¿Por qué El Yorsh? (Cómo se fabrica un culpable)

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(Extraído de auditoriocheguevara.org)

El pasado miércoles 24 de febrero por la noche, fue detenido Jorge Emilio Esquivel Muñoz, George o “Yorsh” a las afueras del campus universitario en la Ciudad de México. Luego fue acusado de narcomenudeo por la Procuraduría General de la República. La versión oficial fue repetida hasta el cansancio por todos los medios gubernamentales (empezando por La Jornada y terminando por la propia Rectoría de la UNAM). Cuando Jorge salió momentáneamente de Ciudad Universitaria esa noche, para acompañar a algunos compañeros que se retiraban, no llevaba consigo nada, ni mochila, ni suéter ni chamarra seguramente, pues pensaba regresar de inmediato. Así que el supuesto “cargamento” de drogas que la PGR pretende adjudicarle, nunca existió, o bien le fue sembrado en el trayecto luego de ser secuestrado.
Jorge no es estudiante universitario. No es trabajador académico ni administrativo de la UNAM. No tiene un “número de cuenta”, no cobra ninguna beca, ningún sueldo cada quincena.
No pertenece a ningún colegio de profesores ni está adscrito como investigador de ningún nivel SNI. No acude a ningún aula, cubículo ni instituto. No checa tarjeta, ni tiene sindicato. No paga ninguna cuota a la Dirección del Patrimonio Universitario ni al Patronato, por ningún local comercial. No es beneficiario de ningún programa universitario ni del gobierno local o federal, ni lo respalda ninguna ONG oficial.
Jorge no tiene un “currículum”. No es ayudante de ningún profesor o investigador. No ha publicado en ninguna revista internacional. No milita en ningún partido político ni controla ni participa de ningún grupo porril o de “animación deportiva”. No es propietario de ninguna concesión comercial en Ciudad Universitaria. Según el Rector, Jorge es ajeno a la Universidad.
Jorge es nuestro compañero. Y tiene una historia de vida. Jorge es del tipo de personas que la burocracia y la casta criolla de autonombrados “güeros” que se comparten el poder, los cubículos para parasitar y el presupuesto, no quieren en la UNAM. De hecho no los quieren en este que llaman su país. Jorge no es dejado, no es dócil, no es obediente. Es artesano, trabajador, es punk, es (todavía) joven, es un rebelde e insurrecto social sin etiquetas ni pretensiones. Participa sin más, y desde hace más de doce años en un movimiento autónomo y autogestionario como lo es el de la Okupa Che, del auditorio Che Guevara que se encuentra –aunque le moleste al rector- en la Universidad.
Jorge es del tipo de personas -“mexicanos” les llaman allá arriba nosotros simplemente personas- que los que gobiernan este país no quiere que vivan en este país. Es pobre, no invierte, no explota a nadie, no es capataz de nadie, no quiere ser policía ni soldado para desaparecer estudiantes. No quiere ser sicario ni halcón. No trabaja para ningún gobernador asesinando periodistas. No vende ninguna droga. No dirige ninguna banda criminal en ningún reclusorio y/o fuera de él. No es cura pederastra. No es esquirol en el magisterio. No es paramilitar de derecha ni de izquierda. No vota ni apoya a ningún candidato. No es acarreado ni acarreable.

2016-02-27 01.07.37
Jorge simplemente llegó un día al Che y se quedó ahí a vivir, a trabajar, a aprender y a enseñarnos. A compartir y a ser compañero. A participar como uno más de los unos y unas que han pasado por ahí. Sin ningún privilegio, jerarquía, promesa, recompensa material. Pasando hambres, desvelos, enfermedades, fríos. Además le tocó la parte más dura también: señalamientos, golpizas, torturas, enfrentar a uno que otro estudiante nefasto que cree que luego de hacérsele tarde algún viernes de borrachera puede pernoctar en el auditorio y no pide sino reclama a toda costa su “derecho”, para luego irse y tirar mierda contra los que le dieron alojamiento.
Recordamos a Jorge haciendo de todo y también no haciendo nada – porque en el Che el disfrute ocioso- es también un derecho natural aunque les moleste y no lo comprendan los amantes del trabajo explotado. Haciendo guardia. Cocinando en colectivo. Trabajando en su puesto de artesanía y /o como empleado vendiendo tacos. Preparando chilaquiles en la noche para el día siguiente. Disfrutando y participando de las distintas actividades de la okupación.
Haciéndose sus rigurosas puntas en la cabeza antes de cada tocada.
Jorge conoce muy bien la cárcel. La cárcel o centro de exterminio de “personas ajenas a la universidad” que se llama México. Y también conoce la cárcel de personas -sin ese otro “número de cuenta” llamado nacionalidad- que se llama Estados Unidos de Norteamérica, a donde fue como migrante a trabajar durante años. Así es que sabemos que va a aguantar lo que sea necesario. Pero no se merece estar donde ahora está.
A Jorge lo eligieron como culpable. Lo fabricaron como culpable. Lo exhiben como culpable. Porque es todo lo que en el poder de este país y de esta universidad odian. Esperan que la sociedad manipulada simplemente acepte y repita sus tonterías. Sociedad mexicana acostumbrada a repetir sin saber, a aceptar sin cuestionar, al “lo dijeron en la radio, lo vi en la tele, lo leí en el periódico”.
En Jorge el poder y sus medios de información proyectan, no la imagen ilusoria de un delincuente – eso finalmente viene a ser más fácil- pues bastaría para ello con que cualquier “ciudadano” en este país se pusiera la banda presidencial. Proyectan todo el odio de su clase en contra de la nuestra: el odio de su estado y su universidad elitista contra todo aquello que les parezca “sucio”, “incontrolable”, “temible”. Así como antiguamente en EEUU el “criminal” de todas las historias era indio o negro, en la universidad de hoy, el “criminal” es “feo”, “fachoso”, “revoltoso”, tiene tatuajes, huele a sudor o a grasa y no a servilismo. En el México de hoy, la imagen del “malo” construida desde el poder, es la que remite al indígena, al joven, al anarquista, al estudiante (pobre, desde luego), al maestro disidente, al manifestante no acarreado.
Hoy puede el poder elegir una imagen y mañana inventar otra: el rebelde encapuchado de hoy es un demonio, al de ayer hay que regalarle un “sobreseimiento”, para ver si se confía y lo matamos, dicen. Pueden la prensa y la policía inventar y fabricar culpables en base a imágenes, mentiras repetidas y periodicazos, no importa que nadie los lea. Eso es lo que hicieron con Yorsh.
¿Quién más está dispuesto a creerles? Jorge debe estar libre. Ya.

+ info en: auditoriocheguevara.org

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