Los medios de comunicación llevan varios días hablando de la “escalada de violencia” entre Israel y los palestinos, poniendo al mismo nivel a los oprimidos y a los opresores. En las últimas horas, el ejército israelí ha anunciado y luego negado haber invadido la Franja de Gaza, sobre la que dispara su artillería y que sus aviones bombardean, mientras Hamás lanza salvas de misiles sobre ciudades israelíes. El número de muertos conocido hasta la fecha es de más de 100 (incluidos 27 niños) y cientos de heridos en el lado palestino, y 7 en el lado israelí (incluidos un palestino y su hija).
En las ciudades israelíes de Lod y Jaffa se produjeron enfrentamientos entre jóvenes árabes y grupos judíos de extrema derecha, y se registraron escenas similares en otras ciudades, como Tel Aviv, donde se convocaron manifestaciones contra los árabes; mientras tanto, en Jerusalén continuaron los enfrentamientos entre manifestantes árabes y la policía. Hasta el punto de obligar al primer ministro Netanyahu a advertir contra los pogromos antiárabes, por temor a que provoquen una revuelta entre los árabes israelíes. Los árabes, que representan algo más del 20% de la población total de Israel y suelen ejercer los trabajos menos remunerados, han sido los más afectados por la crisis económica que ha hecho que el desempleo se dispare, y constituyen una bomba social.
Todo comenzó con una movilización en apoyo de las familias árabes de Jerusalén Este, amenazadas con ser desalojadas de sus hogares para dejar el lugar a los colonos. Cuando las manifestaciones crecieron y provocaron enfrentamientos con la policía y los colonos, Hamás intervino: disparó misiles desde la Franja de Gaza, que controla, donde 2 millones de palestinos sobreviven miserablemente, encerrados en un auténtico campo de concentración a cielo abierto bajo el bloqueo de Israel y Egipto.
Su objetivo no es sólo ponerse a la cabeza de la movilización, sino sobre todo, con su demostración de fuerza, ser reconocido por el Estado hebreo y sus patrocinadores imperialistas como el representante legítimo de los gazaouíes con quien negociar; por eso ha lanzado varios llamamientos al alto el fuego.
Pero lo que los gobernantes israelíes necesitan es un guardián dócil y obediente, un siervo subordinado, no un igual; por eso han emprendido la tarea de “castigar” a Hamás, matando a dos líderes de su ala militar y destruyendo edificios que le pertenecen, mientras se cuidan de no golpear a la policía palestina, que es esencial para mantener el orden. Son los civiles las principales víctimas de este sangriento gangsterismo.
Los Estados árabes hace tiempo que abandonaron sus declaraciones platónicas de apoyo a los palestinos, mientras que los imperialistas han abandonado cualquier intento de frenar las acciones de Israel, pilar fundamental de la presencia imperialista occidental en la región. La nueva administración estadounidense continúa esencialmente la política de Trump (reconocimiento de la anexión de Jerusalén, apoyo inquebrantable a Israel, etc.), y los europeos se contentan con comunicados melancólicos, a veces, como en Francia, prohibiendo las manifestaciones de apoyo a los Palestinos!
Los proletarios palestinos están solos; no pueden contar ni con los islamistas de Hamás, que sueñan con vender su piel, ni con lo que queda de los nacionalistas, ya vendidos, ni con el desvanecido espejismo de los acuerdos de paz negociados internacionalmente. Pero tienen decenas y decenas de millones de hermanos de clase en la región y en el mundo que tienen el mismo enemigo: el capitalismo. Tarde o temprano entrarán en la lucha para destruir este sistema burgués y su “orden” imperialista asesino. La revolución proletaria internacional pondrá entonces fin definitivamente a todas las opresiones, a todas las injusticias, a todas las masacres del capitalismo.
La verdadera solidaridad con los palestinos, como con otras víctimas de la opresión y la explotación, la oposición a los crímenes cometidos por el Estado hebreo, no consiste únicamente en denunciar el apoyo a este Estado que mantiene su dominación sobre millones de palestinos mediante la violencia y el terror. Es también y sobre todo trabajar por la reanudación de la lucha de clase anticapitalista, con vistas a derrocar a “nuestra” burguesía y su Estado, ¡no para tratar de convencerlos de que cambien su política!
Partido Comunista Internacional (El proletario), 14/5/2021.