1° DE MAYO CONTRA EL NACIONALISMO

Publicado en el Boletín La Oveja Negra #82

En Argentina, Rusia o Ucrania, en Cuba o en Suecia, en “Oriente” u “Occidente” hay explotadores y hay explotados, hay gobernantes y hay gobernados. Nuestra clase, el proletariado, es una clase mundial. Las condiciones para su explotación o la condena al hambre y la escasez son tan mundiales como la necesidad de destruirlas.

Asumir la lucha internacionalista es solidarizarse con las luchas de los proletarios de otros países, asumirla como nuestra y luchar también en “nuestro” país, contra “nuestro” Estado, contra “nuestra” burguesía; en tiempos de guerra y en tiempos de paz, inseparables para el funcionamiento de la sociedad capitalista. La guerra no es algo extraordinario, es constante, y se prepara en la paz social. ¡Para terminar con las guerras hay que destruir el capitalismo!

En Ucrania, al igual que en todas las demás “zonas en conflicto” como Palestina, Siria, Etiopía, Afganistán o Yemen, las consecuencias de la guerra son sufridas de manera brutal por la clase explotada. Las demás naciones implicadas, como es el caso de Rusia, los miembros de la OTAN y demás gendarmes, también depositan sobre los proletarios los costos y consecuencias de la guerra. Aquellos que habitan en Rusia, además de sufrir más duramente las consecuencias económicas debido al papel del país en el conflicto, son reprimidos frente a cualquier intento de oponerse o criticarla. Incluso al margen de los Estados protagonistas, se hace sentir sobre nuestras espaldas el impacto de las disputas interburguesas, con sus sanciones económicas y su correspondiente aumento de precios, o sus medidas de “excepción” en materia de control social que la guerra “justifica”. Nos hablan de paz y nos hacen la guerra, aunque por otros medios. Nuestra paz es la sumisión al dinero.

En épocas de globalización, de empresas multinacionales, de desterritorialización del Capital, el nacionalismo parecía en vías de extinción. Sin embargo, continúa vivo y fuerte. El nacionalismo dejó de ser cosa exclusiva de los conservadores y se convirtió en credo de la izquierda y los progresistas, incluso como falsa salida a los malestares del capitalismo mundial. Este es el marco que comparten con las nuevas derechas que temen y dicen combatir.

Como señala Fredy Perlman en El persistente atractivo del nacionalismo, los nacionalistas izquierdistas insisten en que sus nacionalismos no tienen nada que ver con el nacionalismo de los fascistas o los nacionalsocialistas, y que el suyo es un nacionalismo de los oprimidos que ofrece no solo la liberación individual sino también cultural. Para refutar estas pretensiones es necesario comprender la división de clase de la sociedad capitalista, que mientras exista trabajo o dinero jamás habrá suficiente para todos y que en nombre de la patria se cometen las peores aberraciones.

A 40 años de la guerra de Malvinas vale la pena recordar cómo los milicos torturadores y asesinos, junto a la ciudadanía cómplice, estaban de acuerdo con la izquierda argentina, prácticamente en su totalidad, en que se trataba de una guerra justa. Las diferencias estaban en cómo y quiénes llevarían adelante esa guerra, siendo de este modo responsables de sus consecuencias y –por acción o aval– de la muerte de más de 600 jóvenes.

Este año también seremos censados por el Estado. Según palabras oficiales, esta información estadística sirve para diseñar políticas públicas y para que las empresas planifiquen y lleven adelante proyectos. En la publicación oficial del primer censo, allá por 1869, cuando se erguía esta nación sobre el genocidio indígena, se puede leer: «el indio arjentino [sic] es tal vez el enemigo más débil y menos temible de la civilización; bárbaro, supersticioso, vicioso, desnudo». Hoy el censo contempla a los “pueblos originarios”: la “patria inclusiva” reconoce a los descendientes de aquellos pueblos que habitan este país, aunque sólo de palabra. En incontables ocasiones, dicho reconocimiento no equivale siquiera al acceso a lo requerido por las necesidades más básicas.

Como si fuera poco, este año habrá que soportar el mundial de fútbol. Otra fiesta empresarial de la burguesía que entretiene con nacionalismo, competencia y contemplación no-participativa. Se trata de exaltaciones del más básico nacionalismo y se trata del mundial de fútbol más infame hasta la fecha. Según cifras del informe «Detrás de la pasión», publicado en mayo del año pasado, ya había más de 6.500 trabajadores muertos para la construcción de los estadios y la infraestructura necesaria. Denuncias actuales por parte de diferentes organismos internacionales estiman que esa terrible cifra ya asciende a 10.000. En Qatar hay más de dos millones de migrantes provenientes principalmente de India, Bangladesh, Nepal, Egipto, Pakistán, Filipinas y Sri Lanka que constituyen el 95% de los trabajadores en el país. Alrededor del 40% trabaja en el sector de la construcción, que ha repuntado por el mundial. Trabajando entre 16 y 18 horas diarias, 7 días a la semana, soportando temperaturas de hasta 50°. Sin embargo parece no importar demasiado, porque son pobres, porque están lejos, porque son extranjeros…

Los partidos de la selección nacional son televisados hasta en las escuelas, institución donde se nos inculca desde bien chicos no solo una rutina de trabajo –o teletrabajo durante los pasados dos años–, sino la identidad nacional, marcadamente ficticia en una región con una historia de fuerte inmigración y aniquilamiento de los nativos. Aunque nos hemos acostumbrado generación tras generación, no podemos dejar de señalar lo ridículo de saludar una bandera todas las mañanas y tardes, jurarle lealtad, y someternos a infinitos actos patrios desde los primeros años de vida.

Incluso al 1° de mayo que estamos conmemorando se lo pretende reducir a un feriado patrio: como día del trabajador, con banderitas argentinas, locro y empanadas. Se intentan borrar así sus orígenes y su significado actual, el de una conmemoración de reflexión y de lucha: internacionalista, anticapitalista y revolucionaria. En las resistencias actuales el nacionalismo pareciera proporcionar cierto amparo comunitario o ligazón, algo común entre quienes se disponen a desobedecer y reunirse para bloquear, hacer asambleas, construir proyectos o simplemente destruir. En no pocas ocasiones muchos lo hacen con la bandera de su país en las manos, que no es más que el símbolo del exterminio en la región, e incluso fuera de sus fronteras. Pero los proletarios rebeldes no se disponen a luchar gracias a su patriotismo, sino a pesar de él. Es la propia lucha en actos la que aplasta esos símbolos de mierda impuestos por los poderosos para hacernos creer que dentro de unas fronteras delimitadas artificialmente coincidimos en nuestros intereses, que todos somos “el pueblo” más allá de las diferencias de clase. Sin embargo, pese a las acciones antipatrióticas, ese patriotismo persiste y es un peligro para la extensión y profundización de la revuelta. Y es un peligro también fuera de las revueltas cuando, para salvaguardar a la burguesía nacional, nos dicen por derecha que el inmigrante nos roba el trabajo y por izquierda que el problema son los ricos, pero de otro país.

No lo olvidemos: a la hora de atacarnos, la burguesía actúa como una fuerza internacional, al contrario de los nacionalismos y regionalismos. Comprender la dimensión internacional del capitalismo nos ayuda a combatir las limitaciones que nos impiden accionar desde una perspectiva que no se restrinja al lugar donde vivimos.

Hablamos de proletariado o burguesía porque nos parecen categorías precisas, mientras otros rebeldes prefieren hablar de oprimidos y opresores, o pueblo y élite. No nos preocupan tanto las terminologías, pero sí nos importa comprender la dimensión internacional y de clase de esta sociedad. Por motivos de este tipo es que insistimos en hablar de capitalismo y no simplemente de neoliberalismo, mucho menos de soberanía o liberación nacional, o siquiera de suma de liberaciones nacionales.

Nuestra consigna de agitación y de provocación «El proletariado no tiene patria» no puede olvidar que mientras exista capitalismo sí tendremos patria tal cual la conocemos. Mientras tanto, habitaremos en un país, incluso a pesar de nuestros deseos. La nacionalidad escrita en nuestras identificaciones es una imposición entre tantas otras. Tristemente, hemos naturalizado tanto el modo de vida que llevamos como asalariados que nos olvidamos de que también somos desposeídos, que nuestros ancestros fueron separados de sus tierras, de sus formas de vida y de producir, que fueron llevados a ciudades y barrios marginales para cubrir las necesidades de la vida mercantil. Esto es así, tanto seamos descendientes de “pueblos originarios”, nietos de inmigrantes de cualquier rincón del planeta, mestizos, o mezcla de inmigrantes e indios.

La patria es la organización que se dieron ricos y opresores en sus competencias: ellos crearon Naciones y Estados a costa de miles y miles de vidas proletarias que sucumbieron en trincheras, campos de trabajo, defendiendo fronteras que no eran las suyas. La patria no es más que la excusa para separarnos y oponernos, porque mientras no estemos luchando contra el Capital estaremos luchando entre nosotros y contra nosotros mismos.

1° DE MAYO: “ME MATAN SI NO TRABAJO, Y SI TRABAJO ME MATAN”

Extraído de Proletarixs en Revuelta

Levantarse en una mañana fría, sin haber descansado bien, pensando con angustia sobre el futuro. Ir a esperar micro o metro, junto a una gran cantidad de personas que, al igual que unx, deben ir al trabajo. El transporte también va lleno. ¿Cuál era la distancia segura? ¿Un metro y medio? ¿Dos metros? Lo único seguro es que es imposible mantenerla. La locomoción colectiva está hecha para transportarnos hacinadxs. Mientras más personas entren en un menor espacio, mejor. Mejor para los que lucran con ello, claro. Pero no importa. Debemos seguir. Llegar al puesto de trabajo, probablemente en un espacio cerrado, con mala ventilación, pocas y limitadas medidas de resguardo, exceptuando las que nacen de la propia iniciativa individual o colectiva. Y así toda la jornada laboral, expuestxs al riesgo que los medios se encargan de convertir en paranoia. Termina el día, vuelta a casa. Una hora o más viajando. Mismas condiciones insalubres que en la mañana. Y el hogar, que por todos los medios oficiales se publicita como un lugar seguro, en el que debiéramos encontrar cariño y refugio, a menudo no es más que una fría reanudación de las relaciones opresivas y mercantilizadas de la sociedad entera. Los casos de violencia y abuso contra mujeres y niñxs se multiplican. Pero no se puede escapar. Afuera, el toque de queda, la amenaza uniformada que hace unos meses ha vigorizado su impune brutalidad. ¿Dejarlo todo? Significaría asumir el hambre, quedarse sin techo, sin acceso a los mínimos servicios que este sistema puede ofrecer. Sí, el trabajo nos mata por acción u omisión. Y esta realidad, atenuados unos aspectos, recrudecidos otros, se repite en todo el país. En todo el planeta.

Y es que este mundo gira en torno al trabajo. Nuestro trabajo. Es decir, nuestra explotación. El riesgo de contagiarnos por COVID-19, de esparcir el virus en la población, no puede poner en riesgo la “vida” de la economía. Así lo han reconocido abiertamente empresarios y políticos. “Hemos optado por seguir operando, (…) parar es una sobrerreacción que no tiene sentido” (Arturo Clement, presidente de SalmonChile). “No podemos matar la actividad económica por salvar vidas” (Carlos Soublette, presidente de la Cámara de Comercio de Santiago). Arranques de honestidad de la clase dominante, que confirman lo que todxs, de una u otra manera, ya sabemos.

Para asegurar la continuidad de este modo de vida basado en la explotación, el trabajado ha sido revestido de un aura de santidad. Existe toda una moral construida en torno a él. Pareciera ser lo más natural del mundo: que nuestras vidas sean consumidas en labores la mayor parte del tiempo desagradables, cuya utilidad desconocemos o no nos interesa conocer, con el único fin de asegurarnos lo mínimo para sobrevivir y volver al día siguiente a producir. Y consumir. Sin parar.

Pero la actividad humana creativa, intelectual y física, no se despliega bajo la forma del trabajo como se nos presenta hoy. Todo lo contrario. Se encuentra secuestrada y sofocada por este. La función del trabajo en la sociedad capitalista es solo generar ganancias para la clase propietaria. De esta forma, la humanidad queda despojada de la capacidad de decidir sobre su presente y porvenir. Se encuentra alienada. Física y mentalmente. Son las cosas que producimos en la explotación del trabajo, las mercancías, las que finalmente nos poseen. No nosotrxs a ellas, aunque paguemos por tenerlas. El salario con el que pagamos es la fracción que la clase capitalista nos asigna, luego de quedarse con buena parte del valor que generamos (plusvalor), para que sobrevivamos y mantengamos en circulación las mercancías y el dinero. A su vez, el trabajo determina roles en la sociedad dependiendo de nuestras características biológicas (sexo, “raza”), que perpetúan y maximizan sus beneficios.

Ahora, quieren acostumbrarnos a su desvergonzadamente anunciada “nueva normalidad”. El show debe continuar, la economía no puede verse amenazada, tenemos que volver a nuestros puestos de trabajo, aunque bajo anuncios de planes de “retorno seguro”.

Son las aglomeraciones directamente relacionadas con la dinámica del trabajo las que concentran el mayor riesgo de contagio de COVID-19: en el transporte público y en los mismos centros laborales. Estos sitios no han detenido su continuidad. Sin embargo, se restringen aquellas actividades que conllevan menos peligro de contagio, como paseos por parques o plazas, que no exigen hacinamiento alguno. Se endurece la dictadura de la economía. Se implementan por la fuerza los sueños de nuestros patrones: de la casa al trabajo, del trabajo a la casa. Se permite en el intertanto un paseo por los templos de consumo. Producir y consumir. Militares en las calles. Aislamiento social. Que no quede rastro de comunidad.

La pandemia del coronavirus ya no deja espacio para dudas. La naturaleza asesina del trabajo ha quedado totalmente al descubierto.

Pero también hace solo unas semanas colmábamos las calles de vitalidad subversiva. No nos hemos olvidado de aquello. La normalidad que nos condena a la enfermedad y la muerte parecía saltar por los aires. Ni la represión ni el encuadramiento demócrata lograban plenamente su objetivo de desactivar la revuelta. Hoy debemos prepararnos para protagonizar un nuevo capítulo en la lucha por recuperar nuestras vidas contra la dictadura del Capital.

Tal como hace más de un siglo el movimiento obrero se alzó en Estados Unidos, como lo hacía en todo el mundo, contra la explotación, exigiendo trabajar menos, hoy retomaremos una nueva oleada revolucionaria, por emanciparnos de nuestra condición de esclavxs asalariadxs.

Combatamos las medidas del Capital, que solo aplicarán represión para intentar contener una crisis que le es inmanente e inevitable. Defendamos la autonomía de clase frente a toda la institucionalidad burguesa y sus agentes que pretenden erigirse como nuestrxs representantes.

No por nada la palabra “trabajo” deriva del latín “tripalium”, instrumento de tortura similar a un cepo. Abajo el trabajo. Viva la actividad humana libre de toda explotación y mercantilización, solidaria, comunitaria y creativa.

¡ABOLICIÓN DEL TRABAJO!

[Audio] 1º de Mayo – Anticapitalista-Internacionalista-Revolucionario

1º de Mayo – Anticapitalista-Internacionalista-Revolucionario

Compartimos aquí el audio del acto realizado en la ciudad de Rosario. Un
jornada de memoria y lucha, donde compartimos reflexiones, poesías,
lecturas, música y publicaciones con el 1° de mayo como punto de encuentro.

Escuchar audio

¡Salud y revolución social!

[Acto] 1° de Mayo Internacionalista, Anticapitalista y Revolucionario

Proponemos un nuevo acto del 1° de mayo para encontrarnos y compartir una jornada de agitación y reflexión. Habrá oradores, recitados, música en vivo y feria de materiales.

Miércoles de 17:00 a 20:00 hs.
Plaza Sarmiento (Entre Ríos y San Luis – Rosario)


*
¿Cuándo fue que nos olvidamos que hay dos clases sociales con intereses antagónicos? ¿Cuándo fue que pensamos que el rumbo de un país lo define una persona o un grupo de personas? ¿Cuándo fue que comenzamos a preferir un gobernante a otro? ¿Cuándo fue que pensamos que hay sucesiones de gobiernos, pero no la continuidad del Estado?

Como ya sabemos «la injusticia no es anónima, tiene nombre y dirección» pero no basta con señalar a los responsables sin señalar su rol social. Cuando responsabilizamos al Estado y a todos sus funcionarios por sus actos más atroces, los mencionamos con nombre y apellido para no olvidarnos que esos grises agentes del Capital son seres humanos de carne y hueso. Despersonalizar la historia es renunciar a actuar. No detestar a quienes nos gobiernan y explotan lleva al peor de los conformismos. Pero, una cosa es comprender esto y otra muy distinta es el pedido de renuncia o de justicia para luego, con cualquier “argumento”, cambiar al gobernante de turno dejando intacto su rol en la maquinaria.

En estas épocas de votaciones tenemos que ver más allá del restringido panorama electoral que nos reduce a simples votantes, consumidores, trabajadores y nada más, tenemos que ver mas allá del horizonte capitalista. No es de extrañar que las representaciones se confundan con lo representado, que los intereses de los gobernantes se confunden con los de los gobernados, los de los explotadores con los de los explotados. Y defendiendo a nuestros representantes nos olvidamos de defendernos a nosotros mismos.

EL TRABAJO NO REDIME SINO QUE EMBRUTECE

Tomado de AntagonismoRP

-Este texto fue repartido el 1 de mayo del 2018 en la CDMX, al final de la procesión acostumbrada por los sindicatos, para celebrar el dia del trabajo-

No amamos, no, eltrabajo;
lo odiamos.
No es nuestra liberación,
¡Es nuestra condena!
No nos eleva y libra de los vicios;
nos abate físicamente
y nos aniquila moralmente
hasta tal extremo que nos
deja incapacitados” (1)

Desposeídos de todo lo que nos permite sabernos seres humanos, seguimos caminando el tiempo con las cadenas a cuestas de trabajos aburridos y absurdos ¿Qué es lo que tenemos? ¿Qué es es lo que poseemos? Deudas: del alquiler, del móvil, del coche, de los trapos que nos hacen ver en onda… ¿Qué es realmente nuestro? Un futuro burlón y miserable que nos espera en cada segundo con la única afirmación real, con la única certeza de nuestras vidas: el no ser dueños de nada más que de nuestra fuerza de trabajo: mente, brazos, piernas, vaginas y culos que vendemos al mejor postor, el que nos pagará cualquier cantidad de dinero, quien será el dueño de nuestro cuerpo y mente, de nuestros sueños y anhelos.

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1° DE MAYO: ANTICAPITALISMO

Nos encontramos otro 1° de mayo para afirmar la lucha contra el Capital, por la cual fueron ejecutados por el Estado nuestros compañeros en 1887. Nosotros, quienes perdemos la vida en sostener esta sociedad capitalista somos los mismos que podemos destruirla. La lucha anticapitalista es tan necesaria como ayer. Porque sufrimos el Capital en carne propia en cada jornada laboral sea asalariada o doméstica, cada vez que buscamos trabajo, en las necesidades que padecemos y cada vez que nos relacionamos con otros seres humanos a través del dinero que todo lo cosifica para multiplicarse a costa de nosotros. Hoy queremos insistir en la necesidad de una perspectiva anticapitalista en relación al contexto actual. Creemos necesario decir una vez más que si no aspiramos a una revolución social, nuestras luchas serán en vano.

Hoy como ayer sentimos que la única manera de acabar con este orden social que nos mata, nos hambrea, nos viola, nos envenena, nos deprime y nos destruye es justamente destruyéndolo y no intentando mejorarlo. Una ruptura en la reproducción continua de esta realidad ha sido y es posible, no hay alternativa junto a quienes mantienen la opresión y la explotación. No hay progresismo sin progreso del Capital. Y el progreso del Capital es obligatoriamente nuestro retroceso.

PDF: «1° De Mayo, 2017, anticapitalismo»

Texto: «1° De Mayo, 2017, anticapitalismo»

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AUDIO ACTO 1° DE MAYO INTERNACIONALISTA, ANTICAPITALISTA Y REVOLUCIONARIO

Rosario, región argentina. 2017.

Aquí compartimos las intervenciones de las compañeras y compañeros que hablamos así como las canciones interpretadas.

ESCUCHAR: «Audio»

1° DE MAYO ¡Afirmemos la Ruptura Proletaria!

Pese a las fronteras que imponen los Estados, la crítica radical y la agitación anticapitalista recorren el mundo, afirmando su carácter internacionalista e incentivando el potencial subversivo que tenemos como explotados para derrocar definitivamente a esta sociedad productora de mercancías.

Los diversos posicionamientos que compilamos en este dossier, son contribuciones realizadas por proletarixs en diversas partes del globo.

Alentamos la lectura de este material así como toda iniciativa de difusión, pero sobre todo, la discusión y el debate del mismo.

Contenido

– Presentación
– 1º de mayo: más de 100 años después
– 1º de mayo: ¡contra los festejos burgueses, retomemos el combate de clase!…
– Contra el capital; acción directa fuera y contra los sindicatos
– El trabajo no dignifica
– Lucha contra el trabajo
– Gloriosa labor sindicalista
– ¿Se puede acabar con el paro?
– ¿Nación o clase?
– ¡Viva la revolución social!
– Notas al vuelo
– Gráficas de Agitación

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PDF: «Dossier 1° De Mayo de 2017»

1° de Mayo: Contra la sociedad de clases: Hacia una crítica radical del trabajo asalariado

 

(Extraído de Hommodolars.org)

Vivimos en el mundo de la producción de valor, todo lo que hacemos, nuestras actividades vitales como alimentarnos, relacionarnos con nuestros amigxs, hermanxs o vecinxs, o la forma en como proyectamos nuestros intereses personales, se han hecho prisioneros y convertido en ejecutantes de los intereses del valor. Para producir valor y acumularlo bajo la forma de dinero, el capitalismo necesita de nosotrxs, la inmensa mayoría que no tiene otra forma de sobrevivir más que vendiendo su fuerza de trabajo para obtener un sueldo que nos permita tener acceso al cúmulo de mercancías, a la vez que nosotrxs mismxs nos reproducimos como mercancía. Puesto que representa el único medio a través del cual procuramos nuestra supervivencia, el trabajo se nos presenta como algo natural, incluso como fuente moral para el desarrollo personal, o como algo que no posee un contenido más allá del sentido práctico de conseguir dinero para comprar mercancías. Sin embargo, el trabajo no se reduce simplemente a la actividad a través de la cual producimos cosas o prestamos servicios, trabajar significa antes que todo, la mediación social a través de la cual se producen y reproducen relaciones sobre la totalidad social, relaciones moldeadas y expresadas a través de la mercancía y el capital, relaciones que implican la subsunción de toda actividad a la dictadura de la acumulación de valor, relaciones creadas para el dominio de la clase burguesa. Sigue leyendo

Textos del 1° de Mayo

A continuación, publicamos algunas expresiones escritas de la lucha del proletariado internacional e internacionalista que hemos recibido en estos días desde distintas latitudes a propósito de esta histórica fecha, en la cual no se «celebra» el «día del trabajo» ni el «día del trabajador» (sólo el Capital-Estado y sus izquierdas lo hacen porque viven a costa de explotar y gestionar nuestra fuerza de trabajo), sino todo lo contrario: se recuerda la lucha proletaria contra el trabajo asalariado, contra la esclavitud moderna. Lucha que, desde aquel 1° de mayo de 1886 hasta la fecha, ha continuado, continúa y continuará mientras aquella exista y hasta abolirla mediante -y sólo mediante- la revolución social mundial, para que entonces la actividad humana -colectiva e individual- nunca más vuelva a ser organizada como trabajo y mercancía ni para obtener ganancia, sino para satisfacer las necesidades humanas y la vida en general. Sigue leyendo