Presentación de GdC – Tridni Valka:
Publicamos aquí (y traducimos al inglés y al francés) la última contribución del grupo Barbaria sobre la guerra en Ucrania y la lucha contra ambos bandos burgueses del conflicto. Barbaria reafirma muy correctamente la única alternativa proletaria a la negación de nuestra humanidad, ya sea en el trabajo o en la guerra: el derrotismo revolucionario y la transformación de la guerra capitalista entre Estados en una guerra revolucionaria entre clases.
Sin embargo, hay un problema que nos cuesta digerir: nos negamos a seguir a los camaradas del grupo Barbaria cuando citan a Lenin (aunque la citación pueda ser correcta), como si esta figura hubiera sido un camarada de nuestra clase, de nuestro partido, como si no lo hubiera sido (él y su partido como estructuración política), en todos los procesos en los que nuestra clase intenta emerger del vacío de su alienación, uno de los elementos más radicales de la socialdemocracia histórica (es decir, del partido burgués para los obreros) y, por tanto, de la reconstitución del Estado en la Rusia sacudida por la ola de insurrección proletaria.
Por otra parte, con respecto al papel de Lenin en la lucha contra la guerra, simplemente afirmamos esto: ni la Conferencia de Zimmerwald, que fue de hecho una reunión de la socialdemocracia internacional “no belicista” y pacifista, ni siquiera la llamada “Izquierda de Zimmerwald”, que sólo tenía el color de la revolución sin tener realmente ninguno de sus atributos, representaron ninguna respuesta real de nuestra clase a la carnicería mundial. Por otra parte, reivindicamos todas las rupturas comunistas (y/o anarquistas) que se afirmarán fuera y contra la represión del proletariado.
Y como consecuencia de esto, también nos negamos a considerar al grupo Matériaux critiques (Materiales Críticos) como “camaradas”, como afirma el texto de Barbaria. Cualquiera que sea la importancia de ciertas afirmaciones hechas por este grupo, nunca, jamás rompió realmente con el leninismo, con el bolchevismo, ¡todo lo contrario!
Dicho esto, esperamos que disfrute leyendo esta contribución…
Guerra de Clases – 29 de mayo 2023
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Fragmentando el imperialismo: el derrotismo revolucionario y sus enemigos
“Avergonzada, deshonrada, nadando en sangre y chorreando mugre: así vemos a la sociedad capitalista. No como la vemos siempre, desempeñando papeles de paz y rectitud, orden, filosofía, ética, sino como bestia vociferante, orgía de anarquía, vaho pestilente, devastadora de la cultura y la humanidad: así se nos aparece en toda su horrorosa crudeza.”
Rosa Luxemburgo
Introducción
A un año de la guerra de Ucrania, a la luz del curso de los eventos, debería ser más evidente que nunca que se trata de una guerra imperialista. Hemos visto como, progresivamente, un mayor número de estados se han ido involucrando cada vez más en la masacre de proletarias y proletarios ucranianos y rusos para la defensa de sus intereses geopolíticos. En este contexto, debería ser más evidente que nunca cuáles son las posiciones revolucionarias a defender respecto a la guerra. Sin embargo, este no siempre es el caso. Dentro de algunas corrientes que se dicen revolucionarias se siguen afirmando posiciones campistas desde los argumentos más diversos que niegan el derrotismo revolucionario y, por lo tanto, los aprendizajes pasados de nuestra tradición.
A nuestro entender, estas corrientes, al escoger un bando imperialista, han decidido dar la espalda al internacionalismo y al principio de la independencia de clase y, con ello, han abandonado automáticamente el campo revolucionario. En este texto, nos proponemos dar cuenta ya de los argumentos de organizaciones que sin venir de la izquierda del capital se separan de posiciones de clase al abandonar las posiciones del derrotismo revolucionario, como de otras organizaciones que si proceden ya de la izquierda del capital y que al no romper con la contrarrevolución ideológica, reproducen los argumentos campistas de elegir siempre un mal menor dentro de los conflictos intercapitalistas.
las posiciones campistas
Apoyar el pueblo ucraniano: el fetichismo obrerista de la auto-organización
Una de las argumentaciones que se ha utilizado para defender una posición campista pro-ucraniana es la idea de que hay que solidarizarse con el pueblo ucraniano que se está auto-organizando para la defensa de sus casas y su tierra. En el texto de John Garvey publicado en la revista Insurgent Notes dice apoyar no al estado de Ucrania sino al pueblo de Ucrania, a los y las trabajadoras ucranianas auto-organizadas en milicias frente a la ofensiva del estado Ruso. En Avtonom enfatizan que no sólo el ejército ucraniano lucha contra el ejército ruso, sino también las unidades de defensa territorial: gente ordinaria que ahora tiene armas y que podrían mantenerlas a partir de ahora y demandar respeto a las autoridades.
Los lazos que estas personas ordinarias armadas están tejiendo luchando junto con su burguesía para defender al estado ucraniano no van a desaparecer de la noche a la mañana. Su experiencia de colaboración contra un enemigo externo no va a conducir al proletariado a, una vez terminada la guerra, luchar contra su burguesía, por muy armado que esté. La historia ha demostrado que la colaboración interclasista en defensa del estado en la guerra no favorece una mayor lucha de clases sino lo contrario: los frentes populares y la victoria de los aliados en la segunda guerra mundial no desembocaron en una ola de revoluciones sino que contribuyeron a anular la lucha de clases; y lo mismo sucedió en las guerras de independencia nacional anticoloniales. En cambio, la revolución proletaria sí fue de la mano con el derrotismo revolucionario que consiguió acabar con la primera guerra mundial.
Efectivamente existen milicias auto-organizadas autodenominadas anarquistas formadas por personas sociológicamente proletarias. No obstante, las personas proletarias no siempre actúan en un sentido revolucionario, no siempre actúan como proletariado, como clase, por muchas denominaciones radicales con las que se identifiquen. El proletariado sólo se constituye como clase en la medida que consigue una independencia de clase, se apropia de su doctrina y se adhiere a su programa histórico. En tanto que estas milicias no vuelven las armas contra el estado ucraniano y su burguesía sino que lo defienden y dependen de él, apoyarlas significa apoyar directamente el interclasismo y la defensa del estado burgués. Y esto es lo opuesto a defender la revolución.
Lamentamos que algunos grupos que se piensan revolucionarios se dispongan a intercambiar los principios de la independencia de clase y el internacionalismo por el apoyo obrerista a cualquier actividad práctica en la que esté presente la clase obrera sociológica aunque vaya directamente en contra de los intereses históricos e inmediatos del proletariado. En esta situación, consideramos que es necesario criticar estas posiciones que, defendiendo estas formas de auto-organización, acaban apoyando un interclasismo que socava la posibilidad real de la auto–organización de la clase. Es necesario oponerse claramente a estas organizaciones autodenominadas libertarias en Ucrania como RevDia, Black Flag o Black Headquarter, que se han armado y organizado en milicias para luchar codo a codo con su burguesía para la defensa del territorio contra la invasión rusa, así como a iniciativas como Solidarity Collectives – previamente Operation Solidarity –, una red que recoge fondos para armar a batallones “no autoritarios” antifascistas y anarquistas en Ucrania. Hay que considerar a estas organizaciones como enemigas de nuestra clase, pues trabajan activamente para que los proletarios rusos y ucranianos sigan matándose entre ellos en vez de unirse y enfrentarse a sus opresores reales.
La solidaridad con el imperialismo menos fuerte
También hay quienes justifican sus posiciones defensistas pro-ucranianas argumentando que esta guerra tan solo es imperialista por uno de los dos lados. Se trataría de un país imperialista, Rusia, que subyuga a un país más pequeño, Ucrania, que simplemente trata de defenderse. Por ejemplo, el grupo Militante Anarquista declara:
“Todos los estados son campos de concentración. Pero lo que está ocurriendo ahora en Ucrania va más allá de esta sencilla fórmula, y el principio de que tode anarquista debe luchar por la derrota de su país en la guerra. Porque esto no es simplemente una guerra entre dos poderes semejantes a grandes rasgos por la redistribución de esferas de influencia del capital (…). Lo que está sucediendo en Ucrania ahora es un acto de agresión imperialista”.
Al no ser una guerra entre potencias iguales, Militante Anarquista, al igual que el grupo Avtonom o el artículo citado de Insurgent Notes, han concluido que lo correcto era solidarizarse con la potencia más débil y su defensa del territorio frente a la invasión rusa; solidarizarse – dirán – con el pueblo ucraniano, con la gente que defiende su tierra y sus casas. Pero, ¿qué tipo de solidaridad es esa que manda al proletariado a morir y a matar a otros proletarios por los intereses burgueses nacionales, aunque se trate de una nación débil? ¿Solidaridad para defender a un estado que prohíbe a los hombres huir del país para ponerse a salvo, obligándolos a luchar y a morir por la patria? ¿Con quién se están solidarizando realmente? Desde luego, no con el proletariado.
Para nosotros y nosotras, solidaridad es la camaradería entre proletarias y proletarios rusos y ucranianos en contra de la guerra imperialista, en contra de sus burguesías respectivas. Las protestas masivas en Rusia, con miles de detenciones; la desobediencia, la deserción y la huida frente a la movilización forzada en ambos países; o los sabotajes ferroviarios en Bielorusia, etc.; esto son muestras de solidaridad internacionalista e instinto proletario. Apoyamos a quienes se oponen a sus clases dirigentes, boicotean sus planes y se niegan a matar o ser matados en nombre de la nación. Esto supone una crítica a todas las burguesías nacionales y, por lo tanto, no solidarizarse con ninguna en nombre de un mal menor.
No se trata de hacer una crítica moralista a las acciones del gobierno ruso o ucraniano o de los gobiernos estadounidense y europeos, sino de entender la tendencia intrínsecamente imperialista de todo estado, también de los estados más pequeños o subalternos como Ucrania. El imperialismo es la expresión política e internacional de la acumulación de capital, de la competencia capitalista mundial. Todo estado tiene un capital y un territorio a defender, una burguesía en pugna con otras burguesías por apropiarse de la parte de plusvalor que le corresponde y por tener acceso a unos recursos naturales y una fuerza de trabajo determinada. En determinadas ocasiones, la competencia capitalista empuja a los estados a hacer la guerra, tanto en el caso de estados grandes o dominantes como en el caso de estados pequeños o subalternos. Ambos, los estados dominantes y los subalternos, son imperialistas y van a luchar sus guerras contra otros estados sacrificando las vidas de su proletariado para proteger los intereses de sus burguesías.
Efectivamente, no es una guerra entre potencias iguales y, sin embargo, esto no significa que no sea una guerra imperialista y no debería hacernos dudar acerca de la pertinencia del derrotismo revolucionario. Por otro lado, no hay que olvidar que la presente guerra no es sólo entre Rusia y Ucrania, sino que todo el bloque imperialista occidental también está involucrado en la defensa del estado ucraniano. En todo caso, no podemos escoger un imperialismo por el hecho de ser menor o defender a un estado por el hecho de haber sido el invadido. Tampoco se trata de pensar bajo qué circunstancias un estado tiene derecho a usar medios belicistas – delante de una agresión a su territorio, por ejemplo – y en qué circunstancias no, qué medidas le son lícitas y cuáles no, y en función de todo esto escoger el bando supuestamente más “justo”. Dejemos esto para las deliberaciones de los teóricos burgueses, puesto que poco servicio nos hace. Como ya argumentamos en El porqué del derrotismo revolucionario, el proletariado ucraniano “no defiende su existencia en la guerra imperialista, sino que se convierte en carne de cañón de unos intereses que no son los suyos: son los de la burguesía ucraniana y los del bloque imperialista occidental que está detrás de ella”. Sabemos que todo estado siempre irá contra el proletariado y que el único bando revolucionario es el del proletariado en lucha contra su propio estado y burguesía. Por eso, en cualquier guerra imperialista, la única posición revolucionaria es el derrotismo revolucionario: convertir la guerra imperialista imperialista en guerra de clases.
La táctica contra los principios: defender la democracia ucraniana contra la Rusia autoritaria
Como durante la II Guerra Mundial, la cuestión del mal menor encarnada en el discurso antifascista es el combustible izquierdista para defender la carnicería imperialista en favor de uno de los dos bandos. En este caso, la consigna del estalinismo español durante el 36 de “primero ganar la guerra y luego hacer la revolución” vuelve a aparecer y con ello la alianza con la burguesía más progresista. Así que lo que habría que hacer es luchar contra Putin puesto que Rusia es un régimen autoritario o, directamente fascista, y, por lo tanto, la victoria de Putin resultaría en una situación mucho peor que la actual y la capacidad de los revolucionarios de actuar sería mucho menor. Así nos lo va explicar John Garvey en la revista americana Insurgent notes:
Por otra parte, es esencial que se sumen a los argumentos quienes creen que cada uno de los Estados en guerra es tan malo como el otro y que todo nacionalismo es venenoso. Necesitamos acabar con los falsos equivalentes: no es lo mismo una república burguesa, desvirtuada por una corrupción excesiva, que una autocracia cuasifascista. En una, la política es posible; en la otra, nada que no sea el consumo sin sentido y la colaboración es la regla del día.
Los mismos argumentos que ha utilizado siempre el antifascismo, siempre hay un mal menor, una burguesía a la que defender en pro de un supuesto futuro que nunca llega ni va a llegar porque la ruptura con los principios revolucionarios nunca va a crear mejores condiciones para que el proletariado se organice. La única posibilidad es la defensa del derrotismo revolucionario contra toda burguesía. Los revolucionarios nos negamos a defender la política de lo posible porque esa siempre es bajo los cadáveres de nuestros hermanos proletarios. Sí, todo nacionalismo es veneno. Sí, toda defensa de la burguesía nacional implica la negación de la independencia de clase. Y cuando se reniega del internacionalismo proletario y la autonomía de clase se rompe con cualquier perspectiva real revolucionaria.
Por esta razón, cuando hablamos de derrotismo revolucionario no nos referimos a una posición que tomar en un momento determinado pero que puede variar dependiendo de la situación de la lucha de clases. No es una cuestión táctica sino la única arma que tenemos como clase para enfrentarnos como revolucionarios a los conflictos imperialistas, cualquier otra alternativa siempre lleva a la colaboración con la burguesía nacional en defensa de sus intereses. En este sentido, nada mejor que dejar hablar a aquellos que renuncian a una política de clase en defensa de un bando imperialista. En concreto a un voluntario ruso de las Fuerzas Antiautoritarias Internacionales de Ucrania que opina esto sobre el derrotismo:
El derrotismo revolucionario, la guerra de poder de la OTAN contra Rusia para mi son mitos extranjeros bastante insultantes para los que saben lo que trae el mundo ruso. La sociedad está casi unida en su percepción de la invasión como un intento de oprimir al pueblo.
Aquí está de forma muy explícita a qué nos referimos cuando hablamos de abandonar los intereses del proletariado. Ya no hay antagonismo de clase, todos unidos en la unión sagrada bajo la bandera nacional, pese a que durante la propia entrevista se hable de los problemas de los rusos voluntarios con las autoridades ucranianas por el hecho de ser rusos. Y es normal, en su arcadia nacional no existe el internacionalismo y el antagonismo es nacional y no de clase. Mejor la burguesía nacional que el proletario extranjero. Defender el interclasismo y la desaparición de cualquier atisbo de independencia de clase para evitar la victoria rusa no va a ayudar a una extensión de la lucha cuando acabe la guerra ni a que los revolucionarios estemos en una mejor posición entre el proletariado simple y llanamente porque ya no seremos revolucionarios.
Ni Putin ni OTAN, pero…
Bajo esta consigna en la que aparentemente se denuncia el carácter imperialista de la guerra entre bloques se esconde el apoyo al bando contrario al de Estados Unidos, que se convierte en la encarnación del capitalismo. Es la misma política del mal menor en la que el peor de los males sería la OTAN como brazo armado del imperialismo yanqui. En este caso, en vez de colocar el punto de mira sobre “el pueblo” ucraniano o directamente el régimen autoritario de Putin; de lo que habría que hablar es de la expansión imperialista de la OTAN hacia el Este.
Bajo esta perspectiva se fractura el imperialismo colocando a Estados Unidos, y por tanto, a la OTAN en la cúspide para disponer a continuación otras potencias imperialistas pero de menor calado. De este modo, la OTAN y sus intereses son la causa de la guerra y como consecuencia estaría la respuesta de Rusia. En este sentido, nos parece muy relevante el análisis de la guerra en el último congreso de la sección española de la Corriente Marxista Internacional:
Esto no es una guerra de Rusia contra Ucrania, es una guerra de Rusia contra la OTAN y la OTAN es el imperialismo de Estados Unidos. […] Es una guerra interimperialista pero tenemos que tener cuidado de que las dos potencias imperialistas que están implicadas en esta guerra no son exactamente iguales. Estados Unidos es la potencia imperialista más poderosa y reaccionaria del mundo. Rusia es una potencia imperialista que tiene ambiciones imperialistas pero a nivel regional.
Un movimiento semejante es aquel que desde las publicaciones del Movimiento Socialista en Euskadi defiende a las Repúblicas Populares del Donbass como una tercera posición diferenciada del apoyo a Rusia y Ucrania (lo que obviamente es imposible, las repúblicas del Donbass fueron siempre un apéndice del Imperialismo ruso). Según esta, las Repúblicas del Donbass que se encuentran al Este de Ucrania y en la frontera con Rusia, estarían defendiendo su derecho de autodeterminación ante el aumento de la influencia occidental y el peso del fascismo en el Euromaidan. En consecuencia, los revolucionarios no solo deberíamos apoyar su lucha por la independencia sino solidarizarnos con su resistencia antifascista:
Frente a este etnocidio liderado desde Occidente, diferentes colectivos atacados se unieron para defenderse: antifascistas, aquellos que guardaban un buen recuerdo de la URSS, aquellos que sentían pertenecer a Rusia… pero también aquellas personas que eran perseguidas por el simple hecho de hablar ruso o quienes no les parecía justo soportar la pobreza por vivir en el este. Así, al igual que se ha hecho en la mayoría de los países del Este, esta cuestión de estratos de clase y múltiples intereses se ha reducido a la mera lucha entre «prorruso» y «proeuropeo».
Pero esta posición rompe frontalmente con los dos principios básicos para los revolucionarios: la independencia de clase y el internacionalismo. La defensa del derecho de autodeterminación inevitablemente conlleva una posición interclasista donde la independencia de clase queda supeditada a los intereses nacionales, es decir, a su burguesía nacional. Así, el proletariado en lugar de luchar contra su explotación debería luchar por un nuevo estado que administrara esa explotación. Por otro lado, todo proceso de creación de un nuevo estado inevitablemente va a implicar el acercamiento a alguna de las potencias imperialistas en busca de protección económica y militar, como podemos ver ahora claramente en la guerra. En este caso, las Repúblicas del Donbass tiene que elegir el bando imperialista de Rusia en el conflicto y quienes las defiendan tendrán que apoyar uno de los bandos imperialistas en la guerra. No hay tercera vía:
¿Y cuál es la reacción de la «izquierda» occidental frente a todo esto? En el estado español, como en otros muchos lugares, la posición contraria a Rusia ha sido prioritaria, antes que la de la denuncia del fascismo que campa a sus anchas en Kiev y los bombardeos en el este. Las mismas personas que en las elecciones se llenan la boca contra el fascismo en oposición a sus rivales le han hecho el juego a la OTAN al defender ante la «malvada» Rusia un gobierno que ha llegado al poder en el corazón de Europa apoyado explícitamente por los nazis. Mientras tanto las milicias de las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk se enfrentan a un ejército profesional que ha solicitado su ingreso en la OTAN. En una guerra en la que, por falta de recursos, desde el principio les es imposible ganar, no tienen más remedio que plantear la resistencia en la frontera con lo que tienen a su alcance, convirtiendo la muerte y la pobreza en su día a día.
La única posibilidad ante la muerte y la pobreza no es el derecho a la autodeterminación, sino el derrotismo revolucionario. El proletariado solo puede luchar contra su explotación si mantiene una posición de independencia de clase frente a cualquier bando imperialista y a cualquier proyecto nacional.
Como dicen los compañeros de Matériaux Critiques, el anti-imperialismo es el producto más dañino derivado del imperialismo y bajo el paraguas del anti-imperialismo cabe todo porque simplemente da un barniz rojo a la posición favorable a un campo imperialista. De este modo, al final, es lo mismo decir que Rusia no es imperialista o que solamente está defendiendo el derecho de autodeterminación de las repúblicas del Donbass que poner el foco en la OTAN como la mayor potencia imperialista, puesto que la consecuencia en la práctica es la misma, ya sea de forma más directa o a través de sesudos análisis geopolíticos. Como revolucionarios solo podemos optar por el el derrotismo revolucionario
El derrotismo revolucionario: la única alternativa
Ya hemos visto las diferentes formas en las que el defensismo se expresa y se intenta justificar el apoyo a uno de los campos en liza bajo un aludido pretexto revolucionario. También hemos visto que bajo la apariencia de denuncia del conflicto inter-imperialista, se coloca a la OTAN respecto a Rusia o a Rusia respecto a Ucrania como un imperialismo mayor y, por lo tanto, se desdibuja la frontera de clase que debe ser, en todo momento, infranqueable.
Cuando hablamos de derrotismo revolucionario nos referimos a la transformación de la guerra imperialista en guerra civil de clase. Se podría decir que es una frase vacía, un mero slogan sin contenido político real detrás e, incluso, una consigna acertada pero solo para momentos de fuerte lucha de clases. Pero la realidad nos muestra todo lo contrario, la actualidad del derrotismo revolucionario es mayor que nunca ya que es la manifestación de los dos fundamentos de toda política revolucionaria: la independencia de clase y el internacionalismo. Lo contrario a esto sigue teniendo el mismo carácter que lo que denunciaba Lenin en 1915:
Hoy, la unidad con los oportunistas significa de hecho la subordinación de la clase obrera a “su” burguesía nacional y la alianza con ella para oprimir a otras naciones y luchar por los privilegios de toda gran potencia, lo cual representa la escisión del proletariado revolucionario de todos los países.
Es importante remarcar la centralidad de esta posición programática ya que como hemos explicado en el artículo, aunque de diversas formas, la claudicación implica siempre la subordinación del proletariado a su burguesía nacional y la falaz suspensión de la lucha de clases por los intereses de la nación. El proletariado deja de ser una clase mundial con los mismos intereses determinados por su posición social y se divide por naciones con intereses enfrentados, puesto que sus intereses son los del capital nacional que compite en el mercado mundial. Cuando decimos que una vez los revolucionarios se posicionan con un campo imperialista ya no hay vuelta atrás – pasan a formar parte del campo burgués – nos referimos a esto. Por eso el derrotismo revolucionario no es una mera cuestión táctica que tiene su utilidad en momentos donde la clase tiene un papel revolucionario, sino una cuestión de principio que separa el campo revolucionario del campo burgués. Y es que los comunistas no actuamos en función del momento presente y de la capacidad que tengamos para actuar sobre lo inmediato sino que nuestra tarea es mantener la línea del futuro en el presente. Así, mantener y defender la importancia de las posiciones sirve para que la clase pueda hacerlas suyas en el futuro.