El decrecentismo y la gestión de la miseria

Por Barbaria

Este texto hace parte de una serie de reflexiones en torno a la relación del ser humano con la tierra en la sociedad capitalista, la oposición radical entre la Tierra y el capital, así como la manera en que la catástrofe ambiental es integrada bajo las categorías del valor. El presente texto intenta no tanto abordar los problemas cada vez mayores a los que se enfrenta nuestra clase con el avance catastrófico del capitalismo ―estos se irán desarrollando más detalladamente a lo largo de la serie―, sino hacer una crítica radical a las perspectivas burguesas, socialdemócratas, de esta catástrofe, que a nuestro entender se sintetizan en la ecología como movimiento parcial y separado.

Indice

  1. La escisión de la naturaleza
  2. Metabolismo natural y metabolismo social
  3. El decrecentismo
  4. Colapso civilizatorio o catástrofe capitalista
  5. ¿Ecofascismo?
  6. Crisis del valor y revolución mundial

Leer online

Descargar PDF

La tierra en la crisis del valor

Por Barbaria

Iniciamos con este texto semielaborado una serie de reflexiones en torno a la relación del ser humano con la tierra en la sociedad capitalista, la oposición radical entre la Tierra y el capital, así como la manera en que la catástrofe ambiental es integrada bajo las categorías del valor. Con esta serie, que tiene como fundamento teórico la noción de la renta de la tierra, intentamos no sólo abordar los problemas cada vez mayores a los que se enfrenta nuestra clase con el avance catastrófico del capitalismo, sino también hacer una crítica radical a las perspectivas burguesas, socialdemócratas, de esta catástrofe, que a nuestro entender se sintetizan en la ecología como movimiento parcial y separado.

Empezamos, pues, con una exposición pedagógica de la categoría de la renta de la tierra. Sus diversas conclusiones prácticas se irán desarrollando a lo largo de la serie: aumento del precio del agua y los alimentos, tendencia a la expansión urbana y al aumento permanente del precio de la vivienda, el problema de las energías fósiles y renovables desde el punto de vista de la catástrofe capitalista, etc., si bien no necesariamente en este orden.

Índice

  1. Crisis
  2. Ecología y socialdemocracia de la catástrofe
  3. Unos apuntes previos
  4. La irreproductibilidad de la tierra
  5. Plusganancia y renta de la tierra
  6. Consideraciones históricas
  7. Renta absoluta y renta diferencial
  8. Forma I y forma II de la renta diferencial
  9. Y crisis

Texto online

Texto en PDF

[Radio] Anábasis #143: Gilles Dauvé (I)

2Mai_68_beijo_barricada-768x696

De la mano de una compañera del grupo Barbaria, radiamos la entrevista que realizó al compañero Gilles Dauvé (1947), exponente destacado de la crítica radical contemporánea, impulsor de diversos proyectos y publicaciones como Le Mouvement Communiste, La Banquise, Troploin, Douter de Tout… En esta primera entrega, nos habla de sus inicios en el medio radical, del grupo Pouvier Ouvrier que animaba Albert Massó “Vega”, de la librería “La Vieille Taupe”, los comités de Censier en Mayo de 1968, la Internacional Situacionista, los encuentros que organizó Information et Correspondance Ouvrières (ICO), la crisis de muchos de los grupos radicales que habían anunciado y animado la revuelta de mayo-junio, de la cuestión sexual…

Escuchar online o descargar

¿Por una política de parte? Una reseña de «La política contra el Estado» de Emmanuel Rodríguez

http://barbaria.net/wp-content/uploads/2019/01/politica_contra_el_estado_emmanuel_rodriguez.jpg

Recibimos y publicamos de Barbaria

En primer lugar tenemos que reconocer que estamos ante un buen libro. Visto el contexto teórico que atraviesa la izquierda de la región española, este libro de Emmanuel Rodríguez [1] sobresale por cómo recorre las corrientes emancipadoras a lo largo del siglo XX, los debates jurídicos y políticos más importantes y las reacciones socialdemócratas a dichos movimientos. Ahora bien, reconocer la valía de un libro no significa compartir su tesis. De hecho, nosotros nos ubicamos en una línea radicalmente diferente a la que el autor sostiene en el libro. O sea la tesis de que el capital y el Estado son realidades eternas, horizontes insuperables que a lo sumo se pueden democratizar y civilizar. La guerra de clases es permanente, por lo que no es posible, en román paladino, superar nuestra condición de explotados y sometidos al reino del capital y la mercancía. Se trata de un tiempo infinito que nos acompañará para siempre y que solo se puede aminorar en sus efectos más perniciosos, pero el capital aparece como un eterno presente insuperable.

¿Cómo sostiene esta afirmación tan importante? Simplemente indicando que la idea de revolución ha perdido actualidad, se encuentra en una caducidad cuasi total.  De este modo aparecemos condenados a una suerte de guerra civil permanente, que se puede civilizar pero nunca acabar. El conflicto entre partes deviene eterno.

Son dos las primeras reflexiones que nos parece oportuno realizar a partir de esta tesis de inicio y que recorren todo el libro.

La primera es que, según Emmanuel Rodríguez, la idea de revolución se encuentra en crisis. Y nos gustaría detenernos en este hecho que es muy emblemático de su modo de reflexionar y de la “izquierda radical” más en general. Todo se reduce a una lucha de ideas y de perspectivas. La idea de revolución estará en crisis, pero ciertamente no lo está la práctica de la revuelta y la revolución. Véanse, por ejemplo, las revueltas del 2001 en Argentina o la de Oaxaca de 2006, las revoluciones en la región árabe en 2011 o las implicaciones que tuvo en Estados Unidos o en la región española durante el 15M. A pesar de las matizaciones que trata de realizar a lo largo del libro, la lucha por la emancipación radical aparece como una cuestión ilustrada, de perspectiva cultural e ideal, y no una práctica material que nace como afirmación de las necesidades humanas negadas al proletariado. Para el autor, el comunismo no es un movimiento real sino una posibilidad teórica entre otras.

En segundo lugar, la revolución se reduce a una especie de ordalía, de búsqueda mítica de una armonía social perfecta [2]. De esta manera todo es muy fácil, ya que el adversario no se presenta al combate. En realidad la revolución comunista no implica luchar por un futuro perfecto y paradisiaco, sino luchar por destruir las invariantes sociales que configuran el mundo del capital: el dinero, la mercancía, el valor, el Estado, la democracia… No un mundo y una humanidad perfectas, lo que es imposible y además una pesadilla, sino acabar con la pesadilla del capital y de sus relaciones sociales. Lo emblemático del libro de Emmanuel es que eterniza esa pesadilla, entre otras cosas, porque es incapaz de entender o ir hasta el fondo de que el capital es una relación social y no una cosa. Y lo que significa, entonces, una revolución comunista como negación de estas relaciones sociales y no como una mera elección por una arcadia feliz. Las determinaciones positivas y negativas, reales, del comunismo se le escapan.

Y eso que el mismo Emmanuel reconoce, a partir de algunos buenos libros como los de Corsino Vela [3], que la desvalorización del trabajo es irreversible y, por ende, la centralidad del trabajo que se ha vuelto superflua. O sea la base, la sustancia social de existencia del capital [4] está alcanzando sus límites internos. No existe ninguna base real y material para el tipo de reformismo desde abajo que propone Emmanuel, y él mismo lo reconoce en el libro, con la esquizofrenia típica que caracteriza a las formas de socialdemocracia más “radical”.

Por lo tanto, impugnamos la tesis central del libro que cuestiona la revolución y (la idea de) el comunismo. No solo el mito revolucionario inspira nuestra época, sino que su realidad material será cada vez más presente en el ocaso de las relaciones sociales capitalistas, y esta realidad inspirará el horizonte de posibilidades del comunismo. Sigue leyendo

Más allá de la extrema derecha

Recibimos y publicamos de Barbaria

El ascenso electoral de Vox en Andalucía ha despertado la «alerta antifascista». Mientras Podemos llama a la creación de un frente popular y Susana Díaz recoge el guante, uno casi acaba olvidando el asesinato de Mbaye, el mantero senegalés al que el Ayuntamiento de Carmena persiguió como a una presa de caza hasta provocarle un infarto. También olvida, casi, los aspavientos de Kichi, el alcalde “anticapitalista”, al defender los puestos de trabajo que proporciona la venta de 400 bombas de precisión para que Arabia Saudí pueda seguir masacrando al proletariado en Yemen. Con la solemnidad de Pablo Iglesias llamando a la unidad antifascista, uno podría olvidar a Pedro Sánchez arrancándose los botones de la camisa para sacar pecho frente a todas las cámaras de Europa con la acogida del Aquarius, para después ir barriendo a los refugiados discretamente bajo la alfombra y acabar anunciando que Libia es, en realidad, un puerto segurísimo al que enviar a los migrantes que no hayan muerto en el naufragio.

Por supuesto que hay diferencias entre Vox y estos personajes. Si no las hubiera, la alternancia política dejaría de funcionar y el sistema parlamentario perdería buena parte de su gracia. Entre Vox y Podemos —como entre Lula y Bolsonaro, Sanders y Trump, Le Pen y Mélenchon— hay una fuerte base común, aquella que te proporciona el reproducir y perpetuar la catástrofe capitalista desde la poltrona parlamentaria, pero sus diferencias son de gran valía para que continúe el juego de marionetas. Por un lado, Podemos y sus “comunistas” chavistas, que amenazan la unidad de España [1], han sido de mucha ayuda a Vox para saltar al Parlamento andaluz. Por otro lado, Vox puede ser de una ayuda inestimable para el frente antifascista de Podemos y el PSOE de cara a las elecciones generales. De ahí que se le dé tantas vueltas a la abstención, se le acuse de todos los males de este mundo y se espolee al ciudadano medio, como a los caballos, para que ejercite sus derechos y elija convenientemente a su negrero. Sigue leyendo

Ni rojigualdas ni esteladas. ¡Por la independencia de clase contra toda nación!

[Recibimos y publicamos de http://barbaria.net]

No hay mejor imagen para explicar la naturaleza del denominado proceso independentista catalán que la elección de Quim Torra como presidente de la Generalitat. La autodeterminación y la libertad de voto ha terminado por tener a su cabeza a un admirador acérrimo de Miquel Badia (sirva de testimonio el homenaje realizado a los hermanos Badia por parte de Junqueras y Torra), uno de los mayores torturadores y asesinos del proletariado en la Cataluña revolucionaria de los años 30.

No hay ninguna contradicción en todo esto. A fin de cuentas, la libertad de voto siempre ha significado la libertad para hacerse masacrar por nuestra propia burguesía. Ese aspecto de la democracia se ha revelado siempre como un instrumento indispensable para aplastar al proletariado en lucha. Por citar ejemplos de sobra conocidos, la represión y masacres dirigidas por Azaña (Casas Viejas, Arnedo, Alt Llobregat, enero del 33…) hasta la de las fuerzas parapoliciales de ERC dirigidas por Badia, nos revelan esta realidad. Sigue leyendo