Quedan varias preguntas después de estas elecciones. Como por ejemplo: ¿El nuevo presidente de los Estados Unidos es un psicópata o un sociópata? Sea cual fuere el diagnóstico correcto, no se puede negar que estas elecciones dan testimonio de un considerable aumento del descontento, del desasosiego y la inquietud en un amplio sector de la población norteamericana. Trump ganó, añadiendo a los votos tradicionalmente republicanos, muchos votos de la clase trabajadora blanca, que en elecciones anteriores había votado por Obama o no había votado. Pero no exageremos su atracción: sólo un cuarto del electorado votó por él; sus oponentes tuvieron, de hecho, por lo menos un millón de votos más pero, como se sabe, él ganó en el Colegio Electoral. ”Es así como se ve la democracia”, como gritaban quienes protestaban (con ironía involuntaria) en las calles de Estados Unidos, mientras que ellos eran perseguidos por los protectores armados del Estado democrático. Hay buenas razones para el descontento, el desasosiego y la inquietud de la clase trabajadora en Estados Unidos. A raíz de la agudización de la competencia en el mercado laboral global y la imparable marcha de la automatización, más y más gente no sabe si va a tener un trabajo el día de mañana y en qué condiciones. El desempleo oculto es desenfrenado. Crece la brecha entre los ricos y los pobres. La guerra y la pobreza crean en el mundo una corriente interminable de refugiados. Los desastres ambientales son cada vez peores y más frecuentes. Y no va a mejorar en adelante. De acuerdo con estudios recientes, la pobreza y la inseguridad se incrementarán bruscamente en los próximos años en Estados Unidos [1].
Se podría pensar que esto sería tierra fértil para la izquierda. Pero es la derecha la que conquista la imaginación de las masas. La derecha con un disfraz anti-elitista. Por supuesto, Trump no atrae sólo a la clase trabajadora. Él se aseguró de hacer suficientes promesas reaccionarias para satisfacer al núcleo de los bloques votantes del partido Republicano, dando suficientes garantías a los propietarios del capital (el mercado de valores subió después de su elección). Su atractivo autoritario atraviesa las divisiones de clase. La inquietud desenfrenada y la preocupación por la globalización no están limitadas a la clase trabajadora. La afluencia de migrantes ( que es el resultado de la pobreza y la desintegración creadas por el capital), el terrorismo (que es parte de las guerras que genera el Capitalismo), el aumento del caos y la desesperación generadas por el sistema en crisis, crean miedos que son avivados y utilizados por políticos como Trump. En tiempos de gran confusión la capacidad de decisión se vuelve atractiva para muchos. Líderes muy decididos ascienden a la cima, porque su convicción es tan fuerte que inspira confianza. Pero como lo señala el escritor Kurt Vonnegut, esos líderes decididos, ” a diferencia de la gente normal, nunca tienen dudas, por la simple razón de que no les importa que pasa después.” Esto explica el éxito de chiflados como Trump, Erdogan, Duterte, Orban, etc. Por supuesto, a Trump le importa lo que pasará después. A él le importa lo que le va a pasar después a él, pero no lo que nos va a pasar a tí y a mí. Sigue leyendo →