Texto sobre la actualidad de nuestra lucha

Afiche internacionalista como campaña de agitación y solidaridad con las luchas proletarias.

La invasión alienígena

Este último año vemos sucederse, una tras otra, revueltas en las cuatro puntas del mapa: revueltas que llevan a Macron a revisar los búnkeres del Elíseo, que hacen a Lenin Moreno mover la sede del gobierno a Guayaquil, que asaltan cuarteles y sedes de partidos burgueses en Irak mientras reavivan la memoria de la insurrección del 91, que tiran uno tras otro primeros ministros en Haití o colocan una bandera negra en el parlamento de Hong Kong. La burguesía mundial empieza a tener miedo.

Como dijo hace unos días Cecilia Morel, la «Primera Dama» del Estado chileno, al hablar de la revuelta social en curso: «Estamos absolutamente soprepasados, es como una invasión extranjera, alienígena, no sé, y no tenemos las herramientas para combatirlas […]. Lo que viene es muy, muy, muy grave».

En efecto, lo que se viene es un nuevo ciclo de lucha de clases que está ante nuestros ojos. Desde Irak al Líbano, desde Irán a Argelia, de Sudán a Francia, desde Haití a Ecuador, de Hong Kong a Chile. Luchas que nacen desde las necesidades inmediatas, humanas, de nuestra clase, y que desde ahí abren la perspectiva histórica, larga aún, de la revolución social, del comunismo. En Chile es por la subida del metro, en Argelia por la corrupción política, en Haití por el Petrocaribe y la subida de los precios de la gasolina, como ocurre también en el caso de Francia o Ecuador. En Hong Kong empezó contra la represión, en Irak por las condiciones vida y del agua, en el Líbano por la subida de los impuestos a internet. Pero esas necesidades inmediatas tienden a generalizarse e ir más allá del motivo que causó la chispa inicial. Como se puede intuir no incluimos Cataluña, y es que se trata de un proceso ubicado totalmente en el terreno de la liberación nacional, que nace de la defensa de la condena de unos políticos burgueses y que busca la creación de un Estado catalán independiente. La voluntad o lo que creen defender aquellos que luchan en estas algaradas cuenta poco en relación a lo que toda reivindicación nacional prepara: guerras y conflictos imperialistas. La prueba para determinar la naturaleza de un movimiento no es su carácter violento o no, que no quiere decir nada, sino aquello que niega y pone en cuestión: no se niega un Estado nación construyendo otro. El Kurdistán es otro buen ejemplo de esto.

Podemos sacar algunas primeras lecciones sobre esta polarización social en curso, a partir de las «Diez notas sobre la situación revolucionaria» que habíamos escrito hace unos meses.

1) Casi todo el mundo está polarizado. Estamos entrando en el inicio de un cambio de época catacterizado por el enfrentamiento entre las clases, poniendo fin al largo período de reflujo de la década de los noventa. En realidad, estamos viviendo el desarrollo cada vez más intenso y fuerte de procesos de ascenso social de nuestra clase, que van desde el 2001 en Argentina al 2006 en Oaxaca (pasando previamente por Ecuador o Bolivia), desde las revueltas por el hambre en el 2008 en medio mundo al 2011, el año en que nuestra clase generalizó sus luchas desde el mundo árabe a España, Reino Unido, Estados Unidos o la misma Grecia.

2) El capitalismo no da más de sí. Estamos entrando en un período de revolución social porque el capitalismo está agotado como relación social: genera cada vez más humanidad superflua, expulsa trabajo vivo de la producción social, consume con creciente voracidad energía y materias primas para intentar resolver con más mercancías lo que pierde al expulsar trabajo humano. Sus crisis son y serán cada vez más catastróficas.

3) Las oleadas de lucha que emergen a nivel mundial (2001, 2008, 2011, 2019) no podemos entenderlas como eventos en sí mismos, como fotografías aisladas unas de otras. Se trata de la misma película, en el tiempo y en el espacio, que tiene un protagonista común: el viejo topo de la revolución que reclama con fuerza sus necesidades e intereses.

4) Las rebeliones y revoluciones tienen un carácter físico, material: se lucha por las necesidades inmediatas. Lo importante es analizar los hechos materiales que mueven las prácticas. Lo que el movimiento dice es importante, pero ahora es más importante lo que el movimiento hace, siempre y cuando la lucha surja de las necesidades inmediatas de nuestra clase: algo muy diferente de las luchas nacionalistas o político-electorales que se mueven completamente en el terreno de la política burguesa. La revolución inicia de un proceso de ionización en el que las moléculas sociales tienden a disponerse en un sentido de combate, polarizado, independientemente de la conciencia que tengan inicialmente de los fines de la lucha. Es lo que estamos viendo estos meses en las diferentes revueltas en curso. Nada que ver con la ilustración burguesa

5) Este marasma social, este choque de placas tectónicas tiene una raíz común y por eso tiende a hacerse cada vez más sincrónico. Se contagian unas revueltas a otras, desde Ecuador a Chile, de Sudán a Argelia, de Irán a Irak o el Líbano. La raíz común son las necesidades humanas que el capital ataca a partir de sus necesidades de reproducción.

6) Y, sin embargo, hay que entender que la apertura de una nueva época caracterizada por el enfrentamiento entre las clases no quiere decir que se abra un período insurreccional. Estamos aún muy lejos de esto, ya que un período insurreccional requeriría una determinación consciente, un programa, una voluntad reconocida por parte de nuestra clase: en definitiva, una inversión de la praxis que necesita de un nivel superior de organización, que necesita de partido, como explicaremos a continuación. Y aún con todo, es seguro que el choque de placas tectónicas al que estamos asistiendo será cada vez más intenso y constante, extenso y concentrado, a pesar de los reflujos que conocerá en los próximos años.

7) ¿Qué tareas nos podemos dar los revolucionarios? Estamos en el inicio de un nuevo período histórico en el que es muy importante que los procesos aprendan por sí mismos. Nuestro partido, como fuerza social que lucha por el comunismo, vive y se forma ya en el suelo de estas revueltas. Las minorías revolucionarias somos parte del proletariado y de estas luchas, no somos un partido a parte, sino aquellos que, como decía Marx, tratan de impulsar y llevar más lejos las determinaciones del movimiento, al mismo tiempo que tratan de clarificar teóricamente su práctica en torno a los objetivos generales de la clase. Como hemos dicho, que se inicie una nueva fase de la lucha de clases, un largo período de revolución social marcado por la crisis terminal del capitalismo, no quiere decir que el comunismo esté a la vuelta de la esquina. Estamos muy lejos de una situación revolucionaria: para ello es fundamental la capacidad del proletariado de constituirse en clase, en partido; es esencial la convergencia entre los procesos materiales de la lucha de clases y el programa histórico comunista que nace de esas mismas luchas. Por eso, las cuestiones de clarificación teórica y programática son hoy tan importantes. Nuestra lucha no está solo en las barricadas del presente, sino en las lecciones que se pueden extraer de las barricadas del pasado.

El camino es aún largo y, sin embargo, no puede haber vuelta atrás. Tenemos que vivir la pasión de la lucha pero también la lucha por la claridad teórica y programática.

Muchas veces, cuando debatimos en espacios «radicales» y aludimos a la necesidad de la revolución nos sentimos como alienígenas que hubieran desembarcado desde Marte. ¡Cómo! ¿La revolución? ¿Mundial? Vade retro: eso es totalitario, reaccionario. ¿Qué queréis? Pues no se trata ni de un deseo piadoso ni de un hecho de voluntad. Las revueltas y revoluciones serán un dato presente de nuestro tiempo histórico, cada vez más sincrónicas. No se trata de desear que se produzcan, puesto que lo hacen espontáneamente: se trata de dirigirlas en la perspectiva de la abolición de las clases, del Estado y de mercancía.

Por eso dedicamos estas notas a todos aquellos que habían arrojado la revolución al basurero de la historia, a todos aquellos que reducían al proletariado a masa manipulada y manipulable a voluntad, que sometían las necesidades inmediatas del proletariado, de la humanidad, a juegos de los movimientos del capital. No olvidemos jamás la fuerza y la potencia de nuestra clase.

Grupo Barbaria – Octubre del 2019

[Chile] LA REVUELTA SE EXTIENDE PESE A LA BRUTAL REPRESIÓN ESTATAL: ESTE LUNES 21 DE OCTUBRE VAMOS A LA HUELGA GENERAL POR TODO


Domingo 20 de octubre por la noche

Hace una semana, cuando el pasaje del Metro de Santiago alcanzó el estratosférico precio de $830 el incontrolado proletariado juvenil estudiantil –que tiene la virtud de negar en la práctica este mundo, negándose a cualquier tipo de diálogo con el poder- lanzó una ofensiva llamando a la “evasión masiva” autoorganizando un gran movimiento de desobediencia que contó desde el comienzo con una enorme simpatía por parte de nuestra clase, ya que este medio de locomoción colectiva es utilizado por al menos 3.000.000 de personas diariamente. El Estado respondió lanzando a cientos de policías de fuerzas especiales a resguardar las estaciones provocando duros enfrentamientos en el sistema de trenes subterráneos, que dejaron cientos de herid@s y detenid@s. El día viernes 18 de octubre se produjo la ruptura: en medio de una nueva jornada de protesta contra el alza de los pasajes, se comenzaron a cerrar totalmente desde las 15:00 horas, una a una, las líneas del Metro de Santiago lo que provocó un colapso nunca antes visto en el transporte urbano metropolitano. Ese día se encendió la chispa y la clase proletaria demostró su poder, cuando miles de personas se arrojaron a las calles desbordando a las fuerzas represivas y protagonizaron grandes disturbios en el centro de la ciudad que superaron cualquier previsión. El edificio corporativo de ENEL (empresa de electricidad que opera en Chile) ardió en llamas y varias estaciones de Metro corrieron la misma suerte. El Estado-Capital mostró su verdadera cara frente a la población, decretando el “estado de emergencia”, lo que implicó que los milicos por primera vez salieran a la calle desde el fin de la Dictadura producto de un conflicto social. Desde esa noche ya nada volverá a ser igual.

El día sábado desde el mediodía una convocatoria en Plaza Italia derivó rápidamente a una revuelta generalizada con tintes insurreccionales que llegó a todos los rincones de la ciudad, a pesar de la fuerte presencia militar en las calles. Y literalmente, el levantamiento se propagó por todas las ciudades de la región chilena. Así se multiplicaron como una mancha de aceite los cacerolazos, barricadas, ataques a edificios fiscales, sabotajes a infraestructuras estratégicas para la circulación del capital (plazas de peajes y tags en las autopistas, 80 estaciones de Metro parcialmente destruidas y 11 totalmente reducidas a cenizas, decenas de buses quemados, etc.), 130 sucursales bancarias dañadas, 250 cajeros automáticos destruidos, algunos asedios a comisarías y a un cuartel militar en Iquique, y lo que más ha irritado a la clase dominante: los saqueos a cadenas de supermercados y a grandes centros comerciales.

Frente a este panorama, que para nosotr@s es una fiesta, en donde el proletariado se está autoorganizando y enfrentando a su condición de extrema precariedad, se ha ampliado el “estado de emergencia” a aproximadamente una decena de ciudades que se han sumado a la lucha, en las que también se ha impuesto un implacable “toque de queda” controlado a punta de fusiles por la chusma militar y policíaca que cuenta actualmente con 10.500 efectivos que tienen carta blanca para disparar a matar.

Los saqueos y la satisfacción inmediata de las necesidades humanas

La sacrosanta propiedad privada fue cuestionada de manera radical por decenas de miles de proletari@s quienes se abastecieron de todo lo que pudieron en la mayoría de los supermercados y grandes multitiendas que han sido desvalijados totalmente, y en muchos casos incendiados, ante una aterrorizada burguesía que continuamente llama por medio de sus representantes a aplastar sin contemplación a lo que ellos denominan “un pequeño grupo de violentistas y vándalos”. Sin embargo, la realidad dista mucho de aquello, ya que, aunque lo nieguen continuamente, esto no se trata de una acción de minorías, sino de un fenómeno masivo que se ha expresado con una fuerza irrefrenable.

Quienes hemos sido despojad@s de todo y sobrevivimos como podemos, endeudad@s, sin poder llegar a fin de mes, en la práctica hemos afirmado que no tenemos por qué pagar para acceder a aquello que necesitamos para satisfacer nuestras necesidades. La reproducción de la supervivencia cotidiana mercantilizada en este modo de vida que nos imponen, está supeditada en todo momento a la acumulación de capital de la burguesía, a costa del trabajo asalariado y de la vida de miseria que debemos soportar día a día. Nosotr@s no hemos hecho nada más que expropiar lo que nos pertenece y nos ha robado toda la vida, y eso ell@s no lo pueden soportar. En definitiva, la revuelta generalizada significa reivindicarnos como seres humanos y negarnos como mercancías.

La prensa: voceros del capital y defensores de la mercancía

La prensa ha jugado un rol fundamental en la defensa del “sentido común” y encauzamiento de lo que se denomina “opinión pública”, es decir, la lógica dominante del sistema capitalista, en donde importan más las cosas materiales, la producción de mercancías, que las vidas humanas, haciendo hincapié una y otra vez, en la defensa del “orden público”, “los derechos de las personas”, la propiedad privada y la “paz social”, para justificar la masacre que están promoviendo el empresariado y los sectores más reaccionarios de la sociedad. A través de la tergiversación y/o el ocultamiento de la información, la propagación de mentiras y montajes, la criminalización de la subversión social, toda la prensa se ha hecho colaboradora del terrorismo de Estado: por todo esto deberán asumir las consecuencias. Algunos ejemplos de lo que afirmamos son los siguientes:

-Ocultar la cifra y los casos de asesinatos por parte de las fuerzas represiva, y no informar respecto a las reiteradas denuncias de “uso desmedido de la fuerza en detenciones, vejaciones a niñ@s, malos tratos, golpes en rostros y muslos, torturas, desnudamientos a mujeres y hombres y vejaciones sexuales”, tal como lo señala el Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH).

-Difundir que se han producido saqueos a “ferias libres” en algunas comunas como La Pintana, Puente Alto, entre otras, lo que es totalmente falso. Poblador@s han denunciado por redes sociales y medios de difusión alternativos que se trata de policías infiltrados que han intentado promover una lucha intestina en el seno de nuestra clase.

-Promover el temor en la población enfatizando que los saqueos también afectarán a viviendas particulares y pequeños negocios, cuando esto solo se trata de hechos totalmente aislados, y que nuestra clase debe rechazar categóricamente.

-Diferenciar entre “ciudadanos” y “delincuentes”, entre manifestantes “pacíficos” y “violentos”, apostando a la división y el aislamiento de los elementos más radicalizados que forman parte del movimiento y que están intentando brindar una orientación anticapitalista al desarrollo de la revuelta.

-Guardar un silencio cómplice en torno a los cortes de abastecimiento de agua que afectan directamente a varias comunas del sector sur de Santiago, que “sospechosamente” coinciden con los lugares en donde se ha desarrollado más frontalmente la combatividad contra el Estado/Capital, sus instituciones y donde se desprecia más rotundamente a la autoridad.

El gobierno reconoce 8 muert@s, pero sabemos que son muchos más

Mientras el presidente Sebastián Piñera afirma que “estamos en guerra contra un enemigo poderoso que no respeta a nada y a nadie”, el despreciable Andrés Chadwick, Ministro del Interior, en una escueta declaración hecha por televisión, afirmó que 7 personas habían “fallecido” –y no asesinados a manos del Estado-, sin señalar ningún detalle más. Nosotr@s que hemos estado presentes en la lucha y nos coordinamos con camaradas en distintos puntos del país sabemos que l@s muert@s son much@s más. Por redes sociales y medios de contrainformación han circulado videos y fotografías, que están siendo eliminados de internet sistemáticamente, de personas asesinadas por milicos y pacos en diversos lugares en donde se está combatiendo. Al menos nuestro recuento –aún sin poder confirmar debido a la deliberada campaña de ocultamiento y desinformación del Estado/Capital- llega a 16 personas: 1 persona en Quinta Normal, 2 en San Bernardo, 5 en Renca y 2 en la comuna de La Pintana, fallecidas producto de incendios en medio de los saqueos, 1 persona asesinada en Lampa producto de un atropello deliberado de la policía, 1 por disparos de los militares en Colina, 3 en la ciudad de La Serena y 1 en la comuna de Pedro Aguirre Cerda muerto producto de la represión policial. Este saldo parcial sabemos que puede ser aún mayor, ya que mientras escribimos rápidamente este texto, continúan fuertes enfrentamientos bajo el toque de queda con los milicos, pacos y PDI en múltiples focos de la región chilena.

La huelga general de este lunes 21 de octubre y algunas perspectivas

Mañana, lunes 21 de octubre, un conglomerado diverso de organizaciones de masas han llamado a una huelga general, la primera que puede ser altamente efectiva, afectando la productividad de manera directa, debido al colapso del sistema de transporte, al menos en la ciudad de Santiago. El Estado está haciendo todo lo posible para que la “gente vaya a trabajar”: han habilitado parcialmente la línea 1 del Metro, están intentando reforzar el servicio de buses, y han llamado a la población a ser “solidaria” para que ayude a sus vecin@s a llegar a sus puestos de trabajo. A la clase capitalista solo les interesa que produzcamos para ell@s, solo les servimos para producir y hacer circular sus mercancías y acrecentar su acumulación de capital. Por esta razón, hacemos un llamado a no asistir al trabajo y a participar activamente de la huelga, tal y como lo hace el Sindicato de Trabajador@s de Metro debido a la “represión policial y militar”. Además, creemos pertinente agitar las siguientes perspectivas:

-No caer en la dinámica de ponernos en contra de nosotr@s mism@s por comida, agua y la satisfacción de nuestras necesidades: ese es el juego del Estado, dividir para vencer. Para resolver nuestros problemas tenemos que organizarnos comunitariamente, no hay otra salida.

-Evitar que los partidos y la socialdemocracia se levanten como “representantes”, se apropien de la lucha y se sienten a dialogar con el Estado para apagar el fuego de la revuelta, intentando decantar la resolución del conflicto en cosméticas y superficiales reformas que no apuntan a erradicar la raíz de nuestros problemas que nos aquejan como clase.

-Ocupar los centros educacionales para hacer de ellos lugares de resistencia, debate, reunión y autoorganización, acopio de alimentos y medicinas, y espacios para atender a nuestr@s herid@s.

-Organizar asambleas de base en los territorios en donde se está desarrollando la lucha para resolver colectivamente orientaciones de la revuelta en curso.

-Exigir la libertad de los cerca de 1700 detenid@s que están siendo procesad@s por su participación en la revuelta.

¡A LA HUELGA GENERAL POR TODO!
¡VAMOS HACIA LA VIDA!

Algun@s proletari@s comunistas/anárquicos que participan de la revuelta

[Chile] Feliz primer día de nuestras vidas

Hoy despertamos a la vida. Hasta el lunes 14 de octubre, nos lamentábamos en la micro, en los trabajos, en las escuelas, en las reuniones familiares y de amigos, en los barrios, en las organizaciones autónomas emplazadas en distintos espacios del largo letargo que parecía ya una especia de rasgo inminente de las personas que viven en Chile, de la impotencia de ver nuestros esfuerzos diluirse en lo que parecía una infructífera actividad. Sin embargo, en el cotidiano, se escuchaba cada vez de manera más constante la hermosa queja, los reclamos por la escasez de agua que amenaza nuestra sobrevivencia, por la contaminación que asesina niños en las llamadas zonas sacrificio, por las miserables pensiones que lanzan al suicidio a nuestros abuelos, por los robos constantes de los tag y el transporte público, por la salud pública de muerte, porque a nadie le alcanza para llegar a fin de mes. Una desesperanza acompañaba ese lamento, desconfiábamos ya de la capacidad de despertar, de mirar la realidad y rebelarse de nuestra gente.

El impulso del pueblo de Ecuador y el arrojo de los secundarios fueron la chispa que encendió el dolor que llevábamos cada noche a nuestra cama, la angustia de no saber cómo resolver, cómo podremos seguir, cómo sobrevivir, porque nuestros cuerpos, cada día más enfermos, nuestras mentes cada día más aquejadas nos daban las señales que nos negábamos a aceptar, llenándonos de soluciones individuales que no nos alcanzan para resolver, nos cobijamos con terapias individuales y placebos varios, por un rato nos dejamos hundir por la no casual proclamación de nuestra pronta extinción, los discursos humano plaga parecieron los más sensato frente a la destrucción de la Tierra que nos presentaba en las pantallas la distopía frente a frente, la derrota de la humanidad ante el capitalismo, que no duda en intentar traspasarnos su responsabilidad.

Este lunes recién pasado, bandadas resplandecientes de secundarios parecieron iluminar nuestros corazones. Como nunca vimos a múltiples generaciones respaldar las acciones que desbordan el control y el orden, que amenazan la santísima propiedad privada. No queremos su paz, no queremos esta lenta agonía parecen clamar las ollas que se escuchan por toda la ciudad.

La clase capitalista y su aliada la prensa burguesa se lamentan, tienen todas las miradas y todos los oídos para chillar, para enojarse, para despreciarnos, pero hoy hemos decidido no escucharlos y han sido encarados como nunca en su mentira que les ha permitido depredar nuestra vida durante tantos años, depredar nuestras mentes, nuestros cuerpos, nuestra Tierra en la sociedad con más problemas psicológicos de Latinoamérica. Nosotros les decimos, no estamos dispuestos a quedarnos con nada, porque nos tenemos a nosotros y no los necesitamos.
Los oportunistas de siempre intentan adjudicarnos una demanda colectiva, circulan peticiones de nadie, cuando la realidad es que este levantamiento es espontáneo, no existe un listado de demandas que nos satisfaga, no tenemos representantes, cuando es la totalidad de la vida en el capitalismo los que nos asesina.

Siendo las 16. 30 de la tarde, la Intendeta Rubilar sostiene “ lo que necesita la gente es paz y tranquilidad”, añade que nadie pide que no se proteste con caminatas sin afectar el orden público, mágicamente todos los sectores políticos parecen reconocer el descontento acumulado, cuando hasta anoche nos llamaban delincuentes, negando nuestra urgencia de gritar, de acabar con todo. Cuando nos han robado nuestro tiempo de forma silenciosa tantos años. Están desesperados, saben que no tenemos miedo, nos enfrentan con su mayor arma los militares que hace poca década intentaron acabar con una generación de revolucionarios, pero la gente no retorna a sus casas, no queremos su paz, queremos vivir, vivir de verdad.

Las evasiones del metro iniciadas por los estudiantes han recibido el respaldo de los trabajadores del mismo, 41 estaciones fueron afectadas por las manifestaciones, varias de ellas han sido completamente destruidas, compañeros de distintas ciudades, San Antonio, Concepción, Iquique han respondido con solidaridad, la revuelta se expande, son convocados por este llamamiento.

Durante la madrugada, se declaró estado de emergencia: restringe la libertad de reunión y locomoción, salen los militares a la calle, esta tarde se suspende el transporte público en Santiago, el tren interurbano suspende su circulación a las diecisiete horas, cierra el ritail y es saqueado, los trabajadores portuarios se suman a la movilización, se suspenden las clases para las escuelas de varias comunas de la ciudad, se incendian municipalidades, comisarias, estaciones de metro.

A pocos minutos del toque de queda, luego de una extensa jornada, se ha evaporado la instalada idea de que somos un pueblo con miedo, nos mataron, torturaron, divulgaron nuestras imágenes mutiladas, nos culparon del horror, instalaron sus reglas, nos amordazaron, pero no han podido con nosotros.
Esperamos que este sea el inicio. Organicemos la comunidad de lucha, salgamos a la calle a encender barricadas, pero también a encender el tejido social que satisfaga nuestras necesidades, que evidencia lo que sabemos. Es imperioso alzar nuestras propias organizaciones, convocar a la asamblea de urgencia que responda a nuestras necesidades, opongamos a la amenaza constante capitalismo de caos, nuestra fuerza y organización, es ahora que la comunidad negada debe volver a resurgir entre las cenizas de la capital.

Compañeros y compañeras, debemos tener la lucidez de no dejarnos seducir por los discursos de paz, debemos gritar con más fuerza por la revolución humana, por la dictadura de las necesidades, por la abolición del capital. El capitalismo no nos ofrece nada mejor. El capitalismo es la muerte. Y esta noche estamos encendiendo la vida.

Feliz primer día de nuestra vida.

[Chile] Reporte desde la revuelta proletaria en Santiago + panfleto insurgente

La jornada de ayer, 18 de octubre abrió la caja de Pandora de la insurrección proletaria en Chile. Desde aquí en adelante, no se sabe que ocurrirá. El proletariado está en las calles y ni los milicos, ni los pacos pueden contrarrestar su emergencia descentralizada y anárquica. Hay barricadas y cacerolazos por todas partes. El alza del pasaje se ha mostrado como la punta del iceberg, pero en el fondo todos saben que esto era una bomba de tiempo. La precarización de la vida es inaguantable, la sequía se torna cada vez más grave, los precios para sobrevivir se han vuelto insultantes, sumado a que el 80 % de la población vive de la deuda y las pensiones se han demostrado como un fraude histórico. Indudablemente la insurrección en Ecuador fue un disparador para las grandes masas que se vieron identificadas con la furia de nuestros hermanos del norte. Motivos sobran.

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En las calles se respira rabia, indignación, y furia antipolicial, aunque también solidaridad, algarabía y éxtasis por encontrarse en las calles y en lucha codo a codo contra lo que nos oprime. Se han quemado decenas de micros, se incendió el edificio corporativo de ENEL (empresa privada multinacional del rubro eléctrico) 7 estaciones del metro calcinadas, múltiples saqueos a supermercados y comercios, el monumento de los pacos y su bandera prendida fuego. La ciudad ardió por los cuatro costados.

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Hoy 19 de octubre la cosa parece no parar. Piñera gasto el cartucho de los militares precipitadamente y en las calles la gente comienza a reunirse y cortar las avenidas, los cacerolazos comenzaron a medio día y prontamente se van transformando en protesta callejera. La opinión común es de miedo y rabia ante la presencia militar, lo que recuerda inmediatamente a la dictadura. Pero el ánimo está más fuerte que nunca, en el aire se respira lucha, estos días harán historia.

Desde las calles de Santiago, con el corazón en la mano y la pasión de ver arder el viejo mundo, hacemos un llamado internacional a la solidaridad y expansión de la revuelta. Sabemos que es el comienzo de algo hermoso pero no sin dolor, como la vida misma.

¡Hic rodhas hic Salta!

¡Vamos hacia la vida! Proletarios del mundo uníos contra la catástrofe capitalista, ahora es cuando!

PD: adjuntamos panfletos distribuidos durante las protestas callejeras del 18 y 19 de octubre.

Panfleto 19 de octubre tiro y retiro.

Panfleto 18 octubre tiro y retiro.

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[Ecuador] breve balance y perspectiva de las jornadas de lucha proletaria en octubre del 2019, al calor de los últimos hechos y debates al respecto

«El proletariado es arrojado a la lucha de clases por su propia naturaleza de clase asalariada y explotada, sin necesidad que nadie le enseñe nada; lucha porque necesita sobrevivir. Cuando el proletariado se constituye en clase revolucionaria consciente, enfrentada al partido del capital, necesita asimilar las experiencias de la lucha de clases, apoyarse en las conquistas históricas, tanto teóricas como prácticas, y superar los inevitables errores, corregir críticamente los fallos cometidos, reforzar sus posiciones políticas por medio de la toma de conciencia de sus insuficiencias o lagunas y completar su programa; en fin, resolver los problemas no resueltos en su momento: aprender las lecciones que nos da la propia historia. Y ese aprendizaje sólo puede hacerse en la práctica de la lucha de clases de los distintos grupos de afinidad revolucionarios y de las diversas organizaciones del proletariado.» Agustín Guillamón. Proletariado y clases sociales, hoy (2013)

A pesar de las debilidades, contradicciones, lastres ideológicos y errores prácticos que estuvieron presentes en el movimiento social real que protagonizó las recientes jornadas de octubre de este año en Ecuador, a saber: falta de radicalidad y autonomía frente al Estado Capitalista, aceptar el diálogo y la negociación con el gobierno, pedir la intermediación de la ONU, división entre algunas dirigencias y algunas bases del movimiento indígena, pacifismo de algunos sectores de este movimiento, deponer las medidas de hecho, pensar en nuevas elecciones de gobierno, ausencia de algunos sectores de trabajadores, presencia de algunos políticos oportunistas que quisieron pescar a río revuelto, discursos y símbolos nacionalistas y populistas, falta de claridad, organización y ofensiva; a pesar de esto, en los hechos lo que ocurrió en Ecuador durante los 11 días de Paro Nacional fue una verdadera revuelta proletaria con tintes insurreccionales que logró desafiar y hacer retroceder un paso al Estado burgués que controla este territorio. Se hizo lo que se pudo hacer, lo que las fuerzas realmente existentes permitieron hacer, ni más ni menos; concretamente, obligar a derogar parcialmente las últimas medidas de austeridad capitalista o el «paquetazo» impuesto por el gobierno de Moreno (el decreto ejecutivo 883), desde las calles ganadas mediante la lucha día tras día y noche tras noche. Pero, como dijo Marx, un paso adelante del movimiento real vale más que una docena de programas.

Esta victoria parcial del 13 de octubre (con cierto sabor a derrota por nuestros muertos y por la permanencia del actual gobierno de ladrones y asesinos y sus nefastas reformas laborales), fue el resultado de todas las acciones directas de masas realizadas desde el 3 de octubre: se tomaron instituciones gubernamentales, pozos petroleros, carreteras, hicieron marchas y cacerolazos, piquetes y barricadas, saquearon algunos comercios, quemaron regimientos policiales y tanques de guerra, capturaron y retuvieron policías y militares, le hicieron huir al presidente a Guayaquil, instauraron la Comuna de Quito como epicentro del Paro Nacional… Con tales acciones, en 11 días hicieron lo que no hicieron en 11 años. 11 días de ruptura parcial, temporal y precaria pero real de la normalidad capitalista, sobre todo al interior de las protestas mismas: ruptura del trabajo asalariado y la circulación de mercancías (por algo fue un paro), de la propiedad privada y el dinero, sustituyéndolas por la solidaridad y la gratuidad (en los centros de acopio y las ollas comunitarias); a lo cual le acompañó a toda hora la discusión y toma colectiva de decisiones en las asambleas, y la valiente autodefensa desde las barricadas contra la brutal represión de los perros guardianes uniformados de los ricos y poderosos. En pocas palabras, en esos 11 días de Paro Nacional lxs explotadxs y oprimidxs en lucha de este país crearon y vivieron embriones de comunismo y anarquía; embriones espontáneos, caóticos, contradictorios, localizados, de corta duración, pero reales. Todo esto no fue poca cosa, fue un acontecimiento histórico con eco mundial, considerando que las masas proletarias del campo y la ciudad de esta «mitad del mundo» estuvieron dormidas o inactivas durante tantos años, y ya no lo están más. Estallaron cual volcán y siguen calientes. Y lxs anticapitalistas autónomxs que participamos como una parte más de ellas, también.

Los muertos y heridos en combate por parte del terrorismo de Estado tampoco son poca cosa. No fueron «muertes accidentales», fueron crímenes de Estado. ¡Ni perdón ni olvido! Por eso, negarlos o hacerlos de menos es una falta de respeto y hasta una muestra de cinismo para con ellos, sus seres queridos y sus compañeros. Una actitud pésima y rechazable, no sólo de algunos derechistas sino incluso de algunos izquierdistas locales. Muy por el contrario, lo mínimo que hay que hacer en estos momentos de «post-guerra» de clases (porque lo que hubo aquí fue una guerra de clases que aún no termina) es: solidarizarse con los compañeros detenidos y con las familias de los compañeros caídos; denunciar y oponerse activamente al terrorismo de Estado/gobierno asesino, que en estos momentos está haciendo represión selectiva a modo de venganza contra miembros de organizaciones sociales que participaron del paro, por lo cual toca cuidarnos; estar alertas e impedir nuevas medidas de austeridad maquilladas y «focalizadas» (nuevo decreto ejecutivo); estar atentxs también al inicio de las privatizaciones para oponerse a las mismas, y a las movilizaciones anunciadas para fines de este mes contra las reformas laborales flexiblizadoras/precarizadoras aún vigentes; y, mantener la movilización y organización social que se dio espontáneamente para poder «acumularla», radicalizarla y generalizarla a mediano y largo plazos con una perspectiva autónoma y revolucionaria. En ese sentido, esto acaba de empezar. La lucha sigue. Hasta el fin. Porque no se trata de sobrevivir menos mal, sino de vivir de verdad. Y no se trata de cambiar de amo, sino de dejar de tenerlo.

Es la insatisfacción de necesidades concretas del día a día, y no una u otra ideología, lo que lleva a la clase trabajadora a enfrentarse a la clase patronal y su Estado. En el seno de esta lucha, surgen y se desarrollan minorías conscientes, organizadas y activas que se esfuerzan por mantener viva la memoria, las lecciones y la llama rojinegra de la revolución proletaria. Pero una cosa es ser revolucionario y «ensuciarse las manos» en la lucha de clases real y contradictoria, estar ahí «donde las papas queman», viviendo la solidaridad y la combatividad de nuestra clase proletaria en carne propia, aportando y aprendiendo lo más que se pueda (tanto en las barricadas como en los centros de acopio y las asambleas), siempre con autonomía y criticidad, al mismo tiempo que con humildad y sin prejuicios ideológicos ni huevadas personales o grupusculares; y otra cosa es decir ser revolucionario desde la comodidad de la cama, la pantalla, el escritorio o la vereda, además desde una ideología eurocentrista/racista, obrerista, pacifista y purista que dice ser «comunista» e «internacionalista». O desde una ideología «marxista-leninista-maoísta» a «la vanguardia». O desde una ideología «anarquista» nihilista o valeverguista. Da igual. La revolución social no es un hecho ideológico sino un hecho real o material y, por lo tanto, impuro y contradictorio, que hay que saber asumirlo como tal mientras se está luchando codo a codo junto a las masas y otras minorías, porque así toca hacerlo contra el enemigo de clase común cuando estalla la guerra social como aquí estalló.

Obviamente aquí y en todas partes falta mucho para la revolución comunista anárquica mundial propiamente dicha, aún no existen las condiciones y las fuerzas para ello, pero por algo se empieza después de tanto letargo histórico. La emergente y actual lucha proletaria en Ecuador (las masas indígenas son parte de las masas proletarias del campo, no «un sector no explotador», además que también salimos a luchar las masas proletarias de la ciudad) es parte de toda una oleada internacional de luchas proletarias (Haití, Hong Kong, Francia, Argelia, Irak, etc.) que hoy por hoy está cerrando un ciclo histórico de contrarrevolución (con medidas de austeridad y represión estatal a la orden del día en todas partes) y abriendo un nuevo ciclo de ascenso e intensificación de la lucha de clases, en medio de la actual crisis capitalista mundial.

El papel de las minorías revolucionarias en todo esto, como siempre, es contribuir a desarrollar la autonomía y la ruptura proletaria en todo sentido, es decir contribuir a que lxs explotados y oprimidxs podamos liberarnos por completo y de raíz del Capital y del Estado con cabeza y mano propias; y, a que nos reapropiemos del programa invariante de la revolución social, forjado al calor de la lucha histórica del proletariado mundial, para hacerlo realidad de una vez por todas: abolición y superación de la propiedad privada, el trabajo asalariado (en todas sus formas), el valor, el dinero, las clases, el Estado, el mercado, las patrias, las razas, los géneros y toda otra forma de separación y opresión entre los seres humanos y sobre la naturaleza, para así poder vivir en comunidad y libertad reales.

Pero eso sólo es posible participando en las luchas sociales reales, metiendo y «ensuciándose las manos», cometiendo errores y aciertos, pasos en falso y pasos en firme, avances y retrocesos, victorias y derrotas; siendo parte activa e incidente de las masas en revuelta, de la clase explotada y oprimida en pie de lucha por sus necesidades materiales, para desde ahí (y no desde la ideología, la comodidad ni el cinismo) poder sacar y aplicar las lecciones empíricas y teóricas aprendidas, para desde ahí poder criticar y superar en la práctica nuestras debilidades y contradicciones con la perspectiva clara y firme de hacer la revolución hasta el fin, es decir hasta derrocar todo este sistema de explotación, miseria y muerte. Por ello, desde la resistencia y la dignidad que sólo la lucha otorga, decimos: por nuestros muertos y nuestras vidas, ¡ni un minuto de silencio, toda una vida de combate! ¡La solidaridad es nuestra mejor arma y les hará temblar de nuevo!

 Un@s proletari@s cabread@s de la región ecuatoriana por la revolución comunista anárquica mundial
Kito, 17 de octubre del 2019

 

[Folleto] Diez notas sobre la perspectiva revolucionaria

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Estas notas pretenden responder a dos necesidades históricas a través de las cuales las minorías revolucionarias han pensado sus tareas. Por una parte, el comunismo es un movimiento real que abole el estado de cosas existente. Cuando hablamos de revolución, de clase o de partido estamos hablando de realidades que nacen de las contradicciones del capital, del suelo mismo de la sociedad capitalista, de antagonismos sociales que se desarrollan, como el magma volcánico, por la acumulación incesante de contradicciones materiales y sociales. Estas contradicciones provoca el enfrentamiento entre las clases, un enfrentamiento que tiene lugar mucho antes en los hechos que en las cabezas de sus protagonistas: el ser antecede a la conciencia. Por otra parte, las minorías revolucionarias siempre han tratado de analizar y comprender el período histórico, en su sentido amplio y mundial, en que se encuentran. Es lo que pretendemos hacer en este material semielaborado, en el que sostenemos que estamos entrando en un nuevo período de ascenso de la lucha de clases, un período caracterizado por el reinicio de la experiencia histórica del proletariado a través de una agudización de la lucha de clases.

Panfleto directo desde las entrañas de la guerra de clases en Ecuador

De unos compas de Ecuador:

Ecuador, 9 de octubre de 2019: 7mo día de Paro Nacional y 1er día de Huelga General. Panfleto de un@s proletari@s cabread@s de la región ecuatoriana por la revolución comunista anárquica mundial, desde «donde las papas queman»:

Estamos luchando en las calles junto a las masas proletarias de la ciudad y del campo. No hay tiempo ni copiadoras disponibles para sacar y repartir este panfleto en papel. Es más agradable y provechoso vivir la experiencia de la rebelión que escribir acerca de ella.

Hicimos huir al presidente-títere de los empresarios y banqueros ladrones del Palacio de Carondelet y nos tomamos la Asamblea Nacional, mediante acciones directas masivas y redes de solidaridad de clase, a pesar del terrorismo de su Estado (estado de excepción, brutal represión policial y militar, cientos de detenidos, decenas de heridos, varios muertos, toque de queda).

No sabemos cuándo ni cómo va a concluir la situación actual. Pero sí sabemos que la lucha social continúa y debe continuar, teniendo claro y firme las siguientes reivindicaciones mínimas e innegociables:

* Derogar todo el paquetazo económico, no sólo el alza de pasajes.

* Derogar el estado de excepción y el toque de queda.

* Derrocar todos «los poderes» del gobierno de Moreno, sus jefes y sus secuaces.

* No negociar ni ceder con el Estado de los ricos y poderosos que nos matan de hambre y a bala. No dejarse robar por la burguesía y los políticos oportunistas de derecha ni de izquierda el poder que hemos ganado en las calles estos días. No exigir nuevas elecciones y nuevo gobierno. Ya basta del mismo libreto político de mierda de siempre. Autogobierno de las masas.

* Mantener las Asambleas en todas partes para autoorganizar la movilización, la solidaridad, el abastecimiento, la salud y la autodefensa de nuestra gente.

* Exigir la devolución de todo el dinero robado por empresarios, banqueros y políticos, para poder mejorar las condiciones de vida de la clase trabajadora del campo y la ciudad.

* Expulsar a la Minería y al FMI.

* Liberar a los compañeros detenidos.

* Romper el cerco mediático y denunciar el terrorismo económico y policial del Estado.

* Llamar a la solidaridad de clase internacional concreta en todo el mundo.

Proletari@s en lucha de este país:

Ganemos o perdamos, hemos despertado del letargo histórico, respondido a los ataques de todo tipo de la clase dominante, hecho cosas que no se han hecho en muchos años, y estamos aprendiendo en la práctica varias lecciones importantes durante estos días de intensa lucha de clases.

Ganemos o perdamos, mantengamos encendida la llama de la lucha proletaria para poder construir y sostener a mediano y largo plazo una fuerza social autónoma con la capacidad y la claridad necesarias y suficientes para tomar el poder no del Estado burgués, al cual hay que destruirlo de raíz, sino sobre nuestras vidas. Para hacer la revolución social hasta el fin, es decir la abolición y la superación positiva de la propiedad privada, la mercancía, el trabajo asalariado, el dinero, la sociedad de clases, el Estado, la patria y toda forma de opresión entre los seres humanos y sobre la naturaleza.

¡No se trata de sobrevivir menos mal, sino de vivir de verdad!

¡No se trata de cambiar de amo, sino de dejar de tenerlo!

¡Viva el Paro Nacional y la Huelga General!

¡Guerra de Clases e Insurrección!

¡Comunas Libres en todo el país!

¡Por la Transformación y la Comunización de Todo lo existente!

¡Vamos hacia la Vida!

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Si estás de acuerdo, favor difundir. Copia y pega. Contrainforma. Resiste y protesta desde todos los frentes de lucha.

[Ecuador] Breve análisis del «paquetazo» y las próximas protestas en este país desde la crítica radical

La organicidad que traspasa fronteras es la norma, y cuando se impone la calma en un país, el proletariado de otra región toma el relevo. -Proletarios Internacionalistas-

El polvorín social que actualmente recorre el centro y diversas  provincias de la finca ecuatoriana, no es algo repentinamente casual, y es por eso que desde los años 2014 y 2015 ya habían acontecido revueltas proletarias en esa región como respuesta a los ataques que impone la dictadura de la economía.

Este mes de octubre del 2019, el combate en las calles y la solidaridad ejemplar que se ha gestado entre oprimidos, revive el conflicto tras unos breves años de paz social.

Sin duda, esta situación regresó a primer plano en la palestra una realidad que buscaba ser nublada por la burguesía y sus ideólogos: la realidad de la lucha de clases, que ante los hechos, propios y extraños tuvieron que callarse, cuando antes ladraban acerca de la superación de todo enfrentamiento de clase.

Los acontecimientos de Ecuador, pese a todas las contradicciones y debilidades que el proletariado pueda arrastrar en este proceso; afirman nuevamente una realidad concreta: que el proletariado no es un concepto ambiguo, pasajero ni de identidad elegida; es la condición material y concreta de los que no poseemos más que manos y cerebro para vender al capitalista. Y que la lucha no es de ideologías “buenas” contra ideologías “malas”, es la lucha del proletariado revolucionario contra la burguesía y su Estado, es la lucha de una clase desposeída y dominada contra el armatoste de la sociedad que la aprisiona, más allá de cualquier aspiración redentora por obra de una “bonita idea”.
Es una labor de repetida tergiversación de la realidad donde la burguesía, sus voceros ideológicos y sus medios nos dirán que “somos clase media, ciudadanos, indígenas, estudiantes, ecuatorianos, venezolanos”… toda esa parafernalia solo tendrá el objetivo de que nuestro potencial subversivo sea atomizado, parcelado e impotente… y así poder ser canalizado para que pidamos más democracia, más reformas, mejores gobernantes… en suma, unas migajas efímeras para seguir en el vertedero.
Analistas políticos dicen muchas cosas, se atascan periódicos, páginas web, programas de tv y radio de bastante palabrería de todo tipo. Al fin de cuentas nadie dirá lo debe decirse: que ya no podemos ni queremos vivir así, bajo las imposiciones de la clase dominante y su sistema de reproducción de estas nauseabundas condiciones de existencia, y que por ello, la única solución para terminarlo es destruyendo la raíz de todo esto.

Los ideólogos orates que llaman al dialogo, la calma y a buscar vías de paz. Evidencian en estos momentos lo obsoleto de su discurso, pues son los hechos los que demuestran que cada vez que los trabajadores, los parados y los precarios se llenan de valor para expresar su rabia, ahí sin falta estarán los gases lacrimógenos y las balas de goma, las masacres, los asesinatos y las detenciones, las cárceles estarán copadas, los guettos llenos de droga y violencia. Todo para calmarnos, callarnos, reprimirnos, porque lo que más teme la burguesía y su Estado, es al proletariado en lucha.

En todo caso, durante estos últimos años de crisis social mundial hemos atestiguado la ruptura de la cotidianeidad burguesa, ya nada es lo mismo, y poco a poco se va configurando en las mentes de los obreros, los parados, los inmigrantes ilegales, los presos, etc., que del Estado ya no se puede esperar nada, más que su ataque, que ya sea la izquierda o la derecha en el gobierno, la porra del policía siempre caerá en la jeta del quien tiene hambre, está endeudado y tiene que trabajar para sobrevivir. Y esto ya lo hemos visto, desde Europa, Asia, el Norte de África hasta América Latina, la normalidad ya está rota.   [Materiales]

Nota breve del 05/10/2019, 3er día del Paro Nacional: fuertes protestas sociales con acciones directas y brutal represión policial y militar en todo el país bajo estado de excepción. La lucha proletaria aquí y ahora sigue y seguirá al menos hasta que se derogue todo el paquetazo (no sólo el alza de pasajes) y que se vaya todo este gobierno burgués. Actualización de los últimos hechos en curso pendiente y apenas sea humanamente posible desde las calles.

Reproducimos a continuación un material a manera de posicionamiento y balance realizado por compañeros de aquella región, el cual ha circulado en las calles durante estos días.

***

Las últimas medidas económicas del gobierno ecuatoriano son medidas de austeridad en tiempos de crisis capitalista, que las han aplicado y las aplican gobiernos de derecha o «neoliberales» y gobiernos de izquierda o «socialistas del siglo XXI» de todo el mundo por igual, porque eso es lo que les determina a hacer la lógica misma del modo de producción capitalista, el cual se fundamenta en, o vive a costa de, la explotación de la clase trabajadora. En efecto, en tiempos de crisis el Capital siempre aplica en todas partes la misma política económica contra nuestra clase: ajuste de cinturones o mayor empobrecimiento, y aumento de la explotación.
En el caso concreto del último «paquetazo» de Moreno, lo primero lo consigue aumentando el costo de la vida debido al aumento del precio de la gasolina (pues aquí se sabe que «si sube la gasolina, sube todo»); y lo segundo, con todas las reformas laborales flexibilizadoras y precarizadoras impuestas (reducción de sueldos, de pensiones jubilares, de vacaciones, de personal, contratos flexibles, teletrabajo, etc.).
Por lo tanto, el problema no es sólo el «paquetazo» ni el gobierno «neoliberal» de Moreno ni el FMI. El problema de fondo es cómo el Capital nos ataca directa y avasalladoramente a la clase trabajadora en tiempos de crisis, y cómo podemos responder. La lucha es el camino, sin duda. Pero también es necesario analizar autocrítica y estratégicamente la lucha de nuestra clase.
Así pues, cuando al calor de la misma lucha concreta el proletariado desborda el terreno democrático y ciudadano, que es el terreno de lucha de la burguesía y su Estado, así como también el encasillamiento por parte de los sindicatos y partidos de izquierda que sólo quieren cooptar y dirigir la lucha proletaria para poder negociar con la clase dominante sus propios fines particulares y arribistas; cuanto esto pasa, la respuesta más contundente y legítima de la clase trabajadora frente a estos ataques de austeridad del Capital-Estado ha sido, es y será la acción directa, autónoma y antagonista por defender e imponer nuestras necesidades vitales concretas, o al menos pelear por que los ricos y poderosos no empeoren aún más nuestras ya malas condiciones materiales de existencia.
Llegado este punto, las reivindicaciones y las protestas de la clase trabajadora se generalizarían y radicalizarían, y ya no sólo el gobierno sino que todo este sistema no podría cumplir esas demandas sociales «imposibles»; sólo el derrocamiento de este sistema, del Capital y el Estado, lo podría hacer, y entonces se lucharía por esa salida revolucionaria de la crisis capitalista. Pero todavía falta mucho para ello aquí y en todas partes, sobre todo en este país donde el acumulado histórico y el nivel de la lucha de clases, a pesar de ciertos episodios rescatables, ha sido en general bajo e inconstante.
Por lo pronto, salir a protestar con las consignas «abajo el paquetazo», «abajo Moreno» y «abajo el FMI», «construir afinidad en las calles», y hacer todo esto de manera colectiva, más o menos organizada, más o menos autónoma, más o menos combativa… es necesario y está bien; pero hay que ir más allá (como se dijo esta noche en una asamblea por ahí): «abajo el gobierno», «abajo los empresarios y los banqueros», «que se vayan todos, que no quede ni uno solo», «abajo el Capital, abajo el Estado, abajo los gobiernos y todos sus lacayos».
Revertir el «paquetazo» y derrocar a Moreno (como se ha derrocado a Bucaram, Mahuad y Gutiérrez en años anteriores) serían reales «victorias» para el posible y nuevo «movimiento» de protestas sociales en este país. Pero, siendo objetivos, aquí y ahora no existen las condiciones y las fuerzas sociales reales, el nivel de lucha de clases real para ello, aunque por algo se empieza. Puede ser que este gobierno de empresarios y banqueros se salga con la suya, pero la lucha de la clase proletaria en las calles tratará de impedírselo y no será en vano. La lucha es el camino y ahí mismo, luchando, se aprende, en especial de los golpes y las derrotas, a fin de transformarlas en su contrario en próximas batallas.
El hecho de que mañana se reactive la protesta social en este país que ha estado tan «dormido» en ese aspecto durante la última década no es poca cosa. Al contrario. Impulsadas por las fuertes y ejemplares protestas de las últimas semanas de septiembre en Bolívar y Carchi, mañana podrían comenzar las jornadas de octubre o jornadas octubrinas del 2019 en Ecuador. La protesta será creciente y es posible que haya saltos. Algunas organizaciones sociales ya declararon que el 3 de octubre es el día del inicio del «paro nacional». Y ya hay algunas protestas en algunos puntos del país. Veamos qué pasa desde mañana que se vuelven a calentar las calles…
Hay que salir a protestar, sí, pero teniendo claro que este es sólo el comienzo y que hay que ir más allá. Teniendo claro, en última instancia, que los ricos y poderosos no van a pagar la crisis; que ésta no es sólo nacional y «neoliberal», sino mundial y capitalista; que ésta no se eliminará de raíz y definitivamente sino es eliminando al capitalismo, el cual nos seguirá atacando y empeorando nuestras vidas con más crisis y medidas de austeridad; que falta mucho para ello, para un nuevo ciclo (internacional y local) de luchas proletarias que altere la correlación de fuerzas sociales y le imponga al sistema capitalista una situación de crisis revolucionaria; y que, al mismo tiempo, por algo se empieza en la lucha por defender las necesidades humanas de la clase trabajadora contra las necesidades de explotación y acumulación del Capital. Pase lo que pase, en términos de lucha, organización y consciencia, alguna lección y alguna llama encendida dejarán estas próximas protestas para la clase trabajadora en esta «mitad del mundo». Ya es hora. Veamos qué pasa desde mañana en las calles…

Un proletario cabreado de la región ecuatoriana
Extraído de:
http://proletariosrevolucionarios.blogspot.com/

DEFORESTACIÓN

Los incendios en la selva amazónica comenzaron la primera semana del mes de julio de 2019. Estos incendios, sumados a los anteriores del mismo año, conforman la mayor cantidad de fuegos registrados en la región desde que se comenzó a llevar registro en 2013 y un 80% más respecto al año pasado. Cuando hablamos de deforestación nos referimos también a las más de 40.000 especies de plantas, 1.300 tipos de aves, 426 diferentes de mamíferos que viven en la selva tropical del Amazonas, la más grande del mundo, con 6,7 millones de kilómetros cuadrados. A aquella cantidad de mamíferos que intentan ilustrar un “santuario natural” hay que agregarle uno más: las personas que habitan allí, y no solo comunidades indígenas.

La magnitud de las miles y miles de hectáreas quemadas es tal que el humo cubrió el cielo de la ciudad de São Paulo provocando una oscuridad general en plena tarde. Por aquellos días las cenizas se vieron incluso en la ciudad de Rosario al amanecer. Desde la percepción urbana el humo y las cenizas son un indicador de una gravedad que no alcanzamos a dimensionar.

Salir a rebatir que la destrucción del área selvática más importante del planeta no es consecuencia del gobierno de Bolsonaro, sino del capitalismo, parecería a estas alturas cuanto menos ridículo. Cualquiera que lea un par de noticias despegando los ojos de la televisión o de los memes que llegan a la pantalla del celular podría sacar esta conclusión, pero no. Resulta que la ideología dominante no es dominante por que sí. Lo que se nos aparece abiertamente como la mayor destrucción de la naturaleza de estos tiempos no es sino un episodio más en la relación que este sistema de producción tiene con el mundo, su forma de concebirlo: como un recurso de donde extraer más y más valor, más ganancia, más capital. El pulmón de la Tierra está ardiendo y no podemos revertirlo. Quizás por eso, los primeros días del incendio, desde la impotencia llamaron a rezar por la Amazonía.

Está claro que a los políticos en oposición, en pleno o futuro mandato, no les importa la selva, ni su deforestación. La tierra es mercancía tanto para quienes la deforestan como para quienes operan políticamente con el discurso sobre la irresponsabilidad de la deforestación. El señalamiento del criminal sirve para ganar la próxima elección, la “preocupación por la Amazonía”, también. Pero hay un “pequeño problema”: el discurso se puede seguir reinventando, sin embargo, el bosque arrasado no regresa por incluirlo en un nuevo discurso.

Desde el progresismo, el populismo o la izquierda del capital, reducen la catástrofe a una oposición política, a un “fuera Bolsonaro”. Y desde el ecologismo posmoderno nos incitan a aportar individualmente, votando mejor, no comprando a grandes empresas, modificando el consumo. «Los consumidores deben reducir sus posibilidades humanas de protesta colectiva y lucha social a una actitud individual: consumir o no consumir, consumir más o menos. En ambos casos el problema que se desprende es uno y el mismo: cuando se habla con el lenguaje del amo necesariamente se defienden sus reglas… En perfecta igualdad democrática un proletario cualquiera y un burgués de la industria química tienen la misma responsabilidad según la visión de quienes destruyen el planeta y de los ecologistas que administran la catástrofe.» (La Oveja Negra nro. 41, Ahorro energético y disciplinamiento)

Sin entrar en un análisis pormenorizado, una vez más vemos cómo se desvanece la “oposición” entre los distintos gobiernos que se presentan como progresistas o de izquierda, por un lado, y de derecha o fascistas, por el otro. Uno de los focos del actual incendio afecta la zona del Bosque Seco Chiquitano, en la región dominada por el Estado de Bolivia, cuyo presidente Evo Morales aprobó un decreto supremo el 10 de julio pasado autorizado en los departamentos de Santa Cruz y Beni el desmonte para actividades agropecuarias, el que se suma a una ley de 2016 que permite la quema de hasta veinte hectáreas de pastizales para pequeñas propiedades y propiedades comunitarias.

En el año 2009 el gobierno de Lula Da Silva privatizó 670.000 km cuadrados de la selva amazónica. El mecanismo progresista de entregarles gratuitamente parte de estas tierras a pequeños productores (y vender el resto) hoy muestra los resultados reales. El objetivo es ampliar las fronteras agrícolas, ampliar la zona explotable para el Capital. Bien aclaró el propio Bolsonaro frente a los intentos de “proteger” la Amazonía por parte de Europa, y especialmente del gobierno francés: «si seguimos con áreas protegidas y regiones indígenas se termina el agronegocio en Brasil y si se acaba el agronegocio se acaba nuestra economía».

Sin ir más lejos, durante toda la “década ganada” nuestra región sufrió el récord de desmonte por motivos agropecuarios, mientras se daba la bienvenida a nuevas inversiones de Monsanto y la minera Barrick Gold. Pero esto tampoco es propio de un gobierno en particular. En la Provincia de Santa Fe, por ejemplo, se pasó de tener casi 6.000.000 de hectáreas de bosques en 1935 a 840.000 en 2002, es decir, en ochenta años se “perdió” un 82% de bosques nativos. «Nada se pierde todo se transforma» dirán los eslóganes apaciguadores de la autoayuda, y en algo tienen razón, bajo la lógica de este sistema no se pierde nada mientras se transforme en valor: esos bosques fueron sistemáticamente destruidos para la ganancia.

Remarcar lo mismo a veces es necesario frente a lo invariable del Capital. En marzo de 2012, en el segundo número de este boletín, podíamos leer: «La producción capitalista es intrínsecamente depredatoria con el medio en que se desarrolla. Desde la génesis misma de este sistema perverso, la explotación de elementos naturales tenidos en cuenta como meros “recursos” (carbón, caucho, petróleo, entre los primeros) es una constante que arrasa la biodiversidad por doquier. En la región argentina, como país casi exclusivamente agroexportador, la modificación del bioma ha sido constante desde finales del siglo XIX. La región pampeana ha sido modificada en más de un 90% como causa de la explotación agropecuaria.»

Cuando se nos incita a echarle la culpa a Bolsonaro lo que se está haciendo es invisibilizar esta parte del problema, que la productividad del Capital se basa en este tipo de desposesiones y destrucciones, que todos los gobiernos son capitalistas, y que esto significa más desalojos, más asesinados, más desaparecidos. Nos llevaría varias páginas recordar todos los militantes, activistas y comunidades hostigadas y perseguidas por la defensa de la tierra. Por no hablar de los asesinados que hoy no están para defender la selva de las garras de la ganancia, desde la región mexicana hasta la Patagonia a ambos lados de las fronteras, pasando por Colombia con el triste récord de tener la mayor cantidad de referentes sociales asesinados en este continente durante los últimos años.

Hacia fines del año pasado advertíamos, como adelantándonos a estos tristes días de destrucción y de renovada indignación: «Fue bajo los gobiernos del PT, y no bajo gobiernos fascistas, que la deforestación de la Amazonía alcanzó el “punto de no retorno”. Bolsonaro ha llegado a poner orden luego de que la socialdemocracia progresista trabajó duramente justamente para el progreso ¡del Capital! Que la próxima vez no nos sorprenda tanto. No se trata de sabérselas todas ni de extremismos, sino de la posibilidad de hacer algo a tiempo y no lamentarse cuando ya es demasiado tarde» (La Oveja Negra nro. 59, Brasil: Progreso y orden). Lo que nos seguimos preguntando es ¿cuándo será demasiado tarde? Porque así como la indignación y la sorpresa se renuevan también lo hace nuestro margen de soportar lo insoportable.

«Los últimos años de gobiernos progresistas en la región latinoamericana han demostrado la profunda implicación de la izquierda y el progresismo en el desarrollo capitalista. No solo no han cuestionado los modelos productivos heredados, sino que los han profundizado enormemente. El extractivismo con monocultivos transgénicos y agrotóxicos, la carrera energética que desconoce todo tipo de límites e impulsa proyectos como el de Vaca Muerta en la cuenca Neuquina, y planes megalómanos de infraestructura para el transporte como el IIRSA,(1) son algunos de los principales ejemplos… La huida desbocada y hacia adelante que nos presenta el capitalismo, no es obra de la mente de unos pocos millonarios de derecha o de izquierda. Ellos mismos están subidos a un caballo incontrolable con sed de ganancias. Controlarlo tirando las riendas más a la derecha o más a la izquierda, es una fantasía. El Capital se dirige hacia nuestra ruina en su carrera por multiplicarse, porque si deja de crecer muere. 

La raíz de los problemas no es cuestionada y nuestra imaginación es destruida. Nos llaman a opinar sobre cada detalle, para que así no tengamos una noción de la totalidad. Nuestros enemigos más evidentes y nuestras acciones más directas se diluyen en problemas de expertos.» (Estos párrafos son extractos de un folleto que repartimos en la ciudad de Rosario durante el acto del 1° de Mayo del 2017).

Lo más aterrador de estos momentos no es ver arder la selva, es que el fuego no se prenda en barricadas que hagan frente a la destrucción, es seguir aguantando lo inaguantable, es seguir eligiendo el mal menor. Lo más preocupante es la incapacidad de los seres humanos de imaginar algo distinto a la vida en el capitalismo, justo en el momento en que esta forma de vida se está cayendo a pedazos. La deforestación de la imaginación es tan peligrosa como la deforestación de la Amazonía, porque la deforestación de la imaginación significa la deforestación de una imaginación antagonista. Solo es posible una deforestación de la Amazonía sobre una avanzada deforestación de la rebeldía, de la imaginación en acción.

Nota:
(1) El plan IIRSA (Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana) se propone trazar líneas para el transporte de mercancías sobre las tierras y aguas de Suramérica como si se tratase de un mapa. Todo esto es impulsado por la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) cuyo presidente en 2017 fue Nicolás Maduro y en la actualidad es Evo Morales.
La oveja negra N° 65

 

SOLIDARIDAD – MEMORIA – REBELDÍA

De la desaparición y asesinato del compañero Santiago Maldonado aún quedan marcas en las calles de muchas ciudades. Afiches a medio arrancar, pintadas, esténciles y, aunque ya pasaron dos años, se nos sigue queriendo convencer de que “lo de Maldonado ya pasó”. Pero no, ahí están presentes sus más cercanos con el recuerdo de su sonrisa intacto. También siguen las luchas por su memoria –aunque con menos intensidad–, así como el conflicto mapuche donde cayó en combate y la lucha por la justicia que emprende su familia y organismos de derechos humanos.

Si bien en la masividad y en lo mediático ha quedado relegado, no sucede así para muchos compañeros y compañeras que hemos continuado realizando una acción constante por la memoria de Santiago y de todo lo ocurrido, con infinidad de actividades y materiales de difusión.

La solidaridad en torno al conflicto mapuche en Cushamen, el encarcelamiento de Facundo Jones Huala y el asesinato de Santiago Maldonado. La posterior recuperación en Lago Mascardi y el asesinato de Rafael Nahuel, pusieron sobre la mesa varios aspectos de la lucha que, aunque nada nuevos, parecían haber quedado en el olvido por esta región: la acción directa, la autonomía, la capucha, el piquete, la crítica del Estado, la democracia y la propiedad privada.

Para muchos de los que defendemos y no hemos abandonado esa perspectiva de lucha, significó un punto de encuentro, una actividad común en muchas ciudades. Es decir, una lucha en común con una perspectiva común. Esto fue posible, incluso en la distancia geográfica, por un lado, por la persistencia y permanencia de grupos y personas que no se dejaron llevar por la avalancha ciudadanista y reformista que barrió con la gran mayoría de los que se han denominado movimientos sociales. Por el otro, gracias a las expresiones de ruptura que reaparecen constantemente en el seno de nuestra clase, sobre todo en los momentos de lucha donde todo se tensiona.

Estos álgidos momentos nos dan una bocanada de aire fresco frente a la sofocante normalidad. Nos permiten poner en práctica las reflexiones de luchas pasadas, así como obtener otras nuevas. Nos permite encontrarnos, conocernos y reconocernos.

Consideramos necesario hacer una reflexión crítica sobre las luchas, coordinaciones y comunicaciones que se dieron en estos dos años. Evidentemente la dificultad de ello radica en la extensión y diversidad de este proceso. Por eso, si bien abordamos lo que conocemos más de cerca por haberlo realizado, también creemos necesario referirnos a esa acción común que, aunque descentralizada geográficamente, comparte una sensibilidad y una proyectualidad. Trataremos de asumir un compromiso profundo, intentando no ser voceros de nadie, pero hablando desde un “nosotros” más amplio, ya que nos asumimos parte de la lucha de otros tantos compañeros en distintos lugares del territorio.

Reflexionar sobre la lucha es inseparable de la misma. No son dos momentos, se trata de una acción conjunta, un movimiento común y continuo.

¿Qué características tiene la lucha por la memoria y la verdad que no pide justicia al Estado? ¿Cómo continúa la lucha antirrepresiva? ¿Qué lecciones sacamos tras dos años de coordinaciones más amplias? ¿Cómo sigue la lucha en las comunidades mapuche? ¿Qué proyectualidad tiene la lucha por y más allá de Santiago? Sigue leyendo

[Folletos] Tesis sobre la Guerra de España

Les dejamos a continuación con dos folletos en PDF que compilamos con textos de Agustín Guillamón, ambos  acerca de los acontecimientos del 19 de Julio de 1936 en Barcelona, así como su posterior desarrollo.

De los comités de defensa al análisis de los órganos de poder de la Revolución de 1936 / Los Amigos de Durruti

Tesis sobre la Guerra de España y la situación revolucionaria creada el 19 de julio de 1936 en Cataluña

¿Qué es el Estado? Reflexiones sobre la violencia política

Podemos encontrar mil definiciones distintas del Estado. Pero básicamente se reducen a dos. Una, amplia, que habla impropiamente del Estado ya en las primeras civilizaciones de Mesopotamia y Egipto, y después de Grecia y Roma, que no vamos a utilizar, y que es inadecuada para estudiar la actual sociedad capitalista en la que vivimos. Se trata de una definición que, en todo caso, necesita calificar al Estado con el modo de producción imperante: Estado esclavista, Estado feudal, Estado capitalista. Otra, reducida, en la que se utiliza el concepto actual del Estado, o Estado capitalista, o Estado moderno, como poder soberano absoluto o único en cada país, que es la que aquí utilizaremos.

El Estado es una forma histórica reciente de organización política de la sociedad, surgida hace unos quinientos años, en algunos países, con el fin del feudalismo, el auge del mercantilismo y las primeras manifestaciones del sistema de producción capitalista. La aparición del Estado suponía la desaparición de las formas feudales de organización política.

El concepto de Estado surge con la aparición histórica del sistema de producción capitalista. Es la organización política adecuada al capitalismo. La proyección de este concepto a las antiguas civilizaciones es una anacronismo infértil y confuso.

En la sociedad feudal la soberanía era entendida como una relación jerárquica entre una pluralidad de poderes. El poder del Rey se fundamentaba en la fidelidad de otros poderes señoriales y los poderes del Rey eran venales, esto, es, podían venderse o cederse a la nobleza: la administración de la justicia, el reclutamiento del ejército, la recaudación de los impuestos, los obispados, etcétera, podían ser vendidos al mejor postor o adjudicados en una compleja red de favores y privilegios. La soberanía residía en una pluralidad de poderes, que podían subordinarse o competir entre sí.

El Estado, en la sociedad capitalista, convierte la soberanía en un monopolio: el Estado es el único poder político de un determinado territorio. El Estado detenta el monopolio del poder político, y en consecuencia pretende el monopolio de la violencia, la definición de legalidad y la administración de la justicia. Cualquier desafío a ese monopolio de la violencia se considera como delincuencia, y atenta contra las leyes y el orden capitalistas, y por lo tanto es perseguido, castigado y aniquilado. Sigue leyendo

LA PAZ Y EL ORDEN

Aún quedan en las calles de Rosario algunos carteles de las recientes elecciones provinciales. «Ahora la paz y el orden» prometía el candidato ganador, un “peronista de ley”.

Todos los representantes de las diferentes facciones de la clase dominante consciente de sus intereses históricos, del “Partido del Orden” a lo largo de la historia y a lo ancho del planeta han estado de acuerdo. Hacia mediados del siglo XIX, con el surgimiento de los Estados modernos, la dicotomía Civilización y Barbarie se hizo carne de organización. El positivismo racionalista e higienista trazó una línea, acá lo civilizado: el trabajo, la escuela, la iglesia, los puertos, la ciudad, los edificios monumentales, en el campo las estancias como apéndice de todo aquello. Más allá lo bárbaro: “los indios”, las poblaciones rurales rebeldes. La inmensidad de la naturaleza como desierto hostil. Lo que es necesario, controlar, domesticar, atemorizar, y en ocasiones eliminar.

«Paz y Administración» dictaba el genocida Roca; «Pacificación de la Araucanía» que llevó adelante Cornelio Saavedra Rodríguez; «Paz y Orden» era el lema de Porfirio Díaz en México; «Orden y Progreso» reza la bandera del Brasil.

A principios del XX, ya con el Estado afianzado, esta dicotomía continuó pero invertida: con el surgimiento del proletariado organizado, la ciudad con sus barrios obreros llenos de mugre y conventillos sobrepoblados empezó a ser vista como corruptora y el campo y sus habitantes como lo cándido, reservorio de los más puros valores nacionales. Obviamente esto era falso, los peones rurales alzados en Santa Cruz y los obreros y hacheros rebeldes en Santa Fe no parecían muy dados al patriotismo… La clase dominante argentina hablaba del paso «de los malones indios, a los malones rojos».

Hoy los cinturones de miseria rodean las ciudades y los ex barrios obreros quedaron en decadencia. Las fábricas ya no echan humo, ya casi nadie tiene un trabajo para toda la vida. La desocupación, la precarización, la informalidad y la autoexplotación configuran hoy la vida proletaria. El mundo rural que nos rodea, más domesticado que nunca, es un enorme lote inhabitable, lleno de soja y veneno. El panorama ha cambiado, hoy la guerra de la Civilización contra la Barbarie es preventiva, contra la amenaza de un malón de pobres y hambrientos que la primera crea. Sigue leyendo

CONCILIACIÓN O BARBARIE

«Ellos son la burguesía –declaran–, nosotros el proletariado. Hablamos dos idiomas distintos y no tenemos nada que hacer juntos en ningún encuentro» (Alberto Ghiraldo). Encontramos esta cita sin más referencia en un libro de David Viñas titulado De los montoneros a los anarquistas. Escrito en 1971, el autor historiza las rebeliones populares en la región argentina desde mediados de 1800 a comienzos del 1900, fuera y contra las interpretaciones liberales más tradicionales así como de la perspectiva nacional/populista.

Esta misma sentencia se hace presente en muchos párrafos de nuestro boletín La Oveja Negra. La necesidad de no hablar el lenguaje de los amos, sino el de los rebeldes. Insistimos una y otra vez en no traducir nuestras necesidades con la letra muerta de la ley. Y encontrar muchos años después esta cita de Alberto Ghiraldo entre los libros de la biblioteca que lleva su nombre es una grata sorpresa.

Algo de eso ya habíamos leído en el texto anónimo Ai ferri corti. Romper con esta realidad, sus defensores y sus falsos críticos. Los compañeros desde Italia escribían: «Los explotados no tienen nada que autogestionar, a excepción de su propia negación como explotados. Solo así junto a ellos desaparecerán sus amos, sus guías, sus apologetas acicalados de las más diversas maneras. En esta “inmensa obra de demolición urgente” debe encontrarse, cuanto antes, la alegría. “Bárbaro”, para los griegos, no significaba solo “extranjero”, sino también “balbuceante”, tal como definía con desprecio a aquel que no hablaba correctamente la lengua de la polis. Lenguaje y territorio son dos realidades inseparables.»

Y hace algún tiempito unos compañeros en Madrid elegían nombrar su acción común como Barbaria: «Allí donde no llega el lenguaje de los amos».

La política del diálogo ha fracasado… luego de haberse demostrado ya inútil desde el comienzo. Porque no hay diálogo posible entre quienes quieren, necesitan, desean una cosa y quienes imponen lo contrario.

La huelga, por ejemplo, surgió con el objetivo de generar el mayor desorden y pérdidas económicas posibles, tratando de imponer las reivindicaciones a través de la fuerza, estableciendo el menor diálogo posible con la burguesía y el Estado, o al menos un diálogo desde un lenguaje propio. Las huelgas de las últimas décadas tienen una impronta totalmente diferente. Se las plantea como una forma de «hacer escuchar la voz de los trabajadores», cuando los únicos que hablan son los sindicalistas y hasta los periodistas en nuestro nombre, mientras el grueso de los explotados las perciben como feriados. Los burgueses se organizan lo mejor posible para disminuir el impacto de las huelgas, victimizarse y ajustar los cinturones. Para estos motivos fueron y son necesarios los intermediarios entre ambas clases. Es decir, los traductores que codifican nuestras necesidades en plegarias: partidos políticos, sindicatos, religiones.

A estas alturas ya hemos interiorizado a fuerza de rutina, castigo y pedagogía la lengua necesaria para mantener el orden. «Allí donde existe una necesidad existe un derecho» dicen los peronistas, astutos comprenden la existencia y urgencia de las necesidades y urgentemente las hacen entrar en el terreno de los derechos, del Estado. «Todo en el Estado, nada contra el Estado, nada fuera del Estado» decía Benito Mussolini.

Por eso la lucha contra el Estado y el Capital, es incomprensible para los representantes del Estado y el Capital. Y para dimensionarla hay que salirse al menos un poquito de sus estrechos márgenes de entendimiento.

Extraído de la Oveja Negra N° 63

El decrecentismo y la gestión de la miseria

Por Barbaria

Este texto hace parte de una serie de reflexiones en torno a la relación del ser humano con la tierra en la sociedad capitalista, la oposición radical entre la Tierra y el capital, así como la manera en que la catástrofe ambiental es integrada bajo las categorías del valor. El presente texto intenta no tanto abordar los problemas cada vez mayores a los que se enfrenta nuestra clase con el avance catastrófico del capitalismo ―estos se irán desarrollando más detalladamente a lo largo de la serie―, sino hacer una crítica radical a las perspectivas burguesas, socialdemócratas, de esta catástrofe, que a nuestro entender se sintetizan en la ecología como movimiento parcial y separado.

Indice

  1. La escisión de la naturaleza
  2. Metabolismo natural y metabolismo social
  3. El decrecentismo
  4. Colapso civilizatorio o catástrofe capitalista
  5. ¿Ecofascismo?
  6. Crisis del valor y revolución mundial

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