“DEBERÍAN ESTAR MUY, MUY NERVIOSOS” *

No hay peligro de que en cualquier momento pueda estallar una guerra entre Estados Unidos y Corea del Norte (excepto accidentalmente; una posibilidad que no puede ser enteramente descartada). Pero, es significativo el hecho mismo de que los líderes de esos países amenacen abiertamente con usar armas nucleares, con embarcarse en una guerra total y causar la destrucción de un pueblo entero. No es sorprendente escuchar ese lenguaje furioso por parte del gobierno de Corea del Norte. Ha estado encubriendo su debilidad con fanfarroneos desde cuando podemos recordar. Pero es bastante alarmante que no suene sorprendente que el gobierno de Estados Unidos afirme la posibilidad de la destrucción total de un país. Por supuesto algunas cejas se levantaron pero no hubo un masivo grito global ante la locura total de ese escenario.

Ninguna guerra nuclear es inminente pero la guerra de palabras con Corea del Norte sirve para vacunarnos contra la idea de que eso es inconcebible. Nos están acostumbrando a la idea de que “el interés nacional” podría requerirlo, de que quienes se resisten a ello son débiles ó traidores. Es un signo más de la creciente trayectoria destructiva del mundo capitalista.

Como en una reyerta en un patio de escuela, el conflicto disminuirá. Pero no va a desaparecer. La posición de la clase gobernante de Corea del Norte es defensiva; su objetivo no es la expansión de su territorio ó de sus mercados, pero quiere permanecer en el poder. Su poder depende esencialmente del terror, de la militarización de toda la sociedad y de su aislamiento forzado del mundo exterior. Pero no depende sólo del terror: el orgullo nacionalista y el mito de David contra Goliat juegan un importante rol cohesivo. Para mantener esto, el gobierno de Corea del Norte tiene que permanecer en la posición de David, lo que significa que tiene que seguir desafiando a Goliat (los Estados Unidos). Sus pruebas de misiles tienen por lo tanto una doble función: Es un espectáculo para conseguir el apoyo en casa y una advertencia a los Estado Unidos, de que Corea del Norte no es Irak. De las dos funciones, la primera es probablemente la más importante.

Han sido impuestas sanciones económicas a Corea del Norte pero, como es usual, harán morir de hambre a los hambrientos, empobrecerán más a los pobres y causarán pocos inconvenientes a la clase gobernante. Esta última aparentemente está aceptando el precio de perder un tercio de sus exportaciones (si es que en efecto resultara ser tanto) para mantener el mito de David. Lo cual, del otro lado del océano, es el mito de un dictador loco que quiere destruirnos, lo que da a nuestros gobernantes el derecho de “hacer todo lo que sea necesario” para protegernos. Kim Jong-un necesita un enemigo externo pero Trump también lo necesita, para justificar el incremento militar y distraernos de la falsedad de sus promesas.

Así el espectáculo continuará, pero ¿seguirá siendo sólo un espectáculo?…

La dinámica subyacente del mundo capitalista en crisis y confrontado con una tensión creciente entre la acumulación de capital y la reproducción social, está llevando a cada vez más violencia y destrucción, tanto del medio natural como de sus habitantes no utilizables (para el capital). La causa de ello va más allá del estado mental ó la política de los líderes de turno, se encuentra en la misma lógica del capitalismo. La cuestión no es la locura de Kim y Trump sino la locura del sistema mismo, que debe ser derrotado para evitar que esas guerras de palabras se transformen en guerras de destrucción masiva.

Sander

Perspectiva Internacionalista

Nota

* Frase vertida por Trump en un discurso sobre Corea del norte, 10 de Agosto.

 

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