(Extraído de: Proletarios Internacionalista)
Rojava y el Capitalismo
Presentación
“Rojava y el Capitalismo”, tal y como señala el subtítulo que acompaña al texto que presentamos, es un «informe de una reunión organizada por compañeros internacionalistas originarios del Kurdistan», realizada en París en mayo de 2016. En este documento, a total contracorriente del bombardeo publicitario y espectacular de “la revolución de Rojava”, los compañeros realizan una clara denuncia de esa “revolución” identificándola claramente como la contrarrevolución. Tiene además el interés de sintetizar las diferentes experiencias de luchas acontecidas en la región Kurda en las décadas pasadas. El documento en castellano no se hizo público hasta finales del año 2016, y pese a todo creemos que su difusión ha sido bastante limitada, por lo que hemos considerado fundamental colaborar en la difusión de un material tan importante.
Antes de dar paso al texto queremos recordar que hace un año y medio desde Proletarios Internacionalistas publicamos un material titulado “Guerra social y telaraña imperialista en Siria 2010-2015” en el que hacíamos un análisis y balance de la potente lucha proletaria acontecida en Siria en esos años y su transformación en guerra imperialista. Englobado en el análisis profundizábamos en las particularidades de la lucha en Rojava, subrayando los esfuerzos de nuestra clase por imponer sus necesidades y cómo los mismos eran neutralizados y liquidados por ciertas fuerzas que eran presentadas al resto del mundo como “revolucionarias”. Desde entonces el desarrollo de la “revolución” no ha hecho más que clarificar lo que allí denunciábamos, el papel liquidacionista del PYD, el PKK y la ideología cristalizada y proyectada por esas fuerzas. Así es, desde que escribimos ese texto la “revolución de Rojava” no ha hecho más que consolidarse en el capitalismo mundial, aumentando sus acuerdos, negocios y compromisos con los Estados gendarmes. La colaboración a todos los niveles con esos Estados ha dado saltos cada vez más cualitativos. En esa coyuntura, el beneplácito que dio la “revolución” a la construcción de nada menos que tres bases militares de EE.UU es algo que no podemos dejar de apuntar. Una se encuentra justo en la frontera con Turquía, entre Kobane y el río Eufrates; otra en la ciudad petrolera de Rmeilan (Hasaka); y la tercera en la aldea de Sehbet en el sureste de Kobane. Desde el año pasado dos de esas bases están ya operativas, con todo lo que supone como arsenal represivo del capital. Por supuesto como contrapartida EE.UU ha incrementado su ayuda logística, militar y financiera al Estado de Rojava, además claro está de pagarle las tierras donde construyó las bases.
Pero no es sólo con el Estado de EE.UU con quien la “revolución” ha entablado buenas relaciones. Con Rusia también hay buen feeling, como lo demuestra no sólo la ayuda y asesoramiento militar que Moscú ha ofrecido a la “revolución”, enviado cuerpos especiales para instruir -compitiendo con EE.UU en esa tarea-, sino sobre todo por la apertura a principios de 2016 de una oficina de representación del PYD en Rusia. También recientemente el parlamento Holandés, a espera de los procedimientos legales, ha dado el visto bueno para abrir una delegación del Estado de Rojava en su país. Francia e Inglaterra no han querido quedarse atrás y han movilizado fuerzas militares para aportar su granito de arena a la causa. Curiosa “revolución” que en vez de recibir bombas y represión por parte del capitalismo mundial, como siempre ha pasado y pasará en la historia, recibe dinero, milicos y armas para defenderla.
En ese contexto el 12 octubre de 2015 se constituyó oficialmente en una reunión en Rojava las FDS (Fuerzas Democráticas Sirias) que se muestran como un frente militar burgués con todo tipo de fuerzas nacionales en Siria, con las YPJ/YPG ocupando un lugar de vanguardia. Se trata de un nuevo “Ejército Libre Sirio” que recordemos funcionó como herramienta de occidente para canalizar y aplastar la revuelta proletaria iniciada en el 2011 en Siria. Tras el rápido desgaste de aquella herramienta, y las diversas alternativas trazadas estos años, esta nueva cobertura nacional del FDS sigue las instrucciones del pentágono, continuando y profundizando la guerra imperialista.
No hay duda que la “revolución” está bien sumergida en el juego imperialista utilizando de carne de cañón a nuestra clase. Tampoco nos extrañaría que mañana, cuando la “revolución” haya cumplido su función y no sea útil, sea sacrificada por otras fuerzas del orden social.
Al mismo tiempo que todos esos procesos se desarrollan, la vida cotidiana en Rojava sigue su curso. El curso que marca el dinero, la guerra imperialista y el mercado mundial. Desde que escribimos el dossier arriba citado, la miseria no ha hecho más que empeorar en todos los ámbitos. El éxodo de proletarios que vivían en Rojava ha seguido incrementándose provocando salidas masivas hacia Turquía, que los encierra en campos de concentración para refugiados. Incapaces de darle una respuesta colectiva a la situación, estos proletarios que se niegan a ser carne de cañón en la guerra imperialista y reventar en la miseria, se ven obligados a huir. Los que se quedan se ven sometidos a sacrificarse por la “revolución”. En plena “revolución” las condiciones de vida están sometidas a la lógica del dinero -la moneda en circulación es la libra Siria, emitida por el
Banco Central de Siria-. Los proletarios se ven abocados a trabajar cada vez más y cobrar menos para sobrevivir. La situación es trágica para grandes sectores de nuestra clase. En algunas zonas el salario -provenga de la administración pública, de la cooperativa o de un burgués particular- no les da a una gran parte ni para pagar los alquileres de las viviendas (como en el Cantón de Afrín), teniendo que hacinarse y compartir el gasto entre muchos para poder tener cobijo. Otros proletarios que trabajan para la administración pública pasan a veces meses sin cobrar con lo que ello conlleva.
En las tan promocionadas cooperativas los proletarios se matan a trabajar -además la mayoría de las veces se les exige adelantar dinero para entrar en una cooperativa- para poder obtener algo que comer. Claro que todos estos esfuerzos tienen un sentido en la “revolución”: las necesidades del capital. La administración pública se apodera de una parte de la ganancia generada por el trabajo de los proletarios de esas cooperativas, en interés de la guerra imperialista. Por su parte, los burgueses particulares también reciben su cuota de ganancia en estas cooperativas. Invierten capital en las mismas y reciben a cambio una parte proporcional de la ganancia acorde a su inversión. Evidentemente no trabajan, sino que viven a costa de la explotación del proletariado en las cooperativas. A más capital que invierta el burgués, más trabajo implicará para los trabajadores de las cooperativas, más explotación, más miseria para los proletarios, pero más plusvalor extraído, más masa de ganancia para él. ¡Qué diferente es la vida bajo la “revolución”! Y pensar que la represión sexual es uno de los fundamentos para entrar en las YPJ, ese icono de la “liberación” de la mujer tantas veces difundido. La prohibición del sexo a sus miembros por las necesidades de la “revolución” es innegociable. Parece ser que desatar todas las pasiones, romper con siglos de represión de los deseos y necesidades humanas, gozar sin freno… es incompatible con este “proceso revolucionario”. Ya ni esa pequeña licencia se permite esta “revolución”.
Proletarios Internacionalistas
Enero 2017
El texto referido lo puedes leer en el siguiente enlace: