“Siempre pensé que todo el mundo estaba en contra de la guerra, hasta que descubrí que hay quienes están totalmente a favor, sobre todo quienes no tienen que ir a ella.” Erich Maria Remarque
Desde el comienzo de la invasión/agresión de las fuerzas armadas rusas en Ucrania – aunque el conflicto allí no empieza desde el 2022, sino desde el 2014 – muchos grupos, partidos, organizaciones, iniciativas, individuos de la izquierda radical del capital se han unido, formal o informalmente y según su posición/teoría/ideología, a una de las partes beligerantes y han justificado esta guerra. Esto significa justificar y defender ideológicamente los intereses de una facción del capital.
Ya sea la llamada posición “pro-rusa”, que no es suficientemente criticada, que se define a sí misma como la posición anti-imperialista, que está muy extendida mundialmente y legitima la invasión del ejército de la Federación Rusa en Ucrania cercando a los Estados miembros de la OTAN. Según este punto de vista, se trata de una guerra contra el imperialismo de la OTAN, es decir, EEUU y sus títeres. En esta narrativa, sólo el imperialismo juega un papel, las limitaciones del capitalismo que lo preceden no juegan ningún papel en absoluto. Qué malvado es Occidente.
O la llamada posición “proucraniana”, que también se critica demasiado poco, que también se define como una posición antiimperialista, sólo que con el añadido de la llamada liberación nacional, como liberación final del yugo imperialista ruso, que debe defenderse de las limitaciones imperialistas deterministas de Rusia. Como si se tratara de una guerra contra el imperialismo ruso, que intenta conseguir un nuevo imperio por la fuerza de las armas. En esta narrativa, ni el capitalismo ni las limitaciones imperialistas que van de la mano con él desempeñan papel alguno. Qué malos son los rusos.
Y por último, la posición llamada “pacifista”, que no anhela otra cosa que la guerra pacífica del capitalismo, en la que miles de refugiados se ahogan en el Mediterráneo, miles y miles de refugiados, empujados por la miseria, el hambre, los desastres medioambientales – todos ellos causados por el capitalismo – cruzan el Sáhara y son arrojados por los contrabandistas por el camino, miles en todo el mundo mueren de hambre, son explotados, etc. Esta posición quiere el fin de los conflictos armados y militares y de las guerras, pero no hace nada con sus causas. Esta posición piensa que el capitalismo puede llevar a cabo sus masacres sobre todas las especies de este planeta sin la fuerza armada. Porque la paz no es más que un alto el fuego en una guerra sin fin. Esto es lo que nos enseña la historia, esto es lo que nos enseña el dominio del capitalismo.
Desde el comienzo de esta última guerra, una de las muchas que hacen que miles de trabajadores estén en las trincheras tragando alambre de púas y balas por los intereses de su burguesía nacional; no han sido muchos los grupos, iniciativas, organizaciones, formales o informales, que han defendido que todas las guerras son sólo las guerras del capitalismo, que sólo expresan y protegen los intereses de una clase dominante contra otra en el espíritu de Clausewitz, que las guerras son una expresión fundamental del capitalismo para resolver las crisis económicas, ya sean causadas por la acumulación excesiva de mercancías, la pérdida de valor de las mercancías y el nuevo desarrollo/control/defensa mediante el monopolio de nuevos mercados, etc. En este sentido, el Estado actual y su encarnación ideologizada – la nación – juegan un papel fundamental para que los trabajadores, mediante falsos antagonismos y dicotomías (patria, nación, raza, fe, pueblo, patriarcado, etc.), se maten entre sí por los intereses de quienes les explotan en su propio país, les encierran en la cárcel, les desahucian de sus casas, etc., y para que quienes realmente sufren la misma realidad capitalista se masacren entre sí. La sociedad de clases no sólo nos divide en clases, sino que la clase dominante nos divide – a nosotros, los trabajadores – una vez más mediante el racismo, las fronteras, las naciones, las culturas, el patriarcado, etc., para servir sólo a sus intereses. La democracia juega un enorme papel en esto, porque unifica la sociedad, dividida en clases, haciendo desaparecer los antagonismos. También crea una falsa comunidad humana en torno al Estado, la nación y el pueblo, porque al fin y al cabo todos somos ciudadanos libres. Tenemos derecho a elegir [y a votar], a ser libres para decidir dónde nos explotan, etcétera. Pero también tenemos el deber, según Hegel, de matar por nuestro país cuando éste nos llama a luchar bajo la bandera de nuestra nación.
Con el fin de discutir estas cuestiones, así como muchas otras que no se han mencionado, con el fin de discutir cómo un movimiento revolucionario podría hacer frente a estas cuestiones, cómo luchar contra la guerra y la paz capitalista, cómo luchar contra los falsos críticos de esta última, se hizo un llamamiento para reunirse a finales de mayo de 2024 en Praga en la Semana de Acción.
Nosotros, desde la Feria del Libro Anarquista de Berlín y desde el Grupo de Solidaridad con los Presos, también intentamos en la medida de lo posible ayudar a difundir este encuentro traduciendo muchos de los anuncios y textos, hablando con la gente sobre la necesidad de un encuentro así, porque consideramos que la preocupación de este encuentro es muy importante, porque también debería ser una preocupación importante de este encuentro que revolucionarios de todo el mundo pudieran encontrarse, con un enfoque importante en Europa del Este en particular, y seguimos considerando que las intenciones y los puntos que este encuentro propuso son correctos. Así pues, la reunión no sólo tuvo un carácter internacionalista, sino que defendió claramente el internacionalismo, que hoy vuelve a tener una enorme importancia.
Precisamente porque el internacionalismo suele entenderse como una acumulación de diferentes movimientos de liberación nacional (nacionalistas y reaccionarios) o como una acumulación de diferentes naciones y nacionalismos, como era el caso de la Komintern, y esto no corresponde ni a su intención revolucionaria, según el lema de que el proletariado no tiene patria; pero de repente y una vez más, hay una infinidad de ellos, donde al final sólo se defienden los intereses de la clase dominante emergente.
Era ciertamente muy ambicioso, sobre todo porque se invitó a la reunión a varios grupos, iniciativas, organizaciones e individuos anarquistas y comunistas (de izquierda), así como a diferentes tendencias dentro de ellos – sólo los organizadores saben la razón exacta de ello –, donde el denominador común era a veces sólo el rechazo y la crítica generales, pero sin embargo correctos, de la guerra y la paz del capitalismo. Se trataba, pues, de un proyecto bastante ambicioso, quizá incluso demasiado.
Se iba a celebrar toda una semana de acciones, mítines, manifestaciones y debates.
Como ya hemos mencionado, hay grupos e individuos reformistas y contrarrevolucionarios que, de alguna manera como el lobo con piel de cordero, se hacen pasar por revolucionarios, por enemigos irreconciliables del capitalismo y del Estado, pero en realidad no son más que sus sabuesos. Existen, como se ha descrito antes, grupos, partidos, etc. marxistas-leninistas – es decir, la izquierda del capital – que defienden o legitiman la invasión de la Federación Rusa, pero también están esos falsos anarquistas – en este caso también la izquierda del capital – que hacen lo mismo del lado de la OTAN y de Ucrania. Estos últimos odian y desprecian a todos aquellos que les critican y atacan públicamente por su falso anarquismo y su incoherencia. Lo cual es lógico, ya que quieren recibir la absolución por lo que intentan defender en nombre del anarquismo.
Pero estas últimas voces están más extendidas y son más ruidosas en Europa del Este y Central, a diferencia de otros lugares del mundo donde la actitud generalizada es apoyar incondicionalmente a Rusia. Típico maniqueísmo del antiimperialismo, donde todo lo que esté en contra de EEUU y la OTAN es bueno, por muy reaccionario y contrarrevolucionario que sea. Todas las posiciones que consideramos equivocadas y contrarrevolucionarias, en esta guerra como en toda guerra capitalista y paz capitalista.
En la reunión que debería haber tenido lugar en Praga a finales de mayo, al menos como se anunció, fue precisamente este conflicto el que se intensificó, entre los que están a favor de la destrucción de todos los Estados-nación, el capitalismo, el patriarcado, etc., y los que los defienden. Decimos “escalar” porque desde el inicio de esta guerra, que ya ha costado la vida a miles de trabajadores de Ucrania y Rusia, a refugiados de todo el mundo que se han enrolado como mercenarios con la promesa de una mejor ciudadanía, a presos que han sido sacados de la cárcel y a los que se les ha prometido su liberación si sobrevivían a estas masacres, ha habido una disputa internacional al respecto, con dos posturas antagónicas enfrentadas.
No vamos a entrar en cómo estos anarquistas de la OTAN, que es un eufemismo por decir lo menos, denuncian y difaman a todos los anarquistas revolucionarios (más sobre esto más adelante), pero es importante destacar una vez más con qué energía están tratando de alimentar este debate con moralidad, así como con mentiras, porque no puede haber ninguna cuestión de contenido aquí; pero en Praga este conflicto alcanzó otro cenit.
Coincidencia o no, el mismo fin de semana se iba a celebrar en Praga una Feria del Libro Anarquista, que dejó claro desde el principio que la Semana de Acción y ella no tenían ni tendrían nada que ver1. Coorganizándola o no, pero la Federación Anarquista (AFed) de la República Checa ya había dejado clara su postura pro-guerra en varios lugares2 y había etiquetado a todas las iniciativas y grupos que localizaba en el territorio de la República Checa (si esto era cierto o no era totalmente irrelevante), como la Iniciativa Antimilitarista (AMI) y el grupo Tridni Valka (Guerra de Clases), por poner algunos ejemplos, como grupos en la sombra, como grupos e iniciativas que nadie conocería y que no formaban parte del movimiento anarquista. Qué acusación tan absurda, infantil y ridícula; ¿tampoco conocemos a la AFed, por lo tanto no existe?
Este es solo otro ejemplo de como aquellos que se llaman a sí mismos anarquistas pero que son solo los guardianes del capital y del Estado, y que pretenden querer discutir con todo el mundo, tienen que atacar y difamar a cualquiera y a cualquier cosa que les ponga un espejo criticando su actitud belicista, lo que AMI y Tridni Valka entre otros han hecho repetidamente3.
Otra acusación de la AFed fue que la Semana de Acción en realidad resultaría ser sólo una gran burbuja y un engaño, que la traducción de las convocatorias a doce idiomas4 era sólo una ilusión, etc., todo esto fue difundido por estos grupos belicistas. Querían disuadir a cualquiera de acudir a esta reunión.
Si el antimilitarismo así como la perspectiva global y la necesidad de la revolución social es defendida por una minoría, todos los anarquistas del mundo deberían preguntarse si esta cuestión es relevante según la unidad de medida de minorías y mayorías o si es simplemente una cuestión entre los enemigos y los defensores de todos los Estados-nación y del capitalismo.
Como se ha descrito antes, también hemos oído varios rumores de este tipo aquí en Berlín desde el comienzo de la guerra sobre otros grupos que son molestos para estos belicistas, especialmente en Europa del Este, a los que se llama chiflados dogmáticos o insignificantes. Un ejemplo sería el grupo Asamblea de Kharkov o la organización anarcosindicalista de Rusia KRAS-AIT. Ya ha habido incidentes en los que los nombres de miembros de grupos problemáticos han entrado directamente en el juego de la represión.
Para nosotros, estos no son más que métodos policiales; cualquier “grupo anarquista” que utilice tales métodos deja inmediatamente de ser tal grupo si toma este camino, por la razón que sea. No son más que auxiliares del Estado.
Los conflictos ya se estaban gestando antes de la reunión y los organizadores llamaron la atención sobre el hecho de que un acto de solidaridad tuvo que ser cancelado por razones que desconocemos. Decimos sinceramente razones desconocidas porque no queremos hacer caso a muchos de los rumores.
La reunión de Praga, el principio de un desastre
No pudimos llegar hasta el viernes, pero ya el jueves la gente que estaba en Praga nos dijo que la reunión era un absoluto desastre. En un mitin y una manifestación que deberían haber tenido lugar como parte de la Semana de Acción, ninguno de los organizadores estuvo presente, hubo problemas con el alojamiento, vino mucha gente de fuera, y finalmente la escuela para la reunión (sede oficial de la conferencia), que ya estaba alquilada en febrero de 2024 para los días de mayo, había cancelado el contrato.
En cualquier caso, se avecinaba un gran problema, porque debido al mal tiempo, estaba lloviendo y se preveían fuertes lluvias, los debates no podrían celebrarse al aire libre y aún quedaba el problema del alojamiento. Nos dirigimos a la escuela donde debía celebrarse la reunión y no encontramos a nadie. Nos dijeron que se podría encontrar un lugar alternativo y celebrar allí la reunión y que verían qué podían hacer todas las personas, grupos, etc. presentes.
Una reunión llena de generales sin ejércitos
Echando la vista atrás, el viernes y la mitad del sábado tuvieron un toque caprichoso de la película La vida de Brian de los Monty Python; nosotros mismos nos molestamos al principio, pero muy pronto nos divertimos, la propia situación lo obligaba y además nos gusta reírnos.
Así pues, llegamos a este punto de encuentro alternativo – en este punto hay que decir que a algunos de los participantes puede no gustarles nuestra descripción, incluso encontrarla absurda y/o innecesaria, pero no nos importa, no estamos revelando nada importante, sino que queremos poder formular nuestra crítica de forma más comprensible y detallada con esta descripción – y nos encontramos con un llamativo grupo de personas sentadas en círculo. La forma en que nos saludaron se parecía más a un interrogatorio de la Cheka, preguntándonos quiénes éramos y de dónde veníamos. El ambiente era comprensiblemente agrio. Una pregunta legítima, si además es recíproca, pero era obvio y claro que los ánimos estaban acalorados. Nosotros no estábamos mejor, también estábamos molestos por la caótica situación.
Tras las formalidades, una persona se acercó a nosotros y nos explicó la situación. Al parecer, nadie había visto a los organizadores, nadie sabía quién organizaba la Semana de Acción y todo parecía muy improvisado. Haciendo de la necesidad virtud, aún querían celebrar una reunión y debatir. Nos preguntábamos si los organizadores habían sido siquiera informados de este lugar y cómo se suponía que los demás participantes iban a encontrarlo.
Para nosotros, la situación no sólo era absurda, sino que seguíamos recibiendo información muy contradictoria y poco o nada podíamos hacer para verificar o confirmar lo que nos decían. Para nosotros, en aquel momento, era mucho más importante averiguar cómo y por qué la situación era la que era, que soltar absurdas declaraciones internacionalistas, como era el caso, y que nos parece absurdo de cualquier manera en una reunión.
Así pues, la reunión continuó, en la que todos los presentes expusieron su análisis de las razones de la guerra y de cómo deben librarse las guerras en general, con un tiempo exacto al segundo: fueron cinco minutos. Como habíamos llegado tarde, no pudimos participar en la decisión sobre el desarrollo de la reunión. Así que, en cierto modo, nos debatimos entre la desinformación y las declaraciones contra la guerra.
La mayoría de las declaraciones no sólo nos parecían surrealistas, sino que llenaban una situación caótica de eslóganes vacíos de lucha y análisis vacíos, en lugar de debatir entre nosotros cuestiones más concretas.
Con el paso de las horas, fueron apareciendo cada vez más grupos e individuos, que se encontraron con la misma situación caótica, hasta que se dijo que los organizadores de la reunión aparecerían pronto. Algunos individuos pronunciaron consignas de odio contra Tridni Valka y amenazaron con golpearles, aunque aún no estaba claro si estos grupos habían organizado la reunión directamente en el lugar.
Ahora también se rumoreaba que toda la reunión había sido saboteada y boicoteada por la Feria del Libro Anarquista, la Federación Anarquista y otros anarquistas de la OTAN. Por cierto, allí se organizaron actos a favor de la guerra por parte de ABC Bielorrusia (Cruz Negra Anarquista), Colectivos Solidarios… entre otros.
Presionaron a la dirección de la escuela para que la reunión no pudiera celebrarse. La reunión fue presentada como pro-rusa y violenta. Esto último en el contexto de un texto publicado en la página web del congreso, donde ya se señalaban los ataques de tales grupos e individuos y que defenderían la Semana de Acción contra tales ataques y provocaciones.
Las personas que habían llegado en medio de acusaciones y hostilidad sugirieron que se organizara una sala para el sábado, que no sería suficiente para la reunión original, pero en la que podrían tener lugar los debates. Se gritaron “mentirosos”, “iros a la mierda”, “ya no tenéis nada que decir aquí, el pueblo ha hablado” y cosas por el estilo. Una situación por momentos divertida y patética, al menos en lo que se refiere al comportamiento de los presentes.
No nos dimos cuenta en ese momento, pero estaba muy claro que en esta situación ya caótica, había grupos intentando romper la reunión desde dentro además de los ataques de los anarquistas de la OTAN, donde otros conflictos entre grupos se estaban librando en ese momento. En primer lugar, los grupos comunistas de izquierda.
Aunque se intentó salvar la reunión en la medida de lo posible, la situación escaló de una forma teatral que sólo podía acompañarse con palomitas. Había una mujer junto a nosotros que llegó a decir que las personas que acababan de llegar parecían policías. Rápidamente la reprendimos y le dijimos que no debería hacer tales acusaciones de la nada.
Estaba claro que la reunión, tal y como debía celebrarse, había fracasado, sólo era cuestión de ver cómo se podía salvar el resto del tiempo (sábado y domingo). Desde nuestro punto de vista, fueron muy pocos los que se ocuparon de ello e hicieron lo imposible de una situación muy precaria para que la Semana de Acción pudiera celebrarse.
Mientras tanto, algunos repetían que el lugar del sábado también era inventado, que probablemente sería una cueva en el bosque (“como una especie de Mordor”), que no había nada previsto, que mañana sería una repetición del viernes. Algunos de los presentes – esos irritantes grupos comunistas de izquierda – empezaron a intentar controlar a las masas y sugirieron una reunión alternativa para el sábado. Nos estábamos quedando sin palomitas imaginarias y esperábamos una pelea, lo que habría hecho que todo fuera aún más divertido, pero no ocurrió.
En cualquier caso, esperábamos que llegara un día mejor.
El sábado, la continuación aún más absurda del viernes
Pronto resultó que el sábado era la continuación del viernes. Fuimos al punto de encuentro donde pensábamos que debía celebrarse la reunión propuesta el día anterior. Pero habíamos acabado en la reunión “alternativa”, mea máxima culpa; salvo el paseo por Praga, todo fue en vano. Después de más declaraciones, después de más consignas históricas, después de más discursos llenos de odio contra los organizadores, el grupo se dirigió hacia un lugar, al aire libre, donde se suponía que íbamos a discutir entre nosotros.
Todo el tiempo solo queríamos saber dónde estaba la otra reunión, solo queríamos alejarnos lo mas rápido posible. Los grupos comunistas de izquierda habían conseguido su objetivo, las constantes idas y venidas, la desinformación, los rumores; todo había llevado a que la gente ya no supiera qué hacer en una ciudad que desconocía. A partir de ese momento, la Semana de Acción había saltado definitivamente por los aires, desde fuera y desde dentro.
El absurdo llegó entonces a su clímax cuando se iba a discutir si el lamentable remanente de gente que quedaba estaba de acuerdo o no en que se tratara de una especie de Conferencia de Zimmerwald 1915 o no. Estábamos esperando la dirección de la sede de la Semana de Acción, y cuando la recibimos, nos largamos lo más rápido que pudimos. La situación no sólo era descorazonadora, sino también confusa; de hecho, algunos de los asistentes planeaban de repente ir a la Feria del Libro Anarquista, que también era responsable de esta situación. Por nuestra parte, se lo señalamos a la gente, pero como parecían no tener ni idea del conflicto y no querían creernos, fueron de todos modos. Fue surrealista.
El viernes fue un bodrio, la mitad del sábado también, pero al final tuvimos la oportunidad de hacer aquello para lo que fuimos a Praga. Los debates fueron muy interesantes y pudimos conocer a gente de distintos países con la que mantuvimos conversaciones y discusiones interesantes y fructíferas.
Sabotaje y ataques desde el exterior
Un ejemplo de la confrontación que mencionamos, aquí está el volante que se exhibió en la Feria del Libro Anarquista en Praga, volante que reproducimos a continuación:
Congreso “Antiguerra”, Praga 24-26 de mayo
El antimilitarismo puede ser diferente
Sentimos la necesidad de hablar sobre la diferencia ideológica entre nosotros, antimilitaristas y los “anarco-putinistas”, que intentan formar parte del movimiento anarquista internacional, pero se niegan a apoyar a Ucrania. Todavía no se ha reflexionado lo suficiente sobre el sabotaje de los “anarco-putinistas” y sus consecuencias. Este grupo, que surgió desde la invasión a gran escala, comienza a ser visible sólo hoy y, por desgracia, tiene cierta influencia en el movimiento anarquista occidental.
Los adeptos del “anarco-putinismo”, a pesar de su apoyo a la negativa a participar en la guerra, rara vez afirman ser pacifistas. Suelen limitarse a decir que el verdadero enemigo de los anarquistas es la clase capitalista, y que la lucha de los trabajadores entre sí es contraria a la solidaridad internacional. Suelen referirse a la experiencia de la Primera Guerra Mundial, señalando que los anarquistas nunca apoyarán a ninguno de los bandos de la guerra imperialista. Se inspiran en clásicos anarquistas como Malatesta o Nettlau, y afirman que la guerra rusa en Ucrania es una guerra imperialista, y por lo tanto los anarquistas deben permanecer neutrales y no apoyar a ninguno de los bandos.
Pero, ¿por qué el intento de los “anarco-putinistas” de aplicar las construcciones teóricas de los clásicos anarquistas al conflicto actual no tiene sentido? Muy probablemente, porque su interpretación de la teoría no se corresponde con la realidad. Por ejemplo, Errico Malatesta escribe en “Los anarquistas han olvidado sus principios”:
“Yo no soy un “pacifista”. Lucho, como todos, por el triunfo de la paz y de la fraternidad entre todos los seres humanos; pero sé que el deseo de no luchar sólo puede cumplirse cuando ninguna de las partes quiere hacerlo, y que mientras se encuentren hombres que quieran violar las libertades de los demás, incumbe a estos otros defenderse si no quieren ser eternamente golpeados; y sé también que atacar es a menudo el mejor, o el único, medio eficaz de defenderse. Además, creo que los oprimidos están siempre en estado de legítima defensa, y tienen siempre derecho a atacar a los opresores. Admito, por tanto, que hay guerras que son necesarias, guerras santas: y éstas son guerras de liberación, como son generalmente las “guerras civiles”, es decir, las revoluciones.”
Los partidarios del “anarco-putinismo” están de acuerdo con lo anterior, diciendo que los oprimidos deben luchar contra sus opresores. Pero reducen la opresión al aspecto económico. Sin embargo, pensar que la liberación se consigue sólo mediante la expropiación económica y no incluye la lucha por la autonomía cultural es una percepción primitiva del enfoque anarcosindicalista de la autoliberación. El anarcosindicalista y antimilitarista Alexei Borovoy afirmó que la preservación de la identidad cultural no está reñida con el antimilitarismo:
“El militarismo es un producto del imperialismo, un resultado peculiar de la cultura burguesa-capitalista. Y si el militarismo es inconcebible fuera de las fronteras de las naciones, eso no significa que cualquier conciencia de los pueblos sobre su singularidad y la autoafirmación de su existencia individual, que es el núcleo principal del propio anarquismo, esté siempre asociada a las cargas y la inmoralidad del militarismo.” En otras palabras, como la mayoría de los anarquistas, compartía la idea de que la participación del proletariado en la guerra, no como proletariado, sino como pueblo con su propia cultura distintiva es incompatible con la idea de unificación y expansión, es decir, una manifestación del imperialismo. Un pueblo puede defender su identidad sin atentar contra la identidad de los demás. Una guerra así es, por definición, una guerra liberadora.
Y Malatesta, en su otro ensayo, “La guerra y los anarquistas”, dice:
“Aborrecemos la guerra, que es siempre fratricida y perjudicial, y queremos una revolución social liberadora; deploramos las luchas entre los pueblos y defendemos la lucha contra las clases dominantes. Pero si, por alguna desgracia, estallara un enfrentamiento entre un pueblo y otro, estamos con el pueblo que defiende su independencia.”
De hecho, muchos de los teóricos clásicos del anarquismo consideran que la lucha de liberación nacional merece el apoyo anarquista. El anarquista ucraniano Denis Khromyi escribió un artículo al respecto: “El mito del internacionalismo anarquista clásico de Vadim Damier”, que prueba a fondo que la guerra de liberación no sólo incluye la revolución económica, sino también la defensa de la identidad nacional y la autonomía regional, y que el principal opresor del pueblo ucraniano en este momento no es la burguesía nacional, sino la Rusia imperialista, que reclama “tierras históricas”.
Es ampliamente conocido que los anarquistas apoyan la diversidad cultural y la autonomía económica de los individuos. Por lo tanto, cuando nosotros, antimilitaristas, decimos que apoyamos a los ucranianos en una guerra por su independencia y libertad, no queremos exterminar al pueblo ruso. Queremos preservar la independencia cultural y política del pueblo ucraniano, que sufre la agresión militar rusa y se enfrenta a la amenaza de asimilación y exterminio por parte del Estado ruso. Expresamos colectivamente nuestra solidaridad con los ucranianos no sólo como representantes de la clase económica oprimida, sino también como individuos y como representantes de comunidades regionales con diversas tradiciones lingüísticas y culturales.
La agresión rusa no puede detenerse congelando la línea del frente, ya que la población de los territorios ocupados seguirá sufriendo represiones basadas en la identidad étnica. Los ucranianos de los territorios ocupados serán los primeros en ser reclutados en el próximo intento ruso de atacar Ucrania y se verán obligados a luchar contra su propio pueblo, como ocurrió en Donetsk y Lugansk.
Cuando los “anarco-putinistas” atacan nuestro antimilitarismo, promueven la agenda de la neutralidad, o más precisamente, la indiferencia a la guerra, llaman a los activistas, que pueden ayudar y solidarizarse con el pueblo oprimido de Ucrania, a la indiferencia y la neutralidad.
Como antimilitaristas, nunca seremos neutrales ni indiferentes. Seguiremos apoyando al pueblo ucraniano en su lucha por la independencia y la libertad, ¡y animaremos al pueblo ruso a luchar contra su Estado imperialista represivo!”
No nos quejamos de los ataques, mentiras y acusaciones retorcidas de todos estos falsos “anarquistas”, en absoluto, toda la gente debería ser consciente de sus sucios métodos y de que estos grupos y personas no dejan nada fuera para conseguir sus objetivos contrarrevolucionarios; no, lo que más bien lamentamos es que aunque estaba claro que se producirían ataques, los organizadores no tomaron medidas suficientes contra ellos, es decir, para garantizar su seguridad. El congreso estaba en terreno movedizo y poco hacía falta para sabotearlo por completo.
Una reflexión: nuestras críticas y lo que sigue
A pesar de todos los ataques desde dentro y desde fuera, se puede afirmar claramente que las personas en el lugar estaban completamente desbordadas, lo cual es comprensible, y podemos plantearnos claramente la pregunta de si no sólo se extralimitaron, sino que también sobrestimaron la situación debido a los constantes ataques. Alabamos su entusiasmo por intentar que esta reunión se celebrara a pesar de todas las adversidades, pero al parecer fue un error de cálculo precisamente a causa de estos ataques constantes. No sólo no había suficiente gente para hacer frente a todo, sino que, como hemos visto, los acontecimientos llevaron a que el congreso no llegara a celebrarse. Y, sin embargo, algunos grupos voltearon todas las piedras que pudieron para que la reunión pudiera celebrarse no sólo el sábado, sino también el domingo. No sólo el esfuerzo fue grande, sino que los costes también fueron muy elevados. Esto es algo que se da por sentado, pero sabemos muy bien que no es así, porque muy pocos grupos e individuos se comportan así hoy en día.
Sin embargo, no debemos olvidar que aunque todo hubiera salido bien con los locales, la reunión no habría sido mejor debido a la presencia de algunos grupos no deseados, entre ellos la TCI (Tendencia Comunista Internacional) y la CCI (Corriente Comunista Internacional). Simplemente habría sido diferente. Habríamos discutido hasta la saciedad sobre la Conferencia de Zimmerwald y sobre si éramos o no los herederos. En lo que a nosotros respecta, decimos claramente que no.
Por lo tanto, creemos que desde el principio los organizadores deberían haber dicho la verdad sobre el hecho de que no podían sacar adelante tantas cosas por sí solos y que lo que consiguieron sacar adelante estaba en terreno inestable.
Sin embargo, a pesar del sabor amargo de este fin de semana, esto debería llevar a que tales esfuerzos se generalicen, para organizar colectivamente acciones, luchas y campañas contra la paz y la guerra del capitalismo, para discutir, para construir una comunidad de lucha. Porque el intento de construir colectiva e internacionalmente una comunidad de lucha que defienda y apoye un programa revolucionario y anarquista común sigue siendo necesario e importante. El programa de la anarquía es claro, una sociedad sin clases, sin trabajo asalariado, naciones, Estados, fronteras, valor, ejércitos, policía, prisiones, patriarcado, racismo, dinero, escuelas, religiones, guerras, destrucción de la naturaleza y de otras especies…
Nos alegramos de haber estado allí a pesar de todo.
Nuestro reportero de investigación favorito, Peter Nowak
Peter Nowak, que no estuvo en Praga durante el congreso, escribió dos artículos sobre la reunión que son completamente falsos. No entendemos cómo alguien puede hacer algo así con la conciencia tranquila; publicó y difundió información falsa, deliberadamente o no, por ejemplo:
“Sin duda se habrían garantizado contactos y debates interesantes. Pero la represión lo impidió. La dirección de la escuela canceló las salas alquiladas para el congreso antibelicista de febrero de 2024 apenas unas horas antes de la inauguración prevista. Tras cierta confusión, se encontraron nuevas salas a muchos kilómetros de distancia. Algunos participantes fueron informados demasiado tarde del traslado forzoso del congreso. Fue algo sorprendente que esta restricción masiva del congreso contra la guerra y, por tanto, de un evento de la izquierda antiautoritaria, no fuera abordada y condenada en las jornadas del libro anarquista. Ni siquiera se mencionó una resolución de protesta, y mucho menos otras acciones.” Gegen Staat, Kapital und Militär in Prag [Contra el Estado, el capital y el ejército en Praga]
O como en el artículo “Conferencia Zimmerwald de Praga: Reflexiones sobre la Semana de Acción Antimilitar – Contra todos los frentes cruzados, ya sea por la paz capitalista o por la guerra capitalista”, también es más importante que hable de la Conferencia de Zimmerwald.
Sólo unas palabras para los que aún no lo entienden, la Conferencia de Zimmerwald de 1915 no fue revolucionaria ni nada por el estilo; fue una reunión de los lamentables restos de la II Internacional que no seguían los tambores de guerra de los países que gobernaban o pretendían gobernar. Sin embargo, lo que la mayoría de los presentes en la conferencia quería en aquel momento era un acuerdo de paz entre todas las partes beligerantes. Se abogó por una paz capitalista. Por tanto, no sabemos qué tiene de emocionante esta conferencia. Pero una discusión sobre ella sería un texto en sí mismo.
Ah, sí, nadie parece haberse dado cuenta, ni nosotros tampoco, de que la Feria del Libro Anarquista de Berlín-Kreuzberg tendrá lugar exactamente los mismos días que la Conferencia de Zimmerwald, es decir, del 5 al 8 de septiembre, sólo que 109 años después y completamente antagónica en cuanto a contenido.
Y por último…
Sólo como recordatorio, no es la primera vez que los “anarquistas” llaman a la guerra, porque ya en la Primera Guerra Mundial Kropotkin y otros llamaron a luchar contra el imperialismo del Imperio Alemán, aunque no negaban que Francia, el Imperio Británico o el Imperio Zarista Ruso fueran potencias imperialistas, como están haciendo los “anarco-militaristas”, los “anarquistas de la OTAN”, etc.
He aquí, pues, unas líneas de un grupo de comunistas anarquistas del entonces Imperio Zarista Ruso, que se expresaron al respecto en el exilio en Suiza y que no han perdido nada de su significado:
“¡Y después de todo esto, Kropotkin y los demás autores del manifiesto siguen llamándose anarquistas y antimilitaristas! Los que llaman al pueblo a la guerra no pueden ser ni anarquistas ni antimilitaristas.
Defienden una causa ajena a los trabajadores. No quieren enviar a los trabajadores al frente en nombre de su emancipación, sino para gloria del capitalismo nacional progresista y del Estado. Quieren destruir el espíritu de la anarquía y dejar sus restos a los servidores del militarismo.
Sin embargo, nosotros seguimos en nuestro puesto. Llamamos a los trabajadores del mundo a atacar a sus peores enemigos, sean quienes sean sus dirigentes: el emperador de Alemania o el sultán turco, el zar ruso o el presidente francés. Sabemos que la democracia y la autocracia no tienen nada que envidiar a la hora de corromper la voluntad y la conciencia de los trabajadores. No hacemos distinción entre guerras aceptables e inaceptables. Para nosotros sólo hay un tipo de guerra, la guerra social contra el capitalismo y sus defensores. Y repetimos nuestras consignas, que los autores del vergonzoso manifiesto negaron: ¡Abajo la guerra!
¡Abajo el poder de la autoridad y del capital! ¡Viva la fraternidad de los pueblos libres!
Grupo de Anarquistas Comunistas de Ginebra”
(Otvet, en “Put’k Svobode”, Ginebra, mayo de 1917, pp.10-11)
Notas
1 “Ha empezado a aparecer desinformación en internet de que la feria del libro empezará el 20 de mayo y que forma parte de una especie de Días de Acción “Juntos contra las Guerras Capitalistas y la Paz Capitalista”. No es parte de ellas y no lo será. No sabemos quién escribió el texto, quién está organizando el evento, quién lo está haciendo circular por internet, no hemos sido contactados para participar en el evento y contribuir al texto de la convocatoria. No confiamos en esta acción.”
2 Dos ejemplos: https://www.afed.cz/text/7872/propadaji-anarchiste-valecne-horecce / https://www.afed.cz/text/7947/anarchiste-podporuji-pravo-ukrajiny-na-sebeurceni
3 (Guerra de Clases & Iniciativa Anti-Militarista) ¿Qué hay de nuevo en el “anarquismo”? ¡Autodeterminación nacional y convergencia de intereses con el capital! / (AMI) La izquierda del capital sabotea el movimiento anarquista: ¡contraataquemos!
4 “Juntos contra las guerras capitalistas y la paz capitalista.” / CONGRESO CONTRA LA GUERRA / PRAGA / 24 al 26 de mayo de 2024 /