El texto que presentamos aquí sobre la muy reciente oleada de lucha de clases que barrió Kenia (y la sigue barriendo en el momento de escribir estas líneas) no pretende ser “completo”, ni un análisis “serio”, “objetivo” o pedante de la situación. No estamos aquí simplemente para diagnosticar los males del Capital, ¡estamos aquí para ser su sepulturero! No nos sirven los análisis “eruditos” y “brillantes” de la economía política burguesa, tan apreciados por todos los colores y matices del prisma de la izquierda y extrema izquierda del capital, análisis que aplastan con el peso de sus cifras, sus porcentajes, sus gráficos, sus curvas, su logorrea… cualquier expresión de la vida de nuestra clase y de su lucha, cualquier manifestación de lo vivo. En lo que nos concierne, enviamos simple y modestamente un saludo caluroso y vibrante a nuestros hermanos y hermanas de clase en lucha en Kenia, como en todas partes de este infierno capitalista que se impone a nuestra humanidad, y les llamamos a mantenerse firmes, después de haberse sublevado, a organizarse cada vez más poderosamente para las luchas venideras…
El 18 de junio de 2024 comenzaron las manifestaciones en Nairobi, con la ocupación de la plaza frente al Parlamento Nacional y, desde el principio, enfrentamientos con las fuerzas represivas del Estado. El detonante de las protestas fue la propuesta de Ley de Finanzas 2024 del Presidente de Kenia, Sr. Ruto. Su aprobación provocaría subidas de precios en una amplia gama de productos básicos, desde el pan, los huevos, las verduras y el aceite de cocina hasta la gasolina y los productos de higiene para mujeres y niños.
Además, debido a la naturaleza de la organización del capital en Kenia, si quieres conseguir un empleo en la “economía urbana del sector servicios”, no te queda más remedio que convertirte en lo que se conoce como “autoempresario” y tienes que comprar tu propio equipo, combustible y pagar impuestos al Estado, aunque luego trabajes para una gran empresa tecnológica, una compañía de medios sociales o una agencia gubernamental local.
Esto llevó a los proletarios cuya pertenencia de clase está enmascarada por la ideología burguesa, que les da la ilusión de ser “empresarios privados”, y que eran los más afectados por los cambios, a convertirse en los iniciadores de las protestas. Y al igual que en el caso del movimiento de los “chalecos amarillos” en Francia, los principales medios de comunicación, así como la izquierda del capital con su ideología obrerista, saltaron a la oportunidad de interpretar las protestas como un movimiento “pequeño burgués”, “contra la corrupción del gobierno”, “impuestos injustos”, “por más democracia”, etc. Como en el caso de los “chalecos amarillos”, queremos hacer hincapié en la naturaleza proletaria del movimiento, que se expresa y confirma en la expropiación generalizada de bienes, los ataques a la infraestructura y los símbolos del Estado y el rechazo de cualquier mediación burguesa, a pesar del ocasional “ciudadano enfurecido” quejándose en TikTok de que la nueva ley “perjudica a su negocio”. Sigue leyendo