[AW2024] Informe de Praga

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Sobre la semana de acción y el congreso contra la guerra / Praga / 20-26 mayo 2024 / “Juntos contra las guerras capitalistas y la paz capitalista.”

Primer breve intento de evaluar un experimento lleno de promesas… pero que resultó ser un fiasco organizativo

A MODO DE “PREÁMBULO”

Empecemos por situarnos. Era una tarde de otoño, estábamos unos cuantos camaradas reunidos en torno a una mesa, degustando unos platos que llevaban horas cociéndose a fuego lento, saboreando unas cervezas locales u otras bebidas sin alcohol (dependiendo de los gustos y elecciones de cada uno), y charlábamos sobre los últimos acontecimientos en la guerra de Ucrania, los sucesos en Israel y Gaza, y más prosaicamente, el rumbo cada vez más marcado hacia la guerra generalizada. Aparte de y en oposición a todos los análisis geoestratégicos propios de la burguesía y la extrema izquierda del capitalismo, lo que enfatizábamos por encima de todo era la necesidad de organizar y coordinar, en resumen, ¡de centralizar a nivel internacional una auténtica actividad revolucionaria y derrotista contra la guerra y la paz capitalista!

Así pues, preveíamos un encuentro internacional entre varios grupos y camaradas que ya conocíamos y con los que ya habíamos tenido la oportunidad de asumir una serie de tareas prácticas: debates internacionales, traducción de diversos materiales programáticos así como de materiales de agitación y propaganda, publicación y distribución de numerosas contribuciones, etc. sin ningún espíritu sectario o partidista. Una reunión de un máximo de dos días, durante un fin de semana, nos pareció no sólo apropiada para este tipo de encuentro, sino que también correspondía a las débiles fuerzas militantes que nosotros, y suponemos que otros camaradas, tenemos en este periodo en el que el proletariado no tiene aun globalmente la iniciativa, y en el que las minorías revolucionarias consecuentes son poco numerosas y están muy aisladas en relación con el resto de nuestra clase.

Pero muy rápidamente, los compañeros que iban a organizar este evento en Praga empezaron a pensar “más grande” (demasiado grande, lo sabremos más tarde). Al encuentro internacional inicial se unieron ahora una (“pequeña”) feria del libro anarquista y un “concierto de bienvenida”. Así que aquí estamos ya con tres eventos, una tarde y dos días completos.

Muy rápidamente también, estamos tratando de reaccionar y destacar lo que creemos que es esencial, para nosotros y para las necesidades activistas que queremos satisfacer. Esto es lo que escribimos a los camaradas que iniciaron la organización:

Lo más importante para nosotros en vuestra propuesta es la “conferencia no pública”, es decir, una discusión práctica sobre cómo organizar actividades revolucionarias derrotistas.

De este debate esperamos lo siguiente:

  • que contribuya a la consolidación y organización de las fuerzas revolucionarias y de clase y aumente las posibilidades de acción en la lucha contra la guerra y en la lucha de clases en general;
  • que nos ayude a coordinar nuestra respuesta a la guerra como ataque del capital contra el proletariado: panfletos conjuntos y campañas de agitación simultáneas, intercambio de información y sugerencias, relaciones y acción práctica;
  • que nos ayude a clarificar aún más nuestro programa de clase, no sólo en lo que se refiere a la lucha contra la guerra capitalista, sino también en lo que se refiere a la lucha por la realización del proyecto comunista de comunidad humana, del que es parte integrante.

Creemos que es necesario que sólo participen en esta “conferencia” aquellos individuos y grupos que no sólo suscriban los puntos del programa propuesto, sino que sobre todo los pongan en práctica. No nos preocupa el acuerdo teórico sobre puntos concretos, sino la actividad práctica de los participantes individuales.

Lo que está claro, y hoy más que nunca nos criticamos por ello, es que no fuimos lo suficientemente firmes para imponer lo necesario y rechazar lo superfluo, lo accesorio, dejamos que las cosas fueran demasiado lejos y que la estructura de los camaradas siguiera su camino “libre”. Luego vino el plan de una “semana de acción” con diversas actividades repartidas en varios días, y una “conferencia no pública” como colofón. Como extra, los organizadores querían incluso convocar una manifestación callejera. Nos dijimos que si nosotros (nuestra pequeña estructura militante) no éramos capaces de organizar tales acontecimientos, sin duda (más que probablemente, pensábamos) estos camaradas en los que confiábamos plenamente sí lo eran… La forma en que se desarrollaron los acontecimientos demostró que estábamos equivocados…

No vamos a entrar en las dudas que empezaron a crecer en nosotros a medida que nos acercábamos a la fatídica fecha del inicio de la “Semana de Acción”. Estábamos recibiendo comentarios alarmantes de las reuniones de los organizadores, y compañeros que pensaban que estábamos organizando el evento (ya que habíamos publicado las diversas invitaciones, llamamientos y textos aclaratorios en nuestro blog y los habíamos transmitido a través de nuestras listas de correo) se ponían en contacto con nosotros para pedirnos respuestas a sus preguntas sobre la acogida en el lugar, por ejemplo, sobre la seguridad, y sobre las promesas de alojamiento que estos compañeros habían recibido. Lo único que pudimos decirles fue que pediríamos a los organizadores que se pusieran en contacto con ellos y aceleraran el proceso de organización. Todo esto, aunque no lo parezca, también nos quitó mucho tiempo y energía que podríamos haber dedicado a otras actividades fundamentales.

Para concluir este “preámbulo”, también nos gustaría acabar con los innumerables rumores que han circulado sobre nosotros, principalmente desde ciertos círculos de la llamada “izquierda comunista” (pero no sólo, ¡algunos “anarquistas” también han participado en estas habladurías!), tanto antes como durante la “semana de acción”, afirmando que nuestro grupo (Tridni valka) era el organizador de los actos de Praga. Algunos incluso afirmaban haber visto la “mano invisible manipuladora” de nuestra estructura detrás de “los organizadores”… Todo esto es total e incuestionablemente FALSO y entra dentro de la más pura fantasmagoría que nos obliga a considerar el movimiento práctico para abolir el viejo mundo, y a dividirlo, utilizando las categorías de nuestros enemigos: por un lado los manipulados y por otro los manipuladores, o por un lado las masas y por otro los dirigentes, etc. ad nauseam.

La corona de la estupidez en este ámbito puede adjudicarse con toda probabilidad al GIIC (el autoproclamado “Grupo Internacional de la Izquierda Comunista”), que se jacta en su reseña del “congreso contra la guerra” de que la “fuerza motriz parece ser el grupo revolucionario Guerra de clase – también conocido por su nombre checo, Tridni Valka – más o menos descendiente o influenciado por el Grupo Comunista Internacionalista (GCI)”. Gracias por toda esta información, que la historia juzgará sin duda muy “importante”, pero que no hace avanzar un ápice la organización práctica de la actividad revolucionaria; sincera y verdaderamente no vemos ningún sentido en soltar estas afirmaciones y afabulaciones unilaterales, más que para alimentar la versión policial de la historia y denunciar así a quienes imaginamos que están detrás de cada acción de nuestra clase en la gigantesca lucha por su autoemancipación.

¿QUÉ PASA CON LA “SEMANA DE ACCIÓN”?

Pero volvamos a la Semana de Acción propiamente dicha y al Congreso contra la Guerra. Si desde el principio nunca nos consideramos los organizadores de estos eventos (por las razones ya expuestas anteriormente), seamos claros sobre el papel que desempeñamos en su organización, ¿qué hicimos? Nada más (o tan poco), y nada menos tampoco, que lo que constituyen nuestras tareas cotidianas y nuestras actividades militantes: lectura y crítica de las distintas contribuciones, debates a nivel internacional, traducción y/o distribución de los documentos en cuestión, ayuda a su puesta en línea, ayuda a la creación de listas de difusión para preparar los debates del congreso, etc. En resumen, nada muy excepcional si tenemos en cuenta lo que hacemos habitualmente y que constituye, en nuestra opinión, el mínimo de lo que hay que hacer hoy en día.

Desde el principio, advertimos a los organizadores, habida cuenta de nuestros limitados recursos, que no debían contar con nosotros para hacer otra cosa que lo que acabamos de exponer brevemente aquí, y que nuestra presencia in situ durante la “semana” se limitaría al fin de semana, esencialmente para la sesión no pública del “congreso antibelicista” del domingo. Y cuando llegamos, la suerte ya estaba echada, en cierta medida, tras el anuncio de que los organizadores ya no disponían de los locales que habían alquilado para las actividades del fin de semana… Y lo que presenciamos entonces, es decir, tal nivel de desorganización, nos dejó estupefactos, o cuando menos nos asustó.

Queremos dejar absolutamente claro que, desde nuestro punto de vista y el de muchos otros camaradas, la “semana de acción” fue un desastre total, un fiasco, en cuanto a la organización de los actos. Los organizadores, o más bien el mal llamado “comité organizador”, no estuvieron a la altura de las circunstancias y fueron incapaces de asumir realmente sus responsabilidades. Por el momento, nos centraremos en una probable sobreestimación de las capacidades reales de los camaradas que se dieron perspectivas que resultaron incapaces de asumir.

Por otra parte, diversas estructuras de la llamada “izquierda comunista”, que no fueron invitadas pero que se invitaron a sí mismas (¡cosa que no criticaremos aquí!), no hicieron evidentemente nada para “salvar el día”, interesadas como estaban, por una parte, en ver fracasar un experimento “anarquista” de internacionalismo y, por otra, en intentar reclutar militantes en busca de coherencia. Por no hablar de las sucias denuncias dignas del trabajo sucio de la Okhrana y la Cheka juntas (¡véase nuestra posdata más abajo!).

Un grupo de camaradas internacionalistas que no habían participado en los “alegres acontecimientos” de los días anteriores, camaradas que ya conocían a una parte del “comité organizador” y que contaban con su plena confianza, se pusieron a intentar poner las cosas en su sitio: “pilotos invisibles en medio de la tempestad”, como decía Bakunin. Todo ello en medio de la algarabía y las invectivas que brotaban de todas partes durante lo que algunos llamaban pomposamente la “asamblea autoorganizada”, que en realidad no nos parecía más que una especie de espantajo creado de la nada bajo la dirección principal y esencial de unos cuantos grupos que decían pertenecer a la llamada “izquierda comunista”, un puñado de leninistas y otros bolcheviques… y algunos de sus afines más o menos anarquistas, que decían estar organizando un congreso paralelo. En un momento dado, después de los acontecimientos, ¡se habló incluso de “dos congresos”!

En resumen, estos camaradas internacionalistas, de los que hablábamos al principio, a pesar de los insultos y las invectivas, a pesar del ambiente de linchamiento que reinaba, hicieron posible que una parte del programa de la sesión pública del “congreso antiguerra” tuviera lugar al día siguiente, sábado, en un lugar ciertamente pequeño pero no por ello menos seguro, al menos eso creíamos. Dos ponencias de camaradas de los Balcanes (Antipolitika) y de Alemania (AST) dieron lugar a interesantes debates contra la guerra y la paz capitalista; los encuentros entre camaradas que no siempre se conocían personalmente fueron muy cálidos y emocionantes; se esbozaron perspectivas para futuras actividades…

Ahora también debemos volver por un momento a las “excusas” y “pretextos” esgrimidos por los “organizadores” para el “sabotaje” perpetrado por los “anarquistas” checos progubernamentales ucranianos; “pretextos” que encontramos totalmente insatisfactorios. En primer lugar, desde un punto de vista semántico, la palabra “sabotaje” viene de “sabot”, es decir, los zapatos de madera que llevaban los obreros y que lanzaban a las máquinas para destruirlas. Así pues, desde un punto de vista programático, al más alto nivel de abstracción, los “saboteadores” no son ellos, ¡sino nosotros! Es el proletariado revolucionario el que sabotea la economía con sus luchas intransigentes, somos nosotros los que sabotearemos la guerra capitalista (¡y su paz!) cuando la correlación de fuerzas se vuelva a nuestro favor, como resultado de la acción subversiva de nuestra clase. Por supuesto, estos llamados “anarquistas” ya han demostrado su verdadera esencia en muchas ocasiones: son reformistas del capital, socialdemócratas “alternativos” más “radicales” que los oficiales, son las fracciones de extrema izquierda e incluso ultraizquierda del capitalismo y su democracia… ¡hasta la saciedad! Y ya han tenido ocasión en muchas ocasiones de demostrar en el pasado, e incluso en un pasado muy reciente, su capacidad real de causar daño a cualquier expresión o manifestación del verdadero internacionalismo que está estallando en la cara de todos los defensores de este viejo mundo podrido y moribundo (no tanto como esperamos por el momento, ¡ay!). Pero sería caer una vez más en la trampa del mito de la democracia imaginar que podríamos organizar, coordinar y centralizar a nivel internacional una verdadera actividad revolucionaria y derrotista contra la guerra y la paz capitalista, sin que las fuerzas capitalistas (su Estado, su policía, sus sindicatos, su socialdemocracia, ad nauseam…) reaccionaran, nos reprimieran, nos prohibieran nuestros lugares de encuentro, etc. Los “organizadores” eran los únicos que podían hacerlo. Los “organizadores” no estaban preparados para esto, y al final, en cierto modo, nosotros tampoco, a pesar de todas las fuertes reservas que habíamos expresado de antemano. Unas palabras sobre la democracia son necesarias aquí…

EL MITO Y EL FETICHISMO DE LA DEMOCRACIA

Nos gustaría abordar aquí un punto fundamental, que es el de la democracia y su dictadura sobre nuestras vidas y actividades, o más bien la permanente falta de ruptura con la democracia. La democracia no puede reducirse en absoluto a esas formas y categorías vulgarmente aceptadas por todos: derecho de voto, derecho de reunión, libertad de prensa, legalización de partidos y sindicatos, ad nauseam. La democracia, desde el punto de vista de la crítica histórica que los comunistas han hecho de ella, es ante todo la dictadura social del capital, de la mercancía, del mercado mundial, del valor valorizándose… es la negación en acto del antagonismo irreconciliable entre dos clases sociales, los propietarios de los medios de producción y los desposeídos de los medios de existencia… La democracia es también el veneno tóxico que se infiltra en cada una de nuestras luchas, de nuestras actividades e incluso de nuestras estructuras militantes. Por último, la democracia es la creación de falsas comunidades, la comunidad de la nación, del “pueblo soberano”, del dinero… frente a la única comunidad liberadora: ¡la comunidad de lucha proletaria que anuncia la verdadera comunidad humana, la Gemeinwesen! Es decir, que la lucha contra la democracia será “permanente”, es decir, mientras existan las relaciones sociales capitalistas, y sólo terminará con la destrucción definitiva de lo que nos destruye a diario.

De vuelta a Praga, nada más llegar y ante el “lío” montado tanto por los “organizadores” como por la “asamblea autoorganizada”, algunos apuntamos directamente a esta cuestión crucial: la fetichización de la democracia. Nos organizamos contra el capital y sus guerras, así que no podemos contar con que el capital y su democracia nos dejen estructurar nuestras actividades en paz, que nos garanticen la “libertad de expresión” o el “derecho de reunión”, que respeten los “contratos firmados”, etc. Por un lado, son “fetiches” de la democracia. Por un lado, son conceptos ajenos al movimiento comunista y, por otro, el capital sólo los aplica a la carta cuando le conviene para confirmar su dominación, pero nunca cuando está (o se siente) amenazado. Los “organizadores” contaban demasiado con la democracia (y su atmósfera soporífera) para dejar que la acción se desarrollara tal cual, contaban demasiado con que las fuerzas democráticas no actuarían contra nosotros, fueran quienes fueran: las diversas fuerzas represivas, la policía, los servicios secretos, la embajada ucraniana (o rusa también) y sus avatares, la OTAN, los “anarquistas” defensivos y belicistas, hasta la saciedad. En resumen, los “organizadores” fueron demasiado abiertos, demasiado democráticos, demasiado conciliadores, demasiado ingenuos, lo que dio a fuerzas hostiles la oportunidad de intervenir. Para el futuro y el desarrollo de futuras actividades subversivas, debemos ser más conscientes que nunca de que se trata efectivamente de una guerra social, de un enfrentamiento de clases, y elegir los medios, las formas y las medidas en consecuencia…

Un ejemplo, entre otros, de esta (cuando menos) ingenuidad por parte de los “organizadores”, y que debemos señalar y criticar aquí, es la seguridad de los actos. Aparte de la incapacidad de los “organizadores” para organizar algo remotamente práctico, como la simple acogida y alojamiento de los participantes (aunque se esforzaron por resolver los problemas logísticos), hubo un gran problema con la seguridad de los participantes durante toda la “semana de acción”. No vamos a hablar de los controles de identidad de la policía checa en la manifestación del lunes, ya que no estuvimos allí. Pero colgar en las paredes y en el blog consignas como “Prohibido fotografiar” y “Prohibido grabar en vídeo” no basta, evidentemente, para garantizar que esto sea realmente así. Las “escapadas” de un grupo de expertos checo pro-ucraniano en el mismo corazón del “congreso anti-guerra” es el ejemplo mismo y la prueba, en primer lugar, de la ineficacia de las grandes proclamas sobre la “seguridad” sin darnos los medios reales y prácticos para asumirla, y en segundo lugar, de nuestra incapacidad actual (en el estado de nuestras débiles fuerzas y en vista de la situación de la lucha de clases en la República Checa, e incluso en Europa) para organizar o participar en un evento público de este tipo, abierto a todos, más o menos.

¿A QUIÉN INVITAR Y A QUIÉN NO?

Nos gustaría abordar ahora una cuestión de relativa importancia. En el proceso de preparación de la “semana de acción” en su conjunto, y especialmente, por nuestra parte, de la sesión no pública del “congreso contra la guerra”, surgió obviamente la cuestión de a quién invitar y a quién no. Los organizadores se dirigían a menudo a nosotros para preguntarnos qué pensábamos de un grupo u organización concretos, y si merecía la pena invitarlos a un determinado nivel del acto. Hubo algo que algunos nos reprocharon: ¿por qué las “grandes” estructuras y organizaciones de la llamada “izquierda comunista” no eran bienvenidas a la “semana de acción”, y por qué no se les invitaba en absoluto? En primer lugar, dejemos claro que en general nos oponemos a TODAS las familias ideológicas (“anarquismo”, “marxismo”, “comunismo”, “consejismo”, etc.), pero aquí, en este caso y en este capítulo, dirigimos nuestras críticas más específicamente a la autoproclamada “izquierda comunista”.

En primer lugar, no estamos de acuerdo con la terminología “comunismo de izquierda” utilizada para designar a las fuerzas revolucionarias surgidas del período 1917-21, aunque se trate de una denominación histórica que engloba la materialización histórica de la ruptura con la socialdemocracia. Los que la contrarrevolución designa como “comunistas de izquierda” son, en su mayoría, los verdaderos y únicos comunistas auténticos de ese período. No tienen nada en común programáticamente (a pesar de la terminología común impuesta por la historia revisionista) con aquellos a los que de hecho se han opuesto continuamente a lo largo de su lucha.

El hecho de que Lenin (y tras él otros socialdemócratas pintados de rojo que utilizaban una retórica “comunista”), persistiera en denunciar la práctica comunista como una “enfermedad infantil” y a los propios comunistas como “anarquistas”, “izquierdistas”, “antipartidistas”, etc., no es más que una demostración de la creciente y más clara distinción entre la política contrarrevolucionaria de los bolcheviques y las expresiones revolucionarias que continuaron luchando contra la corriente del centrismo.

La definición del término “comunista”, como decía Marx, no está determinada por lo que un militante dice de sí mismo, sino por lo que hace, es decir, por su acción comunista real en términos de perspectivas históricas.

No existe el comunismo de “izquierda”, como tampoco existe el comunismo de “derecha” o de “centro”. El comunismo se define en y por la práctica revolucionaria de hombres y mujeres que luchan por la destrucción del Estado, y por tanto se sitúan desde el punto de vista de la destrucción del ejército, de las naciones, de los órganos de gestión capitalista, del capital y del trabajo, etc.

No es casualidad que la izquierda de la socialdemocracia haya sido tan implacable en denunciar como “infantiles” y “enfermos” a los que se oponían a su política de reconstrucción y gestión del Estado, a los que preconizaban la guerra revolucionaria contra los acuerdos de paz con la burguesía, a los que luchaban contra el entrismo en los sindicatos y contra el parlamentarismo revolucionario. Los socialdemócratas – ¡y hablamos aquí en términos históricos y no formales, en términos de fuerzas que, más allá de su nombre, son prácticamente responsables de la reforma del mundo! – los socialdemócratas quisieron apropiarse el título de “comunistas” (sin ningún otro calificativo), porque era la mejor manera, en un momento en que la revolución estaba a la orden del día, de protegerse de todos aquellos que denunciaran su práctica de la reconstrucción del Estado como contrarrevolucionaria.

Y como no podían negar el carácter revolucionario de las acciones de quienes se les oponían, pusieron a los militantes comunistas el calificativo de “izquierdistas”, para designarlos como “enfermos” e “infantiles”, y mantener una línea política en la que no había ruptura cualitativa, ni siquiera en la terminología.

Si a veces utilizamos pleonasmos como “comunistas revolucionarios”, “comunistas internacionalistas” o incluso esta distorsión expresada por “comunismo de izquierda”, cuando no aceptamos la terminología de nuestros enemigos, es sólo porque el peso de la historia reescrita por los estalinistas y otros burgueses de derecha o de izquierda, es, como todas las ideologías, una fuerza que se ha materializado a lo largo de estas décadas de contrarrevolución. Tenemos que recurrir a estos trucos del lenguaje para distinguirnos de todos aquellos – ¡y son muchos! – que han saqueado violentamente nuestras banderas, estandartes y lemas.

Dicho esto, y para ser muy claros, huelga decir que nuestras referencias programáticas históricas se encuentran en todos los militantes, grupos, organizaciones y estructuras que han roto de la manera más decidida con toda la ideología y la práctica de la socialdemocracia, incluidos sus “extremos”. Se llamen estas rupturas “izquierda comunista” o “anarquismo revolucionario” o lo que sea… Pero amamos demasiado el comunismo, como proyecto, como movimiento, como dinámica, como subversión total de este mundo y del presente existente, como comunidad humana… para pretender formar parte de cualquier “izquierda” que no sea más que un triste y desangelado reflejo de ella…

Volviendo a los aspectos más “concretos” de la cuestión, afirmamos clara e inequívocamente que ninguna organización que pertenezca abiertamente a cualquiera de las familias ideológicas que, aunque no sean verdaderamente internacionalistas (¡en el sentido en que nosotros entendemos el término!) pero que sin embargo se organizan a nivel internacional y constituyen de facto “internacionales”, pretendiendo dirigir la lucha del proletariado (ya sea la familia llamada “comunista” o “marxista” o incluso la familia “anarquista”) no ha sido invitada: ni la CCI (Corriente Comunista Internacional), ni la TCI (Tendencia Comunista Internacionalista), ni todas sus ramificaciones, ni los diversos PCInt (Partido Comunista Internacional), ni la AIT (Asociación Internacional de los Trabajadores), ni la IFA (Internacional de Federaciones Anarquistas), ad nauseam

Para nosotros, no se trataba de sectarismo, sino de establecer criterios para permitir una discusión constructiva y avanzar en la tarea de promover el derrotismo revolucionario y fomentar su desarrollo como parte integrante del movimiento proletario. Queremos subrayar que necesitamos una verdadera discusión y no limitarnos a escuchar las aportaciones de unos y otros sin poder llegar a un punto común.

Vimos la “semana de acción” (o más bien la sesión no pública del “congreso contra la guerra”, e incluso originalmente el encuentro internacional tal como lo concebimos) no como el Día D, sino como un momento en el proceso de fortalecimiento, desarrollo y consolidación de la comunidad revolucionaria derrotista, una comunidad aún no por construir, sino ya históricamente preexistente, surgida del suelo fértil de las sociedades de clases y de la necesidad de abolirlas. Un proceso que incluya intercambios de textos y críticas, discusiones, organización de acciones concretas, continuidad de la comunidad, etc. – en fin, todo lo contrario de lo que la izquierda y extrema izquierda del capital nos tiene acostumbrados en sus conferencias y congresos… Una crítica despiadada al “conferencismo” y al “congresismo” es más necesaria y fundamental que nunca…

Lo que esperábamos (y seguimos promoviendo) es la construcción de relaciones más fuertes en el campo del derrotismo revolucionario y, si es posible, lograr un cierto nivel de centralización programática manteniendo una cierta descentralización de las acciones.

Desgraciadamente (o más prosaicamente, ¡hic et nunc! [Aquí y ahora]), no podemos interpretar que las prácticas “derrotistas” de los grupos de la llamada “izquierda comunista” persigan este objetivo.

Sobre la base de la actividad de ciertos grupos, tenemos más bien la impresión de que su objetivo no es construir una verdadera comunidad de lucha (centralizada en el plano programático, pero no necesariamente en el plano práctico), sino construir un “partido”, y un partido de masas. A título de ejemplo, podemos ver en la actividad de los colectivos y de la plataforma No War But the Class War [NWBCW] un intento de crear una especie de “programa mínimo” al que pueda adherirse el mayor número posible sin que ello exacerbe los particularismos de los distintos elementos; en ello podemos detectar nada menos que oficinas de reclutamiento. Podemos ver en estas prácticas ciertas concesiones a quienes no tienen claro su programa para que puedan aportar la dimensión de masas a sus actividades. Por nuestra parte, queremos hacer exactamente lo contrario.

Por supuesto, no esperábamos que todos los grupos invitados a la “semana de acción” estuvieran al mismo nivel programático, y somos muy conscientes de que la crítica del capitalismo de ciertas organizaciones no se desarrolla y profundiza de la misma manera. Pero nuestra esperanza era permitirles, a través de la discusión y la práctica común, alcanzar un nivel de comprensión más elevado, más dialéctico y por tanto más radical, de la realidad del mundo basado en la explotación, y abrir así la posibilidad de una lucha común.

Otra cosa que no podemos aprobar es el esfuerzo de los grupos de la llamada “izquierda comunista” por preferir las llamadas discusiones “teóricas” a las discusiones sobre la lucha real y práctica del movimiento revolucionario derrotista. Su enfoque metodológico se basa ciertamente en el supuesto de que primero debemos ponernos de acuerdo sobre el origen de la guerra – que para la mayoría de ellos parece ser la decadencia del capitalismo, antes de discutir cualquier otra cosa.

Para nosotros, no debería haber separación entre una discusión supuestamente “teórica” y otra “práctica”. Lo que nos interesa es una discusión sobre cómo luchar concretamente contra la guerra y la paz capitalistas, sobre qué podemos hacer prácticamente contra ellas. Y en el marco de esa discusión, necesariamente surgirán y se abordarán cuestiones teóricas y programáticas. En resumen, preferimos ir de la práctica a la teoría, mientras que para todos estos grupos parece ser al revés.

Eso no impidió que la mayoría de estas “grandes” organizaciones de la llamada “izquierda comunista” se invitaran a sí mismas y desordenasen aún más el desorden ambiental dejado por los “organizadores”, en resumen, añadiendo una seria capa de desorganización a la desorganización inherente a los propios “organizadores”. Como dijo un camarada muy activo en el lugar: “sus actividades encaminadas a tomar el control o al menos a establecer su agenda se vieron reforzadas significativamente por el caos provocado por la desorganización”.

Poco antes de la “semana de acción”, concretamente el 1 de mayo (¡no se puede inventar!), la TCI publicó un artículo en su blog en el que anunciaba su presencia en Praga, ya fuera directamente o a través de sus estructuras satélites, como los colectivos No War but the Class War. Decía, entre otras cosas, que “el llamamiento de la Semana de Acción de Praga no difiere en esencia de los cinco puntos básicos a los que nosotros en la iniciativa Ninguna Guerra salvo la Guerra de Clases (NWBCW) nos adherimos.[…] Ninguno de los ocho puntos de la descripción de a quién va dirigida la convocatoria de Praga contradice los objetivos básicos del NWBCW. De hecho, podríamos felizmente ampliar esos cinco puntos para encapsular los ocho de Praga.1

Algunos, afirmando pertenecer a la llamada “izquierda comunista”, señalaron que ninguno de los grupos “anarquistas” invitados correspondía a los criterios desarrollados en estos “ocho puntos”, ¡mientras que los grupos de la llamada “izquierda comunista” sí! “La lista original de invitados contenía unos 60 nombres, la mayoría de ellos anarquistas, anarcocomunistas, comunistas, black blocs, que podían corresponder a uno o varios de los criterios. Mantuvo los nombres de comunistas de izquierdas, italianos o germano-neerlandeses, leninistas con posiciones internacionalistas, que respondían a todos los criterios.” A este tipo de argumento, respondemos, como habíamos respondido anteriormente por carta, que si bien las “posiciones teóricas” pueden corresponder a estos criterios, es más bien la práctica real de las organizaciones que pretenden pertenecer a una familia política ideológica (en este caso, y como recordatorio, la llamada “izquierda comunista”) la que no coincide con los puntos del documento en cuestión.

Por ejemplo: es sobre todo su “posición” (y su práctica real) en relación con Lenin y los bolcheviques, y toda su política de reconstrucción del Estado y de la economía nacional en Rusia, de represión de las huelgas y de las luchas proletarias, lo que no corresponde tanto al cuarto punto como al séptimo, a saber:

  • A los individuos, y grupos, que luchan contra la política de “defender la economía nacional”, y “sacrificarse a favor de la economía de guerra”, a los que no aceptan las tácticas de expansión de su propia burguesía, aunque se enfrenten a un ataque económico, político o militar.
  • A todos aquellos que reconocen en su práctica que el proletariado no tiene patria que defender. Nuestro enemigo no son los proletarios obligados a ir a las trincheras del otro lado del frente, sino la burguesía – en la práctica, sobre todo, la burguesía “de nuestro propio país”, “nuestra propia” burguesía, la que organiza directamente nuestra explotación.

En general, todos los grupos de la llamada “izquierda comunista” reclaman o, más prosaicamente, defienden el Tratado de Brest-Litovsk (que fue una verdadera puñalada por la espalda para los proletarios, tanto en Rusia como en Alemania y Austria-Hungría), ¡una “traición”, dirían algunos!

  • A todos aquellos que quieren convertir la guerra interburguesa en una guerra revolucionaria, una guerra entre estados en una lucha por la destrucción de todos los estados.

Para profundizar un poco más en la cuestión de Brest-Litovsk y los acuerdos/relaciones que el proletariado podría desarrollar/mantener con su enemigo de clase, digamos simplemente que nunca, jamás, ningún “poder proletario”, como falsamente pretendían ser los bolcheviques en Rusia a partir de Octubre, podrá seguir siéndolo si negocia, decreta, firma acuerdos que vayan en contra de nuestros intereses de clase. Si un “poder proletario” se sienta a la mesa de negociaciones con el Estado burgués (cualesquiera que sean sus representantes formales frente a él), es este último el que ya ha ganado y el “poder proletario” el que pierde su sustancia subversiva, si es que realmente la tiene. Si el Estado de los capitalistas “negocia” con el proletariado, es porque nuestra lucha, nuestra ofensiva, ya está muy vencida, que estamos a la defensiva, a raya, que ya hemos perdido… El Estado burgués sólo “negocia” con nosotros para aplastarnos mejor definitivamente…

Y no entraremos en los otros desacuerdos que tenemos con los grupos de la llamada “izquierda comunista”, como su reivindicación de la conferencia de Zimmerwald en 1915. En general, esta reunión de pacifistas tenía como objetivo esencial organizarse al margen de la socialdemocracia oficial, pero no contra ella; esta reunión dio lugar a discursos espectaculares y declaraciones llamativas, pero no a una ruptura real con los métodos, las prácticas y los programas de la socialdemocracia.

En cuanto a la llamada “izquierda zimmerwaldiana”, la presencia de militantes comunistas en el corazón de este embrollo sólo sirvió, en última instancia, como garantía radical, como oficina de reclutamiento para que las expresiones auténticamente proletarias volvieran a la rutina de una socialdemocracia cuya fachada simplemente se había limpiado. No es de extrañar, pues, que prácticamente todas las organizaciones de la llamada “izquierda comunista” quieran ahora crear “un nuevo Zimmerwald”: les conviene perfectamente. Por último, parafraseando a Rosa Luxemburgo (!!!), podemos resumir básicamente la actividad de esta “izquierda zimmerwaldiana” de la siguiente manera: “¡Más vale un mal Zimmerwald que ningún Zimmerwald!”

El Partido Bolchevique y el propio Lenin promovieron activamente el programa contrarrevolucionario y pacifista de la Internacional y de sus diversos partidos miembros. Esto se opone al quinto punto:

  • A todos aquellos que no se consideran pacifistas sino revolucionarios. A todos los que no aspiran a una paz burguesa donde la explotación de nuestra fuerza de trabajo pueda continuar en condiciones ligeramente diferentes.

Además, la llamada “izquierda comunista” defiende (más o menos, según los matices preferidos por cada una de estas organizaciones) la posición de la III Internacional sobre la cuestión colonial. Esto tampoco es coherente con el tercer punto:

  • Los que no apoyan a ninguna facción de la burguesía contra la otra, sino que luchan contra cada una de ellas. A los que no defienden ni participan en los frentes interclasistas.

RESUMAMOS BREVEMENTE LOS ACONTECIMIENTOS DE PRAGA

Hubo dos niveles diferentes con dos contenidos igualmente diferentes.

Por un lado, estaba la “semana de acción” con manifestaciones, actividades y otros “festejos”, que se quedaban en el ámbito del entretenimiento. La idea básica de los organizadores era hacer más visible el derrotismo revolucionario, competir con los anarquistas pro-guerra, ofrecerse como “polo de atracción para los indecisos”. Pero todo esto resultó ilusorio y, sobre todo, contraproducente en vista de la debilidad de nuestras fuerzas. Hemos criticado a los organizadores por ello y hemos dejado claro que un acto así no podía ser una demostración de la existencia del movimiento contra la guerra, del movimiento contra la explotación capitalista más en general, porque este movimiento sólo existe en estado embrionario y se limita actualmente a algunas minorías dispersas por el mundo. También hemos subrayado que los revolucionarios no pueden de ninguna manera crear este movimiento. No pueden (ni quieren) aportar ningún tipo de conciencia al proletariado, porque ésta sólo puede surgir de las condiciones materiales en las que se encuentra el proletariado y de la lucha de nuestra clase contra estas condiciones. La tarea de los comunistas es descubrir el contenido invariable, la verdadera lucha inmediata de la clase obrera contra la explotación, que se oculta tras las manifestaciones más o menos claras del proletariado, relacionarla con otras luchas del presente y del pasado, y generalizarla. También les recordamos que nuestra tarea y nuestro único interés es la consolidación potencial de las fuerzas revolucionarias derrotistas que ya existen, que están dispuestas y son capaces de oponerse a la guerra tanto programática como prácticamente.

No participamos en estos eventos y en ningún momento promovimos (en nuestro blog, nuestras listas de correo, etc.) este nivel de actividad, al contrario, lo criticamos (¡demasiado a menudo “en privado”, por desgracia!). Al mismo tiempo, no tuvimos la fuerza suficiente para imponer nuestro punto de vista a los organizadores y convencerles de que no celebraran estos actos más que anecdóticos.

Por otro lado, estaba el “congreso antiguerra” (o conferencia, o encuentro internacional), un evento que considerábamos extremadamente importante y que promovimos públicamente como un intento de organizar y centralizar nuestras actividades revolucionarias derrotistas, de reforzar nuestra ya y preexistente comunidad de lucha, que se basa entre otras cosas (y en lo que respecta a las pocas minorías que ya se conocen) en la práctica de diferentes grupos, en discusiones comunes, en actividades prácticas. Para nosotros, el objetivo de este encuentro internacional era realmente intentar poner en marcha un cierto nivel de centralización y formalización de las prácticas existentes e intentar orientarlas hacia una cierta materialización: una campaña común contra la guerra, como especificamos en nuestra contribución a la lista de correo. Esto es también lo que intentamos desarrollar y fomentar en Praga. El futuro mostrará si nuestros intentos han sido en vano o si darán lugar a algo útil para la resistencia proletaria contra la guerra y contra la paz social.

En una revista muy fraternal que recibimos unos días antes de la “semana de acción”, algunos camaradas decían lo siguiente sobre nuestra esperanza de poder “superar nuestro aislamiento” mediante esta acción: “No hay atajos, no hay fórmulas mágicas, es la lucha inmediata del proletariado contra la explotación, por la defensa de sus necesidades materiales y el desarrollo de esta lucha lo que proporciona la sustancia que constituye el proceso de organización del proletariado y determina las acciones de las minorías revolucionarias. La ruptura con el aislamiento -a todos los niveles- sólo se desarrolla en este proceso, como desarrollo del asociacionismo proletario, todo lo demás pertenece al mundo del espectáculo y sólo sirve para desviar y neutralizar los diversos intentos de organización de nuestra clase. Es como el mito de ciertas corrientes del pasado que creían que la convocatoria de una huelga general era la base para iniciar la revolución.

Esto es absolutamente cierto y estamos totalmente de acuerdo con este punto de vista. Somos conscientes de que no podemos crear un movimiento antibelicista ni detener la guerra. Pero eso no significa que debamos esperar a que se desarrolle la lucha de clases sin hacer nada. En la medida en que la ruptura con las relaciones sociales del capital se limita a las minorías, debemos organizar a los elementos que, a través de su práctica, expresan la ruptura con el capital, debemos clarificar nuestras posiciones, las lecciones extraídas de las luchas presentes y pasadas del proletariado, debemos sintetizar la experiencia acumulada en el desarrollo de la revolución y la contrarrevolución. Somos parte integrante del proletariado como clase en lucha y expresión de este proceso y debemos asumir las tareas reales y prácticas del movimiento subversivo aunque sepamos que las consecuencias materiales de nuestra actividad son insignificantes por el momento.

Por último, los acontecimientos de Praga nos muestran (parafraseando al renegado Lenin) ¿“qué (no) hacer”? Desde el principio, no quisimos organizar una reunión pública, ni mucho menos una manifestación (¿para demostrar qué a quién?), una feria del libro y diversas actividades relacionadas que se agruparían bajo la etiqueta de “semana de acción”. Lo que defendíamos (y seguimos defendiendo) es la necesidad de coordinar y centralizar nuestras actividades con otras estructuras militantes, no “simplemente” contra la guerra y la paz social, sino para participar en el proceso vital, la dinámica elemental, de transformar la guerra y la paz capitalistas en una revolución social mundial, en una revolución por la abolición de las relaciones sociales capitalistas, ¡en una revolución por el comunismo!

Y para lograrlo, un encuentro internacional no público entre grupos y estructuras que ya se conocen y ya actúan juntos sigue siendo una necesidad que seguimos subrayando más que nunca. Sin ambages y sin publicidad, ¡sin necesidad de hacer un gran anuncio previo!

A MODO DE EPÍLOGO

Tras este inmenso fiasco organizativo, era de esperar y lo esperábamos: los neo-torquemadistas han vuelto a golpear, o más bien a babear como sería más apropiado decir, en este caso a través de ese furúnculo de la clase obrera constituido por la insignificante pequeña secta paranoica conocida como la CCI. Podemos oler el fétido aliento de los conferencistas, todos esos carroñeros que se rieron por lo bajo tras los sucesos de Praga, y que han venido por antepenúltima vez a susurrarnos sus oscuros consejos, mezclados con algunas frases de admiración demagógica, como buenos “bancarroteros de la revolución” (como decía Bordiga) que son. Y siguen siendo los mismos buitres que durante décadas han estado dando vueltas alrededor de los cadáveres de nuestros proletarios masacrados por la represión, cacareando: “no deberían haber tomado las armas” (Plejánov).

Si no fueran más que los comentarios lastimeros y amargos de hienas socialdemócratas disfrazadas de revolucionarios, podrían ser ignorados y desechados con un firme gesto de la mano hacia su destino designado: los contenedores de basura de la historia. Pero una vez más, y desde hace más de cuarenta años, cuando la CCI se permite emitir sus rugidos de tripas sentenciosos desde las alturas de sus púlpitos ideológicos y los balcones del espectáculo político, son siempre las intrigas perniciosas, las calumnias, las denuncias, y en fin la versión policial de la historia, las que triunfan. Así que citemos por última vez la bilis venenosa de estos mortificantes capos, extraída de sus recientes declaraciones sobre los sucesos de Praga: “En cuanto a la posición del comité oficial sobre la seguridad, también debemos señalar que Tridni Valka reivindica una cierta continuidad con el Grupo Comunista Internacionalista, aunque haya habido algunos desacuerdos no declarados entre ellos en el pasado, y el GCI como tal ya no exista. Pero el GCI fue un grupo que tuvo una trayectoria muy peligrosa y destructiva – sobre todo un coqueteo con el terrorismo [el subrayado es nuestro] que supuso un grave peligro para todo el movimiento revolucionario. Esto implicaba una especie de enfoque de capa y espada [“un planteamiento de grupo clandestino”, según la versión francesa del texto de la CCI] que Tridni Valka parece haber asumido, y que sin duda contribuyó a la desorganización de la semana y a la desconfianza que muchos de los participantes desarrollaron hacia ellos.” ¡Amén!

La CCI, como otras sectas similares, sólo puede entender y denunciar las actividades de los revolucionarios como “conspiraciones”. Pero conspirar es respirar, como decía el otro, y por nuestra parte reivindicamos alto y claro, contra todos los intentos de encadenar a nuestra clase, ¡la conspiración internacional del proletariado! Sí, conspiramos como “el vapor y la electricidad conspiran contra el statu quo” (como decía Marx), conspiramos “como el sol contra las tinieblas” (ídem)… En cualquier caso, es seguro que los servicios de seguridad del Estado checo (u otros) se deleitarán con este tipo de “revelaciones” e “informaciones” sobre los supuestos vínculos de nuestro “grupo clandestino” con el “terrorismo”. Gracias a los informadores del CCI, que harían mejor en rebautizarse CCI-BT, ¡con B de bolcheviques, pero sobre todo con T de “Traidores”! ¡¡¡DELATORES de Mierda!!!

Traducción al español: Materiales | …del arma de la crítica a la crítica armada!

1 Como recordatorio, los “ocho puntos” que explican a quién iba dirigido el llamamiento de Praga pueden leerse en el blog de la Semana de Acción: https://actionweek.noblogs.org/espanol/, así como en nuestro propio blog: https://www.autistici.org/tridnivalka/semana-de-accion-praga-20-26-5-2024/.

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