1° DE MAYO: “ME MATAN SI NO TRABAJO, Y SI TRABAJO ME MATAN”

Extraído de Proletarixs en Revuelta

Levantarse en una mañana fría, sin haber descansado bien, pensando con angustia sobre el futuro. Ir a esperar micro o metro, junto a una gran cantidad de personas que, al igual que unx, deben ir al trabajo. El transporte también va lleno. ¿Cuál era la distancia segura? ¿Un metro y medio? ¿Dos metros? Lo único seguro es que es imposible mantenerla. La locomoción colectiva está hecha para transportarnos hacinadxs. Mientras más personas entren en un menor espacio, mejor. Mejor para los que lucran con ello, claro. Pero no importa. Debemos seguir. Llegar al puesto de trabajo, probablemente en un espacio cerrado, con mala ventilación, pocas y limitadas medidas de resguardo, exceptuando las que nacen de la propia iniciativa individual o colectiva. Y así toda la jornada laboral, expuestxs al riesgo que los medios se encargan de convertir en paranoia. Termina el día, vuelta a casa. Una hora o más viajando. Mismas condiciones insalubres que en la mañana. Y el hogar, que por todos los medios oficiales se publicita como un lugar seguro, en el que debiéramos encontrar cariño y refugio, a menudo no es más que una fría reanudación de las relaciones opresivas y mercantilizadas de la sociedad entera. Los casos de violencia y abuso contra mujeres y niñxs se multiplican. Pero no se puede escapar. Afuera, el toque de queda, la amenaza uniformada que hace unos meses ha vigorizado su impune brutalidad. ¿Dejarlo todo? Significaría asumir el hambre, quedarse sin techo, sin acceso a los mínimos servicios que este sistema puede ofrecer. Sí, el trabajo nos mata por acción u omisión. Y esta realidad, atenuados unos aspectos, recrudecidos otros, se repite en todo el país. En todo el planeta.

Y es que este mundo gira en torno al trabajo. Nuestro trabajo. Es decir, nuestra explotación. El riesgo de contagiarnos por COVID-19, de esparcir el virus en la población, no puede poner en riesgo la “vida” de la economía. Así lo han reconocido abiertamente empresarios y políticos. “Hemos optado por seguir operando, (…) parar es una sobrerreacción que no tiene sentido” (Arturo Clement, presidente de SalmonChile). “No podemos matar la actividad económica por salvar vidas” (Carlos Soublette, presidente de la Cámara de Comercio de Santiago). Arranques de honestidad de la clase dominante, que confirman lo que todxs, de una u otra manera, ya sabemos.

Para asegurar la continuidad de este modo de vida basado en la explotación, el trabajado ha sido revestido de un aura de santidad. Existe toda una moral construida en torno a él. Pareciera ser lo más natural del mundo: que nuestras vidas sean consumidas en labores la mayor parte del tiempo desagradables, cuya utilidad desconocemos o no nos interesa conocer, con el único fin de asegurarnos lo mínimo para sobrevivir y volver al día siguiente a producir. Y consumir. Sin parar.

Pero la actividad humana creativa, intelectual y física, no se despliega bajo la forma del trabajo como se nos presenta hoy. Todo lo contrario. Se encuentra secuestrada y sofocada por este. La función del trabajo en la sociedad capitalista es solo generar ganancias para la clase propietaria. De esta forma, la humanidad queda despojada de la capacidad de decidir sobre su presente y porvenir. Se encuentra alienada. Física y mentalmente. Son las cosas que producimos en la explotación del trabajo, las mercancías, las que finalmente nos poseen. No nosotrxs a ellas, aunque paguemos por tenerlas. El salario con el que pagamos es la fracción que la clase capitalista nos asigna, luego de quedarse con buena parte del valor que generamos (plusvalor), para que sobrevivamos y mantengamos en circulación las mercancías y el dinero. A su vez, el trabajo determina roles en la sociedad dependiendo de nuestras características biológicas (sexo, “raza”), que perpetúan y maximizan sus beneficios.

Ahora, quieren acostumbrarnos a su desvergonzadamente anunciada “nueva normalidad”. El show debe continuar, la economía no puede verse amenazada, tenemos que volver a nuestros puestos de trabajo, aunque bajo anuncios de planes de “retorno seguro”.

Son las aglomeraciones directamente relacionadas con la dinámica del trabajo las que concentran el mayor riesgo de contagio de COVID-19: en el transporte público y en los mismos centros laborales. Estos sitios no han detenido su continuidad. Sin embargo, se restringen aquellas actividades que conllevan menos peligro de contagio, como paseos por parques o plazas, que no exigen hacinamiento alguno. Se endurece la dictadura de la economía. Se implementan por la fuerza los sueños de nuestros patrones: de la casa al trabajo, del trabajo a la casa. Se permite en el intertanto un paseo por los templos de consumo. Producir y consumir. Militares en las calles. Aislamiento social. Que no quede rastro de comunidad.

La pandemia del coronavirus ya no deja espacio para dudas. La naturaleza asesina del trabajo ha quedado totalmente al descubierto.

Pero también hace solo unas semanas colmábamos las calles de vitalidad subversiva. No nos hemos olvidado de aquello. La normalidad que nos condena a la enfermedad y la muerte parecía saltar por los aires. Ni la represión ni el encuadramiento demócrata lograban plenamente su objetivo de desactivar la revuelta. Hoy debemos prepararnos para protagonizar un nuevo capítulo en la lucha por recuperar nuestras vidas contra la dictadura del Capital.

Tal como hace más de un siglo el movimiento obrero se alzó en Estados Unidos, como lo hacía en todo el mundo, contra la explotación, exigiendo trabajar menos, hoy retomaremos una nueva oleada revolucionaria, por emanciparnos de nuestra condición de esclavxs asalariadxs.

Combatamos las medidas del Capital, que solo aplicarán represión para intentar contener una crisis que le es inmanente e inevitable. Defendamos la autonomía de clase frente a toda la institucionalidad burguesa y sus agentes que pretenden erigirse como nuestrxs representantes.

No por nada la palabra “trabajo” deriva del latín “tripalium”, instrumento de tortura similar a un cepo. Abajo el trabajo. Viva la actividad humana libre de toda explotación y mercantilización, solidaria, comunitaria y creativa.

¡ABOLICIÓN DEL TRABAJO!

Las pandemias del capital

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Es difícil escribir un texto como este ahora. En el contexto actual, en el que el coronavirus ha quebrado ―o amenaza con hacerlo pronto― las condiciones de vida de muchos de nosotros, lo único que deseas es salir a la calle y prenderle fuego a todo, con la mascarilla si hace falta. La cosa lo merece. Si la economía está por encima de nuestras vidas, tiene sentido retrasar la contención del virus hasta el último momento, hasta que la pandemia es ya inevitable. También tiene sentido que cuando ya no se puede parar el contagio y hay que perturbar ―lo mínimo imprescindible― la producción y distribución de mercancías, seamos nosotros a los que se despide, a los que se fuerza a trabajar, a los que se sigue confinando en cárceles y CIEs, a los que se les obliga a elegir entre la enfermedad y el contagio de los seres queridos o a morirse de hambre en la cuarentena. Todo esto con los vítores patrios y el llamamiento a la unidad nacional, con la disciplina social como el mantra de los verdugos, con los elogios al buen ciudadano que agacha la cabeza y calla. Lo único que deseas en momentos como este es reventarlo todo.

Y esa rabia es fundamental. Pero también lo es comprender bien por qué está sucediendo todo esto: comprenderlo bien para pelear mejor, para luchar contra la raíz misma del problema. Comprenderlo para cuando todo estalle y la rabia individual se convierta en potencia colectiva, para saber cómo utilizar esa rabia, para terminar realmente, sin cuentos, sin desvíos, con esta sociedad de miseria.

 El virus no es sólo un virus

Desde sus comienzos, la relación del capitalismo con la naturaleza (humana y no humana) ha sido la historia de una catástrofe interminable. Ello está en la lógica de una sociedad que se organiza a través del intercambio mercantil. Está en la misma razón de ser de la mercancía, en la que poco importa su aspecto material, natural, sólo la posibilidad de obtener dinero por ella. En una sociedad mercantil, el conjunto de las especies del planeta están subordinadas al funcionamiento de esa máquina ciega y automática que es el capital: la naturaleza no humana no es más que un flujo de materias primas, un medio de producción de mercancías, y la naturaleza humana es la fuente de trabajo que explotar para sacar del dinero más dinero. Todo lo material, todo lo natural, todo lo vivo está al servicio de la producción de una relación social ―el valor, el dinero, el capital― que se ha autonomizado y necesita transgredir los límites de la vida permanentemente.

Pero el capitalismo es un sistema preñado de contradicciones. Cada vez que intenta superarlas, sólo aplaza e intensifica la crisis siguiente. La crisis social y sanitaria creada por la expansión del coronavirus concentra todas ellas y expresa la putrefacción de las relaciones sociales basadas en el valor, en la propiedad privada y en el Estado: su agotamiento histórico.

A medida que este sistema avanza, la competencia entre capitalistas impulsa el desarrollo tecnológico y científico y, con él, una producción cada vez más social. Cada vez lo que producimos depende menos de una persona y más de la sociedad. Depende menos de la producción local, arraigada a un territorio, para ser cada vez más mundial. También depende cada vez menos del esfuerzo individual e inmediato y más del conocimiento acumulado a lo largo de la historia y aplicado eficazmente a la producción. Todo esto lo hace, sin embargo, manteniendo sus propias categorías: aunque la producción es cada vez más social, el producto del trabajo sigue siendo propiedad privada. Y no simplemente: el producto del trabajo es mercancía, es decir, propiedad privada destinada al intercambio con otras mercancías. Dicho intercambio está posibilitado por el hecho de que ambos productos contienen la misma cantidad de trabajo abstracto, de valor. Esta lógica, que constituye las categorías básicas del capital, es puesta en cuestión por el propio desarrollo del capitalismo, que reduce la cantidad de trabajo vivo que requiere cada mercancía. Automatización de la producción, expulsión de trabajo, caída de las ganancias que pueden obtener los capitalistas de la explotación de ese trabajo: crisis del valor.

Esta profunda contradicción entre la producción social y la apropiación privada se concreta en toda una serie de contradicciones derivadas. Una de ellas, que hemos desarrollado más ampliamente en otros momentos, da cuenta del papel de la tierra en el agotamiento del valor como relación social. El desarrollo del capital tiende a crear una demanda cada vez más fuerte del uso del suelo, lo cual hace que su precio ―la renta de la tierra― tienda a aumentar históricamente. Esto es lógico: cuanto más se incrementa la productividad, más desciende la cantidad de valor por unidad de producto y, por tanto, más mercancías hay que producir para obtener las mismas ganancias que antes. Como cada vez hay menos trabajadores en la fábrica y más robots, mayor volumen de materias primas y recursos energéticos requiere la producción. La demanda sobre la tierra, por tanto, se intensifica: megaminería, deforestación, extracción intensiva de combustibles fósiles son las consecuencias lógicas de esta dinámica. Por otro lado, la concentración de capitales conduce a su vez a concentrar grandes masas de fuerza de trabajo en las ciudades, lo que empuja a que la vivienda en las ciudades suba de precio permanentemente. De ahí también las peores condiciones de vida en las metrópolis, el hacinamiento, la contaminación, el alquiler que se come una parte cada vez más grande del salario, la jornada laboral que se prolonga indefinidamente por el transporte.

La agricultura y la ganadería se encuentran de cara a estos dos grandes competidores por el suelo, el sector ligado al aprovechamiento de la renta urbana y el ligado a la extracción de materias primas y energía. Si las explotaciones agrícolas o ganaderas se encuentran en la periferia de la ciudad, quizá su parcela de tierra sea más rentable para la construcción de un edificio de viviendas, o de un polígono industrial al que conviene por logística la proximidad a la metrópoli. Si están más alejadas, pero su trozo de tierra contiene minerales útiles y demandados en la producción de mercancías o, peor aún, alguna reserva de hidrocarburos, tampoco podrán realizarse en ese terreno que el capital destina a fines más suculentos[1]. Si quieren mantenerse en el lugar y seguir pagando la renta, habrán de incrementar la productividad como hacen los capitalistas industriales. Tienen además el aliciente del aumento incesante de bocas urbanas que alimentar. La agroindustria es la consecuencia lógica de esta dinámica: sólo incrementando la productividad, utilizando maquinaria automatizada, produciendo en monocultivos, haciendo un uso cada vez mayor de químicos ―fertilizantes y pesticidas en la agricultura, productos farmacéuticos en la ganadería―, incluso modificando genéticamente plantas y animales, podrán producirse las ganancias suficientes en un contexto en el que la renta de la tierra aumenta sin cesar. Sigue leyendo

[Audio] La tierra o el capital. Sobre la catástrofe ecológica y la revolución

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A mediados de enero de 2020, poco después de la cumbre de la COP25 en Madrid, propusimos un debate sobre la catástrofe ecológica para pensar el posicionamiento de los revolucionarios ante ella. Dejamos aquí el audio de la charla.

PROGRE-EXTRACTIVISMO

Apenas asumido Rodolfo Suárez como gobernador de la provincia de Mendoza, ingresó el primer proyecto del Ejecutivo a la Cámara de Senadores: la Reforma de la Ley Provincial 7722, que flexibiliza el uso de productos químicos como cianuro y ácido sulfúrico en la explotación minera. Tal reforma buscaba fundamentalmente permitir que se activaran 19 proyectos mineros que sin ésta no podían desarrollarse, debido a las sustancias químicas utilizadas. Y, entre otros puntos, hacer que la Declaración de Impacto Ambiental (DIA) de cualquier emprendimiento minero no necesite pasar por la Legislatura. El 20 de diciembre pasado, y solo restando su reglamentación, la reforma fue aprobada en ambas cámaras con acuerdo entre la nueva oposición y el nuevo gobierno: en lo importante no hay diferencias partidarias.

El Capital siempre es extractivista. La maquinaria capitalista depreda la naturaleza, también la humana. El capitalismo no es solo una relación de clase de explotación y dominación, sino también una relación de alienación de la sociedad con la naturaleza, en la cual tanto el proletariado como la naturaleza no humana (comprendida como fuerza productiva) se transforman en objetos dominados y saqueados. La razón capitalista ve “recursos” donde hay naturaleza y desde sus inicios se ha desarrollado en base a la extracción de “recursos naturales” del planeta. La economía mundial está basada en este conjunto de extracciones. Sigue leyendo

[Radio] LUCHAS EN ARGENTINA CONTRA LA MEGAMINERÍA – CRÍTICAS URGENTES

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Grabado el 03 de enero del 2020

En este programa:

– Audio folleto “Adiós al viejo mundo del Capital” (31 de diciembre de 2019 – Chile).

– Actualidad de la lucha en Argentina contra la megaminería.

– Críticas urgentes: latinoamericanismo, antiimperialismo y antineoliberalismo.

– Lectura del fragmento de “El persistente atractivo del nacionalismo”, Fredy Perlman.

– Comentamos: suscripciones Biblioteca Alberto Ghiraldo, publicaciones La Oveja Negra y Pólvora.

Nos acompañan: Naturaleza Muerta – Frío y Vacío – Tensión – Corrupted – Mueran Humanos

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SOLIDARIDAD CON SAN MIGUEL CAJONOS

Recibimos y publicamos

El 5 de junio del año en curso Alfonso Martínez Jiménez comunero de San Miguel Cajonos de la Sierra Norte de Oaxaca fue detenido por la Fiscalía General del mismo Estado, acusado de homicidio, sin tener pruebas de los delitos que se le imputan y trasladado a un penal de la entidad, con una condena de más de 100 años de prisón. Esta acción por parte de los aparatos del Estado apunta a la agudización del conflicto que en dicha población atañe desde que el 27 de diciembre de 2017 fueron desaparecidos dos pobladores de San Miguel Cajonos; Alvaro Bernardo Reyes Cruz y Federico Cruz Morales, quienes en ese momento fungian con cargos comuales relacionados con el cuidado de los bosques y los bienes comunitarios, y quienes a la fecha siguen desaparecidos y no se sabe nada de ellos. Esta última acción deja entrever que el Estado tiene implicaciones directas tanto con la desaparición y ahora con la criminalización de pobladores de la misma comunidad, San Miguel, no sólo porque han hecho caso omiso a las exigencias por la búsqueda y presentación con vida de los desaparecidos, sino porque el hostigamiento y asedio por un grupo armado se hace más cotidiano en la comunidad y
porque los mismos órganos de justicia del Estado parecen respaldar a dicho grupo.

Cabe recordar que la desaparición forzada, el encarcelamiento y el hostigamiento a comunidades son estrategias que se han usado en el pasado para los mismo fines que hoy les dan sentido, acciones que tienen que ver con el avance del capital por sobre la vida de las comunidades y las personas que habitan en bastos territorios explotables para la acumulación de más riqueza y desposesión, esta tarea de llevar adelante el progreso y el desarrollo del capital son materializadas por variopintas empresas, que van desde mineras, rutas de manufactura, corredores turísticos, mega proyectos y demás iniciativas impulsadas por el mismo Gobierno progre e izquierdozo que a conquistado la simpatía de
una parte de la población del territorio mexicano, pero que en las comunidades y en las zonas que enfrentan los asedios paramilitares y empresariales, desde luego se tiene otra lectura sobre el verdadero papel de este “nuevo gobierno” y sus planes que tiene que ejecutar en un contexto de crisis capitalista regional y mundial.

Por todo lo anterior no sorprende la escalada de violencia que se ha desatado hacia quienes defienden los territorios y la vida misma, las situciones se multiplican desde Chiapas, Guerrero, Morelos y un sin fin de comunidades y pueblos de Oaxaca y otras partes del territorio, lo que acontece en la comunidad de San Miguel Cajonos por lo tanto no es un caso aislado, forma parte como decimos de este conflicto que supone la valorización de la vida, de la naturaleza, contra la defensa y la lucha por construir relaciones completamente distintas a las que la lógica de este mundo nos obliga a padecer. Pero entender entonces el origen del conflicto nos obliga a atenderlo, impulsar iniciativas autonomas y fortalecer las que ya existen, multiplicando además las tareas de auto organización y lucha, teniendo en cuenta siempre que el Estado/Capital nos seguirá atacando, tanto con sus fuerzas regulares (ejercito y policía) como con todo su arsenal de instituciones y expertos en rencausar el conflico, así como con sus brazos paramilitares y matones a sueldo.

La difusión y socialización de los conflictos que acontecen es una tarea que tenemos que impulsar, pero además la coordinación y unidad de todos los explotados quienes padecemos las embestias del capital, se hace urgente y necesaria.

¡Libertad a Alfonso Martínez Jiménez!
¡Presentacion con vida de Alvaro Bernardo Reyes Cruz y Federico Cruz Morales!
¡Alto al hostigamiento a la Comunidad de San Miguel Cajonos!
¡Solidaridad con los/las que luchan!

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[Video] Solidaridad San Miguel Cajonos Oaxaca

El presente material fue tomado en una manifestación en las Islas de la UNAM para denunciar la situación que se vive en el poblado de San Miguel Cajonos, Oaxaca, y la exigencia para la presentación con vida de Federico Cruz y Álvaro Reyes. Dicha actividad fue parte de una caravana más amplia que recorrió varias partes de la ciudad de Mexico. Para más información ponte en contacto –federicoyalvarodesaparecidos@gmail.com–

Para entender a grandes rasgos este caso concreto dejamos estas lineas que dan una aproximación al conflicto:

Las condiciones actuales que padecemos son consecuencia de la dinámica social capitalista, que sin desenfreno, devora todo lo vivo para convertirlo en mercancía, para generar ganancias sin límite. La depredación de los ecosistemas que llevan a cabo empresas para extraer materia prima para la generación de objetos destinados al mercado de consumo dentro de una sociedad alienada, tiene como consecuencia, no sólo la ruina misma de los bosques, lagos, ríos y la fauna endémica, si no que, directamente el proceso de destrucción de regiones enteras significa la aniquilación de personas que han vivido generaciones y que encuentran su raíz en dichos lugares. Pero como dentro del capitalismo todo es visto como un recurso, este se debe aprovechar y todo lo que lo impida debe ser eliminado.

Diversas formas emplea el poder encarnado en agentes como sus brazos operadores para llevar a cabo las labores de despojo, desaparición y muerte.

Ese es el caso que padecen cientos de miles de seres humanos que son desplazados de sus lugares de origen en todo el mundo. En México en el Estado de Oaxaca no es la excepción, ya que dicha región es “rica” en “recursos” naturales, concretamente en la Sierra Norte un poblado San Miguel Cajonos, es el vivo y cruel retrato de está dinámica en donde el Capital asecha para poder apoderarse y exprimir la madera de los bosque que se ubican en estas tierras.

Para llevar a cabo tal cometido las empresas han intentado convencer a los pobladores de que vendan sus tierras, y como esto no está dentro de la perspectiva que tienen sus habitantes, se han tenido que emplear otros métodos para el desplazamiento de lo que estorba o impide el desarrollo de dichos planes.

Es así como el día 27 de diciembre de 2017 un grupo de golpeadores atacaron primero y desaparecieron enseguida a un par de personas de San Miguel Cajonos, y no es casualidad que las personas desaparecidas formaban parte del Comisariado Comunal y que sus cargos eran de vigilancia y seguridad de los bosques. A casi un año de los acontecimientos en San Miguel las cosas están muy tensas y no se sabe nada de las personas que se llevaron como señal obvia de intimidación y quizá como el principio de una ola de terror más amplia.

Y es lamentable de igual manera que estos conflictos pasen sin percepción alguna ante una muy larga lista de casos donde la miseria, la desaparición y la muerte son tomados tan normales como los finales trágicos de una película cualquiera, en donde el espectador no encuentra conexión alguna con la realidad. Así de manera casi aislada los familiares directos de los desaparecidos y la comunidad entera de San Miguel intentan visibilizar su situación dentro de la barbarie cotidiana y la inagotable lista de casos similares que se denuncian por doquier.

¡Presentación con vida de Federico y Álvaro!

¡La tierra no es un recurso, es la vida misma!

¡Ni guerra entre pueblos ni paz entre clases!

¡Antes de que el capitalismo destruya todo, destruyámoslo primero!

Más información en los siguientes links:

https://trabajadoresyrevolucion.wordpress.com/2017/12/31/mexico-pronunciamiento-en-solidaridad-con-san-miguel-cajonos/

https://trabajadoresyrevolucion.wordpress.com/2017/12/30/san-miguel-cajonos-comunicado-ante-la-agresion-de-san-pedro-cajonos-y-medios-de-comunicacion/

Boletín Oveja Negra N° 58

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En tiempos de crisis… Sobre la actualidad de la crisis argentina, que de argentina no tiene nada. -Santiago y la lucha por la verdad. ¿Por qué seguir insistiendo? -«Hay mujeres con pene» en la sección Hablando con las paredes. -¡Diego Parodi en la calle! Preso desde diciembre del año pasado, realizamos una entrevista con él. -Próximante: Wenüy. Por la memoria rebelde de Santiago Maldonado, un libro de inminente aparición. -Actualidad de la lucha mapuche. –Alemania: Acciones contra la deforestación y la contaminación. más precisamente en defensa del bosque de Hambach. -Palabras de un detenido en Hambach. Por razones de espacio esta traducción solo está disponible en internet

Lucha de clases

[Extraído de la publicación Contra la Contra N°2]

¿Proletario yo?

La burguesía ha divulgado ampliamente que tras dejar de ser predominante en la producción la figura del obrero industrial, automáticamente “el proletariado ha desaparecido”.  Pero resulta que el proletariado es  y siempre fue desde su nacimiento una condición material e histórica y por consiguiente esa clase social no puede reducirse a un oficio u ocupación laboral en específico. Al prevalecer el capital prevalece la producción de mercancías, y por consiguiente también la clase que encarna la explotación de esa fuerza y tiempo de trabajo que es requerida para generar el valor de esas mercancías.

El proletariado está marcado por la desposesión perpetua de sus medios de vida y por consiguiente debe que trabajar por un sueldo;  el denominado “estilo de vida moderno consumista” que muchos asalariados pretenden llevar a cabo, dista mucho de ser el reflejo de la supuesta estabilidad y superación que se puede alcanzar bajo el capitalismo. Comprar un automóvil o costearse unas vacaciones en la playa, tener unos zapatos deportivos de marca, un plato de comida en la mesa, ir a beber cerveza los fines de semana o tener agua caliente en la ducha, pagar alquiler por una vivienda o un teléfono móvil; son “comodidades” que en cualquier país, solo pueden solventarse sin sacrificios un reducidísimo número de personas. Si hoy existe mayor circulación de mercancías que se creían inaccesibles para la mayoría de la población hace setenta años, no se debe a las bonanzas de este sistema, sino a la necesidad de crear movilidad para las exigencias del mercado mediante créditos que otorgan los bancos y nos descuentan de la nómina (con alto interés), facilitándonos dinero invisible el cual en la vida real pagamos con más trabajo.  No importa si nos ganamos “la vida” inhalando metales pesados bajo una mina, colocando vigas en una obra, en una oficina tras el computador, en un laboratorio clínico, como jornaleros pizcando cultivos para los agroindustriales, como camareras en un hotel o como mesero de un restaurante; seguimos siendo esclavos del salario, de las deudas y del incremento de trabajo que debemos realizar para pagar por un bienestar que nunca llega. Sigue leyendo

[Video] SANTIAGO MALDONADO, LA PRESENCIA DE UNA AUSENCIA / EL DIOS EMPRESARIAL

Video realizado en base a un artículo del Boletín La Oveja Negra nro.56, julio de 2018.

Video realizado en base a un texto de Santiago Maldonado. Extraído de su fanzine Vagabun2 de la Idea – Mendoza 2015.

[PUBLICACIÓN] ZAD: OTRO FIN DEL MUNDO ES POSIBLE

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Artículo del colectivo Crimethinc. [editado en folleto] sobre la lucha en la ZAD de Notre-Dame-des-Landes contra el proyecto aeroportuario, mismo que el Estado francés pretende imponer mediante su terror militar y policial.  La traducción estuvo a cargo de los compañeros de La Oveja Negra.

También recomendamos el texto de Alèssi Dell’Umbria / ZAD, por la autodefensa y la comunalidad, el cual se puede leer en el siguiente enlace:

https://artilleriainmanente.noblogs.org/post/2018/04/21/alessi-dellumbria-zad/