Cuesta guardarse las palabras más duras y mantener la calma cuando leemos ciertos comentarios con respecto a la muerte de Castro. Nuestro colectivo se indigna ante una demagogia vergonzosa de tantas y tantos «anticapitalistas». Punto a punto nos gustaría ir razonando lo que nos produce tanta rabia:
En primer lugar, cabe pensar que la izquierda es postmoderna hasta el momento en que ya no le conviene serlo. Parafraseando a Kurz, es vergonzoso que se vea etnocentrismo por todas partes, y sin embargo, cuando toca verlo de verdad, se obvie de manera flagrante. De este modo, la represión de Cuba a los homosexuales, o su política de apoyo a una intervención imperialista en Checoslovaquia, quedan absolutamente ocultas, al fin y al cabo, es un país tercermundista, por qué íbamos a esperar algo así; qué coño nos importan los homosexuales cubanos. Qué más da su apoyo a la represión de la primavera de Praga?
Segundo, en Cuba jamás se cuestionaron las categorías básicas del capital. De este modo, que nosotros sepamos, las relaciones salariales permanecieron tras la revolución sin ser suprimidas. Lo único que sucedió es que buena parte del capital fue estatalizado, convirtiéndose el aparato de Estado y del PCC, en el nuevo funcionariado del capital.
Tercero, las peculiaridades del régimen cubano, implantaron ciertas formas bastante importantes de salario indirecto de la fuerza de trabajo cubanas. Dicho de otro modo, el Estado subvencionó, como en otros muchos Estado capitalistas, algunos de los gastos de la reconstitución de la fuerza de trabajo. El éxito de estos salarios indirectos se debieron a la alianza que se labró Cuba con la URSS (así pues, transferencias de las plusvalías del proletariado de la URSS al proletariado cubano).
Cuarto, una vez que la URSS se hunde al ser incapaz de llevar a cabo la introducción de la revolución microelectrónica, Cuba se queda con una mano detrás y otra delante, y lo que vemos aparecer es la explotación más salvaje del proletariado cubano, que no tiene ni para comer y que introduce todas las modalidades de la venta de la fuerza de trabajo, como la ampliación de la prostitución. Nuestros chicos «anticapitalistas» no se les mueve un músculo con este asunto. Debe de ser que la venta de la fuerza de trabajo en condiciones de alienación tan salvajes, no son tan problemáticas si sucede en un país como Cuba. Al fin y al cabo, siempre podremos compararla con Haití.
Es increíble ver cómo abnegados demócratas son capaces de criticar nuestras posturas críticas con la democracia, que hagan apología de la conquistas democráticas, y sin embargo se conformen con dar palmaditas a regímenes como el cubano. Debe de ser que para la mitad del planeta «no está de dios» acceder a condiciones de vida dignas, se pueden conformar con las migajas que deja la máquina impersonal del capital mundial. Ni que decir tiene que lo que late detrás de esta forma de razonar es el pensamiento colonial de la ilustración, ni más ni menos.
29 de noviembre de 2016
Link: Colectivo Germinal