La rabia «negra» ha sacudido los pilares podridos de la «civilización» burguesa y democrática.

Amadeo Bordiga

Il Programma Comunista, 10 de septiembre de 1965 (A propósito de la revuelta negra californiana de Watts)

Traducido por Barbaria

Una vez pasado el aguacero de la «revuelta negra» en California, antes de que el conformismo internacional enterrara el acontecimiento bajo el «abrazo» de un grueso manto de silencio; cuando la burguesía «ilustrada» todavía buscaba ansiosamente descubrir las «misteriosas» causas que habían obstaculizado el funcionamiento «regular y pacífico» del mecanismo democrático en ese país, algunos observadores de ambos lados del Atlántico se consolaron recordando que, después de todo, las explosiones de violencia colectiva por parte de «gente de color» no son nada nuevo en América y que, por ejemplo, una explosión tan grave tuvo lugar en Detroit en 1943, sin ningún tipo de seguimiento.

Pero algo profundamente nuevo ocurrió en este ardiente episodio de rabia, no de naturaleza vagamente popular sino proletaria, que fue seguido no con fría objetividad sino con pasión y esperanza. Y esto es lo que nos hace decir: la revuelta negra ha sido aplastada: ¡viva la revuelta negra!

La novedad – para la historia de las luchas por la emancipación de los asalariados y subasalariados negros, y no para la historia de las luchas de clase en general – es la casi perfecta coincidencia entre la pomposa y retórica promulgación presidencial de los derechos políticos y civiles, y el estallido de una furia subversiva anónima, colectiva e «incivil» por parte de los «beneficiarios» del gesto «magnánimo»; entre el enésimo intento de atraer al esclavo torturado con una zanahoria miserable que no cuesta nada, y el inmediato e instintivo rechazo del esclavo a dejarse vendar los ojos y a doblar de nuevo la espalda.

Rudamente, educados por nadie – ni por sus líderes que son más gandhianos que el mismo Gandhi; ni por el «comunismo» al estilo de la URSS que, como L’Unità (2) se apresuró a recordarnos, repele y condena la violencia – pero educados por la dura lección de los hechos de la vida social, los negros de California han gritado al mundo, sin tener la conciencia teórica de ello, sin necesidad de expresarlo en un lenguaje elaborado, pero proclamando en el calor del momento, la simple y terrible verdad de que la igualdad jurídica y política no es nada mientras persista la desigualdad económica; y que no es posible ponerle fin mediante leyes, decretos, sermones u homilías, sino sólo derribando por la fuerza los cimientos de una sociedad dividida en clases. Es este abrupto desgarro del velo de las ficciones legales y de las hipocresías democráticas lo que ha desconcertado y sólo podría desconcertar a la burguesía; es esto lo que ha entusiasmado a los marxistas; es esto lo que debe hacer pensar a los proletarios, dormidos en los falsos forros de las metrópolis de un capitalismo nacido históricamente bajo una piel blanca.

Cuando el Norteamericano, ya en el camino hacia el capitalismo pleno, lanzó una cruzada por la abolición de la esclavitud en el Sur, lo hizo no por razones humanitarias, ni por respeto a los principios eternos de 1789, sino porque era necesario desarraigar una economía patriarcal pre-capitalista y «liberar» su fuerza de trabajo para que se convirtiera en un recurso gigantesco para el monstruo capitalista codicioso. Ya antes de la Guerra Civil, el Norte alentó la huida de los esclavos de las plantaciones del Sur, demasiado atraído por una mano de obra que se habría ofrecido a bajo precio en el mercado laboral y que, además de esta ventaja directa, le habría permitido comprimir el salario de la mano de obra ya pagada, o al menos no dejar que aumentara. Durante y después de esta guerra el proceso se aceleró rápidamente y se generalizó. Sigue leyendo

[Publicación] Ya no hay vuelta atrás N°2: reflexiones en torno a la revuelta

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Ya circula en formato físico y por la web el segundo número del boletín reflexivo-agitativo en torno a la revuelta Ya no hay vuelta atrás.

A cuatro meses desde el estallido de la revuelta iniciada el 18 de octubre, la burguesía y el Estado, a pesar de habernos sometido a una brutal represión sin antecedentes desde la vuelta de su dominación democrática; a pesar de las difamaciones, provocaciones y encarcerlamiento masivo de nuestrxs compañerxs, no han logrado recomponer del todo la normalidad capitalista en la región. Sin embargo, observamos cómo los ánimos de nuestra clase se mantienen expectantes en la reactivación de la animosidad combativa que promete marzo y el fin del verano, por un lado, y la dispersión de estas fuerzas volcadas al plebiscito constituyente con el que el Partido del Orden quisiera cooptar nuestro ímpetu y devolvernos a su normalidad.

Contra cualquier mediación con la burguesía, nosotrxs apostamos por la extensión de la revuelta y la profundización de la autonomía de nuestra clase por fuera y en contra del Estado y los órganos que apelen a su gestión. Es por eso que consideramos necesario continuar profundizando en nuestra reflexión sobre el movimiento que nos trajo hasta, lo que esperamos que sea, este punto de no retorno con respecto a la normalidad del Capital y su continuidad

Es por eso que en este número reflexionamos en unas notas que abordan la generalidad de la revuelta, constatando su potencialidad anticapitalista  y previendo sobre el porvenir de ésta en Notas sobre la revolución que comienza.

También, en La juventud proletaria se niega a ser domesticada, tensionamos sobre el papel de las juventudes proletarias y su relación con el despliegue de la violencia disruptiva de la revuelta como la crítica en actos que puso de cabeza la normalidad y propició el despliegue de las prácticas autónomas de nuestra clase a lo largo de la revuelta.

Llevemos la revuelta hasta sus últimas consecuencias. No tenemos nada que perder y ¡ya no hay vuelta atrás!

YNHVA n2 – lectura web

YNHVA n2 – versión imprimible

De Bagdad a Beirut, ni suníes ni chiíes. ¡Continuemos la lucha!

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El gobierno iraquí se compone de todas las facciones burguesas que hay en Irak, y es aclamado tanto por las fuerzas regionales como por la burguesía mundial, sin embargo, el proletariado intentó derrumbarlo.

La «Zona Verde» es el centro del capitalismo mundial en Bagdad. El proletariado trató de tomarlo, perdiendo numerosas vidas en el intento.

El puerto de Basora es un corredor global para las exportaciones y el comercio internacional de petróleo. El proletariado lo bloqueó e intentó tomar el control del mismo.

La policía, las fuerzas de seguridad, y las fuerzas especiales y militares en Irak son fuerzas del capitalismo mundial en las que participan chiíes, sunníes, cristianos, kurdos y turcomanos, con una amplia dotación de fuerzas regionales e internacionales, incluyendo tropas de Estados Unidos, Europa, Turquía, Irán, etc. El proletariado los atacó, tanto a sus centros como a los destacamentos en las calles. Hubo muchos proletarios muertos (más de 650) y más de 20.000 heridos (sin mencionar el numero de secuestrados y encarcelados).

En todas las áreas rebeldes en Irak, el proletariado quemó las sedes de los partidos políticos (religiosos y nacionales sin excepción), asaltó e incendió las casas de los miembros del parlamento, de funcionarios del Estado, y también llevó a cabo ataques contra edificios de seguridad y de la policía, medios de comunicación, instituciones judiciales, el Ministerio de Justicia, periódicos y estaciones de televisión.

Al hacer todo esto, el proletariado atacó a la totalidad del Estado.

De acuerdo con el primer ministro Adel Abd Al-Mahdi, este movimiento ha destruido la economía nacional (capitalista) en todos sus aspectos.

En esta lucha, el proletariado atacó todo sin excepción: todo símbolo, persona o lugar ligado con la historia de la autoridad y la represión, incluyendo militares, instituciones diplomáticas, centros comerciales y servicios secretos, tanto internos como externos. Los ataques sobre las fuerzas represivas de Pasdaran y el consulado iraní en la ciudad de Karbala, no son ataques anti-iraníes como los medios dicen, sino que forman parte de la acción de clase contra las fuerzas y centros represivos en todas sus formas, igual que el ataque a la “Zona Verde” y otros lugares.

¿No está del todo clara la unidad de acción proletaria y sus consignas -«Abajo todos los ladrones», «De Bagdad a Beirut, ni sunníes ni chiítas», «¡Ni patria, ni trabajo estamos todos en las calles, ni patria, ni trabajo, hasta derrumbar este sistema!»– y que el proletariado apunta a la contrarrevolución en su totalidad, tal como lo hizo en Basora durante septiembre del 2018?

La burguesía siempre ha tratado de distorsionar y desviar el camino de clase de nuestro movimiento revolucionario. Han recurrido a diversos métodos para vaciar el contenido revolucionario de nuestra lucha, tejiendo todo tipo de tramas a su alrededor para transformarlo en cualquier cosa. Todo para ocultar su represión sangrienta y la destrucción del movimiento revolucionario mediante conflictos burgueses.

El proletariado se ha levantado socialmente contra los explotadores y tiene la intención de poner fin a su poder. Es consciente de que los capitalistas externos e internos (chiítas, suníes, kurdos, cristianos, judíos…, los ricos y los explotadores de todo el mundo) son los verdaderos miembros del Estado y todos ellos están unidos para explotar a la humanidad. Por consiguiente, la lucha proletaria es, sin duda, una lucha unitaria contra todos ellos.

El proletariado militante no permite que nadie lo represente, no tienen demandas, ni nada que negociar. No forma parte de ningún programa político. ¿No es acaso esta rebelión una profunda lucha de clases contra el sistema capitalista en su totalidad? El único programa que tiene el proletariado, su única demanda, es continuar y dirigir su lucha unitaria contra la dictadura del capital y el Estado.  «Estamos en contra de todos ellos y lo tomaremos todo». Esa es la autonomía de la clase y la fuerza de la lucha de nuestro movimiento. Por lo tanto, no es una cuestión fácil para el Estado erradicar este movimiento.

El proletariado no está en situación de espera o pasivo. Desde que el movimiento estalló, incluso con la represión masiva y asesinatos por parte del Estado, este movimiento continúa, y sus luchas y tácticas se están extendiendo día tras día. Por ejemplo, en Bagdad el movimiento formó unidades de combate repartidas por toda la ciudad para interrumpir el tránsito y tomar el control de puentes o áreas importantes. Coordinó de forma colectiva sus actividades para ampliar el alcance y la amplitud de su lucha, planificar el día siguiente, el siguiente objetivo, hacer publicaciones acerca de su lucha, cuidar a los compañeros heridos… Todo eso es coordinar, organizar y expandir su capacidad de lucha.

Del mismo modo que en el pasado las luchas proletarias tomaban energías unas de otras, y así continuaba el proceso de lucha, asumiendo sus intereses de clase y su internacionalización, y al romper los límites geográficos, ideológicos, económicos, así como los marcos democráticos y del Estado nacional… este movimiento apuntaba contra el capital y el capitalismo mundial, hoy sucede exactamente lo mismo.

El proletariado hoy en día, de Haití a Francia, de Francia a Hong Kong, de Egipto, a América Latina, de Líbano a Irak e Irán, está en una misma lucha, luchando contra el mismo enemigo, con los mismos intereses y con la misma esperanza: derrocar el capitalismo y afirmar una comunidad de vida humana sin explotación, lucro, capital, trabajo asalariado, contaminación, injusticia, guerra y destrucción.

Esta lucha proletaria no es una lucha «anarquista», tampoco es una lucha “socialista” ni en aras de democratizar el poder o el Estado nacional, sino que es una lucha revolucionaria, de clase e internacional contra la dictadura capitalista sobre la vida (sobre la Tierra). Es una lucha para liberar la vida de todas las formas de esclavitud humana.

Si hoy jóvenes militantes han salido a las calles participando y tomado la iniciativa de la lucha, ¡Es algo completamente natural! Porque esta generación, mientras huía de la catástrofe cotidiana del capital, soñaba con la vida. Son quienes no tienen estabilidad en la vida. Lo que ellos tienen hoy quizá no lo tengan mañana. Lo que sienten cerca hoy, mañana podría estar lejos. La codicia del capitalismo, sus guerras y sus desastres sucesivos los han dejado en una lucha constante. Esta situación se intensifica cada vez más en todo el mundo y se convierte en un infierno que empuja al proletariado a la lucha, y su lucha es la lucha de la vida contra este infierno capitalista. Los proletarios en la lucha comprenden el capitalismo y su catástrofe, se sienten vivos y felices en la lucha por la vida.

La lucha proletaria es la lucha de la clase explotada contra el mundo capitalista. Es una lucha por la vida contra las relaciones de explotación y muerte del capital mundial.

El proletariado continúa luchando: desde Francia hasta Líbano, desde Irak hasta Chile, desde Hong Kong hasta Irán… y llama al levantamiento de todas las áreas vecinas donde es posible la unidad y coordinación de acciones de clase en esta lucha contra el capitalismo.

En nuestra región, la lucha del proletariado en Turquía, Israel e Irán… bloquea las posibilidades de la guerra capitalista y empuja nuestra guerra de clases internacional hacia una mejor perspectiva.

¡Abajo la explotación y opresión!

¡Abajo la guerra! ¡Abajo el capitalismo!

¡Por la continuidad de la guerra de clases en todo el mundo!

Compañeros de la lucha internacional Proletarios Internacionalistas –Medio Oriente

Noviembre de 2019

Comunicación Compañera Internacional:

internationalist@riseup.net

info@proletariosinternacionalistas.org

[Panfleto] ¡Para mantener la revuelta debemos extenderla!

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Por más anuncios, fechas de caducidad y paquete tras paquete de la más pura represión, la revuelta se mantiene y lxs proletarixs se niegan a soltarla.

Algunxs afirman que aún no se ha conseguido nada mientras la izquierda más rancia pacta con la impunidad para que volvamos a la normalidad.

Sin embargo, hoy, y a medida que los días pasan, nuestra más firme certeza es que la revuelta es lo único que nos queda a todxs lxs desposeídxs de este territorio: nuestra única garantía y situación en la que no somos meras mercancías, con la miseria total que esto conlleva.

Pero la protesta misma sufre los desgastes de su propio desarrollo y el Estado apunta a este factor como su principal fortaleza en nuestra contra.

Tras conseguir el pacto transversal de la burguesía parlamentaria y asegurarse el apoyo político en su labor represiva cada vez mas criminal, el Estado usa la difamación para también quitarle el apoyo social a las expresiones más decididas de nuestra clase. A lo largo de estas semanas hemos visto desde incipientes montajes de “saqueos” a las ferias libres, una dudosa rienda suelta de ataques dirigidos a pequeños negocios hasta la deriva armada de la histeria burguesa. Todo esto mientras se reprimía brutalmente a las barricadas en las esquinas aledañas, quedando en evidencia su estrategia: el aislamiento y la difamación del proletariado para su posterior reconducción.

Asimismo, la represión directa, el seguimiento, la detención de compañerxs en el contexto de las marchas y la política de prisiones preventivas desatada (con el consiguiente trabajo que esto significa) se ha demostrado también como parte de la misma maniobra de desmovilización. El terror hacia el movimiento: la única arma mediante la cual el Estado pretende neutralizarnos.

Ante esto, nuestra principal herramienta ha sido la organización social y en los territorios. La comunicación de nuestra clase repele la ofensiva comunicacional del Estado e identifica bien sus intentos de distracción, aporta en la contención de la prisión política, y lo más importante: revitaliza y extiende la revuelta misma dándole el salto cualitativo que necesita.

La revuelta se extiende en la movilización de nuestra clase

¡Todo el poder a las Asambleas!

¡Libertad a los Presxs Políticxs de la revuelta!

¡Vamos hacia la vida!

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Oleada mundial de revueltas y situación revolucionaria

Este texto es un intento de profundizar la comprensión de la fase actual de la lucha de clases y al mismo tiempo es una expresión de cómo este esfuerzo es el resultado de la comunicación y discusión internacional que están haciendo minorías del proletariado en diferentes latitudes del mundo.

1) Creemos que estamos viviendo un período bisagra que acaba con el fuerte período de reflujo que se vivió en la década de los noventa del siglo XX. Período anticipado por las luchas del 2001 en Argentina, Ecuador, Bolivia, 2006 en Oaxaca, 2008 las revueltas por el hambre, hasta el 2011 mundial y su continuación en el 2013 en Brasil y Turquía.

2) Nos parece importante diferenciar entre la entrada en un período histórico de revolución social y que estemos ante situaciones revolucionarias. Creemos que estamos en el inicio de lo primero pero falta aún mucho para lo segundo. Es decir la crisis cada vez más fuerte del capitalismo, el desarrollo de cada vez más humanidad superflua, la crisis de la valorización, etc. van a obligar a los proletarios a luchar en defensa de sus condiciones de vida y a activar luchas cada vez más contundentes y radicales. En este sentido vivimos el inicio de un proceso de polarización social a nivel mundial.

3) Estas luchas tienen un carácter sincrónico y mundial. Tienden a alimentarse unas con otras y la dinámica será cada vez más ésta.

4) Pero estamos ante una oleada de revueltas, rebeliones, etc. No son revoluciones o situaciones revolucionarias donde podamos invertir la praxis del capital, donde estemos en disposición de desarrollar un ataque al capital y a sus relaciones sociales para poder imponer en alguna región del mundo la dictadura del proletariado contra el capital y el Estado. En nuestra opinión aún falta mucho para esto.

5) Por eso hay que leer lo que está sucediendo no como una fotografía sino como una película que conocerá flujos y reflujos. Pero es una película cuya trama es la de la polarización social cada vez más intensa y concentrada. El desarrollo de bloques sociales cada vez más  antagónicos.

6) Pensarlo como una película y no como una fotografía nos ayuda a pensar la dinámica en curso y que una de las tareas más importantes que tenemos minorías como las nuestras son las de la clarificación programática a través del estudio de las lecciones del pasado, la de la coordinación y comunicación internacional entre diferentes grupos… Este tipo de cuestiones son decisivas. Hoy no se trata de realizar una insurrección victoriosa que acabe con el capital en los lugares más avanzados de la revuelta en curso (Chile e Irak) sino tratar de desarrollar al máximo los niveles de autoorganización y autonomía de clase tal y como existen (y que son una repetición fractal, impresionante, de las revueltas y revoluciones del pasado, ver las imágenes de la Plaza Tahrir en Bagdad es algo increíble) y sobre todo realizar una defensa intransigente de nuestras posiciones comunistas y anárquicas, por ejemplo en Chile la crítica a la asamblea constituyente.

7) La defensa de estas posiciones será decisiva de cara a los procesos futuros venideros. Creemos que estamos en el inicio de un período histórico que irá radicalizándose cada vez más y se irá internacionalizando también con más fuerza. Por eso nos repetimos tanto en que es importante como pensamos la dinámica en curso como una película y no como una fotografía, como decíamos más arriba. No se trata de obsesionarse ahora por la insurrección o por los reflujos de los procesos que se viven y se van a vivir necesariamente, como en Ecuador, sino pensar la dinámica en curso, y esta dinámica es revolucionaria, es hacia niveles de antagonismo social cada vez más intensos.

8) En este sentido, sí, creemos que estamos en el inicio de una nueva época de revolución social. Una  época caracterizada aún solo por revueltas y rebeliones y aún no por situaciones revolucionarias en medio mundo como sucedió hace cien años, en 1919. Estamos en el inicio de una época de revolución social y de oleada revolucionaria como la que atravesó el mundo de 1910 a 1937 (sobre todo de 1917 a 1921) o de 1968 a 1980. Y esta oleada va a continuar y desarrollarse con cada vez más fuerza.

9) Como decíamos más arriba un aspecto que destaca de la actual oleada es la enorme extensión de la sincronización internacional de las revueltas en curso. Por eso creemos que podemos afirmar que la tendencia a la internacionalización de las luchas por parte del proletariado mundial será cada vez más fuerte. Es muy emblemático pensar la actual sincronía en relación a los inicios de las oleadas revolucionarias anteriores, en 1917 o 1968. Sin duda este es uno de los elementos más destacados e importantes del actual seísmo de la lucha de clases. Contra todos los negadores del internacionalismo, la lucha del proletariado será cada vez más internacional.

10) Lo más importante ahora es como se pueden dar las líneas asintóticas que comuniquen el aprendizaje revolucionario del proletariado en lucha y las lecciones programáticas del pasado llevado a cabo por minorías. Es decir como el proletariado se puede constituir en clase, en partido, ir alcanzando una claridad, a partir de su propia experiencia, que le lleve a desplegar su antagonismo contra el capital y

el valor en sus múltiples formas. Y para eso es fundamental el papel de minorías como las nuestras, como parte de la clase, nuestra participación en los momentos de las barricadas pero también en los momentos de balance, en el flujo de la lucha de clases pero también en

los reflujos que se sucederán. Por eso iniciativas como las que estáis haciendo allá son tan importantes. ¿Cuál es el papel que podemos tener las minorías revolucionarias? Es sin duda uno de los aspectos más débiles en que nos encontramos en esta nueva oleada de lucha de clases internacional. Concretamente esto significa como podemos reforzar la centralización y el debate en torno a posiciones, de experiencias, de balances… entre los diferentes grupos de las comunidades de lucha en los que tienden a organizarse los proletarios revolucionarios e internacionalistas. Y esto implica, en última instancia, fortalecer el papel de la teoría revolucionaria a la hora de saber cuál es la naturaleza del capital para romper con él, el reconocimiento del hilo discontinuo de la historia de nuestra clase y de las lecciones que se pueden extraer de las revoluciones y contrarrevoluciones del pasado y ahondar y profundizar en el papel que las minorías podemos tener desde dentro de los movimientos de clase actuales y futuros en criticar las debilidades de nuestra clase y tratar de impulsar adelante los movimientos prácticos y la clarificación en torno a los objetivos generales e históricos del proletariado. Estos aspectos nos parecen decisivos hoy.

11) Siempre hemos insistído en que nos parece muy importante tratar de analizar las relaciones de fuerza entre las clases. En última instancia un período de contrarrevolución es una época marcada por la paz social y el triunfo absoluto del capital. Son los tiempos normales del capital, de su fetichismo mercantil y de su lógica democrática. Períodos que fueron interrumpidos por períodos de lucha de clases intensos, como las oleadas revolucionarias que mencionábamos más arriba. Por eso, sí, creemos que estamos saliendo de un período de contrarrevolución y de reflujo social intenso como el de la década de los noventa. Ahora bien no existe una línea de demarcación neta entre revolución y contrarrevolución, sobre todo hay que saber que la revolución convive siempre con la contrarrevolución, que las luchas actuales despiertan la contrarrevolución por doquier por parte de la burguesía.

12) Dicho esto es muy importante como los revolucionarios analizamos las épocas de contrarrevolución para distinguirla de la actual. Como decíamos estamos ante el inicio de una época bisagra que deja atrás la fase de reflujo contrarrevolucionario de la década de los noventa. Período que ya fue anticipado con toda una serie de luchas a principios de siglo y sobre todo en el 2008-2013. En cualquier caso, la contrarrevolución de la década de los noventa, que nunca fue absoluta, se puede ver en como se debilitó la perspectiva de superar el capitalismo a través de un proceso revolucionario que coadyuvase a la consecución de la comunidad humana frente a las sociedades de clase. Este es el elemento principal de la contrarrevolución de los noventa y que todavía ondea como una pesada sombra sobre las debilidades de nuestra clase en las luchas actuales. En cualquier caso, no creemos que se pueda comparar el reflujo de los noventa con el que se inauguró a finales de los años veinte y en la década de los treinta del siglo XX, cuando era «media noche en el siglo», y la contrarrevolución se afirmó a través de los regímenes gemelos del fascismo, el estalinismo y los New Deal socialdemócratas. Contrarrevolución que redujo a algunos puñados de minorías aisladas las estructuras proletarias y de clase de la oleada revolucionaria anterior.

13) En fin, nos es muy útil este tipo de correspondencia, para poder aclararnos comúnmente. Esperamos poder haber aclarado algo, nos parece, en definitiva, que estamos solo en el inicio de una nueva época histórica marcada por la revolución social, por la polarización social que despertará antagonismos entre las clases cada vez más fuertes y virulentos. Este es el terreno fértil para que nuestra clase se construya como partido, clarificando su perspectiva histórica: su negación como clase para negar el capital y sus relaciones sociales. Pero para eso aún queda bastante, como decía Marx tras una primera oleada europea de luchas internacionales que él vivió (la de 1848): “Mientras nosotros le decimos a los obreros: tienen que atravesar 15, 20, 25 años de guerras civiles para cambiar la situación y prepararse ustedes mismos para ejercer el poder, se les dice: tenemos que tomar el poder de inmediato, o nos podemos ir a dormir».

Barbaria – Enero 2020

[Chile] La manera de hacer es ser

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Texto anónimo extraido de rrss

“Si no cambias la dirección, puedes terminar donde has comenzado”

Lao Tse

El mando capitalista de la producción social requiere que los proletarios se sometan voluntariamente a las condiciones que hacen de su explotación algo inexorable. El objetivo de todo capitalista es preservarse como capitalista en un medio hostil de competición entre empresas, lo cual exige que su tasa de ganancia sea lo suficientemente provechosa para seguir invirtiendo. Este dinamismo obligatorio no puede darse si no es en las condiciones del libre mercado, condiciones que sólo pueden existir cuando hay igualdad formal entre quienes venden su fuerza de trabajo y quienes la compran. Sin este tácito consentimiento a la desigualdad real que está en la base de la relación de explotación, no puede haber capitalismo.

Este es el motivo de que la represión abierta por parte de la burguesía sea más bien la excepción que la regla. El recurso a la fuerza bruta constituye una medida de su debilidad más que de su fuerza. Siempre que la burguesía desata la violencia coercitiva para mantener disciplinada a la fuerza de trabajo, lo hace a sabiendas de estar contraviniendo el fundamento de la relación social de explotación. Cuando desata la furia represiva de sus cuerpos armados, lo hace temblando de pies a cabeza. Cuando promulga leyes para amordazar y maniatar a una clase trabajadora sublevada, lo hace con el desasosiego de quien se amputa un miembro para evitar la propagación de una gangrena, sospechando que la podredumbre puede haber alcanzado ya un punto sin retorno.

Puede que los patricios romanos hayan sido más fuertes cuando enviaban a sus legiones a aplastar las rebeliones de esclavos, y puede que la alianza entre la nobleza y el clero haya expresado su fuerza en la carnicería que desató contra los campesinos anabaptistas. Pero esa correlación entre el ejercicio de la fuerza armada y el poder social no se aplica a la burguesía. No porque la burguesía sea menos brutal y despiadada que las clases explotadoras que la precedieron, sino porque su poder tiene una base muy diferente. El poder de las clases dominantes del pasado descansaba en gran medida sobre la base fija e inmutable de sus lazos territoriales y sanguíneos, mientras que el poder de la burguesía depende casi exclusivamente de la valorización del valor, un dinamismo ciego en continua aceleración que tiende cada vez más hacia una creciente fluidez y desarraigo. El poder de los capitalistas es el poder de generar entropía a través de la valorización, entropía que a su vez no hace más que disolver progresivamente los fundamentos sociales de su poder.

Esta dinámica tiene la consecuencia, por otra parte, de que la clase a la que el capital explota difiere en un aspecto crucial de las clases explotadas del pasado. En el caso del proletariado su posición no depende de atavismos inamovibles, sino del proceso dinámico-entrópico de la valorización, proceso que disuelve sin cesar cualquier base objetiva de un posible poder político y económico del proletariado. Pero al mismo tiempo que la producción capitalista le niega al proletariado la posibilidad de fundar su poder en factores externos a él mismo, le obliga a convertirse en una potencia productiva de primer orden, siendo la reproducción ampliada de su propia actividad social la condición sine qua non de su existencia física. El proletario que no amplía continuamente su potencia subjetiva en relación con los otros tiende a la inexistencia social, del mismo modo que la vida subjetiva tiende a cero en ausencia de actividad social. La producción de la Gemeinwesen, de la comunidad humana como realidad material y espiritual, no es para los proletarios una elección libre en el sentido en que podría serlo escoger una ocupación o un pasatiempo en compañía de otros. Es, en cambio, la condición misma de su vida y lo que su propia actividad va haciendo de ellos en el transcurso de su existencia. De pronto una masa de proletarios se descubre capaz de organizar de manera espontánea una insurrección, empleando en ello recursos psicoafectivos, culturales, técnicos y materiales que sólo ayer nadie imaginaba que pudiesen aplicarse a ello. La revelación sublime consiste en esto: en esta masa que hasta ayer parecía ser puro automatismo y pasividad, habita una potencia capaz de desplegarse sin freno. Ahora bien: esta potencia, que es capaz de convulsionar un país y al mundo entero mostrándose como un poder real, no depende de ninguna forma exterior, de ninguna implementación material o institucional dispuesta previamente al estallido; proviene exclusivamente de una interioridad, de una fuerza del todo inmaterial, del ser subjetivo y social del proletariado. Su poder emana de su sociabilidad, de su vida misma, y no de equipamiento o institución alguna. No es otra cosa lo que expresa el grito: “Somos choros, peleamos sin guanaco”.

Es la iniciativa, creatividad e ingenio, es la fuerza comunicativa y la expresividad, la empatía, lo que funda el poder social de los proletarios, y lo saben. Quienes no lo saben aún lo suficiente, temen que todo ello pueda sucumbir frente a las aventuras represivas emprendidas por la burguesía. Pero lo único que queda comprometido en ese caso son las formas exteriores en que se manifiesta la potencia del proletariado: ciertas modalidades prácticas de su lucha, cierta técnica, ciertos hábitos ligados a una fijación excesiva en las formas y por ello a una fijación excesiva en lo que le ata a las reacciones de sus enemigos. Quienes sí saben que para el proletariado el poder es sólo un efecto colateral del ejercicio de la potencia de su ser, saben que la libertad no es jamás un objetivo a alcanzar. La libertad es ante todo la libertad de autodeterminarse en el transcurso mismo de la acción, de la vida y de la lucha. Los alardes represivos del enemigo son exactamente el negativo opuesto de nuestra potencia: lo único que nos muestran es que estamos obligados a amar la libertad y que si no obedecemos a este mandato estamos perdidos.

Los seres humanos a menudo ignoramos nuestra propia potencia y por diversas razones tendemos a perseverar en esa ceguera. Esto nos hace a veces capitular a un paso de la victoria, creyendo que debíamos medirnos con la vara del enemigo y viéndonos a nosotros mismos, de esta forma, más débiles de lo que somos. Pero todo aquel que haya librado una batalla sabe que en determinado momento es inevitable imponernos nuestra propia medida con independencia de quienes siendo menos que nosotros pretenden ser más. Por otro lado, estando ya instalados en la experiencia de un despertar telúrico, son tantas las libertades que nos hemos tomado que sería por decir lo menos extraño que no nos tomemos ahora la libertad de reinventarnos, a nosotros y a nuestra lucha, justo en el momento en que la burguesía pretende habernos inmovilizado maniatándonos con unas cuantas leyes. Es necesario sopesar esto con cuidado: ellos esperan que reaccionemos ciegamente a su reacción. Que nos abstengamos de seguir luchando o que nos arrojemos desesperados contra la valla que nos han puesto por delante, yendo en masa a la carnicería o propinando golpes aislados que sin detener la megamáquina le dan brío a su violencia represiva. Cualquiera de estas reacciones nos mantendría presos de, precisamente, el juego de reacciones a que el enemigo quiere reducirnos. Pero nosotros no estamos determinados por la forma exterior de nuestras acciones, ni por nuestros hábitos, ni por las reacciones que hemos suscitado en el enemigo, ni por las que nosotros mismos hemos tenido: estamos determinados por nuestras relaciones internas en tanto humanidad en contradicción consigo misma. La contradicción es el campo de la libertad, y esto significa que no estamos peleando para ser libres, sino que estamos peleando porque ya somos libres. No usar esta libertad para proseguir la lucha bajo nuestros propios términos es la única derrota posible. Seguir haciendo lo mismo con la esperanza de obtener resultados diferentes sería perpetuar la contradicción sin superarla.

A nuestros hermanos de clase asesinados, mutilados, torturados y hechos prisioneros, el Estado no les hizo eso por lo que sus acciones son en sí mismas, sino por lo que representan. Las barricadas no han sido prohibidas con penas de cárcel porque hayan paralizado la economía nacional, sino porque son el signo visible de una potencia que podría llegar a paralizarla si se lo propone, y que no lo haría precisamente con barricadas. A Rodrigo Campos no lo procesaron para compensar la rotura de un torniquete, sino para hacer audible ante todos el latigazo como símbolo. No han disparado a los ojos porque sí. Todo esto lo sabemos. Lo que no está tan claro es si hemos sacado las conclusiones correctas y necesarias. EVADIR: quizás no hemos prestado suficiente atención al hecho de que esta consigna haya estado en el centro de la explosión. Evadir es negar el fundamento metafísico de esta sociedad y el mecanismo que le da vida: “se paga por vivir”. Todo lo que vino después no ha sido otra cosa que esa impugnación acrecentada. La exigencia de salarios más altos y tarifas más bajas, de un sistema previsional que no sea un robo, de mejores servicios sociales, responde al anhelo de “pagar menos por vivir”. Pero este anhelo no es sólo eso: expresa aun embrionariamente la revelación de que “no hay que pagar por vivir”. Esta revelación ya se ha manifestado, sólo necesita ser expresada como necesidad para convertirse en un imperativo práctico capaz de cambiar las reglas del juego. Las evasiones en el transporte público podrían continuar y masificarse sin que nadie transgreda ninguna de las leyes represivas vigentes. Podrían extenderse -tal como fueron las “autorreducciones” en la Italia de los años setenta- a los servicios de agua potable, electricidad, gas y conectividad. Podría convertirse en una oleada imparable de robos hormiga hechos en masa en todas partes sin pausa. Podría derivar en un movimiento de desobediencia social y económica efectuado por millones de personas de mil maneras diferentes, transgrediendo muchas normas, pero ninguna ley. Podría suceder que las relaciones de comercio habituales lleguen a verse tan perturbadas que no haya otra forma de proporcionar alimentos y suministros a la población que mediante una política de racionamiento. Pero un capitalismo de barracas es una imposibilidad práctica.

En condiciones así, la necesidad de apropiación directa de los bienes de consumo no podría llegar muy lejos adoptando la forma acostumbrada del saqueo. Pero eventualmente podría llevar a los choferes de camiones a sumarse a la desobediencia masiva y a entregar esos bienes a las asambleas en vez de a los supermercados. Esa misma tendencia podría terminar imponiendo a quienes producen los bienes la necesidad de liberarlos sin la mediación del comercio. La interrupción del ciclo de valorización que ello supondría haría inviable la adquisición mediante el salario, abriendo la vía hacia la distribución directa. Sería un bucle de retroalimentación tendiente a la comunización progresiva de todo. En el transcurso, el Estado estaría obligado a prohibir prácticamente todo con excepción de los actos de compraventa, erosionando así la libertad formal que es su propio fundamento.

No cabe imaginar un proceso tal sin que tenga lugar una proliferación de violencias, que en cualquier caso sería el despliegue cinético de la enorme violencia potencial ya contenida en la propia forma social capitalista. De lo que se trata no es tanto de evitar la violencia estatal, que es inevitable, sino de cómo hacerle frente desde la posición de ventaja que nos brinda la masividad y sobre todo la potencia social que nos habita. Todo depende de cuán capaz sea el proletariado de determinar por sí mismo la dinámica de la lucha, fijando él las reglas del juego. Allí donde se le quiera imponer el enfrentamiento directo en condiciones donde sólo puede salir herido de muerte, tendrá que evitarlo llevando la desobediencia a un plano diferente. Allí donde se le quiera arrastrar a un callejón sin salida tendrá que saber crear una vía imprevista; tendrá que animarse a detener aquello que se suponía no podía parar de moverse, a movilizar aquello que se suponía indefectiblemente quieto, a crear un vacío en el que se precipite cada golpe dirigido contra él. Tendrá que sorprender al enemigo privándole de cada superficie sobre la que esperaba apoyarse para seguir golpeándole, imponiéndole un desgaste progresivo. Cansarlo, agotar sus fuerzas, hasta que le resulte más costoso seguir luchando que abandonar. Todas las armas y recursos materiales no son nada sin el ánimo que hace falta para ponerlos en acción.

Tiene una importancia clave que la lucha sea no sólo en pos de objetivos económicos y políticos, sino que su propio desenvolvimiento sea la demostración práctica de que vivir sin pagar es una forma de vida superior que la actual, y hacerlo con una elocuencia tal que cada vez sean menos los que quieren seguir malviviendo como lo hacían. Esto supone para el proletariado dejar atrás todo aquello a lo que estaba acostumbrado, desaferrarse de la forma de vida que le constituye como proletariado. Pues bien, si algo ha quedado claro en estas semanas es que esto no sólo es posible, sino que se ha vuelto hasta cierto punto inevitable y es, si se lo piensa bien, lo mejor que podría pasarnos. Asumirlo implicaría, para empezar, que dejemos de pedirle respeto a quienes han demostrado no ser en absoluto respetables; y que llevemos nuestra dignidad recién recobrada hasta su última consecuencia: la autodeterminación total.

Vamos hacia la vida: sobre la COP25

«No queremos regresar a la normalidad, porque la normalidad era el problema» – Pinta realizada durante las protestas callejeras en Hong Kong

Octavilla repartida el 6 de diciembre de 2019 contra la cumbre de la COP25, organizada en Madrid por el gobierno de Pedro Sánchez para evjtar el foco internacional sobre la represión de la revuelta en Chile. Aquí el .pdf distribuido en la manifestación.

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Vamos hacia la vida

Contra el capital y su danza de muertos, nosotros vamos hacia la vida.

Vamos hacia un ciclo de luchas cada vez más intenso y profundo, cada vez más internacional, que tiene una y la misma raíz: la necesidad de defendernos como especie contra un mundo que se está agotando.

Esta revuelta no tiene nada que ver con los libros, ni con los planes educativos, ni con las campañas publicitarias que apelan a la responsabilidad ciudadana. No es una revuelta que mire a los gobiernos para exigirles un mejor comportamiento, una gestión de nuestra miseria un poco más social, un poco más verde. Es una rebelión generalizada por la vida, contra un sistema que al mismo tiempo que expulsa trabajo y nos convierte en población sobrante, destruye a un ritmo exponencial la biosfera para alimentar a sus máquinas y producir más mercancías: dinero para generar dinero para generar dinero, caiga quien caiga.

Esta huida hacia adelante del capital no puede detenerla ningún Estado, porque el Estado sólo puede administrar unas relaciones sociales que se están pudriendo por dentro. La izquierda y la derecha poco importan en ello: Piñera y Sánchez trabajan codo con codo para garantizar la paz social. Allí torturan y asesinan a nuestros compañeros de clase. Aquí, para la cumbre de la COP25, construyen una jaula de oro desde la que hacer cantar a algunos pájaros debidamente domesticados.

Pero la burguesía está desconcertada.
La burguesía tiene miedo.
La burguesía tiene razón.

Desde Francia a Hong Kong, desde Haití a Ecuador, desde Irak e Irán a Chile, una oleada de luchas está atravesando el planeta, y sólo es el comienzo. Nos levantamos contra un mundo que subordina toda forma de vida a la producción de cosas muertas. Nos levantamos contra un sistema social que da de comer a las máquinas mientras nos mata de hambre. Es la lógica del capital que sufrimos como especie, pero que sólo podemos destruir como clase: la única respuesta a la catástrofe capitalista es la revolución internacional contra la mercancía y el Estado, por la comunidad humana, por la vida, hacia la vida.

Que tiemblen de miedo.

[Chile] Breve reseña sobre los acontecimientos de la última semana a un mes del inicio de la revuelta

La revuelta que comenzó el 18 de octubre hoy cumple un mes, y la pura compilación de los documentos con perspectivas anticapitalistas y compañeras que van surgiendo al calor de la revuelta se nos hacen un poco insuficientes. Es por eso que redactamos este texto con una suerte de cronología de los sucesos de la última semana, a un mes del inicio de la revuelta.

En esta breve reseña, escrita al calor de los acontecimientos, tratamos de condensar algunos de los puntos que nos parece importantes para documentar y dar cuenta a otrxs de los sucesos, a ratos vertiginosos, que siguen sucediéndose en esta región. En este caso retratamos los hechos de la última semana del primer mes de revuelta. Evidentemente no solo son los acontecimientos que consideramos más importantes: en realidad, nuestra documentación tiene que ver con los acontecimientos a los que tenemos acceso. La región chilena es sacudida por una revuelta que abarca todo el territorio y es evidentemente más lo que ignoramos de lo podemos conocer por cuenta propia, de manera que nuestra narrativa está inevitablemente supeditada a los hitos que han marcado los últimos días, a nuestra experiencia cotidiana, la de nuestrxs compañerxs y la que podemos acceder mediante los medios de comunicación de los que disponemos. Sigue leyendo

[Chile] Asambleas territoriales: órganos autónomos de la comunidad de lucha

Afiche pegado en las calles de la ciudad de La Serena: «¡Todo el poder a las asambleas! Vida o catástrofe, el porvenir es incierto, pero hemos sabido navegar en aguas turbulentas. A construir comunidad de lucha contra la dictadura empresarial».

El terreno fértil de la insurrección en Chile trajo como su principal fruto las asambleas territoriales, instancias auto convocadas por los pobladores de todo el país como canal para resolver las necesidades inmediatas de la lucha y su propagación. En ellas se está debatiendo las medidas, horizontes y reivindicaciones de este movimiento. En muchos casos, con un fuerte carácter anti institucional y anti partidista. Las asambleas reflejan, de forma embrionaria, la necesidad real del proletariado para dotarse de órganos de poder representativos de la clase, que defiendan e impongan sus necesidades hasta el último aliento, sin tranzar con la clase política.

Estas organizaciones, aún incipientes, manifiestan el sentir y la necesidad de incidir directamente en la realidad, cuestionando la soberanía de nuestra vida al Estado y al Capital, ya que, en la práctica, organizarse colectivamente para resolver nuestros problemas, y profundizar esta lucha, expresa una disputa contra el Estado por el control y dirección de la vida en sociedad. Por ello es necesario que estas asambleas se planteen autónomas, dirigiendo el diálogo hacia los mismos explotados y no hacia la institucionalidad burocrática: son los propios intereses de clase los que están en juego y será enfrentando sus limitaciones que recuperaremos todo lo perdido, no mediando entre las bases y el Estado.

Al ser un órgano barrial, las asambleas están inmersas en la cotidianidad del territorio, por ello su funcionamiento es su principal arma. Su capacidad de cubrir expansivamente las necesidades de la lucha como el abastecimiento, la auto-defensa, la salud, el transporte, las comunicaciones, la solidaridad con sus presxs, etc. será la fuerza que las dotará de legitimidad. En este sentido, las asambleas son la expresión autónoma de la comunidad que auto-organiza sus necesidades y su lucha contra el Estado y el Capital. Es por ello, que su funcionamiento NO PUEDE agotarse en los petitorios o en la asamblea constituyente. Entendemos que muchas personas aún creen en las cantinelas social-demócratas y en que el Estado pueda resolver sus problemas inmediatos, pero sabemos que eso no ocurrirá, de hecho, se agudizará la precarización, es esencial que para cuando el estallido revolucionario comience, este preludio haya servido para sacar las mejores lecciones: fortalecer las asambleas y su carácter autónomo, que son nuestro principal triunfo hasta ahora.

Este ciclo de luchas recién inaugurado será de largo aliento. La insurrección que desbordó Chile estas últimas semanas sigue en curso y nada parece presagiar que acabará. La caja de pandora de la revolución social comenzó a abrirse y la tarea de crear poder territorial se ha puesto a la orden del día. Esto ha dispuesto las alarmas en toda la clase política, de izquierda a derecha toda la institucionalidad burguesa ha movido sus hilos para anular o cooptar estas instancias autónomas de organización. Su principal estrategia es conducir el movimiento hacia sus estrechos marcos de representatividad política, para ello dispuso de “cabildos” que sistematizan las demandas y “suben” los petitorios. Aquí el Estado es el único interlocutor posible y las posibilidades de diálogo comienzan y terminan en las soluciones que éste pueda darnos. No permitamos que las asambleas se conviertan en correas de transmisión del Estado.

Sabemos que cualquier intento por humanizar el Capital se topará con una crisis mundial de valorización en proceso, que esta vez trae añadida una crisis ambiental que, para muchos expertos, comporta la crisis terminal del Capitalismo. Desde Grecia hasta Ecuador, gobiernos de izquierda tuvieron que ceder ante las exigencias del banco mundial y aplicar paquetes de austeridad que precarizan a los mismos de siempre: la clase trabajadora. La socialdemocracia siempre será el “paco bueno” cuidando las garantías del FMI y de sus burguesías nacionales por sobre cualquier otro interés.

Hasta ahora, este movimiento se ha llevado a cabo principalmente en las calles, la protesta callejera espontánea ha paralizado el país principalmente a partir del enfrentamiento con la policía y la interrupción de la circulación capitalista. Barricadas, cacerolazos, saqueos e incendios han sido parte del arsenal proletario para enfrentarse al poder. Su contenido es “contra todo”, contra la totalidad del sistema que nos mata lentamente. El movimiento asambleario está llamado a ser quien dote de contenido a la protesta callejera, quien ponga en el tapete las soluciones reales a las necesidades del pueblo, así como también, quien anime las actitudes y valores que posibiliten una nueva forma de vida: la solidaridad, el espíritu de comunidad, el cuidado recíproco y la ofensiva insurgente serán la debacle del modo de producción capitalista.

Sin embargo, es necesario y URGENTE que estas asambleas se extiendan a los lugares de trabajo, principalmente a los sectores productivos estratégicos. Que instalen el cuestionamiento radical del modo de vida capitalista hasta las últimas consecuencias y se traslade el horizonte productivo de la capitalización infinita a la satisfacción de las necesidades humanas. Ejemplos históricos como los Cordones industriales o los Comandos Comunales pueden ser vitales para comprender el transito que cursamos. Ningún cambio será posible si los trabajadores no tenemos el poder de los medios de vida y producción en nuestras manos, si no tomamos el control de la riqueza que generamos para decidir <cómo> y <para qué> producir. No se trata de aprender a gobernar y auto-gestionar el Capital, se trata de crear una nueva forma de vivir. La economía entera depende de nosotros y temblarán cuando sepan que nos dimos cuenta de aquello.

La historia nos demostró que el Estado, como forma de garantizar las condiciones de vida, siempre será una forma de garantizar la dominación de una clase por otra, de perpetuar el Capitalismo. Con o sin cambio de constitución, el Estado siempre velará por perpetuar la explotación, dejando intactas las verdaderas bases de todo, la propiedad privada y el trabajo asalariado. Al fragor de esta lucha, vamos creando nuestras propias herramientas para destituir lo existente y forjar un mundo nuevo. El preludio de la revolución ya comenzó.

¡¡¡TODO EL PODER A LAS ASAMBLEAS TERRITORIALES!!!

***

¡LIBERTAD A TODXS LXS PRESXS DE LA REVUELTA PROLETARIA!
¡VAMOS HACIA LA VIDA!

La revuelta no para y la conflictividad aumenta: lxs proletarixs comienzan a atacar los barrios de la burguesía comercial mientras el gobierno anuncia un nuevo paquete represivo tras reunirse los altos esbirros de la «seguridad». El Estado sabe que su lucrativo oasis está en juego y lo defenderá con uñas y dientes.

¡A extender la solidaridad de clase y la organización!

La caza de brujas ha comenzado. Históricamente, ante la posibilidad de perderlo todo en una revolución social, la burguesía despliega todo su aparato terrorista para dividir e intimidar a las masas insurrectas. En la región chilena, ante la gran revuelta social que la sacude, la democracia -verdadera dictadura del capitalismo-, ha lanzado a la calle a sus sicarixs armados, al ejército y a la policía militarizada, para reprimir masiva y cruelmente con el consentimiento pleno de un Estado que promete impunidad y jugosos beneficios monetarios a quienes demuestran su lealtad masacrando, torturando y violando al proletariado en lucha.

Ahora, estamos asistiendo al comienzo de una represión selectiva hacia objetivos de la población civil, personas que el Estado, es decir, la clase dominante, considera como sus más temibles enemigos: mujeres en contra de la violencia patriarcal, defensores de la naturaleza, centros de estudiantes, juntas de vecinos, sindicatos de trabajadores combativos, profesores, etc. Frente a una revuelta generalizada e incontrolada, y ante la perspectiva de una posible revolución social, a la burguesía asustada no le temblará la mano para arruinar la vida de las personas que se han atrevido a romper con la pasividad suicida que caracteriza la “normalidad” de este sistema.

El Profesor Roberto Campos quiere ser castigado ejemplarmente: así pretenden amedrentar a la población: “¿Es usted un profesional con un prontuario penal intachable?”. Eso no importa. Por osar patear un torniquete -símbolo por excelencia de nuestra esclavitud a la mercancía, al pagar para vivir y vivir para pagar- usted será arrojado en aislamiento a la Cárcel de Alta Seguridad, lugar donde el Estado encierra a quienes cataloga como los más peligrosos subversivos. Y, justamente, esta clase de proletarixs son los que más amenazan actualmente al capital, pues con sus acciones ponen en peligro la continuidad de la totalidad del sistema, rompen la normalidad capitalista e inflan de coraje y valentía a las masas rebeldes. Este es solo un caso, sabemos de al menos 400 compañerxs de clase que se encuentran en prisión. El movimiento autoorganizado en asambleas, las minorías revolucionarias, junto a todxs quienes participan del movimiento deben exigir su libertad.

¡Libertad y solidaridad para todxs lxs presxs de la revuelta de Octubre!
¡Exigimos el esclarecimiento inmediato de los crímenes realizados por las fuerzas armadas y la policía durante la represión!
¡No más presxs ni desaparecidxs por luchar!

[Radio] Programa 40 de Temperamento- ESPECIAL TESTIMONIOS Y REFLEXIONES DESDE CHILE y CATALUNYA -CRITICA AL NACIONALISMO

http://blog.temperamento-radio.com/content/images/size/w1000/2019/11/PlacaTempe40.jpg

Grabado el 1 de Noviembre del 2019

Descargar o escuchar audio

-Audio: Niñas contra el toque de queda
-¿Neoliberalismo?
-Testimonios desde el Desierto de Atacama:
Compañeros de El Sol Ácrata desde Calama y Antofagasta
-Audio: ¡Por nuestrxs caidxs!
-Datos de la represión
-Testimonios desde el Sur:
Compañero argentino desde Punta Arenas
Compañero de Radio Kurruf desde Temuco
-Audio: Efecto Psicoterapéutico
-Recomendamos: Asambleas territoriales en tiempo de revueltas
Desde Villa Olímpica – Santiago de Chile
Link: http://rcvo.cl/2019/10/31/conversatorio-asambleario-i/
-Disturbios en Catalunya y la trampa del nacionalismo.
-Grupo Barbaria desde la región española

Nos acompañan: Ground Zero –  Illapu – Asamblea Internacional del Fuego – Accidente – Los Planetas – Decima Víctima

[CHILE] ¡ABAJO EL ESTADO POLICIAL! ¡LIBERTAD A TODXS LXS PRESXS DE LA REVUELTA!

“Terrorismo: dominación por el terror” (Diccionario de la RAE)

Desde la gran insurrección del 18 de octubre el Estado ha mostrado su verdadera cara, el terrorismo, que siempre está por debajo de su supuesta legalidad y legitimidad democrática.

La dominación capitalista usa formas democráticas (“un hombre/un voto”, decían) para poder imponer su dictadura social y extenderse a todo el cuerpo social en tanto sistema productor y reproductor de tiempo muerto y mercancías. Eso no es para nada incompatible con usar formas de abierto terrorismo estatal: en 1973 y 2019, en dictadura y democracia, el Estado es uno solo, y la continuidad de sus formas de prevenir y controlar la revuelta salta a la vista: secuestros, torturas, violaciones, agresiones, y encarcelamiento masivo. Sigue leyendo

REVUELTA INTERNACIONAL CONTRA EL CAPITALISMO MUNDIAL

La revuelta proletaria ha explotado a lo largo del mundo confluyendo violentamente en diferentes rincones del mismo. Chile, Ecuador, Irak, Haití, Francia, Líbano, Hong Kong, Colombia, Bolivia, Honduras, Argelia, Sudán… son algunos de los lugares donde en estos últimos meses hemos salido a las calles desatando toda la cólera acumulada durante años. Bastó el anuncio de una subida del subte en Chile, de la tasa de combustible en Francia, del precio del pan en Sudán, un impuesto en las llamadas por redes sociales y en la gasolina en Líbano, o que quitaran los subsidios al combustible en Ecuador, para que como en Irak o Haití, saliéramos desesperados y furiosos ante la imposibilidad absoluta de vivir.

La insaciable sed de ganancia de la burguesía mundial está llevando a la vida en la Tierra a límites inimaginables, la contradicción entre las necesidades de valorización y la vida humana explosionan desde hace años en revueltas que hoy, con la concentración en el tiempo de decenas de revueltas, anuncian una nueva agudización del antagonismo de clases a nivel internacional. Cada barricada, cada protesta que se alza contra los sucesivos aumentos de nuestra explotación, cada corte de ruta, cada saqueo, es un llamamiento del proletariado mundial a luchar contra el deterioro de nuestras condiciones de vida, a extender y afirmar la negación de este mundo, a empuñar y levantar de nuevo la bandera de la revolución social.

Lo que nos anuncian las revueltas que hoy se generalizan por el mundo capitalista no es otra cosa que la reemergencia del proletariado, el regreso del viejo topo que nunca dejó de cavar. La llamada primavera árabe, la revuelta social en Grecia, en Turquía, en Ucrania, o las recientes luchas en Brasil o Venezuela, eran la antesala de un movimiento internacional e internacionalista que hoy lleva el miedo a todos los representantes del capitalismo mundial e insufla esperanzas y fuerzas a los proletarios de todo el planeta.

Desde el gobierno de turno que ejecuta las medidas que imponen las necesidades económicas y suponen siempre una subida de los precios de lo imprescindible para vivir; desde el patrón que nos explota directamente en el trabajo sacándonos nuestra última gota de energía; desde el mercado que nos arroja al desempleo en un mundo en el que si no tienes billetes en el bolsillo sobras y vas directo el matadero; pasando por el banco, o mejor dicho, por los bancos mundiales que aumentan nuestro grado de explotación con todo tipo de medidas de expoliación que hace que esos mismos billetes valgan cada vez menos en nuestras manos; desde cada chute más de ganancia que ejecuta la burguesía mundial a costa de envenenar el aire, el agua, la tierra, nuestra sangre o lo que comemos, pasando por todas esas innumerables organizaciones, sindicatos y partidos de izquierda y de derecha que representan “alternativas” al interior del capital y que sirven para perpetuarnos en nuestra condición de esclavos… a todos y cada uno de ellos van siendo señalados por el fuego de la revuelta como responsables de nuestros sufrimientos, como representantes del capitalismo mundial.

La potencia que ha mostrado nuestra clase en estos meses ha conseguido trastocar incluso los encuadramientos que en algunos lugares la burguesía lograba imponer para fagocitar nuestra lucha. En Hong Kong, el encuadramiento interburgués recula por la fuerza de la lucha internacional que arrincona algunas de las consignas de nuestro enemigo y determina a los proletarios a delimitarse de las mismas. Hasta en Cataluña, donde el nacionalismo parece omnipotente dirigiendo un espectáculo que arrastra al proletariado a negarse como fuerza revolucionaria, han aparecido consignas y prácticas de minorías que expresan que la fuerza revolucionaria sólo se abrirá paso fuera y contra la trampa de las banderitas nacionales.

Claro que, dicho todo esto, subrayando la importancia histórica de lo que estamos viviendo y que tiende a afirmarse en la práctica como movimiento proletario internacional e internacionalista frente a todas las tentativas de la burguesía por reprimirlo, ocultarlo, canalizarlo, deformarlo, fraccionarlo… no dudamos ni un momento que no es más que el comienzo de un proceso largo y complejo. Es difícil predecir los pulsos y desarrollos que tendrá, las idas y venidas, pero indudablemente avanza ya hacia una confrontación cada vez más internacional y generalizada, cada vez más violenta, cada vez más decisiva.

Si bien estamos ya reventando de hambre, enfermando de todas las maneras posibles y asfixiándonos por todo lo que da empuje a la economía a costa de nuestra vida y la de nuestro planeta, lo que está por venir es todavía peor. La catástrofe capitalista que se viene encima es incomparable con lo que se ha vivido hasta ahora. Las insaciables necesidades vitales de la economía capitalista piden sacrificar al ser humano y a todo lo viviente en el altar de la ganancia. Pero los proletarios hemos retomado la vía que abre la puerta a otro futuro: la pelea, la lucha intransigente por imponer una transformación radical, el ataque a las diversas instancias y representantes del capital, la afirmación en las calle de innumerables rincones del mundo de la comunidad de lucha contra el capital.

Ante la fuerza de la revuelta internacional, el capitalismo mundial responde como no puede ser de otra manera, con todo su arsenal terrorista. Durante estas semanas de protestas la democracia del capital nos recuerda que su dictadura es la más brutal que ha conocido la humanidad. Policías, antimotines y milicos salen a llenar de sangre las calles, a destrozar cuerpos, a encerrarnos, a asesinarnos, a dejarnos sin suministros y sin abastecimiento para hacernos recular, para meternos el miedo y que abandonemos las calles, para mostrarse invencible. Centenares de muertos, decenas de miles de detenidos y encarcelados, hombres, mujeres y niños mutilados y torturados por las armas que usan contra nosotros, ciudades y barrios desabastecidos para que regresemos a nuestras casas y se añore la vuelta a la tranquilidad de los cementerios.

Pese a que en algunos lugares tratamos de responder a todo ese terrorismo creando ollas y cocinas comunitarias, albergues, espacios para cuidar a nuestros hijos más pequeños mientras otros pelean en las calles, centros para tratar a los heridos y refugiar a compañeros, y también respondemos con la violencia revolucionaria, tomando por la fuerza lugares de abastecimiento, atacando a los medios de comunicación del capital, consiguiendo y repartiendo armas con las que defendernos y atacar al terrorismo del Estado, intentando que el miedo cambie de campo, intentando responder a su terrorismo expresándonos como comunidad de lucha, como comunidad solidaria, lo cierto es que aún no tenemos la fuerza suficiente para responder como se necesita al terrorismo del Estado. Es cierto, los milicos y todo su arsenal asesino no nos ha hecho retroceder, y la resistencia en las calles nos llena de determinación y coraje. Sin embargo, cuando el ejército sale a las calles a desplegar todo su terror, pese a la existencia de minorías que mantienen el pulso de la lucha y tratan de dar directivas, todavía somos incapaces de dar un salto cualitativo que cristalice en insurrección. La necesidad que hoy se nos plantea en cada revuelta es cómo profundizar y desarrollar esa insurrección.

Tenemos que retomar la senda del pasado, recordar lo que hicieron nuestros hermanos de clase entonces, cómo se cristalizaron las insurrecciones pasadas que lograron desestabilizar al Estado. Tenemos que recordar cómo se desestructuró a los cuerpos represivos, cómo se descompusieron los ejércitos, cómo enormes franjas de milicos se negaron a disparar contra la revuelta o más aún, se pasaron con la armas a su lado. La descomposición del ejército siempre fue y será un salto de calidad fundamental en toda revuelta proletaria.

Tenemos también que retomar la creación de estructuras para el abastecimiento, para la autodefensa, organizar el asalto a los centros de armamento para cristalizar las necesidades insurreccionales del enfrentamiento. Pero también necesitamos saber cuándo replegarnos en los momentos en los que la correlación de fuerzas nos es desfavorable, manteniendo la fuerza colectiva para evitar que el Estado nos barra. A veces puede ser necesario el repliegue, que no el abandono, para estructurarse, ampliar el asociacionismo y la estructuración proletaria internacional. Necesitamos también sacar a los presos, a los detenidos, etc. Pero sobre todo necesitamos que todo esto sea materializado como expresión y dirección de nuestra comunidad de lucha contra el capital. Toda tentativa de eludir la necesidad insurreccional y desarrollar en su lugar una guerra entre aparatos, o la de escindir de la propia comunidad de lucha la organización de la violencia como tarea de específica de un grupo guerrillero, son caminos que liquidan la fuerza que estamos generando. Como lo son también todas las peticiones de derechos humanos, o las exigencias de dimisiones de responsables del Estado, formas de integración democrática. Sin embargo, estamos convencidos de que nuestra comunidad de lucha aprenderá no sólo de su propia experiencia actual, sino que esa misma experiencia le hará reencontrarse con su propio pasado para buscar las formas de asumir estas necesidades. Como en Irak, donde los proletarios lanzan consignas refiriéndose a la insurrección de 1991.

No podemos obviar que el orden social existente no sólo combate nuestra lucha con balas y milicos que se lanzan contra las barricadas, sino con un conglomerado de ideologías y fuerzas que maniobran para destruir toda contestación social. Y lo que es más peligroso, esas mismas fuerzas, aprovechando nuestras propias debilidades y límites actuales, se presentan como parte de nuestra comunidad de lucha, llevando a muchos sectores de nuestra clase a identificarlas como tal. Las “soluciones” nacionales o nacionalistas, los espectáculos de asambleas constituyentes, los pedidos de depuraciones democráticas o cualquier otra reforma al interior del Estado son balas más dañinas que las que tiran los milicos, pues van dirigidas al corazón de nuestro movimiento. De nuestra determinación a contraponernos y enfrentarnos a esas fuerzas de la contrarrevolución depende la perspectiva revolucionaria, el latido de ese corazón comunitario.

No hay que olvidar que también es fundamental asumir todas una serie de tareas en los lugares donde la paz social no se acaba de romper. Claro que las mismas no tienen nada que ver con limitarse a la cuestión antirrepresiva o/y movilizaciones en embajadas y consulados que son terreno abonado para discursos reformistas y de derechos, con quejas y condenas contra los “excesos del Estado”. Ni por supuesto con defender la revuelta en tanto “pueblo que no aguanta mas” y que es “reprimido brutalmente”. Estas prácticas permiten precisamente a fracciones progresistas liquidar la verdadera solidaridad de clase, hacer de la revuelta y su necesidad algo de otros lugares, ajeno, lo que justifica negarla en su propio territorio defendiendo la paz democrática y los llamados a votar al mal menor. Por el contrario, la solidaridad de clase defiende la revuelta como expresión de nuestra comunidad de lucha contra el capital, como una misma lucha contra un mismo enemigo mundial. Claro que, las necesidades y tareas que se pueden asumir en los diversos lugares viene condicionada, no por la voluntad o determinación de grupos militantes, sino por la correlación de fuerzas locales. Desde luego es necesario crear instancias y comités de solidaridad, para centralizar y difundir las distintas informaciones de la lucha, así como lo que se realiza al interior de la revuelta (la sociabilidad, los saqueos, la organización comunitaria, la autodefensa, los comunicados compañeros etc.), para contraponernos a las mentiras de los medios de comunicación, a las canalizaciones socialdemócratas; para crear redes de ayuda con los refugiados, etc. En definitiva, hay que impulsar la estructuración de nuestra comunidad de lucha internacional, buscar formas de satisfacer las necesidades que se nos plantean en la lucha y saltar los obstáculos que nos encontramos.

La revuelta proletaria que hoy pone patas arriba al capitalismo mundial deja en evidencia, frente a todos los que quieren hacernos creer que la revolución es imposible, que la única alternativa del ser humano al capitalismo es la revolución mundial. La propia lucha y lo que cristaliza, nos da la certeza de que la humanidad puede destruir esta forma de vivir basada en la comunidad del dinero, mandarla al basurero de la historia, y desarrollar una nueva sociedad basada en la comunidad humana y su unidad inseparable con la Tierra.

¡Desde diferentes países y distintos escenarios, una misma lucha contra el capitalismo!

¡Organicemos internacionalmente nuestra comunidad de lucha!!

Afuera y en contra de sindicatos y partidos

¡A profundizar la lucha contra las relaciones sociales capitalistas!

Proletarios Internacionalistas

[CHILE] YA NO HAY VUELTA ATRÁS: LA AUTOORGANIZACIÓN Y SUS DESAFÍOS

MÁS ALLÁ DEL SENTIDO COMÚN DE ESTA SOCIEDAD ENFERMA

Estos días de revuelta nos parecen más largos de lo habitual. Vemos imágenes de una semana atrás y se nos hacen extrañamente antiguas. Todo lo contrario a lo que ocurría antes, cuando todo era “normal”, cuando la rutina muchas veces angustiante consumía implacable e imperceptiblemente nuestros días.

“Chile despertó”, se lee y escucha en todas partes. Y si bien esta explosión de rabia se nos presenta como el repentino abandono de un pesado letargo, tampoco es exacto decir que simplemente estábamos dormidxs o absolutamente engañadxs; son muchos los precedentes de agitación social que podemos citar (lo más reciente: el tenaz movimiento de estudiantes secundarixs, las diversas y masivas manifestaciones feministas contra la violencia patriarcal-capitalista, la revuelta comunitaria en Quintero-Puchuncaví contra la devastación ambiental, la continuidad de la resistencia de las comunidades Mapuche, y un rico etcétera de valiosas experiencias). La lucha siempre ha estado presente. Lo mismo en todas partes del mundo. Pero el pasado 18 de octubre se abrió una grieta profunda en la coraza de esta sociedad, acostumbrada al aislamiento y la sumisión. Y ya nada volverá a ser igual. Nos demostramos que somos miles, millones, hermanadxs en el rechazo a la miseria cotidiana y en los deseos de construir colectivamente un mundo mejor. A partir de entonces, la totalidad del discurso oficial de la dominación, a través del gobierno, su supuesta oposición, y la prensa en general, ha quedado en entredicho. Hoy todo nos parece posible. Por eso debemos, ahora más que nunca, permanecer despiertxs, evitando caer en los cantos de sirena con los que buscarán aplacarnos. Sigue leyendo

[Chile] ESTO NO PARA: ¡YA NO VOLVEREMOS A SU NORMALIDAD!

“En el viento que siembra la tormenta, cosecharemos días de fiesta”

Canción “La vida pasa”, de Raoul Vaneigem

Después de la enorme marcha del día viernes 25 de octubre en la ciudad de Santiago, todos los medios de comunicación al unísono, junto al gobierno, hicieron un llamado a volver a la “normalidad”, pretendiendo así desmovilizar y opacar más de una semana de duros combates en las calles que se han saldado con una feroz represión nunca antes vista en “democracia” –que es solo una de las formas que adopta en determinados contextos el despotismo del capital-. Las y los hijos de la burguesía, bajan del barrio alto a “limpiar el centro de la ciudad” de los incontables grafitis y rayados con consignas que se han vuelto parte del paisaje habitual, se suspende el toque de queda, se destituye al gabinete de ministros y se anuncia por todas partes el avance hacia la concreción de un “pacto social” que, supuestamente, pondrá punto final de una vez por todas a esta crisis. Pero para las y los proletarios que hemos estado participando de la revuelta la vida nunca volverá a ser igual: hemos cambiado para siempre y llegado a un punto de no retorno.

Ya no podemos soportar más esta miserable realidad. Su “normalidad”, a la que nos quieren arrastrar, es la esclavitud del trabajo asalariado que nos roba nuestro valioso tiempo, no poder llegar a fin de mes, las enfermedades mentales que nos provoca esta locura de mundo capitalista, la paz de los cementerios, la amnesia histórica, la inexistencia de un conflicto entre clases sociales, el adoctrinamiento de la juventud proletaria a la sumisión en las cárceles-escuelas, la destrucción sin remordimientos de nuestro entorno natural, y en definitiva, una civilización y un modo de existencia suicida que nos tiene al borde de la autodestrucción como especie. ¡A la clase capitalista solo les importa que produzcamos mercancías, las hagamos circular y las vendamos!

Durante estas emotivas jornadas hemos descubierto que es realmente vivir, abriendo un camino para ir desterrando de nuestras cabezas todo lo que nos impusieron. Nos hemos encontrado colectivamente y vislumbrado que todas nuestras necesidades insatisfechas tienen su raíz en esta forma de vida inhumana que precariza todo lo que toca. Aunque parezca difícil de creer, casi no hemos gastado dinero para subsistir durante estos días, la solidaridad y el apoyo mutuo han sido casi una norma por todas partes: en las poblaciones, caceroleos, barricadas, movilizaciones, asambleas, saqueos, etc. Y esto ha sipo posible porque muchísimas personas nos hemos reconocido como iguales, como una clase que se opone a otra clase, y que quiere dejar de serlo, y que, además, ha creado espontáneamente un movimiento de asambleas en donde el proletariado se asocia y se dota de una perspectiva de lucha que pretende ser común.

Nosotras y nosotros lo queremos todo y ahora, a contracorriente de quienes quieren domesticar y encauzar la vitalidad que ha demostrado el proletariado de manera democrática en una “Asamblea Constituyente”. La lucha no amaina, a pesar del desgaste, el oportunismo, las balas y los llamados a la “paz social”. Hagamos de mañana un “super lunes” salvaje que los haga temblar.

¡TODO EL PODER A LAS ASAMBLEAS AUTOORGANIZADAS!

¡NO TENEMOS NADA QUE PERDER!

¡VAMOS HACIA LA VIDA!

Un grupo de Proletari@s «anormales» en lucha, Santiago, Región chilena en revuelta

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«En todas partes se respira la comunidad humana emergiendo con fuerza. Ya no hay millenials, sólo una masa anónima de jóvenes que se rien de las balas porque saben que son una generación que hasta ayer sólo quería morir, y que hoy por primera vez saborea lo que es la vida. En los territorios son cada vez más quienes se suman a las asambleas para encontrar la fuente de su vitalidad, el sentido de haber soportado todos estos años lo insoportable. En los lugares de trabajo los explotados forcejean para hacer de esos talleres, oficinas y bodegas espacios de desobediencia y lucha. Poco a poco se extiende el descubrimiento de que una vida entera anhelando un cambio no puede saldarse con la aceptación de unas indignas migajas. En todas partes se respira la exaltación de estar accediendo a una verdad crucial, definitiva: no estamos solos, cada uno es una parte de todos los demás, todos darán lo suyo a quien lo necesite y cada quien dará al resto aquello que sea capaz de dar. El efecto psicoterapéutico del estallido popular se extiende como un fuego abrasador haciendo que cada uno reencuentre su centro de gravedad y quiera poner en orden sus afectos, sus relaciones, su vida en lo que tiene de común con las vidas de todos los demás. Incluso quienes consideran necesario persistir en las afecciones del viejo mundo, con tal de enseñar a los otros lo que los otros no han tenido aún necesidad de descubrir por sí mismos, incluso a ellos les es dado respirar a sus anchas. No hay juicios entre hermanos en la lucha, ni se exige a nadie lo que no surja espontáneamente desde el fondo de sí mismo. Es tanta la energía desbordada en la rebelión que cada día, cada hora que pasa, son más los muros, las amenazas y separaciones que se revelan como delgadas cáscaras vacías listas para caer derribadas de un solo golpe. La revolución es una fiesta sin tiempo, y es un mar de lágrimas contenidas por siglos, y es el restablecimiento de la verdad en el mundo. Por tí, por mi y por todos mis compañeros.»

Anónimo; región dominada por el Estado chileno,

octubre año 2019

NOTAS PROVISIONALES EN TORNO A LA “ANÁRQUICA” REVUELTA DE MASAS QUE SACUDE A LA REGIÓN CHILENA

El viernes 18 de octubre una salvaje revuelta estalló en la ciudad de Santiago y al siguiente día ya se había expandido a prácticamente todas las ciudades del país. El motivo aparente fue el alza del pasaje en la locomoción colectiva de Santiago (en los buses de Red Metropolitana de Movilidad y el Metro), pero en la raíz mostró un descontento total con el modo de vida capitalista. Un enorme e incontrolado movimiento hizo de esta manera su aparición histórica y como algunos/as compañero/as han afirmado en varios panfletos repartidos en la revuelta: “ya nada volverá a ser igual”.

Lo favorable del movimiento para la perspectiva antagonista

-Lo primero que debemos destacar es la generalización espontánea del movimiento y su crítica en los actos a la totalidad del modo de vida capitalista-neoliberal: expropiación y repartición en masa de mercancías de grandes capitalistas (supermercados, centros comerciales, farmacias, bancos, etc.), destrucción de infraestructura estatal (comisarías, edificios municipales, etc.), repudio masivo a los cuerpos represivos del Estado en un contexto “democrático” (carabineros, policía de investigaciones y milicos), y un esbozo intuitivo de crítica a la totalidad de la mercantilización de todos los aspectos de la vida cotidiana (no hay una “demanda” o “reivindicación” concreta, se quiere “cambiar todo”).

-El rol dinamizador que ha jugado y juega el proletariado juvenil, con su intransigencia programática y combatividad subversiva a toda prueba.

-Las protestas salvajes efectivamente constituyeron un daño cuantioso a la propiedad privada de los grandes capitalistas de este país: este fue el verdadero motivo de que el Estado pusiera los milicos en las calles. Esto horrorizó a la clase dominante-capitalista.

-Otro aspecto que nos ha llamado profundamente la atención es la proliferación de núcleos que practican de manera extendida la violencia ofensiva y la autodefensa contra las fuerzas represivas del Estado en las manifestaciones –tanto en el “centro”, como en los barrios periféricos-. Existe algo como “violencia proletaria de masas difusa”, que se coordina de manera solidaria en medio de las barricadas, que hace innecesaria –al menos, por ahora- cualquier tipo de especialización o profesionalización de esta actividad por grupúsculos. Hasta el momento, esto ha sido bastante efectivo.

-La fractura del aislamiento y la incomunicación a que somos sometidos a diario en este sistema que se manifiesta en: solidaridad espontánea de clase y comunicación social por fuera de los roles previamente prefabricados.

-A pesar del “Estado de emergencia”, del toque de queda, y de los milicos en las calles, el proletariado no ha tenido miedo y no ha abandonado la lucha pese a la brutal represión que ha cobrado un número aún desconocido de asesinados/as, torturados/as, desaparecidos/as y encarcelados/as. Al momento de escribir estas líneas se ha anunciado en muchas regiones, incluyendo la Región Metropolitana, el cese del toque de queda, por la presión social del proletariado que no lo ha respetado en absoluto y que manifiesta un odio visceral a los milicos.

-Pese a todos los esfuerzos del Estado por volver a “cierta normalidad” y de la difamación de los medios masivos de comunicación, ésta ha sido imposible de restaurar, ya que nuestra clase a continuado protestando a diario sin necesidad siquiera de “pedir permiso” para hacerlo –todas las manifestaciones han sido “ilegales”-.

-La realidad de la lucha ha desbordado los intentos de “espectacularizar” la revuelta de la prensa: el proletariado a reconocido que la función social-esencial de la prensa es distorsionar los hechos y montar un relato afín a los intereses de la clase dominante –los/as periodistas son los “voceros” del capital-.

-El movimiento, en el contexto de la revuelta, se está dotando –embrionariamente- de órganos de lucha con arraigo territorial, en base a la conformación de asambleas autoorganizadas de vecinas y vecinos, que se encuentran en diversos barrios y poblaciones construyendo desde abajo una perspectiva anticapitalista que se contraponga a la precarización de la vida. Consideramos estos espacios de asociatividad proletaria estratégicos para conformar una comunidad de lucha, debido a que expresa la necesidad de autoactividad por parte de los/as mismos/as proletarios/as de manera autónoma a cualquier intervención externa a ellos/as mismos/as.

-Un sector importante del proletariado ha rechazado en bloque las propuestas de “reformas” con las que el gobierno ha intentado apagar el fuego de la revuelta: son consideradas migajas indignas, lo que tiene al Estado en jaque, al menos, hasta el momento.

-No existe ningún “sector político” capaz de autoproclamarse representante y ente válido para dialogar con el gobierno: cuestión que tiene a la burguesía desconcertada. Es una revuelta sin líderes. De ahí, “lo anárquico” de este movimiento.

Las contradicciones y los límites que las minorías revolucionarias deben combatir en el seno del movimiento

-Durante las megamarchas efectuadas el día viernes 25 de octubre, que solo en la ciudad de Santiago convocaron según cifras oficiales a más de 1.500.000 manifestantes, se expresó masivamente un sentimiento de identificación patriótica y de unidad nacional, en detrimento de una perspectiva de clase del conflicto social. Ejemplo de esto fue la proliferación de banderas chilenas –que habían estado ausentes- y un ambiente festivo y pacifista que prevaleció durante toda la jornada, siendo esto valorado por el mismo gobierno como una oportunidad que “abre caminos de futuro y esperanza”.

-El titubeo que han demostrado ciertos sectores organizados del movimiento obrero de participar de la revuelta –por ejemplo, los mineros de la empresa estatal CODELCO y los sindicatos pertenecientes a la Coordinadora Nacional de Trabajadoras y Trabajadores NO+AFP-, con la digna excepción de la Unión Portuaria de Chile (UPCH) y el gremio de la construcción agrupado en el combativo sindicato SINTEC: lo que no ha estado exento de contradicciones, límites y un desarrollo desigual dependiendo de la ubicación geográfica.

-El eco que en ciertos sectores sociales ha hecho el rumor esparcido por la prensa y el gobierno de que existe una oleada de saqueos que tiene como objetivos casas de particulares y pequeños negocios –los que han sido casos muy particulares y poco numerosos-. Esto se ha expresado en el fenómeno de los “chalecos amarillos”, vecinos/as organizados/as en cuadrillas que defienden sus barrios de inexistentes saqueadores. Esto es peligroso porque es caldo de cultivo para corrientes ultraderechistas-neofascistas y porque enfrenta a proletarios/as contra proletarios/as.

-La existencia de militantes de partidos tradicionales y de la “nueva izquierda” –que es más de lo mismo- en las asambleas y cabildos autoorganizados, que intentan cooptar y suplantar la autodirección del movimiento para imponer sus posiciones y convertirse en interlocutores válidos para negociar con el poder.

-A pesar de los grandes saltos cualitativos que ha dado el movimiento en su vasta extensión, no ha podido cuajar y consolidar una lectura claramente de clase, debilidad que demuestra una gran tarea pendiente que debe ser subsanada por la proyección del movimiento. Esto ha significado, sobre todo desde las megamarchas, el resurgir de una identificación como “clase media” de algunos sectores del proletariado promovida por los partidos del orden y los medios masivos de comunicación.

-La revuelta encontró a las minorías revolucionarias desorganizadas y fragmentadas, lo que, sin embargo, no significó que participaran de inmediato en el movimiento, intentando brindar orientaciones por medio de los actos y la propaganda, a pesar de sus limitados medios. La izquierda y el leninismo en general no se quisieron mezclar con los incontrolados, se desmarcaron de la revuelta, e incluso sus sectores más tradicionales condenaron los saqueos a grandes empresas, y tardaron al menos tres días en demostrar su presencia en las calles. Esto pone de manifiesto la necesidad de constituir un movimiento abiertamente anticapitalista que agrupe a los sectores más radicales de la clase.

Perspectivas provisionales

Pese a lo que ocurra en el desenlace de esta gran coyuntura, es claro que se ha producido una ruptura irreversible, una grieta, que marca un cambio de época para nuestra clase en esta región. Lo que han vivido en estos días miles y miles de proletarios/as sin previa experiencia de lucha, difícilmente podrá ser borrado de la memoria combativa de nuestra clase. Esta revuelta ha brindado una oportunidad única que no debe ser desaprovechada: ha quedado claro que solo luchando se imponen las reivindicaciones y las mejoras concretas en las condiciones de vida del proletariado. Nos hemos dado cuenta de nuestra propia fuerza. La revuelta generalizada, anuncia la posibilidad latente de un cambio revolucionario posible, de la reconciliación de la especie humana consigo misma y su entorno natural, a pesar del previo desprecio que manifestaban sectores del entorno subversivo de nuestra región –con discursos del tipo “humano=plaga” o que el “pueblo está muerto”-. El proletariado no ha muerto, no somos solo capital variable, tenemos un enorme papel que desempeñar para liquidar este mundo capitalista y ha quedado demostrado en la práctica. Por ahora, la lucha continúa en la calle y en las asambleas contra el pacto social que nos quieren imponer y la recuperación reformista. Esta revuelta cuestionó intuitivamente los cimientos de la estructura social capitalista y eso no se podrá borrar de la memoria histórica. Nosotros/as vamos más allá, vamos hacia la vida.

Algun@s Proletari@s en lucha de la Región chilena

Mañana del sábado 26 de octubre – Primavera subversiva del 2019