Oleada mundial de revueltas y situación revolucionaria

Este texto es un intento de profundizar la comprensión de la fase actual de la lucha de clases y al mismo tiempo es una expresión de cómo este esfuerzo es el resultado de la comunicación y discusión internacional que están haciendo minorías del proletariado en diferentes latitudes del mundo.

1) Creemos que estamos viviendo un período bisagra que acaba con el fuerte período de reflujo que se vivió en la década de los noventa del siglo XX. Período anticipado por las luchas del 2001 en Argentina, Ecuador, Bolivia, 2006 en Oaxaca, 2008 las revueltas por el hambre, hasta el 2011 mundial y su continuación en el 2013 en Brasil y Turquía.

2) Nos parece importante diferenciar entre la entrada en un período histórico de revolución social y que estemos ante situaciones revolucionarias. Creemos que estamos en el inicio de lo primero pero falta aún mucho para lo segundo. Es decir la crisis cada vez más fuerte del capitalismo, el desarrollo de cada vez más humanidad superflua, la crisis de la valorización, etc. van a obligar a los proletarios a luchar en defensa de sus condiciones de vida y a activar luchas cada vez más contundentes y radicales. En este sentido vivimos el inicio de un proceso de polarización social a nivel mundial.

3) Estas luchas tienen un carácter sincrónico y mundial. Tienden a alimentarse unas con otras y la dinámica será cada vez más ésta.

4) Pero estamos ante una oleada de revueltas, rebeliones, etc. No son revoluciones o situaciones revolucionarias donde podamos invertir la praxis del capital, donde estemos en disposición de desarrollar un ataque al capital y a sus relaciones sociales para poder imponer en alguna región del mundo la dictadura del proletariado contra el capital y el Estado. En nuestra opinión aún falta mucho para esto.

5) Por eso hay que leer lo que está sucediendo no como una fotografía sino como una película que conocerá flujos y reflujos. Pero es una película cuya trama es la de la polarización social cada vez más intensa y concentrada. El desarrollo de bloques sociales cada vez más  antagónicos.

6) Pensarlo como una película y no como una fotografía nos ayuda a pensar la dinámica en curso y que una de las tareas más importantes que tenemos minorías como las nuestras son las de la clarificación programática a través del estudio de las lecciones del pasado, la de la coordinación y comunicación internacional entre diferentes grupos… Este tipo de cuestiones son decisivas. Hoy no se trata de realizar una insurrección victoriosa que acabe con el capital en los lugares más avanzados de la revuelta en curso (Chile e Irak) sino tratar de desarrollar al máximo los niveles de autoorganización y autonomía de clase tal y como existen (y que son una repetición fractal, impresionante, de las revueltas y revoluciones del pasado, ver las imágenes de la Plaza Tahrir en Bagdad es algo increíble) y sobre todo realizar una defensa intransigente de nuestras posiciones comunistas y anárquicas, por ejemplo en Chile la crítica a la asamblea constituyente.

7) La defensa de estas posiciones será decisiva de cara a los procesos futuros venideros. Creemos que estamos en el inicio de un período histórico que irá radicalizándose cada vez más y se irá internacionalizando también con más fuerza. Por eso nos repetimos tanto en que es importante como pensamos la dinámica en curso como una película y no como una fotografía, como decíamos más arriba. No se trata de obsesionarse ahora por la insurrección o por los reflujos de los procesos que se viven y se van a vivir necesariamente, como en Ecuador, sino pensar la dinámica en curso, y esta dinámica es revolucionaria, es hacia niveles de antagonismo social cada vez más intensos.

8) En este sentido, sí, creemos que estamos en el inicio de una nueva época de revolución social. Una  época caracterizada aún solo por revueltas y rebeliones y aún no por situaciones revolucionarias en medio mundo como sucedió hace cien años, en 1919. Estamos en el inicio de una época de revolución social y de oleada revolucionaria como la que atravesó el mundo de 1910 a 1937 (sobre todo de 1917 a 1921) o de 1968 a 1980. Y esta oleada va a continuar y desarrollarse con cada vez más fuerza.

9) Como decíamos más arriba un aspecto que destaca de la actual oleada es la enorme extensión de la sincronización internacional de las revueltas en curso. Por eso creemos que podemos afirmar que la tendencia a la internacionalización de las luchas por parte del proletariado mundial será cada vez más fuerte. Es muy emblemático pensar la actual sincronía en relación a los inicios de las oleadas revolucionarias anteriores, en 1917 o 1968. Sin duda este es uno de los elementos más destacados e importantes del actual seísmo de la lucha de clases. Contra todos los negadores del internacionalismo, la lucha del proletariado será cada vez más internacional.

10) Lo más importante ahora es como se pueden dar las líneas asintóticas que comuniquen el aprendizaje revolucionario del proletariado en lucha y las lecciones programáticas del pasado llevado a cabo por minorías. Es decir como el proletariado se puede constituir en clase, en partido, ir alcanzando una claridad, a partir de su propia experiencia, que le lleve a desplegar su antagonismo contra el capital y

el valor en sus múltiples formas. Y para eso es fundamental el papel de minorías como las nuestras, como parte de la clase, nuestra participación en los momentos de las barricadas pero también en los momentos de balance, en el flujo de la lucha de clases pero también en

los reflujos que se sucederán. Por eso iniciativas como las que estáis haciendo allá son tan importantes. ¿Cuál es el papel que podemos tener las minorías revolucionarias? Es sin duda uno de los aspectos más débiles en que nos encontramos en esta nueva oleada de lucha de clases internacional. Concretamente esto significa como podemos reforzar la centralización y el debate en torno a posiciones, de experiencias, de balances… entre los diferentes grupos de las comunidades de lucha en los que tienden a organizarse los proletarios revolucionarios e internacionalistas. Y esto implica, en última instancia, fortalecer el papel de la teoría revolucionaria a la hora de saber cuál es la naturaleza del capital para romper con él, el reconocimiento del hilo discontinuo de la historia de nuestra clase y de las lecciones que se pueden extraer de las revoluciones y contrarrevoluciones del pasado y ahondar y profundizar en el papel que las minorías podemos tener desde dentro de los movimientos de clase actuales y futuros en criticar las debilidades de nuestra clase y tratar de impulsar adelante los movimientos prácticos y la clarificación en torno a los objetivos generales e históricos del proletariado. Estos aspectos nos parecen decisivos hoy.

11) Siempre hemos insistído en que nos parece muy importante tratar de analizar las relaciones de fuerza entre las clases. En última instancia un período de contrarrevolución es una época marcada por la paz social y el triunfo absoluto del capital. Son los tiempos normales del capital, de su fetichismo mercantil y de su lógica democrática. Períodos que fueron interrumpidos por períodos de lucha de clases intensos, como las oleadas revolucionarias que mencionábamos más arriba. Por eso, sí, creemos que estamos saliendo de un período de contrarrevolución y de reflujo social intenso como el de la década de los noventa. Ahora bien no existe una línea de demarcación neta entre revolución y contrarrevolución, sobre todo hay que saber que la revolución convive siempre con la contrarrevolución, que las luchas actuales despiertan la contrarrevolución por doquier por parte de la burguesía.

12) Dicho esto es muy importante como los revolucionarios analizamos las épocas de contrarrevolución para distinguirla de la actual. Como decíamos estamos ante el inicio de una época bisagra que deja atrás la fase de reflujo contrarrevolucionario de la década de los noventa. Período que ya fue anticipado con toda una serie de luchas a principios de siglo y sobre todo en el 2008-2013. En cualquier caso, la contrarrevolución de la década de los noventa, que nunca fue absoluta, se puede ver en como se debilitó la perspectiva de superar el capitalismo a través de un proceso revolucionario que coadyuvase a la consecución de la comunidad humana frente a las sociedades de clase. Este es el elemento principal de la contrarrevolución de los noventa y que todavía ondea como una pesada sombra sobre las debilidades de nuestra clase en las luchas actuales. En cualquier caso, no creemos que se pueda comparar el reflujo de los noventa con el que se inauguró a finales de los años veinte y en la década de los treinta del siglo XX, cuando era «media noche en el siglo», y la contrarrevolución se afirmó a través de los regímenes gemelos del fascismo, el estalinismo y los New Deal socialdemócratas. Contrarrevolución que redujo a algunos puñados de minorías aisladas las estructuras proletarias y de clase de la oleada revolucionaria anterior.

13) En fin, nos es muy útil este tipo de correspondencia, para poder aclararnos comúnmente. Esperamos poder haber aclarado algo, nos parece, en definitiva, que estamos solo en el inicio de una nueva época histórica marcada por la revolución social, por la polarización social que despertará antagonismos entre las clases cada vez más fuertes y virulentos. Este es el terreno fértil para que nuestra clase se construya como partido, clarificando su perspectiva histórica: su negación como clase para negar el capital y sus relaciones sociales. Pero para eso aún queda bastante, como decía Marx tras una primera oleada europea de luchas internacionales que él vivió (la de 1848): “Mientras nosotros le decimos a los obreros: tienen que atravesar 15, 20, 25 años de guerras civiles para cambiar la situación y prepararse ustedes mismos para ejercer el poder, se les dice: tenemos que tomar el poder de inmediato, o nos podemos ir a dormir».

Barbaria – Enero 2020

Vamos hacia la vida: sobre la COP25

«No queremos regresar a la normalidad, porque la normalidad era el problema» – Pinta realizada durante las protestas callejeras en Hong Kong

Octavilla repartida el 6 de diciembre de 2019 contra la cumbre de la COP25, organizada en Madrid por el gobierno de Pedro Sánchez para evjtar el foco internacional sobre la represión de la revuelta en Chile. Aquí el .pdf distribuido en la manifestación.

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Vamos hacia la vida

Contra el capital y su danza de muertos, nosotros vamos hacia la vida.

Vamos hacia un ciclo de luchas cada vez más intenso y profundo, cada vez más internacional, que tiene una y la misma raíz: la necesidad de defendernos como especie contra un mundo que se está agotando.

Esta revuelta no tiene nada que ver con los libros, ni con los planes educativos, ni con las campañas publicitarias que apelan a la responsabilidad ciudadana. No es una revuelta que mire a los gobiernos para exigirles un mejor comportamiento, una gestión de nuestra miseria un poco más social, un poco más verde. Es una rebelión generalizada por la vida, contra un sistema que al mismo tiempo que expulsa trabajo y nos convierte en población sobrante, destruye a un ritmo exponencial la biosfera para alimentar a sus máquinas y producir más mercancías: dinero para generar dinero para generar dinero, caiga quien caiga.

Esta huida hacia adelante del capital no puede detenerla ningún Estado, porque el Estado sólo puede administrar unas relaciones sociales que se están pudriendo por dentro. La izquierda y la derecha poco importan en ello: Piñera y Sánchez trabajan codo con codo para garantizar la paz social. Allí torturan y asesinan a nuestros compañeros de clase. Aquí, para la cumbre de la COP25, construyen una jaula de oro desde la que hacer cantar a algunos pájaros debidamente domesticados.

Pero la burguesía está desconcertada.
La burguesía tiene miedo.
La burguesía tiene razón.

Desde Francia a Hong Kong, desde Haití a Ecuador, desde Irak e Irán a Chile, una oleada de luchas está atravesando el planeta, y sólo es el comienzo. Nos levantamos contra un mundo que subordina toda forma de vida a la producción de cosas muertas. Nos levantamos contra un sistema social que da de comer a las máquinas mientras nos mata de hambre. Es la lógica del capital que sufrimos como especie, pero que sólo podemos destruir como clase: la única respuesta a la catástrofe capitalista es la revolución internacional contra la mercancía y el Estado, por la comunidad humana, por la vida, hacia la vida.

Que tiemblen de miedo.

[SU CAPITAL N° 26] Guerra social y contrarrevolución en el Kurdistán II

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Lucha proletaria contra el horror del capitalismo islámico, guerrillerismo y miseria de la gestión del capitalismo pintado de rojo, verde y morado

 En esta segunda parte cortaremos los últimos flecos o, si se prefiere decir así, profundizaremos en algunos aspectos fundamentales para la crítica revolucionaria sobre, el ya pasado de moda, fenómeno rojavista- kurdistanista- estalinista.

Seguimos insistiendo que en términos históricos el proletariado kurdo es un referente, a pesar del nacionalismo, el tribalismo, las jefaturas y la separación de las comunidades por religión o etnia. Además de ser un ejemplo que se puede extrapolar a otras épocas y regiones, es el referente de tentativa insurreccional proletaria más claro del siglo XXI. Claro está como en toda tentativa revolucionaria tenemos que hablar de lo que la convierte en tentativa, la contrarrevolución. Que en este caso es cualitativamente más interesante de analizar que los meros mecanismos de bombardeo masivo, cierre de filas burgués y apagón mediático. Así que seguimos pensando que esta segunda parte y la primera anterior sobre la guerra social en el Kurdistán es una labor que alguien tiene que hacer.

 Sin ningún lugar a la duda debemos reconocer la ardua, dolorosa y agotadora lucha contra las fuerzas burguesas más sanguinarias del islam que por razones históricas ha recaído cuantitativamente más sobre el proletariado kurdo, más que nada porque otras comunidades han sido numéricamente diezmadas por siglos de represión. Del lodazal del sicariato más pobre del Estado Islámico más sanguinario los kurdos se han elevado moralmente, de forma literal por la lucha contra el estado y la burguesía islámica. Al principio por proteger sus costumbres y sus jefaturas tribales. Pero dando paso a una lucha social que está a la vanguardia del proletariado en la región y es un ejemplo inspirador para otros rebeldes.

Eso no quita que el guerrillerismo leninista allá hecho presa fuertemente en las mentes y los corazones del proletariado. El tan sano odio al Estado y en particular Estado turco compartido por todos los pueblos de la región, de alguna manera como ha sucedido en otras regiones, ha hecho ocultar él porque o mejor dicho el para qué de la lucha. El guerrillerismo se centra en lo inmediato, en la necesidad perentoria del proletariado de vengarse, de vengar su propia muerte, de calmar su dolor, pero oculta el porqué de la forma de actuar de la burguesía. Sigue leyendo

REVUELTA INTERNACIONAL CONTRA EL CAPITALISMO MUNDIAL

La revuelta proletaria ha explotado a lo largo del mundo confluyendo violentamente en diferentes rincones del mismo. Chile, Ecuador, Irak, Haití, Francia, Líbano, Hong Kong, Colombia, Bolivia, Honduras, Argelia, Sudán… son algunos de los lugares donde en estos últimos meses hemos salido a las calles desatando toda la cólera acumulada durante años. Bastó el anuncio de una subida del subte en Chile, de la tasa de combustible en Francia, del precio del pan en Sudán, un impuesto en las llamadas por redes sociales y en la gasolina en Líbano, o que quitaran los subsidios al combustible en Ecuador, para que como en Irak o Haití, saliéramos desesperados y furiosos ante la imposibilidad absoluta de vivir.

La insaciable sed de ganancia de la burguesía mundial está llevando a la vida en la Tierra a límites inimaginables, la contradicción entre las necesidades de valorización y la vida humana explosionan desde hace años en revueltas que hoy, con la concentración en el tiempo de decenas de revueltas, anuncian una nueva agudización del antagonismo de clases a nivel internacional. Cada barricada, cada protesta que se alza contra los sucesivos aumentos de nuestra explotación, cada corte de ruta, cada saqueo, es un llamamiento del proletariado mundial a luchar contra el deterioro de nuestras condiciones de vida, a extender y afirmar la negación de este mundo, a empuñar y levantar de nuevo la bandera de la revolución social.

Lo que nos anuncian las revueltas que hoy se generalizan por el mundo capitalista no es otra cosa que la reemergencia del proletariado, el regreso del viejo topo que nunca dejó de cavar. La llamada primavera árabe, la revuelta social en Grecia, en Turquía, en Ucrania, o las recientes luchas en Brasil o Venezuela, eran la antesala de un movimiento internacional e internacionalista que hoy lleva el miedo a todos los representantes del capitalismo mundial e insufla esperanzas y fuerzas a los proletarios de todo el planeta.

Desde el gobierno de turno que ejecuta las medidas que imponen las necesidades económicas y suponen siempre una subida de los precios de lo imprescindible para vivir; desde el patrón que nos explota directamente en el trabajo sacándonos nuestra última gota de energía; desde el mercado que nos arroja al desempleo en un mundo en el que si no tienes billetes en el bolsillo sobras y vas directo el matadero; pasando por el banco, o mejor dicho, por los bancos mundiales que aumentan nuestro grado de explotación con todo tipo de medidas de expoliación que hace que esos mismos billetes valgan cada vez menos en nuestras manos; desde cada chute más de ganancia que ejecuta la burguesía mundial a costa de envenenar el aire, el agua, la tierra, nuestra sangre o lo que comemos, pasando por todas esas innumerables organizaciones, sindicatos y partidos de izquierda y de derecha que representan “alternativas” al interior del capital y que sirven para perpetuarnos en nuestra condición de esclavos… a todos y cada uno de ellos van siendo señalados por el fuego de la revuelta como responsables de nuestros sufrimientos, como representantes del capitalismo mundial.

La potencia que ha mostrado nuestra clase en estos meses ha conseguido trastocar incluso los encuadramientos que en algunos lugares la burguesía lograba imponer para fagocitar nuestra lucha. En Hong Kong, el encuadramiento interburgués recula por la fuerza de la lucha internacional que arrincona algunas de las consignas de nuestro enemigo y determina a los proletarios a delimitarse de las mismas. Hasta en Cataluña, donde el nacionalismo parece omnipotente dirigiendo un espectáculo que arrastra al proletariado a negarse como fuerza revolucionaria, han aparecido consignas y prácticas de minorías que expresan que la fuerza revolucionaria sólo se abrirá paso fuera y contra la trampa de las banderitas nacionales.

Claro que, dicho todo esto, subrayando la importancia histórica de lo que estamos viviendo y que tiende a afirmarse en la práctica como movimiento proletario internacional e internacionalista frente a todas las tentativas de la burguesía por reprimirlo, ocultarlo, canalizarlo, deformarlo, fraccionarlo… no dudamos ni un momento que no es más que el comienzo de un proceso largo y complejo. Es difícil predecir los pulsos y desarrollos que tendrá, las idas y venidas, pero indudablemente avanza ya hacia una confrontación cada vez más internacional y generalizada, cada vez más violenta, cada vez más decisiva.

Si bien estamos ya reventando de hambre, enfermando de todas las maneras posibles y asfixiándonos por todo lo que da empuje a la economía a costa de nuestra vida y la de nuestro planeta, lo que está por venir es todavía peor. La catástrofe capitalista que se viene encima es incomparable con lo que se ha vivido hasta ahora. Las insaciables necesidades vitales de la economía capitalista piden sacrificar al ser humano y a todo lo viviente en el altar de la ganancia. Pero los proletarios hemos retomado la vía que abre la puerta a otro futuro: la pelea, la lucha intransigente por imponer una transformación radical, el ataque a las diversas instancias y representantes del capital, la afirmación en las calle de innumerables rincones del mundo de la comunidad de lucha contra el capital.

Ante la fuerza de la revuelta internacional, el capitalismo mundial responde como no puede ser de otra manera, con todo su arsenal terrorista. Durante estas semanas de protestas la democracia del capital nos recuerda que su dictadura es la más brutal que ha conocido la humanidad. Policías, antimotines y milicos salen a llenar de sangre las calles, a destrozar cuerpos, a encerrarnos, a asesinarnos, a dejarnos sin suministros y sin abastecimiento para hacernos recular, para meternos el miedo y que abandonemos las calles, para mostrarse invencible. Centenares de muertos, decenas de miles de detenidos y encarcelados, hombres, mujeres y niños mutilados y torturados por las armas que usan contra nosotros, ciudades y barrios desabastecidos para que regresemos a nuestras casas y se añore la vuelta a la tranquilidad de los cementerios.

Pese a que en algunos lugares tratamos de responder a todo ese terrorismo creando ollas y cocinas comunitarias, albergues, espacios para cuidar a nuestros hijos más pequeños mientras otros pelean en las calles, centros para tratar a los heridos y refugiar a compañeros, y también respondemos con la violencia revolucionaria, tomando por la fuerza lugares de abastecimiento, atacando a los medios de comunicación del capital, consiguiendo y repartiendo armas con las que defendernos y atacar al terrorismo del Estado, intentando que el miedo cambie de campo, intentando responder a su terrorismo expresándonos como comunidad de lucha, como comunidad solidaria, lo cierto es que aún no tenemos la fuerza suficiente para responder como se necesita al terrorismo del Estado. Es cierto, los milicos y todo su arsenal asesino no nos ha hecho retroceder, y la resistencia en las calles nos llena de determinación y coraje. Sin embargo, cuando el ejército sale a las calles a desplegar todo su terror, pese a la existencia de minorías que mantienen el pulso de la lucha y tratan de dar directivas, todavía somos incapaces de dar un salto cualitativo que cristalice en insurrección. La necesidad que hoy se nos plantea en cada revuelta es cómo profundizar y desarrollar esa insurrección.

Tenemos que retomar la senda del pasado, recordar lo que hicieron nuestros hermanos de clase entonces, cómo se cristalizaron las insurrecciones pasadas que lograron desestabilizar al Estado. Tenemos que recordar cómo se desestructuró a los cuerpos represivos, cómo se descompusieron los ejércitos, cómo enormes franjas de milicos se negaron a disparar contra la revuelta o más aún, se pasaron con la armas a su lado. La descomposición del ejército siempre fue y será un salto de calidad fundamental en toda revuelta proletaria.

Tenemos también que retomar la creación de estructuras para el abastecimiento, para la autodefensa, organizar el asalto a los centros de armamento para cristalizar las necesidades insurreccionales del enfrentamiento. Pero también necesitamos saber cuándo replegarnos en los momentos en los que la correlación de fuerzas nos es desfavorable, manteniendo la fuerza colectiva para evitar que el Estado nos barra. A veces puede ser necesario el repliegue, que no el abandono, para estructurarse, ampliar el asociacionismo y la estructuración proletaria internacional. Necesitamos también sacar a los presos, a los detenidos, etc. Pero sobre todo necesitamos que todo esto sea materializado como expresión y dirección de nuestra comunidad de lucha contra el capital. Toda tentativa de eludir la necesidad insurreccional y desarrollar en su lugar una guerra entre aparatos, o la de escindir de la propia comunidad de lucha la organización de la violencia como tarea de específica de un grupo guerrillero, son caminos que liquidan la fuerza que estamos generando. Como lo son también todas las peticiones de derechos humanos, o las exigencias de dimisiones de responsables del Estado, formas de integración democrática. Sin embargo, estamos convencidos de que nuestra comunidad de lucha aprenderá no sólo de su propia experiencia actual, sino que esa misma experiencia le hará reencontrarse con su propio pasado para buscar las formas de asumir estas necesidades. Como en Irak, donde los proletarios lanzan consignas refiriéndose a la insurrección de 1991.

No podemos obviar que el orden social existente no sólo combate nuestra lucha con balas y milicos que se lanzan contra las barricadas, sino con un conglomerado de ideologías y fuerzas que maniobran para destruir toda contestación social. Y lo que es más peligroso, esas mismas fuerzas, aprovechando nuestras propias debilidades y límites actuales, se presentan como parte de nuestra comunidad de lucha, llevando a muchos sectores de nuestra clase a identificarlas como tal. Las “soluciones” nacionales o nacionalistas, los espectáculos de asambleas constituyentes, los pedidos de depuraciones democráticas o cualquier otra reforma al interior del Estado son balas más dañinas que las que tiran los milicos, pues van dirigidas al corazón de nuestro movimiento. De nuestra determinación a contraponernos y enfrentarnos a esas fuerzas de la contrarrevolución depende la perspectiva revolucionaria, el latido de ese corazón comunitario.

No hay que olvidar que también es fundamental asumir todas una serie de tareas en los lugares donde la paz social no se acaba de romper. Claro que las mismas no tienen nada que ver con limitarse a la cuestión antirrepresiva o/y movilizaciones en embajadas y consulados que son terreno abonado para discursos reformistas y de derechos, con quejas y condenas contra los “excesos del Estado”. Ni por supuesto con defender la revuelta en tanto “pueblo que no aguanta mas” y que es “reprimido brutalmente”. Estas prácticas permiten precisamente a fracciones progresistas liquidar la verdadera solidaridad de clase, hacer de la revuelta y su necesidad algo de otros lugares, ajeno, lo que justifica negarla en su propio territorio defendiendo la paz democrática y los llamados a votar al mal menor. Por el contrario, la solidaridad de clase defiende la revuelta como expresión de nuestra comunidad de lucha contra el capital, como una misma lucha contra un mismo enemigo mundial. Claro que, las necesidades y tareas que se pueden asumir en los diversos lugares viene condicionada, no por la voluntad o determinación de grupos militantes, sino por la correlación de fuerzas locales. Desde luego es necesario crear instancias y comités de solidaridad, para centralizar y difundir las distintas informaciones de la lucha, así como lo que se realiza al interior de la revuelta (la sociabilidad, los saqueos, la organización comunitaria, la autodefensa, los comunicados compañeros etc.), para contraponernos a las mentiras de los medios de comunicación, a las canalizaciones socialdemócratas; para crear redes de ayuda con los refugiados, etc. En definitiva, hay que impulsar la estructuración de nuestra comunidad de lucha internacional, buscar formas de satisfacer las necesidades que se nos plantean en la lucha y saltar los obstáculos que nos encontramos.

La revuelta proletaria que hoy pone patas arriba al capitalismo mundial deja en evidencia, frente a todos los que quieren hacernos creer que la revolución es imposible, que la única alternativa del ser humano al capitalismo es la revolución mundial. La propia lucha y lo que cristaliza, nos da la certeza de que la humanidad puede destruir esta forma de vivir basada en la comunidad del dinero, mandarla al basurero de la historia, y desarrollar una nueva sociedad basada en la comunidad humana y su unidad inseparable con la Tierra.

¡Desde diferentes países y distintos escenarios, una misma lucha contra el capitalismo!

¡Organicemos internacionalmente nuestra comunidad de lucha!!

Afuera y en contra de sindicatos y partidos

¡A profundizar la lucha contra las relaciones sociales capitalistas!

Proletarios Internacionalistas

ACCIONES DE SOLIDARIDAD INTERNACIONAL CON LOS PROLETARIOS EN GUERRA CONTRA EL ESTADO CHILENO, ECUATORIANO O CUALQUIER OTRO DESDE EL TERRITORIO BAJO CONTROL DEL ESTADO MEXICANO

En solidaridad con las revueltas en Latinoamérica, desde la región mexicana.

El llamado es claro, al estallido de la huelga general, la acción y lucha directa, asambleas territoriales, ollas comunitarias, saqueos y sabotajes; acciones que si bien no exentas de sus limitaciones, imponen las necesidades humanas sobre las del capital y la dictadura del valor. El estallido social que resulta de medidas y reformas económicas e incrementos en el transporte o bienes básicos, que precarizan la vida en las distintas regiones del cono sur, así como consecuencia de la miseria generalizada; impulsan al proletario a constituirse como clase revolucionaria y decidirse a tomar las riendas de su vida en lucha directa y antagónica a las normas mercantiles del Estado-Capital o reventar de hambre.

Los proletarios más conscientes de nuestra condición de clase sabemos la importancia de compartir y asumir su lucha como nuestra, acompañarlos en esta guerra de clases superando toda barrera nacional, sabemos que como sujetos históricos nos desenvolvemos bajo la misma dominación con distintas facetas y fronteras, compartimos la impotencia y las lágrimas, así como los breves momentos de victoria que de cualquier modo nos dejan una lección de vida para las futuras generaciones. En ese sentido una cantidad no definida de proletarios salvajes decidimos mandar nuestro gesto de solidaridad fraterna cortando las vías de comunicación y circulación mercantil en distintos puntos de la Ciudad de México, en el marco de una convocatoria global en apoyo a la causa de inicio. Sigue leyendo