Revuelta en la región peruana: Entrevista a los compañeros de Editorial Ande

El pasado nueve de febrero se cumplió un mes de la masacre perpetrada por las fuerzas represivas del Estado en la capital de la región de Puno. Diecisiete civiles, entre los que se encontraba un adolescente de apenas quince años, fueron víctimas del “ejercicio desproporcionado de la fuerza” que caracteriza al actual régimen contrainsurgente. Al día de hoy, a pesar de que el número de fallecidos supera los sesenta, el Estado y los representantes políticos del capital que lo dirigen, parecen no inmutarse. En cambio, continúan reprimiendo con total impunidad la movilización de la clase trabajadora. ¡ABAJO LA REPRESIÓN DEL ESTADO BURGUÉS!

“Más que entremezclarse la espontaneidad con la defensa de Castillo, o la independencia política de clase con su subordinación a un caudillo, nos parece que el proceso actual, con todas sus limitaciones, es un momento crucial. No tanto por los fines del movimiento, sino por lo que este constituye en términos de experiencia y aprendizaje para la clase trabajadora”.       

El 7 de diciembre de 2022 es destituido de su cargo como presidente del Perú Pedro Castillo, luego de que intentara cerrar el Congreso, en medio de disputas de la casta política y sus diferentes instituciones, asumiendo en su reemplazo la entonces vicepresidenta Dina Boluarte (quien pertenece al mismo partido político de izquierda -Perú Libre- que el presidente destituido). Esto desencadenó con el pasar de los días una oleada de protestas que hasta el día de hoy mantienen un nivel muy alto de conflictividad social, dejando ya a más de 60 personas asesinadas a manos de una extremadamente brutal represión estatal, con varias masacres a su haber (la más sangrienta hasta ahora, la de Juliaca, ocurrida el pasado 9 de enero, que cobró la vida de al menos 18 manifestantes).

Sería un grave error encasillar el actual movimiento tras la sola defensa del expresidente: la agudización de la lucha de clases en la región peruana expresa, con sus límites, el hastío por las asfixiantes condiciones de vida en general de la población y la institucionalidad política.

 

En este sentido, compartimos esta entrevista al grupo Editorial Ande[1] -a quienes agradecemos que se tomaran el tiempo de respondernos- que entrega información crucial y un lúcido análisis de la situación en dicha región, contextualizando nacional e internacionalmente el actual ciclo de protestas, explicando su génesis, evaluando sus límites y proyecciones, aclarando el panorama de la lucha de clases en general, incluyendo las pugnas internas de la clase capitalista y sus representantes políticos de derecha e izquierda.

 Alentamos su lectura, discusión y difusión.                                                                                                                                                             

      ***   

1- Desde Chile, los sectores antagonistas hemos seguido con atención las noticias que llegan desde Perú, que impresionan por lo masivo de las movilizaciones y el alto nivel de represión estatal. En particular, hace unas semanas se llevó a cabo la denominada Marcha de los Cuatro Suyos. ¿En qué consistió ésta, cuáles fueron sus objetivos y alcances, y cómo se ha dejado sentir la represión?

Saludamos el interés en querer desentrañar el proceso de lucha de clases que se viene desarrollando en estos últimos meses en el Perú y también agradecemos por la entrevista. Es muy cierto que el nivel de represión se ha agudizado, siendo mayor que los registrados en años recientes en otros países de América Latina. La represión en Perú, nos parece, solo es superada por la que se dio en Colombia, en el contexto de las protestas de 2021 contra la reforma tributaria de Iván Duque. Aunque vale precisar que en Perú bordeamos los 2000 heridos y más de 60 muertos en solo 2 meses, mientras que la masacre en Colombia se extendió por más de 1 año cuando todavía se reprimían a miembros de la primera línea. De continuar o recrudecerse la represión estatal como hasta ahora se ha visto, esta se podría fácilmente analogar con la que ejercieron las dictaduras latinoamericanas de los 70’s.

Una aclaración. La Marcha de los Cuatro Suyos se llevó a cabo en el 2000 contra la dictadura cívico militar de Alberto Fujimori. Justamente por eso a la marcha actual del 19 de enero se le denominó 2.ª Marcha de los Cuatro Suyos. La razón es muy general: en ambas fechas hubo una concentración masiva de movilizaciones de regiones del interior del Perú a la capital Lima y luchaban contra políticos que asumen de forma explícitamente autoritaria la gestión del poder estatal. También se la llamó “Toma de Lima”, aunque nos interesa señalar que los aspectos fundamentales de la lucha no tienen mucho que ver con tales etiquetas.

La marcha fue en primer lugar diversificada, masiva y desorganizada. Se componía en esencia por la clase trabajadora del campo y la ciudad, y estudiantes. El proletariado de las regiones de Puno, Ayacucho, Arequipa, Cusco, Apurímac, se trasladó a Lima días antes de la marcha siendo interceptado y amedrentado por la policía en las carreteras o distritos camino a la capital. A pesar de esas trabas, la inmensa mayoría de las delegaciones llegó a su destino.  Aproximadamente se movilizaron 50 mil manifestantes en Lima. Hubo al menos tres rutas de marcha. Una que se trasladaba al parque Kennedy, es decir, a Miraflores, un distrito que es conocido por ser el centro de operaciones y lugar de residencia tradicional de un sector amplio de la burguesía limeña. Otra ruta delineada por la Confederación General de Trabajadores del Perú (CGTP), que consistía en hacer un pasacalle por las avenidas Grau, Abancay, y Nicolás de Piérola para, finalmente, retornar a la plaza 2 de mayo. Otro gran flujo de manifestantes autoconvocados se dirigía al Congreso, que se encontraba resguardado por la policía nacional, y que por eso terminó enfrentando a las fuerzas del orden en los cruces de las avenidas Abancay y Nicolás de Piérola.

El poco nivel organizativo se reflejó en la dispersión de las marchas y las distintas rutas, pero principalmente a que no se formuló una estrategia ni objetivo común. En muchos casos los grupos se limitaban a completar las rutas trazadas; en otros los manifestantes se aproximaban a los recintos de los medios de comunicación o cerca de las casas de políticos o burgueses para demostrar su descontento. Un contingente mayor buscaba llegar al Congreso.

Respecto a la represión, es importante señalar que esta se concentra y se ha concentrado en la sierra sur del país. En Lima hubo una represión fuerte, pero no hubo aniquilamiento directo de la clase trabajadora como en Juliaca, Ayacucho o Andahuaylas. Sí hubo decenas de detenidos. En otras regiones como Cusco, Puno y Arequipa hubo intentos de toma de aeropuerto. Y en esta última región incluso hubo un fallecido.

2- ¿Cuáles son los antecedentes de esta ola de protestas que parece ir en ascenso? ¿Cómo evalúan este movimiento dentro del contexto mundial de crisis, marcado actualmente por la guerra y el reciente ciclo de revueltas?

El escenario de luchas actuales en el Perú se desarrolla como un momento de la lucha de clases a nivel mundial, que está determinada por la crisis del capital. Observamos una recesión técnica por dos trimestres consecutivos principalmente en los ramos productivos de países imperialistas como EEUU, Alemania e Inglaterra. De igual forma, se genera tasa de desempleo en ramos específicos del sector de hidrocarburos, mineros, de plantas de gas y de petróleo, teniendo en cuenta el aumento del empleo en el sector de servicios. Se presentan también altas tasas de inflación, principalmente en los sectores de alimentos y viviendas, aspectos que golpean más duramente a la clase trabajadora. Ligado a esto, la guerra interimperialista, inmanente a la crisis, conduce al incremento del precio del petróleo y del gas generando un efecto dominó en los precios de los productos en todo el mundo. La escasez de fertilizantes se traduce en una menor producción en los sectores agrícolas a nivel mundial, mientras que las grandes empresas vinculadas al proceso y venta de combustible y a la banca quiebran o entran en crisis.

Perú es un país que depende de la importación de los combustibles, fertilizantes y alimentos; por otro lado, su economía primario exportadora le hace sensible a los choques económicos externos. Así, todo este incremento de los precios viene afectando directamente los costos de vida de su población. Por ejemplo, al subir el costo de transporte toda mercancía transportada sube sus precios. La falta de fertilizantes conduce a una menor producción y sus altos costos incrementan el precio de los productos agrícolas. Conjuntamente, su moneda se ve devaluada, entre otros factores, por el incremento de la inflación y la subida de las tasas de interés por la Reserva Federal de EE. UU., teniendo sus efectos más agudos los meses pasados. A esto podemos sumar que el impacto de la guerra ha traído un efecto inverso al esperado, reduciendo el precio de los minerales. Todo esto ha generado un incremento de la inflación en más de 2 puntos, llegando al nivel más alto en 26 años con 8.46% y superior al 15% en alimentos. Esto genera que productos tan básicos para el consumo de la clase trabajadora como la papa, por ejemplo, incrementen su precio en más de un 100%. El crecimiento del Producto Bruto Interno en el 2022 ha ido decreciendo con un bajón de 3,8% hasta un 1,7% en el último trimestre.

En ese escenario se ubica el proceso de luchas interburguesas dentro del Estado que se han desarrollado de forma más diáfana desde el 2016. Esto se visualiza muy bien con la destitución de presidentes y en el enfrentamiento entre los poderes del Estado. Ese proceso arrastra a la clase trabajadora a tomar posición por las fracciones burguesas. Sin embargo, en el 2020 se presentó un escenario donde el proletariado de la agroexportación de la costa sur y norte del país se levantó en un paro. Fue un paso de las pugnas interburguesas a un proceso claro de lucha de clases. La causa directa fue el intento de ampliar un régimen laboral de las agroexportadoras que se instaló en el gobierno de Fujimori (2000) y que solo flexibiliza y precariza al proletariado. Contratos temporales, uso de services, nula estabilidad laboral, salarios reducidos, etc., son características de este régimen laboral. Sin embargo, este proceso estuvo vinculado a la pandemia, donde vimos nítidamente como el Estado beneficiaba abiertamente a la burguesía y, del mismo modo, a las disputas interburguesas en el Perú que dejaban ver la corrupción e intereses de los representantes de la burguesía en el Estado. No solo se trataba de un estallido de lucha de clases vinculado de forma temporal, sino de forma esencial. Estas disputas entre la burguesía allanan un escenario propicio para que las luchas del proletariado estallen. Un escenario similar se presenta ahora. Hemos pasado de las pugnas interburguesas a la lucha de clases, donde el proletariado busca derrocar a representantes de la burguesía en el Estado, aunque por el momento solo sea un cambio de tales representantes.

3- En los primeros días, el movimiento parecía expresarse con distinta intensidad en las provincias respecto a Lima. ¿Qué explicaría esto? ¿Cómo ha ido desarrollándose este fenómeno?

Las luchas han sido más activas en las regiones fuera de Lima, al inicio y ahora mismo. Los trabajadores de las regiones más convulsas como Apurímac mantienen ingresos mensuales de S/. 714 o de Puno con un ingreso medio de S/. 805. Esto es equivalente a 189 y 213 dólares al mes, respectivamente, aunque al ser la media es seguro que tales ingresos sean incluso menores para la gente más pobre. En las regiones de la sierra sur peruana también resalta la alta tasa de anemia en niños, con una incidencia de alrededor del 50% en Apurímac y Ayacucho y de un 70% en Puno. Estos trabajadores explotados y precarizados en el proceso de acumulación del capital imperialista vinculado a las mineras son los que salen a las calles a luchar. La indignación fue creciendo de sur a norte, empujada por los trabajadores de la sierra sureña, los cuales tienen una gran historia de lucha, poco a poco se fue convocando a distintos sectores y regiones, el movimiento se fue ampliando incluyendo la propia Lima, tradicionalmente conservadora.

4- Hemos visto que la prensa burguesa ha sido particularmente hostil con las manifestaciones (“Esto es terrorismo”, “Policía pone el pecho por el Perú”, “Es violencia política, no es protesta social”, son algunos de los titulares que se han visto luego de la marcha hacia Lima). ¿Hay elementos específicos que expliquen este comportamiento o solo es continuidad de su rol tradicional criminalizador?

La prensa actual en el Perú, como en gran parte de América Latina, es controlada y concentrada por un puñado de familias. El Grupo El Comercio de la familia Miró Quesada controla aproximadamente el 80% de la prensa escrita y un dominio en la lectoría digital con un 28% de los medios disponibles en ese sector. En dos de sus periódicos más mediáticos como son Perú 21 y Trome se ha acusado directamente de terroristas a los trabajadores que protestan. El medio de extrema derecha Willax, perteneciente a la corporación Erasmo Wong, es incluso más recalcitrante al “terruquear”, llamando abiertamente a “disparar a la cabeza” de los manifestantes. Desde esa cantera de grupos de prensa constituyente e íntimamente vinculada a la gran burguesía del Perú, se viene difundiendo la idea de que cualquier persona que se manifiesta es un vándalo o terrorista. Esa postura no es sino la expresión de sus intereses de clase “tradicionales” en un momento de agudización de la lucha de clases. Así como los niveles represivos se han agudizado frente a la irrupción del proletariado, el papel de la gran prensa ha tenido un movimiento análogo, intentando darle legitimidad a la represión estatal frente a la opinión pública. Entonces, el principal elemento para explicar la postura de la gran prensa es el propio proceso de lucha y el espanto que genera en los sectores burgueses la acción directa de los trabajadores.

5- ¿Cuál ha sido la participación de las minorías revolucionarias, anarquistas o comunistas, durante el desarrollo de estas jornadas?

 En Lima hemos comprobado la participación de anarquismos liberales, de comunismo tradicional de los PCs y organizaciones socialdemócratas en general. Ciertamente, hay unas minorías de extrotskistas, maoístas de la vieja guardia que han dejado sus antiguas posturas y asumen una posición revolucionaria. Además, hay nuevas organizaciones que tienen acercamiento a lecturas de la izquierda comunista germano holandesa e italiana, remozadas con influencia de la Neue Marx-Lektüre y sus distintas vertientes. Después han estado participando individualidades anarquistas y marxistas con posición de clase, pero muy dispersas. Aunque, lamentablemente, en general, el grueso de las organizaciones en la marcha es de tendencia reformista y pregonan como máxima medida la Asamblea constituyente.

6- ¿Cuál ha sido el papel jugado por las organizaciones más tradicionales como los partidos de izquierda, sindicatos u organizaciones indígenas?

 La mayoría de partidos de izquierda en el Perú se han caracterizado desde antaño por una práctica y un programa parlamentarista y reformista. Este proceder se vino reflejando en el apoyo constante al gobierno de Castillo, el cual en ningún momento representó alternativa alguna —como toda alternativa burocrática y parlamentarista— para la clase trabajadora. Baste recordar las luchas de marzo-abril que se libraron en Junín, Ica, Cajamarca y otras regiones, con motivo de la crisis económica desatada por la guerra ruso-ucraniana y la correlativa subida de precios de combustibles y fertilizantes. El expresidente hizo caso omiso a las demandas de los trabajadores, tildándolos de azuzadores pagados por la derecha, en lo cual le siguieron algunos partidos de izquierda como Izquierda Socialista; mientras, la mayoría de ellos — como Patria Roja, ML 19 y Movimiento por la Unidad Popular— comprendió los sucesos en términos de una “traición” de Pedro Castillo hacia las promesas de una Asamblea Constituyente y una real alternativa popular y de izquierdas, con una mención tangencial o nula del contexto económico mundial y mucho menos del proletariado como sujeto revolucionario.

Esta visión estrecha de la izquierda se ha manifestado nuevamente en las luchas actuales. A un nivel teórico, encuentran como motor de las luchas actuales un proceso de democratización que ha surgido “desde abajo”, que tiene como fines la total inclusión de todos los miembros de la sociedad en el juego de la democracia, cuya expresión sería la convocación a nuevas elecciones y la tan aclamada —de la manera más eufórica y reiterativa por estos partidos exclusivamente— Asamblea Constituyente. A un nivel práctico, han venido diseminando sus proclamas parlamentaristas en las marchas y queriéndose apropiar y orientar a su antojo el impulso subversivo de los trabajadores. Como se puede apreciar en los procesos políticos de Chile y Colombia, la canalización de las luchas en una salida parlamentarista —por medio de una Asamblea Constituyente o por medio de la elección de un nuevo presidente de izquierdas, respectivamente— no hace más que atenuar y aplacar los esfuerzos de los trabajadores, he ahí su verdadera naturaleza: son la izquierda del capital, reformista, conciliadora de las clases —cuando no negadora de la existencia de las clases—, que no busca la emancipación de los trabajadores.

En cuanto a los sindicatos, guardan una relación íntima con los partidos de izquierda antes descritos. Tal es el caso de la Confederación General de Trabajadores del Perú (CGTP), la cual a lo largo de estos procesos de lucha ha mantenido el mismo discurso de la Asamblea Constituyente e incluso tanteó la posibilidad de participar de una Reunión de Acuerdo Nacional con la presidenta Dina Boularte, la cual muy probablemente se hubiera efectuado de no ser por la masacre de 18 protestantes en Juliaca, Puno. Salta a la vista la radicalidad de los trabajadores, quienes se levantaron y se organizaron por sus propios medios, a lo cual por la misma fuerza de las circunstancias se suma la izquierda reformista y los sindicatos alineados con ella.

7- ¿Cuál es la composición del movimiento? ¿Qué tan heterogéneo es? ¿Tiene rasgos de autonomía y espontaneidad o se encuentra limitado al apoyo a Pedro Castillo? ¿O en qué medida ambas cosas se entremezclan?

En términos geográficos el movimiento es encabezado mayoritariamente por trabajadores del campo y la ciudad provenientes de las regiones de la sierra central y sur del país. La movilización en la capital es más bien pequeña y tiende a estar conformada por estudiantes universitarios y sectores movilizados por los partidos políticos de la izquierda reformista, además de pequeños colectivos de orientación diversa y autoconvocados. Estos últimos son los más activos en las tareas de autodefensa que se dan en los enfrentamientos con la policía. En términos generales la mayoría de los manifestantes son trabajadores (ocupados o desocupados, rurales o citadinos). Donde sí se manifiesta cierta heterogeneidad es en las diversas consignas que se agitan y en la perspectiva estratégica que se defiende. Las principales consignas son: la convocatoria de nuevas elecciones, que supondría un cambio del poder ejecutivo y legislativo; la convocatoria a una Asamblea Constituyente, y la renuncia de Dina Boluarte. Inicialmente hubo sectores más vinculados al exgobierno que agitaban —y continúan agitando— el pedido de liberación de Pedro Castillo y su restitución como presidente de la república. Con el pasar del tiempo este pedido ha ido perdiendo fuerza, pues la tendencia predominante es un descontento generalizado hacia el funcionamiento de las instituciones burguesas. La limitación principal reside en que la crítica de la institucionalidad y de los partidos políticos burgueses todavía no alcanza a reconocer el papel que cumple en la reproducción de la miseria el reformismo y la izquierda del capital. Eso le da cierto margen de maniobra a políticos como Pedro Castillo en su intento de capitalizar el descontento de los trabajadores. Pero de ninguna forma puede afirmarse que la movilización se limita a apoyarlo. Esta confusión ocurre porque la salida de Pedro Castillo efectivamente fue el detonante de las movilizaciones. Pero sería un error limitarse a este acontecimiento y no analizar el contexto general marcado por la crisis y una descomposición creciente de las instituciones burguesas. Más que entremezclarse la espontaneidad con la defensa de Castillo, o la independencia política de clase con su subordinación a un caudillo, nos parece que el proceso actual, con todas sus limitaciones, es un momento crucial. No tanto por los fines del movimiento, sino por lo que este constituye en términos de experiencia y aprendizaje para la clase trabajadora.

8- ¿Hacia dónde es más probable que se dirija el movimiento? ¿Cuáles son sus proyecciones? ¿Posee perspectivas comunistas que pudieran desarrollarse?

Hablar de una perspectiva comunista que dirija el actual proceso en el Perú es una exageración y una imposibilidad a corto plazo, debido a las condiciones ideológicas de la clase trabajadora y de la feroz criminalización contra el comunismo y las ideas revolucionarias. Sin embargo, el Perú es un país de extremos, si por un lado la derecha parasitaria se hizo del poder por más décadas que en otros países de América Latina, dejando nulo margen de acción —inclusive a las salidas reformistas—; por otro lado, nuestra historia de luchas se ha caracterizado por agrupaciones radicales que se alzaron contra el Estado. El terreno político peruano ha sido poco propicio para el desarrollo de progresismos duraderos, entre otras cosas, por el nivel de vinculación entre las burguesías y los imperialismos y porque la violencia capitalista es demasiado profunda. Este panorama desalentador ha ido revirtiéndose en las últimas marchas en el Perú porque lo que se termina cuestionando, más allá de las aspiraciones reformistas, es al Estado y a la propia propiedad burguesa. Es decir, el movimiento de la lucha de clases en el Perú expresa voces conscientes de lo esencial. En este contexto nace nuestra agrupación, sólida de principios y con objetivos claros; creemos, desde nuestra experiencia, que la clase trabajadora exige y precisa el desarrollo necesario de una vía revolucionaria que solo es posible mediante su asociación como clase.

9- Respecto a la casta política, ¿cómo se encuentra ésta frente a la crisis? ¿Está fraccionada? ¿Hay partidos o grupos que apoyen las manifestaciones? ¿Hay una clara diferenciación puntual entre izquierda y derecha?

La casta política en el Perú se encuentra aparentemente dividida. Es decir, si bien hay sectores de la derecha e inclusive de la “extrema derecha” fujimorista que respaldan el adelanto de elecciones y la salida de Dina Boluarte, en términos prácticos, todos, incluidos los partidos de izquierda, quieren encauzar la movilización trabajadora por cauces institucionales. Mientras unos proponen Asamblea Constituyente y otros solamente elecciones, y se enfrascan en “grandes polémicas” en el parlamento por esas diferencias que se presentan como antagonismos irreconciliables; en términos reales, todos los partidos políticos quieren restaurar la tranquilidad política que garantice la plena continuidad de la acumulación de capital. De ahí se explica que no solo la izquierda apoye las manifestaciones y que se tenga a centristas e inclusive liberales participando de la movilización. Eso sí, haciendo énfasis en la necesidad de no atentar contra la propiedad privada y el respeto a la autoridad. En ese sentido es que se puede afirmar que no existen diferencias sustantivas, aunque a nivel inmediato efectivamente las haya.

11- ¿Cómo podría ser efectiva la solidaridad internacional contra la represión brutal y el eventual desarrollo de perspectivas anticapitalistas dentro del movimiento en la región peruana?

La lucha de clases es un fenómeno mundial porque el modo de producción capitalista mismo lo es; la ofensiva de este modo de producción ha ido creciendo y convirtiendo en elementos de acumulación todas las esferas en las que nos desarrollamos. Somos conscientes de que la lucha del proletariado brota en distintos espacios y regiones, dadas las consecuencias de la crisis mundial. Tal solidaridad internacional debe expresarse en la unidad de los trabajadores al interior de sus países y a través de la formación de vínculos entre sus sectores más organizados, pues, a pesar de que existen mediaciones concretas en las naciones, las causas de nuestra lucha se encuentran en las tendencias y contratendencias del modo de producción capitalista. El proletariado peruano ha ido clarificándose en el proceso de lucha con la mejora de sus métodos de lucha y el perfeccionamiento de sus organizaciones; no obstante, aún se ha impuesto el reformismo como la principal salida a la crisis debido a la continuidad difusiva de las tareas democrático-burguesas que han realizado durante los últimos 50 años. Frente a ello, una verdadera solidaridad internacional de los grupos revolucionarios debe contribuir a develar el fracaso de la socialdemocracia en sus intentos de instalar y divulgar salidas ilusorias a la clase proletaria y, por otro lado, posicionarse contra la violencia policial y las políticas injerencistas de los imperialismos. Plantear las cosas en sus reales términos es contribuir con el camino necesariamente revolucionario de los trabajadores a nivel mundial.

Redacción terminada:

Domingo 29 de enero

[1]     https://www.editorialande.com/. El grupo se presenta como “una editorial comunista que traduce, edita, imprime y publica libros de distintos géneros y saberes de diferentes partes del mundo, siempre vinculados a pensar la sociedad y buscar transformarla”.

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