada más, tenemos que ver mas allá del horizonte capitalista. No es de extrañar que las representaciones se confundan con lo representado, que los intereses de los gobernantes se confunden con los de los gobernados, los de los explotadores con los de los explotados. Y defendiendo a nuestros representantes nos olvidamos de defendernos a nosotros mismos.

¿NUNCA MÁS QUÉ?

El Estado de la República Argentina es, como cualquier Estado, una institución genocida. Una maquinaria basada en el asesinato, la coacción masiva y el terror. Desde sus inicios hasta el día de hoy, y hasta el día que muera junto a todos los Estados.

Tras la independencia y con el avance del mercado moderno se hizo fundamental disciplinar a las poblaciones atándolas a un trabajo fijo, desterrando para siempre el libre vínculo con el resto de la naturaleza. Por un lado, se dictaban normas como la Ley de vagos y la obligación para los habitantes de las zonas rurales de portar la papeleta de conchabo, al tiempo que se extendía la demarcación de tierras y los títulos de propiedad sobre ella. Los fortines para el exterminio indígena y los batallones para las guerras civiles se nutrieron de pobres y desposeídos para usarlos como carne de cañón.

En tal sentido, la Guerra del Paraguay (o Guerra de la Triple Alianza) constituye uno de los hechos fundacionales del Estado argentino. Entre 1864 y 1870 Argentina, Uruguay y Brasil aliados con Gran Bretaña invadieron y arrasaron el Paraguay, unidos bajo la bandera del libre comercio, la libre navegación de los ríos y los empréstitos ingleses para financiar la guerra. En esos días Paraguay constituía el principal competidor de la industria y el comercio británico en la región, siendo el país más industrializado de América del Sur. Se estima que producto de esta masacre murió más de la mitad de la población del Paraguay, entre ellos más del 80% de los varones en edad militar. Como trofeo, la naciente burguesía argentina consiguió la anexión de la actual Formosa para su explotación.

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Juzgar las ideas: el laboratorio represivo del Estado griego

Presentamos a continuación una entrevista realizada a Nikos Romanos, anarquista de Grecia secuestrado por el Estado desde principios de 2013 tras una expropiación y condenado a más de 15 años de cárcel.

La entrevista la realizó el periódico Apatride en griego. Fue publicada recientemente en inglés por el colectivo Crimethinc junto a una introducción que acá comaprtimos.

Decidimos traducir el artículo en su conjunto ya que representa un interesante aporte sobre la aplicación de leyes contra el terrorismo y las estrategias legales con las que la democracia busca encarcelar a los revolucionarios. Hoy en Grecia, pero es sabido como los mecanismos represivos se exportan según las necesidades de cada gobierno y en respuesta a distintas situaciones de conflicto social.

A continuación las palabras de este joven compañero.

Traducción: Boletín La Oveja Negra

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Introducción

Después de varios intentos fallidos de involucrar a los anarquistas y otros antiautoritarios con cargos de conspiración y terrorismo por toda Europa, hoy el Estado griego está a la vanguardia del desarrollo de nuevas estrategias legales para atacar los movimientos sociales. El artículo 187A del código penal griego existe desde 2004, pero el año pasado, los funcionarios griegos lo usaron de una manera nueva contra Nikos Romanos y varios otros prisioneros anarquistas, condenando y sentenciándolos a muchos años de prisión en base a una nueva interpretación del artículo. Independientemente de si estos veredictos se revocan en los tribunales superiores, los juicios indican un cambio estratégico importante en la vigilancia de los movimientos sociales en Grecia. Ofrecen una importante señal de advertencia sobre las nuevas formas que la represión puede asumir en todo el mundo a medida que se intensifica el conflicto social.

Las leyes griegas de «antiterrorismo» se derivan en gran medida de las directrices de las Naciones Unidas y de Europa contra el terrorismo; en su mayor parte, se redactaron en el período posterior al 11 de septiembre. El gobierno socialdemócrata del PASOK introdujo la mayoría de la legislación griega “antiterrorista” en 2001; en ese momento, estaba dirigido principalmente a organizaciones criminales. En 2004, el gobierno de derecha Nueva Democracia presentó un nuevo cargo: «organización terrorista». El infame artículo 187A apareció en este paquete legislativo. Sigue leyendo

[Videopanfleto] Vamos a Iluminar la Oscuridad (2009)

A casi diez años del asesinato de Alexandros Grigorópulos a manos de la policía griega, resubimos este material realizado en el calor del momento por el grupo Anarquistas Rosario, un fiel resumen de lo sucedido aquel 6 de diciembre de 2008, y de las posteriores revueltas que se desataron durante todo el resto del mes. ¡Alexandros presente! [Temperamento Radio]

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Panfleto repartido durante las proyecciones del vídeo: VAMOS A ILUMINAR LA OSCURIDAD. Sobre las revueltas proletarias en Grecia 2008/2009. El sábado 6 de diciembre en medio de las incipientes protestas en Grecia, un policía ha asesinado de un certero disparo en el corazón a Alex, manifestante de 15 años… El policía “solo” fue el que apretó el gatillo, ya que la vida se la han arrebatado los gobernantes nucleados en el Estado con su policía, y los capitalistas con esta infamia de mundo que han creado. Esto muy bien lo han comprendido los revoltosos en Grecia, que han sentido profundamente el dolor por la muerte de ese joven proletario. Pero también han sentido el dolor causado por esta vida que se nos presenta como una imagen que no puede ser modificada, una humillante travesía por un laberinto de espejos con un muro de ladrillos como puerta de salida. Sin embargo, aún cabe preguntarse… ¿Por qué reaccionar frente estos hechos, algo que está sucediendo a tantos kilómetros de donde intentamos vivir? Porque los explotados y oprimidos no tenemos patria: el patriotismo sirve a la clase dominante para ocultar el antagonismo social en el que vivimos, es la excusa para separarnos como dominados, para que no logremos una identidad de clase. Porque nosotros fuimos, somos y seremos quienes atentan contra esta forma de no-vida. Por esto, nos solidarizamos con las personas que llevan adelante las revueltas en Grecia afirmando la vida, destruyendo lo que les destruye (y lo que nos destruye). Recuperando los alimentos hechos por nuestros hermanos, tomando las universidades para reunirse, enfrentándose a la policía, recuperando las calles, actuando fuera y contra partidos o sindicatos, mostrándonos que la verdadera organización es desde abajo. “Trabajadores, desocupados, estudiantes, encapuchados” categorizan los medios de información burgueses, para aislar y dividir: ¡¡Proletarios todos!! Decimos nosotros. En consecuencia, luchemos y organicémonos contra “nuestra” propia burguesía en “nuestra” propia región, reconociéndonos como la clase de los explotados y dominados, con la rabiosa intención de dejar de serlo. Alexandros Grigoropoulos y todos los caídos rebeldes siguen vivos en la lucha social. Salud a todos quienes se rebelan en Grecia y en todas partes del mundo.

Anarquistas Rosario. Enero 2009.

Recomendamos también los siguientes materiales

Ob Skené – La lucha de clases en Grecia – Ta Paida Tis Galarias (traducido y publicado por Klinamen)

Maderos! Cerdos, asesinos! – Crónica del diciembre griego (también traducido y publicado por Klinamen)

Así como también el Número 59 de la revista Comunismo, en el apartado de GRECIA: Catástrofe capitalista y luchas proletarias.

Epílogo: Había una vez un llamado para una reunión internacional en Kurdistán

Hace dos meses publicamos aquí un llamado para una reunión internacional en Kurdistán firmado por “Algunos militantes en Kurdistán, Irak” en relación con el desarrollo y la intensificación de la lucha de clases en la región de Medio Oriente y especialmente en Irak e Irán.

Pero una cosa es traducir y/o publicar y difundir materiales de grupos militantes como una tarea práctica para desarrollar juntos la comunidad proletaria de lucha y crítica, y otra cosa es estar de acuerdo (o no) completamente sobre el contenido del texto.

Desde entonces, se desarrolló una discusión internacional en torno a este llamamiento. Las siguientes líneas son un reflejo de esta discusión, discusión que también fue la base para el desarrollo de nuestras críticas del texto.

Cuando recibimos este llamamiento, lo consideramos como una iniciativa de nuestra clase, un esfuerzo militante para centralizarse y centralizar la acción directa del proletariado en la región de Medio Oriente, aunque pueda no corresponder con todos nuestros criterios y tampoco lo habríamos escrito de esta manera, aunque sus jalones y muchos puntos siguen sin resolverse o son inciertos, incluso muy vagos, y requieren una profundización y una aclaración… Sigue leyendo

Lucha de clases

[Extraído de la publicación Contra la Contra N°2]

¿Proletario yo?

La burguesía ha divulgado ampliamente que tras dejar de ser predominante en la producción la figura del obrero industrial, automáticamente “el proletariado ha desaparecido”.  Pero resulta que el proletariado es  y siempre fue desde su nacimiento una condición material e histórica y por consiguiente esa clase social no puede reducirse a un oficio u ocupación laboral en específico. Al prevalecer el capital prevalece la producción de mercancías, y por consiguiente también la clase que encarna la explotación de esa fuerza y tiempo de trabajo que es requerida para generar el valor de esas mercancías.

El proletariado está marcado por la desposesión perpetua de sus medios de vida y por consiguiente debe que trabajar por un sueldo;  el denominado “estilo de vida moderno consumista” que muchos asalariados pretenden llevar a cabo, dista mucho de ser el reflejo de la supuesta estabilidad y superación que se puede alcanzar bajo el capitalismo. Comprar un automóvil o costearse unas vacaciones en la playa, tener unos zapatos deportivos de marca, un plato de comida en la mesa, ir a beber cerveza los fines de semana o tener agua caliente en la ducha, pagar alquiler por una vivienda o un teléfono móvil; son “comodidades” que en cualquier país, solo pueden solventarse sin sacrificios un reducidísimo número de personas. Si hoy existe mayor circulación de mercancías que se creían inaccesibles para la mayoría de la población hace setenta años, no se debe a las bonanzas de este sistema, sino a la necesidad de crear movilidad para las exigencias del mercado mediante créditos que otorgan los bancos y nos descuentan de la nómina (con alto interés), facilitándonos dinero invisible el cual en la vida real pagamos con más trabajo.  No importa si nos ganamos “la vida” inhalando metales pesados bajo una mina, colocando vigas en una obra, en una oficina tras el computador, en un laboratorio clínico, como jornaleros pizcando cultivos para los agroindustriales, como camareras en un hotel o como mesero de un restaurante; seguimos siendo esclavos del salario, de las deudas y del incremento de trabajo que debemos realizar para pagar por un bienestar que nunca llega. Sigue leyendo