Revista Reapropiación: Sobre las jornadas de Mayo 1937 en Barcelona

Mucho se ha hablado y se ha escrito de la “revolución española”, de la “guerra civil española”, de las colectividades, de las “conquistas”, de las “traiciones”, de las milicias y de toda serie de cuestiones relacionadas con ese inmenso y generoso proceso revolucionario que se desarrolló en España en la década de los 30 del siglo pasado. Sin embargo, casi la totalidad de este vasto material proviene, de una u otra forma, de las diversas fuerzas e ideologías que contribuyeron a tumbar la enorme fuerza social que ese movimiento contenía. Nos estamos refiriendo no sólo a las posiciones más toscas realizadas por nuestro enemigo de clase (como pueden ser toda la propaganda franquista, republicana o estalinista) y que pese a todo siguen siendo las ideas dominantes, sino a las más sutiles y que son más peligrosas pues se nos presentan como revolucionarias. Efectivamente sigue siendo dominante en todas partes que lo que hubo en España fue una guerra entre franquistas y republicanos. Sin embargo también sigue siendo dominante oponer a esta visión otra visión del enemigo, otra serie de mitos y de falsificaciones que impiden precisamente reapropiarnos de las lecciones fundamentales de ese episodio de lucha. Y esto es lo más peligroso y trágico pues no hace más que balancearnos entre falsas oposiciones. Denunciar al frente popular y su política exculpando a la CNT o el POUM que fueron parte de él, criticar la militarización de las milicias obviando el proceso de sometimiento de las milicias a la guerra imperialista, criticar “la destrucción estalinista de las conquistas de la revolución” sin criticar su destrucción por la trampa antifascista, afirmar que los “comunistas” reprimieron a los “anarquistas”, reducir el problema a un problema de dirigentes, elogiar las colectividades obviando la continuidad de las relaciones de producción capitalistas… forma parte de toda una política de falsificación histórica. Sin romper con esta visión de la historia estamos abocados a defender intereses que no son los nuestros.

Las lecciones a extraer de la lucha de clases en España en la década de los 30 son amplias y notoriamente importantes. Si hemos elegido empezar con una fecha como mayo del 37 es porque es en ese momento donde más cristalino se ven las dos barricadas que forman la lucha por la revolución social, donde el proletariado más claramente se encuentra enfrentado a todos esbozando su autonomía de clase. La derrota del proletariado en España en mayo del 37 pone punto y final a la oleada de luchas internacionales que comenzaron en el año 1917 y abre la puerta a la masacre de la segunda guerra mundial en las que el proletariado dará su sangre por las banderas de sus enemigos.

En el presente número recogemos cuatro textos sobre las jornadas de Mayo de 1937 en Barcelona. Si hemos retomado estos textos es porque los consideramos los mejores balances realizados sobre estos hechos de los que se extraen lecciones muy importantes para la lucha del proletariado por abolirse como clase, por abolir definitivamente todas las clases sociales y constituir la comunidad humana.

“El frente popular contra los obreros de Barcelona” extraído de la revista “Bilan” escrito en Mayo 1937 y “Hacia una nueva revolución” de Los Amigos de Durruti escrito en Julio de 1937, se han seleccionado por ser las posiciones más claras que se expresaban en ese momento.

“Las jornadas de mayo de 1937” extraído del libro “Jalones de derrota, promesas de victoria” de G.Munis, fue escrito entre 1942-1946 y es un lúcido análisis de lo que se jugaba en el 37.

“De julio del 36 a mayo del 1937” de Agustín Guillamón se ha querido incluir por la importancia de los análisis de este compañero sobre estos acontecimientos, que se describen más extensamente en una gran parte de su obra, así como en el libro “Barricadas en Barcelona”, muy recomendable si se quiere ahondar más en este tema.

Se han incluido además, introducciones a estos textos, que son el producto de las discusiones que tuvieron lugar mientras realizábamos esta publicación, que deben entenderse como una contribución critica al balance de las derrotas de nuestra clase. Discusiones que esperamos continúen y sean ampliadas por otros compañeros una vez que esta haya sido publicada.

No pretendemos contemplar esta historia como quien mira un cuadro, Mayo de 1937, que hubiera sido pintado en un momento concreto en ese preciso instante, se trata de comprender estos hechos como una etapa en el movimiento por abolir las relaciones sociales capitalistas, que tiene su continuación en el presente.

Si esta experiencia, esta parte de nuestra historia ha sido tan ocultada, enterrada, manipulada aunque también mistificada y convertida en leyenda es precisamente por la importancia que cobra para entender la complejidad del enemigo al que nos enfrentamos y las lecciones que aporta de cara a enfrentarlo contando con un arma imprescindible, toda la experiencia acumulada.

Anteriormente otros compañeros han entendido y expresado la importancia de estos hechos y la necesidad de reapropiarnos de las derrotas del pasado y aprender de ellas de cara a reemprender la lucha. Como expresaron en 1973 los compañeros del MIL (Movimiento Ibérico de Liberación), a través de su editorial Ediciones Mayo del 37, en la introducción al texto de Camilo Bernieri “Entre la revolución y las trincheras”:

«El capital se enfrentaba al período de decadencia del sistema recurriendo a dos formas estratégicas aparentemente opuestas, pero al servicio de unos mismos intereses: en unos países, jugando la carta del fascismo (Alemania, Italia, Portugal..).; en otros, jugando la carta de la democracia y reuniendo entorno al programa del capital (New Deal, intervención directa del Estado en la economía) a todas las clases sociales (frentes populares). En España, la burguesía intentó al mismo tiempo las dos estrategias: por una parte el autoritarismo fascista (Sanjurjo 1932, Gil Robles 1933-1935, Franco 1936); por otra parte la “república democrática”, el frentepopulismo, la unión sagrada –en torno al programa político del capital- de la burguesía “avanzada”, de las capas medias y de las organizaciones obreras, desde la UGT y los estalinistas hasta la propia CNT-FAI.(…)

Es, este doble juego de la burguesía española, lo que explica que la insurrección franquista del 18 de julio de 1936 fuera algo más que un simple pronunciamiento militar, y que gozara indiscutiblemente de la complicidad tácita de la República del Frente Popular. Sin embargo, la respuesta absolutamente espontánea e irresistible de la clase obrera logró modificar la situación en 24 horas, sacando de su pasividad a las organizaciones obreras y rompiendo la sórdida hostilidad de la burguesía republicana que, según el propio Alcalá Zamora, no habría pensado en resistir a Franco sino hubiera sido impulsada a ello por las masas.

Los hechos hablan claro. Precisamente a partir del 19 de julio el proletariado, conjugando su lucha armada con la huelga general, logra llevar la lucha social a su más alto punto de tensión. Sólo a partir del 28 de julio, con la extinción completa de la huelga general, la aterrorizada burguesía republicana puede volver a pensar en adaptarse a la nueva situación, legalizando los hechos consumados, expropiaciones, reparto de tierras, control obrero, depuración del ejército y de la policía, etc…siempre y cuando estas conquistas acepten quedar supeditadas a las necesidades de la guerra antifranquista y el dejar así de lado, con el pretexto de la guerra, la necesaria destrucción del poder político de la burguesía: el Estado capitalista. Para garantizar la revolución no basta con que las masas estén armadas y hayan expropiado a los burgueses: es preciso que destruyan de arriba abajo el estado capitalista y organicen su propio sistema, es preciso que sean capaces de combatir las ideas representadas por los lideres estalinistas y reformistas con el mismo rigor con que atacan a los capitalistas individuales y a los líderes de los partidos burgueses. A partir de mayo 37, toda tentativa revolucionaria que no sepa ser fiel a tal experiencia se condena pura y simplemente a la inexistencia. Asaltar el estado, enfrentarse sin vacilaciones a la contrarrevolución estalino-reformista: tales son los rasgos distintivos de la revolución que se avecina.»

Y en 2007, con motivo del 70 aniversario de estos hechos, Proletarios Internacionalistas publicó un volante del que extractamos una parte que nos sirve de síntesis y de presentación a los hechos:

«España, mayo de 1937; la transformación de la guerra de clases en guerra imperialista va dando sus últimos pasos. Las estructuras del Estado que habían mordido el polvo el 19 de julio ante el torrente revolucionario, se encuentran ya a principios de mayo reconstruidas casi en su totalidad. La sagrada familia PSOE-PC-CNT y demás apéndices juegan el papel central de esta reconstrucción en la llamada zona republicana. Cataluña representa el último bastión donde el proletariado aun no ha sido sometido. El Estado decide que es el momento de intervenir.

Se provoca al proletariado irrumpiendo el 3 de mayo en los locales de telefónica en Barcelona que está en manos de obreros afiliados a CNT. La reacción generada en las calles deja a todos los burgueses pálidos. En un abrir y cerrar de ojos toda Barcelona y demás pueblos y ciudades catalanas se cubren de barricadas, como si ocultas desde el 19 de julio, un mecanismo secreto las hubiera sacado de golpe a la superficie. El gobierno republicano envía por un lado a dirigentes de la CNT y UGT para tratar de calmar y desarmar a los insurrectos, mientras, por otro lado moviliza a cinco mil guardias de asalto y tres navíos de guerra dispuestos a lanzarse sobre las barricadas. Será la CNT seguida por el POUM quien asuma el papel principal.

El pensamiento que desde meses atrás roía la mente y los nervios del proletariado en España se confirmaba. La CNT desde el otro lado de la barricada, auxiliada por el POUM, llamaba a los combatientes a retirarse. Desde todos los medios a su alcance (manifiestos, periódicos, comités, históricos combatientes como García Oliver o Federica Montseny…) se insistía en volver al trabajo, en abrazarse con los estalinistas, o en irse a casa a reflexionar. Mientras, los enfrentamientos comenzaban a dejar numerosa sangre obrera en la barricada.

No es de extrañar que, como decía Munis, en numerosas barricadas no se hablara de otra cosa que de fusilar a García Oliver mientras se quemaba el periódico Solidaridad Obrera que martilleaba con propaganda de colaboración antifascista. Sólo pequeños grupos como la agrupación de los Amigos de Durruti y la sección bolchevique-leninista quisieron impulsar y extender la lucha, pero poco a poco las barricadas van siendo abandonadas cuando no son sangrientamente retiradas. Como martillazos resonaba la propaganda gubernamental de la defensa de la democracia contra la dictadura armada de los obreros. Mucho antes, la CNT, adelantándose a las jornadas de mayo y preparando su colaboración abierta con toda la socialdemocracia del frente popular, así como su estreno en el gobierno republicano, ya había planteado públicamente la alternativa de o dictadura anarquista o colaboración antifascista, eligiendo rápidamente la segunda. En realidad se trataba de o dictadura proletaria o dictadura democrática, o imposición armada del proletariado contra la contrarrevolución o imposición armada de la contrarrevolución contra el proletariado. En mayo del 37 se planteó en toda su crudeza esta alternativa y venció la última. Represión, desaparición, explotación, asesinato y cárcel, pasó a ser la moneda corriente desde entonces contra los revolucionarios. La revolución estaba vencida y la burguesía podía regocijarse viendo la carnicería entre el polo fascista y el antifascista, capitalistas los dos. Si en Rusia fue el partido bolchevique el que aplastó la revolución, en España fue la acción conjunta del gobierno republicano PSOE-CNT-PC en un lado y Franco en el otro. Pesó mucho en el proletariado la ideología antifascista así como la incapacidad por parte de las pequeñas organizaciones revolucionarias de romper el aislamiento de la lucha y de plantear claramente las rupturas y los objetivos. (…)

Siempre tendremos presente que luchas como mayo del 37 servirán a la revolución social sólo si estructuramos esa experiencia histórica y la expresamos conscientemente en nuestra práctica como clase revolucionaria.

SEA FASCISTA O ANTIFASCISTA

¡LA DICTADURA DEL CAPITAL ES LA DEMOCRACIA!

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¿Por qué Reapropiación?

La lucha de nuestra clase contra el capitalismo, por la comunidad humana, entendida como un cuerpo en movimiento, con la experiencia de los golpes recibidos, de las caídas… ha de servir necesariamente para hacernos más fuertes. Por esa razón se hace necesario no dejar que se borren nuestras cicatrices.

Si algo hay que reconocer a la burguesía es su capacidad para aprender de la historia y mejorar sus técnicas de lucha contra su clase antagónica, el proletariado. Se prepara golpe tras golpe, aprende del pasado, utiliza nuevas y viejas formas de domesticación y canalización de las luchas, y prepara los mecanismos represivos que necesita para un nuevo periodo de luchas que inevitablemente se avecina, luchas cuyo motor no se diferencia de las del pasado, la contradicción entre las necesidades humanas y las de la economía, la contradicción cada vez más devastadora entre la vida en este planeta y la muerte que inevitablemente deja a su paso la dictadura capitalista.

Apoderarse de las luchas del pasado, reescribir cada pasaje de la historia según los intereses del capital, ha sido siempre una preocupación primordial de la burguesía para mantener su dominación. Lo que no ha sido ocultado, ha sido tergiversado, desfigurando nuestras luchas para integrarlas en el horizonte capitalista.

Nos encontramos así con que las revueltas que hicieron temblar los cimientos del capitalismo eran luchas por la democracia, por el fin del feudalismo, por la liberación nacional; que el comunismo por el que dieron sus vidas las masas proletarias no consistía en el aniquilamiento del trabajo asalariado, la mercancía y el Estado, sino que su esencia era el capitalismo adornado con banderas rojas, hoces y martillos; que el anarquismo era un ideal surgido en los cerebros de ciertos intelectuales, etc, etc… La burguesía nos cuenta así, de su puño y letra, nuestra propia historia, maquillada y puesta al servicio de la dictadura democrática del Capital, adaptándola para el consumo responsable de las masas. La revolución social se convierte así en un reajuste entre la ganancia burguesa y el salario, en el capitalismo ideal depurado de sus contradicciones soñado por el poder.

Esta negación de la historia, posibilitada por la derrota del proletariado, no hace sino prolongar los efectos de la derrota. Negada la historia se niega al sujeto, negado el sujeto se niega su historia. Ese es el objetivo permanente de nuestro enemigo que repite machaconamente desde todas partes y con todo tipo de voceros. Nos dan la democrática opción de elegir identificarnos entre tantos sectores sociales como formas de explotación existen. El proletariado ya no es una clase social constituida por todos los que solo tenemos nuestra fuerza de trabajo como único medio de vida, un ser histórico determinado por su condición a luchar por destruir el mundo que lo esclaviza. Eso, parecen decirnos, sería poco democrático, intolerante, iría contra la pluralidad de los ciudadanos, que deben poder elegir su identidad, igual que eligen cualquier otra mercancía; igual que eligen si morir de hambre en un parque o de frío en un banco. A ello contribuyen (consciente o inconscientemente, es indiferente) toda una serie de gurús que pululan por ambientes “contestatarios” que, incapaces de ver más allá de sus narizotas, repiten sin cesar cual papagayos que no existimos, que el proletariado no existe, negando el antagonismo de clase y desarmándonos. Presentándonos la historia de la lucha del proletariado como algo ajeno a la actualidad, como algo del pasado que ya no sirve para la lucha presente, contribuyen a quitarnos el tesoro más grande que tenemos como proletarios, la experiencia histórica. Las luchas contra el capital que se abren paso los pondrán a todos en el sitio que merecen, el vertedero de desechos tóxicos de la historia.

Contra todo esto es necesario reapropiarnos de nuestra historia, de la historia de la lucha por abolir el capitalismo, reapropiarnos de nuestra experiencia histórica, restablecer nuestros lazos con el pasado y extraer las lecciones que nos marca. Es imposible reemprender el combate contra el capital con posibilidades de victoria sin asumir nuestra lucha como continuación de las luchas del pasado, sin que estemos armados con la fuerza de toda la experiencia acumulada, sin que las derrotas del pasado sirvan de orientación revolucionaria. Esa es una tarea de primer orden, no la única evidentemente, en el proceso de reconstrucción del movimiento revolucionario.

Hacer hoy un verdadero balance crítico de las luchas del pasado, es totalmente imposible sin destruir toda una telaraña de ideologías tejida por nuestro enemigo, retomando al mismo tiempo el valioso material revolucionario que nuestros antepasados nos dejaron. No es otro el objetivo de esta publicación.

POR EL COMUNISMO, POR LA ANARQUÍA

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PDF: «Reapropiación #1»

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