PDF: «Nos llaman a participar…»
<<[…] no es el voto, no es el derecho de pensar ni de reunión, ni de ninguna otra de las facultades políticas que dan las leyes lo que da de comer al trabajador. El derecho de votar es un sarcasmo[…]
[…] los trabajadores no pueden seguir a los que hacen de la política su modo de vivir, sino que están dispuestos a continuar la lucha de clases, la lucha contra el capitalismo hasta hacerlo morder el polvo. >> Ricardo Flores Magón (Regeneración, 1911
Nuevamente en el televisor, la radio, en las calles, y por todos los medios posibles nos inundan con basura electoral; los politiqueros oportunistas, que se postulan como candidatos en turno, nos ofrecen la garantía de mejorar nuestras vidas a plenitud, y ya en tono, nos llaman a fortalecer la democracia, a hermanarnos como ciudadanos y ejercer el derecho del sufragio, momento mágico que consumado, nos dicen, resolverá todos nuestros problemas y supuestamente nos sacará de la miseria.
Sin embargo nuestra condición, nuestra explotación y toda la barbarie que vivimos a diario no se puede eliminar simplemente imprimiendo un voto en una papeleta; en pocas palabras es imposible terminar todas las contradicciones en el capitalismo, delegando nuestras facultades e intereses a un grupo de “expertos en la política”. Puesto que los diputados, los senadores, los gobernadores en general, cualquiera que sea su puesto: no representan nuestros intereses, representan los intereses de la burguesía, son sirvientes de la ley, la economía, y son parte de la estructura que mantiene en funcionamiento la propiedad privada, el Estado y el Capitalismo.
Pero como si no tuviéramos suficiente con el teatro de cada temporada electoral, ahora nos vienen a vender la moción de una “nueva constitución”, persuadiéndonos de elegir a quienes conformarán la “nueva Constituyente”. Otra vez quieren nuestro voto para legitimarse en el poder, quieren que seamos cómplices de su farsa. Y a tal grado de cinismo llegan, que en las próximas elecciones para la “Constituyente” ya ha hecho aparición un grupo de ridículos que se autodenominan como la “izquierda anticapitalista”, postulando como candidato a uno de sus líderes; ¡vaya mierda! ¡Claro!, si partidos reaccionarios como el PRI o el PRD no vacilan en adjudicarse el adjetivo de “revolucionarios” ¿Por qué no habrían de venirnos ahora con un cadáver trotskista, el cual se jacta de ser “anticapitalista”?
Pero a todo esto, ¿para qué sirven las elecciones?
Las elecciones cumplen dos funciones: re-encausar todas nuestras demandas hacia los marcos formales, donde simplemente se nos limita a aspirar y conseguir más programas sociales, más derechos, más libertades… en suma, quedarnos en el terreno de la reforma, que consiste en cambiar la forma para que en lo fundamental nada cambie. Por otro lado, las elecciones sirven para reforzar una de las tareas más importantes que la democracia siempre procura para sí misma: negar la existencia de los antagonismos de clase. Es por eso que la ideología dominante nos reduce a pueblo, a ciudadanos, para de esta manera contenernos en sus corrales civilistas, puesto que ahí sólo somos sujetos pasivos, a la vez que abandonamos nuestras verdaderas necesidades en función de leyes que se dictan en los parlamentos; que no son más que artimañas para fragmentarnos, inmovilizarnos y finalmente continuar explotándonos.
Pero toda esa realidad de la democracia, no se reduce a un momento concreto cada cierto número de años, en donde votamos. La democracia no sólo es una cuestión meramente política, es el modo de ser del Capital, y ese modo de ser se materializa en nuestras relaciones sociales, en cómo interactuamos con nuestro entorno y nuestros semejantes. Donde nuestras relaciones sólo son mediadas mercantilmente, comprando y consumiendo libremente, de igual manera somos libres de elegir entre los candidatos que se disputan en la contienda electoral, nada más normal entonces. Dejémoslo claro, la democracia es la dictadura del capitalismo, que gobierna mediante estructuras jurídicas y económicas, las cuales sustentan el régimen de clases sociales, donde el proletariado constituye la carne de explotación que alimenta y nutre la acumulación de Capital. La democracia es el dominio totalizador de la sociedad mercantil generalizada, en donde la vida humana (¡y del planeta entero!) se degrada en pos de la valorización del dinero, generando más ganancias para los dueños del Capital. La democracia es también guerra constante contra el proletariado: hambre, explotación y miseria es el día a día que padecemos. Cárcel, tortura y plomo nos depara si decidimos darle cara a este sistema que nos destruye lentamente.
No tiene caso obstinarse en reducir la dimensión del problema, enfocándolo en la mera corrupción de tal o cual político, funcionario, gobernador o presidente ¡El problema es el Estado mismo! Ya va siendo hora de entender que no existe mal menor ni mejora posible dentro de las estructuras y dinámicas del Estado-Capital. La ilusión de generar una fuerza progresista o de izquierda en el congreso parlamentario para ganar conquistas a nuestro favor y conservar las que hay, oscurece un hecho muy concreto: el sistema capitalista, como sistema de dominación mundial, cuenta con sus propias reglas y dictamina políticas conforme a las decisiones que los bloques de países/potencias (que compiten en el mercado) tejen y acuerdan. Por lo cual, cada gobierno del mundo está plegado a los mandatos que se gestan en las altas esferas.
Sin embargo, el capitalismo actualmente está en plena crisis de valorización y todos los gobiernos urgen por aplicar medidas de austeridad ante la recesión, aplicando recortes aquí y allá, concesionando territorios y privatizándolos… generando el incremento de las masas sobrantes en el mercado laboral, aunado a más precariedad, baja de salarios y el aumento de la depredación de los recursos naturales, generada por los proyectos extractivistas de compañías que han despojado violentamente a miles de proletarios de sus lugares de origen. Por todo ello, no se puede frenar desde las tribunas políticas y las reformas toda una hecatombe cuyo origen reside en la mundialidad del Capital.
A retomar el combate de clase, por fuera y en contra de sus corrales ciudadanos
Hoy la democracia aparece cargada de relativa paz social. Pero esa paz social consiste en la generalización de la mansedumbre y la sumisión del proletariado que se ha reducido a su rol de ciudadano, abdicando de dar guerra al orden existente y permitiendo así, una tranquilidad que beneficia al desarrollo de los negocios de la burguesía. Además, tal situación no sería posible sin el poder del Estado, el cual durante décadas se ha valido de la fuerza y el terror, mediante el encarcelamiento, persecución, asesinato y desaparición masiva de militantes proletarios que en tiempos pasados enfrentaron al Capital; por tanto, la paz social no es eterna ni absoluta, sino sujeta a la agudización de las mismas contradicciones.
Los poderosos, que se regocijan en la opulencia ¿Acaso piensan que hoy los explotados están conformes con este sistema depredador y por eso creen que pueden tirarnos en la cara todas sus reformas y planes de austeridad sin que movamos un dedo? o como dice la izquierda progresista: “vamos de a poco conquistando nuestras demandas”, “más vale poco que nada”, tal patraña es una vil mentira, pues los millones de oprimidos, quienes no tenemos de otra más que sacrificarnos a diario en el trabajo asalariado o que carecemos de él mendigando en la precariedad total, lo sabemos de sobra. Pero se les olvida que aunque estamos en un periodo de contrarrevolución, no por ello nuestra clase deja de responder a los ataques del Capital; el proletariado hoy como ayer tiende a luchar, no por ideales, sino por necesidades, nuestra clase lucha porque quiere vivir realmente y vive porque está luchando. Entonces, es indispensable dejar en claro a nuestros enemigos, del color o de la denominación que se autoproclamen (a propósito de las votaciones del próximo 5 de junio), que no nos tragaremos más sus mentiras y que echaremos abajo su circo electoral, tal como nuestros hermanos en Oaxaca, Guerrero, Chiapas y Michoacán lo llevaron a cabo el año pasado con el sabotaje a los comicios.
Proletarios, hermanos y hermanas de clase: el camino de las urnas solo nos traerá más y más derrotas ¡A propagar el boicot electoral!; hoy más que nunca, es imprescindible salir a la calle, auto organizarnos y romper el aislamiento que la paz ciudadana nos impone, devolviendo todos los golpes que nos han infringido ¡Antepongamos nuestras necesidades humanas contra las de la economía! ¡A la mierda sus derechos y deberes! ¡Contra el nacionalismo, afirmemos el combate de clase, internacional e internacionalista! ¡Luchemos con todas nuestras fuerzas por fuera y en contra de las instituciones! Que no nos engañen nuevamente, hagamos pedazos su democracia y gritemos fuerte: ¡Que se vayan todos! ¡Revolución hasta el fin! ¡Comunismo o barbarie! ¡No queremos migajas, lo queremos todo y vamos a conseguirlo!
Los compañeros de la barricada / Parcela Mexicana 2016