[1977] MANUSCRITO ENCONTRADO EN VITORIA

MANUSCRITO ENCONTRADO EN VITORIA

  CÓMO EL FRANQUISMO DEVIENE DEMOCRÁTICO

«Cuando basta la legalidad para salvar la sociedad, la legalidad; cuando no basta, la dictadura.»

Donoso Cortés, Discurso del 4-I-1849.

Compañeros,

La historia moderna ha trastocado a la burguesía española los términos de la alternativa que le formulaba hace más de un siglo Donoso Cortés: cuando la dictadura no basta ya para salvar su dominio sobre la sociedad, la democracia entonces. Hay que resucitar la democracia para que, llegado el momento en que la dictadura se pierda, la revolución no se encuentre.

Con la constante profundización de la crisis social y el avance salvaje de su solución proletaria, el centro de gravedad de la realidad se desplazó tan lejos de lo que pretendía representarla, que en la esfera del poder todo se ha visto como desequilibrado, y cada escalón de la representación jerárquica en vilo. Los actuales detentores del poder estatal, para negociar su acuerdo con los burócratas de la oposición, han debido contradecirse con su propia legalidad, recuerdo de los tiempos en que podían permitirse el desprecio de las apariencias, que hoy deben organizar a toda velocidad. Los franquistas, que tanto tiempo han humillado con su triunfo al proletariado, han tenido que humillarse ahora para que el proletariado no triunfe y los burócratas de la oposición que han corrido a depositar la fianza de la nueva legitimidad democrática del poder, han tenido también que correr tras su propia legitimidad, dar la cara, lisonjear a los trabajadores y rebajarse ante ellos para ser, si no aceptados, al menos no rechazados. Durante este último año de carreras por la estabilización democrática del capitalismo español, el partido del orden -franquistas y oposición- pudo parecer tan incoherente como el propio orden, fundado entonces sobre una mezcla cómica de legalidad irreal y de realidades ilegales. Pero sin embargo, se ha mostrado profundamente unido en la práctica, por la división del trabajo represivo -unos desde fuera y otros desde dentro de la clase obrera- contra la autonomía en marcha.

Si contemplamos, sin ilusionarnos, la verdad del pasado reciente, comprenderemos rápido el futuro inmediato que se avecina. Cara a la oleada de huelgas del invierno del 76, las múltiples fracciones de un régimen en desagregación y de una oposición en aglomeración se han visto obligadas a salvar, juntas y sin perder tiempo, la realidad del orden capitalista cuyas futuras apariencias políticas se disputaban. Cuando el pasado contrarrevolucionario se deshace en todas partes, allí donde se dio su unidad, encima de los cadáveres de los revolucionarios de 1936, es donde muestra mejor en su devenir putrefacto la verdad de su ser: su unidad real se descompone en sus elementos primitivos, quienes uno por uno conocen un último sobresalto de falsa juventud, su división aparente se disuelve por la unificación a la que la revolución obliga a sus enemigos. Cuando el franquismo deviene democrático, todo lo que sucedió ante el proletariado (sindicalismo, anarquismo, estalinismo, franquismo) debe serle opuesto ahora simultáneamente. La demasiado evidente irrealidad de esta democracia política que nos cuelan, nacida senil, cuando se trata de lanzar al mercado las diversas variantes de programas gubernamentales, entre los que el ciudadano será llamado a escoger, consiste en que el margen de maniobra social de los dirigentes, o pretendidos tales, es tan reducido que si presentan ligeros matices plausibles de seudo-elección, enormes dificultades les llueven. De tal forma que lo que franquistas y oposición quieren hacer pasar por una grandiosa renovación histórica, aparece sin poder disimularse como una sórdida acumulación de regateos, apaños, golpes bajos y maniobras efectuadas febrilmente en una atmósfera de demagogia y decrepitud. Sigue leyendo

[1976] A los internacionales de la región española. A todo el proletariado

A LOS INTERNACIONALES DE LA REGIÓN ESPAÑOLA

A TODO EL PROLETARIADO

LA CAMPAÑA DE ESPAÑA DE LA REVOLUCIÓN EUROPEA

  1. PROLETARIOS, AÚN UN ESFUERZO MÁS SI QUERÉIS DEJAR DE SERLO.

«Cuando una clase que concentra en ella los intereses revolucionarios de la sociedad, se subleva, encuentra inmediatamente en su propia situación el contenido y la materia de su actividad revolucionaria: aplastar a sus enemigos; tomar las medidas que se imponen por las necesidades de su lucha; y son las consecuencias de sus propios actos las que la empujan más lejos. Ella no se entrega a ninguna investigación teórica sobre su propia tarea».

Marx, Las luchas de clases en Francia.

Compañeros,

Una extraña locura recorre desde hace algún tiempo España, que hace enfermar al conjunto de nuestra clase política, menos a la que piensa quedarse que a la que espera entrar en ese mercado de la ilusión en trance de revisiones que es la política española.

Las promesas del Gobierno sobre una futura posibilidad de «democracia» han tocado como música dulce las fibras del corazón, de todo arribista, trepador, demagogo, político arruinado o burócrata desahuciado que existe en el país. «A un panal de rica miel, dos mil moscas acudieron». Todos ellos han visto próximos, el empleo, el sueldo, la parcela del poder; sus fotos, sus programas, sus opiniones en la prensa, sus esperanzas a punto de realizarse. ¡Cuántos partidos ha inventado ya tal locura y cuántos cónclaves! Desde la guerra civil no se habían vuelto a ver tantas bajezas y «arreglos» juntos en tan poco espacio de tiempo. Precisamente las burocracias llegan a ser más contrarrevolucionarias en los momentos revolucionarios.

La farsa de la «democracia» montada por la prensa con el permiso del régimen ha tenido un solo fin: conseguir la sumisión de los trabajadores y su colaboración con el Gobierno frente a la crisis económica que sacude España de una manera completa. Sonando «la democracia» moneda falsa, el proletariado comprendía que se le pedía que pagara de su bolsillo. Ante la ridícula promesa de ser representado en el futuro por una burocracia sindical y política que organizaría mejor su explotación, el proletariado ha actuado por su propia cuenta, como estaba habituado a hacerlo. Cuando el Régimen maniobraba con su mal menor, sólo podía ser para evitarse el mal mayor, la revolución social, que como una amante fiel, nunca lo había abandonado.

En tres meses las luchas obreras, comenzadas en el momento de la revisión de los convenios colectivos contra las alzas de precios y el bloqueo de salarios, se han extendido tanto por todo el país que lo que viene a ser puesto en cuestión hoy en España, no es el precio del trabajo, sino el mismo trabajo asalariado, no la capacidad de pagar de los patronos, sino su existencia como clase explotadora. Así pues, aunque los trabajadores creen aún reivindicar y querer negociar, lo que hacen ya en las fábricas y en las calles, la libertad que toman de reunirse y organizarse, hace pesar sobre la organización existente de la explotación, una amenaza que ésta no puede negociar ciertamente; pues se sabe bien en Madrid, como en París, Moscú o Pekín y en cualquier otra capital del mundo capitalista, que cuando los trabajadores emprenden, contra todas las separaciones organizadas burocráticamente, la tarea de agruparse libremente y sin intermediarios para discutir sus problemas reales, entonces el Estado comienza a disolverse. Todos los riesgos y todas las posibilidades de la situación creada por esta masiva intervención autónoma del proletariado en la moderna «guerra de sucesión» abierta tras la muerte de Franco, se pueden resumir en esta enseñanza general de las luchas históricas: en los momentos revolucionarios, es frecuente que la subversión aparezca ya bastante potente como para convencer al Estado de la necesidad de aplastarla, mientras que ella no lo es aún bastante para prevenir tal aplastamiento. Barriendo todas las complicaciones políticas, es la audacia de la ofensiva proletaria la que está a punto de hacer avanzar la crisis social hacia su simplificación radical, y de crear la situación donde toda marcha atrás será imposible. Sigue leyendo

Bordiga versus Pannekoek

Escrito por Antagonism Press

Entre los años 2000 -2001 (Tomado de Libcom)

 

Introducción a un folleto que examina cómo las izquierdas comunistas italiana y Germano-holandesa abordaron las cuestiones de la organización comunista, la conciencia y la clase.

Este artículo se publicó originalmente con, y hace referencia a, los artículos:

«Partido y clase», de Amadeo Bordiga/Partido y clase, de Anton Pannekoek Disponibles en PDF Aquí

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Partido, clase y comunismo

2001, ha pasado más de una década desde la caída del muro de Berlín, y el anuncio entonces del «Fin de la Historia» parece ahora no sólo ideológico, sino despreciable. La guerra abierta vuelve a Europa, no como un episodio aislado, sino endémico como una antigua enfermedad resistente a los antibióticos modernos. La economía mundial se precipita hacia la recesión. Muchas de las instituciones políticas del capitalismo internacional (G8, FMI, Banco Mundial) están más desacreditadas y suscitan más protestas que nunca. Al mismo tiempo, el desarrollo del capital no ha visto, como muchos esperaban, la construcción de más y más grandes fábricas en los países capitalistas más antiguos, sino el cierre no sólo de fábricas, sino de industrias enteras. Como consecuencia, ha disminuido el porcentaje de la población que aparece como el arquetipo de los trabajadores de la tradición marxista o sindicalista. Esto ha llevado a muchos a considerar la clase como una idea anticuada. Hablar de «partido» se considera a menudo aún más irrelevante por su asociación con el parlamentarismo (cada vez más gente, con razón, no vota y no ve por qué debería hacerlo) o el leninismo (cuando el legado bolchevique de la URSS/Europa del Este se ha desintegrado). Sigue leyendo

Jan Appel 1890-1985 / Autobiografía escrita en 1966

Jan Appel, 1890-1985, fue un comunista alemán y trabajador de astilleros cuya experiencia de la Revolución de 1918, tras la cual secuestró un barco de vapor con destino a Rusia, lo expulsó del Partido Comunista. Tras afiliarse al más radical Partido Comunista de los Trabajadores (KAPD), se trasladó a Holanda, donde participó en la resistencia holandesa durante la II Guerra Mundial y acabó cofundando el grupo comunista de izquierdas GIK (Grupo de los Comunistas Internacionales).

Me llamo Jan Appel y nací en un pueblo de Mecklemburgo en 1890. Fui a la escuela primaria y aprendí el oficio de constructor naval. Ya antes de mi nacimiento, mi padre era socialista. Yo mismo me afilié al Sozial-demokratische Partei Deutschlands [Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD)] cuando cumplí 18 años. Hice el servicio militar de 1911 a 1913, y después como soldado en la guerra. En octubre de 1917 me desmovilizaron y me enviaron a trabajar a Hamburgo como obrero de los astilleros. En 1918 convocamos una huelga de trabajadores de armamento. La huelga duró una semana entera en Vulkan-Werft. Nuestro lema era: «¡Por la paz!». Al cabo de una semana, la huelga llegó a su fin y se nos leyeron las cláusulas de guerra, ya que, según la ley, seguíamos haciendo el servicio militar. En esta época yo pertenecía a los Radicales de Izquierda de Hamburgo. Cuando en noviembre de 1918 se rebelaron los marineros y los obreros de los astilleros de Kiel, el lunes nos enteramos por los obreros de Kiel de lo que había ocurrido.

Entonces se celebró una reunión clandestina en el astillero, que estaba bajo ocupación militar. Todos los trabajos cesaron, pero los trabajadores permanecieron en sus puestos en el astillero. Una delegación de 17 voluntarios fue enviada a la sede de los sindicatos para exigir la convocatoria de una huelga general. Les obligamos a celebrar una reunión. El resultado, sin embargo, fue que conocidos dirigentes de la Allgemeine Deutsche Gewerkschaftsbund [ADGB] y del SPD adoptaron una actitud negativa hacia la huelga. Se producen fuertes discusiones que duran varias horas. Mientras tanto, en los astilleros Blohm und Voss, donde trabajan 17.000 obreros, estalla una revuelta espontánea durante la pausa del mediodía. Los obreros abandonan las fábricas y los astilleros Vulkan y se presentan ante el edificio de los sindicatos. Los dirigentes han desaparecido. Sigue leyendo

El comunismo de Consejos y la crítica del bolchevismo – Cajo Brendel

Cajo Brendel (1915-2007) fue una figura central de la segunda generacion del moviemento de los Comunistas de Consejos holandeses y uno de los ultimos, si no el ultimo, representante de ella. Cajo nació en La Haya el 2 de Octubre de 1915 a lo que era, en sus propias palabaras, una “familia pequeño-burguesa” que sufrió grandes dificultades tras la crisis mundial economica de 1929. Cajo muy pronto se interesó por las cuestiones sociales, siendo inicialmente simpatizante del trotskismo pero luego entró en contacto con miembros de la sección de La Haya del GIK (Grupo de Comunistas Internacionalistas). En septiembre de 1933 Cajo adhirió a las posiciones del grupo, diciendo luego que la experiencia fue como “pasar directamente de la guardería a la Universidad”. Por medio de este grupo Cajo desarrollo una relación directa con Antón Pannekoek y fue influenciado por escritores como Paul Mattick y Karl Korsch. En 1935, tras la separación del GIK de los grupos de Leiden, La Haya y Groningen por considerarlos demasiado “teóricos”, Cajo publicó con el grupo de La Haya el periódico Proletariër y, en 1937-1938 el Proletarische Beschiuwingen (Consideraciones Proletarias). Entre finales de 1938 y 1939 escribió semanalmente un artículo para el periódico anarquista De Vrije Socialist ( El Socialista Libre). Movilizado al Ejército en 1940, en las II Guerra Mudial, Cajo difundió un panfleto internacionalista entre sus companeros de armas. Tras su traslado a Berlín como prisionero de guerra, volvió a los Países Bajos de forma clandestina. Tras la guerra trabajó como periodista en Utrecht, y en 1952 se afilió al Communistenbond Spartacus, de cuya redacción formó parte. En la decada siguiente, escribió un gran número de artículos y folletos. El GIK se dividió en 1964 y Brendel se unió al grupo escindido que publicó a partir de 1965 el periódico Daad en Gedatche “consagrado a los problemas de la lucha obrera autónoma”. En 2005, de avanzada edad y ya retirado de la vida politica, fue trasladado a una casa de reposo. Fallecio el 25 de junio de 2007, a los 92 años de edad.

 

«Supongamos que la dirección central es capaz de distribuir todo lo que se ha producido de forma justa. Incluso entonces, el hecho es que los productores no tienen a su disposición la maquinaria de producción. Esta maquinaria no es suya, sino que se utiliza para disponer de ellos. La consecuencia inevitable es que los grupos que se oponen a la dirección existente serán oprimidos por la fuerza. El poder económico central está en manos de quienes, al mismo tiempo, ejercen el poder político. Cualquier oposición que piense de forma diferente sobre los problemas políticos y económicos será oprimida con cualquier medio posible. Esto significa que en lugar de una asociación de productores libres e iguales, como la definió Marx, existe una casa de corrección como nadie ha visto antes».

Esta cita, traducida libremente de un texto de hace setenta años, explica que las relaciones de producción, tal como se desarrollaron en Rusia después de octubre de 1917, no tienen nada que ver con lo que Marx y Engels entendían por comunismo. En la época en que se publicó el panfleto que acabamos de citar, el terror de los años treinta estaba por llegar. Era sólo una profecía. No hubo ningún acontecimiento político que provocara esta crítica de la sociedad soviética; esta crítica surgió de un análisis económico. Sobre esta base se entendía el estalinismo naciente como la expresión política de un sistema económico que pertenecía a una explotación capitalista de Estado, y esto contaba no sólo para el estalinismo.

El texto que acabamos de mencionar era obra de un grupo cuyos autores pertenecían a una corriente que surgió en los años posteriores a la Primera Guerra Mundial y adquirió un significado permanente. Esta corriente se caracterizaba por una aguda crítica tanto de la socialdemocracia como del bolchevismo. Era una corriente que analizaba detenidamente las experiencias cotidianas de la clase obrera, y así llegó a nuevas ideas sobre la lucha de clases. La corriente veía la socialdemocracia y el bolchevismo como el «viejo movimiento obrero»; la contradicción de esto era «un nuevo movimiento de los trabajadores». Sigue leyendo

El capitalismo de Stalin / Notas sobre las teorías del capitalismo de Estado

La discusión que queremos introducir en este texto no es académica. Cuando era “Medianoche en el siglo”, para utilizar la afortunada y evocadora expresión de Víctor Serge, un puñado de compañeros y compañeras se atrevieron a pensar cuál era la raíz social de la Rusia de Stalin. En ese momento, tratar de discernir la verdad sobre ese fenómeno contrarrevolucionario era literalmente jugarse la vida. Muchos de estos compañeros y compañeras fueron perseguidos por ese motivo, algunos de ellos fueron asesinados por los sicarios del capital, en su forma “nacional-comunista”, “fascista” o “democrática”. Obviamente estas contribuciones, en las que colaboraron directa o indirectamente gente que hoy recibe los parabienes de la cultura dominante como Simone Weil o George Orwell, no fueron publicadas en libros académicos ni recibieron los elogios de los dominicales de la prensa burguesa. En esos momentos, en la década de los años treinta, Stalin era aliado de las principales potencias imperialistas de la época. Era uno más en la mesa de los depredadores imperialistas que se reparten la sangre del proletariado mundial. El embajador norteamericano en Moscú, Joseph Davis, compartía con Stalin no solo su nombre de pila sino la reivindicación de los Procesos de Moscú como un ejemplo de justicia universal. Para el resto de los Estados capitalistas mundiales, Stalin era un buen sueño, que les libera del espectro de la peor de sus pesadillas, la revolución proletaria mundial. Por eso un escritor hoy famoso, entonces un paria perseguido y que hacía parte de las listas negras de los eliminables, George Orwell, no podía ver publicado su Rebelión en la Granja. Ninguna casa editorial quería publicar un libro que criticaba al aliado en la II Guerra Mundial del Reino Unido y de Estados Unidos. Los aliados de clase, en una guerra imperialista, son sagrados para las burguesías. Nadie quería publicar al autor de Homenaje en Cataluña, un libro que no habla de nacionalismo a pesar de lo que pueda pensar algún docto despistado, sino de los sueños e intentos de revolución social masacrados por el stalinismo, el principal agente burgués en la España republicana de la época. La República, hoy evocada con nostalgia por tantos izquierdistas, no fue sino una enorme fosa común para miles de revolucionarios.

Como decimos, estas aportaciones no vieron la luz en los libros oficiales, sino en documentos internos, periódicos con tiradas reducidas, campos de concentración y cárceles desde Estados Unidos a Italia, desde la URSS de Stalin a la Barcelona de la II República. Así se construye nuestro partido de clase, a través de minorías revolucionarias que mantienen a contracorriente la importancia y la centralidad de nuestro programa y nuestros objetivos, la necesidad de luchar de un modo intransigente por una sociedad de mujeres y hombres libres, sin dinero ni clases sociales, sin mercancía ni Estado. Como veremos al final de este pequeño texto, esta es la tesis central de este trabajo. La centralidad del comunismo como negación de todas las categorías del capital, la comprensión de que la Rusia de Stalin no podía ser sino capitalista en la medida en que había mercancías, clases sociales, dinero, salario, empresas, un Estado en hiperinflación totalitaria… Sigue leyendo

[Radio] Anábasis #143: Gilles Dauvé (I)

De la mano de una compañera del grupo Barbaria, radiamos la entrevista que realizó al compañero Gilles Dauvé (1947), exponente destacado de la crítica radical contemporánea, impulsor de diversos proyectos y publicaciones como Le Mouvement Communiste, La Banquise, Troploin, Douter de Tout… En esta primera entrega, nos habla de sus inicios en el medio radical, del grupo Pouvier Ouvrier que animaba Albert Massó “Vega”, de la librería “La Vieille Taupe”, los comités de Censier en Mayo de 1968, la Internacional Situacionista, los encuentros que organizó Information et Correspondance Ouvrières (ICO), la crisis de muchos de los grupos radicales que habían anunciado y animado la revuelta de mayo-junio, de la cuestión sexual…