Prefacio de Gilles Dauve a la edición española de su libro DECLIVE Y RESURGIMIENTO DE LA PERSPECTIVA COMUNISTA. Redactado en Abril del 2003, meses antes de ser lanzado por Ediciones Espartaco Internacional en la colección Emancipación Proletaria Internacional.
El impulso derrotado a finales de los años 70 y los veinte años transcurridos desde entonces han confirmado su derrota. Por todas partes se ha hecho más profundo el dominio del salariado, de la mercancía y del Estado.
No obstante, estos últimos años han visto aparecer un movimiento “anticapitalista” visible en la calle, en numerosos países, a partir de Seattle (1999) y Génova (2001), sin hablar de las manifestaciones gigantes contra la guerra en Iraq.
Pero hay una paradoja que requiere ser explicada. Si, de un modo general, la anti-globalización, rebautizada como alter-globalización, de ninguna manera se proclama a favor de una revolución comunista, parece que, sin embargo, hace suyos ciertos objetivos o, al menos, ciertos métodos asociados anteriormente a lo más radical que afirmaba el movimiento proletario. Formaciones enteras del izquierdismo han sido olvidadas sin haber sido siquiera refutadas. Se tiene la impresión de que aquello que las minorías anarquistas, consejistas, situacionistas o ultraizquierdistas les costaba tanto trabajo hacer entender hace treinta años, es hoy patrimonio de millones de contestatarios en todo el mundo. En especial, diversos blancos a los que se apuntaba en los textos reunidos aquí, parecen desacreditados hasta tal punto de que muy pocos se toman ahora la molestia de defenderlos o atacarlos.
En 1967, teníamos que batallar para hacer admitir a las diversas variedades de leninistas y maoístas que la totalidad de los países llamados socialistas, desde Cuba hasta Vietnam pasando por Checoslovaquia, eran en realidad capitalistas.
¿Quién se preocupa hoy de la “naturaleza social de la U.R.S.S.”? ¿Quién se toma en serio la defensa de Castro o de Ho Chi Minh? En cuanto a la Revolución de Octubre, sólo algunos universitarios marxistas debaten hoy sobre dónde y cuándo el poder de los obreros cedió el lugar al de los burócratas.
Partidos obreros, Partido Comunista (PC), sindicatos…: nadie les defiende ya con uñas y dientes como conquistas de los trabajadores.
Todo lo más, se dice que pueden ser útiles si están en fase con el “movimiento social”. No hablemos ya del leninismo: los constructores de partido han renunciado.
¿El obrerismo? En una asamblea nadie os hará callar bajo pretexto de que no tenéis las manos sucias de trabajar.
La crítica de la mercancía, marginal en 1970, ha sido elevada al rango de evidencia por millones de antiglobalizadores. Un best seller reformador lleva por título: El Mundo no es una mercancía.
Hace treinta años, el rechazo de la civilización industrial y de la tecnología pasaba por absurdo, incluso indecente, cuando los izquierdistas describían la agricultura moderna y la producción masiva como la única solución al hambre y la miseria. ¿En qué periódico izquierdista podíamos leer un artículo contra la industria nuclear en 1965? En 2003, la evidencia ha cambiado de sentido: la puesta en tela de juicio de la industrialización masiva cae de su peso, y todo el mundo exige tecnologías benignas. Sigue leyendo →