Desde hace unos ayeres un texto que nos ayuda a redondear la discusión y el análisis sobre los hechos de catástrofe económica y social en Grecia… (Materiales)
La forma han tomado tanto la crisis de las relaciones sociales capitalistas de los últimos años en Grecia como su gestión por la clase política del capital reflejan tanto las contradicciones acumuladas en los últimos 20 años por la sociedad griega, como las del autodenominado “proceso de integración europeo”.
En la esfera ideológica de las entidades económicas, la crisis capitalista se manifiesta como una “crisis de competitividad” y una “crisis de la deuda soberana”.
“Crisis de competitividad” porque la explotación del proletariado ha sido insuficiente en relación con el progreso de la productividad laboral, la adopción de la cara divisa común europea y la habilidad de los capitalistas griegos para conservar altos márgenes de beneficios, manteniendo los precios altos ante los elevados niveles de demanda, lo cual a su vez fue posible gracias a la afluencia de crédito barato tras la adopción del euro.
“Crisis de deuda soberana” porque los intentos de rebajar el salario indirecto no fueron suficientemente exitosos (véase por ejemplo el fracaso de la propuesta de la ley de “Giannitsi”(ministro de interior griego entre noviembre de 2011 y junio de 2012) y los numerosos esfuerzos legislativos para reestructurar las pensiones),dado que el gasto social creció de forma continuada desde el año 2000 hasta 2008 mientras que, al mismo tiempo se iban reduciendo , también de forma continuada, los impuestos a los beneficios del capital. Y en este caso el gasto público pudo aumentar durante algún tiempo por la afluencia de crédito barato relacionado con la adopción del euro.
El estallido de la recesión global en 2008 se tradujo unos meses después en la explosión de todas estas contradicciones. La economía griega fue conducida a una profunda recesión, los beneficios se desmoronaron mientras que el déficit público y la deuda nacional subían como la espuma. Las manipulaciones, tanto del gobierno de Papandreu como del BCE que exacerbaron la “crisis de la deuda” fueron deliberadas. La clase política capitalista, tanto griega como europea, vio la crisis como una oportunidad para implementar una dura política de “devaluación interna” cuyo objetivo era descomponer el poder de la clase trabajadora en Grecia y devaluar o destruir el capital improductivo.
La política de devaluación interna llevada a cabo a través del mecanismo de los infames “memorándums” puede describirse como una política de devaluación del capital. Sus componentes básicos son una enorme reducción de los salarios directo e indirecto, lo que ha provocado una reducción del valor de la fuerza de trabajo, un incremento enorme del ejercito de reserva de desempleados y la aparición de innumerables formas de desempleo que hunden aún más los salarios y contribuyen a disciplinar e intensificar el trabajo de aquellos que aún conservan un empleo, un nuevo proceso de acumulación primitiva a través de privatizaciones y de la proletarización de una parte significativa de la pequeña burguesía, el incremento de la carga fiscal a la clase trabajadora y el establecimiento de medidas de austeridad permanentes.
Las medidas económicas se combinan con la formación de un estado de emergencia que actúa con mano de hierro, en el que las luchas sociales y de clase son suprimidas y criminalizadas mientras, por el otro lado, el capital disfruta de la libertad para violar la legalidad civil, incluso la constitucional, para explotar de forma más apropiada y eficiente a la clase trabajadora y a la naturaleza.
El resultado de esta política fue la persistencia y la profundización de la recesión, la destrucción de cientos de miles de pequeños negocios y, finalmente, la centralización del capital.
Pese al hecho de que la política de la llamada devaluación interna ha desembocado en una prolongada recesión y en la perspectiva de una recuperación muy lenta y unas tasas de desempleo muy altas , la facción dominante del capital griego y europeo esta decidida a llegar hasta el final. El interés del capital es la reconstrucción del circuito de acumulación de capital sobre una nueva base, abandonando el anterior régimen clientelista-corporativista de integración de la clase trabajadora, destruyendo el limitado estado del bienestar y descomponiendo el p0oder de negociación de la clase trabajadora. El único factor que podría derrocar esta política sería un movimiento proletario verdaderamente peligroso que pretendiera abolir las relaciones sociales capitalistas.
Aún no se han visto signos de tal movimiento revolucionario.
Por supuesto, la política de devaluación interna se ha encontrado con una resistencia significativa durante los primeros dos años de su implementación: huelgas contra los despidos tanto en el sector público como en el privado, el movimiento de ocupación de las plazas y las asambleas de barrio, el movimiento Yo no pago , las manifestaciones masivas durante las numerosas huelgas generales y las diferentes luchas independientes de trabajadores y estudiantes. Hoy debemos admitir que las luchas del último periodo no han conseguido parar la política adoptada, a pesar del retraso que han ocasionado en la implementación de algunas medidas. Para quienes queremos abolir y suoperar este miserable mundo del capital, es crucial buscar las causas de este fracaso.
La razón principal del fracaso de estas huelgas tiene que ver con el hecho de que ya fueran huelgas de GSEE y ADEDY ( sindicatos del sector privado y público respectivamente) o huelgas independientes dentro de un sector o una empresa, siempre permanecieron bajo el control de los sindicatos. Por un lado , las huelgas generales de 24 o 48 horas funcionaron fundamentalmente como válvula de escape y tuvieron una participación limitada en la mayoría de los casos, a pesar de que hubiera manifestaciones masivas sin precedentes en las que se dieron prácticas insurreccionales en las que participaban grandes grupos de manifestantes. Por el otro lado, las luchas sectoriales o de empresa fueron aisladas. No ha habido formas autónomas de organización por parte de los huelguistas que pudieran superar la lógica de la representación, la obsesión por la legalidad burguesa y las divisiones sectoriales/corporativistas que reproducen los sindicatos.
El movimiento de las plazas, con su máxima expresión en la ocupación de la Plaza Sintagma, que duró dos meses, pareció aportar la perspectiva de superar la lógica parcial y de cuestionar los partidos políticos de izquierda como formas alienantes de representación de la clase trabajadora y el sistema político como un todo. Sin embargo se quedó en el nivel de la protesta política y en la demanda de “democracia real/directa”, pese a su papel de convocar huelgas contra los acuerdos de término medio y de organización de batallas contra las fuerzas de la clase capitalista en junio de 2011.La maquinaria de SYRIZA y otras organizaciones de izquierda tomaron parte de incógnito en grupos organizativos clave(lo que en el 15m en España serían los grupos de trabajo o comisiones de dinamización) y por tanto dominaron con gran éxito el contenido y las formas de lucha, promoviendo la ideología izquierdista y nacionalista de “independencia nacional”, “reconstrucción productiva de la economía griega”, “cancelación de la parte odiosa de la deuda”, etc. Después de todo, por esta razón toleraron a los nacionalistas de extrema derecha que hacían propaganda sin problema en la parte alta de la plaza, entre gente que se congregaba allí, trabajadores y pequeña burguesía de ideas nacionalistas con tufo de derechas. Es más, este mecanismo funcionó a la perfección para limitar la lucha a un nivel puramente simbólico, socavando cualquier consejo práctico que se hiciera para extender la lucha, mientras promovía la “provocadorología” contra aquellos que se enfrentaban a las fuerzas del orden en las manifestaciones masivas del momento.
El dominio del discurso nacionalista en el movimiento de las plazas está directamente relacionado con el intento de aprovechar electoralmente las luchas contra la política capitalista del memorándum, ya estemos hablando del auge de SYRIZA, convertido en oposición, de la formulación de los Griegos Independientes o el apogeo de Amanecer Dorado. Una gran parte de la clase trabajadora y de la pequeña burguesía depositas sus esperanzas en una inversión de las políticas de devaluación de un gobierno de SYRIZA. Al mismo tiempo, la facción derechista de la gente que protestaba durante el periodo anterior evocando lemas nacionalistas de derechas como “patriotismo real contra los políticos traidores”, etc., que inicialmente adolecía de falta de representación política efectiva, han sido gradualmente integrados en Griegos Independientes o Amanecer Dorado. Este último ha sido promovido persistentemente por una parte de los mass media, grupos capitalistas concretos (por ejemplo los armadores) ,una parte del clero y el aparato del estado. Por consiguiente, la deslegitimación del sistema político extendida hace dos años ha dado paso a la formación de nuevas entidades políticas que conducen a su relegitimación.
Hasta cierto punto, una parte del espectro antiautoritario tiene una importante responsabilidad en el curso que ha tomado el movimiento de las plazas, al haberse abstenido de los procesos o incluso haber sido abiertamente hostil a ellos en base a que se trataba de un movimiento pequeñoburgués, de que era apolítico o de que toleraba a los fascistas.
Dada la reciente experiencia del fiasco de la huelga del sindicato de profesores , desconvocada por el sindicato por las presiones del gobierno, es necesario hacer algunos comentarios finales sobre los sindicatos. Hay una visión altamente extendida de que, en las circunstancias actuales, el estado no necesita a los sindicatos, puesto que está atacando la capacidad de negociación de la clase trabajadora y acabando con los convenios colectivos. En cualquier caso, la experiencia de la huelga de profesores, que fue convocada pero nunca realizada, prueba justo lo contrario. Los sindicatos son una institución para la cogestión y reproducción de la clase trabajadora en el modo de producción capitalista y en ese sentido se adaptan a las circunstancias cambiantes de la acumulación capitalista. Si en tiempos de desarrollo surgen para ser los “factores” que conducen a la clase trabajadora a mejoras, en tiempos de crisis aparecen para ser los garantes de asegurar “menos” pérdidas. En el periodo que atravesamos actualmente, los sindicatos son necesarios para el Estado con el fin de mediar, controlar y . en última instancia, reducir la ira y el resentimiento.
Ciertamente, mientras trabajemos en sitios donde operen los sindicatos, no podemos hacer otra cosa que acudir a asambleas generales con el objetivo de tomar decisiones militantes y organizar movilizaciones.
Pero si realmente queremos hacer algo contra el dictado del capital, es necesario superarlos y establecer formas autónomas de organización desde dentro y contra los sindicatos, que promuevan el desarrollo de lazos efectivos de solidaridad y camaradería, lo que, a su vez, rompa la lógica del delegacionismo y ayude a superar las divisiones corporativistas. Lo queramos o no, la abolición de la política de devaluación interna solo es posible a través de una lucha global contra el capital y su estado.
Ta Paidia Tis Galarias, 10/06/2013.
(Extraído del libro «OB SKENÉ, La lucha de clases en Grecia» de la editorial Klinamen www.editorialklinamen.org