<<Qué rabia se siente ver que ellos tienen las armas, que de este lado hay que correr porque los gases te nublan la vista, te llegan de frente y desde el aire dos helicópteros sobre ti, sobre todos; personas sacando cubetas con agua de las casas, colonos, madres, padres, jóvenes, niños dando batalla, uniendo coraje, no por la reforma, no por la sección XXII,
sino por los muertos, por la pobreza, porque ya no alcanza pa´tragar y los precios se elevan como los helicópteros asesinos.>>Testimonio de una proletaria en las barricadas de Oaxaca.
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Mientras la burguesía acumula Capital, los explotados acumulamos rabia. El actual levantamiento en Oaxaca, donde nuevamente arden las barricadas, da completa muestra de que la lucha de clases sigue vigente; nosotros, proletarios, quienes a diario padecemos las miserables condiciones de supervivencia y explotación que nos impone la dictadura de la economía, somos también quienes a diario y en muchas formas, luchamos contra esta asquerosa realidad.
La creciente generalización de la lucha ha comenzado a romper ciertas barreras, prueba de ello es la adhesión de numerosos proletarios en apoyo a los bloqueos carreteros y la organización de la autodefensa en los territorios donde han incursionado los cuerpos represivos (que tienen como objetivo restaurar la nauseabunda normalidad ciudadana). Los participes del conflicto no se reducen a unos maestros, estudiantes o padres de familia… todos ellos forman parte del mismo sujeto histórico de la lucha de clases: el proletariado; no a la ciudadanía ni a ninguna otra categoría socialdemócrata.
El germen de rebelión de nuestra clase debe expandirse, pues una lucha aislada es una lucha perdida; a su vez, ésta debe romper con todas las ilusiones democráticas. Nuestras necesidades no pueden resolverse con mesas de diálogo, ni con firmas ni reformas. La furia de nuestra clase que se ha acumulado y se desborda, se está organizando y extendiendo, pero tendrá que superar sus limitaciones, luchar contra sus propias contradicciones y tomar cauces revolucionarios, de lo contrario quedará condenada una vez más al fracaso.
A lo largo de esta contienda, la fuerza militar y policial del capitalismo ha añadido más muertos, detenidos y desaparecidos en la lista del Estado; así lo seguirá haciendo hasta que la paz social se imponga brutalmente sobre los oprimidos y estos se resignen a obedecer servilmente los designios de los poderosos. Ante la embestida represiva es evidente que la respuesta no es el pacifismo ni las marchas de brazos cruzados; es indispensable organizar la autodefensa y el ataque a los represores, gobernantes, diputados y carceleros. ¡Esta cruda realidad impuesta no admite ingenuidades compañeros! ¡Hay que tener claro que el Estado no va a castigar nunca a sus asesinos a sueldo ni a sus torturadores! ¡Bajo el sol negro del capitalismo sólo nos depara morir de hambre o bajo las balas de los gendarmes! ¡Temen a nuestra lucha y por eso en cada manifestación estarán presentes las tanquetas, los gases tóxicos y las balas de goma!
La raíz que sostiene toda las masacres reside en el dominio del capitalismo, por ello nuestras luchas deben estar encaminadas hacia su destrucción total, no hay reforma ni mejora posible. Por ello, la consigna no debe ser “la defensa de la educación” o de la “nación”; plegarse a los programas y consignas de la democracia nos lleva solamente a reforzar los fundamentos de esta sociedad de clases: el trabajo asalariado, la competencia y la dictadura del dinero sobre la vida humana. Nuestra consigna debe ser la radicalización y comunión de nuestras luchas; éstas ya no pueden deambular más tiempo parceladas (en trabajadores por un lado y desempleados por el otro); además, es preciso romper los corrales de los ámbitos legales y jurídicos, el Estado es nuestro enemigo, no hay nada que mendigarle ni razón alguna para tratarle de igual a igual.
La lucha autónoma del proletariado contra el mundo de la mercancía es el único camino que nos conduce a la real emancipación. No desperdiciemos nuestras energías intentado conciliar intereses incompatibles, no hay pacto posible contra nuestro enemigo mortal. No derramemos nuestra sangre por “mejorar” el capitalismo, no hay nada positivo que pueda rescatarse de él, lo que está podrido desde adentro no tiene otro futuro que su extinción, así que contribuyamos a su aniquilación total, porque sólo superando y destruyendo lo que nos destruye podemos recuperar nuestra humanidad.
Entonces; que las llamas de las barricadas no se limiten a destituir a uno u otro sirviente del Estado-Capital, que nuestra lucha no se reduzca a echar abajo una u otra reforma, que nuestros combates no se empeñen en quitar uno u otro presidente. Planteemos algo concorde a nuestros intereses históricos en esta guerra de clases mundial, es momento de emprender una sola batalla: clase contra clase, en donde ya no haya vuelta atrás.
¡Es hora de salir a la calle y que el miedo empiece a cambiar de bando!
¡Que la solidaridad no sea solo palabra escrita!
¡A propagar las tomas y ocupaciones de escuelas, centros de trabajo, transportes, calles, plazas y medios de comunicación burgueses!
¡Que se queme lo que se tenga que quemar!
Algunos enrabiados, encolerizados, incontrolados y hartos de toda esta mierda.
México. 2016.
A distribuir el texto en todas partes del planeta!