El 22M, las procesiones y la autodefensa

De la revista «Racaille» (la chusma), un texto que nos presenta un poco de la actualidad de las protestas y movimientos en territorio español… (Materiales)

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Mientras más contradictoria se vuelve la sociedad, más fragmenta y atomiza a los individuos, pero más suscita la necesidad de comunidad. La violencia sólo es revolucionaria y contribuye a formar la comunidad humana cuando ataca elfundamento de esta sociedad. Cuando sólo se mantiene de ilusiones de seudocomunidad es contrarrevolucionaria, conduciendo a la destrucción de los grupos subversivos o sutransformación en poder suplementario.

«Violencia y movimiento social en España: 1973»

Grupo MIL- GAC

Ese enésimo experimento izquierdista, socialdemócrata sindical, para canalizar el descontento y agotar al proletariado y pastorearlo hacia el matadero de los colegios electorales como a borreguitos (que según los organizadores reunió a más de un millón de manifestantes el 22M ), fue también un punto de reunión de proletarios incontrolados. La única esperanza que cabía en esas marchas, con muchos pies y poca cabeza, fue lo ocurrido al final: un desbordamiento en el que tuvo lugar la expresión del proletariado más combativo luchando por sus intereses.

Los sectores más castigados por las medidas del capital, que hasta lo de Gamonal no se habían pronunciado autónomamente, más que de manera esporádica, (en huelgas generales y algunas expresiones en el conflicto de la minería… ) y permanecían al margen de las marchas ciudadanistas, manteniéndose expectantes, como esperando una señal para salir a reventar la calle, esta vez acudieron también a la convocatoria del enemigo de clase: la burrocracia izquierdista y la burguesía, para hacer algo diferente a lo que se esperaba de ellos. Utilizando la cobertura de una convocatoria con un discurso socialdemócrata claramente servil con el capital, un momento en el que el enemigo está avisado, preparado y concentrado en un punto centralizado, acumulando riesgos y errores tácticos. Una realidad que demuestra que una parte de los que van a caminar se apuntan para superar sus ansias de ‘hacer algo’ y con la ilusión de que ‘algo ocurra’, prefigurando también dentro de ese contexto, la existencia de minorías revolucionarias que aprovechando esas convocatorias practican una versión ‘renovada’ de la gimnasia revolucionaria. Una muestra de la confusión general en la que se encuentra nuestra clase y a la que contribuyen, con conocimiento de causa, esos nuevos batallones de recuperadores izquierdistas. Siguiendo la estrategia de conseguir el ‘empoderamiento‘ del ciudadano maltratado y quejoso a través de una serie de marchas hacia Madrid, y el colofón de una multitudinaria manifestación por una supuesta dignidad perdida… bajo banderas que pretendían acabar con ‘el régimen del 78 ‘ y la troika. En cambio, nada sobre superar la imposición de nuestra mierda de vida, luchando por suprimir sus causas reales: la dictadura de la ley del valor, el trabajo asalariado… destruyendo las relaciones que nos imponen el Estado y el capital.

Nada nuevo, son los habituales apagafuegos para la representación de, ni siquiera ya, de la lucha sino de un paripé con fines electoralistas y otros más difusos (peticiones de dignidad en el trabajo, rentas básicas, reformas estructurales…) en forma de reducir la protesta a un mero espectáculo vaciado de contenido con tendencia a desmovilizar ‘movilizando’.

Muy a pesar de eso, la miseria, la carestía y/o la falta de techo, el paro, el hambre física cada vez más patente, las subidas del trasporte… han terminado por hacer que cada vez más a menudo el proletariado se lance a la lucha social a tumba abierta como en las algaradas (durante la huelga de barrenderos) de Alcorcón, ciudad del sur de Madrid, y las cargas y disturbios en el Bilbao pacificado, durante el foro económico internacional (mientras paradójicamente, -¡o no tanto!- aquellos que pretendían ‘combatir‘ ese mismo foro se encaminaban, en sentido opuesto, hacía Madrid)… Los maderos, en sus publirreportajes policiales, ya habían advertido de la posible “helenización” de las protestas, pues ya cierto sector del proletariado se había “helenizado”. En algunas manifestaciones a finales de 2013, de la 15mera coordinadora 25S, “rodea el congreso“, y en la huelga de limpieza en Madrid… ya había reaparecido el proletariado descontrolado.

Pero hay que recordar que fue con la determinación y demostración de fuerza de todo un barrio: Gamonal, negándose a aceptar las reglas burguesas –democráticas- de la sumisión y la protesta cretina, cuando toda la rabia se catalizó.

Son las manifestaciones de solidaridad con Gamonal, que se extendieron por toda la geografía peninsular: algaradas callejeras que se reproducen en Madrid, Zaragoza, Valencia … en el caso de Barcelona, una comisaria de la guardia urbana es atacada, por decenas de proletarios muy jóvenes… las que consiguen que se renuncie al pelotazo de 8 millones de euros de contrata. El sistema cede para desactivar una tendencia al contagio de esa violencia proletaria que no se sabía hasta donde podría llegar. Al mismo tiempo fue acallada, en todo lo posible, la revuelta de los proletarios apátridas de los cerros de Melilla (también se silenciará que allí ondearon banderas negras con la leyenda UHP). Todo termina con decenas de detenidos en toda la península y con redadas masivas en Melilla, con otros tantos detenidos, acusados de ser allí los instigadores de la revuelta en la que varios policías resultaron heridos. Es a partir de entonces cuando se hizo más visible uno de los elementos de la revuelta proletaria: la combatividad desesperadamente feroz.

Algunos elementos dejan entrever que ese grupo heterogéneo que el 22M se enfrenta en el centro de Madrid, a las fuerzas antidisturbios y destroza cristales de sucursales bancarias, cajeros y también furgones de la policía antidisturbios, estaba en parte nutrido de gente canalizada por la socialdemocracia minoritaria‚ ‘radical‘, que admite cierto grado de violencia pero ni rechaza, ni siquiera llega a la crítica de la violencia estructural a la que diariamente nos somete el capital. Otros simplemente eran proletarios que salían a descargar la rabia acumulada, y algunos más, de alguna forma, son parte de esas minorías revolucionarias de las que hablamos más arriba, con un mayor grado de consciencia y organización. Se había visto en otras ocasiones en Madrid, la rabia desesperada de proletarios muy jóvenes que son conscientes de que su único futuro está en el campo de batalla social, pero pocas veces, en épocas recientes, se había visto a tal escala. De nuevo, de esa socialdemocracia minoritaria‚ que se adorna con el penacho ‘radical‘ a través de simbólicas expropiaciones, sean de fincas o de supermercados y de performances inflamables de barricadas que ni cierran ni queman nada, surgieron los bulos de los‘infiltrados’ y ‘provocadores’, esos peligrosos incontrolados que vinieron a deslucir la pacifica pantomima del cabreo y la indignación. Hay que resaltar la demagogia y manipulación de cierto líder sindical del radicalismo simbólico, encaramado a las escalinatas del juzgado, detrás de una hilera de antidisturbios que hacían frente a los concentrados llegados allí para reclamar la liberación de los detenidos el día anterior. Aprovechando la circunstancia para lanzar un mitin del programa de la confusión y acabar pidiendo que los concentrados se marcharan ya, pacíficamente, a seguir con el programa previsto de sainete y performances. De la misma forma, en los meses posteriores, reivindicar la libertad sin cargos de todos de los encausados se convertirá, para el 22M, en un engorroso trámite que es sorteado sin pena ni gloria a través de convocatorias a desgana. El 22M ha cumplido su cometido -las elecciones europeas, la recuperación de la lucha social, la confusión- y se trata de aletargarlo hasta las próximas del 2015- para los ayuntamientos- o liquidarlo dejándolo morir por inanición.

Se puede observar, en todo este proceso de escalada de la lucha social, que la frustración vital ya no se reproduce en la calle a través de una mayoritaria inmovilidad ante las agresiones, pero la duda es la misma que muchas otras veces: ¿queda algo? ¿Es un paso adelante o solo un salto sin moverse de sitio?

Sacando lecciones… ¿nos vamos acercando?

A través de este esbozo de balance, se deben entender las siguientes críticas compañeras (a los que luchan), como un intento de señalar nuestras debilidades para su resolución en el previsible proceso de luchas que sin duda se amplificará. Si cabe, pues, sacar alguna lección de ese episodio de Recoletos, es sobre todo aquella de la debilidad que sigue atenazándonos, resignando a grandes capas de proletarios a ir al rebufo de unas consignas impresentables. También la debilidad de esas expresiones a nivel teórico, que pueden ser aprovechadas y canalizadas por ciertos sectores de la socialdemocracia. La falta de perspectiva y la escasa táctica que hacen del contagio espontáneo de los que se suman a las algaradas, sobre la marcha a cara descubierta… facilitando la labor represiva, un poco provechoso refuerzo que suele agotarse en la inmediatez.

Lo que muy probablemente podría preocupar a las autoridades gestoras del desastre capitalista es lo complicado que hubiera resultado reconducir el posible descontrol de la situación de haberse generalizado los disturbios a zonas de la capital no cubiertas por la fuerza antimotines… de haber existido por parte de los revoltosos, una cierta estructuración coordinada de sus fuerzas.

Desfogar la rabia acumulada, para ‘liberar tensiones’, en un ejercicio del espectáculo, aunque probablemente mitigado por expresiones de esa gimnasia revolucionaria (de la que históricamente se sirvió el proletariado para acumular fuerzas), tiene unos limites evidentes. Sobre todo si estamos reducidos a volver a la rutina a esperar que el enemigo convoque otra farsa más, y mientras tanto mantenerse ocupado recabando recursos contra la represión. La incapacidad para articular la autonomía de clase y presentar batalla fuera de fechas fijadas y anunciadas, incluso la torpe disposición para actuar utilizando esa cobertura de convocatorias de la burrocracía, separadas de la lucha real, y conseguir superar el error de centralizar geográficamente la revuelta. Todo ello es en parte consecuencia del lento y escaso proceso de reagrupamiento y asociacionismo proletario que pudiera configurar ese esbozo de organización coordinada… y más aun de la falta de una perspectiva clara.

En contraposición, lo ocurrido en el desalojo del CSOA de Can Vies, nos señala, como en Gamonal, lo que podemos lograr a través de un proceso de confluencia y organización, con el manejo estratégico de la comunicación y el gran acierto de no dejarse arrastrar al terreno del enemigo en interminables y vanas negociaciones. Porque no hay nada que negociar. Ese abrazo del oso , que tan bien domina la burguesía y que en resumen implica su aceptación como interlocutor privilegiado, con su juego de la zanahoria y el bastón y que a continuación conllevaría que cualquier ‘concesión’ no sería más que una debilidad estructural.

La contra insurgencia toma nota, no es casual que en los últimos meses los partidillos, a cual más seudoradical, de ciudadanos indignados, se han reproducido como setas y cosechado en la últimas elecciones los frutos de sus estrategias desmovilizadoras multiplicando las posibilidades de desconcertar y canalizar al proletariado. Como ya hemos señalado, algunos con distintos grados de tolerancia frente a la violencia del proletariado, sin por ello renunciar o siquiera poner en cuestión la violencia esencial de la sociedad burguesa: el trabajo asalariado. Todos prometen luchar por el trabajo… eso sí, DIGNO.

Esa constelación de partidos más o menos izquierdistas que pretenden dar falsas esperanzas al proletariado, hacerle creer que el parlamentarismo les salvara en forma de un frente popular que sin duda podría tener su principal componente en POTEMOS. Esta vez, esa coalición jugaría el papel que jugó el PSOE en la transición, el grosero engaño para mejor servir a los intereses del capital maquillado de nuevo bajo los afeites de la sostenibilidad, la redistribución etc. Nada que sea impropio de la burrocracia socialdemócrata en particular, que en el pasado -y en el presente- mató  miles de revolucionarios en defensa del libre mercado y la propiedad privada, en nombre del oportunismo político.

Mientras que las huestes izquierdistas ganan tiempo el Estado se refuerza militarmente, encargando cada vez mas material antidisturbios, tánquetas lanza aguas, preparando la generalización de las leyes de excepción y planificando ya desde hace mucho tiempo la forma de introducir gradualmente al ejército en las labores policiales de represión hasta que se convierta en un ejército de ocupación interior dedicado exclusivamente al aplastamiento de la población.

En esto debemos remitirnos a las declaraciones del ministro del ramo que pretende normalizar la presencia del ejército en la calle… como en muchas otras democracias… arguye.

Racaille nº 2: https://revistaracaille.files.wordpress.com/2014/10/chusma21.pdf

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