[Proletarios internacionalistas] Revista Revolución nº3

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  • Presentación
  • Precisiones sobre el derrotismo revolucionario
  • Oriente Medio. La lógica de los Estados y el proletariado
  • Palestina. Una historia de miseria, masacres y sublevaciones
  • El colonialismo y sus críticos

[Red Derrotista Revolucionaria]¡Proletarios “en el frente interno”! ¡Camaradas!

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En muchas partes del mundo, el capitalismo está reactivando su maquinaria bélica principal para masacrar a miles y miles de proletarios. Se les bombardea y acribilla sin tregua, se les mata deliberadamente de hambre y se les priva de agua, se les obliga a dispararse, apuñalarse o gasearse en las trincheras, se les viola, tortura y mutila…

Cuando nuestra clase se enfrenta a esta carnicería, a esta horrible intensificación de la inhumanidad de la sociedad capitalista, ¡su única reacción es negarse a someterse a ella! Esto nos sale de las entrañas y al mismo tiempo es la expresión de nuestros intereses históricos de clase.

Por eso, poco después del comienzo de la guerra en Ucrania, empezaron a aparecer “incidentes” a ambos lados del frente. Los soldados de ambos ejércitos intentan cada vez más escapar al reclutamiento y evitar ser enviados al frente. Se esconden cuando pueden, y si son reclutados a la fuerza en unidades militares, intentan escapar y abandonar sus posiciones a la primera oportunidad. La situación ha llegado tan lejos que los generales ucranianos se quejan de la “desintegración total de la disciplina del ejército”. Lo mismo está ocurriendo, aunque desgraciadamente a menor escala, en otros conflictos interburgueses en Oriente Medio, Sudán y otros lugares. Tanto en Ucrania como en Rusia, oficiales del ejército y reclutadores militares han sido atacados por sus “propias” tropas.

Pero, ¿qué podemos hacer nosotros, como proletarios que vivimos en los territorios “pacíficos” del “frente interno”, para apoyar concretamente la lucha de nuestros hermanos de clase uniformados que se rebelan contra la guerra capitalista y vincularla concretamente a nuestras propias luchas? ¿Aunque tengamos la suerte de vivir lo suficientemente lejos de la “zona de la muerte” como para no sufrir los bombardeos, los misiles, la ocupación militar o la presencia de bandas ambulantes de matones de las “unidades especiales”?

Nuestras vidas siguen viéndose afectadas a diario por los recortes del “gasto social”, el deterioro de las condiciones laborales y la intensificación de la explotación, la subida de los precios de la vivienda, los alimentos, la energía y otros medios de supervivencia, el aumento del control social y la represión y la militarización general de la sociedad.

Por supuesto, esto no es nada nuevo; también conocemos esta miseria en tiempos de “paz” capitalista y luchamos contra ella con la misma intensidad. Pero durante la guerra o los preparativos intensivos para la guerra, el capital y su Estado deben concentrar una parte cada vez mayor de la producción en lo que se conoce como “economía de guerra”. Es decir, producir rápidamente armas, municiones y vehículos militares, combustible, raciones alimenticias, etc. para gastarlos con la misma rapidez en el proceso de masacrar a los proletarios, es decir, ¡al resto de nosotros! Y como cada Estado tiene que hacer esto más rápidamente y a mayor escala que el “enemigo”, esto crea una inmensa presión para hacernos trabajar cada vez más arduamente, por más tiempo y con menos medidas de seguridad, etc. Al mismo tiempo, el Estado tiene que redoblar su propaganda a favor de la nación y de la santidad de “la Patria”, “la democracia” y “la libertad” para convencernos de que nos sacrifiquemos por los intereses del Capital, los cuales nunca pueden ser los nuestros.

La primera respuesta a la pregunta de qué hacer es: ¡rebelarnos contra nuestra propia explotación! Mediante huelgas, ocupaciones, bloqueos y sabotajes de autopistas y ferrocarriles, saqueos de mercancías y su redistribución entre la clase, etc. en tiempos de guerra, atacamos la producción, valorización y reproducción del Capital necesario para el esfuerzo bélico. Pero también, al afirmar nuestros intereses de clase en oposición a los intereses de la clase dominante, ¡desbaratamos su cuento de hadas de la “unidad nacional”! Nuestros enemigos de clase también tendrán que enviar más policías y soldados para intentar reprimir nuestras luchas – y no podrán ser utilizados para ahuyentar a los desertores y refugiados, para imponer la movilización, para vigilar las fronteras… y su lealtad al Estado no es un hecho. Después de todo, los motines en el ejército ruso en febrero de 1917 se desencadenaron cuando los soldados recibieron órdenes de sus oficiales de reprimir a los trabajadores en huelga en Petrogrado.

Para que nuestro ataque a la maquinaria bélica sea directo y eficaz, debemos concentrar nuestra actividad subversiva en varias áreas:

* Desorganización de la infraestructura militar, como almacenes de municiones, ferrocarriles, puertos, aeropuertos y las carreteras utilizadas para llevar tropas y equipo militar a los frentes.

Podemos inspirarnos en nuestros hermanos y hermanas proletarios de los colectivos que han estado saboteando los ferrocarriles en Bielorrusia y Rusia desde el comienzo de la guerra para impedir el transporte de suministros militares al frente.

Los estibadores de Génova y Trieste en Italia y del Pireo en Grecia también bloquearon el envío de armas y municiones a Ucrania, Israel o para los bombardeos estadounidenses en Yemen.

* Perturbación del reclutamiento militar, la conscripción y la “busificación” de reclutas para el frente. Tanto en Ucrania (Transcarpatia, etc.) como en Rusia (Daguestán, etc.), los cerdos y las patrullas militares que vienen a detener a los hombres reclutados a la fuerza se enfrentan a sus familiares y amigos enfadados.

Si vivimos en países más alejados del frente, el Estado ha utilizado hasta ahora o bien tácticas de reclutamiento “voluntario” y de manipulación nacionalista, como los programas de educación patriótica llevados a cabo en Francia y Polonia, por ejemplo, o bien planes de servicio militar obligatorio. Si buscamos inspiración sobre qué hacer, señalemos la larga tradición de protestas y disturbios contra los reclutadores militares y los “asesores de carreras militares” en las universidades estadounidenses, que se remontan a las llamadas guerras de Vietnam y del Golfo y llegan hasta la reciente guerra de Gaza.

¿Por qué los reclutadores militares, los propagandistas nacionalistas o los buenos ciudadanos que delatan para el Estado y denuncian la resistencia de clase antimilitarista – aquellos que nos obligan a sacrificarnos por el “bien de la nación” –, por qué a estos compinches se les debería permitir vivir sus vidas en paz y con seguridad? ¡Tratémoslos como nuestro movimiento de clase ha tratado siempre a los soplones y esquiroles! ¡Los chivatos no duran mucho tiempo!

* ¡Ayudemos a escapar a los desertores, escondámoslos y pasémoslos de contrabando a través de las fronteras, pero también organicemos nuestra lucha con ellos! Ya existen redes en Rusia y Ucrania que ayudan a los soldados a escapar del ejército, y tenemos que vincularlas con nuestras propias redes de lucha. Eso significa contactos seguros, teléfonos seguros, hogares seguros, recaudación de fondos…

La historia de la lucha de clases nos muestra que la única manera de oponerse realmente a la guerra capitalista, no a favor de continuar nuestra miseria en la paz capitalista, sino por la destrucción de toda la sociedad de miseria y explotación, y por lo tanto por el fin de todas las guerras, ¡es cuando la revuelta de los proletarios en el frente y la lucha de los que están en el “frente interno” se unen prácticamente!

Recordemos la experiencia de los proletarios en Irak durante la llamada primera guerra del Golfo de 1991, cuando los desertores del ejército, muchos de los cuales habían conservado sus armas, se reunieron tanto en los humedales del sur como en las montañas del norte, ¡donde organizaron con militantes obreros la insurrección contra el Estado!

Frente a la catástrofe capitalista mundial, ¡la revolución es nuestra única perspectiva!

¡Volvamos nuestras armas contra “nuestros propios” explotadores y “nuestros propios” generales!

¡Luchemos juntos contra la guerra capitalista y contra la paz capitalista!

¡Transformemos la guerra capitalista en una insurrección de clase mundial por el comunismo!

Febrero 2025 / RED DERROTISTA REVOLUCIONARIA

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El joven Marx y sus enemigos

Toda su vida Marx ha mantenido el punto de vista unitario de su teoría, pero la exposición de su teoría fue planteada sobre el terreno del pensamiento dominante precisándose bajo la forma de críticas de disciplinas particulares, principalmente la crítica a la ciencia fundamental de la sociedad burguesa, la economía política. Esta mutilación, ulteriormente aceptada como definitiva, es la que ha constituido el «marxismo».

La Sociedad del espectáculo.Guy Debord.

Esta afirmación, que comprende la obra de Marx como una totalidad en desarrollo, se contrapone a toda esa periodización de la misma que la disocia en un periodo de juventud y otro de madurez. En la medida en que dicha periodización se afirma, ya sea para defender al joven Marx frente al viejo, o viceversa, se liquida la fuerza de Marx en tanto que militante del proletariado, conduciendo ineludiblemente a una petrificación que nos arrastra hacia la ideología marxista en sus diversas variantes.

Presentación a Páginas Malditas de Reapropiación ediciones.

La socialdemocracia ha hecho de Marx un utensilio apto para servir a la reproducción social capitalista. Las múltiples formas bajo las que se materializa esta fagocitación emanan de las particularidades propias de cada fracción de la socialdemocracia. La lista es interminable: el Marx demócrata, politicista, economista, filósofo, humanista, marxista, leninista, estalinista, ecologista, etc. El método para conseguir semejante proeza se basa en descuartizar la obra de Marx, destruir la globalidad de la misma, haciendo de los diferentes niveles de abstracción una contraposición utilizando categorías, frases y pasajes que se desconectan de los diversos momentos de la totalidad. Tampoco se puede negar, obviamente, que el mismo Marx colaboró lo suyo descargando una nutrida variedad de excrementos que abonaron el campo sobre el que proliferan todos esos escuderos de la burguesía.

Posiblemente, el corte epistemológico entre un joven Marx filosófico y un Marx maduro científico desarrollado por Althusser es uno de los ataques más populares contra Marx. Althusser y sus epígonos rellenan miles de páginas con todo tipo de detalles y comparaciones que nos muestra al joven Marx apresado en las contradicciones filosóficas y adherido a la posición humanista de Feuerbach. Habría que desechar toda la producción teórica de ese periodo juvenil, y sus reminiscencias en la Ideología alemana, pues se enmarca dentro de los límites de la filosofía clásica alemana. La abolición del trabajo, del Estado, del dinero, etc., serían aboliciones al interior de un sistema filosófico sin relación alguna con las verdaderas contradicciones sociales y su superación. En ese sistema filosófico habría un ser humano que responde al yo sensible feuerbachiano, una actividad limitada al pensamiento ético y un objeto de dicha actividad que se queda en lo sensible. La enajenación del ser humano sería percibida desde un enfoque filosófico que concibe la separación del sujeto y el objeto, en concreto del hombre y la objetivización de sus fuerzas naturales, como un desajuste a superar desde la propia filosofía que defiende la primacía del sujeto y el retorno a una supuesta identidad originaria.

Evidentemente si así fuera habría que dar la razón al corte epistemológico. Ahora bien, hay que tragarse muchos sapos para aceptar esta falsificación. Pero la misma tiene una fuerza social evidente y quien se pone las gafas althusserianas está totalmente convencido de la autenticidad de lo falso.

Es cierto que el método que utiliza Marx para cristalizar sus posiciones, que podríamos definir por una parte como una dialéctica de la conservación y la superación (que contiene, claro está, la negación), facilita la operación de estos especialistas de la adulteración, pues la escisión de momentos particulares de la conservación respecto a la totalidad en desarrollo que los engloba, elimina la negación que sufren en el proceso de superación, permitiendo la amalgama y liquidación del contenido. Es la misma maniobra que se emplea cuando se asimila la concepción del valor de Marx al valor-trabajo ricardiano. De esta forma, se puede presentar aquí o allá a Feuerbach o Ricardo escribiendo a través de la pluma de Marx. Se trata de un extrañamiento de la teoría. Sigue leyendo