Envuelta en la mayor rebelión desde 2013, la clase trabajadora brasileña reaparece hoy en el escenario histórico. Las revueltas y protestas en el Carnaval, así como la oleada de manifestaciones tras la muerte de Maríelle Franco, eran señales que ya estaban anunciando la actual rebelión social. Las luchas que estamos viviendo hoy estaban siendo frenadas por la manipulación/polarización electoral, por el golpe de 2016, por las demagogias espectaculares de periodistas y jueces, que intentaban salvar el sistema con su falso discurso de “moralización de la política” —una tentativa de usar a la clase trabajadora como carne de cañón en la disputa entre burgueses, de la parte del Estado y de la sede del gobierno que hoy es el Supremo Tribunal Federal— y por el deterioro aún mayor de sus condiciones de supervivencia. Todo esto, sin embargo, tras varias luchas en los últimos años contra la Copa y las Olimpiadas, contra las privatizaciones, contra la represión, contra la militarización, contra la precarización del funcionariado, contra los vertidos, contra las reformas de la educación y después de las huelgas/revueltas de marzo-junio de 2017. Por un lado las debilidades y, por otro, los flagrantes sabotajes de tales luchas por parte de los dos brazos del Estado (“derecha” e “izquierda”), vuelven a amenazar ahora la rebelión ejemplar de los camioneros, que paralizó la economía del país y que a pesar de la perseverancia y de la determinación con que está siendo conducida, necesita identificar los obstáculos y los enemigos para poder triunfar. ¡Todo el apoyo a los trabajadores en lucha! ¡Por la construcción de la huelga general insurgente! Sigue leyendo →