Colgamos a continuación un panfleto que algunos compañeros redactaron al calor de las luchas que transcurren en esta finca capitalista llamada México. Por nuestra parte, contribuiremos a apuntar lo siguiente:
El actual proceso rebasó toda previsión en términos de fuerza, magnitud y contradicciones, por lo cual aún está en ciernes. Tal situación, hace indispensable profundizar sobre las necesidades de la lucha, extraer lecciones de los errores del pasado, además de ampliar y propagar la crítica y ruptura contra todos los aparatos e ideologías con las que la burguesía pretende encuadrarnos.
Constatamos una vez más, que el problema no radica en que “el proletariado no esté luchando lo suficiente” o sea “un agachón”; lejos de eso, la lucha está presente porque el proletariado ha respondido en la calle a los ataques que la burguesía pretende llevar a cabo mediante sus planes de austeridad, y ante eso, los aspectos cuantitativos salen sobrando, no son relevantes a la hora de evaluar la lucha. El connato de enfrentamiento con las fuerzas del orden en la localidad del Valle del Mezquital-Hidalgo, donde el proletariado bajo el grito de “Preferimos morirnos de pie que morirnos de hambre” repelió con piedras, palos y cocteles molotov a los gendarmes del Estado, es la muestra más contundente que refleja la vigencia de la lucha de clases, a su vez que evidencia la brecha irreconciliable entre las necesidades humanas y las necesidades de la economía.
El problema radica entonces, en que a pesar de lo numerosas que han sido las protestas en distintos puntos del país, es la falta de perspectivas y sobre todo la nula ruptura de nuestra clase con la condición de ciudadano e individuo civil, la que le conduce al aislamiento y a la pérdida de continuidad en la lucha. Todas esas debilidades nos cuestan el avance y nos pagan con la derrota. Es la consecuencia de todavía vislumbrar la realidad de forma mistificada y separada, alejándonos de entender el actual problema desde su raíz, es decir, desde la totalidad que es la sociedad subsumida al Capital.
Ante la represión y los incrementos de precios se propone la renuncia de un presidente; ante los disturbios, la ciudadanía clasemierdera secunda a la policía, condenando y delatando a los incontrolables; ante los saqueos, la izquierda rastrera se inventa una conspiración hablando de “infiltrados” (a la par que defiende la sacrosanta propiedad privada); ante un problema que deviene de la situación de crisis mundial de valorización, se insiste en contemplarlo desde el localismo y el nacionalismo… Y así sucesivamente, los ejemplos mencionados son una suma de las clásicas fórmulas del reformismo, condensadas y materializadas en todas las pancartas de las manifestaciones pusilánimes, en las redes sociales, en los youtubers indignados, en los periodistas y opinologos de izquierda. Toda esa amalgama posee la considerable fuerza e impacto suficiente para persuadir a que los inconformes se desmovilicen y/o deambulen a través del nefasto sendero de las súplicas (que serán calmadas con unas míseras migajas).
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