Ayer los perros guardianes del Estado hicieron bien su trabajo: mantener a fuego y sangre los privilegios de quienes todos los días nos aplastan las cabezas.
Ayer, mientras familiares, amigos y compañeras velaban a Santiago Maldonado, la Prefectura asesinaba en las proximidades de Villa Mascardi al compañero mapuche Rafael Nahuel, que junto a otros weichafes había estado refugiándose en los cerros, luego de la brutal represión y desalojo del jueves pasado a la Lof Lafken Winkul Mapu.
Ayer le toco a él, hace casi cuatro meses a Santiago y si retrocedemos en el tiempo podemos nombrar miles de rebeldes que se opusieron a esta vida mercantilizada, donde el Estado no dudo un segundo en cortar el latido de sus corazones. Poniéndoles un tiro, tirándolos al río, encarcelándolos, torturándolos… Así nació esta nación, así se consolidó la Argentina, a fuego y sangre desde hace dos siglos.
Quienes nos oponemos de raíz a esta realidad social sabemos que no es una medida extrema del gobierno actual, sino que es la continuidad de un proyecto donde la propiedad se reafirma sobre la vida. Un proyecto que tiene siglos y que arrasa todo el planeta, progreso lo llaman algunos…
Amamos este territorio, mas no este país. Somos enemigos de quienes dicen amar estas tierras y las envenenan con glifosato en los campos, cianuros en los ríos y deforestan miles de hectáreas en pos de la avaricia ganadera. No son “nuestras tierras”, no solo porque son propiedad de unos pocos y tenemos que pagarlas hasta después de muertos, sino porque no queremos que nuestra forma de vida este basada en la posesión. ¡Son tierras con las cuales queremos convivir!
El Estado y sus reformistas hablan de derechos, nosotros de necesidades. Necesidad de alimentarnos, vestirnos y poder pisar un suelo sano para subsistir.
¡RAFAEL NAHUEL, PRESENTE!
¡SANTIAGO MALDONADO, PRESENTE!
¡LIBERTAD A FACUNDO JONES HUALA!
¡POR LA TIERRA Y CONTRA EL CAPITAL!