[Chile] La manera de hacer es ser

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Texto anónimo extraido de rrss

“Si no cambias la dirección, puedes terminar donde has comenzado”

Lao Tse

El mando capitalista de la producción social requiere que los proletarios se sometan voluntariamente a las condiciones que hacen de su explotación algo inexorable. El objetivo de todo capitalista es preservarse como capitalista en un medio hostil de competición entre empresas, lo cual exige que su tasa de ganancia sea lo suficientemente provechosa para seguir invirtiendo. Este dinamismo obligatorio no puede darse si no es en las condiciones del libre mercado, condiciones que sólo pueden existir cuando hay igualdad formal entre quienes venden su fuerza de trabajo y quienes la compran. Sin este tácito consentimiento a la desigualdad real que está en la base de la relación de explotación, no puede haber capitalismo.

Este es el motivo de que la represión abierta por parte de la burguesía sea más bien la excepción que la regla. El recurso a la fuerza bruta constituye una medida de su debilidad más que de su fuerza. Siempre que la burguesía desata la violencia coercitiva para mantener disciplinada a la fuerza de trabajo, lo hace a sabiendas de estar contraviniendo el fundamento de la relación social de explotación. Cuando desata la furia represiva de sus cuerpos armados, lo hace temblando de pies a cabeza. Cuando promulga leyes para amordazar y maniatar a una clase trabajadora sublevada, lo hace con el desasosiego de quien se amputa un miembro para evitar la propagación de una gangrena, sospechando que la podredumbre puede haber alcanzado ya un punto sin retorno.

Puede que los patricios romanos hayan sido más fuertes cuando enviaban a sus legiones a aplastar las rebeliones de esclavos, y puede que la alianza entre la nobleza y el clero haya expresado su fuerza en la carnicería que desató contra los campesinos anabaptistas. Pero esa correlación entre el ejercicio de la fuerza armada y el poder social no se aplica a la burguesía. No porque la burguesía sea menos brutal y despiadada que las clases explotadoras que la precedieron, sino porque su poder tiene una base muy diferente. El poder de las clases dominantes del pasado descansaba en gran medida sobre la base fija e inmutable de sus lazos territoriales y sanguíneos, mientras que el poder de la burguesía depende casi exclusivamente de la valorización del valor, un dinamismo ciego en continua aceleración que tiende cada vez más hacia una creciente fluidez y desarraigo. El poder de los capitalistas es el poder de generar entropía a través de la valorización, entropía que a su vez no hace más que disolver progresivamente los fundamentos sociales de su poder.

Esta dinámica tiene la consecuencia, por otra parte, de que la clase a la que el capital explota difiere en un aspecto crucial de las clases explotadas del pasado. En el caso del proletariado su posición no depende de atavismos inamovibles, sino del proceso dinámico-entrópico de la valorización, proceso que disuelve sin cesar cualquier base objetiva de un posible poder político y económico del proletariado. Pero al mismo tiempo que la producción capitalista le niega al proletariado la posibilidad de fundar su poder en factores externos a él mismo, le obliga a convertirse en una potencia productiva de primer orden, siendo la reproducción ampliada de su propia actividad social la condición sine qua non de su existencia física. El proletario que no amplía continuamente su potencia subjetiva en relación con los otros tiende a la inexistencia social, del mismo modo que la vida subjetiva tiende a cero en ausencia de actividad social. La producción de la Gemeinwesen, de la comunidad humana como realidad material y espiritual, no es para los proletarios una elección libre en el sentido en que podría serlo escoger una ocupación o un pasatiempo en compañía de otros. Es, en cambio, la condición misma de su vida y lo que su propia actividad va haciendo de ellos en el transcurso de su existencia. De pronto una masa de proletarios se descubre capaz de organizar de manera espontánea una insurrección, empleando en ello recursos psicoafectivos, culturales, técnicos y materiales que sólo ayer nadie imaginaba que pudiesen aplicarse a ello. La revelación sublime consiste en esto: en esta masa que hasta ayer parecía ser puro automatismo y pasividad, habita una potencia capaz de desplegarse sin freno. Ahora bien: esta potencia, que es capaz de convulsionar un país y al mundo entero mostrándose como un poder real, no depende de ninguna forma exterior, de ninguna implementación material o institucional dispuesta previamente al estallido; proviene exclusivamente de una interioridad, de una fuerza del todo inmaterial, del ser subjetivo y social del proletariado. Su poder emana de su sociabilidad, de su vida misma, y no de equipamiento o institución alguna. No es otra cosa lo que expresa el grito: “Somos choros, peleamos sin guanaco”.

Es la iniciativa, creatividad e ingenio, es la fuerza comunicativa y la expresividad, la empatía, lo que funda el poder social de los proletarios, y lo saben. Quienes no lo saben aún lo suficiente, temen que todo ello pueda sucumbir frente a las aventuras represivas emprendidas por la burguesía. Pero lo único que queda comprometido en ese caso son las formas exteriores en que se manifiesta la potencia del proletariado: ciertas modalidades prácticas de su lucha, cierta técnica, ciertos hábitos ligados a una fijación excesiva en las formas y por ello a una fijación excesiva en lo que le ata a las reacciones de sus enemigos. Quienes sí saben que para el proletariado el poder es sólo un efecto colateral del ejercicio de la potencia de su ser, saben que la libertad no es jamás un objetivo a alcanzar. La libertad es ante todo la libertad de autodeterminarse en el transcurso mismo de la acción, de la vida y de la lucha. Los alardes represivos del enemigo son exactamente el negativo opuesto de nuestra potencia: lo único que nos muestran es que estamos obligados a amar la libertad y que si no obedecemos a este mandato estamos perdidos.

Los seres humanos a menudo ignoramos nuestra propia potencia y por diversas razones tendemos a perseverar en esa ceguera. Esto nos hace a veces capitular a un paso de la victoria, creyendo que debíamos medirnos con la vara del enemigo y viéndonos a nosotros mismos, de esta forma, más débiles de lo que somos. Pero todo aquel que haya librado una batalla sabe que en determinado momento es inevitable imponernos nuestra propia medida con independencia de quienes siendo menos que nosotros pretenden ser más. Por otro lado, estando ya instalados en la experiencia de un despertar telúrico, son tantas las libertades que nos hemos tomado que sería por decir lo menos extraño que no nos tomemos ahora la libertad de reinventarnos, a nosotros y a nuestra lucha, justo en el momento en que la burguesía pretende habernos inmovilizado maniatándonos con unas cuantas leyes. Es necesario sopesar esto con cuidado: ellos esperan que reaccionemos ciegamente a su reacción. Que nos abstengamos de seguir luchando o que nos arrojemos desesperados contra la valla que nos han puesto por delante, yendo en masa a la carnicería o propinando golpes aislados que sin detener la megamáquina le dan brío a su violencia represiva. Cualquiera de estas reacciones nos mantendría presos de, precisamente, el juego de reacciones a que el enemigo quiere reducirnos. Pero nosotros no estamos determinados por la forma exterior de nuestras acciones, ni por nuestros hábitos, ni por las reacciones que hemos suscitado en el enemigo, ni por las que nosotros mismos hemos tenido: estamos determinados por nuestras relaciones internas en tanto humanidad en contradicción consigo misma. La contradicción es el campo de la libertad, y esto significa que no estamos peleando para ser libres, sino que estamos peleando porque ya somos libres. No usar esta libertad para proseguir la lucha bajo nuestros propios términos es la única derrota posible. Seguir haciendo lo mismo con la esperanza de obtener resultados diferentes sería perpetuar la contradicción sin superarla.

A nuestros hermanos de clase asesinados, mutilados, torturados y hechos prisioneros, el Estado no les hizo eso por lo que sus acciones son en sí mismas, sino por lo que representan. Las barricadas no han sido prohibidas con penas de cárcel porque hayan paralizado la economía nacional, sino porque son el signo visible de una potencia que podría llegar a paralizarla si se lo propone, y que no lo haría precisamente con barricadas. A Rodrigo Campos no lo procesaron para compensar la rotura de un torniquete, sino para hacer audible ante todos el latigazo como símbolo. No han disparado a los ojos porque sí. Todo esto lo sabemos. Lo que no está tan claro es si hemos sacado las conclusiones correctas y necesarias. EVADIR: quizás no hemos prestado suficiente atención al hecho de que esta consigna haya estado en el centro de la explosión. Evadir es negar el fundamento metafísico de esta sociedad y el mecanismo que le da vida: “se paga por vivir”. Todo lo que vino después no ha sido otra cosa que esa impugnación acrecentada. La exigencia de salarios más altos y tarifas más bajas, de un sistema previsional que no sea un robo, de mejores servicios sociales, responde al anhelo de “pagar menos por vivir”. Pero este anhelo no es sólo eso: expresa aun embrionariamente la revelación de que “no hay que pagar por vivir”. Esta revelación ya se ha manifestado, sólo necesita ser expresada como necesidad para convertirse en un imperativo práctico capaz de cambiar las reglas del juego. Las evasiones en el transporte público podrían continuar y masificarse sin que nadie transgreda ninguna de las leyes represivas vigentes. Podrían extenderse -tal como fueron las “autorreducciones” en la Italia de los años setenta- a los servicios de agua potable, electricidad, gas y conectividad. Podría convertirse en una oleada imparable de robos hormiga hechos en masa en todas partes sin pausa. Podría derivar en un movimiento de desobediencia social y económica efectuado por millones de personas de mil maneras diferentes, transgrediendo muchas normas, pero ninguna ley. Podría suceder que las relaciones de comercio habituales lleguen a verse tan perturbadas que no haya otra forma de proporcionar alimentos y suministros a la población que mediante una política de racionamiento. Pero un capitalismo de barracas es una imposibilidad práctica.

En condiciones así, la necesidad de apropiación directa de los bienes de consumo no podría llegar muy lejos adoptando la forma acostumbrada del saqueo. Pero eventualmente podría llevar a los choferes de camiones a sumarse a la desobediencia masiva y a entregar esos bienes a las asambleas en vez de a los supermercados. Esa misma tendencia podría terminar imponiendo a quienes producen los bienes la necesidad de liberarlos sin la mediación del comercio. La interrupción del ciclo de valorización que ello supondría haría inviable la adquisición mediante el salario, abriendo la vía hacia la distribución directa. Sería un bucle de retroalimentación tendiente a la comunización progresiva de todo. En el transcurso, el Estado estaría obligado a prohibir prácticamente todo con excepción de los actos de compraventa, erosionando así la libertad formal que es su propio fundamento.

No cabe imaginar un proceso tal sin que tenga lugar una proliferación de violencias, que en cualquier caso sería el despliegue cinético de la enorme violencia potencial ya contenida en la propia forma social capitalista. De lo que se trata no es tanto de evitar la violencia estatal, que es inevitable, sino de cómo hacerle frente desde la posición de ventaja que nos brinda la masividad y sobre todo la potencia social que nos habita. Todo depende de cuán capaz sea el proletariado de determinar por sí mismo la dinámica de la lucha, fijando él las reglas del juego. Allí donde se le quiera imponer el enfrentamiento directo en condiciones donde sólo puede salir herido de muerte, tendrá que evitarlo llevando la desobediencia a un plano diferente. Allí donde se le quiera arrastrar a un callejón sin salida tendrá que saber crear una vía imprevista; tendrá que animarse a detener aquello que se suponía no podía parar de moverse, a movilizar aquello que se suponía indefectiblemente quieto, a crear un vacío en el que se precipite cada golpe dirigido contra él. Tendrá que sorprender al enemigo privándole de cada superficie sobre la que esperaba apoyarse para seguir golpeándole, imponiéndole un desgaste progresivo. Cansarlo, agotar sus fuerzas, hasta que le resulte más costoso seguir luchando que abandonar. Todas las armas y recursos materiales no son nada sin el ánimo que hace falta para ponerlos en acción.

Tiene una importancia clave que la lucha sea no sólo en pos de objetivos económicos y políticos, sino que su propio desenvolvimiento sea la demostración práctica de que vivir sin pagar es una forma de vida superior que la actual, y hacerlo con una elocuencia tal que cada vez sean menos los que quieren seguir malviviendo como lo hacían. Esto supone para el proletariado dejar atrás todo aquello a lo que estaba acostumbrado, desaferrarse de la forma de vida que le constituye como proletariado. Pues bien, si algo ha quedado claro en estas semanas es que esto no sólo es posible, sino que se ha vuelto hasta cierto punto inevitable y es, si se lo piensa bien, lo mejor que podría pasarnos. Asumirlo implicaría, para empezar, que dejemos de pedirle respeto a quienes han demostrado no ser en absoluto respetables; y que llevemos nuestra dignidad recién recobrada hasta su última consecuencia: la autodeterminación total.

La Oveja Negra #66 – EN TIEMPO DE REVUELTAS: CHILE Y ECUADOR

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NRO. ESPECIAL (32 páginas)

¡VAMOS HACIA LA VIDA!
Reemergencia global de la lucha
Una acción común contra el Capital

REVUELTA EN ECUADOR
Solidaridad
Represión y criminalización
Carta desde el pasado
Breve balance
Un mes después del Paro Nacional…

REVUELTA EN CHILE
«¡Evade!»
¿Guerra?
¿Vuelta a la normalidad?
Sobre las asambleas constituyentes
Notas provisionales…
Esto no termina…
Cuadros:
Primer detenido bajo la Ley de Seguridad Interior del Estado por las revueltas de octubre: Roberto Campos
Izquierda en Ecuador, derecha en Chile
Contra el patriotismo

Anexos:
• Haití: ¡Viv Revolisyon!
• Bolivia: Revuelta y Golpe de Estado

[Chile] Breve reseña sobre los acontecimientos de la última semana a un mes del inicio de la revuelta

La revuelta que comenzó el 18 de octubre hoy cumple un mes, y la pura compilación de los documentos con perspectivas anticapitalistas y compañeras que van surgiendo al calor de la revuelta se nos hacen un poco insuficientes. Es por eso que redactamos este texto con una suerte de cronología de los sucesos de la última semana, a un mes del inicio de la revuelta.

En esta breve reseña, escrita al calor de los acontecimientos, tratamos de condensar algunos de los puntos que nos parece importantes para documentar y dar cuenta a otrxs de los sucesos, a ratos vertiginosos, que siguen sucediéndose en esta región. En este caso retratamos los hechos de la última semana del primer mes de revuelta. Evidentemente no solo son los acontecimientos que consideramos más importantes: en realidad, nuestra documentación tiene que ver con los acontecimientos a los que tenemos acceso. La región chilena es sacudida por una revuelta que abarca todo el territorio y es evidentemente más lo que ignoramos de lo podemos conocer por cuenta propia, de manera que nuestra narrativa está inevitablemente supeditada a los hitos que han marcado los últimos días, a nuestra experiencia cotidiana, la de nuestrxs compañerxs y la que podemos acceder mediante los medios de comunicación de los que disponemos. Sigue leyendo

Apuntes críticos sobre la coyuntura actual en Ecuador un mes después del Paro Nacional, desde los dos bandos de la lucha de clases

Terrorismo de Estado: eso es el Capitalismo organizado.

Desde el bando del Gobierno o del Estado burgués: 

1. Existe represión selectiva, tanto legal como policial y mediática, contra dirigentes indígenas, sindicales y estudiantes, brigadistas médicos incluidos, que participaron en el Paro, a modo de venganza y “castigo ejemplar”.

2.  Las FF.AA. de este país se están preparando para la Contrainsurgencia: se trata de una declaración de guerra del Estado contra los luchadores sociales arriba mencionados y, en especial, contra los supuestos “19 grupos violentos” y “células anarquistas” (inexistentes), a las cuales están rastreando y van a erradicar, dicen. Al igual que ha pasado en otros países, el Estado ecuatoriano se está inventando un nuevo enemigo interno para justificar su brutal e hipócrita terrorismo y para atemorizar a la población, porque en el fondo tiene miedo de las masas proletarias después del Paro, de lo que son capaces de hacer y de que vayan a hacerlo de nuevo. Para lo cual, pide que se cambien algunas leyes y que les den más dinero y equipamiento. Para colmo, Presidencia le rinde homenaje a policías y militares en el Palacio de Carondelet por su “excesiva generosidad” en el “uso progresivo de la fuerza” durante el Paro; Palacio que, por cierto, sigue rodeado con rejas y alambres de púas. Además, les está dando “terapia” a los policías que se quedaron “traumados” por haber sido “secuestrados” durante el Paro… sí claro, pobrecitos. Lo dicho: brutal e hipócrita terrorismo de Estado. Sigue leyendo

[Chile] Asambleas territoriales: órganos autónomos de la comunidad de lucha

Afiche pegado en las calles de la ciudad de La Serena: «¡Todo el poder a las asambleas! Vida o catástrofe, el porvenir es incierto, pero hemos sabido navegar en aguas turbulentas. A construir comunidad de lucha contra la dictadura empresarial».

El terreno fértil de la insurrección en Chile trajo como su principal fruto las asambleas territoriales, instancias auto convocadas por los pobladores de todo el país como canal para resolver las necesidades inmediatas de la lucha y su propagación. En ellas se está debatiendo las medidas, horizontes y reivindicaciones de este movimiento. En muchos casos, con un fuerte carácter anti institucional y anti partidista. Las asambleas reflejan, de forma embrionaria, la necesidad real del proletariado para dotarse de órganos de poder representativos de la clase, que defiendan e impongan sus necesidades hasta el último aliento, sin tranzar con la clase política.

Estas organizaciones, aún incipientes, manifiestan el sentir y la necesidad de incidir directamente en la realidad, cuestionando la soberanía de nuestra vida al Estado y al Capital, ya que, en la práctica, organizarse colectivamente para resolver nuestros problemas, y profundizar esta lucha, expresa una disputa contra el Estado por el control y dirección de la vida en sociedad. Por ello es necesario que estas asambleas se planteen autónomas, dirigiendo el diálogo hacia los mismos explotados y no hacia la institucionalidad burocrática: son los propios intereses de clase los que están en juego y será enfrentando sus limitaciones que recuperaremos todo lo perdido, no mediando entre las bases y el Estado.

Al ser un órgano barrial, las asambleas están inmersas en la cotidianidad del territorio, por ello su funcionamiento es su principal arma. Su capacidad de cubrir expansivamente las necesidades de la lucha como el abastecimiento, la auto-defensa, la salud, el transporte, las comunicaciones, la solidaridad con sus presxs, etc. será la fuerza que las dotará de legitimidad. En este sentido, las asambleas son la expresión autónoma de la comunidad que auto-organiza sus necesidades y su lucha contra el Estado y el Capital. Es por ello, que su funcionamiento NO PUEDE agotarse en los petitorios o en la asamblea constituyente. Entendemos que muchas personas aún creen en las cantinelas social-demócratas y en que el Estado pueda resolver sus problemas inmediatos, pero sabemos que eso no ocurrirá, de hecho, se agudizará la precarización, es esencial que para cuando el estallido revolucionario comience, este preludio haya servido para sacar las mejores lecciones: fortalecer las asambleas y su carácter autónomo, que son nuestro principal triunfo hasta ahora.

Este ciclo de luchas recién inaugurado será de largo aliento. La insurrección que desbordó Chile estas últimas semanas sigue en curso y nada parece presagiar que acabará. La caja de pandora de la revolución social comenzó a abrirse y la tarea de crear poder territorial se ha puesto a la orden del día. Esto ha dispuesto las alarmas en toda la clase política, de izquierda a derecha toda la institucionalidad burguesa ha movido sus hilos para anular o cooptar estas instancias autónomas de organización. Su principal estrategia es conducir el movimiento hacia sus estrechos marcos de representatividad política, para ello dispuso de “cabildos” que sistematizan las demandas y “suben” los petitorios. Aquí el Estado es el único interlocutor posible y las posibilidades de diálogo comienzan y terminan en las soluciones que éste pueda darnos. No permitamos que las asambleas se conviertan en correas de transmisión del Estado.

Sabemos que cualquier intento por humanizar el Capital se topará con una crisis mundial de valorización en proceso, que esta vez trae añadida una crisis ambiental que, para muchos expertos, comporta la crisis terminal del Capitalismo. Desde Grecia hasta Ecuador, gobiernos de izquierda tuvieron que ceder ante las exigencias del banco mundial y aplicar paquetes de austeridad que precarizan a los mismos de siempre: la clase trabajadora. La socialdemocracia siempre será el “paco bueno” cuidando las garantías del FMI y de sus burguesías nacionales por sobre cualquier otro interés.

Hasta ahora, este movimiento se ha llevado a cabo principalmente en las calles, la protesta callejera espontánea ha paralizado el país principalmente a partir del enfrentamiento con la policía y la interrupción de la circulación capitalista. Barricadas, cacerolazos, saqueos e incendios han sido parte del arsenal proletario para enfrentarse al poder. Su contenido es “contra todo”, contra la totalidad del sistema que nos mata lentamente. El movimiento asambleario está llamado a ser quien dote de contenido a la protesta callejera, quien ponga en el tapete las soluciones reales a las necesidades del pueblo, así como también, quien anime las actitudes y valores que posibiliten una nueva forma de vida: la solidaridad, el espíritu de comunidad, el cuidado recíproco y la ofensiva insurgente serán la debacle del modo de producción capitalista.

Sin embargo, es necesario y URGENTE que estas asambleas se extiendan a los lugares de trabajo, principalmente a los sectores productivos estratégicos. Que instalen el cuestionamiento radical del modo de vida capitalista hasta las últimas consecuencias y se traslade el horizonte productivo de la capitalización infinita a la satisfacción de las necesidades humanas. Ejemplos históricos como los Cordones industriales o los Comandos Comunales pueden ser vitales para comprender el transito que cursamos. Ningún cambio será posible si los trabajadores no tenemos el poder de los medios de vida y producción en nuestras manos, si no tomamos el control de la riqueza que generamos para decidir <cómo> y <para qué> producir. No se trata de aprender a gobernar y auto-gestionar el Capital, se trata de crear una nueva forma de vivir. La economía entera depende de nosotros y temblarán cuando sepan que nos dimos cuenta de aquello.

La historia nos demostró que el Estado, como forma de garantizar las condiciones de vida, siempre será una forma de garantizar la dominación de una clase por otra, de perpetuar el Capitalismo. Con o sin cambio de constitución, el Estado siempre velará por perpetuar la explotación, dejando intactas las verdaderas bases de todo, la propiedad privada y el trabajo asalariado. Al fragor de esta lucha, vamos creando nuestras propias herramientas para destituir lo existente y forjar un mundo nuevo. El preludio de la revolución ya comenzó.

¡¡¡TODO EL PODER A LAS ASAMBLEAS TERRITORIALES!!!

***

¡LIBERTAD A TODXS LXS PRESXS DE LA REVUELTA PROLETARIA!
¡VAMOS HACIA LA VIDA!

La revuelta no para y la conflictividad aumenta: lxs proletarixs comienzan a atacar los barrios de la burguesía comercial mientras el gobierno anuncia un nuevo paquete represivo tras reunirse los altos esbirros de la «seguridad». El Estado sabe que su lucrativo oasis está en juego y lo defenderá con uñas y dientes.

¡A extender la solidaridad de clase y la organización!

La caza de brujas ha comenzado. Históricamente, ante la posibilidad de perderlo todo en una revolución social, la burguesía despliega todo su aparato terrorista para dividir e intimidar a las masas insurrectas. En la región chilena, ante la gran revuelta social que la sacude, la democracia -verdadera dictadura del capitalismo-, ha lanzado a la calle a sus sicarixs armados, al ejército y a la policía militarizada, para reprimir masiva y cruelmente con el consentimiento pleno de un Estado que promete impunidad y jugosos beneficios monetarios a quienes demuestran su lealtad masacrando, torturando y violando al proletariado en lucha.

Ahora, estamos asistiendo al comienzo de una represión selectiva hacia objetivos de la población civil, personas que el Estado, es decir, la clase dominante, considera como sus más temibles enemigos: mujeres en contra de la violencia patriarcal, defensores de la naturaleza, centros de estudiantes, juntas de vecinos, sindicatos de trabajadores combativos, profesores, etc. Frente a una revuelta generalizada e incontrolada, y ante la perspectiva de una posible revolución social, a la burguesía asustada no le temblará la mano para arruinar la vida de las personas que se han atrevido a romper con la pasividad suicida que caracteriza la “normalidad” de este sistema.

El Profesor Roberto Campos quiere ser castigado ejemplarmente: así pretenden amedrentar a la población: “¿Es usted un profesional con un prontuario penal intachable?”. Eso no importa. Por osar patear un torniquete -símbolo por excelencia de nuestra esclavitud a la mercancía, al pagar para vivir y vivir para pagar- usted será arrojado en aislamiento a la Cárcel de Alta Seguridad, lugar donde el Estado encierra a quienes cataloga como los más peligrosos subversivos. Y, justamente, esta clase de proletarixs son los que más amenazan actualmente al capital, pues con sus acciones ponen en peligro la continuidad de la totalidad del sistema, rompen la normalidad capitalista e inflan de coraje y valentía a las masas rebeldes. Este es solo un caso, sabemos de al menos 400 compañerxs de clase que se encuentran en prisión. El movimiento autoorganizado en asambleas, las minorías revolucionarias, junto a todxs quienes participan del movimiento deben exigir su libertad.

¡Libertad y solidaridad para todxs lxs presxs de la revuelta de Octubre!
¡Exigimos el esclarecimiento inmediato de los crímenes realizados por las fuerzas armadas y la policía durante la represión!
¡No más presxs ni desaparecidxs por luchar!

[Radio] Programa 40 de Temperamento- ESPECIAL TESTIMONIOS Y REFLEXIONES DESDE CHILE y CATALUNYA -CRITICA AL NACIONALISMO

http://blog.temperamento-radio.com/content/images/size/w1000/2019/11/PlacaTempe40.jpg

Grabado el 1 de Noviembre del 2019

Descargar o escuchar audio

-Audio: Niñas contra el toque de queda
-¿Neoliberalismo?
-Testimonios desde el Desierto de Atacama:
Compañeros de El Sol Ácrata desde Calama y Antofagasta
-Audio: ¡Por nuestrxs caidxs!
-Datos de la represión
-Testimonios desde el Sur:
Compañero argentino desde Punta Arenas
Compañero de Radio Kurruf desde Temuco
-Audio: Efecto Psicoterapéutico
-Recomendamos: Asambleas territoriales en tiempo de revueltas
Desde Villa Olímpica – Santiago de Chile
Link: http://rcvo.cl/2019/10/31/conversatorio-asambleario-i/
-Disturbios en Catalunya y la trampa del nacionalismo.
-Grupo Barbaria desde la región española

Nos acompañan: Ground Zero –  Illapu – Asamblea Internacional del Fuego – Accidente – Los Planetas – Decima Víctima

REVUELTA INTERNACIONAL CONTRA EL CAPITALISMO MUNDIAL

La revuelta proletaria ha explotado a lo largo del mundo confluyendo violentamente en diferentes rincones del mismo. Chile, Ecuador, Irak, Haití, Francia, Líbano, Hong Kong, Colombia, Bolivia, Honduras, Argelia, Sudán… son algunos de los lugares donde en estos últimos meses hemos salido a las calles desatando toda la cólera acumulada durante años. Bastó el anuncio de una subida del subte en Chile, de la tasa de combustible en Francia, del precio del pan en Sudán, un impuesto en las llamadas por redes sociales y en la gasolina en Líbano, o que quitaran los subsidios al combustible en Ecuador, para que como en Irak o Haití, saliéramos desesperados y furiosos ante la imposibilidad absoluta de vivir.

La insaciable sed de ganancia de la burguesía mundial está llevando a la vida en la Tierra a límites inimaginables, la contradicción entre las necesidades de valorización y la vida humana explosionan desde hace años en revueltas que hoy, con la concentración en el tiempo de decenas de revueltas, anuncian una nueva agudización del antagonismo de clases a nivel internacional. Cada barricada, cada protesta que se alza contra los sucesivos aumentos de nuestra explotación, cada corte de ruta, cada saqueo, es un llamamiento del proletariado mundial a luchar contra el deterioro de nuestras condiciones de vida, a extender y afirmar la negación de este mundo, a empuñar y levantar de nuevo la bandera de la revolución social.

Lo que nos anuncian las revueltas que hoy se generalizan por el mundo capitalista no es otra cosa que la reemergencia del proletariado, el regreso del viejo topo que nunca dejó de cavar. La llamada primavera árabe, la revuelta social en Grecia, en Turquía, en Ucrania, o las recientes luchas en Brasil o Venezuela, eran la antesala de un movimiento internacional e internacionalista que hoy lleva el miedo a todos los representantes del capitalismo mundial e insufla esperanzas y fuerzas a los proletarios de todo el planeta.

Desde el gobierno de turno que ejecuta las medidas que imponen las necesidades económicas y suponen siempre una subida de los precios de lo imprescindible para vivir; desde el patrón que nos explota directamente en el trabajo sacándonos nuestra última gota de energía; desde el mercado que nos arroja al desempleo en un mundo en el que si no tienes billetes en el bolsillo sobras y vas directo el matadero; pasando por el banco, o mejor dicho, por los bancos mundiales que aumentan nuestro grado de explotación con todo tipo de medidas de expoliación que hace que esos mismos billetes valgan cada vez menos en nuestras manos; desde cada chute más de ganancia que ejecuta la burguesía mundial a costa de envenenar el aire, el agua, la tierra, nuestra sangre o lo que comemos, pasando por todas esas innumerables organizaciones, sindicatos y partidos de izquierda y de derecha que representan “alternativas” al interior del capital y que sirven para perpetuarnos en nuestra condición de esclavos… a todos y cada uno de ellos van siendo señalados por el fuego de la revuelta como responsables de nuestros sufrimientos, como representantes del capitalismo mundial.

La potencia que ha mostrado nuestra clase en estos meses ha conseguido trastocar incluso los encuadramientos que en algunos lugares la burguesía lograba imponer para fagocitar nuestra lucha. En Hong Kong, el encuadramiento interburgués recula por la fuerza de la lucha internacional que arrincona algunas de las consignas de nuestro enemigo y determina a los proletarios a delimitarse de las mismas. Hasta en Cataluña, donde el nacionalismo parece omnipotente dirigiendo un espectáculo que arrastra al proletariado a negarse como fuerza revolucionaria, han aparecido consignas y prácticas de minorías que expresan que la fuerza revolucionaria sólo se abrirá paso fuera y contra la trampa de las banderitas nacionales.

Claro que, dicho todo esto, subrayando la importancia histórica de lo que estamos viviendo y que tiende a afirmarse en la práctica como movimiento proletario internacional e internacionalista frente a todas las tentativas de la burguesía por reprimirlo, ocultarlo, canalizarlo, deformarlo, fraccionarlo… no dudamos ni un momento que no es más que el comienzo de un proceso largo y complejo. Es difícil predecir los pulsos y desarrollos que tendrá, las idas y venidas, pero indudablemente avanza ya hacia una confrontación cada vez más internacional y generalizada, cada vez más violenta, cada vez más decisiva.

Si bien estamos ya reventando de hambre, enfermando de todas las maneras posibles y asfixiándonos por todo lo que da empuje a la economía a costa de nuestra vida y la de nuestro planeta, lo que está por venir es todavía peor. La catástrofe capitalista que se viene encima es incomparable con lo que se ha vivido hasta ahora. Las insaciables necesidades vitales de la economía capitalista piden sacrificar al ser humano y a todo lo viviente en el altar de la ganancia. Pero los proletarios hemos retomado la vía que abre la puerta a otro futuro: la pelea, la lucha intransigente por imponer una transformación radical, el ataque a las diversas instancias y representantes del capital, la afirmación en las calle de innumerables rincones del mundo de la comunidad de lucha contra el capital.

Ante la fuerza de la revuelta internacional, el capitalismo mundial responde como no puede ser de otra manera, con todo su arsenal terrorista. Durante estas semanas de protestas la democracia del capital nos recuerda que su dictadura es la más brutal que ha conocido la humanidad. Policías, antimotines y milicos salen a llenar de sangre las calles, a destrozar cuerpos, a encerrarnos, a asesinarnos, a dejarnos sin suministros y sin abastecimiento para hacernos recular, para meternos el miedo y que abandonemos las calles, para mostrarse invencible. Centenares de muertos, decenas de miles de detenidos y encarcelados, hombres, mujeres y niños mutilados y torturados por las armas que usan contra nosotros, ciudades y barrios desabastecidos para que regresemos a nuestras casas y se añore la vuelta a la tranquilidad de los cementerios.

Pese a que en algunos lugares tratamos de responder a todo ese terrorismo creando ollas y cocinas comunitarias, albergues, espacios para cuidar a nuestros hijos más pequeños mientras otros pelean en las calles, centros para tratar a los heridos y refugiar a compañeros, y también respondemos con la violencia revolucionaria, tomando por la fuerza lugares de abastecimiento, atacando a los medios de comunicación del capital, consiguiendo y repartiendo armas con las que defendernos y atacar al terrorismo del Estado, intentando que el miedo cambie de campo, intentando responder a su terrorismo expresándonos como comunidad de lucha, como comunidad solidaria, lo cierto es que aún no tenemos la fuerza suficiente para responder como se necesita al terrorismo del Estado. Es cierto, los milicos y todo su arsenal asesino no nos ha hecho retroceder, y la resistencia en las calles nos llena de determinación y coraje. Sin embargo, cuando el ejército sale a las calles a desplegar todo su terror, pese a la existencia de minorías que mantienen el pulso de la lucha y tratan de dar directivas, todavía somos incapaces de dar un salto cualitativo que cristalice en insurrección. La necesidad que hoy se nos plantea en cada revuelta es cómo profundizar y desarrollar esa insurrección.

Tenemos que retomar la senda del pasado, recordar lo que hicieron nuestros hermanos de clase entonces, cómo se cristalizaron las insurrecciones pasadas que lograron desestabilizar al Estado. Tenemos que recordar cómo se desestructuró a los cuerpos represivos, cómo se descompusieron los ejércitos, cómo enormes franjas de milicos se negaron a disparar contra la revuelta o más aún, se pasaron con la armas a su lado. La descomposición del ejército siempre fue y será un salto de calidad fundamental en toda revuelta proletaria.

Tenemos también que retomar la creación de estructuras para el abastecimiento, para la autodefensa, organizar el asalto a los centros de armamento para cristalizar las necesidades insurreccionales del enfrentamiento. Pero también necesitamos saber cuándo replegarnos en los momentos en los que la correlación de fuerzas nos es desfavorable, manteniendo la fuerza colectiva para evitar que el Estado nos barra. A veces puede ser necesario el repliegue, que no el abandono, para estructurarse, ampliar el asociacionismo y la estructuración proletaria internacional. Necesitamos también sacar a los presos, a los detenidos, etc. Pero sobre todo necesitamos que todo esto sea materializado como expresión y dirección de nuestra comunidad de lucha contra el capital. Toda tentativa de eludir la necesidad insurreccional y desarrollar en su lugar una guerra entre aparatos, o la de escindir de la propia comunidad de lucha la organización de la violencia como tarea de específica de un grupo guerrillero, son caminos que liquidan la fuerza que estamos generando. Como lo son también todas las peticiones de derechos humanos, o las exigencias de dimisiones de responsables del Estado, formas de integración democrática. Sin embargo, estamos convencidos de que nuestra comunidad de lucha aprenderá no sólo de su propia experiencia actual, sino que esa misma experiencia le hará reencontrarse con su propio pasado para buscar las formas de asumir estas necesidades. Como en Irak, donde los proletarios lanzan consignas refiriéndose a la insurrección de 1991.

No podemos obviar que el orden social existente no sólo combate nuestra lucha con balas y milicos que se lanzan contra las barricadas, sino con un conglomerado de ideologías y fuerzas que maniobran para destruir toda contestación social. Y lo que es más peligroso, esas mismas fuerzas, aprovechando nuestras propias debilidades y límites actuales, se presentan como parte de nuestra comunidad de lucha, llevando a muchos sectores de nuestra clase a identificarlas como tal. Las “soluciones” nacionales o nacionalistas, los espectáculos de asambleas constituyentes, los pedidos de depuraciones democráticas o cualquier otra reforma al interior del Estado son balas más dañinas que las que tiran los milicos, pues van dirigidas al corazón de nuestro movimiento. De nuestra determinación a contraponernos y enfrentarnos a esas fuerzas de la contrarrevolución depende la perspectiva revolucionaria, el latido de ese corazón comunitario.

No hay que olvidar que también es fundamental asumir todas una serie de tareas en los lugares donde la paz social no se acaba de romper. Claro que las mismas no tienen nada que ver con limitarse a la cuestión antirrepresiva o/y movilizaciones en embajadas y consulados que son terreno abonado para discursos reformistas y de derechos, con quejas y condenas contra los “excesos del Estado”. Ni por supuesto con defender la revuelta en tanto “pueblo que no aguanta mas” y que es “reprimido brutalmente”. Estas prácticas permiten precisamente a fracciones progresistas liquidar la verdadera solidaridad de clase, hacer de la revuelta y su necesidad algo de otros lugares, ajeno, lo que justifica negarla en su propio territorio defendiendo la paz democrática y los llamados a votar al mal menor. Por el contrario, la solidaridad de clase defiende la revuelta como expresión de nuestra comunidad de lucha contra el capital, como una misma lucha contra un mismo enemigo mundial. Claro que, las necesidades y tareas que se pueden asumir en los diversos lugares viene condicionada, no por la voluntad o determinación de grupos militantes, sino por la correlación de fuerzas locales. Desde luego es necesario crear instancias y comités de solidaridad, para centralizar y difundir las distintas informaciones de la lucha, así como lo que se realiza al interior de la revuelta (la sociabilidad, los saqueos, la organización comunitaria, la autodefensa, los comunicados compañeros etc.), para contraponernos a las mentiras de los medios de comunicación, a las canalizaciones socialdemócratas; para crear redes de ayuda con los refugiados, etc. En definitiva, hay que impulsar la estructuración de nuestra comunidad de lucha internacional, buscar formas de satisfacer las necesidades que se nos plantean en la lucha y saltar los obstáculos que nos encontramos.

La revuelta proletaria que hoy pone patas arriba al capitalismo mundial deja en evidencia, frente a todos los que quieren hacernos creer que la revolución es imposible, que la única alternativa del ser humano al capitalismo es la revolución mundial. La propia lucha y lo que cristaliza, nos da la certeza de que la humanidad puede destruir esta forma de vivir basada en la comunidad del dinero, mandarla al basurero de la historia, y desarrollar una nueva sociedad basada en la comunidad humana y su unidad inseparable con la Tierra.

¡Desde diferentes países y distintos escenarios, una misma lucha contra el capitalismo!

¡Organicemos internacionalmente nuestra comunidad de lucha!!

Afuera y en contra de sindicatos y partidos

¡A profundizar la lucha contra las relaciones sociales capitalistas!

Proletarios Internacionalistas

[CHILE] ASAMBLEAS DESTITUYENTES POR LA ABOLICIÓN DEL CAPITAL, ESTADO Y TRABAJO ASALARIADO

El ciudadanismo neoliberal pretende Institucionalizar la rebeldía a través de asambleas formateadas y cabildos coloniales, entre la ingenuidad bien-intencionada de algunos y la empatía asistencialista de otros solo lograrán reciclar el orden hegemónico que se reproduce en la sociedad mercado-céntrica, las fuerzas represivas y la acumulación capitalista. Iniciando así un nuevo ciclo de dominación y traición de las revueltas pasadas.

El proceso «constituyente» funciona como aparato de desarticulación de la Comunidad de Lucha encausando las respuestas a la crisis generalizada para apaciguar la cólera de lxs explotadxs y así reconstruir una nueva cotidianidad con el mismo olor que la anterior a la revuelta de Octubre. Desde barrios e instituciones gubernamentales gestionan la carnada lanzada por el consenso neoliberal para desmovilizar la rebeldía a través de diálogo, respeto y tolerancia con quienes solo merecen juicio y castigo, es decir, la burguesía y sus secuaces. Este nuevo «Pacto Social» solo traerá más de lo mismo, ESCLAVITUD Y MISERIA. Nos dicen que la Guerra entre Clases no existe y que es la «unidad nacional» nuestro único salvavidas. Ellos estipulan donde y cuando lo harás, sobre que hablarás, cuanto tiempo te tomará. Tecnócratas amigables profesionales y populares se preparan para dar fin consciente o inconscientemente al último respiro de la humanidad, la lucha final contra el Capital. Nunca podremos construir nueva vida sobre los cimientos de una realidad podrida, agrietar la cotidianidad capitalista y destruir las relaciones sociales capitalistas es tarea inmediata para impulsar un proceso revolucionario eficaz y anticapitalista que no permita la metamorfosis de ninguna forma de dominación humana.

No permitamos que se apague la llama de la revuelta, evitemos que capitalicen nuestra rebeldía y reventemos el ajuste adaptativo de la dominación capitalista. Vida o catástrofe, el porvenir es incierto, pero hemos sabido navegar en aguas turbulentas.

¡Contra lxs dirigentes, contra el Estado que roban los frutos de nuestros combates!

Chile, 28 de ocyubre 2019

[Chile] ESTO NO PARA: ¡YA NO VOLVEREMOS A SU NORMALIDAD!

“En el viento que siembra la tormenta, cosecharemos días de fiesta”

Canción “La vida pasa”, de Raoul Vaneigem

Después de la enorme marcha del día viernes 25 de octubre en la ciudad de Santiago, todos los medios de comunicación al unísono, junto al gobierno, hicieron un llamado a volver a la “normalidad”, pretendiendo así desmovilizar y opacar más de una semana de duros combates en las calles que se han saldado con una feroz represión nunca antes vista en “democracia” –que es solo una de las formas que adopta en determinados contextos el despotismo del capital-. Las y los hijos de la burguesía, bajan del barrio alto a “limpiar el centro de la ciudad” de los incontables grafitis y rayados con consignas que se han vuelto parte del paisaje habitual, se suspende el toque de queda, se destituye al gabinete de ministros y se anuncia por todas partes el avance hacia la concreción de un “pacto social” que, supuestamente, pondrá punto final de una vez por todas a esta crisis. Pero para las y los proletarios que hemos estado participando de la revuelta la vida nunca volverá a ser igual: hemos cambiado para siempre y llegado a un punto de no retorno.

Ya no podemos soportar más esta miserable realidad. Su “normalidad”, a la que nos quieren arrastrar, es la esclavitud del trabajo asalariado que nos roba nuestro valioso tiempo, no poder llegar a fin de mes, las enfermedades mentales que nos provoca esta locura de mundo capitalista, la paz de los cementerios, la amnesia histórica, la inexistencia de un conflicto entre clases sociales, el adoctrinamiento de la juventud proletaria a la sumisión en las cárceles-escuelas, la destrucción sin remordimientos de nuestro entorno natural, y en definitiva, una civilización y un modo de existencia suicida que nos tiene al borde de la autodestrucción como especie. ¡A la clase capitalista solo les importa que produzcamos mercancías, las hagamos circular y las vendamos!

Durante estas emotivas jornadas hemos descubierto que es realmente vivir, abriendo un camino para ir desterrando de nuestras cabezas todo lo que nos impusieron. Nos hemos encontrado colectivamente y vislumbrado que todas nuestras necesidades insatisfechas tienen su raíz en esta forma de vida inhumana que precariza todo lo que toca. Aunque parezca difícil de creer, casi no hemos gastado dinero para subsistir durante estos días, la solidaridad y el apoyo mutuo han sido casi una norma por todas partes: en las poblaciones, caceroleos, barricadas, movilizaciones, asambleas, saqueos, etc. Y esto ha sipo posible porque muchísimas personas nos hemos reconocido como iguales, como una clase que se opone a otra clase, y que quiere dejar de serlo, y que, además, ha creado espontáneamente un movimiento de asambleas en donde el proletariado se asocia y se dota de una perspectiva de lucha que pretende ser común.

Nosotras y nosotros lo queremos todo y ahora, a contracorriente de quienes quieren domesticar y encauzar la vitalidad que ha demostrado el proletariado de manera democrática en una “Asamblea Constituyente”. La lucha no amaina, a pesar del desgaste, el oportunismo, las balas y los llamados a la “paz social”. Hagamos de mañana un “super lunes” salvaje que los haga temblar.

¡TODO EL PODER A LAS ASAMBLEAS AUTOORGANIZADAS!

¡NO TENEMOS NADA QUE PERDER!

¡VAMOS HACIA LA VIDA!

Un grupo de Proletari@s «anormales» en lucha, Santiago, Región chilena en revuelta

***

«En todas partes se respira la comunidad humana emergiendo con fuerza. Ya no hay millenials, sólo una masa anónima de jóvenes que se rien de las balas porque saben que son una generación que hasta ayer sólo quería morir, y que hoy por primera vez saborea lo que es la vida. En los territorios son cada vez más quienes se suman a las asambleas para encontrar la fuente de su vitalidad, el sentido de haber soportado todos estos años lo insoportable. En los lugares de trabajo los explotados forcejean para hacer de esos talleres, oficinas y bodegas espacios de desobediencia y lucha. Poco a poco se extiende el descubrimiento de que una vida entera anhelando un cambio no puede saldarse con la aceptación de unas indignas migajas. En todas partes se respira la exaltación de estar accediendo a una verdad crucial, definitiva: no estamos solos, cada uno es una parte de todos los demás, todos darán lo suyo a quien lo necesite y cada quien dará al resto aquello que sea capaz de dar. El efecto psicoterapéutico del estallido popular se extiende como un fuego abrasador haciendo que cada uno reencuentre su centro de gravedad y quiera poner en orden sus afectos, sus relaciones, su vida en lo que tiene de común con las vidas de todos los demás. Incluso quienes consideran necesario persistir en las afecciones del viejo mundo, con tal de enseñar a los otros lo que los otros no han tenido aún necesidad de descubrir por sí mismos, incluso a ellos les es dado respirar a sus anchas. No hay juicios entre hermanos en la lucha, ni se exige a nadie lo que no surja espontáneamente desde el fondo de sí mismo. Es tanta la energía desbordada en la rebelión que cada día, cada hora que pasa, son más los muros, las amenazas y separaciones que se revelan como delgadas cáscaras vacías listas para caer derribadas de un solo golpe. La revolución es una fiesta sin tiempo, y es un mar de lágrimas contenidas por siglos, y es el restablecimiento de la verdad en el mundo. Por tí, por mi y por todos mis compañeros.»

Anónimo; región dominada por el Estado chileno,

octubre año 2019

NOTAS PROVISIONALES EN TORNO A LA “ANÁRQUICA” REVUELTA DE MASAS QUE SACUDE A LA REGIÓN CHILENA

El viernes 18 de octubre una salvaje revuelta estalló en la ciudad de Santiago y al siguiente día ya se había expandido a prácticamente todas las ciudades del país. El motivo aparente fue el alza del pasaje en la locomoción colectiva de Santiago (en los buses de Red Metropolitana de Movilidad y el Metro), pero en la raíz mostró un descontento total con el modo de vida capitalista. Un enorme e incontrolado movimiento hizo de esta manera su aparición histórica y como algunos/as compañero/as han afirmado en varios panfletos repartidos en la revuelta: “ya nada volverá a ser igual”.

Lo favorable del movimiento para la perspectiva antagonista

-Lo primero que debemos destacar es la generalización espontánea del movimiento y su crítica en los actos a la totalidad del modo de vida capitalista-neoliberal: expropiación y repartición en masa de mercancías de grandes capitalistas (supermercados, centros comerciales, farmacias, bancos, etc.), destrucción de infraestructura estatal (comisarías, edificios municipales, etc.), repudio masivo a los cuerpos represivos del Estado en un contexto “democrático” (carabineros, policía de investigaciones y milicos), y un esbozo intuitivo de crítica a la totalidad de la mercantilización de todos los aspectos de la vida cotidiana (no hay una “demanda” o “reivindicación” concreta, se quiere “cambiar todo”).

-El rol dinamizador que ha jugado y juega el proletariado juvenil, con su intransigencia programática y combatividad subversiva a toda prueba.

-Las protestas salvajes efectivamente constituyeron un daño cuantioso a la propiedad privada de los grandes capitalistas de este país: este fue el verdadero motivo de que el Estado pusiera los milicos en las calles. Esto horrorizó a la clase dominante-capitalista.

-Otro aspecto que nos ha llamado profundamente la atención es la proliferación de núcleos que practican de manera extendida la violencia ofensiva y la autodefensa contra las fuerzas represivas del Estado en las manifestaciones –tanto en el “centro”, como en los barrios periféricos-. Existe algo como “violencia proletaria de masas difusa”, que se coordina de manera solidaria en medio de las barricadas, que hace innecesaria –al menos, por ahora- cualquier tipo de especialización o profesionalización de esta actividad por grupúsculos. Hasta el momento, esto ha sido bastante efectivo.

-La fractura del aislamiento y la incomunicación a que somos sometidos a diario en este sistema que se manifiesta en: solidaridad espontánea de clase y comunicación social por fuera de los roles previamente prefabricados.

-A pesar del “Estado de emergencia”, del toque de queda, y de los milicos en las calles, el proletariado no ha tenido miedo y no ha abandonado la lucha pese a la brutal represión que ha cobrado un número aún desconocido de asesinados/as, torturados/as, desaparecidos/as y encarcelados/as. Al momento de escribir estas líneas se ha anunciado en muchas regiones, incluyendo la Región Metropolitana, el cese del toque de queda, por la presión social del proletariado que no lo ha respetado en absoluto y que manifiesta un odio visceral a los milicos.

-Pese a todos los esfuerzos del Estado por volver a “cierta normalidad” y de la difamación de los medios masivos de comunicación, ésta ha sido imposible de restaurar, ya que nuestra clase a continuado protestando a diario sin necesidad siquiera de “pedir permiso” para hacerlo –todas las manifestaciones han sido “ilegales”-.

-La realidad de la lucha ha desbordado los intentos de “espectacularizar” la revuelta de la prensa: el proletariado a reconocido que la función social-esencial de la prensa es distorsionar los hechos y montar un relato afín a los intereses de la clase dominante –los/as periodistas son los “voceros” del capital-.

-El movimiento, en el contexto de la revuelta, se está dotando –embrionariamente- de órganos de lucha con arraigo territorial, en base a la conformación de asambleas autoorganizadas de vecinas y vecinos, que se encuentran en diversos barrios y poblaciones construyendo desde abajo una perspectiva anticapitalista que se contraponga a la precarización de la vida. Consideramos estos espacios de asociatividad proletaria estratégicos para conformar una comunidad de lucha, debido a que expresa la necesidad de autoactividad por parte de los/as mismos/as proletarios/as de manera autónoma a cualquier intervención externa a ellos/as mismos/as.

-Un sector importante del proletariado ha rechazado en bloque las propuestas de “reformas” con las que el gobierno ha intentado apagar el fuego de la revuelta: son consideradas migajas indignas, lo que tiene al Estado en jaque, al menos, hasta el momento.

-No existe ningún “sector político” capaz de autoproclamarse representante y ente válido para dialogar con el gobierno: cuestión que tiene a la burguesía desconcertada. Es una revuelta sin líderes. De ahí, “lo anárquico” de este movimiento.

Las contradicciones y los límites que las minorías revolucionarias deben combatir en el seno del movimiento

-Durante las megamarchas efectuadas el día viernes 25 de octubre, que solo en la ciudad de Santiago convocaron según cifras oficiales a más de 1.500.000 manifestantes, se expresó masivamente un sentimiento de identificación patriótica y de unidad nacional, en detrimento de una perspectiva de clase del conflicto social. Ejemplo de esto fue la proliferación de banderas chilenas –que habían estado ausentes- y un ambiente festivo y pacifista que prevaleció durante toda la jornada, siendo esto valorado por el mismo gobierno como una oportunidad que “abre caminos de futuro y esperanza”.

-El titubeo que han demostrado ciertos sectores organizados del movimiento obrero de participar de la revuelta –por ejemplo, los mineros de la empresa estatal CODELCO y los sindicatos pertenecientes a la Coordinadora Nacional de Trabajadoras y Trabajadores NO+AFP-, con la digna excepción de la Unión Portuaria de Chile (UPCH) y el gremio de la construcción agrupado en el combativo sindicato SINTEC: lo que no ha estado exento de contradicciones, límites y un desarrollo desigual dependiendo de la ubicación geográfica.

-El eco que en ciertos sectores sociales ha hecho el rumor esparcido por la prensa y el gobierno de que existe una oleada de saqueos que tiene como objetivos casas de particulares y pequeños negocios –los que han sido casos muy particulares y poco numerosos-. Esto se ha expresado en el fenómeno de los “chalecos amarillos”, vecinos/as organizados/as en cuadrillas que defienden sus barrios de inexistentes saqueadores. Esto es peligroso porque es caldo de cultivo para corrientes ultraderechistas-neofascistas y porque enfrenta a proletarios/as contra proletarios/as.

-La existencia de militantes de partidos tradicionales y de la “nueva izquierda” –que es más de lo mismo- en las asambleas y cabildos autoorganizados, que intentan cooptar y suplantar la autodirección del movimiento para imponer sus posiciones y convertirse en interlocutores válidos para negociar con el poder.

-A pesar de los grandes saltos cualitativos que ha dado el movimiento en su vasta extensión, no ha podido cuajar y consolidar una lectura claramente de clase, debilidad que demuestra una gran tarea pendiente que debe ser subsanada por la proyección del movimiento. Esto ha significado, sobre todo desde las megamarchas, el resurgir de una identificación como “clase media” de algunos sectores del proletariado promovida por los partidos del orden y los medios masivos de comunicación.

-La revuelta encontró a las minorías revolucionarias desorganizadas y fragmentadas, lo que, sin embargo, no significó que participaran de inmediato en el movimiento, intentando brindar orientaciones por medio de los actos y la propaganda, a pesar de sus limitados medios. La izquierda y el leninismo en general no se quisieron mezclar con los incontrolados, se desmarcaron de la revuelta, e incluso sus sectores más tradicionales condenaron los saqueos a grandes empresas, y tardaron al menos tres días en demostrar su presencia en las calles. Esto pone de manifiesto la necesidad de constituir un movimiento abiertamente anticapitalista que agrupe a los sectores más radicales de la clase.

Perspectivas provisionales

Pese a lo que ocurra en el desenlace de esta gran coyuntura, es claro que se ha producido una ruptura irreversible, una grieta, que marca un cambio de época para nuestra clase en esta región. Lo que han vivido en estos días miles y miles de proletarios/as sin previa experiencia de lucha, difícilmente podrá ser borrado de la memoria combativa de nuestra clase. Esta revuelta ha brindado una oportunidad única que no debe ser desaprovechada: ha quedado claro que solo luchando se imponen las reivindicaciones y las mejoras concretas en las condiciones de vida del proletariado. Nos hemos dado cuenta de nuestra propia fuerza. La revuelta generalizada, anuncia la posibilidad latente de un cambio revolucionario posible, de la reconciliación de la especie humana consigo misma y su entorno natural, a pesar del previo desprecio que manifestaban sectores del entorno subversivo de nuestra región –con discursos del tipo “humano=plaga” o que el “pueblo está muerto”-. El proletariado no ha muerto, no somos solo capital variable, tenemos un enorme papel que desempeñar para liquidar este mundo capitalista y ha quedado demostrado en la práctica. Por ahora, la lucha continúa en la calle y en las asambleas contra el pacto social que nos quieren imponer y la recuperación reformista. Esta revuelta cuestionó intuitivamente los cimientos de la estructura social capitalista y eso no se podrá borrar de la memoria histórica. Nosotros/as vamos más allá, vamos hacia la vida.

Algun@s Proletari@s en lucha de la Región chilena

Mañana del sábado 26 de octubre – Primavera subversiva del 2019

¿CHILE DESPERTÓ?

No, lo que ha despertado es el proletariado que habita y es explotado/oprimido dentro de las fronteras territoriales del estado-nación creado por las clases dominantes en esta parte del planeta.

Pretender subsumir a la clase trabajadora al estado burgués por medio de sus dispositivos democráticos y ciudadanistas es la estrategia que intentarán aplicar las derechas e izquierdas para contener la lucha de clases y evitar que el estallido social se profundice y desemboque en una situación revolucionaria. Para lograr tal objetivo combinarán métodos persuasivos e ideológicos («recuperar la democracia») con el terrorismo de estado expresado en la presencia militar y policial en las calles («combatir la violencia y la delincuencia»).

No debemos como clase dejarnos engañar otra vez por la demagogia y el oportunismo de los burócratas y politiqueros que la burguesía contrata para «representarnos», los «delincuentes de terno y corbata», ni tampoco entregarnos mansamente con los brazos caídos a la barbarie fascista que preparan los verdugos uniformados.

Solo la clase unida y organizada podrá transformar esta crisis del modelo capitalista en Chile en una salida revolucionaria.

Por la Autonomía y Emancipación de los Trabajadores!

Comunismo y Anarquía hasta el fin!

Anónimo, fines de octubre de 2019.

[Radio] Programa 39 de Temperamento – ESPECIAL REVUELTAS EN ECUADOR Y CHILE

http://blog.temperamento-radio.com/content/images/size/w1000/2019/10/por-tercer-dia-consecutivo-declararon-toque-de-queda-en-chile-794923.jpg

Escuchar o descargar programa

Participan compañeras y compañeros de aquellas regiones.
Grabado el 23 de octubre del 2019

En este programa:
-Audio desde barricada en Santiago de Chile (21 de octubre)
Desde Ecuador:
-Balance y perspectiva de la revuelta
– ¡Esto no se ha acabado! ¡Esto no ha hecho más que empezar!
Panfleto anarquista distribuido en Quito (18 de octubre)

Desde Chile:
-Audio agitación revolucionaria en Santiago de Chile (19 de octubre)
– Desde Villa Olímpica: Situación general del movimiento
-Compañero analiza fortalezas y debilidades de la revuelta – Violencia proletaria y autoorganización en los barrios
– Audio: ¡La Revolución es posible!

-Saludos internacionalistas!

Nos acompañan: Raza Humana – Los Prisioneros – Disturbio Menor – Marcel Duchamps – Chico Trujillo – Los Jaivas

[Folleto] Guerra de clases en Ecuador

Textos radicales surgidos al calor de la revuelta social de octubre del 2019

Los materiales que compilamos y publicamos en este folleto, fueron elaborados por proletarios que participaron activamente en el vórtice de la lucha de clases que recientemente tuvo lugar en la región ecuatoriana. Son materiales surgidos al calor de la lucha real y su propósito no se ha limitado a “informar o analizar los hechos”, sino que manifiestan de forma clara y firme las necesidades de dar un impulso a la lucha que rompa y supere definitivamente los convencionalismos reformistas y nacionalistas en los que la burguesía siempre busca encuadrar los álgidos combates del proletariado.

Otro hecho importante que caracteriza el contenido de  estos textos, es remarcar las fortalezas de una lucha que pese a las condiciones adversas en las que se desarrolló, se afirmó nuevamente como una de las tantas manifestaciones contundentes del enfrentamiento que nuestra clase sostiene históricamente contra el orden del capitalismo.

De igual manera, vimos imprescindible incluir en esta publicación dos textos más que fueron elaborados por camaradas que radican en otros países, y que a pesar de no haber estado presentes en el conflicto, sus posiciones parten de la misma línea, es decir, de la solidaridad de clase y el empuje hacia la revolución, afilando las armas de la crítica y la crítica armada.

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Contenido

-Introducción Breve análisis del «paquetazo» y las próximas protestas en este país desde la crítica radical Ecuador, 9 de octubre de 2019: 7mo día de Paro Nacional y 1er día de Huelga General. Panfleto de un@s proletari@s cabread@s de la región ecuatoriana por la revolución comunista anárquica mundial, desde «donde las papas queman» Ecuador: breve balance y perspectiva de las jornadas de lucha proletaria en octubre del 2019, al calor de los últimos hechos y debates al respecto  Solidaridad de Clase, -Comunidad de Lucha  Esto no se ha acabado, esto no ha hecho nada más que empezar Lenin Moreno y el progresismo La normalidad ya está rota

[Chile] ¡A TOMARNOS TODO!

¡Hoy la Huelga General es contra la precarización de la vida!
¡A multiplicar las asambleas territoriales!

Piñera junto a los representantes políticos de la burguesía intentaron apagar el fuego de la revuelta con medidas cosméticas que son más de lo mismo. No erradican la precariedad a la que somos sometidos a diario. ¿Podríamos esperar otra cosa? Por esta razón, apostamos a que nuestra clase se articule de manera autónoma, con sus propias formas de organización. Hacemos un llamado a confluir y levantar asambleas autoorganizadas que comiencen a ejercer paulatinamente el poder sobre sus territorios: esto significa coordinarnos para resolver nuestras necesidades directamente. Es primordial romper con el aislamiento y la incomunicación, para encontrarnos, conocernos, y así avanzar en la lucha.

¡Lo han pagado caro, pero no lo han pagado todo!

Más agitación en las calles:

[Chile] Panfleto repartido hoy 22 de octubre. ¡Por la extensión de la revuelta!

«Ya nada volverá a ser igual. La huelga general del 21 de octubre demostró que la clase proletaria no ha caído en la campaña del terror emprendida por el gobierno y el empresariado. Hemos demostrado en las calles que tenemos la fuerza para cambiar la sociedad, que no queremos volver a la normalidad suicidad que nos llevaba día a día a la depresión, el estrés y el aislamiento. Ahora, debemos crear organización comunitaria para resolver el problema de abastecimiento y de la autodefensa contra la represión de los militares. Es necesario que abandonemos masivamente el televisor, que nos conectemos con la realidad de las calles, de los barrios, de las comunas, donde el proletariado está cambiando efectivamente esta realidad de miseria,

¡La paz social que defiende el Estado es nuestra sumisión al capital, al dinero y al trabajado asalariado!
¡Lo han pagado caro, pero no lo han pagado todo!»

Omnia Sunt Communia

***

Agitación en medio de las protestas:

Texto sobre la actualidad de nuestra lucha

Afiche internacionalista como campaña de agitación y solidaridad con las luchas proletarias.

La invasión alienígena

Este último año vemos sucederse, una tras otra, revueltas en las cuatro puntas del mapa: revueltas que llevan a Macron a revisar los búnkeres del Elíseo, que hacen a Lenin Moreno mover la sede del gobierno a Guayaquil, que asaltan cuarteles y sedes de partidos burgueses en Irak mientras reavivan la memoria de la insurrección del 91, que tiran uno tras otro primeros ministros en Haití o colocan una bandera negra en el parlamento de Hong Kong. La burguesía mundial empieza a tener miedo.

Como dijo hace unos días Cecilia Morel, la «Primera Dama» del Estado chileno, al hablar de la revuelta social en curso: «Estamos absolutamente soprepasados, es como una invasión extranjera, alienígena, no sé, y no tenemos las herramientas para combatirlas […]. Lo que viene es muy, muy, muy grave».

En efecto, lo que se viene es un nuevo ciclo de lucha de clases que está ante nuestros ojos. Desde Irak al Líbano, desde Irán a Argelia, de Sudán a Francia, desde Haití a Ecuador, de Hong Kong a Chile. Luchas que nacen desde las necesidades inmediatas, humanas, de nuestra clase, y que desde ahí abren la perspectiva histórica, larga aún, de la revolución social, del comunismo. En Chile es por la subida del metro, en Argelia por la corrupción política, en Haití por el Petrocaribe y la subida de los precios de la gasolina, como ocurre también en el caso de Francia o Ecuador. En Hong Kong empezó contra la represión, en Irak por las condiciones vida y del agua, en el Líbano por la subida de los impuestos a internet. Pero esas necesidades inmediatas tienden a generalizarse e ir más allá del motivo que causó la chispa inicial. Como se puede intuir no incluimos Cataluña, y es que se trata de un proceso ubicado totalmente en el terreno de la liberación nacional, que nace de la defensa de la condena de unos políticos burgueses y que busca la creación de un Estado catalán independiente. La voluntad o lo que creen defender aquellos que luchan en estas algaradas cuenta poco en relación a lo que toda reivindicación nacional prepara: guerras y conflictos imperialistas. La prueba para determinar la naturaleza de un movimiento no es su carácter violento o no, que no quiere decir nada, sino aquello que niega y pone en cuestión: no se niega un Estado nación construyendo otro. El Kurdistán es otro buen ejemplo de esto.

Podemos sacar algunas primeras lecciones sobre esta polarización social en curso, a partir de las «Diez notas sobre la situación revolucionaria» que habíamos escrito hace unos meses.

1) Casi todo el mundo está polarizado. Estamos entrando en el inicio de un cambio de época catacterizado por el enfrentamiento entre las clases, poniendo fin al largo período de reflujo de la década de los noventa. En realidad, estamos viviendo el desarrollo cada vez más intenso y fuerte de procesos de ascenso social de nuestra clase, que van desde el 2001 en Argentina al 2006 en Oaxaca (pasando previamente por Ecuador o Bolivia), desde las revueltas por el hambre en el 2008 en medio mundo al 2011, el año en que nuestra clase generalizó sus luchas desde el mundo árabe a España, Reino Unido, Estados Unidos o la misma Grecia.

2) El capitalismo no da más de sí. Estamos entrando en un período de revolución social porque el capitalismo está agotado como relación social: genera cada vez más humanidad superflua, expulsa trabajo vivo de la producción social, consume con creciente voracidad energía y materias primas para intentar resolver con más mercancías lo que pierde al expulsar trabajo humano. Sus crisis son y serán cada vez más catastróficas.

3) Las oleadas de lucha que emergen a nivel mundial (2001, 2008, 2011, 2019) no podemos entenderlas como eventos en sí mismos, como fotografías aisladas unas de otras. Se trata de la misma película, en el tiempo y en el espacio, que tiene un protagonista común: el viejo topo de la revolución que reclama con fuerza sus necesidades e intereses.

4) Las rebeliones y revoluciones tienen un carácter físico, material: se lucha por las necesidades inmediatas. Lo importante es analizar los hechos materiales que mueven las prácticas. Lo que el movimiento dice es importante, pero ahora es más importante lo que el movimiento hace, siempre y cuando la lucha surja de las necesidades inmediatas de nuestra clase: algo muy diferente de las luchas nacionalistas o político-electorales que se mueven completamente en el terreno de la política burguesa. La revolución inicia de un proceso de ionización en el que las moléculas sociales tienden a disponerse en un sentido de combate, polarizado, independientemente de la conciencia que tengan inicialmente de los fines de la lucha. Es lo que estamos viendo estos meses en las diferentes revueltas en curso. Nada que ver con la ilustración burguesa

5) Este marasma social, este choque de placas tectónicas tiene una raíz común y por eso tiende a hacerse cada vez más sincrónico. Se contagian unas revueltas a otras, desde Ecuador a Chile, de Sudán a Argelia, de Irán a Irak o el Líbano. La raíz común son las necesidades humanas que el capital ataca a partir de sus necesidades de reproducción.

6) Y, sin embargo, hay que entender que la apertura de una nueva época caracterizada por el enfrentamiento entre las clases no quiere decir que se abra un período insurreccional. Estamos aún muy lejos de esto, ya que un período insurreccional requeriría una determinación consciente, un programa, una voluntad reconocida por parte de nuestra clase: en definitiva, una inversión de la praxis que necesita de un nivel superior de organización, que necesita de partido, como explicaremos a continuación. Y aún con todo, es seguro que el choque de placas tectónicas al que estamos asistiendo será cada vez más intenso y constante, extenso y concentrado, a pesar de los reflujos que conocerá en los próximos años.

7) ¿Qué tareas nos podemos dar los revolucionarios? Estamos en el inicio de un nuevo período histórico en el que es muy importante que los procesos aprendan por sí mismos. Nuestro partido, como fuerza social que lucha por el comunismo, vive y se forma ya en el suelo de estas revueltas. Las minorías revolucionarias somos parte del proletariado y de estas luchas, no somos un partido a parte, sino aquellos que, como decía Marx, tratan de impulsar y llevar más lejos las determinaciones del movimiento, al mismo tiempo que tratan de clarificar teóricamente su práctica en torno a los objetivos generales de la clase. Como hemos dicho, que se inicie una nueva fase de la lucha de clases, un largo período de revolución social marcado por la crisis terminal del capitalismo, no quiere decir que el comunismo esté a la vuelta de la esquina. Estamos muy lejos de una situación revolucionaria: para ello es fundamental la capacidad del proletariado de constituirse en clase, en partido; es esencial la convergencia entre los procesos materiales de la lucha de clases y el programa histórico comunista que nace de esas mismas luchas. Por eso, las cuestiones de clarificación teórica y programática son hoy tan importantes. Nuestra lucha no está solo en las barricadas del presente, sino en las lecciones que se pueden extraer de las barricadas del pasado.

El camino es aún largo y, sin embargo, no puede haber vuelta atrás. Tenemos que vivir la pasión de la lucha pero también la lucha por la claridad teórica y programática.

Muchas veces, cuando debatimos en espacios «radicales» y aludimos a la necesidad de la revolución nos sentimos como alienígenas que hubieran desembarcado desde Marte. ¡Cómo! ¿La revolución? ¿Mundial? Vade retro: eso es totalitario, reaccionario. ¿Qué queréis? Pues no se trata ni de un deseo piadoso ni de un hecho de voluntad. Las revueltas y revoluciones serán un dato presente de nuestro tiempo histórico, cada vez más sincrónicas. No se trata de desear que se produzcan, puesto que lo hacen espontáneamente: se trata de dirigirlas en la perspectiva de la abolición de las clases, del Estado y de mercancía.

Por eso dedicamos estas notas a todos aquellos que habían arrojado la revolución al basurero de la historia, a todos aquellos que reducían al proletariado a masa manipulada y manipulable a voluntad, que sometían las necesidades inmediatas del proletariado, de la humanidad, a juegos de los movimientos del capital. No olvidemos jamás la fuerza y la potencia de nuestra clase.

Grupo Barbaria – Octubre del 2019